Dedicatoria: Este one-shot fue especialmente hecho para mi adorada Tess-chan, una mujer a la que aprecio y admiro con el alma, y que quiero muchísimo; a la que le estoy eternamente agradecida por la enorme y constante ayuda que me da para mejorar con la escritura, por la amistad que hemos formado y que yo amo a pesar de ser sólo una chiquilla en su comparación, y por el simple hecho de existir. Feliz cumpleaños a ti, onee-chan (sip, comparte fecha con el princeso tatakae); espero de todo corazón que, al menos un poquito, disfrutes de esta pequeña cosita que logré sacar entre todas mis ideas revueltas. No es lo mejor del mundo, podría hasta escribirse mucho más bonito y está todo corto y sin trama; pero le puse todo mi empeño :"). Algún día te haré una historia como Dios manda, me lo juro.

Espero de corazón que les guste y, si es así, le den amor uwu. Perdonen los posibles errores.

Kisisss! :3

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En escasas ocasiones Levi admitía encontrarse cansado. Pocas veces el pensamiento de que necesitaba un descanso cruzaba por su cabeza; sin embargo, en aquel momento, mientras se acercaba a cortos y perezosos pasos a la cabaña en la que había dejado a los chicos y el horizonte comenzaba a tornarse naranja en señal del inminente amanecer, el punzante dolor de cabeza que lo estaba taladrando, junto a su entrecejo más arrugado de lo normal, hacían imposible que, por esta vez, disimulara el cansancio abrumador que sentía.

Estaba agotado, mental y —un poco— físicamente. La conversación que había mantenido con Erwin hacía un par de horas atrás consumió su última gota de energía y quedarse a dormir en aquel lugar de mierda era, por lejos, su última opción. Que se jodiera Hange y regresara de Trost sin él.

La poquísima información de la actual situación, el constante estorbo de los altos mandos, los putos misterios que resolver y los putos secretos que revelar lo tenían realmente hasta los mismísimos cojones. Estaba harto de todo aquello y no veía la hora de ponerle fin. Además, el haber dejado a Eren solo, sin siquiera la oportunidad de cuidarlo a distancia luego de su inconsciencia en el —patéticamente— fallido intento de endurecimiento el día anterior, disminuía las posibilidades de que alguna mísera muestra de tranquilidad apaciguara su estrés; al contrario, aumentaba este y su preocupación.

Esperaba, mínimo, que los otros mocosos le hubiesen brindado el cuidado correcto.


Y eso tal vez era pedir demasiado, pensó Levi, de brazos cruzados junto a la entrada de la cocina, contemplando con indignación cómo Eren, con los cabellos enmarañados y la ropa desarreglada, en lugar de estar durmiendo todo un día, se hallaba más despierto que un búho mientras rebuscaba en las alcenas.

—Eren —le llamó con gravedad, arrastrando peligrosamente cada letra su nombre.

Tras crisparse del susto, el chico se giró a la velocidad de un relámpago y abrió —más aún— sus enormes y preciosos ojos verdes, mirándolo con sumada sorpresa, seguramente preguntándose qué diantres haría él ahí.

—¡Capitán Levi! —exclamó "bajito", alzando ligeramente las manos—. ¿Qué hace aquí? —inquirió, exponiendo su confusión.

Lo dicho.

—Esa debería ser mi línea, ¿no? —le devolvió Levi la cuestión, entrecerrando los ojos con evidente regaño—. ¿Qué mierda haces en la cocina, cuando ni siquiera ha amanecido, en vez de estar en tu puta cama roncando y babeando la almohada? —reprochó, enronqueciendo más su tono de voz que ya de por sí resultaba ser lo suficientemente áspero y demandante.

En ese mismo instante pudo notar la tensión del mocoso, quien se llevó la mano derecha al despeluzado pelo tras la oreja y rascó la zona al tiempo que agachaba levemente la cabeza, meciendo los pies.

—Bueno... —murmuró Eren—. Tenía hambre y Mikasa estaba dormida, no quería despertarla —confesó, pareciendo algo culpable por el hecho de haberlo preocupado, mientras jugueteba con la llave que colgaba de su cuello.

Ante la respuesta, Levi largó un nuevo suspiro y dirigió los pasos hacia el chico. Este, que hasta el momento simulaba una total calma, se encogió con nerviosismo al sentir cerca su presencia; y aquello, aunque él apenas lograse admitirlo, era algo que lo empoderaba un poquito. Eren, alguien que siempre aparentaba querer gruñirle al que se le pusiera enfrente, tal y como un perro rabioso, con su presencia parecía ablandarse y convertirse en un completo cachorro; sólo a falta de un par de monas orejas y una cola peluda que finalizaran su actitud.

