"Inuyasha una vez más lo ha hecho, comete un error y Aome llora por ello. Que hará el medio demonio para solucionarlo y contentar a la Azabache.

Disclaimer: los personajes son de la Sensei Rumiko Takahashi pero la historia es mía.

Imperfecta.
Estaba terminando la tarde en Sengoku, el sol empezaba a ocultarse dando un espectacular paisaje con un cielo donde las nubes se tornaban entre un rojizo a un naranja por los rayos del astro rey y en lo alto se podía apreciar a la Luna ya casi en su fase Llena, nuestro grupo de amigos favorito se dispuso a descansar y después de encender una fogata se sentaron alrededor para platicar los sucesos de la larga jornada, hablaron de la lucha que tuvieron, de los fragmentos de la perla de Shikon, de Naraku hasta del extraño amor de Sesshomaru por una niña humana.

Ya estaba oscureciendo, y hasta este punto todo parecía transcurrir normalmente, cuando al Monje se le ocurrió preguntar a los presentes que era lo que les gustaba a cada uno. – Shippo, ¿qué es los que más te gusta a ti?- era una pregunta bastante abierta, así que el pequeño Kitsune se tomo un rato para pensarlo bien, se le prendió la cara de alegría – Los dulces que me trae mi mamá de su época. – dijo muy seguro de sí mismo.

–Y a ti mi querida Sango, ¿Qué es lo que más te gusta? - la cazadora de demonios puso cara pensativa y finalmente soltó – Lo que más me gusta, creo, sería que estamos juntos como una familia y nos apoyamos para seguir adelante ante todos los peligros que se nos presentan, y eso me hace muy feliz, tenerlos a mi lado.- expreso muy emocionada, a lo que todos asentaron en conformidad.

– ¿Lo que más me gusta a mi? – espeto el Monje – es mi bella Sango, para mi es la mejor compañía que puedo tener a mi lado, me gusta su valentía y fortaleza y me gustaría descubrir ese lado salvaje que tiene oculto – dijo todo esto mientras su mano traviesa se aventura a la parte baja de la exterminadora, por su lado, la aludida se estremeció ante las palabras del Monje – Hay su Excelencia que cosas tan hermosas dice… - con la cara toda sonrojada por la vergüenza, de pronto dijo con voz fuerte y molesta que a todos sorprendió hasta hizo que saltaran de sus lugares – Monje pervertido, quite su mano de ahí – y dicho eso le dio una cachetada dejando en la mejilla del Monje impresa la palma de su mano. Todos reprocharon la actitud del Miroku, que no podía pasar un día sin querer propasarse con la exterminadora.

Aome pensó "Sí el Monje Miroku no fuera tan pervertido y anduviera coqueteando con cuanta mujer que se la cruza al frente, mi querida amiga Sango sería tan feliz, que creo le permitiría que se tomara ciertas libertades con ella cuando estuvieran a solas, pero no aprende el libidinoso.

–Pero mi querida Sanguito, no puedo evitarlo, cuando estoy junto a ti mi mano cobra vida propia y desea acariciar tus atractivos- espeto tratando de justificar su mal deseada conducta – Pues vaya controlando su mano, sino quiere que se la deje inutilizada – dijo molesta la Exterminadora

– Sanguito, no te enojes tu bien sabes que te amo y cuando termine todo esto nos casaremos y serás la mamá de nuestros 10 hijos – dijo con una voz amorosa y conciliadora – Esta bien su Excelencia, pero trate de controlar sus impulsos, por favor- hablo con un tono más calmado, pasado el mal rato, el Monje volteo hacia Inuyasha y le pregunto suspicazmente – A ti Inuyasha ¿Te gusta la Señorita Aome?- con una sonrisa mordaz dibujada en su cara – y ¿Quién te ha dicho qué me gusta? – Dijo el medio demonio con una actitud de molestia – Entonces estás diciendo que no te gusta la Señorita Aome. – Con la clara intensión de incomodarlo un poco – A ti que te importa Monje pervertido – y se dio la media vuelta para que ya no le siguiera preguntando y dejara de fastidiarlo.

