Disclaimer: Cualquier divulgación total o parcial de esta obra; sea a través de una copia, edición o exhibición, intercambio, difusión y/o emisión de este texto esta terminantemente prohibido el contenido de esta obra es exclusivo para el entretenimiento y sin ningún medio de lucro.
Naruto es creación de señor Masashi Kishimoto, pera esta historia pertenece a Nicole Luz de Luna.
Esta historia tratara temas que podrían ser un poco sensibles para cierto tipo de lectores. Recomiendo que tengas bastante claro que esto es Contenido adulto y todo lo que ello implica.
-o-
I.
Desde que Sakura recuerda, se ha criado tras bastidores. Entre los cuidados de una y otra mujer que se encargan de enseñarle lo poco de la vida. Sakura sabe que ninguna de ellas es su madre, es muy diferente a todas. A los once años no empieza a notar cambios en su cuerpo como Ino, no puede conversar con cualquier hombre como TenTen. Ella es un patito feo. A veces se pregunta dónde estará su verdadera madre, por qué no conoce nada más allá de las paredes del lugar.
Se mueve tras bastidores dando una mano aquí, otra allá. Cose un poco los trajes, limpia el local en las mañanas, trata de seguir las ordenes de Tsunade-sama al pie de la letra. Sus amigas de su edad tampoco conocen a sus madres, ellas también han pasado toda una vida ahí como ella.
Un día, Sakura deja su trabajo de costura a medio terminar y mira por encima de la mesa a Tsunade sama. Parece estar ocupada con algunos papeles, Sakura espera con ansias aprender a leer algún día.
—¿Tsunade sama?
—Sakura chan.
—¿Podrías enseñarme a leer?
La rubia baja el pergamino, la mira directamente con sus ojos color miel ardiendo en lo que podría ser ira. Sakura se encoge lo más posible en su asiento, esa mujer es lo único que conoce como autoridad sobre ella, Tsunade sama de algún modo es su única figura materna.
—¿Y para que quieres leer? —las esquinas de sus ojos se agrietan con sospecha.
Sakura traga el nudo de su garganta. La voz le tiembla cuando responde: —Para ayudarte con tus deberes.
La expresión de la mujer se relaja, en uno de los extremos de su rostro tira una sonrisa simple —casi complacida— y la niña nunca entenderá qué significa cuando la ve sonreír de ese modo.
—No te preocupes por eso—dice—. Estoy bien con mis tareas. Deberías estar aprendiendo otras cosas que te servirán más.
Sakura sabe cocer, limpiar, cocinar, no comprende a que se refiere Tsunade.
—¿No me entiendes? Bueno, algún día deberás retribuirme el cuidado que te estoy dando. Trabajaras como las mujeres mayores.
Sakura asiente solo porque quiere que termine la conversación, pero realmente no entiende lo que le ha dicho. Las mujeres mayores bailan toda la noche, duermen todo el día, algunas de ellas si pueden salir del local, la niña no entiende que podría aprender de eso, tal vez a maquillarse, o a girar sobre el tubo de metal ¿Qué más que eso? Pero Tsunade sama no sabe que ella es torpe, que su cara es plana y sin gracia, que su cuerpo nunca luciría esos pequeños trajes brillantes. La pelirosa tampoco le dirá eso, ahora más que nunca teme que la dejen en la calle. Aquella mujer nunca podría seguir alimentándola si Sakura no pudiese pagarle a cambio.
Da las ultimas puntadas al traje verde oliva que lucirá una de las chicas, pero no le anuncia nada a Tsunade sama, siente que no quiere volver a hablar por un rato. El silencio es paz y su voz es disturbio. Si algo molesta a Tsunade sama es el disturbio por lo que se queda un rato más pretendiendo cocer a mano mientras la mujer adulta la ignora.
Cuando Tsunade se va —y ya ha pasado casi una hora— Sakura corre escaleras arriba y se encierra en la pequeña habitación que comparte con sus amigas.
—¿Qué pasa? —pregunta TenTen, está echada en su cama individual jugando con su maquillaje.