«Maldita, jodida, putamente lindo», se dijo, notando descender sus niveles de estrés con extremada facilidad, casi como magia. Glorioso mocoso.

—No deberías tomarte tan a la ligera tu descanso —habló al quedar frente a este, mirándole desde sus centímetros más bajos, mientras posaba la mano derecha en su mejilla, acariciándola.

Automáticamente el rostro del chico se tornó rojo, evidenciando la vergüenza que le provocaba tan simple gesto, y eso a Levi le pareció demasiado adorable; todo Eren en sí lo era.

—Lamento hacerlo preocupar, capitán —se disculpó el mismo, relajando los párpados y restregando la mejilla contra sus dedos en busca de más mimos.

Levi juró que su respiración se había cortado en ese momento y, chasqueando la lengua, lo sostuvo de la cabeza para atraerlo a su cuello, reparando en el aroma a sábanas viejas que desprendía y no pudiendo importarle menos; porque a pesar de eso, el indescriptible olor de Eren permanecía impregnado ahí.

—Mocoso tonto —le dijo, y en menos de un segundo notó cómo se acurrucaba contra él.

Aquello fue todo un bálsamo para sus emociones.

—Ahora respóndame usted —le oyó ordenar, bajito, sintiendo cómo le rodeaba el cuello y repasaba los pelitos en su nuca; un gesto que Levi amaba—. ¿Qué hace aquí? Se supone que debería volver con Hange-san en unas horas.

—Tú mismo lo has dicho —contestó el capitán, descendiendo ambas manos para abrazarle la cintura, al tiempo que Eren tomaba apenas un poco de distancia y lo contemplaba de cerca, aún sujeto a su cuello—. "Se supone" —repitió, devolviéndole la mirada—; pero no podía quedarme a dormir en ese lugar de mierda.

El mocoso infló notablemente las mejillas y, con todo el atrevimiento del mundo, tiró de uno de sus cabellos. Ante eso, Levi frunció el ceño y le miró inquisidor; sí que había tomado confianza en el tiempo que llevaban saliendo secretamente.

—Y así es como pierde otra noche de sueño —lo reprendió Eren, arrugando un poco el entrecejo. Él sólo rodó los ojos, conciente de su situación—. Debe descansar más, capitán —hizo notar lo obvio.

—Entonces... —dijo Levi, acariciándole las caderas con lentitud—. ¿Descansarías conmigo? —propuso, mirando de cerca los acusadores iris del mocoso.

Este no tardó en ponerse colorado.

—Pe-Pero... Esto... Capitán... —tartamudeó, revoloteando las pupilas en todas las direcciones habidas y por haber—. ¿No deberíamos ir a dormir los dos? Además, p-pueden oírnos y...

—Alto ahí, mocoso —lo detuvo él, cubriéndole la boca con su mano—. Me refería a descansar de descansar, de acostarse en una cama y relajarse. ¿Qué tienes en esa cabeza? —cuestionó, mirándole con dureza.

El rubor de Eren se extendió hasta sus orejas y, a su vez, este comenzó a boquear, en busca de algo qué decir.

—Lo siento —se disculpó sin más antes de cerrar la boca, escondiendo el rostro en su cuello.

Al tenerlo allí, así de avergonzado y —en su opinión— tan lindo, Levi se vió tentado a levantarlo en brazos; pero no lo hizo y se abstuvo. Autocontrol por favor.

—¿Quieres que vayamos a mi cuarto? —inquirió, olisqueando parte de su cabello.

El que Eren se acurrucara más en él fue respuesta suficiente. Una cama de vez en cuando no era tan malo, más si la compartía con el chico que amaba.


La pequeña habitación que Levi se había autoasignado en aquella cabaña, además de vieja, estaba sucia; muy mal limpiada por los mocosos de su escuadrón. El simplón mobiliario que la conformaba se resumía en una cama personal de sábanas para tirar —junto a la pared frente a la puerta—, y una silla apenas usable; y aún así, con Eren a su lado nada de eso parecía importarle, todo perdía relevancia mientras el chico continuara la labor de brindarle caricias a su pecho, colando la mano por debajo de la ropa.

