EL NIÑO EN LA CAJA
Por Cris Snape
Disclaimer: El Potterverso es de Rowling.
Esta historia participa en el reto "Primera página" del foro La Noble y Ancestral Casa de los Black.
"Daniel desapareció tres meses, dos días, ocho horas después de su cumpleaños"
Casas Vacías - Brenda Navarro
—Albus desapareció tres meses, dos días, ocho horas después de su cumpleaños. Recuerdo bien que lo celebramos en La Madriguera porque fue el último. Después de aquello, ningún cumpleaños volvió a ser igual. La pérdida de Albus nos destruyó como familia.
Scorpius escucha atentamente las palabras de James. Está sentado junto a la chimenea, en mangas de camisa y con los ojos fijos en el fuego. Tiene la cara roja y el pelo oscuro se le pega a las sienes. Se ha quitado las gafas y se retuerce las manos con nerviosismo. Scorpius se sienta a su lado, consciente de que no debe presionarle. James nunca habla sobre su hermano. Que esa noche se haya decidido a hacerlo es inaudito.
—Esa tarde fuimos con mi padre a Hogsmeade. Albus, Lily y yo. Nos encantaba estar con él. En aquel entonces era el Jefe de Aurores y apenas tenía tiempo para nosotros. Cada vez que nos llevaba a algún sitio era una fiesta. Además, no le gustaba regañarnos ni nos negaba nada. Creo que se sentía culpable por tenernos un poco desatendidos.
Scorpius asiente y piensa en el señor Potter. Siempre le ha parecido que es un hombre de aspecto triste y desesperado. Le resulta extraño pensar que una vez salvó el mundo mágico y derrotó a un mago oscuro tan poderoso como Voldemort.
—Lily tenía entonces dos años y había aprendido a andar hacía muy poco. Se caía todo el rato, así que mi padre tenía que estar pendiente de ella. La recogía del suelo cada dos por tres y, aunque intentó llevarla en brazos, ella no quería. Aún recuerdo cómo gritaba y se retorcía. La gente nos miraba raro.
James hace una pausa y coge una taza de té. Scorpius tuvo la precaución de prepararlo antes de comenzar con esa charla y el juego de té reposa sobre una mesa auxiliar de aspecto impecable y elegante. James bebe con parsimonia, aún concentrado en el fuego. Scorpius puede apreciar las venillas rojas que invaden sus ojos. Sabe que James apenas ha dormido en los últimos días y contiene las ganas de darle un abrazo. Allí sentado lo encuentra extrañamente vulnerable.
—En un momento dado, mi padre me pidió que le diera la mano a Albus. Me dijo que era el hermano mayor y que aquella sería mi responsabilidad. Me prometió comprarme un cucurucho con dos bolas de helado si me portaba bien. A mí me hizo muchísima ilusión que confiara en mí, así que agarré a Albus con fuerza. Lo que pasa es que Albus no estaba por la labor de hacerme caso. Era muy rebelde. La abuela Molly siempre decía que se parecía mucho a los tíos Fred y George.
Scorpius recuerda la fotografía de Albus Severus Potter. James se la había mostrado unos años antes, cuando se hicieron amigos y le contó que una vez tuvo un hermano. El niño de la imagen tenía entonces unos cuatro años y tenía el pelo rojo, los ojos azules y la sonrisa traviesa. Le faltaban un par de dientes en la parte superior y tenía la ropa manchada de barro. A Scorpius no le cuesta nada imaginárselo trepando por los árboles o saltando en los charcos.
—Estábamos cerca de Honeydukes cuando Lily se cayó de cabeza. Se dio un buen golpetazo en la frente y mi padre fue a socorrerla de inmediato. Yo me quedé atrás, sosteniendo la mano de Albus y viendo la escena. Pensé que todo pasaría pronto, porque las pataletas de Lily nunca duraban mucho, pero no fue así. Lily lloraba y lloraba, mi padre estaba pendiente de ella y Albus no dejaba de tirar de mi mano. Era muy agobiante. Había mucha gente mirando y no sé qué pasó, pero Albus se me escapó.
James se detiene y traga saliva. Scorpius retiene el aire en los pulmones y se pregunta si es posible que se sienta responsable de lo que ocurrió. ¿Cuántos años debía tener James entonces? Seis o siete. Demasiado pequeño para cargar con semejante sentimiento de culpa. Scorpius siente que debe hacer algo para calmar su turbación, pero James sigue hablando.
—Tal vez debí dar la voz de alarma antes. Creo que ni siquiera me di cuenta de que Albus se había soltado porque estaba pendiente de Lily y de mi padre. Entonces, ella se calmó y mi padre me miró. Vi en sus ojos que algo horrible había ocurrido. No supe entonces hasta qué punto todo mi universo iba a irse al garete.
"Mi padre dio la voz de alarma enseguida. No sé si tú te acuerdas de algo de todo aquello, pero el mundo mágico se volcó en la búsqueda de mi hermano. Pensaron que podrían haberlo secuestrado para vengarse de mi padre y durante mucho tiempo esperamos a que alguien pidiera un rescate, pero nunca se pusieron en contacto con la familia. A Albus se lo había tragado la tierra y jamás supimos qué fue de él. Hasta ahora.
