**Todos los personajes de Ranma 1/2 son propiedad de Rumiko Takahashi, esta historia fue escrita con fines de entretenimiento***

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"Me convierto en tus ganas de romper las reglas,

te vuelves mis ganas de olvidarme del mundo"

Alicia Olvera

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No sé cómo comenzó esta locura, lo único de lo que estoy segura es que soy adicta a él.

Sentada en mi cama miraba al reloj, ansiosa. Ya son las nueve de la noche y aún no tengo señales de él. Me apresure con mis deberes del colegio y cumplí con mi deber de hija buena al acompañar a mis padres a cenar con la familia Tofu. Mi hermana Kasumi se casará en unos días con su único hijo, un respetable médico dueño de una clínica en mi barrio. Estoy feliz por ella y su compromiso. Kasumi es tan dulce y buena que merece que le sucedan cosas que la hagan feliz.

Me puse de pie y me cerciore de que la puerta tuviese el pestillo bien puesto, no quería que mis padres se dieran cuenta de mis escapadas nocturnas. Acomodé las almohadas en la cama y las cubrí con la pesada cobija. En casi un año mis padres no se habían dado cuenta que su pequeña niña salía de casa por algunas horas y regresaba como si nada hubiese pasado. De pronto se escuchó que alguien tocaba el cristal de mi ventana. Levanté la vista y ahí estaba él de cuclillas en el quicio, vestido con su vieja ropa de entrenamiento y su cabello atado en una trenza.

Dio un salto y llegó hacia mí. Era un poco más alto que yo a pesar de tener la misma edad. No estudiábamos en la misma escuela, ya que sus padres no podían permitirse pagar un colegio privado. Su familia era dueña de un pequeño restaurante de comida tradicional cerca de mi calle, el cual era muy popular por su sushi de salmón ahumado y su onigiri de carne al vapor. A mi padre no le simpatizaba que hiciera migas con chicos de su clase, siempre trató de darme una educación privilegiada y procuró en todo momento que socializara con personas de nuestro estatus social. Sin embargo, por más restricciones y control ejerciera sobre mí, no pudo evitar que me enamorara del hijo único de la familia Saotome.

—Perdona la tardanza —dijo Ranma antes de besar mis labios.

—Disculpa aceptada —respondí con una sonrisa tímida—. ¿Nos vamos?

—Claro —me tomó de la mano y preguntó: — ¿Seguro que no van a descubrirnos?

—Estoy segura —le aseguré—. Nabiki está cuidando mi puerta desde su habitación, no te preocupes.

Más le valía a mi hermana cuidar de mi secreto, después de todo sus servicios no eran baratos y acababan con mis mesadas mes con mes.

—Entonces vámonos.

— ¿A dónde vamos a ir? —inquirí con curiosidad.

Salimos con cuidado por la ventana y juntos comenzamos a alejarnos de mi casa saltando por los tejados.

La brisa fresca golpeaba mi rostro como un manto invisible. No tenía idea a dónde me llevaría, sin embargo; mientras estuviera a su lado el lugar era lo de menos. Nos detuvimos finalmente en un claro, en una de las partes más altas de la ciudad. La vista era hermosa, las luces de las casas del barrio hacía que Nerima pareciese un firmamento repleto de estrellas.

—Es hermoso —le dije sin quitar la vista de la ciudad.

—Sabía que te gustaría —Ranma sonrió—. ¿Qué tal tu día?

—Lo de siempre. Escuela aburrida, amigas frívolas…

— ¿Y qué hay del idiota de Masao Miyamoto? , ¿Aún sigue intentando invitarte a salir? —me preguntó Ranma, irritado.

Guardé silencio. Aún no sabía cómo decirle que Masao iba a ser mi acompañante en la boda de mi hermana.

—Acerca de Masao —tragué saliva y continué. Tenía que ser honesta con Ranma—. Va a acompañarme a la boda de Kasumi.

Ranma apretó la mandíbula y soltó un puñetazo a un árbol cercano.

— ¡Ranma, no lo hagas! —Exclamé tomando su mano buscando alguna herida visible por el golpe—. No puedes lastimarte ahora cuando falta tan poco para el torneo.

—Ojalá hubiera sido la cara de ese imbécil y no el tronco de un árbol —masculló, furioso—. Seguro fue idea de tu familia que él te acompañara a la boda.

