Disclamer: Los personajes de Harry Potter pertenecen a J.K. Rowling. Este pequeño Ronco sale de mi mente.


Ese día era una mierda total, no recordaba haber tenido un peor día que ese en toda su vida, y no es que su vida hubiera sido muy fácil que se diga. Pero definitivamente ese día había ganado por mucho a todos los demás.

Si lo veía en retrospectiva desde que el primer rayo de sol entró por su ventana ya todo se había vuelto un asco. Odiaba despertar temprano, pero la cortina entreabierta permitió la entrada del puto rayo solar hasta su rostro. Maldiciendo al sol, las cortinas y las ventanas, se levantó de la cama encontrándola vacía; segundo indicio de mal día. ¿Dónde estaba Hermione?

Su, hasta ese momento, novia se encontraba esperándolo en la isla de la cocina, con una taza de café entre sus manos. Por la postura de su cuerpo y el leve temblor en sus manos, Ron supo que no era su primera taza, seguramente ya sería la quinta. Se acercó a ella despacio no queriendo asustarla con su presencia, que Hermione estuviera así no era nada bueno. La mujer subió su vista hacia él, mostrando unas enormes ojeras rojas bajo sus ojos. Hermione Granger se había vuelto aún más hermosa luego de Hogwarts, por lo que Ron no dudó ni un segundo en declararle su amor, no podía esperar a que alguien más la conquistara; sus ojos marrones se habían vuelto más serios y suspicaces, su cabello por fin se había vuelto moldeable, su rostro se había perfilado hermosamente dejando relucir toda su gracia y belleza. Él no podía estar más que complacido de estar con una mujer tan inteligente, hermosa y apasionada.

Pero en ese momento Hermione lucía desdichada, triste, nerviosa, y desconsolada. Él no quería verla así.

—Hermione, amor… ¿Estás bien? —dijo con calma acercándose a ella, trató de tomar su mano, pero ella no se lo permitió—. ¿Qué sucede?

—Terminemos, Ronald —dijo ella al borde de las lágrimas.

—¿Qué? ¿Por qué? —Fue lo único que salió de sus labios, estaba totalmente desconcertado, nunca se habría esperado aquello.

—Lo siento, Ronald —La castaña rompió en llantos desesperados, por lo que Ron terminó de llegar hasta ella y la abrazó—. Yo… Yo me enamoré…

—¿Qué? ¿De quién? —La mente de Ron estaba al borde del colapso, no sabía si estar triste, furioso, o preocupado. Lo que sí sabía es que no podía dejar a Hermione en ese estado, aunque no tuviera ni idea de cómo reaccionar. La atrajo hacía sí y la abrazó con fuerza.

—No importa… Yo… Yo te engañé, Ron… Quise detenerme, no dejarme llevar, pero es la primera vez que no pude pensar con claridad, no sabía que yo podía ser así, no sabía que podía ser así de libre estando con alguien.

—¿No eras libre a mi lado? ¿No eras feliz?

—Lo era, claro que era feliz. Pero no era totalmente libre ni totalmente feliz. Solo que no lo sabía, y ahora que lo sé no puedo evitar desear más, desear algo que tú no me das… Te amo, siempre te voy a amar, pero…

—No digas más —pidió el pelirrojo con voz ahogada, porque las palabras de la chica le rompían el corazón, lo hacían sentir pequeño, diminuto e inservible, y hacía mucho tiempo que Ron no se sentía de esa manera; incluso pensó que jamás volvería a sentirse así, que fuera Hermione la que precisamente la que lo volviera a llevar a ese estado tan lamentable dolía más de lo que pudiera describir.

Decidió ir al trabajo cuando la castaña estuvo mejor, quedaron en que se mudaría ese día, él hubiera querido hablar más con ella, pero ella prometió cenar con él luego de que estuviera instalada en su nueva casa, llevaría a la persona que la había enamorado, petición de Ron quien juró comportarse y no ser grosero con quien quiera que fuera.

Salió de su casa rumbo al ministerio con un humor de los mil demonios, no quería ver ni hablar con nadie, así que decidió presentarse en la oficina de aurores y luego se escabulliría hasta el cuarto de archivo con cualquier excusa, y quedarse el día entero allí encerrado.

—¿Estás bien, Ron? —inquirió Harry al verlo entrar a la oficina, ¿acaso no había dicho que no quería hablar con nadie?

—Estoy bien —gruñó más fuerte de lo que hubiera querido, lo que causó que su amigo levantara las cejas preocupado—. Solo pasaron cosas, luego hablamos, ¿sí? Necesito pensar.

—¿Tan grave? —El intento de broma por parte de su amigo murió con una sola mala mirada del pelirrojo—. ¡Oh! Luego hablamos entonces.

—Gracias —dijo sincero. Fue hasta su escritorio con prisa, esforzándose porque nadie le prestara atención. Escribió una nota indicando que estaría en el archivero toda la mañana y partió con dirección a la soledad de la sala.

No había dado ni dos pasos cuando su jefe lo llamó, y el día apenas iba comenzando. La cabeza de Ron estaba a punto de estallar en pedazos muy pequeños, haciendo un enorme desastre en el proceso, no quería saber nada más de nadie, solo quería que lo dejaran en paz.

—Hay una misión para ti —dijo Parker, el nuevo jefe de aurores.

Ron se preguntaba cómo demonios es que él se había convertido en jefe de aurores, ni siquiera se lo imaginaba como auror. Parker era un hombre bastante guapo, de unos treinta y tantos, ojos de un intenso color ámbar, cabello negro muy espeso, e incluso su rostro parecía esculpido en cerámica. Ron siempre había querido partirle la cara, solo por el placer de hacerlo. No es que no lo respetara, el hombre era muy bueno haciendo todo el trabajo de oficina, pero parecía más un estúpido modelo que un auror.

