Disclamer: Todo lo conocido es de J. K. Rowling.

Este fic participa en el reto "Amistad random" del foro La Noble y Ancestral Casa de los Black.

Beta: Miss-ledebounosanalgésicos-Lefroy.

Foto de portada: Edición de un par de fotos de OliSzl en DeviantArt.

NdA: Aviso que hay relleno sobre policías, temas de estrategias militares y relacionados.


Recién empezaba a salir el sol cuando el brillo de un patronus la despertó. Una voz le habló, diciéndole desesperadamente que fuera enseguida a la oficina número cinco y desapareciendo un instante después en una retracción de humo. Rose sabía que tenía que levantarse; eso era lo malo de su trabajo: tenía que estar lista para correr a la acción apenas la llamaran, pero de verdad que no le apetecía salir de la cama; hacía mucho frío.

Tampoco le llamaba mucho la atención recibir un vociferador de su jefa, así que, soltando un bufido de resignación, tomó la varita de debajo de su almohada y, luego de un par de movimientos de muñeca, ya estuvo arreglada; casi ni se le notaba que había dormido poco menos de cuatro horas. Abrió la puerta de su habitación mientras se colgaba la cartera al hombro. Antes de salir, pasó por la cocina para agarrar una manzana y fue hasta la puerta, dándole un par de mordiscos mientras giraba la llave en la cerradura.

Caminó por la calle hasta llegar a la oficina indicada; se encontraba en el edificio más alto de todo Londres: el 22 Bishopsgate. No había estado ahí desde que le dieron su bache de Bruja Guardiana casi un año atrás. «Qué tiempos aquellos», pensó, esperando el elevador. Entró al cubículo y marcó su huella en el lector mientras observaba cómo la pequeña pantalla comenzaba a mostrar el logo de su departamento. El ascensor bajó enseguida y abrió sus puertas, mostrándole un enorme sótano. Rose salió de él de un salto y fue recibida por su jefa apenas unos segundos después.

—Buenos días, señorita Granger-Weasley —dijo, deteniéndose frente a ella—. Espero que haya dormido bien.

—Buenos días —respondió ella, imitándola—. Realmente, no, pero no hay problema. Tenemos trabajo que hacer, ¿no?

—Ya mismo. Acompáñeme, le explicaré lo que está pasando mientras llega su compañero.

—Disculpe, señora Alton, pero… ¿compañero? —preguntó Rose, un tanto alarmada.

—Sí, necesitamos a aurores que conozcan perfectamente las leyes. —Pamela comenzó a caminar hacia una pequeña sala de reuniones—. Tome asiento.

Rose esperó unos segundos, observando los paneles de vidrio que separaban la habitación del resto del sótano antes de girar el rostro y ver a su jefa sacando su varita y sentándose frente a ella, al otro lado de la mesa, dedicándole una mirada antes de apuntar hacia la pared más cercana.

—Una bruja anda suelta en la calle. No se sabe nada de ella; ni nombre, ni nacionalidad, ni edad, ni nada. —A Rose le pareció que el tono de su voz se había vuelto más serio.

—¿Una ghost? —preguntó Rose, preocupándose de que aquel grupo criminal volviera a las andadas.

—Se le ha intentado retener con los hechizos permitidos, pero no le afectan en absoluto. —Pamela sabía que Rose entendería a qué se estaban enfrentando.

—Para eso quieren a alguien de leyes… Para saber hasta dónde podemos llegar sin romper las regulaciones de otros países —susurró, volteando a ver a su jefa cuando la imagen de la bruja dejó de reproducirse en bucle.

—Ahora sólo podemos esperar a que el señor Potter traiga a su compañero. —Pamela le dedicó otra sonrisa antes de levantarse de la mesa; era muy común en ella, siempre intentaba parecer muy feliz—. Por favor, espere aquí, señorita Granger-Weasley.


