Descargo de responsabilidad: Los personajes no me pertenecer sino a sus legítimos creadores. Yo solo los utilizo con fines de entretenimiento.
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'' Mi amor por ti ... arde más fuerte y brillante ... que las brasas del fuego más ardiente ''
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Un apuesto joven de ropas elegantes maldecía una y otra vez en voz baja. No podía creer como había terminado en esa situación, era humillante ... un Príncipe de la Nación del Fuego vencido por nada más ni nada menos que una simple trampa caza bobos.
Cuando decidió aventurarse por su cuenta después del largo viaje hasta Hira'a no pensó que pisaría una de esas trampas ocultas que utilizaban los aldeanos para evitar que intrusos robaran a sus animales. Se repetía que nunca tuvo por que caminar por la parte boscosa, ni siquiera supo por que lo había hecho en primer lugar, no era nada propio de él, había demasiada tierra y suciedad para su gusto.
La engañosa cuerda termino sujetándolo firmemente por las piernas y elevándolo por sobre el suelo, al inicio creyó que fácilmente podría librarse utilizando un poco de su Fuego Control pero resultó que la estúpida cuerda estaba reforzada y no podría quemarla sin arriesgarse a quemar el bosque entero. Bufó molesto, esperaba que alguien lo encontrara antes de que su padre se diera cuenta de su ausencia.
Aunque lo dudaba, ya llevaba más de una hora en su situación actual y ni había visto ni una pobre alma cruzar por esos lados, tampoco tenía muchas esperanzas que los Guardias Reales se toparan con él ya que no les había dicho a nadie a donde se dirigía. De verdad que no comprendía que cruzaba por su mente al momento en que decidió poner un pie en aquel bosque.
Y mientras seguía recriminándose la breve pérdida de razonamiento que lo condujo a estar colgado de un árbol escucho un suave grujido de ramas rompiéndose. Dirigió su mirada ámbar hacia el lugar de donde provenía el sonido, esperando internamente que no fuera otro torpe animal pero cuando lo que vio fue una persona con rostro de Dragón tuvo que parpadear varias veces no creyendo lo que veían sus ojos.
Pero en el lugar de que la imagen se desvaneciera como una ilusión óptica comenzó a hacerse más grande a medida que se acercaba hasta él. Ozai cerró los ojos y respiro profundamente tachando lo que veía solo como una consecuencia de toda la sangre que había subido a su cabeza a causa de la gravedad.
-¿Necesitas ayuda? -Pregunto una suave voz femenina. Él Príncipe del Fuego abrió los ojos fijando su mirada sobre la joven muchacha que retiraba la máscara de Dragón de su rostro.
-¡Te ordeno que me bajes de aquí ahora mismo! -Exclamo Ozai en tono autoritario.
-¿Me ordenas? -Dijo la castaña sonriendo con diversión -Pero que mal humo, de seguro fue eso lo que te hizo terminar aquí-Se burlo agachándose levemente para quedar cara a cara con él.
-¿Acaso no sabes quién soy yo? -Cuestiono Ozai frunciendo el ceño.
-¿Debería? -Pregunto ella ladeando el rostro.
-¡Bájame de aquí!-Exclamo de nueva cuenta él Príncipe.
-Al parecer no tienes muy buenos modales, pero te daré una oportunidad di ''Por favor'' y te bajare con gusto-Dijo la joven tranquilamente.
-Yo jamás digo Por favor-Aseguro Ozai tajante.
-Entonces jamás bajarás de hay-Dijo ella apoyando una rodilla sobre el suelo -Es increíble...¿Qué clase de persona termina en una sencilla trampa caza bobos. Una que no presta atención sin duda-Comento riendo levemente con burla, asiéndolo fruncir el ceño visiblemente ¿Quién se creía esa campesina para burlarse de él?
-Oye por cierto...¿Cuanto tiempo llevas así colgado?-Pregunto la joven apoyando el rostro contra la palma de su mano.
-¿Qué te importa?-Espeto Ozai irritado. Ella se encogió de hombros.
-Bueno, al parecer nada y como se nota que tienes todo bajo control...me retiro, voy tarde a algo-Dijo la muchacha levantándose nuevamente mientras volvía a colocar la máscara sobre su rostro.
-¡No! ¡Espera! ¡No te vayas!-Exclamo Ozai viendo como ella comenzaba a alejarse. La joven volvió el rostro hacía él.
-¿Por que debería quedarme?-Cuestiono ella mirándolo a través de la máscara.
-Por que ... te lo estoy pidiendo-Dijo Ozai en tono más gentil y menos autoritario. Ella se compadeció de él.
-Esta bien ... eso al menos es un avance-Reconoció la muchacha parándose frente suyo -¿Desde cuando estas colgado? -Pregunto nuevamente. Él Príncipe soltó un suspiro.
-Algunas horas, no se cuantas exactamente ... se pierde la noción del tiempo después de un rato-Respondió Ozai.
