Presunta desgracia (Love Live! Nijigasaki)
Inspirado en hechos reales, Love Live! no me pertenece ni de sus personajes principales (salvo OC).
Estas historias están basadas en hechos reales y se recrean en lugares similares a los verdaderos para respetar la privacidad de las personas que otorgan su testimonio.
7:30 AM
Unas jovencitas avistan a un ciclista que luego le roban la bicicleta de un vigilante que trabajaba en un terreno ajeno al público, lo patearon y ellas se fugaron.
Efectivamente esto sucedió así esa mañana del domingo de junio, un robo de estas características podría ser considerados los barrios modestos de Tokio como un hecho sin mayor trascendencia. Sin embargo éste, perpetrado en contra del guardia de seguridad de un predio privado superó las expectativas de los propios protagonistas y dio origen a uno de los casos policiales más espeluznantes de la época.
El afectado intentó en mano perseguir a las ladronas, ellas se esfumaron entre las enjutas calles de Shinjuku en los alrededores de Tokio. Ante el fracaso, el vigilante emprendió a pie rumbo a su trabajo para cumplir con su habitual jornada laboral; el centro experimental del interior de la ciudad está custodiado por una decena de guardias, grupo al que pertenece ese vigía. Este tentador predio -baldío- se encuentra en el corazón de un populoso cordón de extrema criminalidad (extrema pobreza en el original), razón por la cual los vigilantes estiman que sus pobladores son sus más enconados adversarios; la ausencia de testigos y el desconocimiento de las ladronas indicaron rápidamente que el robo quedaría impune, esto llenó de ira e impotencia a sus colegas que desde luego hicieron causa común con ese empleado afectado, el más antiguo del grupo.
CENTRO EXPERIMENTAL, 9:00 AM
Entretanto, las eventuales hermanas -supuestamente- delincuentes Kanata y Haruka Konoe, de 21 y 19 años respectivamente destinaban la fechoría dando rienda suelta a los efectos de su loca trasnochada. Pero en casualidades le dieron a esta historia un rumbo no deseado: las dos "delincuentes", lejos de proponérselo, tuvieron la desafortunada idea de pasearse con la bicicleta exactamente frente al predio. Como era de esperar, los guardias de turno la reconocieron y no dudaron en su intento por recobrarla.
Tras la llegada del jefe de turno, la situación tomó una dirección más insólita aun, cuando la lógica indicaba que ambas jóvenes debían ser entregados a la policía, los guardias recibieron la orden de trasladarlos al interior del terreno. Ciertamente había en esta determinación un subrepticio deseo de venganza y también, una particular muestra de poder; las ladronas debían recibir un castigo ejemplar.
Las cartas estaban echadas, Kanata y Haruka Konoe fueron trasladadas hasta un lugar estratégico del predio, vana fueron la súplica de las jóvenes allegadas quienes presentían un castigo aun más riguroso por parte de los guardias. De este modo, el jefe, tres colegas y el dueño de la bicicleta asumieron desde ese instante absoluta responsabilidad en aquella arbitraria detención.
11:00 AM
En la soledad del centro experimental comenzó a escribirse ese domingo de junio una aberrante historia. Las idols indefensas, atadas de manos y con su rostro cubierto, comenzaron a sentir el rigor de un castigo demencial; los cinco guardias, comprometidos en la situación optaron por golpear haciendo gala de avezadas técnicas de artes marciales. De este modo, tendrían entonces la certeza de no dejar huellas visibles de los endebles cuerpos de las mujeres.
Los cinco vigilantes descargaron sobre las muchachas indefensas toda su violencia acumulada, desde luego nunca hubo razones para tanta rudeza y tampoco atisbos de cordura para dar por terminada a esta verdadera masacre, cuyos límites, a esa altura eran demoníacos.
Efectivamente el abuso de poder había llegado a su máxima expresión, producto de la brutal golpiza Kanata Konoe y su hermana Haruka dejaron de existir. La decisión más instintiva fue esconder los cuerpos en algún lugar seguro hasta tomar en conjunto una decisión.