Teddy entró a su cubículo, encontrándose con un trozo de pergamino firmado y sellado por su jefe. Algo no estaba bien. Él nunca le había enviado una carta tan horrendamente escrita; y llevaba cinco años trabajando en el departamento. «¿Qué está pasando allá afuera que es tan malo como para que él haga las cosas tan a las carreras?». Dejó la taza de café sobre el escritorio antes de comenzar a leer:

Sr. Lupin,

Le informamos de que tenemos un proyecto especial para trabajar en un caso de campo. Necesitamos aurores con el conocimiento necesario sobre las leyes.

Si no tiene ningún inconveniente, o si tiene alguna pregunta, estaré en mi oficina hasta las nueve.

Esperando que acepte esta oferta,

Harry Potter,

Jefe del Departamento de Seguridad Mágica.

La mente de Teddy volaba a mil kilómetros por hora pero, más que todo, tenía muchas preguntas. Vio la hora en su reloj de muñeca y rodó los ojos; tenía que correr si quería llegar a tiempo donde su padrino.

Se tomó lo que le quedaba de café casi de un trago e hizo desaparecer la taza vacía. «Un día… Sólo un día que no empiece así la jornada laboral», pensó, cerrando la puerta de su cubículo. No estaba tan lejos de la oficina de su jefe, así que en un par de minutos ya estuvo frente a la puerta. Tocó un par de veces y entró al escuchar que lo llamaba por su nombre.

—Hola, Teddy. ¿Cómo estás? —preguntó Harry al verlo.

—Hola, padrino. Cansado, pero listo para trabajar —murmuró, dejando su mochila sobre una pequeña mesa—. ¿De qué se trata todo esto?

—Entiendo que aceptaste… —Harry esperó a que Teddy asintiera—. Hay una bruja suelta, medio loca y totalmente desconocida. Nos vamos a encontrar con las aurores del grupo de Brujas Guardianas y trabajaremos con ellas en el caso.

—¿No es ahí donde trabaja Rose? —preguntó Teddy, arqueando la ceja.

—Ahí mismo… —dijo, levantándose de la silla—. ¡Vamos! Nos esperan.

Se dirigieron hasta la red flu en la planta baja del Ministerio, y llegaron a la quinta oficina de las Brujas Guardianas. No muchos sabían dónde se encontraba, incluido Teddy, que al principio pensó que estaban simplemente en algún sótano abandonado a las afueras de Londres.

—¡Tío Harry! —exclamó Rose al verlo entrar a la sala de reuniones—. Hace mucho que no los veo. ¿Cómo están tía Ginny y mis primos?

—Están bien, en sus cosas —respondió, haciéndose a un lado—. Tu compañero.

—¿Teddy? —Rose no se esperaba que fuese alguien que ya conociera—. No sabía que trabajaras en el Departamento de Seguridad Mágica.

—Hola, Rose. —Él también se asombró de ver un rostro familiar—. Me alegra que podamos trabajar juntos.

—A mí también, Teddy.

—Señor Potter, me alegra que ya haya llegado —dijo Pamela, entrando de nuevo a la sala—. Veo que trajo al joven Lupin para esta operación.

—De lo mejor del Departamento, si me permite decirlo —soltó una corta risa—. No lo digo sólo porque sea mi ahijado, claro está.

—Entonces… Manos a la obra, ¿no? —preguntó Teddy sentándose al lado de Rose.

—Empezaremos por los lugares a los que ha ido la bruja —explicó Pamela, volviendo a sacar la varita, mostrando una lista de calles en el aire—. Primero atacó Carnaby, explotó la señal de luces con la bandera y petrificó a tres muggles.

—¿Dónde están dichos muggles ahora? —interrogó Rose, bastante preocupada.

—En el ala mágica del Saint Thomas… De ahí, se desapareció hacia la calle Portobello, entrando a la librería principal y petrificando a todo aquel que estuviese adentro. —En el rostro de Pamela apareció una media sonrisa—. Había un mago en la tienda, él fue quien se puso en contacto con el Ministerio.

—Disculpe, señora Alton, pero… ¿qué han intentado hacer con ella? —preguntó Harry, reclinándose hacia atrás en su asiento.

