Como un No muerto has vivido, como un Elegido fuiste seleccionado por tus defectos y virtudes, como Cazador te adaptaste al ambiente y como un Héroe serás recordado por tus acciones desinteresadas a lo largo del trayecto.
Ohayo, bienvenidos todos a este One-Shot de Mairimashita! Iruma-kun. Bueno, desde hace mucho tiempo he querido escribir alguna historia o One Shot de este manga, pero no me sentí inspirado hasta ahora y el resultado fue esto que aunque breve y simple me gustó escribirlo. Dejando eso de lado comencemos de una vez… Go.
Disclaimer: Los personajes de Mairimashita Iruma-kun le pertenecen a su creador Osamu Nishi, por lo cual escribo sin lucro alguno y solo por diversión.
One Shot: La Princesa del Infierno
¡El castillo es inmenso!, de techos muy altos y jardines extensos, suelos y paredes cubiertos del más fino marfil y cada estatua cincelada y esculpida por los mejores artistas del inframundo. Cada retrato en las paredes, cada mueble en los cientos de habitaciones del edificio, cada objeto y decoración que adorna cada esquina del castillo es de la más alta calidad y su valor por si solo es exorbitante.
Por supuesto, aquí pertenece la realeza, la elite, la clase más alta y poderosa de todo el inframundo, el solo hecho de poner un pie en este castillo establecía que eras alguien superior a los que no lo han hecho... bueno, al menos ese era el punto de vista popularizado, el Rey no compartía esa opinión y eso es bien sabido por los demonios que tuvieron el placer de hablar con él.
Entre los amplios pasillos del gran castillo corre una pequeña demonio que con una sonrisa traviesa se escondió en una esquina para ocultarse de quienes la buscan.
-Irulie-sama!, por favor no huya Irulie-sama!-, escuchó la preocupada voz de la mano derecha de su padre llamándola, seguramente para volverla a meter en su habitación e impedir que fuese a ver a su padre.
(¡Tío Azz esh mu malo!), concluyó la pequeña con resuelta e infantil decisión, negándose fervientemente a acudir a los llamados de la cabeza de la familia Asmodeus.
-Ayuda tú también a buscarla, Clara idiota!-, le gritó el demonio adulto a la mujer que despreocupadamente le acompañaba con ambas manos en la espalda, ella claro está no estuvo muy feliz de que le levantara la voz.
-Lie-Lie-chan está huyendo porque eres muy pesado, Azz-Azz!, ¡demasiado estricto!-, replicó la demonio de cabello verde con el mismo aire infantil que siempre la ha caracterizado.
-Solo le pido a Irulie-sama que espere a que Iruma-sama salga de su reunión!, ¡aparte tú eras la encargada de quedarte con ella y entretenerla!, deberías estar ayudando al menos a encontrarla ya que la perdiste!-, regañó el hombre de cabello rosado sujetado en una cola.
-¡No la perdí!, Lie-Lie-chan y yo estábamos jugando a las escondidas!-, objetó Clara refunfuñando con los brazos cruzados.
-¡Y se te perdió!-, reprendió el enojado tío Azz a su tía Clara.
-¡Claro que no!-, protestó la mujer mientras que ambos se adentraban en otro pasillo para buscar a la niña, eso sí, sin dejar de discutir.
La pequeña demonio que viste de un bonito y lindo vestido de encajes rosa se asomó un poco desde la esquina en la cual estaban escondida para asegurarse de que efectivamente ellos se habían ido. Miró a su alrededor un poco y tras asegurarse de que no había muros en la costa, la pequeña con una sonrisa victoriosa volvió a correr en busca de su Padre.
Sus alitas se agitaban emocionadas por la idea de darle un graaaan abrazo cuando lo encuentre!, no es justo que tío Azz le dijese que no puede verlo todavía cuando toda la mañana su Padre ha estado atendiendo a nobles y figuras importantes de las 72 casas, ¡ella tiene más prioridad!, ¡es su hija!.
Todo el inframundo quiere llamar la atención de su Padre y lo solicita a cada momento, que si hay una inauguración a la que quieren que vaya, que si hay un baile que quieren honrar con su presencia, que si quieren crear un nuevo festival en su honor, que si varios pretendientes intentan ser parte de su harem, ¡es muy molesto!, ¡Padre solo necesita a Mami y a ella!, él es feliz con ellas dos y eso es suficiente, ¡deberían dejarlo en paz!.