Lo que no previó que con su actitud, es que Aome escuchó todo, la susodicha se levanto de su lugar y llena de tristeza se fue para estar lejos de ellos. El Ojidorado al notar que su querida Aome salía casi corriendo de ahí, la siguió para tratar de explicarle. La Azabache camino durante un rato entre los arboles hasta que se encontró a la orilla de un lago, que en su superficie se reflejaba la Luna toda esplendorosa y su luz bañaba todo el alrededor regalando una hermosa vista a los ojos de la Sacerdotisa, ella se paró y observó el lugar, pero no podía maravillarse con el espectacular paisaje, pues estaba triste, tenia acongojado el corazón y llevo sus manos a su pecho oprimido, sus ojos color chocolate se le aguaron, empezando a rodar una lagrima por sus mejillas.

A los pocos segundos el Peli plateado llegó detrás de ella y su olfato llegó el olor salado que emanaba de las lágrimas de la chica que le daba la espalda, se detuvo a unos pasos de ella, se acerco lentamente y dudando un poco acerco sus manos, para finalmente posarlas en los hombros de la Miko consoladoramente, Aome se estremeció al contacto, pero se repuso inmediatamente, pues estaba muy molesta -Vete Inuyasha, no quiero verte y no tengo ganas, ni humor para hablar contigo en este momento- sentencio con furia, enojo y melancolía, no se pudo contener más y empezó a llorar – No, no me iré – al medio demonio no le gustaba ver a las mujeres llorar y mucho menos a su amada Aome y sobre todo porque era por su culpa.

Después de unos segundos continuó – No me iré hasta que sepas que yo te amo y que daría mi vida por ti, ya que no me imagino un día sin que tú estés a mi lado. – espeto de pronto, como si esas palabras las tuviera atoradas desde hace mucho tiempo, asfixiando su garganta y su existencia porque le era muy difícil expresar sus sentimientos por la Azabache y al fin pudo liberar ese sentimiento, pero no se sentía mucho mejor por ello, con mucho cuidado abrazo a su amada que hasta el momento no había dicho nada pues estaba sorprendida por la declaración del Ojidorado y está procesando en su mente cada palabra que acaba de escuchar.

El Hanyou la gira lentamente para estar frente a frente con mucho cuidado acerca su mano a su mentón y lo levanta para que lo mire directamente a sus ojos miel, que se muestran tranquilos y seguros – Yo te amo desde hace mucho – se detiene por unos segundos y ella nota que por dentro está luchando por encontrar las palabras que quiere decirle, al fin continua – Yo te amo como nunca pensé que podría volver a amar, y no es fácil para mí demostrarlo con palabras, me es tan difícil que a veces solo digo tonterías y acabo arruinando todo. – Suspira un poco frustrado - Por eso mejor prefiero callar y evitar la situación. – Dice de la forma más sincera que puede.

- Lo sé – lo dice con algo de tristeza, comprendiendo al medio demonio – Pero sabes, yo también necesito que me digas que me amas, que me digas que te gusto, como el Monje Miroku se lo dice a Sango – con sus ojos chocolate mirándole con una expresión de anhelo y esperanza – Pero yo no soy como el Monje, él es un pervertido, libidinoso que tiene el descaro de hablarle de forma coqueta a cualquier mujer bonita, yo no puedo hacer eso, yo no soy así – le aclara a la Miko con algo de amargura, ella entiende el punto del Peli plateado – Yo sé que no eres el Monje, creo que no me explique bien, a mi me gustaría que me digas que me amas y que te gusto, sin importar si esta alguien o no, que nuestros amigos sepan tus sentimientos hacia mí; y no que vengas después de actuar como un tonto como lo hiciste hace rato, y me digas que me amas, porque me vez triste y me hiciste llorar, no necesito eso, ¿sabes por qué? – le ve de forma interrogativa - ¿Por qué? – le insta a continuar – Porque siento, que te ves obligado a decírmelo, lo haces porque me ves sufrir y quieres así aliviar mi tristeza, y aunque es verdad que me amas, pienso que te ves comprometido a decírmelo por la situación y lo que yo necesito es que me lo digas porque te nace de corazón no porque te veas obligado hacerlo. – le dice la pelinegra en reproche.

