N/A: Hola de nuevo!

Bueno, primera vez escribiendo algo de TT, así que, por favor, no me maten.

Descargo de responsabilidad: Los Jóvenes Titanes no me pertenece, solo esta historia.

Capítulo 1

La Colmena busca objetos raros

Había pasado casi un año tras la batalla contra Trigon por evitar el Apocalipsis, Slade aparentemente había muerto, pero eso no significaba que los Titanes debieran dormirse sobre los laureles.

En especial porque, debido a las circunstancias de dicha batalla, todos eran repentinamente conscientes de que tenían mucho por mejorar.

Aquella mañana, era un día normal como cualquier otro, es decir, que nada lo era: en la Torre de los Titanes, cuatro adolescentes se encontraban discutiendo por el desayuno.

-¡Chico Bestia, que tú seas un amante del tofu no significa que tengas que arruinar mi comida!

-¿Cómo puedes comer esa cosa? Quiero decir, ¿sabes lo que se siente ser un animal y que alguien venga y diga hello, ¡qué delicioso te ves!, y te pinche en un tenedor?

-¿Qué tal si mejor les preparo a todos un delicioso plato de mi comida natal?

-Hmm, Starfire, no creo que esa sea la mejor idea...

-¡Bueno, tengo una mejor idea, Cyborg! ¿Por qué no dejamos que Robin lo decida por nosotros? –el niño verde sonrió, luego tanto él como Cyborg se voltearon a mirar a su líder, a quien le corría una gota de sudor por la cara-. ¿Qué piensas del tofu, Robin?

-¡Ja! ¡obviamente Robin no comería esa basura de carne falsa! ¿Ah que estoy en lo cierto, amigo?

-Eh, bueno...

El griterío continuó durante cinco minutos, hasta que una quinta persona ingresó en la sala de estar y cocina, mirando toda la escena entre divertida y aburrida, acostumbrada a este tipo de situaciones.

-¿Qué es esta vez? ¿El control remoto del televisor? –Raven flotó tranquilamente hasta la estufa, recogió su taza habitual y comenzó a preparar su té de hiervas acostumbrado-. Ya saben, el alboroto es innecesario.

-No, amiga Raven, es por la comida.

-¡ya es suficiente! –gritó Robin, perdiendo la paciencia definitivamente, y consiguiendo que sus amigos se callaran-. Uh, cada cual se preparará su propio desayuno, es lo que siempre hacemos.

Cada uno se dirigió a un lugar diferente de la cocina, obedeciendo la orden que, a estas alturas, debería ser el resultado obvio: Cyborg ocupó la plancha en cuanto Starfire acabó de prepararse su extraña comida consistente en alguna clase de jugo de color verde, preparándose un desayuno americano completo con huevos, tocino y demás. Chico Bestia, por su parte, ocupó el microondas, donde su ración acostumbrada de salchichas y leche de tofu lo esperaban. Robin, como era su costumbre, se preparó para acabar de beberse su café, por entonces frío, y Raven, como siempre, se bebía su té en silencio.

De repente, sonaron las alarmas, alertando al grupo, y todos acabaron rápidamente sus desayunos, mientras el líder leía las instrucciones.

-Son los chicos de La Colmena. Están atacando el centro comercial –instruyó Robin, antes de agregar-: ¿están todos listos?

-¡Puedes apostar! –dijo Chico Bestia.

-Esos tontos nunca se cansan. Bien, ¡les daremos una lección que no olvidarán pronto! –Cyborg sonrió.

Todo el mundo corrió a sus respectivas habitaciones para prepararse.

Raven estaba a punto de abrir un poral para seguir al resto al lugar señalado, cuando recordó su pesadilla de aquella noche. Parpadeó un par de veces, respiró hondo y, serenándose lo suficiente, creó un portal y desapareció.

-¡Uh, ese idiota no dio detalles! –exclamó una chica con apariencia felina, exasperada.

-Tienen la foto, ¿verdad? Bien, eso debería ser suficiente información –dijo un niño a su lado, volando con la ayuda de su jet-pac.

-Hmm, Mamut tiene la sensación de que estará aburriéndose mucho hoy –señaló el metahumano peludo, rascándose la cabeza.

-¡Solo vayan! –Gizmo, el niño genio, los instruyó, arrojándoles sendas copias de una imagen a ambos compañeros-. ¡Esos tontos titanes no tardan en llegar!

El trío se separó rápidamente, a la vez que, como Gizmo había anunciado, los cinco héroes adolescentes aparecían para detenerlos.