—¿Una misión? —repitió Ron solo para frenar sus pensamientos con respecto a romperle la cara a su jefe.

—Sí, Weasley, una misión —repitió el hombre con lentitud mientras se apretaba el puente de la nariz, seguramente pensando lo mismo que Ron: ¿Cómo es que este imbécil logró convertirse en auror? Mutuo sentimiento, mutuo odio—. Ven a mi oficina, por favor.

Ambos hombres caminaron en silencio bajo la atenta mirada de Harry, era extraño que enviaran a Ron solo a una misión, casi siempre los enviaban juntos.

—Cierra la puerta, por favor —indicó Parker políticamente, Ron obedeció y tomó asiento frente al hombre—. Weasley, la misión que voy a confiarte es ultrasecreta, ni siquiera puedes hablar de ella con Harry.

—¿Qué es lo que debo hacer?

—Cuidar a un testigo —contestó su jefe con mucha seriedad—. Debes irte a vivir con este testigo a un lugar apartado en el mundo muggle, sé que no eres el mejor en este campo, pero sé, aunque me cueste admitirlo, que eres el mejor estratega del departamento. Debes brindarle protección a la vez que armas un plan para atrapar a quienes persiguen al testigo.

—¿Quién es el testigo?

—Draco Malfoy.

—Me voy…

—Weasley, esta no es una pregunta, te estoy dando una orden. —Ron jamás había escuchado la voz de Parker siendo tan autoritaria, ni siquiera pensó en que el hombre pudiera hablar de tal manera.

—¿Por qué yo?

—Ya te lo dije: necesito al mejor estratega —replicó el hombre perdiendo la paciencia—. Mira, Weasley, desearía, de verdad desearía, tener a cualquier otro, cualquiera que no seas tú. No me agradas y yo no te agrado, no es ningún secreto para nadie, pero el trabajo es el trabajo. Necesito al mejor.

—Malfoy y yo nos mataremos en un día, olvídelo, en una puta hora.

—Cuida tu lengua, Weasley, estás ante tu superior.

—Superior mi trasero…

—Si lo estás haciendo para fastidiarme, no funcionará. Harás este trabajo y lo harás bien. ¿Entendido?

—Pero…

—¿Entendido?

—Sí, señor —aceptó con la mandíbula apretada de furia, quería gritar y lanzar objetos a las paredes como un niño berrinchudo, pero sabía bien que no podía hacer eso.

—No destruirás mi oficina —dijo Parker con seriedad—. Puedes marcharte por hoy, veo que no estás en tu mejor momento y solo será peor para todos, volverás mañana a primera hora para reunirte conmigo y Malfoy, te daré las indicaciones necesarias y luego partirás. Recuerda que nadie puede saber nada de esta misión, solo di que tienes una misión en el extranjero, pero que no sabrás nada hasta que estés allá.

—Sí, señor.

Ron prefirió hacerle caso a Parker y marcharse a cualquier lugar, ¡vaya día de mierda! Lo peor es que apenas estaba comenzando, no quería saber qué otra cosa le tenía deparado. Así que se le ocurrió que lo mejor que podía hacer era irse a la playa cerca de la casa de Bill, sabía que Fleur estaba en casa con los niños, pero también sabía que él nunca le había caído bien, así que pensó que ir sería buena idea, grave error.

Victorie se había caído por las escaleras así que Fleur, quien sabía muy bien que él estaba cerca desde que llegó, lo obligó a cuidar de Dominic, quien solo contaba con menos de un año de nacida. La experiencia fue terrible, dejando al pelirrojo con un gran trauma con los bebés; la niña lloró todas las dos horas que había estado con él, vomitó se retorció y no hizo más que aumentar su terrible dolor de cabeza.

—Debo irme —anunció apenas llegó Fleur, cuando colocó a la pequeña niña entre sus brazos dejó de llorar de manera automática. Eso definitivamente lo había hecho a propósito.

—Merci, "Gornald" —dijo la rubia con sinceridad—. De "vegdad" no tenía a nadie más "paga llamag".

—No te preocupes, sé que no era tu primera opción.

—"Clago" que sí, tonto —La rubia rio con ternura—. Déjame invitarte a cenar y a Hermione.

—Hoy tengo una cena con ella y un amigo, pero para la próxima será.

—Me "encantagía".

Ron finalmente pudo librarse de su cuñada, pero no de su mal humor. Era cierto que tendría una cena con Hermione, pero su "amigo" era su nuevo novio, el hombre por el que lo había dejado. No sabía ni por qué le había pedido conocerlo, pero suponía que debía darle su aprobación, Hermione se veía realmente feliz con esa persona. "Completa" según había dicho ella misma. Solo tenía curiosidad por saber quién era él, solo eso. Además, se sentía con el derecho de saber quién le había robado el amor de la castaña y cómo.

Pero nada lo preparó para la horrible verdad. Cuando llegó al restaurante encontró sentada a la mesa a Hermione, y a su lado nada menos que Pansy Parkinson. Sí, ese día había sido una mierda.


Fin del capítulo!

Debía escribir un Ronco y por eso aquí estoy! Ya la trama está armada y será de pocos capítulos! Quiero escribir un Ronco creíble y hermoso porque me enamoré de esta pareja! Creo que ellos juntos serán puro fuego y pasión.

Espero que lo disfruten tanto como yo.