Inuyasha se mueve un poco incomodo, le toma de las manos - yo nunca… – comienza hablar pero se queda callado de pronto, se desespera consigo mismo, y prosigue - nunca antes había convivido con una chica tanto tiempo como lo he hecho contigo. Nunca había discutido con alguien como le he hecho contigo, nunca había compartido tantos momentos con nadie como lo hago contigo, combatimos, comemos, platicamos, nos peleamos, nos dormimos. - , - Pero si tu casi no duermes – le interrumpe la Miko, - Pero estoy junto a ti, velando tu sueño, viéndote dormir y todo eso es nuevo para mí, antes no tenía a nadie por quién preocuparme, alguien que se preocupará por mi y fue hasta que tu llegaste que todo cambio mi pequeña Aome. Mi vida dio un giro de 180 grados gracias a ti, ahora voy por todos lados contigo a mi lado, donde quiera que vaya estás conmigo, incluso voy a tu casa a buscarte, para que regreses a mi lado, antes no confiaba en nadie, pero tu cambiaste eso dándome amigos de verdad que se preocupan por mí y me quieren sinceramente y tu Aome eres a la única persona que le confió y confiaría mi vida. – le dijo con el corazón en la mano.

La Azabache se enterneció y con una de sus manos le acaricio la mejilla al Peli plateado. – Yo sé que me amas, me doy cuanta por tus acciones y todo lo que haces por mí, me cuidas, me proteges, me celas, me molestas, me soportas, aguantas mis malos momentos y estás conmigo en los buenos y te preocupas por lo que me pasa, si estoy triste o feliz, si estoy herida o algo me molesta, etc. A lo que quiero llegar es que todo eso que haces es porque me amas, pero nunca me los demuestras con palabras o algún otro detalle. – le comenta seria, pero abierta a que se puedan entenderse de una vez por todas. – Esto te lo he dicho antes y te lo repito, tú me gustas por quién eres, no me importa si eres un humano, un medio demonio o un Demonio, yo te seguiré amando por lo que tú eres, y no te voy a pedir nunca que cambies por mí, me gustas tal y como eres, y por eso yo te amo. – termino diciendo la Sacerdotisa, haciendo un énfasis dulce y suave en sus últimas palabras, ella lo vio intensamente con sus ojos chocolate que le profesaban un gran amor y abrazándose a él, recostó su cabeza en su pecho.

El medio demonio esta extasiado, no le cabía en la cabeza que esta chica en sus brazos pudiera amarlo tanto, nunca en su sufrida vida había habido un ser que se preocupara y lo amara como ella lo hacía, y él estaba dispuesto a dar todo por ella, incluso su propia vida, le correspondió el abrazo y posicionó sus labios en la frente de la chica para darle un tierno beso, lleno de dulzura y amor. Estuvieron así por un rato que pareció ser infinito mientras los iluminaba la luz de la luna que se reflejaba en la superficie del lago.

Entonces ella rompió el silencio, - Sabes me gustaría mucho, que de vez en cuando me sorprendas y me digas que te gusto y cuanto me amas, porque, aunque no lo creas lo necesito, y lo necesito porque así me haces sentir amada y me das fuerzas para seguir adelante, para soportar todos los peligros que corremos y que nos acechan a cada momento, para soportar todo el tiempo que paso lejos de mi familia, de mi casa y mis amigos, para no rendirme cuando las cosas no van bien, ya sea que no pudimos atrapar ningún fragmento de la perla o que Naraku se nos volvió escapar, o simplemente porque me siento sola, en un mundo que no es el mío. Por eso necesito que me digas que me amas Inuyasha, solo por saber que me amas y que yo soy tu mujer y tú eres mi Inuyasha y que vamos estar juntos siempre, solo por eso. – dijo la Miko con anhelo y un brillo en sus ojos como no le había visto antes.

– Aome, a mí me gustas mucho no solo porque eres muy hermosa, o tienes unos ojos bellos y en general físicamente eres muy bonita, amo tus pucheros y el ceño que haces en tu frente. – le dijo mirándola directamente a los ojos – Inuyasha – dijo totalmente embelesada, él continuo - también amo tu forma de ser que es única, amo tu carácter afable, tu preocupación por los demás, tu ternura y lo amorosa que eres, tu amabilidad, inteligencia y perseverancia, esa determinación que tienes, amo como con tu presencia desbordas alegría y haces que se me ilumine el día.- le expreso el Peli plateado con una sonrisa, mientras le acariciaba su cabello negro azabache, - ¡Inuyasha! – alcanzo a decir, antes de que él la callará poniendo su dedo índice en sus carnosos labios. - también amo tus defectos, esos defectos que te hacen ser la Aome que quiero, no te imagino sino fueras enojona, irritante, intolerante, terca, necia e inmadura. – dijo riendo mientras observaba como cambiaba su cara encantada a una llena de sorpresa, acompañada de un puchero.

