Llego tarde, para no variar. Pero he hecho muchas cosas para otras otp y tocaba hacer algo para esta y ¿por qué no una semana?


AVISO: La idea de la semana Borusara la encontré en Facebook y Twitter por (arroba)BoruSaraWeek.

Disclaimer: Boruto y sus personajes no me pertenecen, derechos a Kishimoto y Ikemoto.


You're Holding my hand


El día que Boruto sintió que tocaba fondo fue el que tuvo que enterrar a su padre. Estaba furioso consigo mismo, con su impotencia, y con el resto del mundo. Porque le parecían hormigas irritantes e hipócritas que rodeaban una tumba sólo para soltar cuatro lágrimas y marcharse satisfechos, como si hubieran hecho la obra beneficiosa del día.

Lo peor de todo, es que su madre y hermana estaban viendo como esa procesión pasaba por delante de sus ojos y a muchos, ni los conocían. No faltó la exagerada de turno que proclamaba amarlo durante años.

Irritado, estaba por marcharse cuando la vio a ella.

Sarada y Sakura avanzaron por el pasillo, casi teniendo que esquivar la marabunta de personas. El rostro de la mujer mayor era un poema de dolor, con los labios apretados y los ojos hinchados de tanto llorar. Su madre había amado a su padre y, si tuviera que pensar en otra mujer que realmente amase a su padre, sería Sakura.

Luego, estaba Sarada.

Ella había crecido siempre con la admiración hacia su padre. Quería ser Hokage, quizás animada por lo increíble que se veía su padre. No le importaba. Pero ella también debía de estar sufriendo. Era doloroso cuando se moría tu ídolo.

La observó mientras depositaba un ramo de flores sobre la tumba y, tras frotarse los ojos, se volvió. Sus ojos se encontraron de alguna forma. No podía asegurar que fuera real, pero sí verdadero.

Sarada no tardó en llegar hasta él. Se sentó a su lado en silencio y pese a que sus hombros temblaban, ninguno de los dos dijo nada.

—Estoy bien —le dijo.

—Eso no es cierto —negó ella. No fue un reproche, más bien, una afirmación—. Tú, estás sosteniendo mi mano.

Boruto había movido lentamente su mano hasta sostenerse a la de ella. En silencio. Algo que necesitaba, como si ella pudiera aferrarla a la realidad y no dejarle irse hacia las sombras.

—Déjame… Sólo un poco más —susurró.

Apoyó la cabeza sobre su hombro y cerró los ojos. Más húmedos. Si Sarada se percató que lloraba o no, nunca lo dijo. Le aferró con fuerza la mano, le sostuvo en medio de su dolor.

Fin #1

#BoruSaraweek