Habían pasado diez días desde su inesperada he imposible llegada a este lugar…
Bueno, decir que había llegado sería erróneo pues el término más adecuado para su situación debería ser "arrojado a su suerte en un sitio donde tenía todas las de perder y morir tan fácil como estornudar o peor" pues, dado como estaba su situación, sin importar desde el ángulo que se molestara en ver las cosas, todo era horrible. A veces durante algunos periodos de tiempo en los cuales su mente espaciaba no podía evitar pensar que muy probablemente una deidad superior gozaba de todo lo que le causara pesar, de otro modo su mente no podría encontrar la respuesta a lo que sea que estuviera viviendo en ese momento.
Los demás podrían catalogar su forma de pensar como patética y llena de excusas para no enloquecer y suicidarse en un arranque de locura, pero no apostaba por eso último puesto que si no llegaba a malinterpretar toda su… situación, no estaría de más pensar que perder la cabeza era algo tan arraigado y profundo en su ser que podría llegar a dictar parte de su conducta, ha, las alegrías de la vida…
Si claro, como no… no era una persona dramática pero tampoco podía evitar derramar todo su sarcasmo en esa última parte. Seriamente…
¿Quién diablos aparecería de la nada en medio del inmenso desierto y bajo el extenuante sol?
Por si eso no fuese poco, había caminado sin parar durante todo el día, sin el respiro en una agradable sombra, sin agua y para rematar, el problema mayor de un encogimiento severo junto a lo que sea que haya causado que repentinamente su cabello creciera hasta su trasero con un cambio de color radical… ves, la vida apesta.
De todos modos, tenía días caminando por un desierto que hasta el momento no parecía tener fin, ya tenía suficiente por la severa deshidratación y el hambre. Había aguantado formidablemente sobre la adversidad, pero tenía límites humanos…
¡Él era de carne y hueso por el amor de Dios!
Todavía no podía explicar cómo diablos era posible que siguiera caminando, es decir, no es que fuese una persona débil, pero para alguien que nunca estuvo en algo ni de cerca a esto, debió caer sin fuerzas o voluntad para no dar otro paso más hace tiempo. Ya sea el extremo calor, los cambios de temperatura cuando caía la noche, la deshidratación, sed o hambre, cualquiera de esas cosas debió acabarlo de manera indiscutible. El hecho de que su cuerpo también parecía haberse encogido tampoco ayudaba, pero de igual manera, por más ridículo que sea el pensamiento, tal cosa le ahorraba algunas energías, a menor peso menor esfuerzo y dado que no tenía su tamaño, al menos el que consideraba normal, tampoco quemaba tantas calorías.
Lo único que lo mantenía con vida era su grasa corporal, el cuerpo podía durar varios días sin comer, pero con la deshidratación… bueno, solo digamos que si no encontraba agua pronto sus restos mortales acabarían pudriéndose bajo el implacable sol y sumergido en las dunas de arena.
Dios, su cuerpo se sentía más pesado con cada paso que daba, su garganta estaba seca y a pesar de que aún seguía caminando solo podía abrir sus ojos cada cierto tiempo debido a lo agotado que se sentía, eso y que tenía que hacer el esfuerzo por si lograba encontrar agua o sombra… o un malito lugar olvidado por Dios para recuperarse un poco.
¿A quién diablos trataba de engañar?
La verdadera razón por la que caminaba con los ojos cerrados era para evitar volver a caer en los fugaces arrebatos de falsas esperanzas proporcionadas por los espejismos en su ya gran desesperación. De ahí la verdadera razón de su sonambulismo, también había otra cosa que le molestaba o que más bien, le estaba preocupando bastante. Era su forma única y personal de catalogar cuan cerca estaba de desfallecer, podría llamarlo desagradable, pero eso sería una mentira bastante hipócrita, en vez de eso, optó por catalogarlo como un cosquilleo o una sensación de calidez bastante única.
¡Meh!
Diversas maneras de morir, diferentes nombres para describir, algo así como los gustos y los colores. Realmente no podía explicarlo y por ello culpaba a este maldito desierto de mierda.
Entonces, para estas alturas cualquier persona normal trataría de orientarse con lo único que tenía en abundancia, el inmenso he implacable sol o las constelaciones cuando tenía un respiro en las noches. En primer lugar; estaba perdido en un sitio en el cual nunca había puesto un solo pie. Segundo; ya lo había intentado sin ninguna clase de éxito pues aún seguía vagando en arena y más sol por lo que ni siquiera sirvió de ayuda. Tampoco reconocía las constelaciones, técnicamente dependiendo de donde se encuentre y según la época del año uno tendría más facilidad para lograr ubicarse, pero estaba lejos de ser el mejor rastreador del maldito planeta, estas formaciones de estrellas eran completamente diferentes a las que conocía o eran otras.
Lo único que prácticamente podía hacer era tragarse todo su disgusto mientras seguía caminando en la dirección que le apeteciera, a siegas, mientras maldecía mentalmente a cualquiera que fuese responsable de todas sus molestias, por eso pensaba que por el momento su vida apestaba como el calcetín más apestoso de todas las pestes.
Siguió haciendo la misma cosa desde su "llegada" al desierto, caminar y seguir caminando incluso si su cuerpo le decía que tomara un descanso y se recostara en la arena caliente, pero ese sería un error el cual no estaba dispuesto a cometer. Si cedía a las necesidades mundanas de su cuerpo, sabía con certeza que jamás volvería a levantarse porque incluso una vida con dificultad era mejor que una muerte fácil y complaciente.
Por eso mantuvo su ritmo que, aunque lento y lamentable era firme y seguro, en cuanto al dolor y los malestares solo servirían para recordarle que aún estaba con vida y rendirse no era una opción. Incluso cuando en uno de esos intentos al abrir los ojos nuevamente vio lo que debería ser alguna clase de espejismo distante. Su mente, aunque confundida aun lo empujaba a seguir caminando a ese lugar. En este punto ya no le importaba si era otra ilusión y su conciencia, la cual era su único punto fuerte también le seguía jugando malas pasadas, para él, ese detalle ya no tenía sentido, su único propósito era sobrevivir a toda corta, solo tenía que ir allí porque irónicamente el supuesto espejismo en palabras de un poeta demente, lo llamaba como si de una gran luz se tratara y él fuese una polilla. Para cuando volvió a parpadear notó que la ilusión de alguna manera se estaba volviendo mucho más compleja y a medida que se aproximaba no sabía que diablos podría ser, pero unos cuantos parpadeos más y también tiempo, pudo comprender que se trataba de algún tipo de estructura parecida a la roca.
