Buen Día!
Un poco mas tarde que ayer, debido a que no se em ocurría que escribir, por fin les traigo una nueva historia, y estas sera la primera que escriba de Nijigasaki, y que mejor con una pareja que me gusta mucho Emma y Karin.
Antes que nada, decir que mi investigación de ambas personajes fue muy exprés, así que em disculpo desde ya si no pude captar bien sus personalidades, pero al menso espero que les guste. Es una historia muy simple pero creo que quedó bien.
Sin más, disfruten la lectura.
Encuentro
Sus pensamientos de lo que pasó la primera vez que la vio, nunca los podrá olvidar. Ella recordaba a la perfección cómo fue que se conocieron. Recuerda el sonido de su maleta siendo llevada despacio por aquellas solitarias calles de la ciudad. Recuerda la sensación de un clima nuevo contrario al de su país natal. Recuerda los aromas de la mañana, frescos y que la llenaban de calma.
Ella nunca había sido una chica que quisiera causarle problemas a los demás. Es más, evitaba decir lo que sentía para no causar problemas con lo que pensaba. Pero al sentirla a ella, tan cerca como nadie más ha estado, sintió una pizca de confianza que no pudo pasar por alto. Y al volver su mirada, no pudo comprender porque se perdió tanto tiempo en aquellos hermosos ojos del color de un mar profundo y calmado.
Sus primeras palabras fueron torpes, preguntándole si ella iba a la misma escuela. Nunca en su vida pensó pedir ayuda, aunque fuese la más mínima, a una desconocida que pasaba por la calle. Simplemente las palabras se le escaparon de la boca, quizás al percatarse del uniforme que utilizaba. No supo si fue por la forma en la que la veía, pero, sin poder quitar su mirada de ella, deseó al instante que fuera su amiga.
Ese apresurado encuentro ahora le parece muy lejano. En ese momento no se imaginó que en ella encontraría a alguien en quien podría confiar, a alguien que podría demostrarle que pedir ayuda, que contar sus propios problemas, no era del todo malo.
Y es que la chica, de mirada madura y cabello color azul marino, le transmitía una sensación solitaria, y fue inevitable para ella no desear que fueran más cercanas; como si tuviera la necesidad de protegerla.
Pero quizás fue que ella había sido la primera persona amable que encontraba desde que había llegado a ese país aún desconocido. Y, quizás, si no hubiera sido por su personalidad, madura y que aparentaba seguridad, nunca hubiera pensado lo mucho que necesitaba a una persona como ella en su vida. Y no para sobreponer sus deseos en ella para que la ayudara en lo que le preocupaba, sino para poder estar tranquila en ese lugar con alguien en quien confiar.
—Me llamo Emma…
Con una dulce sonrisa, se presentó el primer día de clase frente a toda la clase, con un japonés fluido y si siquiera temblar de nervios por estar en una nueva escuela; en un nuevo país
—Emma Verde. Me transferí aquí desde mi escuela de Suiza para poder cumplir mi sueño —Al mirar a su alrededor, donde los ojos expectantes de sus compañeras de clase la veían atentamente, se percató que la chica que la había ayudado esa mañana también estaba en esa clase—. Mi sueño en Japón es convertirme en una School Idol —Ninguna de sus compañeras de clase dijeron nada, ni siquiera hubo un ruido de impresión por la confesión de su nueva compañera—. Mi sueño comenzó una noche, cuando veía televisión en casa. Unas chicas japonesas cantaban y bailaban animadamente. Esa noche, yo estaba muy asustada porque ni mis padres ni mis ocho hermanos y hermanas se encontraban en casa —Y a sus recuerdos llegaron las imágenes vividas de ese lejano día—. Las chicas de la televisión parecían esforzarse y sonreían para hacer feliz a todos. A mí me gustaría lograr eso.
Cuando Emma terminó de hablar, todas le dedicaron un cálido aplauso, aunque se sintió más por compromiso que por impresión. Despacio, y viendo la reacción de todas sus compañeras, simplemente hizo una reverencia y miró a la profesora que le indico el lugar donde debería sentarse.
La reacción de sus compañeras no era lo que esperaba. Pensaba que, si compartía un poco de sus motivos por querer estudiar en Japón, algunas de las chicas se mostrarían intrigadas e interesadas, pero no fue así.