Finalmente, la postura del jefe se tradujo en la última palabra: había que enterrarlas. En otro lugar apartado del predio agrícola, el propio dueño de la bici fue designado para la insólita misión; la faena fue dura y demoró prácticamente todo el día. El plan posterior era juntarse al caer la noche para llevar a cabo el fatídico entierro, la oscuridad del verano interrumpía solo por la luz de la camioneta dejó entrever a los protagonistas de esta comedia de terror. Los procesos judiciales del caso no son certeros en esta parte de la historia, entrelíneas se alberga la posibilidad de que ambas chicas hayan sido enterradas vivas.
Luego de ponderar la trascendencia del crimen que han cometido, los cinco guardias de seguridad se reúnen para realizar un pacto, un pacto de silencio y así dar por terminado el asunto como si nada la hubiese sucedido.
Sin lugar a dudas, la muerte y desaparición de Haruka y Kanata Konoe tuvo ribetes de crimen perfecto, los familiares y amigas de ambas jóvenes, desconociendo absolutamente el fatal desenlace de sus vidas iniciaron el calvario de una infructuosa búsqueda. Las diligencias para dar con el paradero de sus hijas condujo a la admirada madre a recorrer prácticamente todo Tokio, las dos víctimas eran hijas y hermanas ejemplares, en estricto rigor ninguna de ellas tenía antecedentes policiales. La situación económica de los padres de las víctimas impide acelerar los trámites de búsqueda, así pasan los días y los meses sin mayores novedades. No obstante, la esperanza de que un día aparezcan se mantienen latente en el corazón de esta madre.
Después de un año de aquel trágico suceso y cuando todo hacía suponer que el caso del predio engrosaría el archivo de los crímenes no resueltos, persistentes rumores que hablaban de extraños acontecimientos en el interior del centro experimental inquietaron la mente de la policía civil.
El entonces inspector es designado para averiguar el hecho, él y un equipo avezado de investigadores deciden abordar estratégicamente a uno de los guardias, sindicado en forma recurrente como uno de los que podría saber algo.
El plan de inmiscuir al guardia y responsabilizarlo de situaciones que en modo alguno estaban claras le dio resultado a la policía, él, como esperando ese momento en lo más profundo de su ser confesó su participación en la muerte y posterior entierro a las dos jóvenes. Hasta ese instante la sorpresa era mayúscula para el personal de orden, ellos no sabían con certeza de qué se trataba ni menos los nombres de las víctimas.
De cualquier modo, la pesquisa tuvo carácter de relámpago, una vez detenido los primeros implicados el propio inspector acude al interior de la parcela donde se supone están las víctimas enterradas. Después de un año, ese vigía cumple paradojalmente la misión de desenterrarlos.
La expectación cunde en el lugar, luego de algunas horas de trabajo intensivo, el vigilante comprueba con asombro que los cadáveres no existen. La precaución que tuvo otro de los guardias, quien cambió la topografía del lugar a los tres meses del crimen condujo error a su colega; claro está que mientras no hubieran víctimas no existiría delito, ni mucho menos detenido. En esta idea se amparó el jefe de los guardias del área para guardar estricto silencio. No obstante, por obvia deducción policial fue rápidamente conminado a descubrir e indicar el lugar del entierro, pero el cambio de geografía del sector fue tan ostensible que el propio jefe no dio con el sitio exacto.
En esta faena, personal de la policía y dos de los guardias pasaron prácticamente tres días completos. A pesar de ello, la búsqueda no dio resultados.
Parecían que el caso estaba condenado a no resolverse, pero el inspector tenía la corazonada de que el testimonio de los detenidos era fidedigno; entonces, consiguió una maquinaria pesada y sin pensarlo dos veces decidió excavar y abrir una zanja para encontrar indicios de las víctimas. La expectación y el suspenso se mantuvo por largas horas, la máquina excavadora no cesó de herir la tierra; cuando la zanja se extendió por largos 50 metros y los investigadores analizaban meticulosamente todo objeto que diera señales de las desaparecidas la húmeda tierra dejó ver por fin huellas concretas. En ese preciso momento se pararon la faena de rastreo y rápidos análisis confirmaron la existencia de los cadáveres que andaban buscando, con la misma prisa, personal policial se dio a la tarea de identificar a las víctimas, no hubo dudas respecto a la juventud de ambas y de acuerdo a la fecha de muerte se hurgó en el archivo policial para hacer coincidir denuncias de presuntos desaparecidos. De este modo, hubo absoluta certeza que se trataba de Kanata y Haruka Konoe.