-¿dónde están esos tontos? –Chico Bestia se cruzó de brazos, mirando a su alrededor con ansiedad.

-Sepárense –indicó Robin-. Starfire, tú y Cyborg vayan a investigar el lado este –dijo, mientras el estrépito familiar de gente corriendo asustada y ruido de destrucción se escuchaba desde ese lugar, en unas tiendas más allá, donde pudieron divisar a Mamut-. Raven, tú y chico Bestia vayan al norte. Me quedo con el oeste. ¿Titanes, vamos!

Cyborg y Starfire encontraron a su objetivo con facilidad. El gigante acababa de atravesar un quisco de revistas con un brazo, mientras todo a su alrededor se hacía pedazos. Extrañamente, el gran hombre peludo buscaba algo. Mientras saqueaba los sándwiches y las golosinas, se encontró arrancando los diarios y un cómic antiguo cayó sobre su cabeza, abriéndose como un sombrero.

-Bueno, esto parece útil. El maestro no lo despreciará –dijo el gigante para sí mismo, recogiendo el cómic y guardándoselo.

-¡Oye tú, gran idiota! ¿No tienes nada mejor que hacer que robar un quiosco? ¿Que tu mami no te dio dinero para tus golosinas hoy?

Cyborg convirtió su brazo en su cañón sónico, apuntando al gigante, que lo miró con furia.

Antes de que fuera capaz de dispararle, Mamut se abalanzó sobre el medio robot, empujándolo al suelo de un golpe. Starfire aprovechó su distracción y le disparó una sucesión ininterrumpida de rayos estelares de sus ojos, que hicieron poco por derribarlo, aunque sí que lo molestaron.

Por su parte, Chico Bestia y Raven fueron a explorar una tienda de ropa antigua, adjunta a una joyería, donde Jinx se encontraba realizando su propia exploración. Mientras que Raven se ocultaba en las sombras, su compañero se transformó en un tigre, olfateando el aire.

-¡Vamos, vamos! ¡Debería haber algo bueno por aquí! ¡No, ya tengo suficientes diamantes! ¡Ajá!

La hechicera, despreocupadamente, arrojó un centenar de joyas por el suelo, destrozando las alarmas en cuanto comenzaron a sonar. De repente se detuvo, habiéndose contentado con alguna en particular. Se colocó un brazalete lleno de perlas coloridas y, acto seguido, se dirigió a un espejo, para ver cómo le quedaba.

-Vamos, amigos titanes, sé que están ahí. ¿Por qué no intentan atacarme?

Sin previo aviso, el tigre verde saltó de su escondite entre un par de vestidores en la parte trasera de la otra tienda, pero resbaló entre las joyas, mientras Jinx se reía, arrojándole una andanada de rayos, que el felino apenas esquivó. Intentó ir a por su presa, pero la hechicera saltó a un lado, y el espejo a sus espaldas se hizo pedazos, mientras Chico Bestia volvía a su forma humana, con la cara y los brazos ensangrentados por los vidrios rotos.

-¿No sabes que ahora tienes siete años de mala suerte?

Antes de que su adversario fuera capaz de replicar, Jinx acumuló un rayo masivo, pero su víctima fue salvada por un escudo de energía negra. Jinx se dio la vuelta, frustrada, para mirar con ira a la responsable de que su ataque acabara de fallar.

-¿Azarath-metrion-sinthos!

Raven envolvió un escritorio a un lado en energía negra, arrojándoselo a su enemiga, quien por alguna razón no se molestó en esquivarlo. Solo cuando ya había realizado su ataque, Raven comenzó a sospechar. A milímetros de impactar con su víctima, el escritorio se detuvo en mitad de su vuelo, antes de ser devuelto a la semidemonio, quien impactó contra una pared.

-¿cómo hiciste eso? –Raven se hallaba desconcertada.

Jinx sonrió, apuntando a su brazalete, donde varias gemas verdes y rojas brillaban.

-Nuestro nuevo jefe tenía razón. ¡Y pensar que llegué a subestimarlo!

-¿Quién los envía?

Chico Bestia se sacudió el vidrio, antes de convertirse en un lobo, mientras corría hacia la hechicera, que simplemente hizo brillar su artilugio, el cual arrojó un rayo al lobo verde, haciéndolo levitar en el aire.

-No es Slade, si están pensando en esa posibilidad. No importa, de todos modos. ¡Ahora no solo tengo un artilugio poderoso, también me hace más bella!