—El primer escuadrón llegó a la librería, pero no pudieron detenerla porque se desapareció antes de que pudiesen hacer algo. El tercero la interceptó en la Camden High. La petrificaron, pero el hechizo no surtió efecto por más de un par de segundos.

»Luego probaron atarla entre varias aurores con incarcerous, tampoco lograron retenerla. Hace un rato la encontraron en la calle Oxford e intentaron, de nuevo sin éxito, usar atabraquium, pero se escapó con un giro de varita.

—Entonces los hechizos usuales no funcionan con ella. —Teddy sonaba más pensativo—. Podríamos usar un hechizo de área, sólo hay que tener cuidado con los muggles.

—Justo para esto lo necesitamos a usted, joven Lupin. —Pamela se levantó de su asiento—. El escuadrón de Rose saldrá a la calle en cualquier momento y usted irá con ellas para asegurarse de que no se rompa ninguna norma internacional.

—Aún seguimos sin conocer la identidad de la bruja petrificante, ¿cierto? —Rose apoyó la barbilla sobre sus manos mientras esperaba una respuesta; su jefa sólo negó con la cabeza.

—Los dejaremos para que se preparen —Harry imitó a Pamela, colocándose a su lado—, armen un plan y tomen todas las precauciones necesarias para que no queden atrapados en el juego de aquella bruja.

Ambos se quedaron a solas en la sala de reuniones. Casi se podían oír las ideas que se les ocurrían a ambos, descartando varias de ellas inmediatamente por las complicaciones que conllevaría llevar a cabo esas locuras. Haciendo una lista mental de las posibilidades de detención factibles, ordenándolas en cuestión del daño que podrían causarle a la bruja anónima, a los muggles y a los alrededores.

—¿Teddy? —musitó Rose, observándolo de reojo.

—¿Sí?

—¿Conoces a los ghost? —preguntó, girando la silla hacia él.

—Si hablas del grupo de hechiceros internacional… Lamentablemente, sí.

—¿No te parece que todo esto pueda ser parte de esa organización?

—Ahora que lo dices, Rose, tiene sentido. —Teddy sopesó por un momento, buscando en su mente lo que sabía sobre esa asociación—. Bruja sin identidad, no le afectan los hechizos más sencillos, tiene un poder inmenso, se transporta de un lugar a otro sin consecuencias físicas. Pero, Rose…

—Sí, ya lo sé. Hace más de cincuenta años que no aparecen —Rose parecía exasperada—, igual podría sólo ser una señora loca que intenta imitarlas.

—Podríamos planear todo usando la información sobre sus detenciones anteriores.

—No se sabe mucho de ellas… Habría que ir a la biblioteca del Ministerio y pedirle a los aurores que la patrullan que nos dejen revisar esos archivos.

—No si tenemos un permiso de Harry. —Teddy se levantó enseguida de su asiento y fue hacia la puerta, pero se detuvo antes de girar el pomo—. Rose, ¿crees que mi padrino siga aquí?

—Seguramente —musitó ella, agarrando su cartera y saliendo detrás de Teddy—. Capaz en la oficina principal… ¡Vamos!

Llegaron casi corriendo a la habitación más grande que tenían en ese sótano y, justo como Rose suponía, ahí estaba su jefa con Harry.

—Tío Harry, ¿podrías firmarnos una autorización para buscar unos documentos de la biblioteca de aurores? —preguntó Rose, entrelazando las manos y balanceándose, esperando poder convencerlo como cuando era más pequeña.

—¿Cómo van a ir ahora para allá? Su escuadrón saldrá en unos minutos. —Pamela no entendía lo que planeaban estos dos.

—Señora Alton, si me permite… Si la teoría de Rose es cierta, necesitamos toda la información disponible sobre los ghost, y eso sólo está en el Ministerio —dijo Teddy, esperando no haberse buscado un problema con la jefa de Rose.

