Disclaimer:
Los personajes no me pertenecen. Son propiedad de Hajime Isayama y de su obra Shingeki No Kyojin/Attack On Titan.
Los hechos y acciones de esta historia son de mi total imaginación. No acepto, copias, planeo u adaptaciones a otros fandoms.
Advertencia:
OoC: Personalidad Diferente A La Canon Lenguaje Vulgar Palabras Altisonantes Hospital Enfermedad ¿? Pareja: LevixEren/RiRen.
¡Hola, hola gente bonita!
Que bello, esta es mi primera actualización del 2020, un nuevo año que espero venga lleno de cosas buenas para ustedes y para mí. Iré despacio con esta historia por qué está quiero que sea perfecta por el tipo de trama que tiene la cual espero que sea de su agrado y le den seguimiento.
Siguiente actualización: Fragmentos Que No Se Olvidan.
Por si no lo han comenzado a leer vayan a leer el primer capítulo por qué ya estoy a mitad del segundo y se vienen cosas buenas . Por cierto acabo de hacerme una cuenta en por si gustan seguirme: RivailleAkkaman26. Iré subiendo las historias poco a poco después de corregir varios errores :3.
¡Espero que les guste esta historia!
Leves rayos del amanecer entraban por la ventana de su habitación mientras él permanecía sentado en la incómoda camilla a la cual poco a poco se había acostumbrado con el paso del tiempo, estar durante todo un mes de su vida yendo y viniendo de su hogar a ese sitio le había provocado que se acostumbrara a dormir en una cama tiesa, aunque esas veces no era por circunstancias graves sino por rutina. A pesar del frío que estaba haciendo a tales horas del día, el hombre permaneció en su misma posición sin mover ni un dedo, ver el amanecer era uno de los cortos placeres que se podía dar, esos colores cálidos le daban ciertas sensaciones de alegría y también algo de nostalgia y sí, por qué no, tristeza. Le hacía recordar esos momentos que pasaba junto a su madre en el parque hasta el atardecer y ambos se sentaban en la parte alta de la resbaladilla contemplando como el sol comenzaba a ocultarse en el horizonte, su madre solía dejar un beso en su frente cada atardecer arriba de aquel juego del parque; le fascinaba compartir ese momento con ella pues era y es su única familia —sin contar a su molesto tío Kenny— pero tenía obligaciones con su trabajo y pocas veces tenía días libres.
Una bandeja fue dejada en la mesita que se encuentra a un lado de la cama; un puré de papa, un jugo de naranja, una taza de gelatina y una pequeña porción de sopa, ninguno de los alimentos contenía sal o azúcar más que probablemente lo que se pudiera agarrar con el dedo pulgar e índice y no más. El hombre ignoró por completo a la persona que había dejado aquella bandeja y ahora estaba posicionada a un lado suyo, prefería seguir observando el amanecer, muy pocos sabían de su afición por ver el amanecer y que por ello ignoraba todo a su alrededor, por ende le daban su espacio para que disfrutará de esa bella vista pues podría comer en unos minutos más y no había prisa alguna.
—Haaa… —Suspiro de forma queda haciendo que un pequeño vaho saliera de entre sus labios, frotó sus manos entre sí al no sentir por completo sus falanges. —Buenos días Petra.
—Buenos días Levi, deberías abrigarte o enfermarás más —Poso su mano en el hombro del azabache haciendo algo de fuerza indicando que se acostara. —Debes descansar un poco más, comerás más tarde.
—Así está bien, solo fue un resfriado no es nada grave.
—Nada grave y terminaste aquí hace dos días por una posible convulsión, será mejor que en vez de replicar te concentres en recuperar tu salud —Le da un leve pellizco en el brazo.
—Tch, no moriré por un resfriado, no pienso morir por algo tan patético —Frunció el ceño disgustado.
