Esta historia está basada en frases de Stephen King, cada capítulo se centra en una. En realidad iba a ser para el reto de Octubre del foro La Noble y Ancestral Casa de los Black pero al final no pude subirlo. Me da pena que se haya quedado en mi portátil así que la terminé y alargué un poco. Aquí está el resultado no sé bien qué es, una historia de amor agridulce, una advertencia, un poco de la personalidad de Narcissa… Espero que os guste se agradecen comentarios y críticas.
Muchas gracias a Kristy que me corrigió la historia.
Capítulo I
"Después de la sangre vienen los chicos"
18 de julio de 1969
Narcissa está en el baño mirando sus bragas manchadas con cierto miedo. Tras unos segundos de incomprensión, avisa al elfo para que llame a su madre, que entra con una gran sonrisa en la cara:
—Oh, mi pequeña y dulce Ciss. ¡Ya es toda una mujer!
Lo dice con un tono reverencial e importante que hace que Narcissa se sienta muy orgullosa de algo que no ha decidido. Ha sido la más joven de sus hermanas en que le bajase la regla, con trece años. Cumpliría catorce en agosto. Bellatrix y Andromeda fueron con quince. Sin embargo, cuando sale del baño con la mano de su madre sobre el hombro y da la noticia a la familia, sus hermanas comparten una mirada preocupada y extraña. Solo fue un segundo del que Narcissa apenas se percató flotando en una nube de felicidad.
Entonces, fue notando los cambios sutiles que se fueron produciendo a largo de aquel verano. Sus padres parecían mucho más estrictos en las normas de conducta y vestimenta. Su madre, que antes no mostraba tanto interés en qué levaba, insistió en organizarle la ropa que se ponía cada día. Era cierto que sus padres siempre habían sido muy cuidadosos en su educación y modales, pero ahora las frases y comentarios parecían tener más importancia que antaño:
«Narcissa, no sorbes así la sopa.»
«Ese vestido es demasiado infantil. Este es más apropiado.»
«No te hagas trenzas en el peinad. Esta diadema es más elegante.»
«No te rías como una cría, tu sonrisa ha de ser más sutil.»
«¿Cómo esperas encontrar esposo si no eres culta e inteligente?»
«Representas el apellido Black, no lo olvides.»
«Actúa como una Black.»
«Tus hijos serán Blacks.»
«Eres una Black.»
Los apellidos y la sangre antes siempre habían sido importantes, pero era como si ahora hubiese caído sobre sus hombros una responsabilidad inesperada. No conseguía saber por qué sus padres estaban tan histéricos, por lo que le preguntó a sus hermanas. Ellas volvieron a mirarse, tal como lo había hecho en ese momento, y comenzaron a explicarse. Bellatrix se limitó a poner los ojos en blanco y dejar que Andromeda, siempre más paciente, hablase:
—Es por la fiesta. —Antes de que comenzase a preguntar, le puso un dedo en los labios y siguió—. No interrumpas. La fiesta que harán antes de que empiece el curso.
Bellatrix se está mirando distraída en el espejo, y aclara:
—O tal vez en Navidad, aunque no creo que mamá quiera tan tarde.
—Ya he ido a fiestas antes. No soy una cría.
Bellatrix se ríe de forma amarga. Le mira con sorna, y un punto de pena que Narcissa no aprecia.
—Pero ahora es distinto, cariño. Ahora eres mujer, y después de la sangre vienen los chicos —sentencia.
—¿Los chicos?
Sus hermanas vuelvieron a mirarse, una vez más. Empieza a cansarse de tanto secreto, y Andromeda intenta sonreír, aunque le sale un poco mal.
—Sí, los chicos Sangre limpia que vendrán a conocerte porque ya eres una mujer. Tu novio.
Narcissa sabe que debería sentirse contenta: un novio sangre pura es lo que toda bruja respetable quiere para su futuro. Sin embargo, hay algo en las miradas de sus hermanas que no le gusta y le hace tener miedo.
El tiempo le dio la razón y pocos días después su madre empieza a organizar los preparativos para una fiesta en la mansión. Conforme pasan los días, las quejas y comentarios son más y más frecuentes. No solo parecen estar sobre ella; su madre le recuerda cada dos minutos a sus hijas mayores que han de comportarse como se espera. Andromeda se pasa el día sola en la habitación, y Bellatrix parece contenta hasta que su madre comenta:
—Bella, cielo, no te olvides de mandar la invitación a los Lestrange. —Su hermana se endereza como un palo, y asiente—. Manda una a Rodolphus por separado, que sea cariñosa.