Chico Bestia fue arrojado contra su compañera, quien apenas lo esquivó, creando una mano negra para detener su impacto, mientras sus poderes volvían a rodearla.

-No gracias, prefiero una gema a la vez. ¡Azarath-metrion-sinthos!

Robin acababa de internarse en una tienda de tecnología de segunda mano, donde supuso que Gizmo podría encontrarse.

En efecto, el malvado niño genio se hallaba de espaldas, aparentemente ignorante de su presencia, mientras manipulaba un control remoto en su mano.

-¡Sí! ¡Ven con papá!

Gizmo encendió una computadora con aspecto antiguo, pero antes de que pudiera siquiera ejecutar alguna otra acción, Robin le arrojó un birdaráng quitándole su preciado control remoto, que acabó partido en dos partes, lo que obviamente enfureció a su dueño.

-Si te portas bien en la prisión, Gizmo, estoy seguro de que te dejarán usar sus computadoras. Ahora, si haces el favor de entregarte...

-¡nunca!

Gizmo sabía que se enfrentaba con el titán más inteligente del equipo, pero poco le importó. De hecho, sonrió en su dirección, mientras su mochila voladora extendía un par de cañones superiores, apuntándole al Chico Maravilla.

Disparó, pero Robin esquivó todos, mientras las paredes adquirían el aspecto de coladores.

-Estaba reservando esto para tu tonto amigo de hojalata, pero bueno, supongo que serás un buen calentamiento de todos modos.

Gizmo voló lejos de otro birdarán, mientras su mochila brillaba, antes de que una serie de extremidades se dispararan de su interior. Robin se detuvo, preparando un nuevo proyectil, hasta que sus ojos se abrieron por la impresión.

Gizmo aterrizó firmemente en el suelo, aunque sin apoyarse en sus propios pies. En realidad, un par de pies de metal brillante lo sujetaban, mientras dos brazos robóticas de considerable tamaño imitaron una postura de lucha.

-¿Qué eres ahora, un niño con miembros de un robot?

-Oh, es más que eso. Este bebé es mi nueva creación. Y verás, Robin, ¡tendrás el lujo de ser su primera víctima!

A una velocidad impresionante, el niño ahora con partes robóticas en su espalda saltó hacia su enemigo, con un golpe certero en su mandíbula, arrojándolo contra una máquina de juego antigua, que se partió en dos por el impacto.

Robin apenas consiguió rodar fuera de los restos, mientras un pie de metal del tamaño de su cabeza acababa con sus últimos circuitos.

-Normalmente, estaría en contra de destrozar piezas de tecnología tan fascinantes. Pero ¡bueno! ¡haré una excepción por esta vez!

Algo asustado, Robin comprobó de un vistazo que el niño no estaba manipulando control remoto alguno.

-¿Cómo lo haces? ¿Tienes alguna clase de chip en tu cerebro para mover esos miembros robóticas tuyos?

-¡ja! ¡Nunca lo adivinarías! –Gizmo se jactó-. ¿Un chip cerebral? ¿Es en serio, Robin? ¡Y aquí estaba pensando que eras el inteligente de tu patético equipo!

La comprensión brilló en los ojos del héroe cuando se fijó en un inusual par de anteojos con un marco casi transparente sobre la cara de su enemigo.

-¡eso es!

Raven arrojó tres vestidores y una decena de cajas aún llenas de joyas a Jinx, quien se burló, colocando el brazo con el recién adquirido brazalete místico frente a su cara, riéndose cuando todos los objetos en su dirección se detuvieron en el aire, antes de volver con fuerza a Raven, quien se teletransportó a tiempo de evitar el contraataque. Chico Bestia tuvo el tiempo justo para transformarse en una mosca, con lo cual evitó el daño, volando rápidamente antes de que esa sección del local se derrumbara.

Mamut plegó su premio de cualquier manera antes de guardárselo en un bolsillo con una mano, mientras con la otra golpeaba repetidamente a un Cyborg caído.

Antes de que pudiera dar otro golpe, sintió un nuevo rayo estelar en la espalda, siendo lanzado a un lado por Starfire.

-¿Estás bien?

-¡he estado mejor! ¿Ahora, acabemos con este fanfarrón!

Cyborg se reincorporó a la vez que un furioso Mamut emergía del montón de andamios de la tienda de revistas, cargando su cañón sónico.

Starfire se elevó alto en el aire, esquivando por poco un enorme mostrador.

