Capítulo uno

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Guardaba los platos lavados en la alacena, cuando el ruido del timbre de su departamento sonó por todo el lugar. Deteniéndose en sus pasos, se encaminó hacia la puerta sabiendo quién lo esperaba del otro lado de la puerta.

Una sonrisa soberbia se formó en sus labios.

—Vaya, vaya, has venido temprano, maldito nerd— Dijo al abrir la puerta, ampliando su sonrisa.

El contrario sonrió demostrando su vivaz energía en cada poro de su rostro juvenil.

—Nunca llego tarde a visitar a Kacchan— Dijo el menor.

—Oh, pero cuánta insistencia tienes en venir a verme, idiota.

—Llevo mucho tiempo sin verte.

—Me viste ayer— Apuntó, una vez dejándolo entrar a su departamento. Aún era unos centímetros mayor que el niño, o en este caso, adolescente, mas recién que lo veía pasar justo a su lado, vio la diferencia de sus estaturas.

Se sintió reconfortado con saber que él aún era más alto, por unos centímetros. Servia de apoyo para fungir como autoridad en la vida del adolescente que conocía de años.

—Sí, pero no pude hablar contigo— Se abrió paso en el amplio departamento, tomando asiento en el sofá, extendiendo sus piernas de par en par.

El día anterior había sido la ceremonia de bienvenida de los alumnos de la prestigiosa preparatoria UA, y él, como el famoso héroe Dynamight que era, debía asistir, pues le dieron trabajo de profesor en dicha escuela y como requisito obligatorio, se requería de su asistencia en la ceremonia y en las pruebas físicas de los que serían los futuros héroes de Japón.

Entre ellos, sorpresivamente el chico que se encontraba sentado muy cómodo en su sala, había desarrollado su particularidad tarde y con ello, logró ver que el que conocía como un «sin quirk» en realidad poseía una particularidad muy poderosa que podría llevarlo a estar en los puestos más altos del ranking de héroes a nivel mundial.

En parte sus celos salieron a flote, pues siempre había visto al chico como un niño llorón que necesitaba ayuda de los mayores, sobretodo la suya, pero viendo su poder por primera vez florecer delante de sus ojos encendió esa llamarada en su estomago que no lo dejó estar calmado durante su primer día de trabajo como maestro.

Izuku (o «Deku» como le decía), nunca le comentó que recién había descubierto su poder, prefiriendo ocultárselo, y así él tuvo que recurrir a despejar un poco de su apretado horario, un espacio para hablar con Deku sobre el tema de su particularidad.

Sin embargo, antes de poder siquiera abrir la boca, Deku estaba hablando sobre su última hazaña que apareció en las noticias esa mañana.

Izuku coleccionaba una gran cantidad de información sobre los héroes, siendo un fanboy entregado en lo que los grandes héroes hacen en la sociedad. Izuku es su fan número uno y el que más cosas sabe sobre él. Izuku sabe todo de él, tanto de antes como el ahora que ya está en la cima.

—¡Lo hiciste genial! Como era de esperarse de ti, Kacchan. Detuviste al villano con solo una gigantesca explosión, sin necesidad de depender de los demás héroes que estaban ahí. Sin duda, eres asombroso.

Una ráfaga de orgullo penetró sus venas, inyectando su fruncido rostro en una pequeña sonrisa ladina, que escondió con su cabeza movida hacia el lado contrario de donde Izuku estaba.

Aunque decidido a detener su verborrea, optó por abandonar esa sensación de orgullo y centrarse en lo que llevaba pensando desde ayer.

—Escucha, Deku.

Esto, sin chistar, lo hizo detenerse en seco.

Ahora sus ojos verdes lo miraban atentos.

—¿Me puedes explicar qué significa lo que hiciste ayer?

—Kacchan.

—Siempre fuiste un sin particularidad. Siempre—Enfatizó el «siempre» como si no fuera suficiente para un largo calvario de escucharlo toda su infancia. Katsuki también tuvo la culpa de decirle a Izuku que era un «sin particularidad» a los primeros años de conocerse. Así que no se excluía de formar parte de algo totalmente alejado de su estilo.

Él ya no insultaba a Izuku, llamándolo un «sin particularidad», sobretodo después del espectáculo que presenció ayer, no podía ni decirlo sin que la furia se saliera de sus cinco sentidos a todo su esplendor.

