Este fic era para la MomoJiro Week 2021 en twitter pero lo subí demasiado tarde xD Igual, tengan a las novias.
Rayo rojo del destino
Prompts: Pro-Héroes/Soulmates
La vida como héroe profesional resultaba mucho más pesada de lo que se habían esperado y como trabajaban en diferentes agencias, el tiempo juntas se había visto reducido. Por suerte muchas veces coincidían en misiones. Aunque era diferente, pues debían mantener el profesionalismo en todo momento, el poder verse y apoyarse en su trabajo las hacía muy feliz a ambas. Tras casi cuatro años de relación esta sólo se había vuelto más fuerte.
A veces coincidía que estaban en la misma zona y les tocaba enfrentar a villanos o criminales menores en conjunto. No es el caso de esa misión. Las misiones con rehenes siempre son complicadas, porque deben evitar que salgan heridos. Esta vez se trataba de rescatar a la hija adolescente de uno de los hombres más poderosos de Japón, el CEO de una importante firma de tecnología.
Venus Ai, dieciséis años, única hija de Gojinko Ai (empresario) y Afrodita Ai (falleció durante el ataque de Gigantomachia en Mustafu). Desapareció de su casa dos días antes. Secuestrada por una banda de villanos apodados «El Pacto Satánico», debían rescatarla y asegurarse de capturar a los miembros de esa banda, sobre todo al líder Damien Lucifer.
Se reunieron en un parque cerca de donde sabían estaba su escondite. Las dos agencias trabajaban juntas y, además de ellas dos, estaban Suneater, Red Riot, Chargebolt y Anima.
—¿Escuchas algo? —le preguntó Momo a Jirou, que tenía su oreja enchufada al piso y negó con la cabeza.
—Creo que tenemos que acercarnos más.
Daba algunos pasos y luego intentaba escuchar, finalmente alcanzó a distinguir las voces de las personas dentro de la casa.
—No se escuchan gritos, quizás la tienen amordazada.
Kirishima se tronó los puños furioso.
—Qué poco caballerosos. ¿Vamos a por ellos?
—Con cuidado —dijo Suneater en voz baja.
Pegados a la pared Jirou volvió a usar su poder para intentar escuchar. Frunció el ceño.
—¿Qué escuchas?
—¿Hay mujeres en el grupo? —preguntó extrañada. En la información que les dieron no lo habían mencionado.
—No —contestó Momo mirando a los demás para confirmarlo, también ellos negaron con la cabeza.
—Entonces debe ser ella, pero, qué raro —dijo volviendo a arrugar la nariz.
—¿Qué pasa?
—No, nada. Entremos ya.
La casa no tenía ventanas, por lo que la única manera de entrar era por la puerta principal. Lo primero que debían hacer era inmovilizar a uno de ellos, Azazel Grigori, pues podía teletransportarlos a todos fuera de ahí, o llevarse a la víctima a otra parte.
Kirishima destrozó la puerta de un puñetazo y entraron.
—¡Son héroes! —gritaron unos.
—Maldito viejo —masculló Damien poniéndose de pie y abriendo un libro que parecía tan antiguo que se caería en pedazos en cualquier momento—. Venus, ve con Azazel, te sacará de aquí.
—¡Qué no escape! —gritó Denki al tiempo que Tamaki extendía sus tentáculos para capturar al teletransportador.
—Detengan a Lucifer—dijo Momo, que sabía que si permitían que leyera algo de su libro estarían en problemas.
Por la puerta, después de ellos, entran varios tipos de aves, que se lanzaron contra el hombre y trataban de arrebatarle el libro mientras que él daba manotazos para alejarlos. Kirishima peleaba contra otros dos de los hombres del Pacto Satánico con ayuda de Denki.
Kyoka se acercó a Venus que miraba con los ojos bien abiertos la escena, completamente paralizada.