-¡Oye! ¡Por aquí, gran tonto!

Mamut se volteó en su dirección, esquivando su rayo con un salto. El enorme metahumano cayó justo frente a su cara, plantándole un firme rodillazo en su estómago, haciéndolo tambalearse hacia atrás.

-¿Dónde están tus otros amiguitos? ¿De vacaciones en la cárcel?

A pesar de sus heridas, Cyborg se burló, mientras Mamut volvía a cargar contra él.

-¿Qué te importa?

Su golpe dobló el brazo de Cyborg, desviando su siguiente disparo, antes de darle un puñetazo demoledor en toda la cara, mandándolo a deslizarse hasta caer en la calle.

Starfire voló para ayudar a su amigo, descubriendo que todos habían quedado expuestos ahora.

Robin arrojó dos nuevos discos explosivos, que apenas dejaron leves quemaduras en las piernas robóticas de Gizmo, quien continuó avanzando hacia él como si nada. Uno de sus brazos robóticos se estiró alrededor del titán, antes de agarrarlo por el cuello y arrojarlo contra un edificio.

-¿Acéptalo, idiota! ¡Sin poderes, eres un inútil! ¿Y sin tecnología, estás perdido!

Robin tosió algo de sangre, reincorporándose con dificultad pero sonriendo.

-¿Quién lo diría? ¡ya puedo escuchar las noticias de la tarde! ¡dirán: el peligroso genio Gizmo de la Colmena derrotó al líder de los Jóvenes Titanes!

-Escucha, mocoso –lo interrumpió su enemigo, mirándolo con confianza-. Ya sé qué dirán de ti y de tus compañeros criminales en las noticias. ¿Que les pateamos el trasero!

A una velocidad que habría ridiculizado a Chico Flash, robin lanzó un último birdarán, esta vez al rostro de su oponente, que gritó de sorpresa y miedo. Sus gafas volaron en el aire antes de explotar, y los nuevos miembros robóticos se partieron en varios pedazos, tirándolo al suelo.

-jeje, mira, Robin, cuando dije que eras un idiota...

-No sigas –dijo el héroe, antes de patearlo por última vez, dejándolo inconsciente.

Raven arrancó un par de vancos de cemento de una calle cercana, arrojándoselos a su enemiga. Ella simplemente se hizo a un lado, saltando sobre uno delos objetos en movimiento, antes de volver a saltar, disparándole un rayo rosa a la bruja mitad demonio, que ella no fue capaz de evadir a tiempo. Jinx le lanzó un beso, y Raven pareció a punto de estallar de ira.

Raven envolvió un automóvil abandonado en su energía oscura, antes de intentar aplastarla con él, fallando nuevamente. Esta vez, Jinx simplemente colocó su brazo bajo el peso masivo, antes de partirlo en dos con su magia, lanzando ambos trozos a la otra hechicera, que pudo evadir el primero, pero el segundo la impactó en el pecho.

-¿Finalmente reconocerás que soy la mejor hechicera en el lugar?

-No. ¡Chico Bestia, ahora!

De repente, una Jinx desprevenida fue asaltada por un rinoceronte verde desde un lado, siendo arrojada por los aires, antes de que la propia Raven envolviera su brazo en magia roja. Esto detuvo el vuelo de la villana, que colgó libremente de cabeza a centímetros del suelo, antes de ser liberada y caer finalmente al pavimento.

Jinx gritó de frustración e ira, observando su muñeca vacía, mientras era rodeada por los dos titanes. Raven sonrió levemente, exhibiendo el artículo místico en su palma abierta a una Jinx furiosa.

-Sigo siendo la mejor hechicera en el lugar, amiga.

Cyborg esquivó una patada entrante, mientras Starfire disparaba rayos estelares a la espalda del gigante, que apenas se inmutó. Intentó plantar un puñetazo en el medio robot, hasta que su cañón sónico lo empujó a un lado, aunque sin causar mayor daño.

Mamut finalmente consiguió patearlo en su pecho, tirándolo al suelo. Estaba a punto de aplastarlo, cuando una furiosa alienígena voló directamente a su espalda, plantado firmemente dos pies con fuerza, y obligándolo a darse la vuelta por el dolor.

-mamut no suele golpear chicas lindas. Pero... ¡esta vez, hará una excepción!