—¿Ustedes en serio creen que esa bruja puede formar parte de esa organización? —Harry no estaba tan seguro. No es que no confiara en ellos, pero le parecía una idea descabellada a esas alturas—. Además, llevan…

—Más de cincuenta años sin aparecer. Lo sabemos, tío Harry. —Rose se acercó a su jefa—. Si los seis escuadrones que están ahora en las calles pueden intentar que no le haga más daño a los muggles, nosotros tendríamos algo de tiempo para recolectar información sobre los casos existentes y, con ello, poder tener un plan mejor pensado.

—Llévese a todo su escuadrón con usted, señorita Granger-Weasley. —Pamela sacó la varita y envió un patronus antes de continuar—. Y una última cosa: no se tarde, no tenemos tiempo, ¿entendió?

—¡Sí!

—Aquí está la autorización, entonces… —murmuró Harry, tendiéndole el pergamino a Teddy—. Me iré con ustedes de una vez. —Se aseguró de tener su varita en el bolsillo de la túnica—. Nos vemos, señora Alton.

—Nos vemos, señor Potter. —Pamela le correspondió al apretón de manos—. Gracias por su colaboración.

Los tres salieron de la oficina, encontrándose con diez Brujas Guardianas esperándolos frente a la chimenea. Harry se despidió y entró a las llamas verdes, desapareciendo en un instante.

Los demás lo siguieron poco a poco hasta que el escuadrón entero estuvo en el Ministerio, dirigido por Rose y Teddy, quien seguía con el trozo de pergamino enrollado en la mano.

En cambote, fueron hasta la biblioteca en la oficina de aurores y le entregaron la autorización a quien resguardaba el lugar, esperando que les abrieran la puerta. Apenas les fue posible, pidieron que les dieran todos los archivos sobre los casos del grupo ghost.

Algunos aurores los vieron con cara de pocos amigos y se sorprendieron por su solicitud, empezando a dudar de ellos, pero no tenían otra opción más que entregarles las carpetas relacionadas al tema.

Pronto, un estante llegó junto al escuadrón, del cual salieron montones y montones de documentos oficiales del Ministerio: cartas firmadas por los antiguos jefes del departamento, peticiones al Ministro, protocolos usados para la detención de los participantes, diagramas de los planes de ataque y retención, listas de hechizos fallidos, cartas de vida de los integrantes encarcelados… Les iba a llevar una eternidad conseguir toda la información que querían, pero no se dieron por vencido tan rápido.

Cada auror tomó una carpeta y empezó a analizar la información que les importaba más: ver si la bruja ya existía en esa base de datos y hacer una lista con los hechizos que se utilizaron en los casos resueltos. Al menos tendrían más data y podrían tomar mejores decisiones al encontrarse con la bruja petrificante.

Rose rellenó un pedazo de pergamino de sesenta centímetros con todos los hechizos que utilizaron en la última redada, el orden y la forma en la que los habían usado para detener a los participantes, además de la cantidad de miembros y grupos que necesitaron en aquel momento para la operación.

—Ellos fueron doce aurores y retuvieron a cuatro criminales —susurró, colocándose a un lado de Teddy mientras le veía hacer lo mismo que ella con el primer combate.

—Acá, parece ser, que eran dos brujas y siete aurores —respondió Teddy, tendiéndole la lista que él había hecho y tomando el pergamino de Rose.

Ambos se sentaron con la información que tenían. La demás Brujas Guardianas seguían recolectando información y haciendo flotar hacia ellos más y más listas, trabajando lo más eficazmente posible.

Teddy hizo aparecer, en el espacio entre las mesas que estaban usando, un carrito con café, leche y azúcar. Se levantó de su asiento y recogió dos tazas, una demasiado amarga para su gusto y otra bastante endulzada.

—Si tus gustos no han cambiado, y te apetece tomar un café, acá está un capuchino sin azúcar —murmuró, entregándole la humeante taza.

—¿Cómo te acuerdas de estas cosas? —le preguntó Rose, riéndose por lo bajo y dándole un sorbo—. Rico — musitó, regresando la vista a las notas que estaba recolectando.

—Cada vez que te veía en casa de tía Hermione, tenías una taza entre las manos. Me sorprende que no te diera una sobredosis.

