Bueno amigos y amigas…..una re publicación de uno de mis viejos fic. Sinceramente no soy muy adepto al tema incesto en particular, pero debo admitir que naruto-kushina es una pareja muy atractiva por sí misma para mí. Y el ámbito del mundo ninja es propicio para usarlo. Ajustando cosas aquí y allá por supuesto. Pero este fic es un mundo moderno alterno. Aunque claro tiene los personajes de Naruto por supuesto. Espero que el tema tabú no hiera ninguna sensibilidad. Por lo tanto aquí va la advertencia.
Este fic es una historia de incesto, léalo bajo su entera responsabilidad.
"Te amé desde el inicio, como un hombre ama a una mujer."
MI MADRE, LA MUJER DE MI VIDA:
CAPITULO 1: VOY A PERDERTE
Lavando la cocina de su casa hermosa, sintiendo el tibio sol golpeando el rostro por la ventana. Kushina Namikase Uzumaki pensaba con lujo de detalle, todos los pequeños eventos de sus últimos años de vida conyugal. Su esposo Minato había sido un marido cariñoso y devoto en sus primeros tiempos. La cuidó, la protegió y veló por ella. Al quedar embarazada de su único hijo, todo parecía anunciar que se vendrían años de mucha dicha.
Ni siquiera pasaron 3 años desde el nacimiento de Naruto que la relación de matrimonio se enfrió completamente. Minato trabajaba en una empresa de publicidad y generalmente viajaba. Kushina aprendió a quedarse sola. Minato comenzó a faltar una y otra vez a las cosas especiales de la vida. Cumpleaños de Naruto, fiestas familiares, reuniones con amigos. Kushina no podía reprocharle la parte económica a su marido, ganaba bastante y vivían bien, pero la parte conyugal era otra cuestión muy distinta.
Repasando un poco de su vida los últimos años, Naruto había sido el único motivo de sus alegrías. Un niño tan cariñoso y devoto de su madre como jamás había visto en otras familias. Pasaron juntos todos los primeros años del niño, unidos y felices. Eran buenos recuerdos.
Pero en la actualidad, Kushina terminó de lavar los platos y la cocina quedó limpia. Fue a darse un baño y cambiarse, todo porque pronto Naruto y Minato llegarían del aeropuerto. Tenía un par de horas para terminar el almuerzo ya que los rubios tardarían algo más en regresar, todavía tenían que pasar por la oficina de Minato y retirar unos documentos.
Kushina entró a su baño lentamente. Se quitó el vestido de entrecasa y en ropa interior, toda sudada por los quehaceres de la casa hechos, se dispuso a preparar todo. Llenó la bañera, colocó el líquido suave que generaba espuma en el agua. Desnudó su cuerpo delgado y a sus 35 años conservaba una línea natural fantástica. Evaluó su figura frente al espejo. Formas suaves, nada muy voluptuoso que observar. Sus pechos eran medianos, ni muy grandes y ni pequeños. No podía notar ningún signo de flacidez o deterioro notable en su piel. Entonces surgían las preguntas en su mente. ¿Por qué Minato no era el hombre amoroso de antes? ¿Acaso ella era tan diferente a cuando la conoció hace 19 años?
Entró a la bañera y apoyó su cuerpo en el borde dejándose inundar por el calor del agua. Un suspiro largo, la sensación de soledad que la persigue hace 3 años. El tiempo que había pasado desde que se alejó de su único hijo. Kushina lo podía ver aun en sus recuerdos, sentadito su querido niño rubio cuando tenía 3 años en la bañera con ella. Tallarle la espalda, oírlo hablar de animales o dibujos que le gustaban. De algún programa de TV, de algún pequeño amigo que conoció en la plaza.
-Naruto… –susurró Kushina enjabonándose los hombros- ¿Por qué?
Naruto había sido todo su mundo desde que nació, año tras año fue el único motivo de que Kushina no se deprimiera aún más en su vida. Pero algunas cosas con el tiempo comenzaron a cambiar. Cosas extrañas los rondaron y el mundo particular que construyeron como madre e hijo se fue trasformando. Ese mundo privado se fue perdiendo.
-"te amo mamá,- decía el pequeño rubio del recuerdo, en la bañera con una enorme sonrisa- cuando sea más grande, me voy a casar contigo.
-¿En serio cariño? –Decía divertida la pelirroja- ¿Y que pasara con tu padre, si tú quieres casarte conmigo?