Scorpius se estremece y, ahora sí, aprieta el hombro de James. Desea infundirme ánimo y demostrarle que siempre estará a su lado. Incluso le da un breve abrazo mientras evoca esa imagen del periódico y maldice a los buitres que dirigen El Profeta. ¿A quién se le ocurrió la idea de publicar esa fotografía? ¿Qué clase de desalmado se olvidó del dolor de la familia?
—Han pasado veinte años desde que Albus desapareció y resulta que todo este tiempo ha estado en Hogsmeade, enterrado a solo unos metros de distancia de donde lo vi por última vez.
—¿Os han explicado qué ocurrió?
James se encoge de hombros y guarda silencio durante un buen rato. Aprovecha para terminarse el té e incluso se sirve otra taza. Continúa mirando el fuego y parece un poco más derrotado a cada segundo que pasa.
—Los forenses han dicho que no podrán averiguar gran cosa. Sus restos son solo un montón de huesos y, aunque los han examinado concienzudamente, lo único que saben es que no murió de una paliza —James sonríe con infinita tristeza—. Lo más posible es que alguien se lo llevase para pedir el rescate, que fue la primera hipótesis que se barajó. Algo debió salir mal y Albus terminó muerto y metido en esa caja. Espero que no sufriera.
Scorpius vuelve a abrazarle. James nunca ha sido una persona particularmente afectuosa. De hecho, aún se pregunta cómo consiguió romper su coraza y hacerse amigo suyo. Recuerda sus años en Hogwarts, cuando lo único que parecía despertar su interés eran las pociones. Entonces y ahora, James Potter es un hombre parco en palabras. Por fortuna, Scorpius ha tenido ocasión de descubrir que más allá de su aspecto melancólico y su carácter retraído, James es una persona muy emocional. Alguien que carga con un gran peso sobre los hombros y que parece dispuesto a negarse la oportunidad de vivir.
—Siempre me he reprochado por soltarle de la mano. Mis padres me repitieron mil veces que no fue culpa mía y mi madre se encargó de hacerme saber que el verdadero responsable fue mi padre. Por eso se divorciaron. Ella no soportaba mirarle a la cara. Estaba convencida de que pudo hacer algo más aquella tarde, que debió cuidarnos mejor. Y mi padre nunca le discutió nada porque estaba de acuerdo con ella. No sabes cómo fue vivir aquello.
James traga saliva y la voz le tiembla. Scorpius no quiere que se ponga a llorar. Nunca ha sabido cómo lidiar con las lágrimas. Le rodea la nuca con una mano y apoya la frente en su sien, respirando muy cerca de su oreja. Casi puede oír los latidos de su corazón, fuertes, veloces e insondables.
—Mi padre se alejó de nosotros. A veces podía pasar meses enteros sin verlo y sin saber de él. Dejó el trabajo como auror y decidió hacerse rompedor de maldiciones. Viajó por toda Europa y después por todo el mundo. Mi madre sufrió una depresión y nos envió a Lily y a mí a La Madriguera, así que cuando Albus desapareció también perdí a mis padres. Los echaba de menos a los tres y cada noche antes de dormir me reprochaba una y otra vez por haberle soltado la mano. Era terrible y a los catorce años me hice esto.
James le muestra sus antebrazos. Hay dos largas cicatrices que van desde el codo a la muñeca. Scorpius recuerda perfectamente que el incidente ocurrió en Hogwarts. Una mañana se levantó y alguien de Gryffindor dijo que habían encontrado a Potter en el cuarto de baño, rodeado de un charco de sangre. Un supuesto accidente al que apenas dio importancia en su momento y que, obviamente, fue mucho más que eso.
—Mi padre regresó de inmediato a Inglaterra y creo que fue la primera vez que habló con mi madre en muchos años. Entre los dos decidieron que necesitaba ayuda y empecé a ir a un psicólogo muggle. No sé si te acuerdas, pero muchas tardes abandonaba Hogwarts.
Scorpius asiente. También se ha servido un té. La garganta le arde por la pena y necesita beber algo.
—Era por eso. Necesité bastante tiempo, pero poco a poco fui mejorando y encontré un gran consuelo en las pociones. Fue entonces cuando decidí que me convertiría en el mejor pocionista que fuera capaz de ser. Y creo que lo he logrado, aunque lo que pasó con Albus aún me duele. Es por eso por lo que no quiero formar una familia. No quiero tener hijos. Estoy bien así como estoy.
Scorpius decide que ha llegado el momento de separarse un poco de él y se sienta en el otro sillón frente a la chimenea. También observa el fuego y encuentra el crepitar de las llamas embriagador.
—Ahora que Albus ha aparecido, no sé cómo voy a afrontar la situación. Aunque suene cruel, es un alivio saber que ha estado muerto todos estos años, pero no sé qué hacer.
Scorpius carraspea y comprende que ha llegado el momento de decir algo. Se siente inseguro y torpe, pero no puede seguir guardando silencio.