La joven de cabello anaranjado no dijo ninguna palabra más y solo se conformo con reprenderlo con la mirada, ella sabía que al ponerse a discutir contra Levi no la llevaría a nada, él hombre terminaría ganando dijera lo que dijera sin olvidar lo cabezota que es con respecto a su estado de salud, podría iniciarse la tercera guerra mundial si se discutía contra él, simplemente la última palabra debía ser suya. El azabache desvío unos segundos la mirada hacia la ventana viendo cómo la neblina se dispersaba lentamente ante la aparición del sol, relamió sus labios que se encontraban secos y de un tono lila por el clima tan frío de la mañana, tomó su chaqueta que se encontraba reposando en una silla aún lado de la cama a su lado derecho y se dispuso a comer lo que la joven enfermera le había traído, no volver a tener un resfriado con una fiebre tan alta como la que había sufrido, afortunadamente cuando su cuerpo entró en convulsiones ya estaba en el hospital y se le atendió de inmediato, a pesar de ya no tener fiebre a la mañana siguiente tuvo unos cuantos dolores de cabeza que no soportaba y la visión se le nublo por algunos segundos, tampoco quería recibir una reprimenda de parte de su doctor, «tch, maldito Erwin», fue lo que pensó al recordar que aquel hombre de ojos azules y cabello rubio le daría una cátedra completa sobre el por qué debe de cuidar su salud y comer lo que se le da en el hospital, claro que al azabache la comida le sabía a mierda.
Cuando terminó aquellos alimentos —si es que se les podría clasificar de esa manera— tuvo una pequeña riña con la enfermera ya que él quería salir a dar un paseo pues su excusa era «no siento el jodido trasero», la enfermera se opuso claramente, no podía permitir que ese azabache tan cabezota saliera aún con ese clima tan frío ya que apenas y estarían dando las siete de la mañana, su preocupación principal era que Levi podría enfermar y eso traería consecuencias malas al estado de salud del azabache que apenas se estaba recuperando de un resfriado que le produjo una fuerte fiebre, descartando que también Petra había recibido órdenes de el director general del hospital, Erwin Smith, que lo mantuviera en cama y que si era necesario lo amarrara o esposaran a la cama para evitar que hiciera su voluntad. Maldiciendo y refunfuñando tuvo que hacer caso, si fuera alguien más le hubiera importado un comino pero se trataba de la joven Petra y él tampoco era tan maldito como para hacer que a la joven la regañaran por sus caprichos, bien podía esperar un poco más para la comodidad de la joven.
Mientras el tiempo corría mantuvo una conversación amena y entretenida con la joven, debía de admitir que ella era una buena compañía para pasar el rato en un lugar tan aburrido como lo era el hospital, además la chica sabía tratar su humor tan mierda y su habla tan esquiva la mayoría del tiempo. Era mejor que nada.
A las ocho en punto de la mañana y sin falta alguna se encontraba la figura imponente de un hombre de gran altura, rubio de ojos azules y unas peculiares cejas muy pobladas recargado en el marco de la habitación observando al azabache y a la enfermera conversar sin darse cuenta de su presencia, el hombre dió un ligero bostezo para seguidamente carraspear atrayendo la atención de ambos individuos. Al obtener su atención camino con porte hasta situarse frente a la cama de Levi que lo observaba con el entrecejo fruncido y una clara mirada de aborrecimiento, ignoró la mirada que le estaba dando el azabache y a cambió él le dedicó una sonrisa amable a los ojos ajenos; pero ocultaba socarronería, Levi lo sabía bien y por ello chasqueo la lengua para dedicarle nuevamente una mirada que llevaba claramente un mensaje; «no te pases de listo, Smith».
—¿Cómo se portó nuestro paciente favorito, señorita Ral?.
—Bien doctor Smith solo que quiso dar un paseo apenas terminó de ver el amanecer y el desayuno —Bajo la mirada algo apenada por la mirada acusatoria que le estaba dando el azabache aludido.