-Debe de dolerte la cabeza-Comento ella colocando una mano en la cara enrojecida del Príncipe, este arqueo las cejas ante la sutil muestra de preocupación.
-¿Por que usas esa máscara? -Pregunto Ozai mirando el antifaz de Dragón. Ella se irguió retirando su máscara.
-Obtuve el papel de Emperatriz Dragón en la producción teatral llamada '' Amor entre Dragones '', me dirigía a la práctica cuando me tope contigo-Respondió ella.
-¿Por que tomaste este camino? Eres la única persona que he visto por aquí-Cuestiono él frunciendo las cejas.
-Tú también eres el único que vi por este lugar-Respondió ella sosteniendo la máscara entre sus manos.
-No respondiste a mi pregunta-Dijo Ozai seriamente. La joven sonrío.
-¿Me creerías si te dijera que no lo sé?...Simplemente sentí el impulso de venir para acá y es raro por que es un camino que normalmente no tomo ya que es más largo. Aunque ahora que lo pienso...creo que quizás era para encontrarme contigo-Dijo ella alegremente.
-¿Qué te hace creer eso?-Cuestiono Ozai frunciendo levemente el ceño, intrigado.
-Bueno...si no tomaba este camino ¿Quién más te ayudaría?-Respondió la muchacha con simpleza. Él Maestro Fuego pensó en sus palabras, que aunque cursis podrían contener algo de verdad.
Entonces Ozai dirigió sus ojos ámbar hacia la figura femenina, detallándola por primera vez. Sin duda era más joven que él y muy hermosa además, eso no podría negarlo ni aunque quisiera., poseía sedoso cabello castaño que enmarcaba unos luminosos ojos dorados y un rostro fino y delicado. Aquella belleza digna de la Realeza no era común verla en una simple campesina.
-Bájame de aquí-Repitió Ozai pero esta vez sin exigirlo.
-Solo cuando digas ''Por favor''-Dijo ella sonriendo con diversión. Él gruño mientras se fijaba en el sol que comenzaba a ocultarse detrás de las montañas más adelante, el atardecer pronto daría paso a la noche y cuando esto sucediera debía estar sin falta con su Padre nuevamente.
-...Por...favor...-Murmuro de mala gana.
-¡¿Vez?! No era tan difícil-Dijo la muchacha alegremente.
-Dilo por ti-Dijo Ozai con irritación.
-Oh...vamos...No moriste ¿O si? Tener algo de cortesía no le hace mal a nadie. Lo cortés no quita lo valiente-Dijo ella colocando las manos sobre su cintura.
-¡¿Me sacarás de aquí si o no?!-Exclamo él Príncipe exasperado.
-Tranquilo-Dijo la castaña caminando hasta el tronco de un árbol cercano -Yo pensaba hacerlo con cuidado pero ya que estas tan impaciente supongo que no te molestará-Dijo ella sonriendo traviesamente antes de tirar de la esquina de la soga atada alrededor del árbol.
Soltando a Ozai que cayo abruptamente golpeándose la cabeza contra el resistente suelo, empolvando sus costosas ropas con tierra. Él Príncipe se sentó rápidamente y un repentino mareo lo azoto cuando toda la sangre que se fue acumulando en su cabeza bajo de golpe, obligándolo a tomarse un momento para recuperarse apoyando la frente contra la palma de su mano.
-¿Te encuentras bien?-Pregunto la joven agachándose junto a él, apoyando una mano sobre su hombro. Ozai la miro antes de asentir y volver su mirada al suelo.
-Si...solo...necesito un minuto-Murmuro él Príncipe.
-Si te sientes muy mal puedes venir conmigo a casa...mi Madre es muy buena tratando cualquier dolencia-Propuso ella.
-Estoy bien-Aseguro él asintiendo para luego ponerse rápidamente de pie seguido de ella.
-¿Estas seguro?-Pregunto la castaña en tono preocupado.
-Debo irme-Dijo Ozai.
Pero a penas pudo dar un par de pasos antes de que los calambres en sus piernas adormecidas lo hicieran caer y tropezarse. Aunque nunca se espero a que ella alzara los brazos para intentar sostenerlo, pero al ser él más pesado la castaña no solo no pudo evitar que cayera al suelo sino que este se la llevo con él, terminando ambos en el piso.
Por muy estoico que pudiera ser Ozai ni aun así pudo evitar sonrojarse al quedar a centímetros del rostro de la sorprendida muchacha que lo había ayudado. Estaba sobre ella y la única razón por la que sus cuerpos no estaban en completo contacto era por que había logrado colocar a tiempo las manos a cada lado de su cabeza manteniendo una leve separación entre ambos.
-Yo...yo...¡Fue tu culpa!-Exclamo Ozai con las mejillas ardiendo mientras se separaba rápidamente de ella. La castaña lo miro con los ojos muy abiertos y un rubor adornando su rostro mientras se sentaba sobre la tierra.