De hecho, la ilusión había permanecido por más tiempo de lo que había dado crédito, con nada más que arena por todas partes lo único que realmente destacaba era el pedrusco gigante con forma de montaña, pues esa descripción iba cambiando a medida que notaba los detalles de la misma, además, por alguna razón que no podía explicar, la cosa era cada vez más llamativa, no solo en aspecto, sino, como algo que era "raro"
Había algo llamativo en toda la maldita roca… ¿Talvez ya comenzaba a enloquecer y recién se había dado cuenta? Ciertamente eso podría explicar su actitud sínica junto a los delirios de no estar siendo engañado por otro espejismo.
También hubiese anotado demencia severa he irreversible en su ahora pequeña agenda imaginaria, pero demencia o no, nada que no fuese auténtico podría emular todo de forma tan real, aunque, si no fuese por las ramificaciones de estar hambriento y sediento por días categorizaría las discrepancias como signos de locura extrema sin remedio. Ciertamente tenía mucho de donde tomar, pero el sol y el frio o el dolor eran factores demasiados contundentes para engañar la realidad, además, mientras saliera de todo este embrollo no le importaba.
Así que, una vez que se encontró lo suficientemente cerca a la gran roca para notar que en realidad era una especie de muralla sus esperanzas se dispararon hasta las nubes. Su visión podría estar borrosa y ciertamente estaba agotado, pero incluso casi noqueado podría decir cuando algo tenía signos de ser una construcción artificial o no y estos grandes muros definitivamente tenían detalles hechos por el hombre, lo que en consecuencia significaba que las murallas resguardasen personas dentro, civilización y por ello agua y comida.
Incluso esta extraña sensación del cual no tenía nombre para decir qué diablos era, parecía estar de acuerdo con él porque a medida que estaba más cerca de los muros esa cosa llamativa era cada vez más y más notable, como si hubiera muchas de ellas allí dentro. Para cuando estuvo lo suficientemente cerca notó que las murallas estaban divididas en un estrecho hasta la cima, pero lo más importante eran las siluetas ligeramente notables y pudo comprender que eran personas, por lo tanto, cuando estas personas a penas visibles por su pésima condición física le gritaron desde la lejanía trató de responder con alguna clase de grito y pedir ayuda, pero lo único que resultó de eso fue un dolor tan fuerte en su garganta que, tras toser violentamente el sabor metálico se expandió por todas sus papilas gustativas.
Por un momento no entendió ni una palabra de lo que decían, ciertamente estaba en ese grado de condición donde cualquier cosa dicha era inútil, su cuerpo estaba tan desgastado que incluso sus funciones auditivas estaban colapsando y lo único que escuchaba eran galimatías lejanos con un eco amplificado que, hacia todo confuso, además, sentía que todo daba vueltas y no podía permanecer un solo segundo más sobre sus propios pies, esto último lo obligo a caer de rodillas, pero aún estaba consiente.
Podía ver y escuchar brevemente como estas personas iniciaban una especie de discusión, de hecho, no le sorprendería si él fuera la causa. Al final lo que parecían ser un grupo de hombres y una mujer joven decidieron derramar algo sobre su mano y luego acercarla a su nariz para que pudiese identificar el líquido que descubrió como agua.
Extendió su mano mojada a la silueta con algo en sus manos, muy probablemente quien tenía el agua para poder pedir un refrescante trago, fue el trago de agua más gratificante de toda su vida y graciosamente no pudo evitar pensar que a pesar de su falta de sabor el líquido de gusto simple era la mejor cosa que pudo probar.
Bebió tanto como pudo hasta que no quedó una sola gota y probablemente fue debido al caso que pudo parecer desde un punto de vista ajeno al suyo, es decir, para todos los involucrados sus intentos de aferrarse a la vida debió parecerles algo infantil o tal vez solo fue pura lástima al pobre desgraciado en sus últimos momentos antes de ser acabado por el desierto.
- Enserio. Tómalo o déjalo, pero decídete de una maldita vez. Si sigues con tus dudas espantarás mis clientes. Además. ¿No tienes una misión o algo?
- Mira, sé que tus etiquetas explosivas son buenas pero tus precios son ridículos, con estas cosas tan caras serás tú misma quien ahuyentes los clientes. Simplemente lo qué pides es un chiste que definitivamente no es gracioso, tu producto es incluso más caro que los de Konoha, por el amor de Kami.
- Puede ser, pero esto se trata de calidad/Precio, estimado cliente. Mi trabajo es caro porque es mejor y es mejor porque es superior a las migajas que hay en el país del fuego. Si aún se encuentra mis precios injustos y duda de mi trabajo entonces puede pedirle sus etiquetas explosivas a alguien más, oh, pero espera… olvidaba que actualmente mi trabajo es el mejor del mercado que tiene Sunagakure o incluso Konohakure, con todo esto dicho, si sigue insistiendo puede pedirle sus próximas compras a Jiraya de los Sannin que es en mi humilde opinión el único que podría crear algo tan perfecto como lo que tengo para ofrecer. Ahora compre algo o márchese, arruina mi negocio con sus comentarios negativos, shu, shu. – finalizó de forma despectiva apara ahuyentar al molesto comprador.
- ¡Tsk! – chasqueó la lengua el cliente para expresar su molestia al ver que no pudo regatear. – Bien, bien. Me llevaré tres, pero insisto en el descuento, llevas aquí más de cuatro meses y he sido un cliente regular en este establecimiento ¿No crees que eso debe contar para algo?
- Claro que sí. Tú me agradas, pero si comienzo a darle descuentos a todos acabaré en la ruina y no queremos eso ¿Verdad? – finalizó para tomar los billetes y entregaba sus etiquetas explosivas, algo de lo que estaba bastante orgulloso y no le molestaba mostrarlo al presumir de manera altiva cada vez que podía. – que tengas buena suerte en tu misión, Higashi-kun.
- Si bueno, también te deseo prosperidad para tu negocio, nos veremos luego, rojo-chan.
Una vez finalizada su última venta estimó que había ganado lo suficiente como para finalizar sus ventas del día y serrar su "establecimiento" que consistía solo en una pequeña caja para sentarse tomando su posesión en sus manos para pasear un rato por la aldea oculta. Para resumir; estaba en el universo de Naruto, en la línea de tiempo del Canon y en la aldea de la arena con un cuerpo infantil.
Muchos en su lugar se preguntarían cómo diablos esto siquiera era posible, hasta donde sabía Sunagakure no Sato solo era un lugar ficticio, pero al igual que el resto del desierto fuera de la aldea todo era tan real como cualquier otra cosa en su vida antes de acabar donde ahora estaba. La única manera de definir su condición era que había sido transportado allí en un cuerpo mucho más joven y diferente, para todos los estándares recordaba que definitivamente debería tener más de casi dos metros de altura, una cabellera costa y oscura acompañado con una piel morena pero irónicamente ahora las cosas eran diferentes. Su nueva apariencia consistía en una melena larga y rojiza, piel bronceada y ojos lavanda floral, todo un descubrimiento la verdad y si le sumaba el hecho de que aparentemente este cuerpo era infantil acabaría siendo un desconocido hasta para sí mismo.