—Me lo esperaba, será enano pero es muy activo —Se acerca a la mujer extendiendo le una hoja que ella toma para leer su contenido. —Vaya con el doctor Nile para que personalmente haga preparativos y le haga estos estudios al señor Ackerman, ahora mismo debe de estar llegando a su consultorio.
—Sí, doctor.
La mujer caminó hasta la salida de aquella habitación y fue seguida con la mirada por el rubio hasta que salió de su campo de visión, al regresar su mirada a la cama se encontró a cierto hombre de baja estatura con los brazos en jarras observándolo con el ceño fruncido y una mirada de muerte parado justo bajo sus nariz —de alguna manera literal—. Palabras mordaces, groserías y un sin fin de vulgaridades que jamás en la vida de la humanidad se le habrían ocurrido a alguien más que a Levi Ackerman, eran esculpidas con enojo, como buen adulto Erwin tuvo que mantenerse callado escuchando todo lo que su gran amigo de la infancia tenía que decirle pues sabía que si lo interrumpia era probable que el azabache sacaría una fuerza inhumana y lo lanzaría por la ventana, un hombre directo, huraño, de pocas palabras y paciencia. El hombre se preguntaba si su amigo Levi se casaría algún día o pasaría el resto de su vida vistiendo santos.
—veintitrés minutos —Anunció el rubio al observar la hora en su reloj de muñeca. —Batiste tu récord de veinte minutos de los últimos tres meses.
—Tch, deja de joderme, ¿sabes lo que se siente estar en una de esas jodidas camas todo el maldito día y que no sientas el puto culo? —Llevo una de sus manos a su glúteo y sobo la zona. —La próxima vez que venga terminarán amputandome el culo.
—Siempre exageras por todo, Levi ¿puedes moverte?.
El hombre da un resoplido como contestación y chasquido de lengua, realmente no podía moverse mucho, su pierna izquierda parecía estar algo inmovilizada y como no con el tremendo golpe que le dió ese chico despistado con su moto cuando estaba apunto de irse del súper mercado, el chico distraído aceleró por accidente y el azabache justamente pasaba por ahí así que recibido el impacto, justo un accidente que sucedió un día antes de que él llegara al hospital, afortunadamente no dió a parar por un accidente en el que resultará muy lastimado pero si por algo aún de nivel moderado. Con un poco de esfuerzo se puso de pie después de haberse sentado al borde de la camilla como un apoyo, el dolor ya no era tan fuerte pero si llegaba a sentir unos cuantos piquetes por la zona, camino saliendo de la habitación seguido por Erwin que se mantenía a su lado por si en algún momento sentía algún dolor y no pudiera moverse, así Levi podría sostenerse de él pero incluso el rubio lo creía un milagro, el ojigris era demasiado orgulloso y en ese momento lo sería más al ver que el de mayor altura había notado su malestar en la pierna. En un principio habían Sido pasos algo apresurados que mientras más avanzaba sentía que aquellos piquetes comenzaban a aparecer y moderno su caminar, pasillos de color blanco y un silencio aterrador para su gusto, realmente no había un silencio sepultural pero aún así le molestaba ya que podía escuchar como algunos enfermero informaban a sus pacientes sobre lo que les inyectarian o harían, incluso algunas enfermeras pasaban con un carrito con bisturís y demás artefactos de operación que si le preguntaban sobre su opinión su respuesta sería un; «primero me lanzó de un barranco antes de que me abran como un maldito puerco». Sí, el estoico hombre les tenía un pavor enorme pero no era principalmente a los implementos sino concretamente a las «operaciones», un temor que se le acrecentó por un momento crucial de su infancia.