-L-Lo siento...yo solo...quería ayudar...-Murmuro ella apenada. Ozai paso una mano sobre su rostro intentando ignorar el martilleo en su pecho. Era él Príncipe de la Nación del Fuego, no podía dejar que un tonto accidente como ese lo afectara.
-Tengo asuntos importantes que atender...-Murmuro Ozai con la habitual cortesía Real -Tu asistencia me fue de utilidad-Dijo para luego dar media vuelta y alejarse del lugar.
-¡A-Adiós! ¡Fue un gusto!-Exclamo la muchacha en despedida. Él Maestro Fuego volvió la cabeza hacia atrás observando el rostro sonriente de la castaña antes de irse finalmente.
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Él Señor del Fuego junto a su Guardia Real observo como Ozai se acercaba hasta ellos corriendo, él Príncipe tenía la respiración agitada y su mirada se torno avergonzada cuando los irritados ojos de su padre se posaron sobre él mientras lo observaba con disgusto.
-¡¿Como te atreves a aparecerte a estas horas?!-Reprendió Azulon mirando con severidad a su hijo menor. Ozai se encogió de hombros bajando la cabeza.
-Tuve...un contratiempo inesperado-Fue la respuesta del Príncipe de Fuego.
-Excusas-Espeto Azulon negando con la cabeza para luego suspirar -Vayamos a la casa de Jinzuk, debemos notificarle de la situación actual de su hija-Dijo seriamente mientras emprendían el camino hasta el hogar de los descendientes del Avatar Roku.
Ozai bajo la cabeza exhalando profundamente, preparándose mentalmente para lo que venía. Aquel matrimonio arreglado no le emocionaba en lo más mínimo, si pudiera evitarlo lo haría sin dudarlo pero debía hacerlo para complacer a su padre, aunque tampoco era como si tuviera alguna opción.
Y nadie podía culparlo por desagradarle la idea, ya que ni siquiera había sido su idea en primer lugar pero ya que Iroh no estaba disponible para la loca profecía de los Sabios de Fuego a él le había tocado aquella obligación. Solo esperaba que la mujer con la que lo casarían no fuera una bruja insoportable.
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Él hombre Jinzuk junto a su esposa Rina los habían recibido amablemente en su hogar y aunque al darles la noticia pudieron verse visiblemente nerviosos y hasta tristes aceptaron cortésmente la propuesta del Señor del Fuego. La señora se retiro después de no haber podido retener por más tiempo sus lágrimas dejando a su esposo atendiendo a sus invitados en el invernadero de la casa.
-Me alegra mucho que estuvieran de acuerdo con nuestro ofrecimiento-Dijo Azulon.
-Usted nos honra con tal proposición Señor Azulon-Dijo Jinzuk cortésmente asiendo una leve reverencia.
Ozai mantenía la vista en el suelo, no podía importarle menos todas aquellas formalidades, solo quería terminar con todo eso de una vez. Entonces se escucho el abrir de la puerta seguido de algunos pasos apresurados a lo que tanto Azulon como Jinzuk volvieron sus miradas hacia la entrada pero él Príncipe ni se inmuto sumido en sus propios pensamientos.
-Hija, muéstrale a nuestros invitados el debido respeto-Pidió Jinzuk y Ozai cerró los ojos al saber que su futura esposa había llegado.
-¡Señor del Fuego Azulon!-Exclamo la joven. Él Príncipe estaba tan inmerso en su apatía del momento que fue incapaz de reconocer el tono familiar que había empleado la chica.
-Ursa ¿Verdad? Levantate y déjanos echarte un vistazo-Solicito Azulon a lo que ella obedeció de inmediato -Magistrado Jinzuk. Su esposa ha criado una hija incluso aun más hermosa que sus flores-Admiro él Señor del Fuego complacido -Hemos tenido tantos problemas para encontrar a los descendientes del Avatar Roku. Es como si él quisiera mantenerlos ocultos de nosotros-Comento.
-Pero ahora claramente el esfuerzo ha valido la pena. Los Sabios del Fuego me dicen que la unión de la nieta del Avatar con mi propio hijo producirá un linaje de gran poder, uno que ayudaría a asegurar el mandato de mi familia por siglos después de que yo me haya ido-Explico Azulon -Ursa déjame presentarte al Príncipe del Fuego Ozai, mi segundo hijo tiene una propuesta para ti-Presento él Señor del Fuego.
Entonces ambos se miraron por primera vez. Ursa y Ozai abrieron los ojos con genuina sorpresa al reconocerse, ella había sido la joven que lo había ayudado esa tarde y él Príncipe no podía creerlo, estaba sin habla. Permaneció casi paralizado hasta que recibió un codazo de parte de su Padre.
-Mi hijo tiene una propuesta para ti-Repitió él Señor del Fuego. Ozai carraspeo.