No pude responder ya que tenía razón. Mi madre acordó con los padres de Masao que fuera conmigo a la boda sin pedirme mi opinión. Me acerqué a Ranma y acaricié su mejilla. Él tomó mi mano y cerró los ojos, disfrutando el contacto.

—Ranma, Masao no me interesa.

—Lo sé —Ranma me tomó por el rostro y continuó: —es sólo que no soporto que ningún tipo esté merodeando a mi chica.

No pude evitar besarlo. Tenía que dejarle claro que el único que me interesaba era él. De pronto me levantó del suelo y sin romper nuestro beso, me apoyó contra el viejo roble de junto. Desató su pantalón de tela, mientras hacía a un lado mi ropa intima. Mi corazón latía desbocado, echaba de menos sus manos y su cuerpo unido al mío, hacía más de una semana que no salíamos juntos debido a su entrenamiento. Por suerte estábamos en un lugar solitario y alejado de la gente.

—Ranma… —susurré su nombre al tiempo que se hundía en mí.

—Eres mía, Akane… —musitó en mi oído.

—Siempre… —respondí entre gemidos.

Comenzó a moverse sosteniéndome por las caderas. Me deleité con su aroma y la calidez de su cuerpo. Su boca sabía a sal y menta. Hundí mis dedos en su cabello animándolo a continuar.

—Te amo, Akane —me dijo con su voz entrecortada.

—Y yo a ti —le respondí.

Recordé que hace unos días de regreso del colegio, vi a Ranma conversar alegre con Kodachi Kuno, capitana del equipo de gimnasia de mi colegio y pretendiente número uno de mi novio.

— ¿Y qué hay de Kodachi? Estuve a punto de golpearla cuando te vi con ella.

—Ella no me interesa. Además no tienes de qué preocuparte porque le dije que estaba saliendo con alguien—me confesó.

—Ese es mi chico.

Me sostuvo con más fuerza y aumentó su ritmo. Los dos perdíamos cada vez más el control sumergidos en un mar de placer y lujuria.

Jamás me cansaría de él y su forma de amarme, Ranma conoce cada parte de mí como yo de él. Mi cuerpo comenzó a temblar, eché la cabeza hacia atrás y grité su nombre al tiempo que mi orgasmo se adueñaba de mí. Ranma hundió su cara en mi cuello y de una fuerte embestida dejó su cálida semilla en mi interior.

Pasaron unos minutos antes de que volviera a poner los pies sobre el suelo. Ranma se arregló la cinta de su pantalón mientras yo atusaba mi vestido de algodón. La brisa cada vez era más fría, señal de que la noche avanzaba. Nos tumbamos en la hierba y miramos el cielo estrellado.

—Perdón —dijo él, apenado.

— ¿Por qué te disculpas? —pregunté, intrigada.

—No debí tomarte como lo hice— respondió sin quitar la vista del cielo —. Te mereces más que un rato de sexo en un lugar baldío.

—Yo te eché mucho de menos —le dije acostándome sobre su pecho —. Te amo y el lugar no me importa siempre y cuando estés tú conmigo.

Ranma me envolvió en un abrazo y aspiro el aroma de mi cabello.

—Voy a ganar ese torneo y voy a demostrarle a todo el mundo que soy alguien digno de ti.

Aquello me conmovió. Descubrir que era yo quien lo motiva a entrenar durante horas a pesar del dolor y las lesiones que debía soportar.

—Estoy cansado de que piensen que soy un don nadie —dijo Ranma, irritado.

— ¿lo dices por mi familia? —me atreví a preguntar.

—Lo digo por tu padre —replicó con un brillo de dolor en sus ojos—. Puedo ver el desprecio en su mirada cada vez que nos cruzamos por la calle.

—No lo tomes en serio —dije tratando de aminorar su descontento. Me tumbé encima de él y agregué: —No te cambiaría por Masao ni por ningún otro.

Ranma sonrió. Esa sonrisa suya era capaz de derribar todas mis defensas. Sin poder evitarlo, lo besé y correspondió a mi beso de forma lenta y seductora. No me importaba lo que mi familia y mi padre dijera, Ranma Saotome seguiría siendo mi novio a pesar de todo.

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Nunca me gustó el colegio al cual mi padre me anotó para cursar la preparatoria. Yo quería ir a una escuela pública como el resto de los chicos del vecindario, pero cuando el gran Saun Tendo se enteró de mi deseo de inmediato puso manos a la obra y cuando menos me di cuenta, en mi habitación estaba mi uniforme del Colegio St. Jude y una carta de ellos diciendo que les daba gusto recibirme como una alumna más de su comunidad.