Starfire esquivó sus golpes, mientras sus manos se cubrían con energía verde. Cuando volvió al suelo, un puño cargado detuvo el siguiente puñetazo, mientras le daba un fuerte rodillazo al gran mastodonte, que retrocedió por el impacto. Starfire lo barrió con una patada y, mientras volaba por el aire, sintió cómo un nuevo rayo del cañón de Cyborg lo aceleraba contra una pared cercana, que se derrumbó por el golpe, dejándolo inconsciente.

-¡Boo-ya!

-Eso fue casi demasiado fácil –opinó un sonriente Chico Bestia.

-¿Dónde están sus otros amiguitos? ¿Les entró pánico y se escondieron en casa? –dijo Cyborg.

-¿No es de su incumbencia, tontos titanes! –gritó un Gizmo ahora esposado, mientras escupía algo de sangre.

-Hmm, Billi está enfermo –comenzó a enumerar un Mamut aturdido, esposado como el resto de su equipo-. Y Chico Extraño... Tiene... sus propios problemas por lo que me importa.

-¿Eres idiota? ¡No digas nada más! –exclamó una Jinx indignada, mientras Gizmo se despertaba por los gritos.

-¡Amigo, tenemos esto! –Chico Bestia le arrojó el brazalete encantado a un Robin curioso.

-¿Y esto?

-Un objeto mágico –aclaró Raven, cruzada de brazos-. Por alguna razón, estaban buscando algo más... poderoso.

-¿Nos van a decir qué estaban buscando aquí? –Cyborg se acercó al derrotado grupo de villanos, obviamente buscando pincharlos con su pregunta, pero todo lo que obtuvo fueron gruñidos enojados.

-¡Oye! ¡Huelo un cómic en tus pantalones, grandullón! –un sorprendido Chico Bestia saltó de repente, convirtiéndose en una golondrina verde y metiéndose sin aviso en el lugar señalado, provocando un chillido de ira y terror a partes iguales por Mamut.

-Uh, bueno, cuando Star y yo lo encontramos, estaba buscando algo en este quiosco de revistas –recordó cyborg, extrañado.

El polimorfo verde reapareció un instante después, con el trozo de papel en sus manos, brincando de pura euforia.

-¡Sí! ¿Quién dijo que no puedes conseguir una recompensa por un trabajo heroico bien hecho?

Mamut farfulló una algo ininteligible entre dientes, parecido a un intento de insultar a los titanes, mientras los héroes adolescentes colocaban el trozo de papel bajo la luz del sol vespertino.

-Eh, ¿Chico Bestia? –cyborg se rascó la cabeza, nervioso.

-por eso no deberías leer esa clase de cosas. En serio, pueden arruinarte el cerebro –dijo Raven, con su voz monótona habitual.

-Hmm, ¿amigos? ¿Qué debo mirar? –Starfire sonrió, interrogando al grupo con una mirada inquisitiva-. ¿Es alguna clase de chiste terrestre?

-¿Qué pasa, chicos? ¿Soy el único aquí capaz de apreciar un cómic?

-Ah, Chico Bestia... –comenzó Cyborg, casi divertido.

-¡No hay nada ahí! –exclamaron cuatro titanes a coro, mientras su amigo verde se desinflaba hasta tocar el suelo.

-¿¡Qué!?

-Oigan, ya me perdí –dijo Mamut, mirando a sus compañeros en el crimen-. ¿Qué es tan divertido?

De repente, Jinx utilizó su magia para liberar una de sus manos esposadas, iluminando el papel amarillento que sostenían sus archienemigos.

-Esos idiotas tienen razón –masculló ella entre dientes, casi sonriendo-. Gizmo, eres el mayor tarado del universo.

-¿Quién, yo? –el señalado exclamó, lleno de indignación-. ¡La imagen coincidía con las cosas que encontramos! ¿Cómo se supone que fuera a saber que todo era una gran estupidez?

-Y aquí estaba pensando que Slade era un invécil total –resopló la hechicera de pelo rosa, palmeando su frente.

-¡Un momento! –Robin se dirigió hacia ellos, con su bastón extendido, frente a lo que sus tres enemigos se encogieron visiblemente-. Chico, hablaste de un encargo antes. ¿De qué se trataba?

-¡ja! ¡No te voy a decir nada, idiota con antifaz!

Robin apretó el cuello de Gizmo con su mano libre, elevándolo a su altura, mientras el diminuto villano tragaba saliva, nerviosamente.

-El mío, al menos, no explotó y me dejó indefenso para continuar la pelea. Si te crees tan listo, será mejor que lo seas. ¿Y bien?