-Mmm...yo...-Murmuro él Príncipe tratando de recordar el dialogo que tanto había ensayado antes de venir.
Azulon coloco una mano en su espalda y lo empujo acercándolo a la castaña, obligando a Ursa a colocar las manos sobre su pecho para evitar que chocara contra ella. Ozai trago nerviosamente mirándola casi tan de cerca como lo habían estado horas atrás.
-...Ursa...hija de Jinzuk y Rina, nieta del Avatar Roku ¿Me harías el honor de concederme tu mano en matrimonio?...-Pregunto él Maestro Fuego. Ursa bajo la mirada y mordiéndose el labio se tomo un momento para responder.
-Si, Príncipe Ozai...es un honor para mi aceptar la propuesta de matrimonio..-Respondió la castaña.
-Excelente. Partiremos mañana mismo para iniciar los preparativos de la boda-Dijo Azulon complacido con la respuesta de la nieta del Avatar.
-¿Mañana? ¿Tan pronto?-Pregunto Jinzuk envolviendo el brazo alrededor de su hija.
-¿Algún problema?-Cuestiono Azulon arqueando una ceja.
-No, no...por supuesto que no...cuanto antes mejor-Dijo Jinzuk rápidamente.
-Eso me gusta oír-Asintió él Señor del Fuego mientras se llevaba al humilde hombre a un lado para poder conversar con él, dejándole a los prometidos un momento a solas.
Él Príncipe miro de reojo el rostro cabizbajo de la castaña y se sintió sonrojar levemente pese a que procuraba mantener un semblante sereno, el calor de sus mejillas no era solamente por el obvio hecho de lo increíblemente hermosa que era Ursa sino por su encuentro anterior.
Ella había llamado su atención realmente, pero había creído que nunca volvería a verla, aun así resultaba que esa misma chica que se burlo de él y lo ayudo sería su esposa. Resultaba hasta algo difícil de creer.
Entonces recordó unas palabras que ella misma había pronunciado ''Simplemente sentí el impulso de venir para acá y es raro por que es un camino que normalmente no tomo ya que es más largo. Aunque ahora que lo pienso...creo que quizás era para encontrarme contigo''
Puede que tuviera razón y había sido el mismo destino el que los había cruzado en primer lugar horas antes de enterarse de que compartirían su vida juntos. Y si era sí puede que la profecía también fuese cierta y sus hijos formarían una poderosa dinastía de Maestros Fuego.
-Mmm...yo...-Murmuro Ursa captando su atención -Suponía que no eras de aquí...pero no creí que fueras un Príncipe...-Comento mirando el suelo tímidamente.
-Yo no pensaba que fueras la nieta del Avatar-Dijo Ozai sin saber que más decir.
Se sentía un ambiente incomodo entre ambos y no era para menos, pero internamente esperaba que lograran superarlo por que de lo contrario no haría más fácil las cosas. Los dos se sumieron en un incomodo y largo silencio que ninguno sabía como romper.
-¡Príncipe Ozai!-Llamo Azulon cortando el tenso momento para alivio de ambos -Despídete de tu prometida. Y pequeña mañana partirás con nosotros a la Capital de la Nación del Fuego-Anunció en su acostumbrado tono autoritario.
-Si, Señor-Dijo Ursa asiendo una respetuosa reverencia hacia él.
-Estaré esperando con ansia nuestro encuentro mañana-Dijo Ozai educadamente, sorprendiéndose a si mismo ante sus inesperadas palabras que causaron el mismo efecto en la castaña que lo miraba con sorpresa.
-Buenas noches-Dijo él Príncipe en modo de despedida antes de volverse hacia su padre y partir de la sencilla vivienda preparándose para volver al día siguiente.
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Dentro del lujoso carruaje que era tirado por veloces caballos se encontraban él Señor del Fuego Azulon junto a su hijo menor y la nieta del Avatar, su futura nuera. Ursa mantenía la mirada baja, puesta fijamente sobre el piso de madera sintiendo la intensa mirada de Ozai puesta sobre ella.
La castaña inhalo profundamente antes de girar levemente la cabeza hacia él Príncipe para rectificar que la observaba y no eran solo sus nervios. Pero efectivamente las orbes ámbar estaban fijas en su persona a lo que ella bajo rápidamente la mirada nuevamente, apretando nerviosamente entre sus manos la tela de su vestido.
Ozai desvió disimuladamente la cabeza hacia la ventana al verse descubierto, no quería incomodarla pero simplemente se sintió atrapado un momento al observarla. No podía evitar divagar con el futuro en sus pensamientos, tratando de visualizar de como sería su vida matrimonial y familiar.
Sería todo un reto acostumbrarse a sus respectivas presencias para lograr disipar la incomodidad, aunque si era sincero por su parte no creía que tardara tanto en adaptarse a la compañía constante de Ursa, pero esperaba poder abrirse con ella y viceversa.