Cuando sea grande va a encargarse de aligerar el trabajo de su Padre para que pase muuuuucho más tiempo con Mami y ella, los tres juntos y nadie más, como debe ser.
-Umu!, shoy una geñio-, se felicitó la niña de cabello bicolor que asentía orgullosa de su "prodigioso ingenio" mientras continua su carrera por los grandes pasillos del castillo.
Aunque ciertamente la Princesa ha sido criada entre los muros del castillo gran parte de su joven vida y ha recorrido casi todas las plantas en repetidas ocasiones, por regla general le es fácil perderse al cabo de un rato si no tiene a alguien que la guie por el inmenso edificio, esa es una verdad que en este caso tardaría en recordar y por eso se está tan segura en que encontraría a su padre (pese a que ella estuviese perdida).
Durante casi 15 minutos estuvo rebuscando entre los pasillos con cuidado de no ser encontrada por varios de los demonios que conforman el personal del castillo así como algunos adultos importantes que tenían asuntos que tratar aquí. La niña fue cuidadosa y muy escurridiza, nadie la pudo ver corriendo de un pasillo a otro pues pese a lo pequeña que es, en breves intervalos se movía más rápido de lo que es capaz normalmente.
"Siempre que te convenzas de ello, eres capaz de hacer lo que sea, Princesa"
Eran las palabras que tanto su Padre como su Mami le han dicho en más de una ocasión y por supuesto ella cree ciegamente en ellas para darse ánimos en lo que sea.
Si piensa que es fuerte, será fuerte, si piensa que es rápida, será rápida, si piensa que será ágil, será ágil. Ha aprendido directamente de su Mami y su Abue Henry como controlar adecuadamente esta habilidad que ha estado en su familia desde muchos siglos antes de que Padre se volviese el Rey del Inframundo.
Si ser atrapada resultaría en ser encerrada de nuevo en su habitación, entonces nadie la encontrari-!
Repentinamente fue levantada por un brazo envuelto alrededor de ella. –Debe tener cuidado de no corretear sola por el castillo Irulie-sama, sería una lástima que se perdiese y termine llorando el techo del castillo hasta el anochecer… otra vez-, aludió completamente tranquilo el demonio con una peluda cola de gato roja ondulando detrás de él.
-¡Opeda!-, chilló feliz la pequeña de que fuese el confiable mayordomo de su Abue Sully quien la encontró y no el molesto tío Azz.
-¿Se puede saber por qué está sin supervisión?-, le preguntó Opera a la niña que con brillitos en sus adorables ojos rojos comenzó a señalarle el camino al hombre.
-¡Con Papi!, ¡quiedo id con Papi!-, le pedía emocionada al mayordomo con orejas de gato que tras unos breves segundos ya había deducido el asunto, también ayudó que escuchase a Clara Valac gritar "No puedes ganar contra la maestra del escondite, Lie-Lie-chan" hace algunos minutos.
-Si va o no con su padre, eso lo decidirá su madre, la llevaré con ella-, decidió el demonio con calma antes de comenzar a caminar con la linda niña en brazos.
-Umu!, Mami está con Papi!-, dio por hecho la inocente ternurita de largo cabello naranja y dos mechones azules en su cabeza que sobresalían como orejas al igual que su madre.
Al cabo de un par de minutos donde Opera a una vertiginosa velocidad recorrió varios pasillos y escaleras con la pequeña gritando "Yupiiii!" con las manitas en el aire, el mayordomo se detuvo frente a una puerta de las habitaciones que bordean el jardín central del castillo.
Toc Toc
Golpeó ligeramente la madera y con aquel semblante inexpresivo y sereno esperó una respuesta del otro lado, lo mismo no se aplica a la niña que esperaba ansiosa encontrarse con su Padre.
-Adelante-, respondió una mujer desde el interior, a lo cual Opera colocó una mano en el picaporte y empujó la puerta.