—Vinimos a rescatarte —dijo Jirou con cautela, no sabía a qué clase de cosas la habían sometido los villanos, a pesar de que su apariencia no mostraba que la hubieran atacado físicamente, lucía al borde del llano.
—¡No!¡No!¡Damien, ayuda! —gritó la chica, dando pasos hacia atrás para alejarse de Jirou.
—No te vamos a hacer daño, ya está todo bien, vendrás con nosotros. Tú papá te espera.
—¡NO PIENSO VOLVER!
Levantó la mano al frente y de su palma salió un rayo rojo que impactó a Kyoka en el pecho, lanzándola hacia atrás.
—¡Ky… Earphone! —Momo corrió hacia ella.
Azazel aprovechó la distracción que eso causó para desaparecerse. Apareció a un lado de la chica que lloraba mientras que trataba de pegarle a las aves que atacaban al líder y tomarla de la cintura.
Kirishima corrió hacia ellos para detenerlos, pero Venus levantó de nuevo su mano y le lanzó un rayo. Se desaparecieron juntos.
Al final la misión fue un fracaso a medias, lograron capturar a casi todo el grupo, menos a Azazel; pero Venus seguía siendo un rehén. Aunque todos los héroes implicados tenían sus dudas de que no fuera voluntario.
Los paramédicos revisaron a Jirou y a Kirishima, que fueron los únicos que habían sido atacados por algo desconocido, pero resultó que estaban perfectamente bien. Tendrían que reorganizarse y ver cómo proseguir.
—Antes quiero volver a entrevistar al padre de Venus, y a Damien —aclaró Momo, que era la líder elegida por todos—, pero eso será mañana. Creo que por hoy es todo.
Se despidieron y cada uno se fue por su lado, Momo acompañó a Jirou hasta su departamento.
—¿Me puedo quedar contigo? —le preguntó.
Kyoka sonrío y asintió.
—Quieres asegurarte de que estoy bien, ¿verdad?
—Sabes que sí, pero también hace mucho que no pasamos una noche juntas. No tenemos que hacer nada —se apresuró a aclarar—, sé que estás cansada, yo también. Pero quiero dormir abrazando a mi novia.
Jirou la abrazó, dándole un apretón rápido y luego la tomó de la mano, tirando de ella al interior del edificio.
—Nada me gustaría más. Aunque, ¿si estás muy cansada? ¿muy, muy cansada? Porque tampoco voy a negarme a lo que quieras hacer —guiñó el ojo, sacándole una carcajada a su novia que sólo se apresuró más en llegar al elevador.
Una vez ahí ya no pudo aguantarse las ganas y atrajo a Jirou hacia ella y la besó. Primero lento, como pidiendo permiso, poco a poco se convirtió en algo más pasional e intenso. Se interrumpieron sólo para salir del elevador y trotar al departamento. Una vez adentro, volvieron a unirse en un beso desesperado.
Jirou se despertó con dolor de cabeza. Se deslizó fuera de la cama con mucho cuidado para no despertar a Momo, que dormía profundamente su lado. Era una ocurrencia poco común porque por lo general era ella la que se despertaba antes. Caminó hacia el baño sintiendo nauseas. Se echó agua en el rostro. Luego se miró al espejo y gritó.
Momo se levantó con el grito de su novia, asustada corrió al baño de donde había salido y la encontró sentada en el piso, se sostenía los lados de la cabeza y lloraba. Sintiendo la preocupación subirle por la garganta se agachó a su lado.
—Cariño, ¿qué pasa?
—Mis… mis orejas…no… mis orejas —dijo entre hipidos.
—¿Qué pasa? —puso sus manos encima de las de ellas para quitárselas y poder ver a qué se refería.
Jirou opuso resistencia al principio, pero luego dejó que quitara su mano de su oreja derecha. Y entonces entendió: en lugar de lóbulo alargado y con conector era una oreja como la de cualquier persona.
—No están… mis orejas, ¡no están! —gritó con un quejido agudo y siguió llorando.
Momo abrazó a Jirou y la ayudó a levantarse.