Sin embargo, el factor determinante que finalmente lo sacó de cualquier duda alguna fue el uso del Chakra, algo tan maravilloso y aterrador, un poder a la disposición de todo aquel que quisiera por el mero hecho de vivir o existir, la maldita cosa era tan increíble que con suficiente de ella teóricamente todo era posible. Eso incluye por supuesto algunas hazañas increíbles que para estas personas eran insignificantes o mundanas, la cosa era capaz de otorgar una destreza más allá de los límites posibles y estas personas gozaban de ello con beneplácito subconsciente.
Pero volviendo a la cuestión, había visto uno que otro de esos robots japoneses por internet, pero aquí, en esta aldea usaban el concepto como si se tratara de freír papas cuando creaban los infames títeres ninja. También eran capaces de doblegar los elementos de la naturaleza a voluntad a través de los jutsus o la diversas formas en el arte shinobi, sin embargo, a pesar de que eran capaces de hacer muchas cosas impresionantes eran poco eficientes en el arte del misterioso Fuinjutsu y por alguna razón para su suerte era capaz en esa área.
Tenía algunas sospechas de las causas posibles, pero aún no podía decir que era por alguna razón en específico, hasta donde sabía Gaara, el hijo del actual Kazakage, era pelirrojo al igual que Sasori, por ello no sacaba conclusiones precipitadas. Por ahora solo podía sobrevivir como pudiera, nadie le daría un trabajo a un niño extranjero que parecía no tener más de cinco años y tenía que comer. Por lo tanto, ante su evidente falta de preparación en todas las formas posibles la única alternativa viable era producir dinero en algo que fuese lo bastante constante y fácil para tener ingresos similares a un trabajo y dado que no podía ser ninja, al menos no aun, no sabía ninjutsu. Nadie, absolutamente nadie le enseñaría eso, su cuerpo tampoco estaba en sus óptimas condiciones, vagar por el árido desierto había dejado sus consecuencias, además, seguía siendo un mocoso, eso dejó fuera cualquier clase de trabajo físico, porque nadie lo tomaría enserio.
Prácticamente, su forma de catalogar las artes ninja eran iniciando con tres pilares donde estarían el Genjutsu, Taijutsu, Ninjutsu y Fuinjutsu, de los cuales se ramificaría todo lo demás. Entre todo el repertorio que este mundo tenía para ofrecer, la única vía posible era el Fuinjutsu, no necesitaba requisitos a excepción de su Chakra, el cual por alguna razón despertó mientras vagaba desesperadamente en el desierto, podría intentar con el Genjutsu pero dada la anormal cantidad de Chakra a su disposición era imposible, todo por culpa de su pésimo control sobre este.
Entonces así era como estaban las cosas, al final resultó que gracias a lo que ya sabía sobre una serie que disfrutó como pasatiempo pudo tener una idea de donde estaba parado y que hacer. También ayudaba mucho tener la noción de como funcionaban las leyes naturales de este universo, de ahí su éxito en el uso de los sellos, de momento sus sellos eran únicos y eso era por el hecho de que los kanjis genéricos estaban en letras latinas, que eran completamente ajenas a cualquier alfabeto existente. Era como su marca única en cada trabajo. Por cierto, ya que hablaba sobre el alfabeto, resultó que de alguna manera misteriosa por la cual no podía entender su comprensión de la escritura y el lenguaje eran precisos. Realmente no sabía cómo era posible, nunca estudió Japones o cualquier otro dialecto asiático, pero de la misma forma en la que había sido arrojado a este mundo, también ganó el entendimiento del idioma, eso para su suerte fueron puntos cubiertos de inmediato.
Al menos quien sea el culpable de su "viaje" tenía el sentido común de darle la habilidad de comprender la escritura y el lenguaje, de otro modo moriría en poco tiempo.
Como decía, es verdad que gracias a sus conocimientos previos era bueno en el arte del sellado y posiblemente brillaría en todo lo demás cuando se encontrara lo suficientemente familiarizado, pero eso no era suficiente para crear una etiqueta de la nada, para llegar a crear una primero tenía que ver cómo era el funcionamiento, es decir, su creación, el mecanismo y posteriormente detonación. No fue tan difícil, teniendo en cuenta que los shinobis locales eran en su mayoría practicantes del uso de las marionetas, debería encontrar muchas de esas cosas por todo el lugar, solo tenía que ser astuto y observador, y poco tiempo después, no más de unas horas encontró una etiqueta explosiva perdida en la arena.
Para resumir, los ellos eran un papel al cual se le inyectaba Chakra con palabras clave, estas palabras se interconectaban en el momento de la activación cambiando el significado de la escritura. El resultado final era que todo vuele por los aires como una bomba cargada de C4 atada a un barril de gasolina. El concepto no era difícil de aprender, pero para no cometer errores decidió recibir la explicación de un ninja, todo para prevenir volarse las manos en el futuro previsible.
Lo único que necesitó fueron los materiales, tinta especial, un trozo de papel y su creatividad hiperactiva, fue divertido, lo admitía. Lo único que fue complicado de conseguir fue la tinta, para eso necesitaba dinero y estaba en la completa ruina, por ello no le quedó más opción que ayudar en cualquier cosa a cualquier persona con la promesa de algunas monedas. Sus trabajos fueron desde pasear animales a tareas domésticas he incluso uno que otro recado, una vez que tenía lo suficiente no dudó en ir por la tinta para sus sellos, la mayoría de los comerciantes se vieron reacios a venderle dicha tinta, pero gracias a otros pocos con los que había hecho algún trabajo logró obtener el producto.
De ahí en adelante solo tenía que hacer sus preciadas creaciones, sin embargo, tenía que tomar algunas cosas en cuenta, si en verdad iba a fabricar explosivos y estos resultaran buenos no quería que su producto le fuese robado. Sería devastador que, tras tantas dificultades y mucho tiempo durmiendo en las calles algún bastardo ambicioso quisiera quitarle todo su esfuerzo. Por esa razón, sus sellos tenían que tener alguna cláusula de seguridad que solo él pudiera saber y entender. Entonces fue cuando pensó en fabricar algo único y diferente, algo innovador y revolucionario. De ahí la idea de usar el alfabeto latino y el sistema numérico Romano, también pensó en implementar simbología matemática, entre otras… siendo así que solo él sabría qué estaba haciendo.
Como tal, monopolizar el arte era imposible, sabía con certeza que una vez que su trabajo demostrara ser bueno alguien más estaría dispuesto a quitarle todo por lo que había trabajado, pero si al final le robarían, bueno, solo lograrían algo incompleto.
