Naruto no es mío si no de Masashi Kishimoto.

Advertencias:

-Pareja Crack

Pareja principal: Gaara/Hinata

-*lalalalala (pensamientos)

-*lalalalala (diálogos y narración)

Gracias por adelantado por los reviews.

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La mañana no estaba siendo productiva, en lo absoluto, llevaba con el mismo pergamino dos horas. No había avanzado nada de trabajo, y éste no hacía más que seguir acumulándose en la mesa de su despacho en dos pilas de considerable altura. Hastiado, bajó el papel para suspirar en silencio y mirar por la redonda ventana de la oficina, no hacia más que leer el mismo párrafo una y otra vez.

Su cuerpo estaba presente físicamente entre esas paredes, pero lo que es su mente, estaba en otro lugar. O siendo más preciso y sincero, en otra persona, le era inevitable.

Un golpe, seco pero fuerte, hizo eco en la habitación, supo que era su hermano porque dicha persona no esperó a tener su autorización para ingresar. El rostro alegre de Kankuro aparición, más pronto se volvió un ceño fruncido al ver su mesa llena de trabajo. Era extraño en demasía ver la mesa del pelirrojo así de llena, Gaara era muy diligente y responsable con su puesto, da igual cuanto trabajo le trajeran a lo largo del día, la mesa nunca estaba lena de papeles o pergaminos.

Tomando asiento frente al escritorio, vio al inclinarse que todavía estaba con el mismo escrito que con el que se marchó antes de hacer sus rondas de la mañana por el pueblo. Estaba empezando a preocuparse, ¿Algo malo le ocurría la aldea y estaba tan preocupado que no podía concentrarse en el trabajo?

-Gaara, ¿Suna esta en problemas?

Al instante de escuchar eso, su atención fue dirigida al castaño con el entrecejo un poco arrugado.

-No, ¿Por qué piensas eso?

-Mira tu escritorio, nunca había estado así de lleno antes, y hoy parece un día tranquilo, es raro en ti.

Era preocupante si otro se había percatado de ese detalle, era cuestión de tiempo que se dieran cuenta de que hoy no estaba en todo su potencial. Su mente estaba entre sus sabanas de fresca tela de algodón blanco, en los recuerdos que ahora ahí residían. Si cerraba los ojos podían aún revivirlo vivamente, erizando la piel de todo su cuerpo.

Y como no abstraerse de esa manera de la realidad, hace siete días había llegado a una nueva etapa en su vida amorosa, esa que su hermano decía que le haría un hombre de verdad. Sí, esa conocida como acto sexual. Fue todo tan nuevo para una persona como él que hace poco se había abierto física y sentimentalmente con una mujer, jamás imaginó algo así, las emociones, las sensaciones, sonidos y olores, había sido indescriptible.

Su nombre siempre le fue indiferente, uno como cualquier otro, pero dicho en forma de suspiros por ella, jadeados en su oído mientras le arañaba la espalda, fue algo que derribó cualquier defensa que a esas alturas todavía quedara en su sistema. Cayó rendido y sin fuerzas sobre ella con una nueva perspectiva de la vida ante sus ojos.

Había caído adicto.

Desde esa noche no podía pensar en otra cosa que en el cuerpo desnudo de ella, con su largo cabello medianoche esparcido a su alrededor, en esas mejillas arreboladas contrastar contra el blanco inmaculado de las sabanas, esos grandes y brillantes ojos perlados nublarse de placer. En las bonitas y suaves curvas de su cuerpo cálido, hasta sus esbeltas piernas entreabiertas que custodiaban ese cálido lugar donde él tanto quería…

-¡Eh! -Sobresaltado, tuvo un respingo sobre la silla en la que estaba sentado cuando recibió un leve empujón en el hombro -Te estoy llamando desde hace rato, ¿donde tienes la mente hoy? Es obvio que no en tu oficina.

-No consigo concentrarme... como debería.

No era la primera vez esa semana que los recuerdos de su primera vez lo invadían con crudeza, en la oficina, en mitad de una reunión, incluso se había visto en el apuro de tener que ocultar la evidencia de su deseo revisando el avance de sus genin en la academia. Era imposible para él no tenerlo en la cabeza a cada instante, no tenia tregua.

-Ya se nota, ¿Te puedo preguntar por qué?

Su experiencia era poca, solo lo había hecho una vez, pero era obvio que su cuerpo le estaba gritando que quería experimentarlo de nuevo. Todas esas mañanas despertando duro en la cama con los brazos femeninos rodeando su espalda, cuando los recuerdos le llegaban a traición de la nada, alterando su tranquilidad con una subida de la libido.

Ahora la duda era, ¿decírselo o no a Kankuro? Compartían sangre, era su hermano, y como tal estaba al tanto de la promiscua vida que mantenía con algunas chicas de la aldea. Él mejor que nadie sabría como ayudarlo con su actual problema, no obstante, por eso mismo también tenia sus reticencias.