—Debió ser el poder de Venus —especuló—, no creo que sea algo permanente, hoy mismo investigamos eso, ¿vale? Todo va a estar bien.
—¿Qué tal si no? ¿Qué pasa si me quedo así?
—No va a pasar —sentenció—. Anda, vamos a desayunar e iremos a interrogar al señor Ai. Él nos dirá cuál es el poder de su hija.
Jirou asintió sorbiéndose los mocos y sin dejar de tocarse las orejas con cara de estar completamente perdida y la siguió a la habitación.
Desayunaron en silencio. Momo intentaba decir algunas cosas para aligerar el ambiente, pero Jirou contestaba con monosílabos mientras que picaba su comida con desgano.
Mientras se arreglaban hicieron el segundo descubrimiento desconcertante del día. Cuando Momo se recogió el cabello para peinárselo se detuvo a medio camino por un jadeo de Jirou que la miraba boquiabierta y con el ceño fruncido.
—¡Tus orejas!
Momo las tocó y sintió que eran más grandes de lo normal, no sólo eso, sino que estaban alargadas. Se acercó a su tocador y se miró. Sus orejas eran como las de Jirou habían sido el día anterior.
—¿Qué demonios?
—Visualiza una de ellas alargándose —pidió Jirou y Momo hizo lo que le pedía. Como si nada el lóbulo se alargó al frente.
—Tengo una teoría —dijo Momo tratando de concentrarse para regresarla a su tamaño normal.
—¿Crees que yo tengo tu poder ahora? —Momo asintió—. ¿Cómo funciona?
—Piensa en que quieres una pelota de hule, el hule está compuesto por… —le explicó exactamente los componentes y la formula—, y visualiza el color, la forma, la textura.
—Wow, qué complicado. A ver.
Jirou cerró los ojos tratando de concentrarse, haciendo un sonido leve con su garganta de manera inconsciente. Finalmente, una pelotita se escurrió por debajo de su camiseta y cayó al piso rebotando. Jirou se agachó a recogerla y la apretó.
—Teoría comprobada —suspiró, un poco más aliviada—, sólo espero que esto pase pronto.
En eso el teléfono de Momo empezó a sonar. Corrió a contestarlo.
—Es Kirishima —anunció, sabiendo de qué le iba a hablar.
—El señor Ai está listo para recibirlas —anunció el secretario mientras que las guiaba al despacho.
El señor Ai era un hombre delgado, su cabello era del mismo rosa chicle que su hija y lo tenía peinado hacia atrás, pegado al cráneo, dejando ver la calvicie incipiente. Sostenía un puro sin encender entre los labios.
—Pensé que recuperarían a mi hija —les dijo apenas entraron—, no me imaginé que resultaran tan poco capaces.
—Tomaré ese comentario como algo que viene de la preocupación por el bienestar de su hija —contestó Momo, siempre diplomática—. Lamentamos no haber podido rescatar a Venus, sin embargo, la prioridad fue asegurarnos que no le ocurriera nada malo ni la dañaran durante el rescate. Y como sabe, capturamos a la mayoría de la banda.
—Pero no rescataron a mi hija.
—No, no todavía. Pero no se preocupe, lo haremos. Hay información que nos hace falta, pues el reporte que dio a la policía no habla de algunos detalles que observamos el día de ayer. ¿Sería usted tan amable de proporcionarnos esa información?
—Si eso hace que me regresen a mi hija…
Primero corroboraron la información que tenían, su edad y la fecha de su desaparición, una vez que revisaron eso empezaron las preguntas reales.
—En el reporte no dice cuál es la singularidad de Venus, ¿qué nos podría decir de eso?
—Mi hija no tiene singularidad. Por eso no dice nada, preferimos mantenerlo en secreto.
—¿Está seguro de eso?
—Así es. Puede revisar los registros legales y sus estudios médicos. ¿Eso por qué es importante?
—Durante el rescate su hija manifestó un poder, nos preguntábamos cuál sería su naturaleza.