A la hora del almuerzo, no había nadie que le hablara. Aunque, sin decepcionarse, mantuvo una sonrisa por si alguien se le acercaba y quería hablarle. El hecho de que nadie se acercara a conocerla no le bajó el ánimo a Emma, ya que, pensándolo detenidamente, ahora mismo estaba acercándose más y más a su sueño; y ese pensamiento era suficiente para que estuviera feliz.
Un poco decaída, miró su almuerzo, el cual era solo una rebanada de pan y un poco de arroz japonés que siempre había deseado probar. Miró a su alrededor, a los grupos de amigas que ya se juntaban para tomar el almuerzo, y al verlas, tan unidas, le pareció que la idea de acercarse no sería la mejor de todas. Sin embargo…
—¿Así que tu nombre es Emma? —Dijo una voz tranquila y madura a su espalda—. ¿Comes sola?
La chica de cabello color castaño rojizo volvió su mirada para ver a la persona que la había hablado. Sus ojos, de un color azul como el de un río lleno de vegetación, brillaron al ver a la chica que le hablaba. Se sintió agradecida al ver como la chica se acercaba a ella y la veía detenidamente, como si esperara paciente su respuesta.
—¡Sí! —le contestó, esbozando una sonrisa amable—. ¿Tú también?
—Bueno… —La chica miró hacia otro lado, como si hubiera perdido el interés en Emma—, no suelo traer mi almuerzo —Su mirada bajó hacia el pobre almuerzo de su nueva compañera—. ¿Qué te parece si vamos a la cafetería?
—¡Me encantaría! —Contesto al instante, mientras que, torpemente, guardaba su almuerzo de nuevo, como si no quisiera hacer esperar a su compañera.
Ambas salieron en silencio del aula, y por más que Emma pensara algún tema de conversación para empezar a conocer mejor a su compañera, en ese momento todo lo que podía preguntarle eran cosas banales y que quizás la incomodaría. Para cuando llegaron a la cafetería de la escuela, ya era demasiado tarde para poder comenzar una conversación.
—Puedes buscar una mesa, yo iré a ordenar —dijo la chica, apartándose inmediatamente de donde estaba Emma.
Emma hizo lo que la chica le pidió, buscó una mesa y, de vez en cuando, le lanzaba miradas a su compañera que estaba en la fila para ordenar su almuerzo. En ese momento pensó que lo mejor sería dejar que las cosas fluyeran normalmente; nada bueno venía de tratar de forzar las cosas. Además, su compañera parecía mayor y más madura que ella, así que no quería aburrir con cosas infantiles como sus sueños.
La chica llegó con su almuerzo y se sentó frente a Emma sin siquiera dirigirle la mirada, como si se hubiera olvidado que estaba ahí. La cafetería en ese momento estaba casi vacía, y solo se escuchaban los murmullos de algunas estudiantes a su alrededor.
—Disculpa…
—Así que lo arruinaste todo en tu primer día, ¿verdad? —La chica de cabello azul cerró los ojos al mismo tiempo que partía sus palillos de madera en dos—. Parece que te ganaste la enemistad de todas en la clase.
—¿A-A que te refieres? —Emma no entendía de lo que hablaba su compañera.
—Claro, tú no lo sabías —un suspiro salió de sus labios—. Bueno, supongo que, si no te lo digo yo, de alguna otra forma te enteraras, pero quizás no sea muy bonito enterarte de esa otra forma.
—¿Perdón? —Emma seguía sonriendo, aunque se encontraba lo suficientemente desconcertada para retener lo que escuchaba.
—Verás… —La chica bajó la voz, como si fuera a contar un secreto—. En esta escuela, todas se rigen por un estatus social importante. Que hayas soltado todo tu discurso de que tienes un sueño y que viniste aquí solo para cumplirlo, quizás te puso en la mira como una chica presumida —Emma agachó la cabeza—. No te lo tomes a mal, pero es que tampoco te ayudó que precisamente tu sueño fuera convertirte en una School Idol; aquí no son muy bien recibidas.
—¿En serio? —Emma agachó la mirada, pero la sonrisa permanecía en su rostro—. No lo sabía… —Pero, inmediatamente, levantó la cabeza y miró a su compañera a los ojos—. ¡Gracias por decirme! —exclamó animada, como si no hubiera escuchado lo anterior—. ¿Puedo preguntarte tu nombre?
