Las dinámicas del deseo


Advertencias: two-shot canon divergente, se ubica en Shippuden. NaruSasu. Angst y pensamientos destructivos. Final feliz. Sasuke's POV en la primera parte.

Notas de Autora: escribí esto en diciembre de 2020 pero vieron cómo es mi velocidad de publicación :v bueno, se trata del primer premio por mi último concurso de dibujo (si no se enteraron, pues, lo hice en mi página de Facebook, que les sugiero seguir). La ganadora fue la artista Nazu_art, cuyo arte es bellísimo, les recomiendo enfáticamente que visiten su página. Nazu además ilustró la portada, que pueden ver en Wattpad y Facebook. Le agradezco por eso y por la idea que me propuso para el premio. Ahora sí, ¡que lo disfruten! ¡Y no olviden dejar algún comentario!


Parte I. Quiero que me toques


Quiero que me toques.

Mientras caminamos por el bosque, rumbo a la próxima ciudad, Suigetsu, Jūgo y Karin pretenden establecer un diálogo conmigo. Yo ignoro por completo a mis compañeros. Solo quiero que me toques.

Con el murmullo aburrido de mi equipo de fondo, mi mente vuela hacia nuestras peleas cuerpo a cuerpo, la sensación de tus manos sobre mí, el modo en que nuestras pieles se rozaban. Recuerdo nuestros rostros demasiado próximos, el cosquilleo de tu cabello en mi frente y el brillo fiero de tus ojos clavados en los míos.

Quiero volver a sentir eso, es un deseo infantil del que me avergüenzo pero es difícil deshacerse de él. Quisiera tener una excusa para verte y golpearte, rodear tu cuello con mis dedos… metértelos en la boca, no dejarte hablar —no quiero que digas nada, no quiero que preguntes—, que me muerdas con furia y tus pupilas brillen como lo hacían antes. Tiempo atrás. Años.

Qué humillante tener semejantes pensamientos. Es todo culpa de los malditos sueños. Me despierto agitado y húmedo. Apareces de la nada, como la última vez que te vi —aunque debes de verte muy distinto ahora—, y… no es, aquello, precisamente una pelea. Esas cosas no me interesan pero no soy tonto, sé de qué se trata. Sé lo que queda implicado en nuestros gestos, nuestra respiración, nuestra desnudez. Odio soñarte.

Confiaba en el simple paso de los días pero tus visitas oníricas me impiden olvidar. Alzo los párpados y en las palmas aún percibo tu cintura, los músculos de tus piernas, los dientes que me has clavado en los momentos de mayor desesperación. Por el bajo vientre me repta una avidez difícil de controlar. Si estoy solo, trato de aliviarme rápido, sin pensar en nada, concentrado en la experiencia física. Luego me lavo con abundante agua, cambio las sábanas, abro las ventanas. El asco perdura en mí por horas. Si no estoy solo, aprieto la mandíbula y aguanto. Aguanto el incesante y absurdo griterío en mi cerebro: "quiero que me toques".

Hoy es una de esas ocasiones. Nos levantamos en la madrugada y desde entonces todo el equipo Taka y yo marchamos. Antes de partir, apenas tuve el tiempo de darme una ducha fría para disimular el fuego de mi cuerpo. Estamos en constante apuro. Hay que ir aquí y allí, vigilar, atacar, seguir rumores que no llevan a ningún lugar, regresar, entrenar, prepararnos… una lista de acciones que se repite de mes en mes, siempre lo mismo. Nada de esto logra distraerme, nada apaga los recuerdos y las ansias. Tu sonrisa se ve clara en cualquier lugar al que mire. Tu ceño fruncido. Tu reproche.

"Por qué te fuiste, Sasuke. Por qué me abandonaste".

Sin signos de pregunta porque no me permitirías contestar. Me harías ahogarme en tus iris azules, en silencio, mi boca sellada por la eternidad porque no hay respuesta posible. No te abandoné. Te llevo conmigo adonde sea. No tengo otra opción.

Por la noche, aún el deseo se formula transparente en mi corazón. Quiero que me toques. Como una espada, me atraviesa y me inflige un daño incalculable. Mis órganos se agitan en el dolor.

Así es y así seguirá siendo cada vez. Me pregunto si se acabará cuando pueda por fin matarte. Cuando te supere. Lo dudo. Nada me sostiene más que el odio y este lazo que nos ata es parte de eso. ¿Cómo seguiría adelante sin esta capacidad de aborrecimiento? Y es este violento anhelo por tu calor lo que, a cada instante, me facilita odiarme por completo.

Me hundo en la nada, acunado por el miedo que reposa en el fondo de mi cabeza: ¿qué ocurrirá cuando, en efecto, me toques? ¿Arderá mi carne hasta despedazarse después de tan larga espera? ¿Me vencerá el ansia que hasta ahora he conservado dentro del borde de mí y finalmente se expandirá hasta derramarme sobre tu tonto rostro? Debo guardarme en esta soledad y esperar. Esperar, sí, que nunca, que jamás vuelvas a tocarme.

* * * FIN PARTE I * * *