Era una mañana soleada, por suerte el profesor de latín sufrió un fuerte resfrío por lo que nos dieron parte del día libre. No me sentía de humor para pasar mi tiempo con mis "amigas", así que decidí mejor ir al gimnasio de la escuela y practicar un poco. Las artes marciales era lo único a lo que mi padre no se oponía de mi vida; decía que era bueno que una mujer fuera capaz de defenderse por sí misma, además de que un poco de disciplina no me haría mal. Entrenar me hacía sentirme libre, capaz de hacer cualquier cosa que yo quiera.

—Hola Akane —dijo Masao desde el umbral de la puerta del gimnasio.

—Hola —respondí de mala gana.

Masao era casi tan alto como Ranma, pero su complexión era más ligera. Tenía el cabello claro al igual que sus ojos. Muchas chicas del colegio aseguraban que era uno de los chicos más atractivos del colegio. Honestamente nunca llamó mi atención a pesar de que lo conozco desde hace años. Solíamos llevarnos bien, pero de pronto cuando entramos a la secundaria algo cambió. Comenzó a insinuar sus intenciones de salir conmigo, yo siempre le dejé claro que solo estaba interesada en su amistad, no obstante; entre más rechazaba sus atenciones más insistente y odioso se comportaba conmigo, al grado de no querer tenerlo cerca a pesar de que nuestras familias tienen un afecto de muchos años.

— ¿Entrenamos juntos? —sugirió con una sonrisa que me pareció de lo más patética.

—No lo sé —repliqué con desdén.

— ¿Qué pasa?, ¿acaso tu novio va a encelarse? —soltó Masao en tono burla.

Me quedé en silencio. ¿Acaso Masao sabía de mis encuentros con Ranma? Intenté ocultar mis nervios golpeando de nuevo el costal de boxeo.

—Entonces si sales con alguien —afirmó Masao, molesto.

—Eso no es asunto tuyo —le dije fingiendo indiferencia.

— ¿Lo sabe tu padre? —dijo deteniendo mi patada en el aire con la mano.

— ¿Qué es lo que quieres?, ¿Que salga contigo? —le espeté muy molesta—. Sabes que eso nunca pasará. No me gustas como novio.

—Eso es lo que tú dices —Masao me lanzó un golpe que esquivé sin problema—. Tu madre está feliz de que te acompañe a la boda de Kasumi.

Le lancé una patada pero apenas rozó su rostro. Tenía tantas ganas de romperle un par de dientes y acabar con su odiosa sonrisa.

—Por lo que veo, la única forma en la que pueda salir contigo será por arreglo de nuestros padres, ¿no es penoso para ti? —me burlé. Quería darle un buen golpe a su orgullo de macho y que me dejara de molestar.

Masao dio un salto y me lanzó un puñetazo directo al rostro. Por la expresión de su rostro noté que no estaba entrenando, en realidad estaba muy furioso. Logré esquivar su ataque, el golpe fue directo al piso rompiendo parte de la duela del gimnasio. Ranma me había advertido que Masao era muy agresivo en combate a pesar de que su técnica era deficiente.

—Tuviste suerte, Akane —se burló Masao con la respiración agitada.

—Masao, por favor basta —le supliqué—. Sólo déjame tranquila.

— ¿No entiendo cómo te puede gustar un tipo como Ranma Saotome?

Me quedé de piedra. Así que su orgullo estaba herido y no fue por mis palabras.

— ¿Qué tiene de malo Ranma? —pregunté, molesta.

—Es un don nadie pretendiendo ser el mejor artista marcial de todos. El muy idiota va participar en el torneo de artes marciales libres sólo porque necesita el dinero del premio para pagar las deudas de su padre y no embarguen el restaurante familiar. ¿Acaso no te lo dijo? —declaró con sorna.

—No lo sabía —respondí sorprendida de que Ranma no me confiara algo tan importante—. ¿Cómo lo sabes?

—Lo he seguido de cerca desde la pelea del callejón —confesó Masao—. No sabes las ganas que tengo de ganarle al imbécil ese.