Minutos después de que ambos hombres caminarán por los perturbadores pasillos —a opinión de Levi— del hospital llegaron hasta el consultorio del Doctor Nile Dok; dónde el hombre chiva —apodo otorgado por nadie más que Levi— comenzó a darle una pequeña revisión rápida en el cuerpo buscando alguna leve fractura o simplemente nada, ya que Erwin había hecho mención al problema que Levi tenía en la pierna por lo cual también recibió el lanzamiento de la placa de escritorio con el grabado de «Doc. Nile Dok» que el mismo azabache lanzó justo a la cabeza del rubio quien por milagro divino se salvó de tan salvaje ataque. Descartando alguna posible fractura en su cuerpo al haber caído con fuerza contra el suelo debido al accidente con aquel chico tan imbécil; paso a revisar el tobillo del ojigris dando como respuesta solo un simple esguince, nada grave, que el dolor se iría en unos días, posiblemente en uno o dos más. Prosiguieron con radiografías, exámenes de sangre y unos cuantos más para cerciorarse de que no hubiera un problema grave con la salud del azabache que lo tuviera que llevar a una operación o cualquier otra situación en la que arriesgará su vida.
Algunos exámenes tardarían tiempo pero ante las revisiones hechas por el médico le dio la previa seguridad de que todo iba bien por el momento, por otro lado tendrían que esperar a los próximos exámenes que tardarían un día o dos por lo cual estuvo apunto de iniciarse una guerra entre los doctores junto a los enfermeros contra la misma encarnación del diablo de un metro sesenta de altura. No era de extrañarse, claro que no, además el azabache ya les había dicho con anterioridad que no planeaba seguir un solo día más en ese hospital manteniendo su trasero pegado a aquella camilla; Levi realmente estaba exasperado, joder solo había sido un resfriado y un poco de fiebre, entendía que pudo haber generado alguna anomalía en su sistema pero eran unos exagerados de lo peor, la mayoría eran compañeros y amigos de la universidad que se preocupaban por él pero ya era un adulto, específicamente un hombre de cuarenta y un años, no un niño de seis años al que tuvieran que estar correteando, comprendía su preocupación pero él realmente no deseaba pasar más tiempo en ese lugar, prefería estar en la comodidad de su casa bebiendo té y leyendo un buen libro después de haber hecho la limpieza. Sí, eso sin dudas era mucho más placentero que permanecer en un hospital donde los malditos gérmenes abundaban. Con esos pensamientos en mente no hubo ni Dios que pudiera detenerlo, ¡claro que no hubo Dios que lo detuviera! Les dió algunos pellizcos en el estómago, costillas y zonas de piel sensible a varios enfermeros dejándoles en el suelo retorciéndose, tuvieron que dejarlo ir o el hombre les haría tragar tierra. Recordaron que Levi está en la milicia.
Después de unas exhaustivas cuatro horas de limpieza profunda en su casa él azabache se relaja en el sofá del living acompañado una caliente taza de té mientras en sus manos sostiene uno de los tomos de la saga de «IT de Stephen King». Uno de sus escritores favoritos ya que se sumergía demasiado a aquellos ámbitos de miedo, suspenso y terror, algo sin duda que de momentos dudará de lo que es real y no, momentos dónde se jugaba con lo psicológico para crear una mejor ambientación. A duras penas había logrado limpiar las partes superiores en el techo con ayuda de algún mueble o de una silla, además de que su gorra estatura no ayudaba mucho las punzadas en su pierna no le daban un descanso cuando la apoyaba en el suelo, el ojo gris tuvo que hacer un gran esfuerzo para no terminar contra el piso cuando tuvo un calambre en esa misma pierna, casi se larga a llorar por el dolor que sentía pero el hombre al ser tan orgulloso no de lo permitió aún viviendo solo. Hace unas horas había recibido una llamada de su madre desde Finlandia donde se encontraba de vacaciones por alrededor de un mes, según ella le había mencionado, apenas Levi había llegado a la casa de su madre la mujer salió disparada al aeropuerto, ella deseaba quedarse con su hijo pero él azabache la convención de ir diciendo que Erwin estaría a cargo de él —lo cual no era mucha mentira— más sin embargo le había dicho que estaría yendo a diariamente a su casa para hacerle chequeos. La hermosa mujer se tranquilizó un poco ante lo dicho por Levi pero aún así no estuvo muy convencida y le advirtió que estaría llamándole todos los días para estar enterada de todo. Al hombre no le quedó de otra más que aceptar a regañadientes. Tuvo que hacer una llamada a su superior en la milicia informando que tardaría un poco más de tiempo en regresar y que si le daban unos días más de licencia para ello, le fue concedido pero dentro de cuatro días tendría que ir hasta la base para firmar el permiso y compromiso de regreso.
