-No… no, no, debe de haber alguna otra manera de hacer esto, por favor…
-Me temo que no, señor Miller, la infección cubre todo el cerebro, en circunstancias normales avanzaría sin problemas infectándolo todo y entrando en la primera fase, pero en el caso de Ellie ha mutado de alguna forma que aún no comprendemos y ahora parecen cohabitar en una especie de relación simbiótica. Siempre y cuando Ellie siga viva, el hongo permanecerá en estado latente sin infectar nada. Y ese tejido tiene la clave para elaborar una vacuna efectiva que nos libre de esta pesadilla.
Joel trataba de entender lo que el doctor Anderson le estaba contando, pero se le estaba haciendo muy complicado; quiso objetar, decir algo, pero en ese momento una voz conocida masculló.
-¿Y a qué estamos esperando entonces? ¡Hagámoslo!
-¡Ellie, no, espera, aún no hemos decidido nada!
-¿¡Acaso lo tienes que decidir tú?! ¡Es mi vida de lo que estamos hablando, Joel! ¡Entiendo que te duela, a mí también me duele, pero como ya te dije antes no puede valer de nada! ¿Para qué hemos venido aquí entonces? ¡Si esto es lo que se tiene que hacer, se hace y punto!
Joel quiso decir algo al respecto, aunque en ese momento otra voz intercedió.
-Sé cómo te sientes, Joel, lo sé mejor que nadie…
-¡¿Tú qué coño vas a saber, Marlene?!
-¡Conocí a su madre! ¡Murió cuando Ellie nació y yo la estuve cuidando siempre que pude desde entonces, y cuando no podía la tenía que mandar a una escuela militar, alejándome de ella! ¡Alejándome de la hija de mi mejor amiga más de una vez! ¡Y ahora que por fin la he recuperado cuando la daba por muerta resulta que tiene que morir por salvar a la humanidad! ¡Así que sí, creo que saber una cosa o dos de lo que está pasando por tu cabeza ahora mismo!
Eso hizo detenerse por un momento al aludido, pensando a toda velocidad. ¿Realmente sabía lo que estaba pasando por su cabeza? Parte de él quería coger a Ellie y marcharse de allí llevándose a todo y a todos por delante, sin embargo la dura mirada que le echaba la niña le hacía sentirse pequeño por alguna razón que apenas comprendía. O en realidad sí. Era de esas miradas que Sarah le echaba cuando se enfadaba. Su gesto se torció, presa de un dolor indescriptible.
-¿Qué hacemos entonces, doctor?-inquirió en esos momentos una enfermera.
El doctor Anderson se tomó un momento para responder, mirando a Joel y a Marlene, luego a Ellie. Echó otro vistazo a las radiografías tomadas, observando la leve capa fúngica que recubría el cerebro de la niña, para entonces anunciar.
-Bueno, aún no sabemos qué ha podido causar esta extraña mutación… tal vez si tiramos por ahí podamos averiguar algo más.
-¿Para qué retrasarlo? Lo acaba de decir, doctor, no hay otra manera…-murmuró Ellie, extrañada.
El doctor no respondió enseguida, aunque en ese momento una vocecita murmuró de improviso.
-Papá, te traigo la comida…
-Ah, Abby… ahora no, cariño, estamos liados aquí…
Joel miró a la recién llegada con gesto duro, dirigiéndose entonces al doctor Anderson con gesto acusador.
-¡Adelante pues, hágalo! Total ¿Qué vale la vida de una niña que ni siquiera es la suya?
Ellie miró a Joel visiblemente dolida, aunque antes de que pudiera contestarle siquiera Joel se largó escopeteado apartando a Abby de mala manera, al tiempo que Marlene le seguía; el doctor Anderson se quedó quieto por un momento, mirando a su hija, pero entonces dibujó un gesto determinado en su cara y fue tras ellos. La enfermera que acompañaba al doctor fue tras él también, preocupada.