—Me tardaba mucho en tomármela. —Esperó un momento antes de continuar—. Nunca era más de una al día.

—Rose, parece que sí les afectaban los hechizos comunes pero en combinaciones extrañas.

—Sí, eso estoy viendo. —la joven pelirroja colocó entre ellos lo que había conseguido en esos últimos diez minutos—. Más que todo usan: desmaius, confundus, tarantallegra, petrificus totallus, cantis y disparo.

—Además de esos, que tendría más sentido usar esas mezclas al ser las últimas, al principio también metían: immobulus, locomotor wibbly y arresto momentum.

—Podríamos intentar juntar varios de estos planes de ataque y salir de una vez a detenerla. —Rose comenzaba a entusiasmarse—. No quiero que mis compañeras sigan allá afuera esperándonos y peleando solas.

—Plumas a la obra, entonces —dijo Teddy, antes de darle un sorbo a su café, esperando una risa que nunca llegó.

Enseguida desenrollaron lo que les quedaba de pergamino y mojaron sus plumas en la botellita de tinta que tenían a un lado. Rose dibujó un círculo y escribió los nombres de las chicas de su escuadrón alrededor, presentando cómo podrían agruparse, pero Teddy parecía no estar muy de acuerdo con su idea.

—Rose… ¿Estás segura de que un círculo es la mejor estrategia?

—¿Qué tienes en mente, Teddy?

—Doble o triple arreglo. —Él alzó los hombros, mojando su pluma en el tintero—. Mira… —susurró apenas tuvo la completa atención de Rose.

Teddy comenzó a plasmar su idea al otro lado del pedazo de pergamino, creyendo que el diagrama era lo suficientemente claro. Puso pequeños cuadrados con números dentro, representando a cada auror del escuadrón y a su persona, en los lugares donde creía que debían ir.

Si bien Teddy no era el más indicado para hacer planes de ataque —no era parte de su profesión—, siempre le habían llamado la atención, y hacía poco le había pedido a un amigo del departamento de Magos Golpeadores que le explicara lo más básico. Terminó sentándose con él un mes entero, todas las noches, a aprender y practicar lo que le estaban enseñando.

Puso esos conocimientos en práctica mientras trazaba las líneas que unían a cada pequeño grupo, separando en partes el posible ataque y dividiendo a las aurores por secciones, para así, tener a la bruja petrificante mejor rodeada y hacerla caer en su juego.

—Lo intenté lo mejor que pude… —musitó, dejando la pluma sobre la tapa del tintero—. El primer grupo, el rombo, puede llamar su atención y actuar como si fuesen muggles.

—¿Qué hacemos si son petrificadas… o peor, si les lanza algún hechizo desconocido? —Rose puso los brazos en jarras, esperando una respuesta.

—Para eso está el segundo grupo, el círculo, que deberá proteger al primer grupo mientras están bajo el encantamiento de invisibilidad. —Teddy le sonrió, asumiendo que su pregunta había sido respondida—. El tercero, águila, también estarían bajo el mismo hechizo para no ser detectadas por la bruja.

—Ajá, pero, Teddy… ¿qué hacemos si la señora fantasma se desaparece en cuanto se da cuenta de que algo va mal?

—Yo me aseguraré de mantener un encantamiento antiaparición en el área. Por lo que parece, no pueden saltarse esa barrera… Nunca pudieron entrar en Hogwarts ni en el Ministerio por eso mismo. —Teddy estaba orgulloso de poderle mantener el ritmo a Rose.

—A ver, ¿qué planeas hacer una vez el primer grupo esté protegido? —Rose se acercó más a Teddy, memorizándose lo que él iba diciendo.

—Ya tenemos una lista de los hechizos que, probablemente, actuarían normal sobre ella y que, además, sabemos que son efectivos en controlarla y detenerla, bien sea o no un miembro del ghost.