Por lo tanto, no le tomó mucho tiempo finalizar su creación. Su sello consistía en una pequeña y bonita espiral en el centro con los caracteres C4 sobre la espiral, debajo estaba el Pi o 3.14 como quisieran llamarlo, el signo del hidrógeno a la derecha con sus respectivos datos que descendía hasta conectar a la espiral, una pequeña llama a la derecha que en el centro tenía las palabras, contracción, liberación y combustión. También había puesto algo más de imaginación añadiendo el símbolo de riesgo biológico que encerraba la espiral y todo su conjunto de forma central. El resultado final quedó bastante bien visualmente, y no lo decía porque fuese su propia creación, la cosa daba a entender que definitivamente era peligrosa, pero al mismo tiempo contaba con una belleza única, para terminar, agregó uno que otro carácter oculto entre el montón de símbolos con la esperanza de que esto le diera alguna clase de efecto giratorio.
¿El resultado?
Bueno, solo digamos que se desató el infierno.
Recordaba que para probar su trabajo había llevado el papel explosivo fuera de la aldea, al principio los guardias y todo aquel que salía y entraba no le dedicaron una segunda mirada, pero cuando los shinobi notaron lo que debería ser un pequeño que parecía haber tomado el helado azucarado más grande de su vida con explosivos en sus manos inmediatamente fue interceptado. Había recibido el regaño más largo de su vida con el argumento de lo peligroso por lo que intentaba hacer. Todo fue sobre lo incorrecto que eran dejar a un niño pequeño jugar con explosivos y las molestias que acabaría causando a los demás, pero gracias a una suerte desconocida alguien lo había reconocido diciendo que era el mocoso diligente que hacía tareas por un poco de dinero.
No importó cuánto argumentó o dijo lo prudente que sería, los tipos le dijeron que simplemente era demasiado joven para jugar con cosas peligrosas y que, aunque lo hubiese intentado jamás lograría activar la etiqueta porque necesitaba usar Chakra. Aunque en Suna no existía una política como tal que restringiera el uso del Chakra hasta cierta edad era bastante sabido que era un forastero y era muy joven, siendo huérfano y en las condiciones en las que había llegado lo más razonable era que no tuviese ninguna clase de experiencia con los usos de dicho poder, estaban en lo cierto, pero con una idea equivocada. De todos modos, no discutió y dijo que solo quería ver al menos una vez lo genial que eran los shinobi que trabajaban arduamente protegiendo su hogar, usó cada pisca de ternura que pudo reunir y milagrosamente convenció uno para probar el explosivo. El ninja se había dado cuenta de lo único que era el sello, siendo diferente a los conocidos, incluso se mostró dudoso sobre la autenticidad de la etiqueta explosiva, pero solo le bastó con una pequeña mentira diciendo que vio como se le caí a otro ninja al regresar de algún lado, la historia en si no fue tan elaborada como el fantasma de la ópera, pero si fue lo suficientemente simple y buena para terminar convenciendo al ninja. Juraba que el hecho de que posiblemente fuese algún Gennin recién graduado no tenía nada que ver.
En fin, una vez que el Gennin se había decidido envolvió el papel en un kunai genérico y la arrojó a un árbol muerto que se encontraba a poca distancia, lo suficientemente lejos para ser seguro, pero relativamente cerca si comparamos que estaba seguro de que pudo lanzarlo con mayor fuerza, la verdad no le importó si el ninja solo estaba siendo vago.
Luego del lanzamiento esperó unos segundos con impaciencia alguna clase de reacción, pero todo seguía siendo igual, de hecho, el pobre ninja quedo tan confundido por la falta de explosión que acabóo convenciendo a todos que solo se trataba de un papel, eso fue un duro golpe a su orgullo, pero nunca olvidaría lo que vino después. Estaba caminando para donde el ninja había lanzado el kunai cuando de la nada el kunai fue rodeado con una fina capa azul, luego, tan rápido como la capa envolvió el kunai, el árbol fue rodeado por la misma capa y en un parpadeo sintió como una mano tiró de su brazo, saliendo por los aires al mismo tiempo que el árbol momentáneamente se distorsionó, o más bien, el aire alrededor cambió haciendo parecer que el árbol se doblaba al mismo tiempo que era succionado por el kunai.
Después todo estalló de manera violenta en una cúpula giratoria azul que disparaba un has de llamas como un láser al suelo y al cielo, la explosión creció tanto que incluso llegó a estar donde hace tan solo menos de un segundo estaba, fue mucho más caliente que cualquier llama que conociera, fue mucho más ardiente que todo el calor combinado en esos días perdido en el sol y la arena y fue tan sofocante que ni siquiera pudo respirar. Fue como volver a estar a merced de la muerte, eso sin duda, desde su perspectiva todo ocurría en cámara lenta, tal vez fue como esos momentos en el cine donde el protagonista estaba a punto de morir, la verdad no lo sabía pues todo pasó muy rápido para que su mente pudiera procesarlo adecuadamente, al final, para tratar de evitar que algunas brazas quemaran su cara lo único que pudo hacer fue cubrir su rostro con su otro brazo.
Para cuando todo terminó, todo mundo había sido lanzado atrás por la onda expansiva de la bomba y la mayoría sino casi todos apenas estaban consientes, ya ves, la explosión fue tan intensa que casi noqueó a todos en el área dejando a muy pocos para dar alguna clase de explicación sobre lo ocurrido porque no pasó mucho tiempo para que el lugar estuviese lleno de ninjas por todos lados.
De hecho, al final quienes interrogaron por lo que sucedió fueron los Ambus al Gennin quien lanzó el proyectil con una etiqueta explosiva dudosa, así que ya ves, el pobre chico intentaba describir los hechos sin mucho éxito pues el tipo parecía ser el más confundido, hubiese dejado al pobre bastardo seguir con su vida, pero mientras intentaba escabullirse (cosa que era entrar en la aldea para mesclase con el resto) fue levantado por su playera por un ninja mucho más alto y atemorizante.
Realmente intentó escapar, pero no contaba con ninguna clase de entrenamiento, sus extremidades eran cortas, tanto que el ninja parecía burlarse de sus inútiles intentos por lo que no se molestó en hacer otra cosa más que mirarlo de mala manera mientras el tipo lo amenazaba con un kunai en el cuello. Ante la clara advertencia del ninja mayor, solo pudo producir un vergonzoso y lamentable chillido infantil que aún seguía plagando aquella memoria de vergüenza, ¡Dios, casi se orinó en los pantalones!
Afortunadamente el Gennin estaba bastante molesto y lo había regañado por su aparente estupidez dejando así las cosas como un accidente y no como un ataque enemigo, de lo contrario no dudaba que ese mismo día su final fuese definitivo.