La sorpresa del hombre parece genuina.
—¿Y su esposa?
—¿Mi esposa?
—¿Cuál era su singularidad?
—Cupido —dijo el hombre—, podía hacer que una persona se enamorase de otra por un día, no lo usaba, por supuesto, eso está prohibido. Sigo sin entender por qué es importante.
—Nos podría servir para cuando la rescatemos. Ahora, la otra pregunta, me imagino que le pidieron una recompensa por su hija, ¿me equivoco?
El hombre se removió incómodo en su asiento y carraspeó.
—Así es —dijo el hombre—, y estaría dispuesto a pagarla, por supuesto. Pero ¿qué me asegura que me regresen a mi Venus? Esos malditos hacen cosas raras y juegan con fuerzas que no conocen. ¿Han escuchado de sacrificios de vírgenes en rituales? Pues eso, temo lo peor.
—Este grupo, ¿lo conocía de antes? ¿Hay alguna relación con alguno de ellos?
Los intentos del hombre por enmascarar su nerviosismo hubieran sido exitosos si ambas mujeres no hubieran estado acostumbradas a ese tipo de entrevistas.
—¡Por supuesto que no! —exclamó indignado el señor Ai—. ¿Qué insinúan?
—Según el reporte se llevaron a su hija cuando salió de compras con su dama de compañía, ¿podemos hablar con ella? —habló Jirou, revisando una vez más la información.
—Pueden hacerlo, pero ella ya no trabaja para mí. La despedí, igual a su guardaespaldas.
—Pero el señor Sato no la acompañó.
—¡Exacto! Era su trabajo. Él insiste en que Venus le dijo que no era necesario y él se confío, pero no debía dejarla sola. Por su culpa se la llevaron.
Momo tronó la boca y cerró la carpeta.
—Bueno, creo que eso es todo, muchas gracias por su tiempo.
—Deberían estar buscando, en lugar de hablar con gente —dijo el hombre a modo de despedida.
Antes de salir Jirou se detuvo en la puerta.
—Una última cosa. ¿Sabe si Venus tendría alguna razón para no querer volver a casa?
—¿Qué insinúa?
—Nada, sólo preguntaba.
—Rescaten a mi hija, hagan su maldito trabajo.
—No le creo.
—Ni yo. Si tuviera mis orejas, podría haber escuchado si mentía —se quejó Kyoka mirando el piso y pateando una piedrita—. ¿Qué vamos a hacer?
—Quisiera entrevistar a la dama de compañía y a Damien. Pero antes, ¿me explicas cómo funciona eso que dices de escuchar si mienten?
Momo se sentía como cuando había manifestado su singularidad, tratando de entender algo ajeno, controlarlos para que se estiraran y movieran según su voluntad y luego cómo percibir las cosas al conectarlos. Kyoka era buena maestra.
—Al menos no tengo que memorizarme componentes ni esas cosas —bromeó, completamente consciente de que, hasta cierto nivel, su singularidad era más compleja de utilizar.
—¿Qué vamos a hacer si no podemos regresar a la normalidad? No podemos trabajar así —dijo Kyoka preocupada.
—No nos vamos a quedar así. Tranquila. Vamos a averiguar cómo fue que pasó esto y a resolverlo. Vamos a recatar a Venus y capturar a Azazel, ya verás.
—Bueno, al menos no la tenemos tan complicada como Kirishima.
—Pobres.
Karen Shiraki, la dama de compañía de Venus, era una mujer de treinta y seis años que las recibió muy amablemente en su pequeña casa arriba de una tienda de mascotas.
—Lamentamos molestarla, pero necesitamos revisar unas cosas sobre la señorita Ai para asegurar su pronto rescate.
—Oh, no es molestia, al contrario, ¡qué honor! Pensé que este tipo de cosas las hacían los policías —dijo mientras les servía té.