—Pero hay que definir cómo y cuándo se lanzarán, sabemos que no sirve de cualquier forma. —Rose volvió a tomar su pluma—. ¿Qué te parece si seguimos el plan de ataque de la penúltima vez? Son prácticamente los mismos hechizos.

—Sólo hay uno distinto, ¿no? —Esperó a que ella asintiera—. El locomotor mortis se puede cambiar fácilmente con el wibbly y listo. Es incluso hasta mejor, menos daño que le hacemos a la bruja.

—Ya va, si es de los ghost… ¿no se habrá podido aprender los asaltos anteriores? —Rose se quedó estática por un momento, pensando en lo que acababa de caer en cuenta.

—Quinto escuadrón. La señora Alton las manda a la calle. Es hora de que se vayan —les informó el auror de guardia, entregándole un trocito de pergamino con un nombre y número escrito en el medio, y empezando a acomodar el desastre de documentos que habían creado sobre las tres mesas.

—Chicas, tomen —Rose les tendió una copia del diagrama de Teddy—. Cada una va a tomar la posición que indica el último número de sus credenciales.

Salieron de la biblioteca a las carreras, varitas listas para llevar a cabo el plan. Aún seguían decidiendo el orden de los hechizos mientras llegaban a la red flu y se transportaban a la oficina de Brujas Guardianas más cercana a la avenida Shaftesbury, la única calle de la zona donde no había aparecido la bruja aún.

Abrieron la puerta de lo que parecía una peluquería para salir a la calle. Esa era la forma en la que disimulaban la ubicación de la segunda oficina. La operación empezó desde que pusieron un pie afuera. Sólo se veían Teddy y las integrantes del grupo rombo, y esperaron a la señal.

Todas estaban pendientes de sus alrededores, en busca de la bruja petrificante. No había movimientos extraños ni gritos de muggles por ningún lado. Ya comenzaban a creer que esa calle no era la correcta cuando escucharon un sonoro crack viniendo de la intersección que tenían enfrente.

Al verla, no esperaron más tiempo para rodearla. Ya habían convertido la apariencia de sus varitas en pistolas muggles y se habían colocado de esos trajes azules que Teddy les había dicho que usaban los policías; todo para hacerle creer a la bruja que eran oficiales muggles.

El grupo rombo recibió los restos de una corriente vibratoria que el grupo círculo logró filtrar antes de que les impactara con toda la intensidad que había usado la bruja, llenándolas de adrenalina al ver la sorpresa reflejada en la expresión de la señora en medio de su formación.

Teddy, bajo el disfraz de un viejo muggle, mantenía la barrera antiaparición con la varita pegada a su espalda, evitando que la bruja lo viera y decidiera atacarlo al darse cuenta de lo que hacía. Sabía que tenía a Rose flotando a unos metros sobre él, al mismo nivel que las otras chicas del grupo águila.

Esperó pacientemente a que empezara la lluvia de hechizos mientras, escondiendo parte del rostro detrás de un pliego de periódico, observaba la escena casi estática frente a él; si no lo pensaba mucho, podía parecer una de las fotos muggles que le había mostrado tía Hermione.

De pronto, una luz resplandeciente iluminó el área, haciéndolo cerrar los ojos un segundo; la acción ya había comenzado cuando los volvió a abrir. Todas las aurores eran visibles ahora, pero él no lograba definir de dónde salían exactamente los hechizos, y tampoco es que le importase tanto, al menos no mientras él pudiese hacer su parte del trabajo.

Veía a Rose, y a las demás Brujas Guardianas, dar todo de sí para atrapar a la criminal. La tenían totalmente rodeada, la señora no tenía escapatoria: o se rendía o peleaba con ellas hasta que se acabara todo.

Rose intentaba enfocarse, más que todo, en cubrir los hechizos que lanzaba la bruja petrificante, para darle más tiempo y lugar de ataque a sus compañeras; representaba bastante bien el nombre del pequeño grupo del que formaba parte, volando en círculos alrededor de su escuadrón.

—¡Ya! —gritó, deteniéndose justo sobre la bruja y apuntándola con la varita—. ¿Te vas a entregar o cómo hacemos?