—¿Cómo fue que pasó eso?¿Desde cuándo?

Reprimió el "¿Por qué no me lo dijiste?" Porque su orgullo no se lo permitiría en primer lugar.

Izuku lo miró con cara de incomodidad, mas sus ojos no flagelaron en mantener el contacto visual. Llevaban años en compañía del otro, pero Izuku mantenía el contacto visual ante su dura mirada.

—No te lo puedo decir, Kacchan— Fue su respuesta. Tan frívola que lo paralizó en su sitio.

—¿Por qué no?—Se alteró. Lógico, se alteraba cuando algo no salía a lo esperado.

—Es un secreto que debo guardar bien— Musitó. —Este poder que tengo es un regalo que me merezco por mis esfuerzos.

—¿Hah?

—Es un secreto—Repitió.

—Ya lo dijiste.

—No te diré más, porque prometí no hacerlo. Pero no te engañé nunca.

—¿Deku…?

—No estoy metido en cosas malas, lo juro. Es solo que por más que quiero decirte no puedo.

—¿Qué te detiene?—Presionó, creyendo que con eso sería lo mejor para hacerlo hablar, mas no funcionó. Deku no le dijo nada. Y se marchó de su departamento sin siquiera sincerarse con él.


Años de conocerse y en ese momento, pudo ver una grieta en su relación.

El niño sin particularidad que conocía desde los doce, érase un niño muy lejano de sus recuerdos.

Tragó saliva pesado.

Izuku no le respondió lo que él quería saber. Y eso lo cabreó. Contuvo sus ganas de explotar todo a su paso, dado que no debía recurrir a la violencia a la edad que tenía, pero no podía contener el instinto de golpear todo y destruirlo todo, porque estaba peor que enojado.

Creyó que Izuku siempre le contaría cualquier cosa que él preguntara, mas no anticipó que llegaría un momento en que él se rehusara en compartirle algo de su vida.

Los recuerdos a su lado flotaron en su mente esa misma noche en que estaba de patrullaje en una zona relativamente tranquila. Por alguna razón, no podía estar tranquilo.

No concebía el hecho de que no lo dejaran con el chisme irresuelto.

«¡Wa! Que genial es tu poder, Kacchan. ¡Es asombroso!» Los ojitos iluminados de Izuku lo miraban con tanta admiración que sobrepasaba los elogios de los demás.

«Por supuesto que es asombroso, Deku. Si es mi poder» Decía a la vez que desencadenaba una serie de chispas de sus palmas, para que el niño siguiera admirándolo.

Sus elogios siempre eran sinceros. No rayaban en las mentiras o en las superficialidades. Caían en la verdad.

«Ya quiero tener mi particularidad para pelear a tu lado, Kacchan. Seremos los mejores héroes del mundo»

«No importa la particularidad que tengas, no será mejor que la mía» Bufó insuflando aire de su pecho.

Deku tenía cuatro años en ese entonces, por lo que él alimentaba su imaginación con la mentalidad de que el pequeño Izuku abandonaría la idea de ser un héroe, dado que intuía que no aparecería una particularidad en él, puesto a que cumpliría cinco años en cuestión de días y aún no veía indicios de una particularidad en su cuerpo. Siendo que para esa edad, ya habría vestigios de un poder en su cuerpo.

Katsuki no veía nada en el menor. Pero aun así siguió a su lado. Por sentirse responsable de él lo que sea, dado que una parte de él quería protegerlo de alguna manera. Protegerlo de exponerse a los peligros que los héroes se enfrentan.

Sin embargo, al poco tiempo le llegó la noticia que Deku no era capaz de tener una particularidad. Y con ello, fue el detonante de que Katsuki, decidiera protegerlo de manera definitiva, a pesar de que el pequeño Izuku no quería saberse protegido, pues él deseaba tener una particularidad. Pelear a lado de héroes, derrotar villanos, esas cosas.

Esos deseos que tienen los niños cuando son pequeño y sienten que el mundo es tan vasto con ellos que no perecerán en el camino. Pero con los años se darán cuenta que crecer no es un cuento de hadas, ni mucho menos el cuento de ser el mejor héroe de todos.