Desconcertada por el comportamiento de su compañera, la chica simplemente se le quedó viendo a los ojos, como si pensara que lo que decía era una broma; después de todo, le dijo algo que quizás la heriría.
—Eres extraña —Dijo mientras sonreía con calma—. No pensé que esa fuera tu respuesta.
—Bueno… —Emma esbozó una sonrisa sincera a la chica—. No porque lo digan las demás, quiere decir que me voy a rendir en lo que deseo. He pasado por muchos retos difíciles hasta ahora. Dejé a mi familia lejos y, para serte sincera, los extraño demasiado a pesar de no haber pasado mucho tiempo desde que partí de casa. Pero no por eso me voy a dejar intimidar por ninguna persona y nada ni nadie va a hacer que mi sueño cambie. Si no lo consigo hoy, quizás lo consiga mañana —La chica frente a ella la veía atónita. Era una respuesta que en definitiva no esperaba.
—Karin —La chica se llevó los palillos de madera a los labios—. Asaka, Karin.
—Encantada de conocerte, Asaka-san —Emma dejó salir una suave risa, como si ese suceso hubiera marcado el comienzo de su amistad.
—Con Karin está bien. No te molestes demasiado en mantener las formalidades y… —Interrumpiendo sus palabras, un suave susurro se escuchó a su lado.
Al volver la mirada hacia el lugar de donde provenía la voz, Emma se percató que dos chicas, menores a juzgar por el moño en su uniforme, se acercaban tímidas a Karin la cual, un poco nerviosa e incómoda, miraba hacia otro lado.
—¿Eres Karin Asaka, la modelo juvenil? —Dijeron las dos chicas, esperanzadas y ensoñadoras.
—Así es —Karin esbozó una sonrisa, aunque, para Emma, se vio demasiado forzada—. ¿Pasa algo?
—¡S-Somos unas grandes admiradoras tuyas! ¿Podríamos tomarnos una foto y nos puedes dar un autógrafo? —Completamente emocionadas, las dos chicas daban saltitos de emoción, como si hubieran visto a una celebridad de verdad; aunque, a juzgar por el comportamiento de las dos chicas, así lo parecía.
—De acuerdo —Dijo Karin, amablemente y poniéndose de pie—. Emma, ¿nos podrías ayudar?
Emma, que hasta ese momento veía distraída a su compañera, se levantó de golpe y se apresuró a tomar el celular de manos de la chica menor que se lo pido casi de rodillas. Emma, un poco temblorosa, logró enfocar a las dos chicas que se pusieron una a cada lado de Karin y tomó la foto; aunque para ella, toda la atención se la llevaba su compañera. Porque en su mirada percibía un sentimiento de incomodidad, como si no quisiera hacerlo y solo estuviera siendo amable.
Cuando las dos chicas, muy emocionadas, se despidieron y se fueron, Emma y Karin volvieron a sus lugares. Emma no supo qué decir, solo echaba miradas furtivas a su compañera que veía desinteresada a otro lugar. Después de un tiempo en silencio, una de ellas decidió por fin romperlo.
—¿No preguntaras nada?
—¿Debería de hacerlo? —Emma le sonrió a Karin—. No te pediré que me cuentes algo que no quieres.
—Pues quizás… —Karin volvió su mirada hacia ella—. Quizás te lo cuente si me lo pides.
Emma se quedó en silencio unos segundos más, segundos en los que se quedó perdida en la mirada de su compañera. Indecisa si seguir con su plática o no, simplemente sonrió animada y le preguntó suavemente.
—¿Acaso te incomoda que te pidan esa clase de cosas? —Karin abrió los ojos y, atónita, se le quedó viendo fijamente.
—De todas las cosas que podía preguntar… —Sus labios se movían plácidamente, como si las palabras salieran por sí solas—. ¿Preguntaste eso? ¿De verdad?
—¿Está mal? —Emma agachó la cabeza— Es solo que, cuando llegaron, parecías un poco incómoda. Pensé que te habías enfadado.
—Eso no es… —Guardando su habitual humor calmado, una risa involuntaria salió de sus labios. Era la primera vez que Emma la escuchaba reír; era sumamente tranquilizante—. ¿De verdad? ¿Qué pasa contigo?
—Lo lamento, no quería molestarte con esas tontas preguntas.
—No me molesta —Karin le esbozó una sonrisa—. Al contrario, me alegra que lo hayas preguntado.