Y allí estaba, tan recatada y elegante, tan hermosa e imponente, tan encantadora y poderosa, la Reina del Inframundo yace sentada pacíficamente contemplando el exótico jardín del castillo a través de la ventana a su lado mientras la suave brisa que ingresa a la habitación acaricia su larga melena naranja y las blancas cortinas.
-Mamiiii!-, gritó feliz la pequeña demonio saltando de los brazos de Opera para entonces agitar sus alitas y volar directamente hacia la cabeza de la familia Azazel.
La esplendida Reina que viste con valiosa pedrería y un glamuroso vestido digno de su belleza, se volteó lentamente y con una maternal sonrisa recibió a la linda niña en sus brazos.
-Irulie, hija-, el cariño en su voz es relajante y mientras acaricia la cabecita de la Princesa el estudio se llena con una agradable calidez que incluso Opera reconoció con una sonrisa antes de hablar.
-Amelie-sama, encontré a Irulie-sama deambulando sola por los pasillos otra vez, debió haberse escapado de Valac y Asmodeus nuevamente para encontrarse con Iruma-, con brevedad y certeza le explicó la situación a la Reina, quien la verdad no se sorprendió antes de bajar la cabeza hacia su hija.
-¿Es eso cierto, Irulie?-, le preguntó gentilmente a la pequeña demonio aun portando su maternal sonrisa.
Irulie asintió fuertemente. -¡Tio Azz muh malo!, ¡Quiedo ved a Papi pedo tio Azz dice Ño!-, decía adorablemente haciendo un mohín que incluso podría suavizar el estricto corazón de Kalego.
Amelie Azazel solo pudo contener una suave risa debajo de su mano antes de voltearse a ver a Opera y con un sencillo gesto darle a entender que ella se encargaría desde allí, a lo cual el hombre asintió con serenidad antes de retirarse y dejar a madre e hija a solas.
Con delicadeza peinó los mechones azulados en el cabello de su pequeña mientras la miraba directamente a los ojos, esos grandes e inocentes orbes llenos de pureza, definitivamente la Reina no podía evitar ver en su hija similitudes con los rasgos que amó con locura del hombre que hoy es su esposo.
-Irulie, sabes quién es tu padre, ¿no es así?-, decía suavemente la mujer sin dejar de consentir el cabello de su pequeña.
-Umu!, ¡Papi es el Dey!-, respondió la niña resoplando con un aire presumido, claramente orgullosa tanto de sí misma como de lo importante que es su Padre.
Amelie sonrió enternecida. –Así es, tu padre es el Rey del Inframundo, el gobernante, quien posee el más alto cargo en todo el Infierno y es quien lo unificó bajo su ambición junto a las 13 Coronas que lo siguen, tu padre ha demostrado mediante hazañas increíbles nunca antes vistas ser el más apropiado y digno para pararse en la cima, ¿sabes lo que eso significa?-, interrogó a su hija quien sentó en su regazo.
-Papi pede haced lo que quieda?-, respondió inocentemente la Princesa mirando con curiosidad a su madre quien de nuevo soltó una encantadora risa.
-No te equivocas, después de todo tu padre, el Rey Demonio, es el infierno en sí mismo, sus órdenes son absolutas y el propio mundo asi como todos sus habitantes son un reflejo de él, lo imposible es posible si él así lo dice-, le explicó Amelie pacientemente antes de que su expresión se suavizase y un ligero rubor se acomodase en sus mejillas. –Pero tu padre así como es el demonio más libre del infierno, es el que más se siente comprometido con todos los que lo habitan, por eso da todo de sí para hacer de este un mundo uno del cual tú y las siguientes generaciones de demonios se sientan orgullosos de haber nacido, esa es su ambición-, le indicó a su hija que pese a que no entendiese todo, estaba maravillada por esas palabras.
Irulie apretó sus manitas en puños cargados con determinación. –¡Quiedo aiuda a Papi!-, exclamó la niña con sus ojitos rojos reflejando su entusiasmo.
La Reina acarició con dulzura su cabeza. -¿Lo harás como Mami y el Abue Henry que se encargan de mantener la paz o como el Tio Azz que es la mano derecha de tu padre?-, le preguntó con una sonrisa a la tierna demonio, la cual tenía algunos signos de interrogación sobre su cabeza.