Por que podía ser un matrimonio arreglado pero eso no quería decir que no deseara que este funcionara, no quería que fueran una pareja solo para mantener las apariencias. Incluso le gustaría llegar a amar a la mujer que sería su esposa y la madre de sus futuros hijos.
Y justamente era el hecho de ser consciente de que no estaba enamorado de Ursa que el acelerado latir de su corazón como el calentamiento de sus mejillas cada vez que la veía, lo confundían. Puede que comenzara a experimentar el atisbo de un posible sentimiento, el cual esperaba poder desarrollar.
-Querida niña, después de haber crecido en esta apartada aldea apreciarás especialmente las comodidades de la Ciudad Capital-Comento Azulon con una leve sonrisa -Estoy seguro de que él Príncipe Ozai estará más que feliz en mostrarte todo lo que nuestra Capital tiene para ofrecer-Dijo él Señor del Fuego volviendo la mirada hacia su hijo.
-Así es-Aseguro Ozai con una pequeña sonrisa regresando su mirada hacia ella. Ursa lo miro tímidamente -Estaré encantado de...-Decía él Maestro Fuego antes de que unos insistente gritos lo interrumpieran seguido inmediatamente del abrupto paro del carruaje.
-¡Ursa! ¡Ursa!-Exclamo una voz masculina.
-¿Qué esta pasando?-Cuestiono Azulon mirando por la ventana.
-Un plebeyo esta en medio del sendero bloqueando nuestro camino-Respondió un Guardia Real.
-¡S-Señor del Fuego Azulon! ¡Tiene a-a mi verdadero amor en su carruaje! ¡Con el debido respeto, no p-puedo dejar que la aleje de mi!-Exclamo él hombre blandiendo un par de espadas.
-Espera, esas espadas son...¡¿Utilería de teatro?!-Dijo uno de los Guardias.
-Son las únicas armas que tengo-Respondió él hombre.
-¡HA HA HA HA!-Se burlaron los Guardias.
-Encárguense-Ordeno Azulon seriamente. Y su Guardia comenzó a combatir al hombre que esquivaba y repelía el Fuego de los Maestros mientras devolvía los ataques golpeándolos con sus espadas de utilería logrando derribar a uno.
Ursa casi pierde el aliento al ver a su amigo combatir con personas mucho más calificadas para la batalla. Se llevo una mano al pecho preocupada mientras que Ozai observaba la pelea con el ceño fruncido, desconociendo la identidad del hombre que impedía que se fueran.
-¡Ozai detenlos por favor!-Pidió Ursa repentinamente sorprendiendo al Príncipe -¡Es un viejo amigo de la infancia! Es-Está confundido Haré que se vaya-Dijo la castaña, Ozai hizo una mueca inconforme entonces la joven coloco una mano suavemente sobre su antebrazo -Por favor...por mi...mi...mi amor-Suplico Ursa. Ozai la miro con sorpresa ante aquellas palabras y luego de meditarlo un minuto abrió la puerta del carruaje.
-¡Es suficiente!-Ordeno él Príncipe a sus Guardias permitiéndole a la castaña bajar para despedir a su amigo.
-¡Ikem ve a casa!-Grito Ursa acercándose hasta él.
-Ursa, nos pertenecemos el uno al otro. Lo que sea que te ofrezcan no vale la pena el dolor de no volver a pertenecernos jamás-Dijo Ikem.
-La decisión fue tomada. Nada puede cambiar eso-Dijo Ursa con pesar.
-Dime que casarte con ese Príncipe es lo que realmente quieres...Dímelo y me iré a casa-Dijo Ikem seriamente. Entonces Ursa sintió la miraba de Ozai desde el carruaje.
-Él Príncipe del Fuego Ozai ha honrado a mi familia al pedir mi mano en matrimonio. He aceptado con alegría-Dijo con voz alta y clara procurando ser escuchada por la realeza que residía en el carruaje -Ahora, por tu propio bien y el mío...ve a casa-Susurro dejando escapar una traicionera lágrima antes de regresar al carruaje, dejando a Ikem llorando en el camino
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Era el día antes de la boda y Ursa estaba demasiado abatida por el repentino rumbo que había tomado su vida como para disfrutar y maravillarse de los lujos y belleza del Palacio Real, incluso había rechazado cordialmente la invitación de Ozai para ir a visitar la Ciudad Capital.
Siempre había esperado casarse con un hombre que amara y que la amara. Había estado tan emocionada cuando Ikem le propuso matrimonio aunque no tuviera grandes cosas que ofrecerle, pues sabía que sería feliz a su lado pero lamentablemente la vida que se había imaginado con él nunca podría ser.
Ursa suspiro mirando su reflejo en el espejo frente a ella, vestía un detallado vestido color cobre con detalles en dorado y el cabello húmedo recién lavado. Su madre Rina le estaba peinando el cabello con lentitud y cuidado.