El hecho de que la explosión por poco lo mata fue un punto clave para evitar su ejecución, pero eso no evitó disipar las evidentes preguntas que surgieron después, en su mayoría nadie estaba dispuesto a pensar que había creado algo tan devastador, una cosa que ayudó mucho fue su apariencia y su interacción con las personas pues algunos lo conocían como "esa niña extraña, mocoso de la calle o trabajador doméstico"
La verdad no sabía qué diablos llevó a pensar a la gente que era una niña, pero dedujo que era por su aspecto tierno, andrógeno y su voz… odiaba eso último pues era resultado del desgarro de sus cuerdas vocales y ahora tenía una voz dudosa, Dios.
Como las personas generalmente lo confundían con una niña había aprovechado cada destello de oportunidad para obtener tareas, la simpatía, dinero y un bocado de comida gratis. No lo culpen, sabía que desde el momento en que reconoció el Chakra que sobrevivir era su mayor prioridad, por lo tanto, si tenía que aprovecharse de las personas y su buena voluntad, pues sean bienvenidos, no se arrepentía de su decisión, ni en ese entonces y tampoco ahora o nunca.
Como tal, era un firme creyente de la supervivencia del más apto, pero eso no solo se lograba con el acompañamiento del poder, también se requería buena cabeza y ser oportunista.
Pero volviendo al caso, había sido interrogado y confirmó la misma historia que le había dado al Gennin momentos antes de la explosión. También se encargó de añadir su asombro infantil a la ecuación resaltando lo geniales que eran los ninjas al "poder tener estas cosas impresionantes" pero solo fue regañado severamente otra vez. De todos modos, ellos no eran Konoha con su pacifismo por lo que me trataron igual que un adulto sin importar su aspecto o al menos así lo intentaron por un tiempo, todo quedó como un accidente y se me advirtió sobre ello, eso sí, no dudaba que desde ese entonces era vigilado constantemente pero no le importaba, parte de ello dependía de eso.
También expresó su interés por los "papeles que explotan" dando a entender que de alguna manera u otra acabaría estando en algún otro incidente parecido por lo que para evitar que todo pasara de nuevo alguien se tomó el tiempo para enseñarle a hacer etiquetas explosivas adecuadamente, fue una buena jugada por parte de Suna lo admito, a pesar de su acto y todo lo que no se dijo ellos usaban todo para interesarlo en cosas de ninjas, el resultado era claro. Tendría que ser un completo estúpido para no ver "debajo de lo debajo" frases de Kakashi, no suyas, pero se entiende.
Afortunadamente después de casi un mes de su aprendizaje no oficial lo dejaron a su suerte, o eso fueron las apariencias, pero, ¡hey! Se había establecido en la aldea porque representaba un activo futuro bastante valioso, por eso aprovechó los acontecimientos he inició a crear "lazos" con algunos ninjas que al final acabarían atándolo a la aldea y aquí estaban.
El hecho de que pudiera destacar poco tiempo después también fue bueno pues su valor para la aldea con ello aumentó, en cuanto a sus sellos, se había quedado con el diseño de su primer explosivo, solo que le hiso unos ajustes solucionando el tiempo de detonación, como tal, el sello apenas había cambiado y conservó la mayor parte de su aspecto. No fabricó una réplica pues eso volaría su coartada de inocencia, pero sospechaba que ya sabían la verdad, eso sí, durante su aprendizaje se aseguró de fallar durante casi la mitad del tiempo para que todo fuera más creíble, pero cuando acertaba sus avances se acercaban con gran margen al proyecto original, de ese modo completó su entrenamiento básico en un tiempo récord y de forma creíble.
Ahora tenía una fiel clientela, pero para evitar malos entendidos permanecía dentro de lo razonable, todo hasta cierto margen por supuesto. Puede que su Fuinjutsu fuese otra cosa, pero en vista de eso tenía que mantener las apariencias, por esa razón tardaba un tiempo en hacer su trabajo, además, comprendió que los sellos eran algo delicado y a pesar de que tenía una comprensión del funcionamiento a niveles más básicos la efectividad de su trabajo era por mucho superior a cualquiera, eso había quedado bastante claro cuando replicó y modificó algunos sellos proporcionados por la aldea en su meticulosa y extraña forma de análisis.
Bueno, por el momento estaba usando esta vieja e infalible coartada de una pequeña niñita inocente que ignoraba todo lo feo de la vida, como dijo antes, realmente no le importaba que lo confundieran con una chica mientras eso implique sobrevivir, mientras mantuviese las cosas claras para sí mismo no había ningún problema, punto.
Tal vez, en su ignorancia autoinfligida la aldea en el futuro lo catalogara como "alguien que se balancea de ese lado" pero en realidad estaría con los gustos correspondientes, bueno, muchas chicas lo rechazarían por los malos entendidos, pero realmente le importaba un comino, ellas se lo pierden. Ahora bien, dejando de lado su supuesta dudosa sexualidad, resulta que su sello explosivo era tan eficiente que hasta la fecha no había ningún otro con los mismos resultados, en parte eso causó un poco de revuelo en su nueva vida, pero eso también le aseguraba una valiosa clientela.
Lo que lo llevaba al presente. Habiendo logrado una clientela fiel y unos precios adecuados a su mercancía lo más lógico a pensar sería que a estas alturas gozara de lo mejor que se pudiera permitir ¿Verdad? Entonces ¿Cómo era posible que su establecimiento fuese… poco adecuado para un producto tan célebre?
En realidad, la respuesta era bastante simple; porque así lo quería. Su producto se basaba en una mayor calidad. No dudaba de la existencia de sellos con una mayor potencia de fuego, tenía un ego grande pero su ego no era cegador.
¿Cómo decirlo sin sonar… desagradable?
Para expresarlo de manera simple solo se tenían que ver los sellos como colores y sus degradados, para eso era necesario imaginar los colores verde, amarillo y rojo siendo este último el más alto entre los tres. Luego estaban las variantes, cada color tenía un rango que se dividía en una escala de degradados formando una jerarquía, entonces, si cada degradado era más fuerte a medida que la calidad del sello la mejora, esto por lógica lo llevaría cada vez más cerca de su color óptimo, llegando así a ser la máxima expresión de su clase, es decir, el color.
Ahora bien, cabe decir que el Fuinjutsu era un arte muy poco conocido por la mayoría y extremadamente complejo, por lo tanto, llevar un sello a un color sin ninguna clase de… degradado representaba un paso más cerca a la perfección. Así que, cuando convirtió un papel explosivo de tonos pálidos y deprimentes a rojo y lleno de vida estos automáticamente se convirtieron en la máxima representación de una etiqueta explosiva simple, es decir, tomó un papel pálido y poco notable y lo convirtió en un haz de luz brillante.