La pelea del callejón, claro que no podría olvidarla, gracias a ese encuentro me atreví por fin a acercarme a Ranma y desde entonces somos pareja. Desde tiempo atrás lo miraba desde mi ventana caminando por la calle, ya sea entregando pedidos del restaurante o de camino de regreso de su escuela, llamando mi atención desde el primer día. Una tarde Masao se ofreció a acompañarme a mi casa después del colegio ya que mi madre lo había invitado a comer con mi familia. No me entusiasmaba la idea de pasar mi tiempo con ese tipo tan arrogante y pesado, sin embargo; acepté por darle gusto a mamá. Tomamos un atajo y en una calle cerrada, Masao fingió una caída y al acercarme me tomó por las muñecas y me tumbó en el suelo. Intentó besarme por la fuerza pero puse resistencia.

Grite para pedir ayuda pero nadie me escuchó, de pronto alguien tomó a Masao por los brazos y lo lanzó a la pared próxima. Me di cuenta que era Ranma quien acudió en mi auxilio, me tomó de la mano y me sostuvo hasta que me incorporé del suelo. Mi agresor se le fue encima a los golpes pero Ranma lo venció sin poner mucho esfuerzo en ello.

—Tú tuviste mucha culpa en la pelea del callejón —lo reprendí—. Ya déjalo, por favor. Sabes que cualquier chica del colegio moriría por salir contigo.

—Pero ellas no me interesan.

—Yo a ti no te gusto. Sólo soy un capricho porque nunca he aceptado salir contigo—le dije en tono sereno—. Ya olvida todo este asunto. Quizá podamos ser amigos después de todo.

—No puedo. Ranma Saotome no sólo me venció en el callejón esa tarde, también se ganó el afecto de la chica que me gusta y es algo que no le voy a perdonar.

—Masao… —susurré al tiempo que miraba como daba la vuelta y salía del gimnasio.

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Cada año se celebraba en el torneo de artes marciales libres entre las distintas escuelas que integran el distrito de Nerima. Ese sábado comenzaron desde muy temprano las eliminatorias. Nuestro profesor de gimnasia nos pidió que fuéramos al gimnasio de la prefectura de Nerima a apoyar a los representantes de nuestro colegio. Desde mi lugar en las gradas pude divisar a los competidores. Todos hablaban de que el favorito para ganar el premio este año era Masao Miyamoto, del Colegio St. Jude. Entre los rumores que circulaban se decía que pasó el verano anterior entrenando con un maestro traído desde China —y obviamente pagado por su padre—, para ayudarlo a mejorar su técnica y ganar la competencia anual.

Kaori y Mayumi hablaban de chicos y de los lugares en los que pasarían sus vacaciones de primavera. Yo fingí llevar el hilo de la conversación, sin embargo; mis pensamientos estaban en otra parte. En mi mente no dejaba de escuchar mi última conversación con Masao y lo que dijo acerca de Ranma. Me preocupaba el hecho de que Masao estuviera tan decidido a ganar. El profesor traído desde China le había ayudado mucho a mejorar su técnica, sin embargo; aún le faltaba mucho por aprender si quería ser mejor que Ranma.

Por otro lado, no tenía idea de los problemas que atravesaba la familia Saotome. En ocasiones llegué a escuchar rumores entre los empleados de la casa donde decían que el señor Genma debía dinero a algunos prestamistas de la zona. No les di importancia y los tomé como palabras sin sentido. Ranma siempre mostraba su mejor cara cada vez que nos encontrábamos, jamás me hablaba de sus problemas en casa sólo excepto si se peleaba con su padre por exigir de más en los entrenamientos o porque éste se comía el último trozo de pescado de la cena. El próximo combate estaba por comenzar. Bajé de las gradas para estirar un poco las piernas, había una gran multitud congregada en el lugar, sentí como el aire cada vez se hacía más irrespirable y tuve que salir a uno de los jardines principales para respirar un poco mejor.

Me apoyé en un roble y dejé que el sol del mediodía me reconfortara con su calor. Cerré los ojos y de pronto sentí que alguien me tomaba del brazo, me puse a la defensiva y le lancé un golpe a mi atacante.

— ¡Espera, Akane! —chilló Ranma llevándose la mano a la cabeza.

—Lo siento —me disculpé, apenada—. ¿Qué haces aquí?, deberías estar en el gimnasio con los demás.

—Lo sé —Ranma me tomó por los hombros y besó mis labios de forma suave.

—No lo hagas, podrían vernos —le dije, asustada.

—De acuerdo.

Ranma dio un paso atrás y me preguntó: — ¿Te encuentras bien?

—Ranma, ¿por qué no me dijiste que necesitas el dinero del premio para pagar las deudas de tu padre?

Se dio la vuelta y se quedó en silencio.

—Sabes que puedes hablar conmigo de lo que sea —le dije.