Irulie intentó pensar en una respuesta, sin embargo su emoción se fue apagando por no conseguir una. –Ño lo she-, sollozó triste la Princesa con sus redondas mejillas haciendo un puchero y sus ojos humedeciéndose.
Su madre maternalmente la envolvió en un abrazo. –Ya ya mi niña, a medida que crezcas vas a conseguir tu propia ambición y recorrerás el camino que te lleve a alcanzarla, si aún quieres ayudar a tu padre entonces encontrarás la manera de hacerlo de una forma que solo tú puedes, ¿entendido?-, con una sonrisa levantó la barbilla de su hija para que le viese a los ojos. -Siempre que te convenzas de ello, eres capaz de hacer lo que sea, recuérdalo Irulie-, miró con cariño a la niña quien se frotó los ojitos antes de asentir con fuerza.
-¡Shi Mami!-, se animó la Princesa con una brillante sonrisa, una bastante propia de su padre.
-Ahora, ¿Qué dices si vamos a ver a tu padre?, su reunión ya debería estar terminando-, le propuso Amelie a su hija con calma.
-¡Shiiiii!-, Irulie entusiasmada levantó sus manitas en el aire.
-Y te disculparás con tío Azz por escaparte-, agregó la Reina con una sonrisa que no daba lugar a discusión y asustó un poco a la traviesa demonio.
-S-Shi Mami-, murmuró la pequeña de cabello bicolor con menos entusiasmo.
Manteniendo su diversión para sí misma, Amelie le dio un casto beso en la frente a su hija antes de bajarla de su regazo.
Así juntas madre e hija se pusieron en marcha para encontrarse con el Rey del Castillo.
La princesa tras un pacífico paseo con su madre que con toda la calma del mundo la guió a través de las paredes del castillo con un porte digno de la Reina que es, ahora se encontraba frente a las grandes e imponentes puertas que son las que resguardan la sala del trono.
Irulie agitaba sus alitas con anticipación, esperando ansiosa la oportunidad de volar directamente a los brazos de su querido padre a cual apenas ha tenido la oportunidad de ver en todo el dia.
La niña demonio contuvo su propia agitación y levantó la mirada para ver a su madre. -¿Qué tieñe a Papi ocupaoh?-, le preguntó con sus grandes e inocentes ojitos reflejando su curiosidad.
Amelie se vio de primeras tentada a satisfacer la duda de su pequeña, pero se contuvo y en cambio simplemente sonrió llevándose un dedo delante de sus labios.
-Es un secreto-, respondió hermosa mujer que encabeza la familia Azazel.
-Mooo~-, Irulie hizo un puchero adorable que divirtió a la Reina que con una breve risita procedió a abrir las puertas tras las cuales se encuentra su esposo.
La joven demonio de cabello bicolor no esperó ni un segundo para recuperar su entusiasmo y emprender su carrera hacia el interior de la sala.
La Sala del Trono, tan magnifica y deslumbrante como cada vez que ella visita este lugar, el techo siempre excesivamente alto así como grandes ventanales en las paredes que dejaban entrar la luz del exterior. La amplitud de la sala por si sola podría almacenar a cientos y cientos de demonios sin ningún problema, pero el reducido número de individuos que ahora mismo la ocupa, resalta la importancia del tamaño de la habitación como intento de no quedar en ridículo ante la grandeza del gobernante que ocupa el trono.
Rodeado de varios demonios de alta clase (entre ellos Tio Azz y Tia Clara) así como varios miembros importantes del personal del castillo, todos centraron su atención en la pequeña niña que corría felizmente hacia el hombre posado en su solio demoniaco, hombre que sonrió al verla acercarse despreocupadamente mientras su esposa observa divertida desde la entrada.
-¡Irulie-sama, la he estado buscando por todas partes!-, decía agitado la mano derecha del rey, no con enojo ni reproche en su tono, sino con genuino alivio de que la princesa se encontrase sana y salva tal y como Opera les informó hace un rato.
El Rey se levantó con solemnidad y un sublime esplendor propio solo de él, su capa onduló detrás suyo mientras que la luz que ingresa a la habitación cubre su digna y gloriosa figura erguida en toda su altura.