Puede que su trabajo fuese algo simple pero cuando hacía sus creaciones estos eran los mejores entre su clase, tanto así que incluso algunos shinobis de alto nivel en la aldea formaban cola para poder tener su trabajo en sus manos, por eso su producto era caro y por esas mismas razones procuraba hacer la cantidad adecuada, quería que los clientes solo acudieran a él para este tipo de utilidad, monopolizar esa área en el mercado, ser el mejor en sellos, esa era su marca distintiva en Suna. Al menos en los sellos simples de explosión.
Aunque sospechaba que la misma aldea que compraba su producto lo mantenía bajo control a través de sus ventas, sabía que sus etiquetas eran especiales y todos querían tener al menos una, pero los clientes generalmente tardaban cierto tiempo en volver y no es por quedar decepcionados. Entonces, si su producto llenaba las expectativas y mucho mas ¿Por qué los clientes no acudían en mayor número? Por eso pensaba que había algún tipo de orden para que no fuese tan productivo, Suna lo quería, es verdad, pero si comenzaba a tener demasiados beneficios tarde o temprano estaría tentado a una expansión y eso implicaba comerciar en otro lado, cosa que la aldea no quería, a fin de cuentas, como había dicho, los sellos eran raros y extremadamente complicados, pero si le sumaba el hecho de que fuesen aún más ininteligible, bueno, el resultado sería algo imposible de replicar.
Era algo así como restaurar una tablilla de piedra casi desecha en su totalidad con un idioma completamente muerto. La tablilla podría restaurarse hasta cierto punto, pero el significado se perdería para siempre, lo único que se lograría obtener de todo ello era en base a suposiciones y nada más, lo mismo pasaba con sus sellos.
Se había tomado la libertad creativa para que el patrón del sello fuese algo que a medida que se interconectaba los trazados fuesen plasmándose, es decir, no se podían simplemente escribirlos y ya, el sello era el resultado final y este era dibujado por las fórmulas a través de la espiral en el centro, su marca distintiva.
Nadie conocía el alfabeto, los números romanos, la simbología y aunque de alguna manera todo el mundo lograra entender su trabajo nadie tendría el ingrediente principal para el producto final, su sangre y tipo de Chakra. Sip, al final todo era inútil sin él, solo se necesitaba una pequeña gota de su sangre y una pizca de su valiosa energía, las etiquetas podrían explotar de igual manera, pero eran esos dos detalles en particular que terminaban la receta y convertían todo en un exquisito platillo.
De todos modos, había conseguido lo suficiente como para comprar una casa, por cierto, también conocía la fórmula para almacenar objetos, no fue tan complicado una vez que entendías el concepto de bombas pegadizas, pero sentía que ahora divagaba. Había reunido tanto como pudo, de hecho, estaba de camino para encontrarse con el propietario, aun no se decidía si definitivamente compraba la casa o alquilar el local, ciertamente no tenía planes de permanecer toda su vida en medio de nada más que arena, pero si de verdad quería explorar un mundo lleno de peligros primero tenía que aprender a defenderse y considerando que el planeta estaba plagado de super humanos, no estaba tan demente como para salir por ahí con niveles de habilidad y poderes mediocres.
Así, mientras paseaba por una aldea oculta de fantasía y buscaba al contratista que le habían recomendado por un momento se permitió relajarse un poco y observar todo a su alrededor. Sunagakure estaba lejos de ser la cosa más llamativa que podía recordar, la aldea estaba construida de arena y roca compactada, no tenía colores llamativos que destacaran a la vista y las prendas de la gente era monótona, repetitiva, con un color triste como si el tiempo hubiese tomado lo mejor de ellos.
En cuanto a los atuendos, bueno… no es que faltaran colores, solo que las personas parecían favorecer los grises sobre los demás. Una cosa que le gustaba era que sin importar la hora que fuera Suna contaba con una agradable brisa y el agua era proporcionada por vía subterránea, por lo que siempre contaban con agua fresca.
De todos modos, tenía algo de dinero extra para gastar, pero la mayor parte de ello posiblemente se gastaría en una casa, si es que la compraba. También necesitaba un poco de ropa, y suministros, lo que dejaba muy poco o nada para cosas que no fueran de necesidad. Primero quería solucionar su problema de vivienda, pero su estómago le decía que necesitaba comer algo pronto, sin embargo, para eso era necesario estar mínimamente presentable, eso significaba ropa nueva y una ducha, afortunadamente para él existían barias tiendas de ropa por toda la aldea y una de ellas estaba relativamente cerca de su actual ubicación. Unos minutos más tarde pudo llegar a un local con un gran letrero algo viejo con kajis rojos que decía "Ropajes del viento" el nombre por si solo era bastante agradable y nada pomposo, además estaba fuera de ser uno de esos lugares donde espantaban los clientes con mala pinta y cuando pasó por la entrada vio lo que debió ser quien manejaba el local.
- ¿Hola? ¿Pueden ayudarme? Necesito un cambio de ropas lo suficientemente duraderas por un buen tiempo pero que tampoco no sea muy caro. – dijo con la esperanza de ser escuchado.
- ¡Bienvenido a Ropajes del viento! – chillo una mujer con voz estruendosa. – estoy segura de que encontraremos lago adecuado para usted, estimado cliente.
No era un experto reconociendo la edad de las personas, pero según su criterio la chica debería estar en medio de treinta o tal vez cerca de su cuarta década y su voz denotaba un tono maduro pero amable. Ella también tenía cabello corto castaño, piel clara como la mayoría en el continente y vestía un vestido marrón de cuerpo completo.
- Gracias. – dijo agradecido mientras la mujer lo arrastraba a lo que parecía ser la sección infantil.
La mujer era agradable y una gran conversadora, tenía una especie de aura poco amenazante que de un modo u otro desestresaba mientras parloteaba sin fin. Claro estaba que no por eso bajaría la guardia, estaba en un mundo de asesinos que sin importar cuan indefensos aparentaran podían dar un giro radical en su personalidad convirtiéndose en bestias demoniacas sedientas de sangre, pero aprovechando que a la mujer le gustaba conversar con la clientela trató de investigar con más precisión en qué punto de la línea de tiempo se encontraba.
Fue así donde descubrió que, como sospechaba, efectivamente se encontraba en la línea de tiempo principal, es decir, pertenecía a la generación de los Konoha 12
¿Cómo podría estar tan seguro de eso?
Para poder hacer dichas afirmaciones era absolutamente necesario saber qué tan jóvenes eran los hijos del Yondaime Kasekage, Sabaku no Rasa. La mujer le comentó que estaba más o menos en el rango de edad del segundo hijo del Kage, cuando decidió preguntar más afondo y saber qué tan cerca estaba de la edad del chico la mujer afirmó que aparentaba poco más de un año más joven. Eso lo dejaba más o menos con la edad del actual Jinchuriki, Sabaku no Gaara.