—No quiero abrumarte con mis problemas —respondió con amargura—. Mi padre pidió un préstamo y puso como garantía el restaurante. Hace unos días llegaron unos hombres al negocio y atacaron a mi madre como señal de advertencia. Si no gano este torneo, mi familia se quedará en la ruina.

—Yo puedo ayudarte —le sugerí.

— ¿Cómo?, ¿vas a pedirle a tu padre que pague las deudas de mi familia? —espetó Ranma, irritado.

—No. Yo tengo dinero ahorrado. Podría dártelo para ayudarte —le comenté.

—No puedo aceptar tu ayuda —dijo él de forma muy tajante.

— ¿Por qué no? —le inquirí, molesta—. Soy tu novia y quiero apoyarte.

— No puedo aceptarlo.

Me quedé en silencio. Fue como si un balde de agua fría me cayera encima. No entendía lo que estaba sucediendo, Ranma estaba pasando por una situación difícil y se negaba a que lo ayudara.

—Ranma ¿Qué soy para ti? —pregunté sin rodeos.

— ¿Por qué lo preguntas? —inquirió, intrigado.

—Por qué no lo sé y supongo que tú tampoco. Si no quieres que esté contigo cuando todo esté mal, entonces no lo entiendo. No quiero ser alguien con quien solo quieras pasar un buen rato. Soy mejor que eso. —Le repliqué con amargura—. Será mejor que me vaya con los chicos de mi clase.

—Akane, espera —Ranma me tomó de la mano.

—Te deseo suerte en la final —dije y después me fui del lugar.

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Como era de esperarse la pelea por el título del torneo sería entre el colegio St. Jude y la preparatoria Furinkan. Masao Miyamoto recibía instrucciones de su entrenador y en el otro extremo de la duela Ranma permanecía perdido en sus pensamientos mientras su padre trataba de darle consejos sobre cómo llevar la pelea. A pesar de estar molesta no podía dejar de estar preocupada por él, lucía distraído y aquello Masao lo tomaría como una ventaja.

El juez llamó a los dos contrincantes al centro del cuadrilátero. Masao lucía confiado con ese aire arrogante que me hacía detestar a ese chico cada vez más. Ranma mostraba un semblante serio sin quitar la vista a su oponente.

— ¡Preparados! —Exclamó el juez—. ¡A pelear!

Masao fue el primero en dar el primer golpe, Ranma lo esquivó y respondió pero su oponente fue más ágil y lo recibió con un ataque más fuerte.

Ranma cayó al suelo y se levantó casi de inmediato. No quería ver perder a Ranma por muy molesta que estuviera con él, así que bajé de las gradas y salí del gimnasio.

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Caminé por las calles de Nerima durante horas, no me sentía con ganas de volver a casa todavía. Caminar siempre me ha ayudado a pensar cuando tengo algún problema. Creo que caminé en círculos en algunas ocasiones ya que crucé la misma parada de autobús al menos unas cinco veces.

La tarde fue cayendo y era hora de volver a casa. Faltaba poco para la cena y no quería tener problemas con mis padres por mi hora de llegada, decidí tomar un atajo para llegar a tiempo. Una de las calles me llevó al restaurante de la familia Saotome, crucé la acera para no pasar de cerca por el local. Traté de no mirar y caminé lo más rápido que pude para que no me vieran. Lo que percibí a mi paso fue el ambiente de celebración que tenían en el lugar. Vi al señor Genma bebiendo sake de una enorme botella e intentando que su hijo bebiera un poco, pero éste se negaba. Por lo visto Ranma logró ganar el torneo de artes marciales libres.

De pronto Ranma se volvió hacia mí y nuestras miradas se cruzaron. Me detuve un momento y una punzada de dolor atravesó mi pecho. Me hubiera encantado celebrar con él su victoria, pero era imposible. Ranma cerró los puños y cuando vi su intención de cruzar la acera me eché a correr. No quería hablar con él, me sentía herida de saber que sólo había sido un juego. Llegué a mi casa, me alegró saber que sólo estaba el ama de llaves mirando la televisión en la cocina. Subí a mi habitación y me tumbé, rendida.

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Era una noche tranquila. Tumbada en mi cama y con el ánimo por los suelos, había decidido no bajar a cenar. La familia estaba muy nerviosa por la boda de mi hermana Kasumi la cual se celebraría en dos días. Mi madre no paraba de hablar por teléfono confirmando la lista de invitados, Kasumi casi no estaba en casa ya que tenía que estar al pendiente de los detalles para que nada saliera mal en su gran día.