Es él, el espléndido gobernante parado en la cima, el infierno mismo, el noble y poderoso demonio que con su sola presencia consagra el suelo que pisa y el aire que le rodea, el hombre más amable y más ambicioso del inframundo.
-¡Papiiiiii!-, Irulie al estar lo suficientemente cerca, saltó directamente a los brazos de su padre quien la atrapó con una sonrisa en su rostro.
La niña abrazó con todas sus fuerzas a su padre quien divertido recibió cuanto quiso ofrecer mientras que la Reina se acercaba tan encantadora y elegante como solo ella es en todo el inframundo.
-Nuestra hija te ha extrañado Iruma, ¿no crees que es hora de tomar un pequeño descanso?-, le preguntó Amelie al noble y humilde hombre de cabellos azules, quien revisó la hora en uno de los relojes de la habitación: 1:56 pm.
Clara asintió con severidad y los brazos cruzados. -¡Es lo que he estado diciéndole a Irumacchi!, puede jugar conmigo y Lie-Lie-chan a las escondidas en vez de estar tan ocupado planeando el cumpl-!-, rápidamente su boca fue tapada por Alice Asmodeus.
-(Shhhhh!, ¡cierra la boca que Irulie-sama está presente!)-, le susurró molesto a la demonio de los Valac antes de respetuosamente dirigirse hacia el Rey Demonio. –Iruma-sama, siéntase libre de descansar lo que necesite, reanudaremos la planeación en otro momento-, ante las palabras de la mano derecha del gobernante (quien está siendo mordido por una enojada Clara), todos los demás demonios (entre ellos algunos de las 13 Coronas) estuvieron de acuerdo.
El Rey aceptó entonces la propuesta y con una sonrisa se disculpó con los presentes por ocupar tanto de su tiempo, una disculpa innecesaria de su parte pero todos en la sala estaban acostumbrados a que su generosidad contrastase con la naturaleza de su posición.
Antes de que pudiera decirle algo a su hija que no ha dejado de aferrarse a él como si la vida le fuera en ello, los estómagos del Rey y la Princesa rugieron casi al unísono exigiendo alimento.
Hubo un breve silencio en la habitación antes de que Iruma riese ligeramente nervioso con una mano detrás de su cabeza mientras que con la otra sostiene a Irulie quien tenía sus manitas sobre su estomago.
-Creo que tal vez necesito un descanso para comer-, Iruma entonces le sonrió paternalmente a su hija. -¿Que opinas, Irulie?, ¿quieres acompañarme?-, le preguntó con gentileza.
La niña con brillitos en los ojos respondió. -¡Clado Papi!-, mientras las orejitas azules de su cabello y sus alitas se agitaban alegremente.
-Nos encargaremos, Iruma-sama-, le anunció el comprometido chef en jefe del castillo al Rey quien ya había avisado a todo el equipo de la cocina para preparar un banquete que sacie el hambre de su majestad.
Amelie se aproximó a su esposo y ambos unieron sus labios en un breve pero casto beso que asqueó infantilmente a Irulie para diversión de varios en la sala.
El Rey y la Reina sonrieron divertidos viendo a su hija antes de ambos decir. -Te amamos, Irulie-, le dedicaron aquellas palabras a la pequeña demonio que les trajo tanta felicidad a sus vidas.
La niña de ojos rojos en un inicio se extrañó, pero en demoró en responder con una radiante sonrisa.
-Umu!, ¡Losh amo muuuuucho mash!-
Y con eso, Iruma, Amelie y el resto de demonios en la sala se encaminaron hacia el comedor del castillo para el banquete que como es costumbre no sería aburrido.
Y más tarde ese mismo mes, se celebraría en todo el inframundo el festival de la Princesa del Infierno, una celebración que conmemora el nacimiento de Irulie Suzuki Azazel, la hija del Rey Demonio.
*Fin del Capítulo*
Y eso ha sido todo amigos. No tengo mucho que comentar aquí abajo, solo que puede que en un futuro me anime a publicar otros One Shots de Iruma-kun, tal vez algunos así o en el "pasado" dónde Iruma tenga algún que otro momento con sus compañeros de clase en Babyls.
Espero que les haya gustado y si es así comenten en los Reviews. Sin nada mas que decir me despido hasta la siguiente... Sayonara.
