El siguiente fanfic está basado en el videojuego Life Is Strange. Los personajes son propiedad de Square Enix. La temática del mismo puede ser sugestiva.
—Oh, Max. Eres el espécimen más perfecto que he conocido. Estoy ansioso por tomar cada ángulo tuyo, puede que haga algunas cosas con las fotos que te tomaré viva y muerta, ambos sabemos que es imposible no resistirse.
El terrible Mark Jefferson capturaba la esencia del miedo en la joven Max, pues le generaba cierto placer escuchar sus gemidos y también ver esas gotas de sudor descender, mismas que limpiaba con un pañuelo y procedía a lamer.
—Es una pena que no pueda hacerte las cosas que como humano tengo derecho. No tengo intenciones de dejar evidencia ¿Sabes? Nunca sé cuándo pueden encontrar algo por más minúsculo que sea, aún si está en un cuerpo en estado de putrefacción.
El profesor gustaba vestir a sus mujeres con zapatillas de tacón alto, medias largas negras y sujetadores.
—Tal vez te preguntes por qué portas ésta indumentaria... verás, yo no soy un sucio hombre o un degenerado, simplemente tengo mis gustos como cualquier otro. Me gusta la dominación, y ser yo quien tenga a la gente en mis pies, literalmente. ¿Sabes cuántas veces tuve que castigar a la pequeña escoria de Nathan por hacer las cosas mal? Creo que... creo que el estúpido fue tan idiota que desarrolló un sentimiento por mí, tal vez si fuéramos padre e hijo sería una relación de incesto.
Jefferson no pudo evitar hablar de más.
—De algún modo tuve que pagarle. No creas que iba a meterme a la cama con ésa basura humana, no, en lo absoluto. Es por eso que lo dejé disfrutar de algunas sesiones y, claro, tomarle fotos a los cadáveres un tiempo después, creo que tiene gustos muy excéntricos para su edad. ¿Sabes?
Max pasó por varios métodos de tortura, pues él la electrocutó con esos bastones eléctricos, con la punta del cuchillo amenazó con rajarle el cuello, ésto mientras ella sentía el filo que, con algo más de fuerza, pudo haberse incrustado en su piel de porcelana.
—No lágrimas, Max, no quiero que tu rostro comience a brillar. ¿No ves que estoy tratando de... inmortalizarte? Serás una excelente adición a mi colección. Una lástima que no puedo dejarte salir viva de aquí... por lo que disfrutaré al máximo ésta oportunidad, ahora que estás respirando.
Jefferson encendió el aire acondicionado pues realmente estaba haciendo mucho calor.
—¿Sabes qué viene después de la belleza, Max? La muerte. Todo lo que es bello, tiene como único objetivo morir. Es el castigo divino del humano, la muerte, y también todo lo que le rodea. Así eres tú, Max, bella, y lo que vendrá será la oscuridad.
El olor a cloro era uno de los preferidos del profesor, tanto que desarrolló un gusto por el mismo.
—Me agrada tu silencio, y tu valentía. Victoria nunca cerró la boca... no podía desaprovechar la oportunidad, así que tengo grabaciones de ella pidiendo auxilio. Para el tiempo en que la encuentren, sus restos estarán disueltos en ácido y nadie la podrá identificar. Es más.
Jefferson dejó de reproducir Jazz para que ahora la habitación fuera la raíz del por qué se escuchaban gritos de una mujer desesperada.
El apuesto sujeto relató cómo le arrancó las uñas, una a una. También de cómo la diseccionó cual rana de laboratorio. Los precios de los órganos valen una fortuna. También fue muy cuidadoso en retirarle los ojos cuando aún estaba viva.
—¿Te mencioné que nunca le apliqué anestesia?
Rió.
—Oh, Max. Ojalá pudieras ser mi esclava eterna, sometida a mis deseos y mi musa para toda la vida... pero no puedo arriesgarme a que le digas a los cerdos, no no no. Ahora, eso, quiero escucharte suplicar que pare, sí... dí que me detenga, que me encontrarán y que pagaré... oh Max. Dí mi nombre.
Se sentía en el cielo y el éxtasis estaba a niveles igual de altos que su líbido.
Entonces escuchó a su musa hablar.
—Señor Jefferson... ¿Me está escuchando? —Max movía sus manos. Se hallaba confundida e incluso creyó que era ignorada.
Él tenía en frente bastantes fotografías de diversos paisajes. También reportes para fechas conmemorativas sobre la mesa.
—Oh, lo lamento. Estaba hundido en mis pensamientos. ¿Podrías repetirlo, Max? Por favor —Mark sonrió tratando de compensar su error.
—Estas son las tomas que nos pidió. ¿Se encuentra bien? Luce... cansado.
Y es que tenía razón, Jefferson había desollado a alguien el día anterior.
—Estoy... algo preocupado. Como profesor es mi deber ver por su seguridad. Algunos estudiantes han desaparecido últimamente, es por eso que tengo que velar por ustedes como parte de la administración del instituto —La voz de él le dió seguridad a la estudiante, incluso asintió.
—Es muy noble de su parte. Con razón la gente lo ama. No me extraña que usted fuera la primera persona en preocuparse por estos eventos. Gracias, Mr. Jefferson.
—Solo un monstruo se quedaría con los brazos cruzados. Max... tus tomas son fantásticas. Puedo ver vida a través de ellas. ¿Te gustaría que te diera clases extracurriculares? Para mejorar tus habilidades como fotógrafa.
—Oh, no puedo. Tengo que ir con Chloe, debo ayudarla a limpiar su ático.
—Ya veo. Eres muy amable, ayudando a tus amigos... como siempre. Bueno... puedes retirarte.
Max salió del aula. Jefferson en represalia tomó las fotografías y, las rompió, no porque fueran malas... era porque le hacía a las fotos lo que no podía hacerle a Max.
