Nota: Simplemente se me ocurrió.


01.

Yuuji muchas, muchas veces, se preguntó si realmente podía ser amado.

Se preguntó si realmente era digno de ello. Porque, era una persona de cicatrices y manchas de sangre en todos lados.

02.

Una mañana entonces, despierta exaltado, con la respiración agitada y un sudor frío recorriéndole.

Así como las lágrimas que caen sin parar como lluvia en sus mejillas.

03.

En algún punto de su adolescencia, acepta que él tuvo una vida pasada y que esos sueños que solía tener y que se proyectaban cuál cinta de película en su mente.

Eran sus recuerdos. Siendo algunos tan amargos, otros agridulces y otros dulces en su totalidad.

Y eso, que él tiene un pésimo gusto en cuanto a comida se trata.

04.

Y un día que va caminando por las calles llenas y ruidosas de Tokio, que entonces...

Los ve. Al otro lado de la acera, los ve.

A quién fue su preciada y alocada mejor amiga.

A quién fue su querido y taciturno mejor amigo.

Y a quien fue su excéntrico y estimado maestro.

Quiénes también al verlo, tienen la misma expresión de sorpresa.

05.

Y cuando el semáforo se pone en rojo, y es turno de que los transeúntes crucen, él corre a su izquierda sin pensarlo dos veces.

Pidiendo disculpas con las personas con las que choca, volteándose sólo un segundo para verificar si ellos lo están siguiendo.

06.

Y sí, ellos lo estaban siguiendo.

07.

Yuuji no los odia. Nunca lo ha hecho ni lo hizo y tampoco, lo haría.

Desde que él recuperó sus memorias, él ha guardado un espacio para cada uno en su corazón para todos los que conoció y quiso.

Y eso los incluía a ellos.

Sin embargo, Yuuji tenía miedo.

Tenía miedo de lastimarlos otra vez. Tenía miedo de que si se involucraba nuevamente con ellos, pudiese llegar a lastimarlos.

Y él, se odiaría por ello.

08.

Pero.

Ellos al final, lograron atraparlo.

09.

Fue Megumi quien se lanzó y lo derribó. Mientras Nobara y Satoru lo inmovilizaban.

En otras palabras...

Megumi lo abrazaba del torso, Nobara lo sostenía del brazo derecho y Satoru del izquierdo.

- ¡SUÉLTENME! ¡DÉJENME IR!

¿Dónde carajos estaba la policía cuando se le necesitaba?

10.

- ¡POR FAVOR SUÉLTENME YA! - rogó, desesperado, sintiendo un nudo en la garganta y dolor en el pecho -. ¡DÉJENME POR FAVOR...! - reprimió un sollozo, con la sensación de picor en los ojos -... Déjenme ir...

- ¡ME REHUSO! - le respondió Nobara en un grito. Mordiéndose el labio inferior con tal de reprimir sus lágrimas y ahogar sus sollozos -. ¡NO TE VAMOS A DEJAR IR DE NUEVO, IDIOTA!

11.

- ¿Por qué...? ¿Por qué hacen esto? - cuestionó, llorando. Hipando de a ratos -... ¿Por qué quieren estar con quién los lastimó? ¿...POR QUÉ?

- ¡PORQUE TE QUEREMOS, MALDITA SEA! - le contestó está vez Megumi, alzando su rostro y mirándolo. Mostrando así, que él también estaba llorando.

Y sufriendo igualmente.

12.

Yuuji estaba atónito.

- ¿...Por qué?

Hace rato había dejado de pelear, de resistirse. Pues no tenía caso.

- No tienes idea de cuánto tiempo estuvimos buscándote - habló Satoru al fin, sonriendo entre lágrimas -. Los estuve buscando a ustedes tres por años, preguntándome si podría lograrlo, pregúntame si me recordarían o no - suspiró, secándose las lágrimas con el antebrazo -... Si yo tuviera los seis ojos, los habría encontrado más fácilmente. Pero sobre todo a ti, Yuuji.

- ¿DÓNDE ESTABAS METIDO? - le preguntó Nobara, entre lágrimas -... ¿No habías decidido tomar tu asiento y acompañarme?

- Nobara...

- Eres un tonto, Yuuji - le dijo Megumi, volviendo a esconder su rostro en su torso. No importándole empapar su ropa y sonreír como estúpido.

13.

- No te vas a librar fácilmente de nosotros, Yuuji - rió Satoru, apoyando su frente en su hombro izquierdo, con una sonrisa.

Nobara junto su frente con la de Yuuji, en una mueca en la que no se decidía si era una sonrisa o no.

- Eres importante, tonto... Si te vas o vuelves a decir que eres un monstruo, me enojaré mucho contigo.

Yuuji sonrió y rió -. Está bien...

14.

Y mientras Nobara y Satoru peleaban con Megumi por abrazarlo.

Yuuji dirigió su mirada al cielo, y después, cerró sus ojos con una sonrisa, derramando sus últimas lágrimas.

Realmente los echó mucho de menos.