—¿Desde hace cuánto trabaja, trabajaba, perdón, para la familia Ai? —lo más discretamente que pudo, Momo extendió el cordón y lo pegó al sillón donde estaba sentado la mujer.
—Diez años.
—¿Cómo era su relación con Venus?
—¡Era como una hija para mí! —exclamó con lágrimas en los ojos—, cuando empecé a trabajar con ellos era una niña pequeña y dado que su madre sufría de constantes dolores de cabeza, me tocaba cuidarla. Luego la señora Ai falleció, terrible suceso en verdad —se sonó la nariz—, y fui el único soporte emocional de Venus.
—¿Y su padre?
—El señor estaba muy afectado por la muerte de su esposa y se recluyó en el trabajo. Apenas y lo veíamos en casa.
—Cuéntenos cómo fue el día que secuestraron a Venus.
—Ya lo conté a los policías —dijo restregándose la cara.
—Lo sabemos, tenemos el reporte —Jirou mostró la carpeta—, pero queremos asegurarnos de que no haya algo que se nos haya pasado por alto.
—De acuerdo. Ese día en la mañana Venus estaba muy decaída, el día anterior había discutido con su padre porque no quería dejarla ir a una fiesta y eso le había afectado. Después de su desayuno me pidió que si la acompañaba a ir de compras para animarse un poco. Salimos de la casa a las 11, Nobuhiko, el guardaespaldas, no nos acompañaba porque según Venus le había dicho que no tardaríamos. Llegamos al centro comercial y yo la noté un poco extraña, como que miraba a su alrededor con frecuencia, estaba distraída. En un momento me dijo que iría al baño, pero que, si podía yo ir a comprarle una nieve, y que me veía en la zona de comida. Y yo… —se soltó a llorar—, no le dije que era peligroso, no pensé que le fuera a pasar nada. Cuando después de veinte minutos no llegaba me preocupé y fui a buscarla al baño. Cuando no la hallé por toda la plaza, ni respondió cuando la vocearon, supe que algo terrible había pasado.
Al final de su historia lloraba completamente, Momo y Kyoka la consolaron lo mejor que pudo. Cuando por fin se tranquilizó, pudieron seguir con el interrogatorio.
—¿Conocía de antes al Pacto Satánico? ¿Había alguna relación con ellos?
—¡Oh, no! Por supuesto que no. Sí habíamos escuchado de ellos, pero por las noticias, únicamente nunca los habíamos visto ni… —se quedó callada de pronto, se llevó la mano a la boca y abrió los ojos—, ¡sí los habíamos visto! Ahora lo recuerdo.
—¿En qué circunstancias? ¿Cuándo los vieron?
—Una foto.
—¿Una foto? —preguntó Kyoka.
—Un día que ordenaba las cosas de la señorita de su diario salieron varios papeles. No les puse mucha atención, pues yo respetaba su intimidad, pero acabo de recordar que uno de esos papeles era una fotografía del chico que es el líder. ¡Oh, dios mío!
—¿Recuerda algo más?
—No, la verdad no le di importancia, pensé que era algún actor o alguno de los cantantes de rock que tanto le gustan a la señorita Venus. ¿Y si es mi culpa? Yo pude haberlo evitado —se puso a llorar de nuevo.
—Bueno, eso nos sirve un poco. Una última cosa, ¿cuál es la singularidad de Venus?
—No tiene.
—Bueno, muchas gracias por su ayuda.
—De nada, de verdad es pero que les sirva y que encuentren a la señorita. Sufro de pensar las cosas que podrían estarle haciendo. Ella es muy buena y dulce y…
Se puso a llorar de nuevo.
—No mentía —dijo Momo al salir.
—Creo que Venus no fue secuestrada —dijo Kyoka alborotándose el pelo.
—Yo también creo lo mismo. Es hora de cuestionar a Damien.
El chico estaba encadenado a la mesa del interrogatorio. Habían confiscado su libro, pero igual portaba esposas anuladoras. Su maquillaje se había corrido un poco, haciendo que sus ojos dorados se vieran más lúgubres, su cabello azul oscuro desordenado y largo estaba sucio y se le pegaba al rostro. Las miró con desprecio cuando entraron.