Resignado, decidió contárselo, al final de cuentas era el único en quien confiarle algo tan intimo en toda la aldea. No se atrevía a decírselo ni siquiera a su pareja, y eso que parte del problema era causa suya y de lo que habían hecho juntos. Que locura, incluso ahora estaba ansioso solo por rememorar como el cuerpo le ardía estando sobre ella.

-Hace una semana tuve mi primera experiencia sexual.

Una de las mejores experiencias, por no decir la mejor, de su vida debía admitir para si mismo.

-¿Enserio? Hombre, muchas felicidades -Se inclinó para revolver el cabello rojo del pequeño de la familia y enredarlo en el proceso -Pero eso no explica por qué estas tan distraído.

-Mi mente no puede dejar a un lado lo que sucedió esa noche, y mi cuerpo anhela repetirlo otra vez.

Los pequeños ojos castaños de Kankuro lo miraron como si hubiera dicho lo más tonto que escuchó en su vida, el colmo es que fuera de la boca de su hermano Kazekage. Quiso reírse, más sabía que eso no solucionaría nada y terminaría por molestar al pelirrojo. Por lo que haciendo acopio de toda su fuerza, intentó ser lo más racional y profesional posible.

-No se que quieres que te diga, pero está más que claro que si quieres hacerlo otra vez, simplemente díselo.

Si las miradas mataran, ya estarían organizando su funeral en la villa. Los ojos azules se clavaban como cuchillos afilados en su persona. Ya había olvidado de lo que era capaz de conseguir solo mirando a una persona sin parpadear.

-Kankuro no es tan sencillo.

-No, hermano, es tan simple como decirle "Hina, me gustaría hacer el amor contigo de nuevo" ¿Has sido capaz de liderar un ejercito entero, pero no puedes decirle eso a tu chica? Eso no está bien.

-Es tímida, no quiero que piense que solo la quiero por eso.

-Vamos a ver, Gaara, eres tú de quien hablamos -Se quitó el gorro para rascase la cabeza y pensar bien sus palabras – Sé tu pasado, el pueblo lo sabe, ella también lo conoce, comprende que siempre te ha sido difícil abrirte a otra persona por lo que has pasado, ve como te esfuerzas a pesar de lo que te cuesta. Créeme lo que sorprendió a todos cuando mostraste interés romántico por ella, sabe que tú no solo la quieres por el sexo.

No pareció muy convencido con el consejo y el rumbo que tenía la conversación. Le parecía la charla más sin sentido hasta la fecha, pero podía ver cuanto le preocupaba todo aquello. No le sorprendía, su relación sentimental le había abierto muchas puertas en su vida, consiguió cambiarle en tantos aspectos. Y uno no tenía que ser muy espabilado para ver cuan importante era ella en su día a día, solo hacía falta ver como se irritaba cuando ella discutía con él porque no quería mandarla de misiones y al final tenía que ceder a sus demandas.

Un hombre emocionalmente inestable, con un pasado trágico, muy enamorado. Una mezcla compleja.

-Bueno, si ves que no te sientes capaz de pedírselo con palabras ¿por qué no pruebas a hacerle una cena especial?

-¿Cena especial?

Un logro para si, el pelirrojo sintió curiosidad, tal vez las cosas se podrían solucionar después de todo.

-Leí hace un tiempo que ciertos alimentos ayudaban al apetito sexual. Tal vez si le haces una comida con ellos, ella se atreva a dar el paso primero cuando sienta deseo, me acuerdo de muchas de esas comidas ¿Qué te parece?

Como contestación a la idea, lo vio ponerle un folio en blanco y una pluma frente a él. Con una sonrisa orgullosa en la cara, no demoró en escribirle todo cuanto recordaba de aquel articulo, si esa tontería conseguía ayudar la carga de su hermano, bienvenido fuera. Además, la aldea necesitaba a su líder centrado, no con el pensamiento y el cuerpo caliente.

-Eso si, curratelo bien, no solo le pongas la comida sobre la mesa. Se romántico.

-Entiendo.

Dichosos los ojos que nunca pensaron ver a su hermano cachondo perdido.

.

.

Había terminado su largo día en el invernadero de la aldea, enseñando sus conocimientos en hierbas medicinales para sus ungüentos, cuando al fin llegó al pequeño apartamento donde se hospedaba. Tenía tantas ganas de darse una ducha caliente y ponerse su cómodo yukata para dormir, o al menos esos pretendían ser sus planes para la noche.

-¿Qué es esto? -Un camino de velas aromáticas encendidas le mostraba un recorrido hacia el baño, el olor a canela en la habitación fue relajante y bonito -¿Gaara?

No obtuvo respuesta, se quitó el calzado para ir cautelosa al cuarto de baño, encontrando la bañera llena de agua caliente, pétalos de jazmín y rodeada de más velas. Supo que fue él quien lo preparó al ver un poco de arena en el suelo. Estaba comenzando a inquietarse al ver todo el trabajo que hubo empleado en preparar todo aquello.

Se desnudó cautelosa y se hizo un moño desordenado alto antes de meterse en el agua, a pesar de la rareza de todo le fue imposible no suspirar de gozo al sentir sus músculos calmarse. Jugó con los pétalos pensando, ¿Era un día especial y no lo recordaba? No quería ser de esas personas que no recordaban los momentos importantes de una relación, peo hace un par de días que se encontraba bastante ocupada con los novatos del herbolario, no negaba que se hubiera perdido algo importante.