De esa manera, y muy rápidamente, Abby y Ellie se quedaron solas en la habitación, la primera con una bandeja de comida en sus manos y la segunda mirando a las sábanas con gesto mustio. Abby dejó la bandeja en la mesa más cercana y se acercó a ella. Por un momento no supo muy bien qué decir, aunque en un momento dado murmuró.
-Así que tú eres la famosa Ellie… Marlene me habló mucho de ti. Yo soy Abby, encantada.
La aludida no dijo nada, tan solo continuó con la cabeza gacha y mirando al infinito. Aun a pesar de su infructuoso intento por conectar, la corpulenta chica volvió a hablar.
-¿Sabes? Creo que eres muy valiente…
-¿Ah, sí?-inquirió entonces Ellie, por primera vez.
-Sí… quiero decir, has venido hasta aquí por tu propio pie, y se nota que ese hombre te aprecia mucho. Y encima estás dispuesta a morir por un bien mayor. Es realmente encomiable…
Ante eso Ellie no dijo nada, al menos al principio, hasta que finalmente habló.
-Tiene gracia ¿sabes? Cuando me mordieron por primera vez creía que iba a morir, sin embargo no lo hice. Antes de mí hubo una amiga que sí lo hizo, y tuve que rematarla para que no me hiciera daño. Lo he pasado tan mal que yo… no puede ser que mi vida no valga nada después de todo esto. Y ahora, el único hombre que se ha preocupado por mí, el único hombre al que podría llamar padre, se vuelve un gilipollas integral. Comprenderás que no estoy lo que se dice precisamente encantada…
-Ya, te entiendo, hay veces que mi padre me pone de los nervios porque muchas veces se va por ahí por su cuenta sin ni siquiera avisar a nadie, y luego yo tengo que ir a por él. Es desquiciante, parece mentira que sea el mejor cirujano de su promoción…
Ellie no dijo nada al respecto, perdiéndose en sus propios pensamientos, aunque en ese momento Abby comentó.
-Aun así… sigo pensando que eres increíble. ¿Realmente estarías dispuesta a morir por los demás?
-¡Pues claro que sí! ¡Sólo así mi vida tendría sentido! ¿Acaso conocéis a alguien más que sea inmune?
-No…
-¡Pues ya está! ¿Tan difícil es de entender? Yo sólo quiero ser útil, ayudar a los demás… lo último que quiero es quedarme sola.
Abby la miró con cierto deje impresionado grabado en su rostro, llegando a esbozar una sincera sonrisa. Realmente esa chica era especial.
En ese momento se oyeron unas voces acercándose discutiendo acaloradamente, siendo tanto Marlene como el doctor Anderson, el cual mascullaba con el pómulo hinchado.
-¿¡Pero qué se ha creído ese hombre, que lo hago por pena?! ¡Intento darle una oportunidad a él y la niña y así me lo paga!
-¡¿Y para qué le sigues el juego?! ¡Yo también soy partidaria de buscar otra alternativa, entiendo cómo se siente Joel, pero si tú no pones de tu parte difícilmente llegaremos a algo!
-¡Entonces dile tú algo! ¡Os entiendo perfectamente, Marlene, a los dos, pero las circunstancias son las que son, me esfuerzo lo indecible por sacar esto adelante y lo último que quiero es tener que matar a esta pobre niña, pero ésta mierda, este puto hongo no entiende nada de esto! ¿Lo comprendes? Somos nosotros o él.
Ante eso Marlene no dijo nada, esbozando un gesto desesperado en su rostro y con lágrimas en sus ojos a punto de desbordarse, aunque en un momento dado murmuró.
-¿Y si fuera tu hija? ¿Qué harías?
Por un instante el aludido no dijo nada, dejando escapar un aspaviento, como si no hubiera oído bien; abrió y cerró la boca varias veces, tratando de usar las palabras adecuadas, pero antes de que dijera nada Abby anunció.