Una de las muchas sirvientas había tocado la puerta para entrar y dejarles una taza de té, que ahora Ursa sostenía entre sus manos. La castaña suspiro profundamente antes de cerrar los ojos con fuerza y mirar a su madre en el reflejo del espejo.
-Tengo miedo Mamá...-Susurró Ursa. Rina dejó el cepillo a un lado para abrazarla fuertemente, dejando que ella apoyara su cabeza contra su hombro -Tengo mucho miedo...-Dijo nuevamente aferrándose a la vestimenta de su madre.
-Shsss... mi amor. Tranquila-Susurró Rina con cariño acariciando su rostro, abrazándola con fuerza, le dolía tanto verla pasar por una situación así -No pienses en eso. Trata de relajarte, tómate el té y no pienses en la boda. Sólo te harás más daño-Murmuro la mujer.
-¿Qué hago Mamá...? ¿Qué debo hacer?...Se que hice lo correcto al aceptar pero...-Susurro Ursa sin saber como continuar.
-Cariño...Si te enamoras de él va a ser mucho más fácil convivir, más cuando tengan hijos-Dijo Rina suavemente -Los hijos no deben sufrir las consecuencias. Ellos no deben sufrir en una familia que los trajo al mundo solo por una cuestión de crear un linaje poderoso. Los niños que nacen necesitan cariño y el calor de un hogar, una familia. Necesitan de ambos, de madre y padre y si ellos no están unidos los niños pueden sufrir… y mucho-Dijo la mujer.
-Claro que eso no va a pasar de la noche a la mañana, que tu sientas aprecio por él sera un proceso largo pero para que funcione tú tienes que poner de tu parte. No te cierres, deja que él te conquiste pero primero tienes que olvidar que no tuviste opción alguna al casarte con él. Trata de confiar...Hazle saber que estás dispuesta a formar una vida con él-Aconsejo Rina.
Esas palabras afectaron mucho a Ursa porque causaron en ella mucha angustia y preocupación. Sin poder evitarlo se toco el vientre.
Era verdad la única razón de su matrimonio había sido pata tener hijos y...si de su noche de bodas nacía un pequeño, no quería recibirlo resentida, rechazando a Ozai sentimentalmente. Embozo la sonrisa más sincera posible para que su madre no se preocupara.
-Está bien Mamá...voy...voy a intentarlo-Dijo lo más alegre posible -Vete a descansar tranquila-Dijo Ursa tomando sus manos entre las suyas.
-¿Segura? ¿No quieres que me quede un ratito más aquí contigo?-Pregunto Rina.
-Segura-Le contestó Ursa con la misma sonrisa que no era más que una buena farsa.
-Esta bien-Dijo Rina después de un rato algo dubitativa, inspeccionando a su hija con la mirada -Que descanses hija-Dijo plantándole un cálido y cariñoso beso en la frente.
Ursa siguió sonriendo hasta que la vio salir de la lujosa habitación, entonces su sonrisa se desvaneció al instante. Se cubrió el rostro con sus manos intentando aceptar lo que le deparaba el futuro. Su madre tenía razón en cada palabra que había pronunciado.
Y aunque estaba completamente de acuerdo, la verdad era que aun no estaba dispuesta a dejar ir su amor hacia Ikem. Desde niña él había estado hay para ella, apoyándola, cuidándola y brindándole su amor incondicional, no podía simplemente olvidarlo como si nunca hubiera existido.
Pese a la decisión que había tomado al aceptar la propuesta de matrimonio de lo cual no se arrepentía, por que con eso había asegurado la seguridad de su familia no podía evitar sentir un profundo desconsuelo al verse obligada a dejar atrás al hombre que amaba.
Y sentía como si lo traicionara de alguna manera al solo considerar la idea de enamorarse de Ozai. Estaba tan contrariada, debatiéndose contra polos opuestos de si misma. Una parte de si la instaba a dejar ir y tratar de ser feliz al lado de su futuro esposo aunque esto no fuera seguro, y otra parte le recordaba todos los buenos momentos y promesas que había hecho con Ikem.
Ursa descubrió su rostro dirigiendo su triste e indecisa mirada hacia el tocador, suspiro mientras buscaba entre las gavetas tomando de ellas una pluma y un papel. No sabía que le deparaba el futuro pero sea lo que fuera esperaba al menos poder dejar marcados los sentimientos que tan feliz la habían hecho en algún momento y que a causa de ellos hacían de hoy un tormento.
''Mi queridísimo Ikem...''
Comenzó a escribir.
''No he podido dejar de pensar en ti...y aunque me ha llevado tiempo tener que admitirlo, tenías razón. Yo pertenezco a ti sin importar lo que pase. Y nada vale la pena el dolor que transcurre por nosotros al vernos obligados a estar tan lejos el uno del otro.