Y sin embargo Karin no contestó al instante. Se le quedó viendo fijamente a Emma, como si pudiera ver a través de ella. Pero Emma era completamente transparente con sus intenciones, y Karin supo que no buscaba molestarla ni incomodarla. Por primera vez se sintió tranquila al lado de alguien.
—Te lo diré… —Dijo Karin mientras se levantaba de la mesa—. Pero qué te parece si damos un recorrido por el campus. No lo conoces aun, ¿verdad? —Emma, impresionada por la propuesta, simplemente consiguió sonreír.
—¡Me encantaría! —Dijo animada—. Y más si tú me acompañas.
Ambas caminaron juntas por la escuela. Pero, lo que Emma pensó que sería satisfactorio y divertido, pronto se volvió un poco extraño al notar que, cada que llegaban a un lugar, parecía que no era precisamente a donde Karin la quería llevar. Desorientadas, una por no conocer la escuela y la otra por no saber siquiera donde estaba la sala del concejo estudiantil, ambas decidieron mejor vagar sin rumbo fijo preguntando de vez en cuando por indicaciones de dónde poder ir.
Cuando estaba a punto de acabarse el descanso, ambas estaban perdidas en la azotea de la escuela, ninguna se imaginaba ni se puso a pensar cómo llegaron ahí desde un principio, aunque a ninguna les parecía incomodar tampoco.
—¿Te gustó el recorrido? —Dijo Karin, con confianza en su tono de voz.
—¿Gustar…? —Emma miró nerviosa hacia otro lado, no quería herir los sentimientos de su compañera—. Bueno, si lo dices de esa forma… —Pero Karin, al escuchar su reacción, sólo consiguió lanzar un suspiro.
—Lo siento, lo arruine todo —La chica se acercó a la barandilla de la azotea y recargo su cuerpo con cansancio—. Pensé que, al venir a esta escuela todos los días, podría ubicar al menos los sitios importantes para poder mostrártelos.
—No te preocupes, tú no tienes la culpa.
—¿En serio vas a decir eso? —Karin lanzó una suave risa—. Eres extraña, Emma.
—Bueno, al final pude conocer muchos sitios interesantes —Emma miró a su alrededor—. ¡Como este! —La chica corrió al lado de Karin—. Sabes, a mi me encanta escalar montañas y estar en sitios altos. Cuando estaba en Suiza, solía ir a caminar a la montaña cada semana o cada vez que tenía tiempo. Estar en las alturas me llena de tranquilidad y… —A pesar de que su corazón latía por el hecho de recordar a su hogar, Emma mantuvo su sonrisa en todo momento—, me da un poco de nostalgia.
—Lo siento, yo no quería…
—No te preocupes, la nostalgia no es del todo mala. En ocasiones, cuando la siento, me hacer recordar también la razón del porque vine a este lugar; el sueño que quiero y debo de cumplir —Percatandose de sus palabras, Emma se sobresaltó y, nerviosa, miró a otro lado— Lo siento, creo que hable de mas, no quiero ocasionarte problemas con mis preocupaciones.
—¿Por qué no? —Karin la miró fijamente, como conmovida por su comportamiento—. Creo que es algo encantador.
Al escuchar el cumplido, las mejillas de Emma adquirieron un suave color carmesí. Nerviosa, desvió la mirada hacia otro lugar; hacia el paisaje hermoso que se veía desde las alturas de la escuela; a aquel mar azul lleno de nubes que iban apresuradas hacia el sur.
—¿Qué me dices de ti, Karin-san? —Emma la miró fijamente—. Porque aún no me cuentas acerca de lo que pasó en la cafetería.
—Bueno… —Karin le esbozó una sonrisa nerviosa—. Así que ahora te estas desquitando por haberte molestado.
—Yo no lo llamaría de esa forma —Emma rió.
Cuando Karin escuchó a Emma reírse, lo único que pudo sentir fue una profunda confianza. Hace mucho que no había sentido algo parecido; sentir que alguien, de forma tan desinteresada, le hablara sin siquiera preocuparse por otra cosa que no fuera entenderla. Reconocía eso de Emma, y sabía que sus intenciones eran transparentes y sinceras.
—Bueno, no es nada impresionante ni que sea digno de contar, pero la verdad… —Karin levantó la cabeza y vio al despejado cielo sobre ellas—. No me gusta mucho que solo me reconozcan por ser la cara de una modelo que se está haciendo con un poco de fama. Siento que no lo merezco.