-Yo lo haría.
Tanto Marlene como el doctor miraron a la chica con gestos sorprendidos, así como la propia Ellie; al ver que todos la miraban, Abby continuó.
-Si yo estuviera en su lugar, definitivamente lo haría. Si ella está dispuesta a sacrificarse por todos nosotros y el resto de la humanidad, yo también lo haría, una y otra vez.
-Pero Abby…
-No papá… es lo correcto. Aunque me duela lo indecible, porque lo haría. Pero ¿por ti, por Marlene, por los Luciérnagas? Sí, desde luego.
Hubo un breve silencio que dejó mudos a todos los presentes, Ellie miró a Abby con un gesto lleno de gratitud, mientras que el doctor Anderson miró a su hija con una mezcla de orgullo y miedo por las implicaciones que tendría esa decisión. Tras un momento de cavilo, el doctor se recompuso y murmuró.
-Aun así quiero intentarlo, vamos a asegurarnos de agotar todas las vías. Quizás algunas pruebas más puedan arrojar algo de luz sobre todo esto.
-Está bien…-suspiró Marlene, con gesto parcialmente aliviado.
-Descansa por hoy, Ellie, estamos todos demasiado alterados. Mañana volveré a verte.
Con ese último apunte el doctor se marchó junto con Marlene y Ellie se recostó en la cama, con gesto cansado y llegando a susurrar.
-Gracias.
Abby tan solo sonrió, con gesto comprensivo y, tras eso, la dejó dormir. Salió de la habitación y al otro lado del ala vio a Joel sentado solo en la sala de espera con actitud agitada, sin dejar de sacudir la pierna derecha constantemente. Sin saber muy bien qué hacer o qué decir, se acercó a él con actitud cauta, aunque Joel la vio venir, espetándola de seguido.
-¿Qué quieres? ¿Te envía tu padre?
-Ah, no, yo solo…
-Entonces déjame en paz.
Abby guardó silencio por un momento mientras buscaba las palabras adecuadas, hablando al poco rato.
-Quizás… no pueda llegar a entender del todo cómo se siente. Después de todo ha sido usted quien ha viajado con ella, no yo. Pero ha habido algo de Ellie que me ha sorprendido gratamente. Ella está dispuesta a sacrificarse por los demás como ninguna otra persona lo haría. Si yo estuviera en su lugar haría justo exactamente lo contrario a lo que ella piensa, y yo lo entendería…
-¿Ah, sí? ¿Lo harías? ¿Estarías dispuesta a cogerla y llevarla bien lejos de aquí aunque os tuviera que matar a todos para ello?
Ante ese predicamento Abby no pudo evitar manifestar algo de miedo, ya que había sonado casi como una amenaza, y la mirada que la echó hizo que un escalofrío recorriera su espalda. Aun así no quiso rendirse y, tras un breve silencio, murmuró.
-Bueno, puesto así suena muy extremo…
-Ya, claro ¿no harías lo mismo por tu padre o por Marlene? Después de todo ya lo ha dicho, es el hongo o nosotros ¿no? Si todo se reduce a eso ¿Qué me detiene entonces?
Abby abrió la boca, dudando por un momento de si decirlo o no, pero finalmente le echó valor y contestó a la pregunta.
-Ellie.
Joel la echó tal mirada que supo al instante que estaba caminando por terreno muy resbaladizo, pero no perdía nada por intentarlo, así que lo soltó.
-Tiene miedo de perderla. Y es completamente entendible, se nota que la quiere y, vaya ¿Quién no lo haría? ¿Una chica capaz de dar su vida por la humanidad sin pensárselo dos veces? Personalmente yo quizás me lo pensaría, pero después de verla decirlo tan contundentemente, tan convencida de que es lo que tiene que hacer… yo también lo haría. Porque es lo correcto. Porque nada merece más la pena.