-él no te quiere tanto como yo mamita, -respondió sonriendo el niño- por eso nunca está en casa con nosotros".
Kushina se entristeció con ese recuerdo. Nunca pudo replicar ese sencillo argumento en su pequeño hijo porque tenía razón. Minato que era su padre nunca estaba para él, nunca estaba tampoco para ella.
Los recuerdos de Kushina volaron a los 5 años de Naruto. Ambos desayunaban en el parque trasero de la casa, y el niño estaba muy pensativo. Kushina se sorprendió y preocupó por eso. Naruto no era un niño triste y melancólico. Era un dínamo de alegría y sonrisas. Eso era lo que tanto amaba ella de su hijo.
-¿Qué ocurre cariño? –Acariciándole la cabeza- ¿no comerás tu cereal esta mañana?
-Ah….eh….si –respondió muy dubitativo- estaba pensando… ¿Papá no se queda en casa por mi culpa? –bajando la vista triste- porque me portaré bien, lo juro ttebayo.
-Cariño….-susurró Kushina triste- ¿Por qué piensas en eso? -acariciándole la rubia cabellera- eres un niño muy bueno y cariñoso.
-Anoche escuché como papá gritaba desde mi habitación, -dijo Naruto dolido- y tú siempre estas triste cuando él está aquí.
Kushina lo agarró del brazo y lo atrajo con fuerza para abrazarlo cálidamente. No podía explicarle que los asuntos en la intimidad del matrimonio eran los reales problemas, no podía y no quería. Pero ciertamente Naruto no tenía la culpa.
-Mamita…. -sollozando en su pecho- Yo te amo. No quiero verte triste nunca, no quiero escucharte llorar en el baño. –Kushina se sorprendió por esta confesión- haré lo que sea. Por favor…
Ambos lloraron y las razones no tenían que ver con ellos. Pero que las sufrían juntos era un hecho. Aunque Kushina se reconfortaba al saber que su hijo la amaba con todo el corazón.
Los años pasaron, Kushina recordó un Naruto de 8 años volviendo algo enojado de la escuela primaria. La madre se sintió confundida porque su hijo era muy alegre y rara vez se enojaba por cualquier cosa. Le sirvió el almuerzo, siempre comían solos ellos dos, así que podían hablar de todas las cosas. Pero Naruto comenzó a evitarla, indicó cosas de su día que nada hacían suponer a Kushina de su enojo, y sin embargo algo no estaba bien definitivamente.
Una llamada de teléfono en ese momento. Kushina atendió y la directora del colegio la convocaba a una reunión por problemas de disciplina en su hijo. La pelirroja no dijo nada, colgó y almorzó en silencio atenta a las reacciones de Naruto. Su niño era muy bueno, si realmente había hecho algo malo lo confesaría libremente. Pero en este caso Naruto, luego del almuerzo de fue a su cuarto sin hablar.
Las cosas comenzaron a cambiar en la relación entre Kushina y Naruto, ella podía recordar bien que más o menos en los 9 años, Naruto no volvió a ser trasparente para ella. Ocultaba cosas, lloraba a escondidas y evitaba decirle lo que le estaba pasando.
Los años pasaron, y el vínculo madre e hijo se debilito día tras día. Kushina lo sufría en silencio, como su relación cada vez más fría y distante con Minato. Pero una noche, en el cumpleaños 15 de Naruto, sucedió algo que cambió todo el panorama de la familia. Una pequeña fiesta con pocos amigos en la casa Namikase, Sakura, Sasuke y varios otros compañeros que comieron y bebieron alegremente. Para a continuación salir junto a Naruto a un conocido Pub a finalizar entre jóvenes la noche del festejo. Kushina y Minato quedaron solos en la casa y el hombre bastante ebrio en esa ocasión, decidió poseer a su esposa como hacía meses no ocurría. Todo iba bien para la pareja, fueron al cuarto, y Kushina pensó que sería una buena noche al fin después de tanto esperar.
El horror, así lo describiría Kushina. Estaba desnuda sobre su esposo sentada sobre su pelvis teniendo sexo. Gimiendo, y chillando con la satisfacción de por fin sentirse mujer nuevamente. Entonces la puerta del cuarto entre abierta hizo a la pelirroja observar a su hijo parado en el pasillo. Su gesto de dolor, pena y tristeza fue mortal. Naruto se fue rápidamente y con esto logró que Kushina acelerara su trabajo tan solo para terminar con su esposo, para finalizar ese desastre y tratar de arreglar lo que no sabía por qué motivo se había roto.