En lugar de responder, el niño le escupió. Pero Robin, sonriendo, se limpió la saliva y, para sorpresa de ambos equipos, soltó al villano, no sin arrebatarle algo de su traje primero. Gizmo se rió con una fugaz sensación de triunfo, pero la sonrisa lo abandonó tan pronto como notó que acababa de ser engañado.

-Entonces, ¿qué es esta imagen?

Gizmo abrió los ojos como platos, mientras Mamut negaba con la cabeza y jinx fruncía el ceño con evidente irritación.

La foto mostraba un brazalete dorado sobre un pequeño pedestal de roca. Del otro lado, alguien había garabateado una lista de objetos a toda prisa: aunque la letra era casi ilegible, todos pudieron leer algunas palabras, como "cómic en blanco de los héroes", y "collar místico de oro".

-Bueno, nada parecido a un bonito collar dorado, pero ¡obtuve un brazalete cargado de joyas! ¡Y oye, incluso me permitió jugar con el chico verde y la bruja, de todos modos!

-Ah, claro –dijo Raven, teletransportando dicho objeto de manos del polimorfo a las suyas.

Mostró el objeto indicado al resto de su equipo, que observaba con atención y curiosidad.

-No funciona en mí, pero en ti, Robin, estoy segura que funcionará.

Robin se lo probó, y, al señalar casualmente un poste derribado en la calle, se sobresaltó, junto con todos los demás, cuando el enorme trozo metálico levitó varios centímetros en el aire, antes de volver a tocar el suelo.

-Un brazalete místico –explicó la hechicera mitad demonio-. Nada bueno.

Fue entonces cuando comenzaron a escucharse las sirenas de la policía a lo lejos, pero justo cuando Robin estaba a punto de comprobar las esposas de los villanos vencidos, alguien familiar saltó hacia ellos desde detrás de una pared sobreviviente, pateando al Niño Maravilla en la cara.

-¡chico extraño! ¡Buen momento para mostrar tu cara! –exclamó Gizmo, entre aliviado y exasperado.

-¡Titanes, atrápenlo!

Pero los cuatro titanes restantes no reaccionaron lo suficientemente rápido. Chico Extraño desapareció y reapareció junto a cyborg y Chico Bestia, agarrando al despistado niño verde por una pierna y arrojándolo contra el medio robot.

-¡Oye! ¡No seas grosero!

Starfire fue a cargar sus ojos con energía verde, pero su oponente desapareció y reapareció en un milisegundo, tomando a la tameraniana por sorpresa. Reapareció a su lado izquierdo, la sujetó por el cabello y la arrojó contra un automóvil, que se partió en dos.

-¡Azarath-metrion-sinth...

El quinto titán no pudo terminar su hechizo, porque el mismo villano se teletransportó a sus espaldas, pateándola con fuerza contra un poste. Raven consiguió evitar el daño, siendo rodeada por su característica energía negra, pero en cuanto volvió su mirada al lugar donde acababa de estar, dicho enemigo acababa de desaparecer.

-¡Se están escapando!

Robin se reincorporó justo entonces, corriendo para abordar a Chico extraño en el suelo, pero antes de que pudiera someterlo, sintió cómo un rayo lo separaba de su oponente, olbigándolo a alejarse.

-¡No toques a mis amigos!

Era Seemore, que acababa de aparecer en la zona de batalla, aparentemente de la nada.

-¡Wow, miren eso! –aplaudió Jinx-. No sabía que podía teletransportar personas a distancia. ¡Bien hecho!

Chico Extraño escupió algo de sangre, al tiempo que la miraba con irritación, indicándole claramente que necesitaban salir de allí.

-¡OK, OK!

Jinx, la única con las manos libres, tocó ambas muñecas de sus compañeros, las cuales brillaron con chispas rosas, antes de que sus esposas se abrieran, liberándolos al instante.

-¡Parece que hoy no es su día de suerte, titanes de pacotilla!

Robin se congeló en ese preciso momento, observando a sus amigos reincorporarse, mientras Chico Extraño agarraba a Seemore de un brazo, saltaba junto al trío recientemente esposado y, antes de que el líder adolescente pudiera alcanzarlos en una carrera, los cinco desaparecieron. Consiguió lanzar un birdarán al lugar donde acababan de estar un segundo antes, por pura frustración, adivinando de antemano que fallaría.

-Bueno, por lo menos no se llevaron lo que venían a buscar –dijo Cyborg, mientras Raven utilizaba sus poderes para recoger los artículos extraños.