—Tú no tienes que hacer nada, James.
—Salvo aguantar.
—Yo no diría eso. Creo que basta con que te dejes llevar.
James alza una ceja y algo parecido a una sonrisa aparece en su rostro.
—Quiero decir que harás lo que tienes que hacer. Irás al funeral de tu hermano, te despedirás de él, estarás con tu familia. Y yo permaneceré a tu lado todo el tiempo. Te escucharé si quieres hablar y te consolaré si quieres llorar, pero no te dejaré solo. Somos amigos.
James amplía esa sonrisa y agacha la cabeza.
—Gracias, Scorpius. Eres un buen tipo.
Scorpius le devuelve la sonrisa. Permanecen un buen rato en silencio, sentados frente a la chimenea. James mira el fuego y él mira a James, preguntándose en qué está pensando y sintiendo una gran compasión hacia su persona. Imagina lo difícil que tiene que ser vivir con semejante sentimiento de culpa y necesita encontrar una forma de hacerle sentir mejor. Sabe que es algo sumamente complicado, puesto que James lleva casi toda su vida experimentando esas sensaciones, pero se repite que no perderá nada por intentarlo. Y mientras piensa en las palabras mágicas que devuelvan la existencia de James Potter a la normalidad, no puede ni imaginarse qué clase de recuerdos rondan por la mente de su mejor amigo.
—¡Vamos, Albus! ¡No seas gallina!
Él no es ningún gallina. Acaba de cumplir cuatro años y es lo suficientemente mayor para ir a jugar al bosque. Aunque papá se lo tenga rotundamente prohibido.
—¡Espérame, James!
Su hermano corre muy deprisa. Le ha dicho que quiere mostrarle un lugar maravilloso, justo al otro lado de ese riachuelo. Ve a James dar un salto para llegar al otro lado y, aunque coge carrerilla, se detiene justo antes de brincar. Tiene las piernas demasiado pequeñas. No alcanzará la otra orilla.
James le mira con disgusto. Se cruza de brazos y tuerce el gesto.
—¡Venga! ¡Salta!
—No puedo, James.
—Sí que puedes. ¡Salta!
Albus sabe que es un error, pero salta igualmente. Por James, para ser partícipe de sus tesoros.
No llega al otro lado.
"Harás lo que yo te diga, James. Y punto"
Es lo que James Sirius Potter ha hecho desde que Albus se fue. Obedecer a su padre. Mentir una y otra vez. A su madre, a los aurores, a sus familiares y amigos. A Scorpius.
Está a punto de abrir la boca para confesar la verdad. Quiere contarle a Scorpius que aquella tarde Lily se cayó al suelo y se hizo una brecha en la frente, pero que cuando su padre dio media vuelta no se encontró con ninguno de sus hijos mayores. James había aprovechado el momento de desconcierto para llevar a Albus al bosque. Sólo quería jugar, enseñarle la cueva maravillosa que Fred y él descubrieron durante el verano. Pero Albus no fue capaz de saltar el río y James tuvo que ver cómo su cuerpo se hundía en sus aguas y era arrastrado hacia el Lago Negro.
Scorpius se da cuenta de que le está mirando y le agarra de la mano. James se estremece. No debería hacer eso. Nadie debería tocarle después de lo de Albus. Scorpius no querría hacerlo si hubiera visto a su padre llorando con desconsuelo con el cuerpo de Albus entre sus brazos, justo después de sacarlo del agua. No querría saber nada de él si hubiera escuchado esas palabras.
"¿Qué has hecho, James"
Mató a su hermano. Su padre metió el cuerpo en una caja de madera y lo enterró a las afueras del Hogsmeade con la esperanza de que nadie lo encontrara jamás. Si lo piensa en perspectiva, James llega a la conclusión de que fue una estupidez. Ni siquiera ahora entiende por qué su padre no dijo la verdad. Tal vez James hubiera perdido a su familia, pero todos los demás podrían haber permanecido unidos. Aunque sólo fuera para odiarle a él. Pero no. Harry Potter, salvador del mundo mágico, aceptó una responsabilidad que no le correspondía y se hizo merecedor de un odio que debió ser para James.
"Es lo mejor para todos. Obedece, James"
Y James lo ha hecho, aunque ahora han encontrado a Albus y tiene miedo del presente y del futuro. El pasado ya le ha hecho demasiado daño como para seguir dándole importancia. Mira a Scorpius y una vez más quiere decirle la verdad, pero guarda silencio porque, tal y como señaló su padre tantos años atrás, es lo mejor para todos.
Y una mierda.
Hola, holita.
Cuando leí la frase que me tocó, tuve claro que quería escribir sobre la desaparición de uno de los hijos de Harry Potter. Después, me informé sobre el libro y estuve a punto de cambiar de idea porque me sentí un poco "copiatramas". De todas formas, como no he leído la novela me he tomado la libertad de dejar volar la imaginación y me ha salido esto. Sé que la historia puede continuarse un poco más, pero prefiero que sea el lector quién decida qué ocurre a partir de ahora.
Ha sido un placer participar. Besetes y suerte a todo el mundo.