La ojiverde trepa por el borde de la litera y se mete bajo las sabanas.
—Nada. No quiero hablar.
—Vamos a maquillarnos. Kurenai le ha regalado a Ino una nueva paleta de sombras.
Sakura se hace un ovillo en la cama, pintorrearse la cara es lo único que quiere porque sabe que no puede.
—¡Cállate! — No vuelve a oír de TenTen por un rato.
En la noche, Ino, TenTen y Sakura se sientan en lo alto de la escalera de metal que está en el lateral del salón principal, mientras observan los impresionantes movimientos de Anko y Yugao en el tubo. Hay hombres gritando, silbando, diciendo cosas que ninguna de las tres entiende y los billetes vuelan sobre el escenario como signo del buen entretenimiento.
Sus amigas están tan impresionadas como siempre y sus ojos no se apartan de las mujeres en la tarima, pero Sakura distingue otra cosa a pesar de la luz opaca del lugar. Es Kurenai, con sus ropas ceñidas brillando en la luz roja, está saliendo enganchada del brazo de algún hombre. De repente un foco se enciende en la mente de la niña, quizás nunca pueda bailar como Anko o hacer acrobacias como Yugao, pero definitivamente tiene que aprender lo que hace Kurenai para poder salir.
Sakura aun no lo sabe y puede que sea algo extremadamente complicado y talentoso, pero ella tiene que intentarlo, o de lo contrario seguirá siendo una prisionera.
-o-
Una semana después de cumplir los doce años, Tsunade-sama le permite bajar las escaleras hasta el salón a media tarde, es de los días en los que cierran el club —ahora Sakura sabe darle un nombre al local— para que solo asista un grupo selecto de hombres.
En esa oportunidad la luz no esta baja, puede ver todo claramente, tras la barra esta Shizune sirviendo un par de tragos, y Anko, Yugao, Kurenai y Suzume se mueven de allá para acá con bandejas y botellas. Los trajes en sus cuerpos se ajustan como una segunda piel y aunque lucen incomodos, ninguna de ellas protesta o se queja. Ninguna se resbala con sus tacones de aguja, el maquillaje no se derrite en sus caras y sus sonrisas cada vez lucen más grandes y complacidas.
—Sakura chan, ven—Shizune le llama discretamente y la mete tras la barra con demasiado agilidad para usar esos tacones de 10 cm.
Sakura se agacha a sus pies, escondiendo su presencia del resto de los hombres que cantan y gritan.
—¿Qué haces aquí? —pregunta la morena discretamente.
Sakura la mira desde abajo, de repente demasiado pequeña para hablar.
Tartamudea un poco, pero logra decir: —Tsunade-sama nos ha dejado bajar a las tres, quiere que vayamos perdiendo el miedo.
Shizune arruga un poco la cara, como si hubiese chupado los limones de la nevera, pero luego se recompone rápidamente y le dice nada a ella.
—Ah, bienvenido de nuevo Hatake san —le dice a alguien tras la barra— ¿Lo de siempre?
Su voz es como miel, sus ojos brillan cálidamente, su sonrisa parece más genuina que nunca. Sakura no sabe quién es ese hombre, pero Shizune sonríe como si no fuera algo malo, y ella misma siempre se encarga de recordarle a todas lo malos que son los hombres.
Luego de la cerveza, ella se inclina hasta quedar a la altura de Sakura.
—Ya vi a tus amigas. Están con Kurenai hablando con algunos Shinobis. ¿Segura que no quieres ir?
Los ninjas son malos.
Sakura niega con la cabeza. Shizune pone una mano y acaricia su cabello.
—Eres una buena niña, Sakura-chan. Estoy orgullosa de ti.
La niña no comprender por qué podría estar orgullosa, esta abajo la barra agazapada, escondiéndose de los hombres con los que debe trabajar, ella no es una buena niña.
—No lo soy. Ino y TenTen son mejores, ellas no se esconden.