Horas después intentó entrar a la habitación de su hijo. Estaba con llave, señal inequívoca de que no había salido con sus amigos luego de ver la escena de sus padres. Kushina golpeó, y volvió a golpear la puerta llamándolo. Tratando de hablar con él para explicarle la situación y tratar de comprender la reacción de Naruto. ¡Después de todo eran sus padres! No debía ser tan traumático ni cosa parecida, el muchacho ya tenía 15 años y debía comprender la situación.
No hubo respuestas desde la habitación, ni nunca en las siguientes horas para Kushina. Porque al día siguiente Naruto habló muy temprano con su padre. Y ambos decidieron que sería mejor para el joven, terminar la escuela preparatoria en Amegakure al cuidado de su tío Nagato.
3 años, desde la partida de su hijo. 3 años donde Kushina apenas si lo vio algunos meses en vacaciones. Donde el joven casi siempre la evitó, se había portado frio y distante con ella casi todo el tiempo. Hoy en día Naruto Namikase era un muchacho de 18 años. 1,80 de altura y porte musculoso. Es un joven emprendedor que seguirá la universidad una carrera referida a "técnico en informática y tecnología".
Su tío Nagato jamás se quejó del sobrino en 3 años. "un joven responsable y estudioso –dijo alguna vez en una reunión- muy amable y de gran éxito con las chicas"
Kushina recordó que ese comentario no le había gustado en lo más mínimo. "éxito con las chicas" ¿Con que clase de golfas estaría metido? ¿Cómo lo tratarían? ¿Alguna siquiera le interesaría más que el sexo? La pelirroja sentía mucho temor de jamás recuperar el cariño de Naruto. Lo echaba tanto de menos, añoraba esa complicidad tan hermosa que antaño habían tenido. Ojala pudiera convencerlo de que estudiara en la universidad de Konoha. Ojala pudiera convencerlo de que regresara junto a ella para siempre.
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Cerca de las 13 horas, el auto de Minato aparcó frente a su casa. Kushina miraba por la ventana como descendieron los dos hombres. Y sinceramente le costó a la mujer distinguir cual era el padre y cual el hijo a golpe de vista. Misma altura, mismo cabellos dorados. Solo las marcas definidas en las mejillas del rubio más joven los distinguen. Pero el porte físico definitivamente hizo la distinción al mirarlos bien. Naruto cargaba en su hombro una gran maleta y vestía de jean azul y camiseta negra. Minato, portaba un traje gris y corbata roja haciendo su conjunto elegante de oficina. Minutos después cuando ingresaron por la puerta de la casa Kushina casi lo volteó, del violento abrazo que le dio a su hijo…
-¡Naruto! –Gimió la mujer tan feliz- ¡al fin!, al fin estas aquí. –Casi llorando de la emoción.
-Ya ya Kushina, -dijo Minato bromeando- que mujer escandalosa por Kami-sama.
Naruto se quedó estático disfrutando del abrazo de su madre. De su calor, su olor, de sus recuerdos. Finalmente dejó las maletas a los lados y la separó levemente dándole una suave sonrisa.
-te extrañé hijo…. –declaró Kushina llena de emoción.
-no tanto como yo…. –contestó Naruto sonriente.
Mientras Naruto subía a su cuarto a bañarse y cambiarse antes del almuerzo, Minato y Kushina discutían en la cocina. El hombre le advirtió a su mujer que luego de la comida, saldría de viaje por negocios. Kushina enfureció, ni siquiera se detenía en la casa por la vuelta de su hijo. Era increíble.
-Naruto ya es un hombre, -declaró Minato justificándose- no me necesita. Estos meses antes de la universidad, se la pasará en Konoha para decidir si estudia aquí. O si acaso vuelve a la capital junto a su tío Nagato.
-No quiero que se aleje, -susurró Kushina nerviosa- estos años sin él fueron lo peor para mí.
-Será su decisión, -finalizó Minato- tal vez se encuentre una noviecita en estas semanas y se quede en Konoha.
-¿No….viecita?
-Sí, una mujer….una hembra….-reafirmo Minato- es bien parecido así que no tendrá problemas para eso. Y en cuanto a ti….- dijo Minato señalándola sonriente- deja de fastidiarle a todas las amigas cuando lo visitan aquí en casa. El ya no es un niño.