Desearía poder amarte en estos momentos en lugar de verme obligada a querer a un hombre que no amo. Mi único consuelo en estos momentos es saber que aun soy la dueña de tu corazón y tu del mío mi amor. Mis pensamientos están contigo siempre.
Con amor Ursa''
La castaña releyó el contenido de la carta y no tuvo que ser una genio para saber las malas complicaciones que seguramente acarrearía tratar de enviarla. Exhalo profundamente antes de doblar el papel por la mitad y guardarla en el ultimo cajón junto a varias hojas más.
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Ahora sería una Princesa de la Nación del Fuego y tendría que conformarse, le gustara o no. Se veía hermosa vistiendo aquel vestido de colores dorados y rojos junto a la cinta con flores doradas que mantenían sujeto todo su cabello. Vestida con el atuendo tradicional de bodas Real avanzo a la gran sala donde se llevaría a cabo su matrimonio.
De pronto todas las voces se quedaron en silencio para fijar sus miradas sobre Ursa. La castaña avanzo temblorosa, con las manos sudando frío. Podría jurar que se podía ver como temblaban sus rodillas incluso bajo el vestido.
Un repentino miedo la invadió y sintió el impulso de pararse y huir, pero sabía de antemano que eso era imposible. La encontrarían en menos de cinco minutos. Mientras más avanzaba más mareada se sentía, incluso podía percibirse más pálida.
Vio a Ozai esperándola vestido de forma elegante con un semblante tranquilo junto al altar donde el apoderado les uniría en matrimonio. Se sintió tan mareada que pensó que simplemente se desplomaría en el suelo en cualquier momento. Sin embargo siguió avanzando hasta que estaba junto a él.
Tembló como si fuese una hoja cuando se había parado a su lado. Su respiración se hizo más profunda pero al estar junto a él su pena se había incrementado. Su mirada estaba completamente apagada y cristalina ya que aún contenía las lágrimas que no había derramado y se habían acumulado durante los preparativos de la ceremonia.
Todo aquello no paso desapercibido para Ozai, ella no parecía entusiasmada en lo absoluto sino más bien asustada, con el semblante tan pálido que parecía más que estuviera yendo a la horca que en el día de su boda. Se sintió molesto, la miró por el rabillo de ojo.
Lo hacía sentirse como un villano miserable, como si fuera la peor persona por simplemente contraer matrimonio con ella. Pero Ursa no entendía que tampoco él había tenido alguna opción en aquel tema. Cuando el apoderado termino con el discurso para sellar la unión era necesario que los nuevos esposos se besaran delante de todos.
Pero al momento de hacerlo no sucedió nada. Ursa no supo como sentirse, después de estar angustiada por todo lo que ocurría el hecho de que Ozai no la hubiera besado la sorprendió tanto que se quedó como anonadada.
-Su Alteza… ¿No piensa besarla?-Pregunto él apoderado pensando que no lo habían escuchado cuando lo dijo.
Las miradas de ambos se cruzaron, la interrogativa y algo incómoda de Ursa y la seria y fría de Ozai. Se miraron un largo rato. Él la había acercado después de un amplio titubeo. Ella cerró los ojos resignada a tener que besarlo delante de todos, pero otra vez él se encontraba titubeando mentalmente.
Los presentes empezaron a murmurar. Él Príncipe la miró con melancolía, acercó su rostro al de ella pero aunque se moría de ganas por besarla decidió besarle la frente. Ursa volvió a sentirse extraña cuando él evito besarla en los labios. Sentía una mezcla de alivio y preocupación.
Inmediatamente después se pudo escuchar la alegre ovación y los aplausos de los presentes que celebraban al matrimonio recién formado. Ozai bajo del altar y tomo la mano de Ursa para ayudarla a bajar y entonces fueron interceptados por él Señor del Fuego junto a hombre para desearles suerte.
-Princesa, la familia Real te da su más afectiva y calurosa bienvenida-Dijo Azulon cortésmente a lo que la castaña hizo una leve reverencia -Te presento a mi hijo mayor...él General Iroh-Dijo él Señor del Fuego presentando al hombre junto a él.
-Felicitaciones. Me alegra que ahora forme parte de nuestra familia Princesa Ursa-Dijo él General con una amable sonrisa plantando un suave beso en su muñeca.
-E-Es un placer conocerlo General Iroh-Murmuro la castaña causando que la sonrisa del hombre se ampliara. Y mientras la nueva Princesa estaba distraída por la presencia de Iroh, Azulon aprovecho para apartar un momento a su hijo menor y hablarle en privado.
-Encárgate de embarazarla lo más pronto posible ¿Está claro?-Dijo él Señor del Fuego en tono autoritario e indiferente. Ozai lo miro sin expresión.
-Más que claro…Padre-Dijo él Príncipe arrastrando la última palabra con amargura. Y después de que el matrimonio recibiera los buenos deseos de ambas apartes de la familia cada persona se sentó en las mesas para disfrutar del banquete.