No preguntó específicamente por Gaara o dio alguna pista de que sabía quién era el Jinchuriki, aunque para ese punto realmente no era un secreto. A diferencia de Konoha no existía una ley de silencio que castigaba exponer la identidad del Jinchuriki pero nadie estaba dispuesto a hablar del tema como si se tratase del clima, era como en el anime, todo mundo sabía del chico y existía el miedo pero nadie por el momento era tan tonto como para atacar a quien tenía el arma más poderosa de la aldea.
En resumen, había obtenido lo que para él era información fundamental y todo de forma agradable, gratis y sin consecuencias nefastas. Para dicho punto la mujer que había descubierto, la dueña del local, le había presentado una variedad de atuendos de entre los cuales dos eran de su tamaño y otro un poco más grande para cuando comenzara a crecer cuando escucharon sonar la pequeña campana de la tienda en la puerta indicando que había más clientela.
Por el momento estos son los más adecuados, puedes cambiarte allí. – dijo la gerente señalando una pequeña área al fondo a pocos pasos para que el cliente pudiese cambiarse con comodidad. – iré a atender al nuevo cliente, puedes tomar tu tiempo.
- Gracias. – dijo con una de sus patentadas sonrisas encantadoras.
Una vez que estaba solo comenzó a pensar en el futuro. El primer paso sería establecerse adecuadamente en Suna, no tenía mucho dinero, carecía de formación militar, era muy joven y todo fuera de la aldea era una maldita trampa mortal. Había sido un verdadero milagro junto a una suerte sobrenatural que por pura casualidad encontrara al grupo que lo llevó a la aldea para un poco de tratamiento médico muy necesario, eso significa que estaba atrapado en la aldea sin esperanza de ir a cualquier otro lado por un buen tiempo.
Suna no era como el resto de las aldeas ninja, aquí los recursos eran limitados y administrados celosamente, por lo cual, se desperdiciaba nada o muy poco por eso no había espacio para ser derrochador.
Por el momento las naciones ninja gozaban de una aparente y relativa paz, Dios sabe que no era tan ingenuo para creer que por la ausencia de guerra todo estaba bien, sabía con exactitud que sin importar que tan calmada se encontraran las cosas los grande titanes ninja se encontraban en un ciclo eterno de sabotaje y espionaje desde las sombras, prueba de ello era el rumor del resiente entrenamiento del Kasekage al arma de la arena, su hijo.
De todos modos, relativamente estaba bien. Tenía el dinero suficiente para ropas, comida y vivienda durante un tiempo. Lo más notable que pasaría durante los próximos años era el ataque de Akatsuki y alguien que quería el poder de Shikaku pero si sacaba esos factores del tablero todo quedaría en relativa tranquilidad, luego de eso estaba la guerra contra Madara pero de momento no le preocupaba ni un poco.
Su atuendo consistía en una Yukata roja con diseño de olas de color violeta claro que llegaba casi hasta las rodillas con un pantalón corto debajo y botas shinobi que eran sospechosamente muy parecidas a las que usaría Sakura Haruno en el futuro solo que, del color de las olas en la Yukata, lo que llevaba era toda la recomendación de la gerente pues fue lo mejor que pudo conseguir por lo que pudo pagar. Cuando se miró al espejo de cuerpo completo no pudo evitar notar algo en particular, la imagen del reflejo era… bueno, como decirlo sin que suene raro, solo diría que si antes las personas tenían alguna clase de dificultad para darse cuenta de que en realidad era un chico ahora resultaría normal y casi seguro de que siguieran pensando que era alguna clase de niñita huérfana, no por el atuendo, las ropas podían ser de segunda mano pero claramente seria malinterpretado otra vez, pero de nuevo… si eso se necesitaba para ganarse la simpatía temporal de un pueblo de asesinos profesionales que así sea.
Ante ese pensamiento solo resopló con burla, si en el pasado, antes de estar en este mundo le hubiesen dicho que se haría pasar por una niña en un lugar lleno de super humanos y titanes que causaban desastres naturales con el azote de sus colas, se abría ofendido y reído de dicha persona mientras ayudaría a las autoridades locales a procesar al confundido demente.
Así de loca era la vida, nadie nunca sabe cuántos giros esta podría dar porque en el momento menos esperado todo lo que podría conocer cambiaría radicalmente, es una lección que ahora guardaba en el corazón. Cuando terminó de sus reflexiones salió de los probadores y se dirigió al cajero tarareando una de las canciones favoritas en su adolescencia.
- Disculpe señora gerente, acabo de terminar. ¿Podría empacar mis cosas, por favor? Aún tengo que ir a otro lugar urgentemente y no quiero llegar tarde. – finalizó para de hecho notar que dicha mujer conversaba alegremente con un joven de cabello marrón un tanto familiar, aunque no podía decir de dónde. ¿Tal vez fue uno de sus muchos clientes?
La gerente pareció notar su pedido, pero extrañamente sintió como si por alguna razón sus ojos le juzgaran mientras estos lo miraban, fue como si buscara alguna imperfección en todo su ser, pero se relajó cuando su rostro serio cambió a algo mucho más amable cuando comenzaba a sonreírle.
- ¡Es hermoso! – chilló la mujer de forma escandalosa. – sabía que te quedaría bastante bien en el momento que lo vi, solo mira ¡Wow!
- Si gracias, realmente es una profesional en esto, nunca podría haber hecho esto sin su guía, realmente se lo agradezco. – finalizó con una reverencia de agradecimiento.
- No me agradezcas, además supe en cuanto te vi que el rojo era perfecto para combinar con tu hermoso pelo, además, el violeta definitivamente es tu color. – dijo la gerente mientras se deleitaba con su trabajo, nada era mejor que recibir los agradecimientos de sus clientes. – sin embargo, tengo curiosidad, no es frecuente ver una belleza como tú por estos lados ¿Cómo dijiste que te llamabas?
Estaba a punto de responderle y decirle que en realidad nunca intercambiaron nombres cuando el chico que en el principio escuchaba el parloteo de la gerente repentinamente abrió los ojos y supo que en ese momento lo habían reconocido, sin embargo, aún le molestaba el hecho de que no podía ubicar como era posible.
- ¡Te recuerdo, eres la mocosa que encontramos en la entrada de la aldea a punto de morir por el desierto! – dijo el chico en reconocimiento. - ¿Cuál era tu nombre? ¡O si, ya recuerdo, eres la chica ramen, Naruto!
- ¿Qué? – dijo confundido.
- Así que ese es tu nombre, es algo gracioso sabes… creo que significa pastel de pescado y pudo ver por qué, definitivamente eres un postre para los ojos. – dijo la burbujeante gerente.
- Eres el chico de aquella vez… - dijo susurrante en su descubrimiento trascendental.