Cuando el hambre lo invadió fue hasta la nevera solo para observar y recordar que debía hacer las compras, con algo de molestia tuvo que tomar su campera y salir de su casa para ir hasta una tienda de veinticuatro horas, solo para comprar comida preparada, ¿cocinar? Tendría que tener a los bomberos a un lado antes de incendiar su casa, la cocina no era para nada su fuerte, a muy duras penas puede hervir agua para su té y una que otra infusión. Con un gran fastidio ingreso a la tienda para tomar la comida de uno de los estantes del fondo y pasar a la caja con su rostro de poker.
—Serían cuatro con noventa —Comentó una voz jovial, tierna y encantadora.
Esa voz de alguna manera a Levi le hizo recordar algo y levanto su vista apresurado de su billetera observando a aquel joven con su ceño fruncido, un lindo joven de un metro setenta de cabello castaño y ojos enormes cuál dos joyas esmeralda acompañados de una hermosa y tersa piel caribeña. Su sorpresa fue grande pues ese apuesto joven era nadie menos que el chico que lo había arrollado con su motocicleta por accidente, ¿quién se imaginaría que se encontraría con aquel chico trabajando a unas cuadras de la casa de su madre? Algo sin duda que lo tomó desprevenido, el castaño no hizo nada más que parpadear varias veces seguidas y sentirse de lo más incómodo en su sitio mientras sus mejillas se enrojecieron resaltando más en su su piel acanelada; el joven también había reconocido al azabache y estaba que se moría de la vergüenza, pues el día que lo arrolló salió huyendo en su moto por el miedo que sintió al ver la mirada asesina que Levi le había dedicado. El destino suele ser cruel algunas veces y otras justo.
En el caso del castaño era cruel, pues el joven realmente no deseaba volver a encontrarse con el ojo gris, mientras que para el azabache le parecía un encuentro magnífico, todo lo que no había podido gritarle a ese chico idiota cuando lo arrolló se lo podría decir ese instante, un mini Levi con una sonrisa malvada se dibujó en sus pensamientos, no desaprovechar esta oportunidad.
El azabache miro hacia ambos lados asegurándose de que no había más personas dentro para después mirar fijamente al castaño que deseaba ser tragado por la tierra.
—¿Fue bonito huir después de arrollar a alguien sin nisiquiera darle una disculpa?.
—Y-Yo… —Dio dos pasos hacia atrás alejándose un poco del mostrador e hizo una reverencia. —¡Lo siento mucho, nunca fue mi intención hacer eso! ¡Por favor señor asesino no me mate le daré lo que quiera!.
Levi se quedó en blanco. Increíble, el hombre no sabía si el chico era idiota o solo lo estaba jodiendo. Claro que él no sabía que realmente el castaño era un remedo de idiota y que los nervios lo hacían decir estupideces.
—¿Me llama asesino el tipo que casi me pasa por encima con su motocicleta? —Exclama con ironía:—¡Perfecto, traigan la champaña!. Tch, si se podrá ser más imbécil.