—¿Qué quieren?
—Hola Damien, sólo queremos hacerte unas preguntas sobre la señorita Ai.
Damien se puso aún más pálido de lo que estaba y apretó la boca.
—No diré nada.
—¿Cuánto dinero piden por el rescate?
—No pedimos rescate –dijo casi escupiendo—, el maldito viejo es un mentiroso.
—Entonces, ¿por qué secuestrar a la señorita Ai?
Volvió a apretar la boca y miró para un lado del muro, claramente indispuesto a hablar.
—¿Dónde la conociste? Sabemos que ella guardaba una foto tuya en su diario.
Sus ojos se abrieron en sorpresa, pero siguió sin decir nada. Momo podía sentir cómo su corazón se había acelerado a través de la mesa.
—¿Qué tipo de relación tienen tú y la señorita Ai?
Silencio.
—¿Qué piensan hacer con ella?
Silencio.
—Si no quieren dinero, entonces, ¿para qué la van a usar?
Silencio.
Momo cerró los ojos y suspiró profundo. Miró a su novia que miraba con el ceño fruncido al chico, sacando sus propias conclusiones. Kyoka asintió.
—Como entenderás, debido a los cargos que se te imputan, y al resto de tu banda, no podemos ayudarte a salir. Pero podemos asegurarnos que Venus esté bien, segura. ¿Nos ayudarías con eso?
El chico las miró incrédulo. Apretó las manos con fuerza y luego las soltó.
—De acuerdo. Pero me tienen que prometer dos cosas.
—Di cuáles y te decimos si podemos prometerlas.
—La primera: me dejarán hablar con Venus.
—Considéralo hecho, si ella quiere hablar contigo.
—Querrá. La segunda: le entregarán mi libro a Venus.
—Necesitaremos hacer gestiones, porque está archivado, pero lo haremos.
—Bien.
—Entonces, ¿cuál es tu relación con ella?
—Es mi novia.
Momo y Jirou intercambiaron una mirada.
—¿Desde hace cuándo?
—Dos años.
—¿Cómo se conocieron?
—Internet. En un foro de ocultismo.
—¿Tú le sugeriste que se fuera de su casa?
—No. Ella quiso hacerlo. Su padre la quiere tener en una caja de cristal y ni siquiera la deja tener amigos.
—La fiesta a la que iría, ¿se iban a ver ahí?
—Sí.
—¿Y ahora dónde está?
—No lo sé. Pero puedo hablar con Azazel y averiguarlo. ¿Van a cumplir su promesa? —las dos asintieron—. Si me dan un celular puedo marcarle y preguntarle.
Kyoka sacó el suyo y se lo extendió. El chico marcó el teléfono.
—Ponlo en altavoz —pidió Momo.
—¿Bueno? —contestó una voz en el fondo.
—Az, soy yo, Damien.
—¡Jefe! ¿Estás bien? ¿Lograste escapar? ¿Voy por ti?
—¡¿Es Damien?! —Se escuchó una voz femenina en el fondo—. Mi amor, ¿estás bien?
—Florecita mía —la voz le cambió cuando se dirigió a su novia—, estoy bien. ¿Tú estás bien?
—Te extraño, y tengo mucho miedo por ti y los chicos. ¿Lograste escapar?
—No, sigo en la cárcel.
—¿Entonces?
—Están aquí Earphone Jack y Creati. Hice un trato con ellas.
Se escuchó cómo Venus inhaló aire del otro lado de la línea.
—¿Estás seguro?
—Muy seguro. Flor mía, ¿confías en mí?
—Sabes que sí.
—Bueno, irán por ti, ellas te traerán aquí conmigo. ¿En dónde están?