Tenía una explicación para eso. Resulta que luego de que el grupo de ninjas lograra verlo y brindarle el delicioso elixir de vida, el agua, no pudo caminar más cuando sus piernas se negaron a moverse, después de eso el mismo equipo decidió llevarlo a un hospital mientras mascullaba y maldecía al mundo en su totalidad, pero lo único que salía de su boca eran galimatías o balbuceo malhumorado. Tampoco ayudaba que uno de ellos le ofreciera algo que comer y lo único disponible era un cuenco de ramen sellado, todo un malentendido que a partir de ese momento se desarrolló como una bola de nieve que en poco tiempo se transformó en una avalancha, desde entonces todos le llamaban Naruto.
- Es un gusto volver a verte shinobi-kun. ¿Cómo te ha tratado la vida desde entonces? – preguntó Naruto con curiosidad. No sabía absolutamente nada del mundo exterior y la única fuente de información de los eventos en el continente elemental eran por vías de los viajeros y los ninjas activos que ocasionalmente tenían misiones fuera de la aldea.
- ¿A mí? Pues nada fuera de lo común, misiones de rango C ocasionales, vigilancia en las fronteras y el entrenamiento son las grandes constantes en mi vida. – dijo el chico mayor mientras sonreía. – pero veo que a ti te ha ido de maravilla.
- Solo trato de encajar eso es todo. – dijo Naruto cordialmente. – en cuanto a las demás prendas…
- No te preocupes ya lo tengo todo en orden, son 12,000 Ryu. – dijo la gerente.
- Aquí tiene. – dijo Naruto entregando los billetes y tomando la bolsa de donde estaba el resto de la ropa cuidadosamente doblada.
- Gracias por su compra estimado cliente, espero verlo otra vez en este establecimiento. – dijo la mujer despidiéndose.
- Cuídate y no vuelvas a meterte en problemas rojo, no quiero que mueras tan joven y mucho menos por algo tan estúpido como una etiqueta explosiva. - se despidió el ninja.
- Tú también, ninja-kun. – dijo Naruto sin sorprenderse de que a este punto casi todo el mundo supiera de su pequeño desliz con su primer explosivo real. – no quiero que mueras por un kunai enemigo o un jutsu que salió mal, hasta luego. – finalizó saliendo del lugar.
Ha, nada era mejor que el hogar, no es que considerara a Suna como una casa a la cual favorecía desde lo más profundo de su corazón o que albergara cualquier tipo de patriotismo, pero obtener una propiedad a su nombre para descansar tanto como pueda era placentero. Esto por su puesto le permitía tener otro tipo de partencias más que un cuadro de tierra, por lo tanto, al final se había decidido comprar la casa junto a la gran oferta de amueblar su hogar.
Su trabajo en sellos era bueno, pero incluso así cuatro meses estaban lejos de ser suficientes para comprar una casa y mucho menos amueblarla, entonces ¿Cómo era incluso posible tal cosa?
¿Ya había dicho como, en primer lugar, obtuvo el contacto del anterior propietario? ¿No? Bueno, todo era gracias a sus amigos de I.T/Interrogación y tortura de Sunagakure. Luego de su vergonzoso incidente con el sello meses atrás, quien le mostro tan amablemente el procedimiento y posteriormente lo entrenó en dicha área había sugerido en bastantes ocasiones que debería conseguir un lugar decente, posteriormente también le había dicho que, dado su caso especial, no necesitaba reunir tanto dinero y que con prácticamente nada podría conseguir una buena casa lo suficiente agradable, luego de eso le habían mostrado una foto de la persona y el lugar que frecuentaba.
No tenía que ser un genio para darse cuenta de que la casa y todo el inmueble fue regalado, personalmente prefería llamarlo soborno, pero seguiría jugando al juego de la ingenuidad. Para alguien en su situación y edad reunir una cantidad tan exorbitante de dinero era imposible, por lo tanto, la aldea procedió a "ayudarlo" con sus problemas económicos mientras se lucraba de su trabajo en un intento constante de replicar completamente su sello, aunque lucrarse era un término exagerado… más bien lo que hicieron fue exponerlo a la vida shinobi para que su asombro infantil lo empujara a familiarizarse con la idea de servir a la aldea como activo militar. Nada mal, admitía que si realmente su mentalidad fuese la de un crio el truco hubiese funcionado, pero no era Uzumaki Naruto de Konohakure, a estas alturas el Kasekage y el consejo deberían saberlo. Si querían comprar su lealtad a través del asombro tendían que ser más creativos, pero bueno, la casa fue un buen inicio.
Cabe decir que también tenía alimento suficiente como para no preocuparse por una larga temporada y si no malinterpretaba las cosas tendría mucha más libertad para entrenar de lo que le daría Konoha inmiscuyéndose en entrenamientos ajenos con sus cuestionamientos por cada técnica que no debería conocer. Suna lo observaría, eso era seguro, pero a diferencia de la hoja, a la arena le beneficiaba mucho más que las técnicas de Konoha fuesen analizadas públicamente, ósea, si Suna aprendía ninjutsu del país del fuego pues mucho mejor.
Por lo tanto, no debería tener miedo cuando decidiera entrenar y por esas razones comenzaría cuanto antes, el problema era que los ninjas de la arena oculta carecían de áreas reservadas para tal cosa y, por ende, estos entrenaban en pleno desierto. Normalmente los civiles podían ir y venir cuando les plazca, pero los guardias jamás dejarían que un niño pequeño abandonara la protección de la aldea solo. Eso por desgracia también aplicaba para él sin importar lo especial que fuese, es decir, era necesario solicitar un permiso directamente del Kasekage si quería fortalecerse.
Tenía planes, grandes planes. Todo dependía de que tan poderoso fuera, quería que para cuando iniciaran formalmente los primeros acontecimientos del Canon, poco tiempo antes del arco de Wave, contara con habilidades que le ayudaran a estar en la cima. Sus aspiraciones apuntaban muy alto pues eso era muy ambicioso, pero si quería resistir todo lo que este mundo le arrojara entonces no podía aspirar a menos, sin embargo, el primer paso era el control de su Chakra, luego las habilidades físicas y después el Ninjutsu. Claro que todo esto debía de ocurrir sin descuidar su Fuinjutsu, pero estaba completamente seguro que para cuando completara lo más básico de todo sería uno de los mejores y tal vez el mejor de esta generación, especialmente cuando tenía conocimiento de cómo iniciar en cada una de esas áreas, ahora todo se trataba de prosperar.
- Bueno, mundo. Veamos qué tienes. – dijo Naruto saliendo de su casa con destino a la torre del Kasekage. Ahora todo dependería de su disposición, esfuerzo y hasta la suerte que lo había acompañado desde su llegada, el resto el tiempo lo dirá.