La esperanza de encontrarse algún día con sus hijas se desvaneció para siempre. La noticia de que efectivamente había muerto en manos de los guardias del campo privado fue demasiado castigo para su corazón.
No existe dolor más grande para una madre que la pérdida de unas hijas, la señora Konoe recuerda así a sus queridas Haruka y Kanata. Por su parte, los familiares de las Konoe aun no se conforman con la pérdida de sus hijas.
Han pasado cinco años de aquel trágico suceso, los autores se encuentran recluidos en la cárcel de Tokio. A pesar de estar prácticamente en un mismo sector, entre ellos no existe mucha comunicación. La duda sobre quién fue el delator que rompió el pacto de silencio ha sido probablemente la causa de este celoso distanciamiento.
Durante los primeros meses de prisión, los cinco guardias del fundo recibieron protección de Gendarmería, ya que su calificativo de machistas, en la jerga carcelaria, es altamente cuestionado. Desde luego, este fue un duro obstáculo para obtener su testimonio; de hecho, uno de ellos condenado a 20 años y sindicado como uno de los verdugos más encarnizados en la golpiza no quiso dar a la cara.
Entrar en este recinto en busca de personajes tan negados por la sociedad nos predispone a encontrarnos con rostros que representen el daño que cometieron. Sin embargo, nada está más lejos de ello; cuando se trata de primerizos el proceso carcelario parece ejercer sobre ellos su sentido de culpa distinto que en muchos casos, incluso los convierte de victimarios en víctimas. Otros de los ex vigilantes tiene sobradas razones para sentirse de víctima, aquel día cuando se produjo el acto criminal era su primer día de trabajo.
Hoy, se dedica al oficio de carpintero mueblista que aprendió aquí en la cárcel, sus horas de trabajo comienza apenas revienta el alba y termina cuando conjuntamente con los demás reos debe encerrarse en su celda.
En otro sector denominado precisamente del terreno están una pareja de hermanos ex guardias. En realidad, el hecho de tener que protegerlos del resto de la población penal los mantiene ciertamente aislados, pero también con ciertos privilegios; su celda es luminosa y amplia, incluso le permite tener un pequeño taller de carpintería a uno de ellos. La mayoría de los guardias ha aceptado su responsabilidad de los hechos, pero ninguno quiere recordar ese instante fatal.
El otro hermano es técnico agrícola, jefe del predio y hombre de confianza de su administración. Todos los vigilantes protagonistas de este horrendo crimen lo otorgan a él en su calidad de autoridad eventual gran parte de la responsabilidad de los hechos, fue un hombre duro, terco, autoritario, siempre impuso su criterio y sus órdenes eran palabra sagrada. Ahora está aquí sumido en un rincón de su celda leyendo la Biblia, porque según nos cuentan entre rejas conoció a Dios y se ha convertido en un orador de su palabra.
Todos los involucrados recibieron su sentencia: los dos hermanos y uno de sus colegas fueron condenados a 10 años; el resto recibieron 20 años de prisión.
Cuando el ser humano decide aplicar justicia por cuenta propia, se produce una espiral de violencia que lo puede convertir en un cruel criminal cualquiera sean sus cualidades personales.
No existe vengador justo ni bueno.
El derecho penal tiene por finalidad neutralizar el potencial de agresividad del delincuente y el impulso de venganza de la víctima.
Esta historia es real. Sin embargo, la mayoría de los nombres y lugares han sido cambiados para proteger la identidad de los verdaderos protagonistas.
Este corto episodio fue adaptado del programa Mea Culpa en sus primerizos años como fuente base, con toques de la franquicia al estilo Nijigasaki solo por un par de hermanas (la versión original eran protagonizados por hombres); el resto de los personajes, todos masculinos, son OC y ambientadas en tiempos modernos pseudo-futurista. Si este relato escrito tiene relación directa e indirecta entre la ficción con la realidad es pura coincidencia.
Nos estaremos esperando un nuevo fanfic, hasta entonces.