El lugar donde se ocultaban era en un motel viejo cerca de la carretera a Narita. Cuando llegaron Azazel se había ido, pero Venus las esperaba sentada en la cama de la habitación 13. Tenía los ojos hinchados de tanto llorar y cuando las vio lo hizo con desconfianza.
—Damien no me secuestró —fue lo primero que dijo—, no debería estar en la cárcel.
—Está en la cárcel por otros cargos también. Tú novio es un chico malo.
Venus suspiró.
—Lo sé. Pero es buen chico en el fondo.
Kyoka y Momo se miraron con una sonrisa. Está enamorada decía esa mirada.
—Por cierto, Venus, —dijo Jirou—. El efecto de tu singularidad va a pasarse, ¿verdad?
Venus palideció y miró una a otra.
—¡Es verdad! Les di ayer. No fue intencional, espero que no les haya causado mucho problema. Bueno, en realidad espero que sí, por haber capturado a mi Damien.
Momo se rio bajito.
—¿Pero se pasa?
—Se pasa, sí. Sólo dura un día, a la media noche de hoy se acaba.
Ambas respiraron aliviadas. Fue entonces cuando Venus se fijó con atención y vio bajo el pelo de Momo, que se había dejado suelto por una vez para ocultar sus orejas, los audífonos de Jirou.
—¡¿Esas son las orejas de Earphone Jack?! Entonces… —las miró a una y a la otra boquiabierta.
—¿Son novias?
Momo se atragantó con la saliva.
—Es que, si no lo son, deberían serlo. Porque son almas gemelas, mi singularidad no se equivoca.
—¿Almas gemelas? —preguntó Kyoka.
—Sí. Mi singularidad se llama Hilo rojo. Y lo que hace es que intercambia tu singularidad con la de tu alma gemela por un día. ¡Qué suerte que ustedes ya se conocían!
Las dos se sonrojaron y se miraron con una sonrisa.
—¡Sí son novias! Ay, qué bonito. —Aplaudió.
Momo carraspeó y buscó cambiar de tema.
—¿Sabes que después de ver a Demian debemos llevarte a tu casa, cierto?
La mirada de Venus se ensombreció.
—Lo sé. ¿Cuánto tiempo va a estar encerrado Damien?
—Aún no dan sentencia. Si tu padre retira los cargos de secuestro, lo más probable es que le den sólo tres o cuatro años.
—¿Y si no?
—No sabríamos decirte. Quizás el doble.
El labio inferior de Venus tembló, igual su mano. Tragó saliva con los ojos cerrados.
—Intentaré convencer a mi padre.
—Tengo una pregunta —dijo Momo—, ¿por qué todos decían que no tienes singularidad?
La sonrisa de Venus era triste, una lágrima le corrió por la mejilla.
—Cosas de mi padre. No quería que lo supiera nadie porque decía que era peligroso, que podían utilizarme. Además, fue mi culpa que papá y mamá dejaran de quererse.
Momo y Jirou se imaginaron qué había pasado: el poder de Venus se manifestó contra sus padres y resultó que no eran almas gemelas.
La llevaron con Damien, hablaron en voz baja un rato, ella lloró y él la trataba de consolar, con las manos aprisionadas. Se besaron al final.
Lograron sacar el libro del archivo y entregárselo, y la llevaron a la casa de su padre. Entre las tres consiguieron convencerlo de retirar cargos. Y cuando por fin regresaron a su casa —el papeleo y reporte del caso podía esperar—, estaban las dos agotadas. Se dejaron caer en la cama.
—Así que almas gemelas, ¿uh?
Jirou se acomodó para quedar abrazando de lado a Momo y recargó su cabeza en su pecho.
—Aunque no fueras mi alma gemela, te amo y no te dejaría por nada.
Momo la apretó contra ella con un brazo y con la mano libre levantó su rostro para besarla.
—Lo mismo digo.
Notas:
Otro fic cursi de ellas dos, pero I´m not sorry. Si adivinan al menos 3 referencias que no son de BNHA les regalo un drabble con el ship que quieran :3