—Si lo eres. Mira cómo te has vestido —Sakura mira su vestido hasta las rodillas—. Mira tu cara limpia de pinturas. Eso hacen las niñas buenas, Sakura-chan.
—¿Entonces no debo ir?
Shizune se lo piensa un momento.
—No si no quieres, puedes quedarte aquí conmigo. Digamos que este es el lugar más seguro por ahora.
Sakura se levanta con cuidado y sacude sus rodillas. Shizune le da un banquillo y Sakura está a la altura de la barra. A lo lejos puede ver a Ino luciendo coqueta mientras sirve una cerveza, TenTen habla con otro hombre en la misma mesa. Kurenai no parece muy contenta con eso.
—¿Otra? —pregunta Shizune.
Es entonces cuando Sakura por fin repara en el único hombre tras la mesa. Parece ajeno a todo su alrededor, tiene la nariz enterrada en un libro naranja.
—¿Va por la casa? —pregunta.
Shizune sonríe, mira a los lados para cerciorarse de que Tsunade no esté en el salón y luego desliza por encima del granito de la mesa, una botella oscura.
—Por supuesto. Te debo varios favores ¿no? —le guiña un ojo.
Él la toma y se pega del pico de la botella sin bajarse las mascara de la cara.
—Entonces, dime, ¿Lo mismo de antes, Shizune? — su voz suena aburrida y bien podría estarlo, su único ojo luce caído.
Sakura nunca ha visto a alguien aburrido mientras está ahí.
La niña se retuerce en su silla cuando él se desliza en el asiento justo frente a ella y la mira por primera vez, inmediatamente Shizune se mueve hasta ellos cerrando el espacio entre él y ella.
Sakura cree que va a decir algo, siente que debe decirlo, ella no quiere estar ahí. Debería correr y esconderse en el cuarto.
Pero él solo saca un pergamino de su chaleco y un lápiz de otro bolsillo.
—¿A quién le escribiremos hoy? —pregunta.
La sonrisa de Shizune su vuelve más amplia.
—A mi tío Dan, sabes que siempre es a él.
Entonces Shizune empieza a hablar tan rápido que Sakura tarda un poco en comprender algunas cosas. El ninja sigue el ritmo, su lápiz hace un pequeño ruido cuando se desplaza en el papel, y ninguno de los dos se percata de su presencia hasta que la mujer termina de hablar. Pone una pequeña mano en el hombro de Sakura quien ha empezado a balancear los dedos sobre la barra.
—¿Eso es todo?
—¿Y que más puedo decir? Tampoco puedo contarle todo lo que hago acá.
Él asiente y escribe algo al final.
Sakura se inclina un poco para verlo, son líneas que no entiende, garabatos ininteligibles. Muy diferente de los que hace Tsunade-sama que parecen pulcros y firmes, puede distinguir uno de otros, en los de él no.
—Lo enviare desde el hotel.
—Te lo agradezco muchísimo, Hatake-san—pone una mano en su bíceps.
Sakura siente sus mejillas calentarse un poco y mira hacia otro lado.
—Si hay algo que pueda hacer por ti. Lo que sea...
—Puedes regalarme un par de tragos más y escribiré las cartas que quieras.
—Dalo por hecho.
Inmediatamente algún hombre silba desde su mesa y Shizune se disculpa un segundo y se dirige a la mesa.
El ninja ha vuelto a su lectura y Sakura —aun nerviosa— carraspea para llamar su atención.
—Shinobi san—le llama.
Él la mira con su única ceja gris en alto. Su mirada es adormilada, acaba de entenderlo
—¿Sabe usted leer y escribir?
Él lo piensa por un segundo: —Depende de para qué preguntes.
Sakura mira por sobre su hombro, Shizune vuelve a la mesa contoneando sus caderas de allá para acá, varios hombres dirigen su atención a la barra. Sakura se muerde la lengua.
—Disculpe la molestia, Shinobi-san.
Mudando fanfics para acá, le ha tocado a esta belleza. Esta completo y posteare un capitulo por dia.
Muchas gracias por leer! Estoy ansiosa por leer sus opiniones.