Ya había pasado una semana del torneo de las artes marciales, desde entonces no tenía noticias de Ranma. Esperaba que con el premio obtenido pudiera apoyar a su familia a pagar sus deudas; el restaurante seguía abierto —lo que era una buena noticia—, ya no lo vi pasar por mi casa que era el camino habitual que tomaba a la escuela, ni tampoco visitó mi ventana en estos últimos días.

Tal vez tenía razón y sólo fue un pasatiempo para él mi compañía. Una lágrima resbaló por mi mejilla, abracé la almohada y comencé a sollozar. A mis diecisiete años jamás había sentido lo que sentía por Ranma por otro chico, él fue el primero a quien de verdad entregue mi corazón y ahora parecía que no le importaba.

De pronto se escuchó que alguien tocaba la puerta. Me limpie las lágrimas con la cobija y atusé mi uniforme escolar frente al espejo antes de abrir. Mi padre estaba en el umbral sosteniendo una bandeja con una tetera, dos vasos y un plato con galletas.

— ¿Puedo pasar? —preguntó mi padre en tono jovial, lo cual era extraño.

—Claro, pasa —le dije.

Me senté en la cama mientras mi padre ponía la bandeja sobre el buró de junto. Sirvió dos vasos de té y me entregó uno.

—No bajaste a cenar.

—No tengo hambre, papá —dije sin ánimo.

— ¿Estás bien, hija? —me preguntó mi padre, preocupado.

—Si, sólo estoy cansada —respondí antes de dar un sorbo a mi vaso de té.

— ¿No te sientes enferma? , podemos llamar a l médico y…

— De verdad, papá, no te preocupes —sonreí de forma forzada, intentando ocultar mi falta de ánimo.

La habitación se quedó en silencio. Mi padre nunca subía a verme y si lo hacía era para reprenderme por algo malo que hubiera yo hecho o si mis notas eran bajas.

—Te he notado un poco extraña estos días —dijo él, preocupado—. ¿Quizá es un chico la causa de ese cambio en ti?

—No, papá —mentí.

—Sabes, últimamente no he visto a Ranma Saotome rondar por la acera de la casa—mencionó en tono serio.

Me quedé helada. Mi papá sospechaba de las visitas de Ranma. Eso definitivamente no era bueno.

—No pensé que le pusieras tanta atención —dije con falso desdén —. Además, creo que ni siquiera te cae bien.

—Tienes razón —mi padre tomó una galleta del plato y la comió de una sola mordida—. A ningún padre le agrada que un chico se escabulla por la ventana de la habitación de su hija por la noche para luego salir con ella y devolverla unas horas después.

— ¿Tú lo sabías, papá? —pregunté, sorprendida.

—Claro, desde la primera vez —confesó mi padre extrañamente jovial—. Hace años Genma Saotome y yo entrenábamos juntos artes marciales, sólo que yo decidí dejarlo por obedecer a mis padres y continuar con el negocio de la familia. Genma por su parte continuó con sus entrenamientos. Perdimos el contacto por mucho tiempo y no he tenido la oportunidad de visitarlo, aún así, trato de ordenar su onigiri de carne al vapor cada que puedo.

—No lo sabía —murmuré, sorprendida—. Papá, ¿no estás enfadado conmigo?

—No lo estoy —replicó en tono sereno—. Me decepciona un poco que no confiaras en mí.

—Creí que querías alguien de nuestra clase social, alguien como Masao Miyamoto —le dije.

—Masao no es muy de mi agrado —me confesó —. Tu madre insiste en emparentar con esa familia por su amistad con Suki Miyamoto.

—Ya no tienes de qué preocuparte, Ranma ya no vendrá más por aquí—las lágrimas se agolparon en mis ojos.

Mi padre me envolvió en un abrazo y no pude evitar llorar. Quién diría que mi padre sería quien me consolara de mi ruptura con Ranma.

—Seguro fue sólo una discusión sin sentido, ¿o me equivoco? —dijo mi padre.

—No lo creo papá —respondí en tono triste.

—Son jóvenes, seguro lo arreglaran —aseguró mi padre en tono entusiasta.

—Su familia tenía problemas y no confió en mí, incluso rechazó mi ayuda.

—Tal vez no quiso agobiarte con sus problemas —mi padre me estrechó por los hombros—. Además, a los hombres nos cuesta un poco ser abiertos con los demás.