El hombre se fue al comedor y se sentó encendiendo la TV. Kushina lo espiaba por la ventana interna de la cocina haciendo puchero:
-yo solo quiero a la chica perfecta para mi Naruto.- tratando de excusarse- no es mi culpa que todas tengan defectos insalvables.
-Si es por eso….-respondió Minato sin mirarla- ninguna nunca dará la talla para ti. Él está en edad que necesita una mujer….no a su madre gruñona.
Kushina sentía hervir la sangre cuando él la llamaba "gruñona". ¿Cómo no estarlo? Siempre estaba prácticamente sola. Y su único hijo le huía como la peste desde hace años. Se enredaba con vaya a saber que chicas sin medir las consecuencias. ¡Era desesperante! Tenerlo cerca, y al mismo tiempo demasiado lejos. Kushina intentó tranquilizarse. Respiró profundo, y se movió junto a su esposo para hablar con calma. "Gruñona", había una buena razón para ello.
-Minato…. –susurró la mujer cerca de él- hace meses que nosotros….no estamos juntos. Sé que tienes trabajo, sé que vuelves cansado pero yo lo necesito. Por eso ando medio alterada y….
-Sirve la comida Kushina, -le cortó el hombre- yo no tengo la culpa de los horarios en mi trabajo.- Y complementó en un pensamiento- "Ni de no sentir la motivación necesaria cuando duermo contigo"
Kushina se encerró en la cocina triste. Casi podía presentir que su esposo Minato no la encontraba atractiva hace tiempo. Hacía años que el fuego se había consumido en ese matrimonio. Y con la distancia tomada de su Naruto ella se sentía completamente sola. ¿Qué podía hacer? ¿Cómo convencer a su niño de cuanto lo necesitaba? Naruto debía empezar hacer su vida y aun así Kushina no podía y no quería dejarlo ir lejos. Lo necesitaba, porque al parecer era una esposa sin marido.
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Rato después Naruto, Minato y Kushina almorzaban en la mesa del comedor. El joven vestía con un pantalón y camisa blancos de fina tela. Un conjunto acorde al caluroso que sufría Konoha. Kushina lo miraba sorprendida, los años pasados le habían desarrollado el físico formidablemente. Abdomen plano y bien marcado. Piel dorada y jovial sonrisa. Ojos azules, bellos y profundos. Incluso su voz era más grave. Minato tenía razón, Naruto era un hombre ahora. Su hijo ya no la necesitaba, nadie más la necesitaba, eso la deprimió enormemente.
Naruto en tanto, se mantenía relajado en apariencia. Pero en su interior, era fuego y oscuridad. 3 años se había alejado lo más posible, tratando de apagar el deseo visceral por su madre. Pareció en algún momento tener éxito. Volvía a Konoha para quedarse, para estudiar y reencontrarse con los viejos amigos. Pero al verla de nuevo y sentir en el abrazo su calor, la presión deliciosa de los senos en su propio pecho. Fue suficiente para que todo el maldito mundo de resistencias se destrozara completamente. 3 años buscando en toda mujer pelirroja lo que no podía obtener de su madre. En burdeles, en la calle, en la escuela preparatoria o en donde fuera. Aprendió mucho de sexo, pero nunca encontró el amor. Casi al final del almuerzo, Minato soltó "la bomba" de noticia. Se iría de viaje esa tarde y no regresaría hasta la semana siguiente. Naruto se quedó pasmado, como si todas las piezas de un rompecabezas se unieran formando un todo. El gesto contrariado de su madre frente a él. Le advirtió lo que ya suponía de antes. Ese matrimonio, no era feliz.
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Era ya de noche en la casa Namikase. Naruto salió al traspatio y llenando de arena su bolsa de entrenamiento la colgó de una firme rama del árbol que dominaba el centro del jardín. Estaba de pantalón largo azul de ejercicio y sin remera. Se colocó sus guantes negros con dedos descubiertos y comenzó a boxear frente al saco. Al buscar su ritmo de combate, trataba de no pensar. Trataba de no imaginar a su madre bañándose o en poca ropa. Había sido y aun era una tortura mental para el joven. Comenzando desde la fatídica noche que Kushina le anunció hace años, que ya no se bañarían juntos. Todo cambió para siempre. Los deseos y sentimientos se mesclaron en un horrible tornado.