Narcissa nunca se había percatado hasta ahora que desde hacía un tiempo su madre siempre le indicaba a Bellatrix que mandase cartas a los Lestrange para felicitarlos o invitarlos a eventos. No había sido de repente, pero Rodolphus se había convertido en un miembro más de la familia cuando sus padres le preguntaban a su hermana cosas como: «¿Qué tal Rodolphus?» «¿Qué notas sacó el joven Lestrange este año?» «Bella, deberías mandarle a los Lestrange un regalo estas navidades.»
Su hermana, tan indómita y rebelde, segura y capaz de sí misma, estaba escribiendo la nota con un leve rictus de asco en la cara. Ella en el colegio jamás había mostrado interés en Rodolphus. Es más, jamás la había visto mostrar interés en ningún chico. Se acordaba de cómo disfrutaba en la cancha de quidditch y lo que le gustaba quedar con su compañera Iris Crouch. Nunca se lo dijo a nadie, pero cuando tenía diez años las había visto besándose un verano en los jardines de la mansión. Ahora, Iris no iba a casa nunca, y Bellatrix había dejado el equipo, cosaque a su madre nunca le había gustado.
Antes de que Bellatrix se fuera de la habitación, su madre añade un último comentario
—Querida, en la fiesta Rodolphus y tú podrías anunciar que estáis prometidos. Ya has terminado Hogwarts, y él ha empezado a trabajar en el ministerio. Creo que es hora.
La habitación parece haber descendido un par de grados y Andromeda parece a punto de ponerse a gritar a sus padres. Sin embargo, Bellatrix asiente.
—Como gustes, madre —responde con voz seria.
Esa noche, Narcissa la escucha llorar desde la otra habitación mientras Andromeda la consuela. Ella no se atreve a ir.
30 de agosto de 1969
La fiesta es como todas a las que ha asistido desde que era una niña. Un montón de familias sangrepura que se reúnen para hablar de tradición, política y linaje. Sin embargo, por primera vez, Narcissa la siente diferente. Esta vez, cada presentación y cada conversación dirigida a una cosa: ella. Nunca se había dado cuenta, pero sus padres las pasean como caballos alados por toda la fiesta, enfatizando sus virtudes a cada familia con apellidos ilustres.
«Andromeda es increíblemente inteligente. Ha sacado un excelente en casi todas las materias.»
«Bellatrix y Rodolphus son encantadores. Con su habilidad en hechizos, tendrán unos hijos expertos en duelo.»
«Narcissa ,enseña a los Longbottom el precioso vestido blanco que llevas-. Le queda precioso con esa melena rubia.»
«Narcissa, saluda a los Nott.»
«Narcissa, ¿te acuerdas de los Parkinson? Su hijo entra este año, ayúdalo en todo lo que puedas.»
«Narcissa, nuestro pequeño tesoro, ¿habéis visto sus ojos grises? Un detalle que solo los mejores Black poseen.»
A Narcissa le gusta la atención y los cumplidos, pero le incomoda un poco saber que todos estaban destinados a emparejarla con alguien. Se libra un poco porque su hermana y Rodolphus se convierten también en las principales atracciones. Él agarra a su hermana del codo y la va dirigiendo a los distintos amigos y compañeros del ministerio, que les felicitan por el compromiso. Cada vez que la toca, Narcissa nota cómo su hermana se tensa, pero se pasa toda la noche sonriendo y hablando sobre la boda, que se va a convertir en el evento del año. En cambio, Andromeda, aunque saluda a todos y parece cómoda, se excusa enseguida alegando un terrible dolor de cabeza. Narcissa cree que se ha ido a escribir una lechuza. Últimamente se cartea con alguien secreto, haciéndolo siempre de noche para que no la descubran.
No puede evitar pensar que sus hermanas son un reflejo de su futuro, los dos caminos que se abren ahora que ya es mujer. Resignarse o esconderse, pero siempre siendo infeliz. Sin embargo, se abre un tercer camino esa noche. Uno que comienza en el mismo instante que el elfo domestico anuncia los nuevos invitados a la mansión:
—La antigua y noble familia Malfoy.