Me quedé pensativa. Tal vez mi padre tenía razón y Ranma estaba guardando sus problemas para sí mismo.

—Creo que deberías bajar a ver a tu madre y a tus hermanas antes de que comiencen a hacer preguntas —me sugirió mi padre.

—En un momento bajo, papá.

Mi padre se levantó de la cama y me dio un beso en la frente. Por un momento me sentí como si tuviera seis años de nuevo.

—Gracias, papá —le dije y acto seguido mi padre dejó la habitación.

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La boda de Kasumi se celebró sin ningún contratiempo. Mi hermana lucía hermosa en su kimono nupcial de seda cruda, herencia de la familia de mi madre. Todos en la familia estábamos felices por el matrimonio y la unión de las familias. Después de la ceremonia, tuvimos una recepción en el jardín de la casa. Nabiki resultó ser una buena organizadora de eventos, ya que desde la decoración con lirios blancos en las mesas de los invitados, el banquete y el brindis resultó un éxito.

El personal de catering se encontraba recogiendo el mobiliario y las flores del ornato. Mis padres y sus nuevos consuegros bebían té en el salón de la casa, Nabiki ayudaba a Kasumi a preparar su equipaje para su viaje de bodas ya que partiría esa misma noche con su esposo. Me senté sobre una banca de piedra, olvidándome por completo de cuidar mi costoso kimono rosado.

De pronto escuché que me llamaban desde los arbustos. Me acerqué intrigada, alguien cubrió mi boca con su mano y me arrastró a la parte más alejada del jardín.

Mordí la mano de mi atacante y éste soltó un alarido de dolor.

— ¿Siempre eres tan salvaje, Akane? —chillo Ranma al tiempo que revisaba su mano.

— ¿Y tú tan idiota? —respondí furiosa—. ¿Cómo se te ocurre arrastrarme como si fueras un delincuente?

—Lo siento, pero no podía arriesgarme a entrar a tu casa como si nada —Ranma se disculpó.

— ¿A qué has venido? —pregunté, irritada.

—Necesito hablar contigo —respondió—. ¿Podemos ir a otra parte?

—Espera —crucé el jardín y me asomé a la ventana del salón. Mis padres continuaban conversando alegremente y por lo visto la reunión se prolongará por un buen rato—. Anda, vamos.

Saltamos la barda y una vez que puse un pie en el suelo, Ranma me levantó en brazos y saltó al tejado de la casa de enfrente y se dirigió de techo en techo al otro lado de la ciudad.

Llegamos al claro en donde tuvimos nuestro último encuentro. La luna brillaba en lo alto, el canto de las cigarras entre la hierba armonizaba la noche. Me quedé de pie mirando hacia la ciudad. Ranma se puso a mi lado y estuvimos en silencio. No entendía qué era lo que él buscaba y sobre todo por qué acepté ir con él a un lugar tan solitario.

—Dijiste que querías hablar conmigo —dije en tono frío.

Ranma se aclaró la voz y comenzó: —Es acerca de lo que dijiste el día del torneo, acerca de porque no te dije que teníamos problemas con el restaurante.

—Si lo recuerdo.

—Todo el asunto de las deudas de mi padre me tenía muy estresado. No dejaba de pensar en una forma de salir del problema, la única manera que se me ocurrió fue ganar el torneo de las artes marciales para poder pagar el préstamo. Me sentía presionado a ganar a como diera lugar y estaba molesto con todo el mundo, excepto contigo —me explicó.

— ¿Pero por qué no confiaste en mi? —inquirí molesta—. Yo podía haberte ayudado y así sentirías menos presión.

—Tú eras la mejor parte de mi día, esperaba ansioso a que llegara la noche para escabullirme por tu ventana y estar contigo. No quería que mis problemas arruinaran lo mejor que me ha pasado en mucho tiempo —me confesó.

— ¿Soy lo mejor que te ha pasado? —pregunté, sorprendida.

—Lo eres —Ranma se acercó y acarició mi rostro con ternura—. Si no acepté tu ayuda fue porque me avergonzaba un poco el no ser capaz de resolver mis problemas.

—Yo pensé que sólo era un juego para ti —le confesé.

—Eso nunca.

Ranma me besó de forma tierna. Lo abracé por el cuello y correspondí a su beso de manera que se diera cuenta lo mucho que lo eché de menos.

—Te extrañé tanto, Akane —murmuró en mi oído.

—Yo también, bobo.