Más tarde esa misma noche, Raven se encontraba vigilando el trozo de papel en blanco. Produjo un conjuro para intentar escanearlo, en busca de magia negra o alguna clase de hechizo de seguridad similar.

-¿Algún resultado? –Robin entró en la sala de estar, café en mano.

-Bueno, puedo asegurarte una cosa: quienquiera que haya hechizado esta cosa, fue por una buena razón.

-¿Por precaución? ¿Algo así como un tesoro tras una clave de seguridad?

-Podría ser, pero sospecho que hay más aquí de lo que parece. Quiero decir, es un simple pedazo de papel; cualquier otra persona podría haberse deshecho de su existencia y no podría importar menos. Sin embargo...

-¿Sin embargo?

-hay algo oculto en la página. Pero quiequiera que haya intentado esconder esta cosa, sabía lo que hacía. No hay hechizos de magia negra ni magia demoníaca en el papel.

-¿magia blanca? ¿existe eso? –ambos se giraron al oír entrar a sus tres amigos restantes. Chico Bestia era quien acababa de lanzar la sugerencia.

Cyborg y Starfire traían las pizas en sus brazos, mientras el niño verde portaba su famosa pizarra blanca y un crallón en sus manos, sonriendo a su público. En cuanto los pájaros se dieron cuenta, les corrió una gota de sudor en la frente a cada uno.

-¡Tengo algunas ideas sobre esto! ¡Miren!

Los cuatro restantes se palmearon la cara simultáneamente, mirando a su amigo con exasperación.

SU mano voló dibujando, a la vez que explicaba.

-¡obviamente, un superhéroe loco –dibujó un chico de palo con alas y cara de mono-, está detrás de una pista para capturar a un extraterrestre galáctico!

-Chico Bestia...

Raven, Robin, Starfire y Cyborg dijeron al unísono, siendo completamente ignorados. Su amigo verde continuó, inspirado:

-¡Y bueno! ¡Este tipo, sea quién sea, necesita nuestra ayuda!

-Si iba a cazar un alienígena taaaaan poderoso, ¿por qué iba a buscar nuestra ayuda? –starfire se puso pensativa, hasta que sonrió, agregando-: ¡Oh, claro! Era un gallinrumcicurti!

Incluso Chico Bestia se detuvo. Era el turno de Starfire para sacarles un gota de sudor.

-Hmm, ¿nada? Bueno, a ver... –le arrebató la pizarra al verde-. ¿Algo como esto!

Borró el dibujo anterior, dibujó un pulpo de dieciséis brazos en su lugar, con una veintena de ojos y varias bocas en su cara como un huevo.

-¡Starfire, eres una genio!

-¿ya terminaron con el minuto de la idiotez? –Raven estaba casi sonriendo, pero todo el mundo pudo captar su sarcasmo.

-Esto es serio, amigos. Concentrémonos –dijo Robin.

-¡Oigan, lo tengo! –Chico Bestia recuperó su pizarra de manos de Starfire, con una enorme sonrisa en toda su cara verde-. En un mundo como el nuestro... –dibujó una T y un par de palos a la distancia-, en una ciudad como la nuestra... Pero ¡tachán! ¡Entonces, aparece Robin!

-Eh, ¿yo?

-¡Por supuesto! Pero en este otro mundo, no te llamas Robin, ¡te llamas... Batboy!

-¿Niño murciélago? –Cyborg intentó reprimir su risa, pero no pudo más y se echó a reír.

Incluso Raven se había unido a la risa, con Cyborg y Starfire. Mientras, un repentinamente serio Chico Bestia y un cada vez más rojo y enfurecido Robin, miraban la escena con indiferencia.

-¡Pero bueno! Este otro Robin, Batboy, es un lobo solitario... bueno, ¡no literalmente! ¡Pero es un héroe que se cree que es tan increíble! ¡Mírenme! ¡Yo solito, contra un monstruo devorador de planetas! –volvió a dibujar, aunque en una versión con cañones y cohetes, más brazos y una enorme cabeza de gorila, al monstruo de dieciséis tentáculos de Starfire-. ¡Y como amaba dibujar cómics en su tiempo libre, antes de que este monstruo lo golpee hasta la pulpa...! ¡Su mejor dibujo lo esconde y lo manda a nuestro mundo para advertirnos de esta horripilante amenaza! ¡Eso es, amigos!