El joven de ojos esmeralda ahora mismo se encontraba con el rostro al rojo vivo por la vergüenza que sentía en su máximo esplendor, sus ojos se dilataron y unas ganas inmensas de llorar le entraron por el ridículo que estaba haciendo, «Mierda… más patético no puedo ser». Uno, dos, cinco minutos transcurrieron en silencio en los cuales el castaño solo mantenía la cabeza baja soportando las lágrimas traicioneras que habían comenzado a bajar por sus ojos lentamente. Ahora Levi de alguna manera se sentía un imbécil y culpable por el estado en que estaba el chico frente a él, había notado como los hombros del joven subían y bajaban lentamente y tenía pequeños espasmos producto del llanto; tenía corazón y su conciencia le remuerde por haber provocado aquel estado en el castaño aunque no fueran justamente sus palabras en sí las productoras de ese llanto silencioso. Suspiró con rendición y se acercó al mostrador hasta que esté hacia presión en su estómago, alzó su mano derecha y la dirigió al frente hasta que está dió a parar con una mata de cabellos rebeldes castaños revolviendolos y haciendo de estos un desastre más de lo que ya eran; una consolación silenciosa. Retiró su mano y alejo su cuerpo del mostrador.
—No soy ningún asesino y no te mataré. Fue un accidente, a cualquiera puede sucederle. Adiós —Se despidió y caminó hacía la salida de la tiendo una vez dejó el dinero en el mostrador.
El azabache no era de muchas palabras y tampoco era bueno consolando a las personas, aún así esperaba que su intento por tranquilizar al chico funcionará. Solo era un mocoso.
Sus ojos y su rostro habían demostrado lo sorprendido que se encontraba en esos momentos, si intento volver a su cara de poker fue un fracaso absoluto, la impresión del momento era más fuerte de que su voluntad por ocultar sus emociones. El destino era un gran hijo de puta, completamente un hijo de puta. Le gustaba jugar con las vidas de las personas provocado que algunas se conocieran momentáneamente, otras se separaran para siempre y nunca se volvieran a ver, en cambio a unas cuantas las hacía volver a verse sin razón alguna. Levi ni siquiera se imaginó que algo así pasaría al contrario, incluso él se había olvidado de su persona hace unas horas atrás mientras su mente se concentraba más en la limpieza del ático que se encontraba hecho un divino asco por la falta de aseo; su misión principal era dejar ese lugar rechinando de limpio aún si le tomaba todo el día hacerlo, era una misión de vida o muerte a su opinión, pero su tarea se vio interrumpida con el sonar del timbre justo a las cinco de la tarde con treinta y siete minutos, ignoró las primera cinco llamadas a la puerta pero la quinceava fue la que le colmó la paciencia. Más le valía a esa persona que tuviera una buena razón para irrumpir su labor con su timbradera o sino la molería a golpes y si fuera una mujer, le cerraría la puerta en la cara y después la mandaría a Narnia con su vulgaridad, hombre de poca paciencia.
Ahora se cuestionaba si era o no importante el asunto de esa persona para interrumpirlo pero con solo ver a la persona parada frente a su puerta observando con una mirada atónita, sentía que su cabeza en algún momento explotaría. ¡¿Qué hacía el castaño en la puerta de su casa y con un traje blanco?!. Obtuvo su respuesta acompañada de un tartamudeo y unas lindas mejillas camel sonrojadas.
—B-Buenas tardes, vengo del h-hospital «A-las De La L-Libertad» —Baja la mirada ocultando sus ojos con su flequillo. Se encoge en su sitio. —Soy E-Eren Jaeger y… seré su enfermero personal…
¿Un balazo en la sien sería buena idea para comprobar si lo que sus ojos y oídos veían y escuchaban era cierto?. Levi comenzó a toser desesperado mientras Eren lo ayudaba dando palmadas en su espalda preocupado.
Había olvidado respirar por por casi dos minutos.
Les mando un abrazo de Pancake
Att: Juriko Matsuoka De Ackerman
RivailleAkkaman