"Te amo", unas simples palabras de Naruto hacia Kushina que ahora tendrían más rechazo que aceptación. Pensando y pensando, dos horas de golpear frenético la pesada bolsa de arena se escurrieron. Quería destruirla, desgarrarla con sus puñetazos para ver escapar el contenido arenoso. Era lo único que le concentraba lo suficiente para no pensar en el rojo y largo cabello brillante de Kushina Namikase. Ese aroma corporal, ese que busco en otras mujeres. El olor que jamás pudo encontrar en nadie más. No importando lo jóvenes o bellas que habían sido algunas. Hundido Naruto en su mundo particular, no la escuchó acercarse….
-¿Estas bien Naruto?- Kushina estaba a su lado con una bandeja entre sus manos. Limonada y algunas galletas dulces.
-Sí claro…. -respondió como ausente el rubio- estoy bien. ¿Por qué?
-Parece que me evitas….-susurró la mujer- a mi….que soy tu madre.
Naruto la miró de reojo, traía un vestido color crema de una pieza con tiras en los hombros. Cuando hacia un movimiento, como el de agacharse levemente para dejar la bandeja en una mesita ratona del jardín, toda la pieza de tela se marcaba en su cuerpo. Naruto le dio la espalda a esa sexi escena y siguió golpeando el saco de arena para evitar mirarla.
-Solo estas imaginando cosas, -declaró el joven ocultando su frustración.
Kushina se sentó en una silla del jardín y se quedó observando a Naruto boxear. El rubio se veía incomodo con la mirada de su madre tan cerca, y eso frustró a Kushina. ¿Acaso la odiaba? ¿Era por ese motivo que parecía incomodo con su presencia?
-¿Por qué te fuiste de casa hace años Naruto?- soltó la mujer tratando de contener la angustia- ¿fue algo que dije? ¿Algo que….hice?
La respuesta tardó mucho en llegar, Naruto contesto un simple.-No mamá – aunque no pudo evitar sonar frio y distante.
Kushina se puso de pie y fue hacia él, lo abrazó por la espalda nerviosa y confundida.
-¿Por qué me separas de ti mi niño? ¿Qué puedo hacer para hacerte sonreír?
-suéltame mamá, -apartándose- ya no soy un niño. Por favor aléjate….-rezó por dentro como plegaria.
Naruto hizo el intento de entrar a la casa, pero Kushina lo detuvo con unas palabras:
-¡No me dejes! -triste- yo te extraño tanto Naruto. Te prometo que lo arreglaremos todo. Lo que sea que se haya roto. ¿Por qué estás tan enojado?
-Por qué no puedo dejar de sufrir, - respondió el rubio girando levemente y viéndola de costado- ¡me duele todo el cuerpo por este sentimiento que tengo aquí! – Apretó los dientes golpeándose el pecho- Yo esperaba….yo creí…que sería diferente, que había quedado atrás…. Pero solo de verte mama…-pensó con mucha fuerza pero no lo dijo.
-¿De qué hablas? – Preguntó Kushina confundida- confía en mí por favor.
Naruto suspiró profundamente, era una locura decir la verdad. Así que solo "disfrazaría" el problema. Debía decirle más claramente, y así comprendería el motivo de sus tormentos.
-Estoy enamorado de una mujer casada.
-¿Eh?….. ¿Pero qué?…. ¿quién? –totalmente descolocada.
-tiene 36 años, es hermosa y la amo desde que la vi por primera vez. Al principio creí que era un capricho, por eso me fui de Konoha. Pero no puedo olvidarla, no puedo dejar de amarla. Y ese sentimiento me está devorando por dentro.
Kushina no sabía que creer. ¿Una mujer casada, y de 36 años? ¡Maldita sea, podía ser su madre! ¿Quién sería? Repasó en su mente las mujeres que Naruto conoció en Konoha, amigas de Kushina con su misma edad que su hijo hubiera tratado alguna vez. Profesoras de preparatoria, alguna dueña de un negocio al que Naruto fuese hace tres años. Nunca se imaginó algo como esto.
-¿Quién es? – consultó nerviosa la pelirroja- ¿La conozco? ¡¿Qué te hizo esa pervertida?!
-No…..-sentándose en una silla junto a la pelirroja- ella nunca me haría daño. Pero no me ve del modo que yo lo deseo.
Naruto veía a su madre buscando en su mente una respuesta al interrogante. Ella no lo notaba, no se daba cuenta que Naruto se refería a su propia madre. Esta situación, podía ponerse peligrosa tan solo si….
-voy a perderte mamá –pensó el rubio derrotado- no puedo evitar desearte. Aunque este mal, aunque luego me odies. No puedo dejar de amarte, así que voy a perderte.
Fin del capítulo.