Inuyasha se separo un poco, para verla a la cara – En conclusión Aome me gustan tus cualidades que hacen que te admire y me atraen de ti, pero adoro tus defectos porque me demuestran que no eres perfecta, que eres humana y sueles fallar y cometer errores, convirtiéndote en una persona imperfecta. – el medio demonio acariciaba su mejilla con mucha ternura, los ojos de la Sacerdotisa se volvieron a inundar con sus lágrimas de alegría y no pudo evitar que se escurriesen por su rostro. No tenía palabras que decir ante esta revelación que le hacía Inuyasha, él con su mano limpió sus lágrimas. Pasaron unos segundos donde solo existían ellos dos y nadie más.

No se dieron cuanta o no les importaba que cerca de ellos detrás de unos matorrales y algunos árboles fueran observados por cuatro pares de ojos pertenecientes a sus amigos de aventura del Monje, la Exterminadora, el Kitsune y Kirara, que escuchaban atentamente toda su conversación.

Regresando a la orilla del lago, la Pelinegra no podía contener su llanto así que el Ojidorado agregó – Para mi Aome, tú eres mi chica perfecta, porque eres imperfecta. Ya que siendo una chica imperfecta me genera una ilusión, esa curiosidad y la expectativa de saber cómo lograrás sortear los problemas para lograr un objetivo, una meta en la vida y tal vez en el proceso fracases pero ahí tus virtudes y cualidades te ayudarán a dar tu mejor esfuerzo para conseguir lo que te propongas. Y yo quiero compartir mi vida con alguien como tú, porque sé que siempre estarás dispuesta a estar a mí lado y seguirme sin importar los desafíos que se nos presente y que harás y darás todo de tu parte para que seamos felices.- dijo estas últimas palabras mirándola con sus orbes doradas, y con una mano en la mejilla de la chica, y ella aun con unas lágrimas saliendo de sus grandes ojos chocolates que en su profunda inmensidad gritaban que lo amaban y que eso no iba a cambiar pasará, lo que pasará.

Inuyasha después de un momento donde se podían oír los susurros de la noche y como una suave brisa movía las hojas de las ramas de los arboles, concluyo, - Porque tu imperfección te hace para mí la chica perfecta y eso hace que te ame más y me gustaría que seas mi mujer y compañera para el resto de mi vida. – expreso con tanto amor y acerco sus labios a los de ella y los sello en un beso profundo, un beso que necesitaban desde hace mucho tiempo, un beso donde expresaba todo ese amor reprimido, un beso que quería que quedase marcado en sus labios cómo prueba viva de su amor por ella. Un beso tan intenso que a ratos abrían los labios para atrapar bocanadas de aire, no querían que terminará ese beso, pero no pudiendo más apartaron sus labios y mirándose a los ojos se entendieron por fin, no necesitaban de palabras para saber lo que sentían el uno por el otro, todo o casi todo ya estaba dicho.

Viendo el paisaje ten hermoso que los rodeaba decidieron disfrutar de él, cerca había un tronco en la orilla del lago, él le tomo su mano entrelazando sus dedos y la guió al tronco y se sentaron juntos, Aome recargo su cabeza en el hombro del Peli plateado – Me has enseñado… que el amor de verdad, traspasa el tiempo y la distancia, mi amado Inuyasha-, lo dijo feliz de estar a su lado y descubrir que su sentimiento era correspondido.

– Aunque no sepa quererte de la forma que tu querrías… Siempre te querré con todo mi corazón… de la mejor forma que sepa – dijo finalmente posando su brazo derecho en la espalda de su querida Azabache tomando con su mano su hombro. Y durante el resto de la velada no dijeron más solo se dedicaron a disfrutar de su momento, de ese momento juntos, ignorando lo que pasaba a su alrededor, ya mañana sería otro día y una nueva aventura que vivir, pero en este momento no importaba nada, más que ellos viviendo en su mundo de amor soñado.

FIN.