—¿Así que te molesta ser modelo?
—Tampoco es eso… —Karin tomó un profundo respiro—. Como tú, tengo un sueño en la vida, pero me falta confianza para llevarlo a cabo. No es que no me guste mi trabajo como modelo. Al principio, me hacía un poco feliz que me reconocieran en la escuela o en la calle. Pero, poco a poco… —Karin esbozó una sonrisa distante—, se fue haciendo simple. Todas se me acercaban solo por ser la modelo de las revistas de moda, o me reconocían sin siquiera saber mi nombre. Para mis compañeras de clase siempre fui la modelo, nunca Karin. No se siquiera si ellas recuerdan mi nombre sin poder verlo en la portada de una revista —Karin vio con precaución a Emma—. Pero no me malentiendas, esto no lo digo por querer presumir ni nada por el estilo. Quizás ya estarás pensando en lo antipática y cínica que debo de haberme escuchado.
—No es así —Y era verdad, porque esa idea no se le pasó por la cabeza en ningún momento a Emma—. Todos tenemos problemas similares, y creemos que no son dignos de ser llamados así, pero no por eso quiere decir que no nos afectan.
—Gracias por comprenderlo —Karin volvió a suspirar—. Supongo que por eso me fui distanciando de las demás, y ahora me incomoda estar rodeada de muchas personas.
Emma, al escucharla con atención, abrió los ojos con sorpresa. La chica que estaba frente a ella le pareció sumamente sincera y amable. Al verla a los ojos, su corazón palpitó suavemente en su pecho, y una agradable sensación recorrió su cuerpo; porque muy en el fondo había algo que no comprendía. No comprendía…
—Entonces… —Su voz fue apenas un susurro—. ¿Entonces por qué te acercaste a mí y me hablaste amablemente?
—Bueno, eso fue porque —Karin desvió la mirada, claramente nerviosa por la pregunta—. Bueno, no lo sé. Quizás porque sentí que te podría ayudar después de tu desastrosa presentación.
—Pero tarde o temprano me hubiera dado cuenta de mi error —Karin le dio la espalda, y Emma comprendió que quizás lo mejor sería no seguir—. Gracias, Karin-san.
—Solo Karin está bien… —Emma sonrió con ánimo mientras veía como la chica, tímidamente, volteaba para volver a verla. A pesar de que la primera impresión que se llevó de ella fue la de una persona madura, parecía ser bastante sensible y amable con los demás.
—Karin, creo que nosotras dos tenemos sueños muy parecidos ¿cierto? —Karin asintió con la cabeza—. Prometamos que los cumpliremos algún día.
—Está bien —Dijo animada la chica—. Quizás no hoy, pero tal vez mañana podamos hacerlos realidad.
—Y si quieres, también podemos tomar el almuerzo juntas de vez en cuando.
—Me encantaría —Karin desvió la mirada hacia el paisaje frente a ella—. ¿Qué te parece si de momento regresamos a la cafetería?
—¡De acuerdo! —Dijo animada Emma—. ¿Sabes cómo regresar?
—Oye, no te burles así de mí.
Entre risas, y un paisaje que se desdibujaba al otro lado del barandal de la azotea, ambas chicas caminaron de vuelta por donde habían venido. Ese fue su primer encuentro. En el que aprendieron más la una de la otra; un encuentro que nunca olvidarían.
Y bien, aquí termina esta historia. Como les dije, es algo muy simple, que solo narrar el encuentro de estas dos chicas, pero, como no conozco aun muy bien a los personajes, no quise arriesgarme tampoco. Quería al menso entregarles calidad en la historia, por eso me demore tanto. De verdad, espero que les guste.
En fin, muchísimas gracias por todo el apoyo a este maratón de historias. No me espere que tantas personas me apoyarían y quiero decir que me hace muy feliz. Hace mucho que no disfrutaba tanto escribir. Ojala tenga más días de inspiración así. Les agradezco en especial a Silent, a nadaoriginal, a Suzume Tachibana, a Aramaru-chan y a Robin Schultz por apoyarme en Facebook. Muchas gracias y espero que mañana poder traerles linda locura... O aquí les quiero preguntar... ¿Quieren linda locura mañana o una sorpresa que ya tengo preparada? Ustedes deciden.
Sin Más, Muchas Gracias Por Leer y por todo su Apoyo.