Ésta vez algo en Joel se detuvo, relajando ligeramente su rostro pero conservando en todo momento su actitud reservada. Abby también se relajó, comentando acto seguido.
-Ellie está en su habitación. No creo que se haya dormido aún.
Y, tras esas palabras, la corpulenta chica se marchó de allí, dejando al hombre solo con sus pensamientos. Estuvo un buen rato en silencio, mirando al infinito y rozando con la yema de los dedos la culata de su pistola. Y finalmente decidió.
Se levantó y volvió a la habitación, donde vio a Ellie de espaldas a la puerta, aparentemente dormida. Se acercó a ella y se sentó a su lado. Y entonces comenzó a hablar.
-Hola pequeña. Sé que puede que sea el último a quien quieras ver ahora, pero… esto… todo esto… me viene demasiado grande, y aun así… no puedo… sé que no puedo, pero…
Guardó silencio por un momento, tratando de poner en orden sus pensamientos; de forma casi imperceptible Sarah regresó a su mente, notando entonces algo en su pecho desvanecerse y retomando sus palabras.
-Sé que tú no eres Sarah, y no pretendo que lo seas. Nada ni nadie podría reemplazarla por mucho que lo intentara. Pero tú… después de todo este tiempo viviendo en piloto automático apareciste tú y algo en mi vida cambió. Y ahora, ahora… no quiero perderte, y si de mí dependiera mandaría a la mierda el mundo y te llevaría conmigo, pero sé que ni siquiera tú me dejarías, pero yo no podría evitarlo. Te quiero, Ellie. Más que a nada en este mundo.
Para entonces el hombre se deshizo en lágrimas por primera vez en mucho tiempo, tratando de acallar sus instintos más primarios. Oyó entonces a la chica darse la vuelta y la miró, viendo que ella también lloraba y contestándole de seguido.
-Yo también te quiero, Joel. ¿Cómo no voy a quererte? Eres el padre que nunca he tenido…
Sin decir nada más ambos se fundieron en un abrazo que alargaron todo lo posible mientras que dejaban escapar todo lo que sentían. Por primera vez desde que toda esa pesadilla comenzó, Joel vio las cosas claramente. Y, con ello, vino la paz.
Continuaron así un buen rato más hasta que el cansancio les venció, cayendo los dos en un profundo sueño.
A la mañana siguiente regresó el doctor Anderson, encontrándose con Joel y Ellie en la habitación charlando tranquilamente.
-Ah, ya está aquí… vale, vamos a empezar con unas pruebas nuevas, me gustaría…
-No hace falta. Hagámoslo-le cortó Joel con voz queda.
-¿Qué? Pero…
-Es lo que hay que hacer, doctor. Ella está lista y dispuesta. Y yo también.
Tanto el doctor como Marlene se quedaron asombrados ante el notorio cambio de actitud del hombre, inquiriendo de seguido.
-¿Está seguro? ¿Y ella también?
-Sí, los dos lo estamos. Ahora sí-asintió él, cogiéndola de la mano.
-Gracias por todo, Joel…-murmuró ella, sonriente.
-No, gracias a ti, pequeña, por darme algo por lo que vivir de nuevo.
Ante esa estampa tanto el doctor como Marlene se mostraron un tanto conmovidos, aunque la líder de las Luciérnagas se adelantó y se dirigió a ella con gesto trémulo.
-Siento no haber podido estar ahí siempre…
-Hiciste todo lo que pudiste, está bien, no pasa nada-murmuró Ellie, sonriéndola.
Marlene no pudo evitar emocionarse al verla así, abrazándola con fuerza y musitando de seguido.
-Eres igual que tu madre…
-Ella quería sentirse orgullosa de mi… no se me ocurre mejor forma que esta.
Ante eso tanto Marlene como Joel se rieron por lo bajo y, tras eso, todos se prepararon para la operación. Ellie se cambió y se dirigieron todos al quirófano, aunque antes de entrar la niña inquirió.