—Ven por mí, bruja… —le respondió aquella señora, levantando la cabeza y el brazo hacia Rose.

—Te lo advertí. —Rose dibujó en su rostro esa sonrisa que usaba cuando estaba segura de que ganaría algo—. Llegó la hora.

Los hechizos volvieron a volar de lado a lado, pero ahora sí parecían tener mejor organización, dejando atónita a la señora bruja. Rose no había borrado la expresión de suficiencia de su rostro, incluso intentaba no tener que murmurar cada hechizo que lanzaba, para mantener el factor sorpresa en el encuentro.

La bruja no tenía a dónde huir, ya se tenía que haber dado cuenta de que había perdido, que podía morir en el intento de escapar o dejarse atrapar por las aurores que la rodeaban de luces de colores.

El grupo círculo logró inmovilizar a la bruja cuando una integrante de las águilas le dio en la espalda con un arresto momentum. Ahora era el turno de las chicas del rombo, quienes harían que se le pegaran las piernas y le atarían los brazos con unas cuerdas cubiertas de unas pequeñas llamas de fuego que se avivaban más a medida que la bruja intentaba escapar. Ya la tenían, sólo quedaba una cosa que hacer:

Desmaius —exclamó Rose cayendo a un lado de la bruja, ya inconsciente—. Nos vemos en la oficina.

Petrificus totallus —murmuró la última integrante del escuadrón en llegar al círculo que estaban formando alrededor de la bruja.

—¿Listo? —preguntó Teddy, sin estar totalmente convencido de que debía bajar la barrera antiaparición—. Capaz se despierta antes que cualquier otra bruja.

—Nos la llevamos ya mismo a la oficina entonces —dijo una de las aurores, esperando la orden de su capitana de escuadrón.

—Ustedes adelántense, Teddy y yo nos quedaremos a reparar los pequeños daños ocasionados. —Rose estaba mucho más contenta que nunca—. Hagan guardia junto a su celda, no dejen que escape ni que se haga daño, por favor.

—¡Sí, capitán! —exclamaron las integrantes de su escuadrón, justo antes de irse con la bruja hacia aquella peluquería.

—No hay mucho que arreglar, —Teddy se llevó una mano a la nuca—, se me ocurrió utilizar una barrera antidaño además de la de aparición.

—¿Mantuviste ambas tú solo? —Rose no quería dejar ver que estaba sorprendida pero le era difícil.

—No había nadie más, ¿no? —respondió Teddy, sonriéndole y soltando una suave risa.

—Eres genial —dijo, reparando las mesas y sillas rotas de los locales que estaban cerca del encuentro—. Fue una buena idea.

—Igual ustedes, muchas felicidades por este logro. —Teddy no había dejado de sonreír mientras ondeaba la varita de lado a lado, reparando las cajas de luces de las tiendas.

—El logro también va para tu expediente. —Rose dejó lo que estaba haciendo para girarse hacia él—. No hubiésemos podido hacerlo sin ti.

—Claro que sí lo hubiesen logrado… Después de todo, ustedes son las Brujas Guardianas, encargadas de lidiar con los criminales.

—Pero el plan lo tuviste tú, al menos la idea principal, nosotras sólo terminamos de perfeccionarlo.

—Formamos un buen equipo, ¿no te parece? —dijo Teddy, asegurándose de que no quedase ningún daño en algún lugar.

—Ven, vamos a comer un helado y nos ponemos al día. —Rose guardó su varita en la manga de su uniforme de policía—. Le voy a pedir al departamento que tengamos más misiones conjuntas.

—Eso significa que quieres que hayan más criminales. —Teddy sabía que ella no quería eso, pero no pudo evitar pensarlo.

—Claro que no, pero si los hay, es mejor estar preparados. —Rose comenzó a caminar hacia la heladería más cercana.

—Me encantaría volver a trabajar con ustedes, fue un día… interesante.

—¿Te acuerdas que de pequeña me ayudabas a construir casas? —Rose esperó a que él asintiera—. Me sentí como aquellos días.