Katsuki fue la prueba de ello. Se dio cuenta de cuán equivocado estaba y de cuánto había subestimado a las personas, a las cuales creía "inferiores".

Se dio cuenta de la manera más difícil, pero le sirvió para dejar de molestar a los «sin particularidad» y proponerse el objetivo de protegerlos de ser atacados por villanos que atenten contra su seguridad. En especial, del quien creía ser el pequeño Izuku, que ya no era tan pequeño, e indefenso como pensaba hasta ahora.

Es una dura realidad a la que tuvo que llegar a los veintitrés años.

Cerró los ojos por una fracción de segundo.

«No te diré más, porque prometí no hacerlo»

¿Qué carajos significa eso?¿A quién se lo prometió?

«Pero no te engañé nunca»

Si no lo engañó nunca, entonces su poder es reciente. Es la única deducción a la que podía llegar por su cuenta.

Si no fue engañado podía suponer que ese poder no lo podía saber nadie. Ni su madre. Mas todavía no estaba del todo seguro de si la tía sabía o no de que su hijo de repente desarrollara un poder si claramente le habían dicho que jamás tendría uno.

Abrió los ojos. Sacó el celular del traje y marcó.

—¿Katsuki?

—Tía, ¿está ocupada? Necesito que me conteste algo.

—Hum, sí, claro—Replicó nerviosa.

Obvio. La tía se ponía nerviosa cuando de pronto él venía con su intensidad sin previo aviso y el resto se tornaba tenso.

—¿Desde cuándo Deku desarrolló una particularidad?

Ahí está. Lo dijo. Faltaba la respuesta.

—Eh… pues no lo sé, Katsuki. De la nada, Izuku fue aceptado a UA y mencionó que había desarrollado una particularidad, que por eso fue que pudo pasar el examen práctico.

—¿Así que es reciente?

—Sí, sí. Es reciente.

—¿Qué clase de poder es?

—N-no sé, Katsuki. Pero Izuku ha estado entrenando mucho y no me dice más. Me da unas dietas impresas para aumentar su masa muscular y me ayuda mucho a cargar las bolsas del mandado. Lo he visto más energético que en la secundaria. Yo creo que es un buen cambio para él, el haber sido aceptado en la UA en el departamento de héroes. Está muy motivado en ser un héroe y espero que lo podamos apoyar en todo lo que haga.

—Sí, eso lo entiendo.

Pero no me cuadra que haya obtenido un poder así de la nada. Y un poder que daña su cuerpo.

—Por otro lado, Izuku te adora. Espero que ambos puedan seguir llevándose bien como siempre. Sabes que cualquier problema que tenga Izuku, lo puedes ayudar. Él te admira muchísimo. No sabes lo feliz que estaba cuando entró en Yuuei porque quería cumplir su sueño contigo.

Ese tonto estúpido sigue con lo mismo. No entiende. Pensó desasosegado. Ese nerd se lastimará si sigue con esos ideales.

Su instinto protector siempre salía a flote cuando se trataba de Izuku. Y era todavía más frustrante, cuando Izuku no entendía la magnitud de sus metas.

Para él, Izuku continuaba siendo un niño.

En su mente flotaba la asociación de decirle a Izuku "Pequeño Izuku" no podía evitarlo. Tropezaba con esas asociaciones a menudo.

—Claro, tía.

—Gracias, Katsuki. Sigue trabajando duro. Cuídate mucho.

—Sí, eso haré. Usted también.

Suspiró.

Se notaba que sus rachas de ira habían disminuido considerablemente, porque de haber sido de otra manera, hubiera gritado y despotricado miles de estupideces producto de su lengua suelta y mal adiestrada.

Ahora por lo menos, trataba de ser prudente con las personas que infundían respeto.

No había cambiado tanto el gran Bakugo Katsuki, pues aún perduraban esas rachas de ira en su interior que aguardaban el momento exacto para salir a explotar todo a su paso.

Solo esperaba que Izuku no viera lo fuerte y caótica que podía llegar a ser su furia.

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NOTA: Este es un fic que estuve escribiendo estos días y que ya casi termino. Una disculpa por los errores que tiene.

En esta historia Katsuki e Izuku se llevan ocho años de diferencia.

Espero que les guste.