-¿Puedo pedir algo?
-Claro, lo que sea…
-Joel… ¿puedes quedarte conmigo? Por favor…
-Por supuesto, siempre-asintió él, cogiéndola de la mano.
-Está bien, pero va a tener que cambiarse usted también, señor Miller…-comentó el doctor.
-Sin problema.
Se ausentó un momento en un baño cercano, y al salir vio también que había venido Abby, dirigiéndose a ella directamente.
-Me gustaría darte las gracias por la charla de anoche…
-Oh… no hay de que…
Joel asintió con la cabeza y, tras eso, se reunió con ellos y entraron en el quirófano mientras que los demás observaban al otro lado del cristal. Tumbaron a Ellie en una mesa de operaciones y, antes de sedarla, el doctor Anderson la comentó.
-Es la hora. Quiero que sepas que eres la chica más valiente y extraordinaria que he conocido nunca, con el permiso de mi hija, claro está.
Todos en la sala se rieron, oyendo entonces a Abby al otro lado comentar.
-¡Ya echaremos cuentas luego, ya!
-Gracias, doctor…
-Procuraré que todo el mundo conozca tu nombre.
-No hace falta, de verdad, me conformo con que todos estén bien a partir de ahora.
Tras eso, la niña buscó la mano de Joel y éste se la dio, sentado a su lado.
-No te irás ¿verdad?
-Jamás.
Finalmente sedaron a Ellie y, tras eso, comenzó la operación. Joel no soltó su mano, ni siquiera cuando ésta perdió agarre.
Joel recogió sus cosas y las guardó en una bolsa aparte, entre ellas la mochila de Ellie, poniendo en orden su contenido. Vio entonces entre sus pertenencias el libro de chistes que siempre llevaba consigo y se lo guardó en el bolsillo delantero de su camisa, al lado de su corazón.
-¿Seguro que no quieres quedarte? Pensamos enterrarla con honores…
-No, está bien, Marlene, después de todo tengo familia que me espera en Jackson… también he pensado en empezar un viaje para ir avisando a más supervivientes.
-Tardaremos un poco en elaborar las suficientes dosis, pero estaría bien que se empezaran a propagar las noticias, para que la población se vaya preparando-comentó en ese momento el doctor Anderson.
-Así lo haré. Gracias por todo, doctor.
-No, gracias a usted y sobre todo a Ellie, ahora el mundo entero saldrá adelante.
Se dieron la mano con efusividad, luego abrazó con cariño a Marlene y, finalmente, se despidió de Abby.
-Cuida bien de tu padre ¿eh?
-Descuide, es lo que mejor hago. Es usted buena persona, señor Miller.
El aludido asintió con la cabeza en un gesto agradecido y, finalmente, se despidió de ellos, se subió al coche y puso rumbo hacia Jackson y su nueva vida. Tenía muchas cosas que contarle a su hermano. Y miles más por vivir. Todo gracias a Ellie.
Bueno, pues aquí está una idea que brotó en mi mente después de rejugar al primero tras terminar el segundo. Decir tiene que no soy de los que odian la secuela por motivos infundados, pero tampoco la amo ni considero que sea tan buena como otros dicen. Pienso que podrían haber contado mucho mejor la historia sin tanto drama adolescente propio de telenovela de por medio, ni con tantos flashbacks, pero el juego es entretenido y te mantiene jugando aun cuando la historia no te importa tanto. Pero bueno, se me ocurrió ir a la raíz del problema, sin abandonar del todo las cosas vistas en la secuela, y éste es el resultado. Puede que no sea tan significativo como lo visto en el primer juego y sí, entiendo perfectamente lo que querían mostrar y enseñar en el segundo, pero no sé, había mejores formas de contarlo y de desarrollar mejor a los personajes. Y es que al final todo es hablarlo, como en la vida misma, justamente lo que le faltó tanto a Joel como al resto de personajes.