—Cuando nuestra única preocupación era no romper nada y hacerle caso a nuestros mayores —murmuró Teddy, recordando las tardes que habían pasado juntos desde pequeños.

—Me alegra que lo hayamos logrado juntos.

—A mí también. —Teddy abrió la puerta de la heladería y le hizo señas a Rose para que entrara.

—¿De qué quieres el helado? —le preguntó, pasando por el hueco que se había formado—. Aquí tienen sabores originales y bastante… divertidos.

—¿Piña con dulce de leche? —Teddy no sabía qué elegir al leer tantos nombres.

—No te lo recomiendo. Es extraño.

—¿Qué tal este de chispas de chocolate y banana?

—Puedes buscarte uno que sea más arriesgado.

—No es que yo sea muy temerario, aunque lo parezca.

—¡Vamos! —Rose se detuvo frente al sabor que le había llamado más la atención—. Me da una copa de dos bolitas, una de café con caramelo y una de guayaba con frambuesa.

—Ya lo decidí —susurró Teddy cuando la dependienta estuvo libre—. A mí me da un cono de guanábana con chile picante y le pone jarabe de chocolate encima, por favor.

Ambos se sentaron en una mesa en la parte de afuera del local, pensando momentáneamente en el tiempo que había pasado desde que habían quedado a comer algo.

—Hogwarts nos separó, ¿te diste cuenta? —murmuró Rose, lamiendo su bolita de helado rojo.

—Fue, pero cuando yo salí del colegio, que fue cuando tú entraste.

—Ahí ya te viniste al Ministerio de una vez, ¿no?

—De hecho, primero trabajé un tiempo con Ollivander… —Teddy no sabía cómo, pero le gustó mucho la combinación del picante con lo dulce del chocolate—. Como tres meses.

—Conocedor de varitas, entonces —dijo Rose, soltando una suave risa antes de ofrecerle su helado para que lo probara.

—Está bueno —murmuró Teddy, limpiándose la comisura de los labios con una servilleta—. ¿Ya lo habías comido antes? —Rose negó con la cabeza—. ¿Cómo sabías que te iban a gustar?

—No lo sabía… —Rose alzó los hombros—. Todo en esta vida es así, y más si trabajas en el departamento de aurores.

—Tienes razón. —Teddy le ofreció el suyo, pero ella lo rechazó—. Tú te lo pierdes.

Una pequeña lechuza se posó sobre la mesa, dejando una carta con el sello del Ministerio cerrando la solapa. Rose deshizo el nudo que la ataba a la pata del ave, y abrió el sobre mientras veía cómo la lechuza se alejaba de ellos. Enseguida, sacó el pergamino que venía doblado dentro:

Buenas, señorita Granger-Weasley y señor Lupin.

Mañana, 14 de diciembre del año 2024, los espero en mi oficina a primera hora.

Sin nada más que agregar,

Hermione Granger,

Ministra de Magia.

Ambos se quedaron sin palabras. Ninguno de los dos estaba totalmente convencido de que esa nota significara algo bueno. Querían creer que sí, que no iban a tener represalias por algo que podrían haber hecho mal.

Si bien Hermione era la madre de Rose y ella podría ir a su casa en la noche y preguntarle de qué se trataba todo eso, prefirió no prestarle demasiada atención y disfrutar del tiempo que podía recuperar con su viejo amigo.

La nota tembló un poco antes de que otro párrafo se hiciese visible:

Además, los esperan urgentemente en la cuarta oficina. Tienen otro caso que resolver.

No lo podían creer. Terminaron de comerse sus helados mientras llegaban a la segunda oficina de las Brujas Guardianas para utilizar la red flu e ir en busca de su nueva misión.

—Volveremos a trabajar juntos.

—Volveremos a ser extraordinarios.


That's all folks!

Bueno... ¿Creen que me pasé con el tema criminal?

Espero que hayan disfrutado de la historia, mientras tanto, yo me quedaré aquí recibiendo sus crucios y leyendo los comentarios que dejen allá abajito.