Harían unos pocos meses desde que había escuchado, sin querer, a Mikasa y Armin hablar sobre cuán preocupados estaban por Eren al tener este que dormir —solo— en el sótano; al parecer, el mocoso sufrió pesadillas durante un buen tiempo tras ver a su madre ser devorada, y estas, desde el nuevo ataque del titán colosal y las consecuencias que trajo consigo, habían vuelto.

Levi nunca olvidaría los sollozos del chico esa noche, los sollozos que demostraban que fingía rabia y sed de venganza para ocultar la profunda tristeza y frustración que lo embargaban. Tampoco olvidaría la mortificación plasmada en su rostro al descubrir que el hombre más fuerte de la humanidad y su capitán lo había visto en aquel estado, así como mucho menos lo haría con la calidez de su cuerpo cuando lo abrazó toda la noche, dejando atrás su fachada de hombre sin corazón y brindándole consuelo, permitiéndole soltar todo el llanto acumulado.

Después de eso, pasar las noches juntos se volvió una agradable costumbre; y gracias en ella pudo conocer diversas facetas del mocoso. Eren tenía una risa hermosa, visual y auditivamente hablando; el brillo que aparecía en sus ojos cuando hablaba de Carla, su madre, alumbraba las penumbras del sótano que las antorchas no alcanzaban a iluminar más poderosamente que cualquier enjambre de luciérnagas. Levi descubrió que el chico tenía por manía destaparse casi siempre los pies sino quería despertar por el calor, que en su espalda lucía una bonita y chistosa serie de lunares y que sus orejas no sólo se ponían rojas cuando mentía, sino también cuando se avergonzaba.

Con el traspaso de los días, los roces entre ellos fueron en aumento; los abrazos se convirtieron en manos entrelazadas y en miradas que mostraban que el afecto que se tenían había tornado a un profundo enamoramiento. Finalmente el amor que había florecido en ambos pasó a demostrarse a través de los besos y los placeres de la carne.

Después de eso, su relación cambió por completo.

—Levi.

Con el llamado de Eren, que —como pocas veces— había abandonado el «capitán», sus pensamientos fueron interrumpidos y él se vió obligado a observarlo.

—¿Qué? —inquirió, llevando la mano derecha al desastre que eran sus cabellos.

—Te quiero —murmuró el chico, abandonando también el trato respetuoso, dejándole un beso en el pectoral y acurrucándose a él.

Aquellas palabras fueron el detonador para que el corazón de Levi se agitara como las hojas de los árboles con las ventiscas más fuertes. Carajo, que no era un jodido adolescente; básicamente, ese era Eren.

—Tch —chistó, aparruchándolo contra su pecho mientras se volteaba ligeramente de costado—. Yo más, mocoso.

Ante el apretujamiento, este emitió un agudo y cómico chillido que lo llenó de ternura, incitándolo a tronarle un beso en la frente. Aquellos momentos tan íntimos entre ambos eran demasiado escasos; sin embargo, a Levi le bastaban para darle más sentido a su vida, para regocijarlo por completo y darle la certeza de que el mundo no era tan podrido como aparentaba mientras existieran la ocasiones en las que podía acurrucar a Eren.

—No debe faltar mucho para que Mikasa se despierte —dijo el mismo de repente, abriendo los ojos que había cerrado con anterioridad y apartándole un tramito de la camisa para darle otro beso; allí, en donde tenía una pequeña cicatriz que atravesaba su clavícula derecha y el mocoso amaba mimar.

—Entonces... tal vez debas volver —le contestó, hundiendo la nariz en sus cabellos.

Al decir aquello, pudo jurar que Eren parecía una ardilla, con los mofletes hinchados y un puchero adornando sus bonitos y carnosos labios.

—Un poquito más —le escuchó suplicar, acomodando el rostro contra su cuello. Y bueno, Levi no se lo negaría, porque él, más que nadie, deseaba ese rato entre ambos. Un poquito más.

Concediéndole el pedido, lo tomó del rostro con ambas manos y juntó sus bocas en un beso lento y cálido; lleno de afecto. Un beso que el mocoso no dudó en corresponder con el rubor bañándole las mejillas y las orejas.

—De acuerdo —dijo tras separarse, ganándose una amplia sonrisa como respuesta.

Y mientras los soldados de la Legión de Reconocimiento deseasen revelar todos los misterios y la victoria contra los enemigos, y los habitantes de las murallas una vida tranquila, Levi anhelaría su final feliz con Eren, el chico con quien quería envejecer.

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By: IsitaJaeger;
30 de marzo, 2021.