Salió de sus pensamientos al escuchar un par de golpes suaves en la puerta del baño, en dos segundos, gracias a su ojo blanco pudo ver que era el pelirrojo. Cerciorando que no se le viera nada, permitió su entrada con las mejillas encendidas, es verdad que la había visto sin ropa, pero fue en el calor del momento de aquella vez.

La vergüenza fue mayor al verlo entrar, tan tranquilo y serio como siempre, con una bandeja entre las manos en la que vio una copa de vino y un tarro de fresas e higos bañados en chocolate.

-Dime que no me he olvidado de algún acontecimiento especial entre nosotros.

-No has olvidado nada.

Un peso pareció caer de sus hombros ante su negación, por lo que ahora más relajada, se quedó en silencio mirándole a él. Gaara se sentó en el borde de la bañera, mirándola a los ojos al ofrecerle la copa de vino dulce y colocar unos rebeldes mechones que se soltaron de su peinado tras la oreja. La cara le cosquilleaba cuando le otorgó un tierno beso en la mejilla, cuando estaban a solas se volvía un hombre tan tierno y gentil que la dejaba sintiéndose una princesa.

Tímida, abrió la boca cuando le acercó una fresa bañada en dulce chocolate, rozándole los labios en un toque que se le antojó sensual. Se sintió tan bonita cuando no despegaba la mirada de sus labios al morder la dulce y jugosa carne, la miraba hambriento. No negó el beso en sus labios para limpiar los resto del jugo de la fresa y el chocolate, como tampoco cuando tomó ambos lados de su rostro y profundizó el toque.

Risa, feliz y cosquillosa, bañó las cuatro paredes del baño cuando hizo un camino descendente de pequeños bocados hasta su cuello. Cuando terminó, sus ojos violáceos se quedaron prendados de sus adustas y hermosas facciones. Que afortunada era.

Una esquina de una hoja de papel en el bolsillo de los pantalones masculinos llamó la atención, por inercia lo tomó con cuidado con la mano para no mojarlo demasiado. Al comprobar el contenido lo miró con una ceja alzada en gesto de duda, no se imaginaba eso.

-¿Alimentos afrodisíacos? -El silencio de su parte lo tomó como señal para continuar -¿Por qué?

Ya no sabía si el rubor era a causa del calor del baño, del beso anterior o de entender que significaba afrodisíaco. No sabía que decir, tenía tantos pensamientos a la vez que no lograba ordenarlos.

-No puedo concentrarme en el trabajo, no puedo parar de recordar esa noche, el cuerpo me arde cuando pienso en ti.

-Oh, ya veo.

El pecho y los muslos le palpitaron cuando lo escuchó reconocer que sentía tal deseo por ella, el cuerpo comenzaba a subirle de temperatura, incluso la cabeza le daba vueltas. Sabía a que noche se refería con exactitud, era la misma que también había invadido su cabeza unas cuantas veces esa semana también.

Su primera vez.

-Kankuro me dio la idea cuando se enteró de mi problema, pensé que tal vez, esto haría que...

-¿Quisiera hacer el amor contigo de nuevo? -Asintió - ¿Por qué no me lo has preguntado antes?

-No quiero que pienses que solo te quiero por eso, esto es algo nuevo para mi y no sé que hacer, no quería equivocarme y que te enfadaras.

Se le aceleraron los latidos del corazón, era como un ciego sin basto, temerosos de dar cualquier paso por temor a que encontrar o suceder. Solo tenía miedo de confesar que la deseaba, que quería estar con ella, que ansiaba su compañía de forma intima como no le había permitido a otra persona.

Perdiendo vergüenza, se alzo del agua un poco, importándole un bledo exponer su mojada desnudez a sus ojos. Sonrió tocándole la mejilla con ternura.

-No tienes que hacer esto, cuando sientas ese deseo, cuando quieras estar conmigo, solo dímelo. No me voy a enfadar, soy tan nueva como tú en esto, aprendamos juntos, ¿vale?

-¿Puedo preguntar cuando quiera?

Se agachó para quedar a su altura, con las rodillas en el suelo, dejándose acariciar con mimo por parte de ella. Siempre tan gentil con él.

-Claro.

-¿Podemos hacer el amor ahora?

El rojo tiñó sus mejillas por su inocente franqueza.

-Sí, podemos.

-¿Y mañana y pasado también?

Fue imposible no reír al escucharlo.

-Gaara, entra conmigo en el agua ya, hablaremos de mañana después.

Suna al fin tendría a su Kazekage centrado.

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Buenos días, tardes o noches queridos lectores, aquí me encuentro de nuevo con está nueva y corta historia.

Está pequeña trama se podría decir que es una continuación de mi anterior one-shot "LLuvia en corazón de arena", porque se me ocurrió pensando en ella. Espero que os guste a pesar de lo corto que al final ha quedado.

Hasta la próxima historia.