Ozai paso gran parte de la celebración verdaderamente disgustado con su padre. Este parecía no poder ser ni lo más mínimamente comprensivo con su situación, pero ya estaba acostumbrado a eso así era él Señor del Fuego, un ser incapaz de sentir simpatía incluso cuando se tratara de su propio hijo.
Paso un largo lapso de tiempo antes de que Ozai finalmente decidiera hablarle a Ursa, después de haber estado observándola durante toda la fiesta. Se había cansado del ambiente tenso y ya no sabía que tanto más podría aguantar sumido en aquel crudo silencio.
-Tienes unos padres encantadores-Comento Ozai iniciando un tema de conversación, mirando hacia donde se encontraban Rina y Jinzuk. Ursa no pudo evitar sonreír.
-Siempre han sido buenos conmigo-Alego la castaña con suavidad.
-Asegúrate de decirles eso cuando te despidas. Tus ultimas palabras deberán estar llenas de gratitud y amabilidad, así sus recuerdos de ti siempre serán dulces-Opino Ozai tomando un sorbo de vino.
-¿''Ultimas palabras''?-Pregunto Ursa extrañada.
-Como Princesa de la Nación del Fuego debes cortar todas las ataduras de tu pasado y dedicarte enteramente a tus nuevas obligaciones-Explico Ozai dejando la copa sobre la mesa, entonces debatió internamente un momento antes de decidirse a acotar algo más. Cerró los ojos y hablo con firmeza.
-Después de este día no mencionarás a Hira'a, tu antigua familia o tu antigua vida nunca más-Dijo seriamente -Ahora perteneces a la familia Real...y a mí-Sentenció plantándole un tímido y fugaz beso en la mejilla, para sorpresa de Ursa, no solo por lo inesperado de sus palabras sino por la dulzura de su acción.
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Cuando ambos estuvieron solos en los aposentos que compartirían de ahora en adelante, se pararon uno frente al otro mirándose fijamente a los ojos cruzando dorado con ámbar. Ozai podía percibir claramente los nervios y miedo de ella ¡Y cuánto odiaba eso!
Odiaba que ella le tuviera esa clase de miedo, especialmente por que estaba más que seguro de que jamás le haría algún daño. El silencio del cuarto era lo único que se escuchaba aparte de sus respiraciones.
Aunque la de Ursa se encontraba extrañamente acelerada por el pánico que sentía ante la inminente llegada de su noche de bodas. Ella trató de normalizar su comportamiento pero no pudo evitar temblar, no sabía que esperar. Casi grito cuando lo sintió acortar la distancia entre ambos rodeándola con sus brazos, a penas tocándole los costados.
-Sabes que no hay otra opción...-Recordó Ozai y por el tono en que lo pronunció a ella le pareció algo...¿Triste?...pese a todo sabía que este tenía razón así que terminó por dejar que ocurriera lo que tenía que pasar, lo único que le había pedido era ser tierno mientras hacía… aquello.
-Lo prometo-Le había dicho Ozai antes de besarla en los labios y aflojar su vestido.
Muchas horas después de haber yacido con su nuevo esposo Ursa estaba acurrucada en la acolchada cama sin conseguir dormir. Y tal vez ese era el motivo de su insomnio ya que increíblemente después de lo que había ocurrido no se había sentido dañada o traumatizada como lo pensó en un inicio.
Todo lo contrario, ya que se sentía a gusto y en paz. Por que entre ellos no había ocurrido simplemente un acto sexual para concebir hijos como se había planeado, sino que sentía como si hubieran hecho el amor y eso era lo que más la desesperaba. Por que traía sentimientos confusos y complicados.
A su lado Ozai abrió los ojos de repente percibiendo una extraña y desconocida sensación de felicidad. Inmediatamente recordó el motivo y se giro hacia su esposa, pudiendo observar su figura incluso en medio de la oscuridad de la habitación.
Ella parecía dormida mientras descansaba sobre las sabanas en posición fetal, como si tuviera frió y tratara de brindarse calor a si misma. Ozai se acerco hasta ella de forma tentativa, y algo dudoso envolvió sus brazos a su alrededor de forma protectora, apoyando la cabeza contra su espalda.
Ursa se paralizo al sentir las acciones de su esposo, sintiendo un escalofrío recorrerla al momento de verse rodeada por sus brazos. Intento seguir fingiendo que dormía para no tener que afrontar la situación pero conforme pasaban los minutos comenzó a sentirse a gusto en el abrazo.
El cuerpo de Ozai era muy cálido, lo que no era extraño en un Maestro Fuego pero este le brindaba un confort inusual. Y de repente la conciencia de lo que hizo hecho no le pareció tan terrible, no mientras él siguió emanando esa aura de ternura y preocupación mientras afianzaba el abrazo alrededor de ella.
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