Solo la noche lo sabrá
(Rito and Nana)
Espero que se la pasen bien este 2021. Tengan unas buenas vacaciones de semana santa.
Era de noche, una noche que era cálida debido al entrante verano. En una ciudad de Japón, una joven de cabellos rosados se escabullía por los pasillos de una casa hasta toparse con una puerta de madera. Su cuerpo no llevaba ninguna prenda dejando ver así sus pequeños atributos que la avergonzaban.
Los nervios eran evidentes en la chica. Su mano tembló mientras giraba el picaporte para acceder a la habitación. Sus ojos rápidamente inspeccionaron el lugar dando así con un bulto que se hallaba sobre una cama. Aquel bulto era un cuerpo, uno que pertenecía a la persona que se hospedaba en la habitación y que era suya por derecho.
Sabía perfectamente que esto era incorrecto. Siempre se quejaba de las cosas que su hermana menor hacía con esta persona, jactándose de lo bien portada que era ella. ¿Estaba mal entonces? ¡Por supuesto que no! Pero entonces, ¿por qué sentía que se traicionaba al hacer este acto?
—Esta durmiendo—de sus labios salieron unas cuantas palabras en voz baja, apenas audibles para ella—. Él me dijo que viniera cuando me sintiera mal… me siento mal.
Había cosas que su mente juvenil apenas y procesaba. Algunas era normales para su edad, otras apenas se iban formando. Hasta hace poco ella experimentó con su cuerpo, si experimentar era apenas tocarse. Le daba pena hacerlo, incluso lloraba si lo hacía. Deseaba entender mucho a sus hermanas como a las chicas que convivían con él.
¿Quién era él?
¡Él era una bestia! ¡Alguien que amenazaba a toda mujer o chica que estuviera cerca de su presencia! Las desnudaba de tal forma que terminaban entrelazados, con sus cuerpos tocándose en posiciones sexuales que solo serían imaginables en la mente de los peores pervertidos del universo.
—Odio que hagas eso.
Lo odiaba, odiaba cuando hacía eso. No soportaba verlo con otra chica haciendo tales majaderías. Sin embargo, también odiaba que él se sintiera más aterrado con ella que con cualquier otra mujer. Su rostro mostraba más miedo que otra cosa, ni siquiera una pizca de agrado se asomaba cuando caían juntos.
Siendo cuidadosa, logró subirse a la cama y ver el rostro del hombre que la volvía loca todos los días. Estaba arriba del cuerpo de aquel que profanaba a diestra y siniestra a las mujeres que se le acercaban. Podía ver ese rostro tranquilo, aquel que sus hermanas amaban y que con ellas parecía relajarse.
—¿No te gusta, Nana? —sus labios temblaron una vez dijo eso. Estaba desnuda, encima del chico que amaba y el cuál se ganó el respeto de su padre. Este era el chico que la abrazó y que movió su corazón; aquel que cambió su manera de ver el mundo y que salvó su amistad con su mejor amiga—. Yo… me gustas, Rito.
No sabía qué hacer, su corazón latía más rápido de lo normal. Sus ojos pronto se volvieron acuosos y de ellos se derramaron lágrimas que bajaron por sus mejillas hasta que cayeron sobre la playera del chico.
«¿Por qué estoy llorando? ¿Por qué debo derramar mis lágrimas en ti? ¡Odio ser así! ¡No sabes lo mucho que me duele no entender estos sentimientos!»
—Nana
Su voz, aquella voz suave y tranquila. Intentó secarse las lágrimas, pero era inútil. No tardó mucho tiempo en que él se diera cuenta de todo, pero en vez de asustarse por su presencia, se limitó a incorporarse para ver cómo estaba ella. Lo que sucediera después, solo la noche lo sabrá.