—No vuelvas a dejarme —me dijo con voz suave.

—Nunca lo haría, sólo estaba molesta contigo.

Nos tumbamos sobre la hierba. Ranma desató la cinta de mi kimono y me miró embelesado. Comenzó a besar mi cuello y yo me dejé llevar por la suavidad de sus labios sobre mi piel.

—La idea de que el idiota de Masao te pusiera las manos encima mientras estábamos separados, me volvía loco —confesó molesto.

—No lo he visto desde el torneo, de hecho estuve sola durante toda la boda.

—Lo sé, me aseguré de darle una paliza tan fuerte que tardará en recuperarse—Ranma sonrió de forma burlona.

—Eres un tonto—le dije soltando una carcajada.

—Corrección, soy tu tonto, un tonto que te ama —dijo antes de besar mis labios de forma apasionada.

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Dos semanas después…

—Espero disfruten su cena —anunció la señora Nodoka.

Era viernes por la noche, mis padres aceptaron una invitación a cenar por parte de la familia Saotome. El local estaba cerrado y abrirá hasta el día siguiente. La madre de Ranma, la señora Nodoka preparó su famoso onigiri de carne al vapor, yakisoba de mariscos y yakitori de pollo. El aroma del lugar en verdad despertaba el apetito de cualquiera. El señor Genma le dijo a mi padre que abriera la cena y este comenzó a servirse en su plato.

Ranma y yo estábamos nerviosos, no entendíamos para nada con qué fin nuestros padres estaban reunidos esa noche. Mi madre no dejaba de alabar el sazón de la señora Nodoka, mi padre y el señor Genma no paraban de conversar recordando anécdotas de sus días como estudiantes de artes marciales.

— No entiendo porqué no nos reunimos antes —dijo el señor Genma en tono alegre.

—Bueno Saotome, si no fuera porque nuestros hijos salen juntos jamás nos hubiéramos reunido esta noche —confesó mi padre antes de dar un sorbo a su vaso de sake.

—Akane, ¿acaso sales con este chico? —me preguntó mi madre un poco irritada.

— ¡Vaya!, esto sí que es una sorpresa —exclamó la señora Nodoka y le dio una palmadita a su hijo—. Veo que tienes buen gusto, hijo. Akane es muy linda, seguro se convertirá en una buena esposa.

Tanto Ranma como yo escupimos el té, provocando las risas de todos.

—No es tan mala idea —bromeó mi padre—. Mandé a construir un dojo en casa, ya que me retiraré del negocio familiar y quiero volver a entrenar. Si las cosas continúan así entre los muchachos no preocuparé por buscar un heredero del dojo.

—Papá, por favor no te apresures —le espeté, irritada.

—Somos muy jóvenes todavía —dijo Ranma, sorprendido.

— ¡Tonterías! —el señor Genma le dio una palmada fuerte en la espalda a su hijo y continuó: —es más, propongo un brindis por el compromiso de nuestros hijos.

Ranma y yo nos quedamos de piedra. Esta situación se estaba saliendo de control. Mi padre levantó su copa, pero fue mi madre quien finalmente dijo: — ¡Saun, espera!, que no ves que los chicos son muy jóvenes todavía. Quizá deberíamos esperar un poco ¿no crees?

—Tiene razón, señora —dijo la señora Nodoka—. Quizá podríamos aprovechar este tiempo para enseñarle a Akane todo acerca de cómo ser una buena esposa.

— ¡Me parece una excelente idea! —exclamó mi madre —. Akane es una pésima cocinera y no se le dan muy bien las labores del hogar, tiene mucho que aprender todavía.

— ¡Mamá, basta! —chillé, furiosa.

Ranma se burló y le propiné un puñetazo en la cabeza. Nuestros padres, lejos de enfadarse, comenzaron a reírse.

— ¡Estoy seguro de que seremos una gran familia! —el señor Genma se regodeó, alegre.

—Por la familia —mi padre elevó su copa.

Los mayores entre chocaron sus copas, Ranma y yo nos miramos y esbozamos una sonrisa de complicidad.


Holi!

¿Alguna vez han escuchado una canción y de pronto se les presenta una idea salvaje para una historia?, bueno este fue mi caso. Me enganché con una melodía y no me la podía sacar de la cabeza hasta que comencé a escribir esta historia.

Gracias por leer esta historia. Agradezco a KorivNuri por revisar y animarme a sacar este proyecto a la luz. Gracias mom!

Les mando un abrazo enorme!

Los quiero! XDD