-¡Dame eso! –Robin luchó con el niño verde por la pizarra, pero éste se transformó en un mono araña, arrebatándole la pizarra y los crallones con patas y cola y subiéndose a una repisa-. ¡Yo definitivamente no me veo así! Además, si fuera una versión diferente de mí mismo en otra dimensión, ¡definitivamente no me llamaría de una manera tan ridícula! ¡Ni tendría la cara de un mono!

Una vez nuevamente en el suelo, y ya en su forma humana, el niño polimorfo soltó su pizarra, sin poder contenerse más y, junto a los demás titanes, su risa invadió la torre, para consternación de robin, que procedió a borrar todo lo que acababan de dibujar.

-¡Hombre, esto es definitivamente más divertido que cualquier mala comedia de la tele! –soltó cyborg, entre risa y risa.

-Bueno, aunque eso sería interesante –acotó Starfire, mientras las risas de todos iban apagándose gradualmente-. Entonces, Robin, ¿cómo sería tu otro yo?

Robin acababa de sonrojarse, sin palabras ante esa repentina pregunta.

-¡Me pregunto cómo se vería Slade! –Chico Bestia recuperó su pizarra, aprovechando el estado estupefacto de su líder-. ¿Qué tal así?

Aunque estaba incompleto (solo llegó a dibujar la cabeza y la parte superior de los brazos y el torso), la imagen resultante provocó que los cinco se echaran a reír de buena gana: Slade tenía una máscara rosada y un vestido de supermodelo azul con flores en la parte del pecho, labios pintados en rojo profundo y un ramo de rosas sobre un hombro.

-ya, en serio –dijo Cyborg-. Aunque no es por ofender, Chico Bestia, pero incluso si tu teoría tuviese algo de sentido, hay muchos agujeros en ella.

-¿Ah, sí? ¿Cuáles?

-No consideraste qué pasaría si no formo al equipo en tu mundo de fantasía –ofreció Raven, con una leve sonrisa en su cara, oculta por la sombra de su capucha.

-Más allá de eso –continuó Robin-, no entiendo qué tiene que ver un monstruo intergaláctico con una dimensión alternativa y los cómics. Quiero decir, bien podría pasar eso en nuestro mundo, considerando que no sería tan raro.

-Y que los gallinrumcicurtis son criaturas mucho menos... violentas de lo que podría parecer. Hmm, en mi mundo apenas quedan dos vivos.

-Y bueno, aunque sería realmente interesante –admitió Raven, atrayendo su atención-, no me imagino a Robin como un practicante de magia en ninguna realidad, alterna o no.

-Oh...

Chico Bestia palmeó su propia cara, cayendo al suelo teatralmente.

-Sin embargo, hay algo en todo lo que dijiste que resulta... revelador –siguió la misma chica, mientras las expresiones de todos volvían a ser serias-: cuando entraste, usaste una palabra. Dos, mejor dicho: "magia blanca".

-¿Existe? –los cuatro titanes restantes dijeron al unísono.

-No exactamente. Hay tres tipos de magia, como aprendí en Azarath: la magia elemental, la magia ritual o de conjuros,y la magia espiritual.

-Hmm, creo que ya se me fundió el cerebro –dijo el verde del equipo, mientras los demás asentían.

-Para ponerlo en pocas palabras: los poderes de fuego que mi padre le otorgó a Slade es un buen ejemplo de magia elemental. Pero utilizó magia de sangre, y definitivamente los poderes psíquicos de Hermano Sangre son un buen ejemplo de la magia ritual. Finalmente, la espiritual o emocional, como la que yo estoy acostumbrada a utilizar, etc. Pero bueno, los hechiceros solemos combinar las tres cuando luchamos o meditamos.

-Así que cuando levitas cosas, ¿estás usando magia espiritual? Hmm, pensaba que era alguna clase de poder oscuro de demonio o algo así –razonó Robin.

-de hecho, es una combinación de las tres: elemental por la oscuridad, emocional, porque está conectada con mis emociones, y ritual, porque tengo que pronunciar un conjuro para convocar el hechizo adecuado. Pero digamos que sí.

-Hmm, ¿podrías decirlo en español? –pidió Chico Bestia.

-Bueno, aparte de la magia, hay otros poderes: ustedes conocen habitualmente los poderes físicos y de energía. La superfuerza, volar, etc. Yo, en cambio, saco todo mi poder de una mezcla de mis dos lados: mis emociones humanas y mi origen demoníaco... Si fuera una humana por completo, me llevaría infinitamente más esfuerzo y energía convocar el más mínimo conjuro. Gracias a mi parte demoníaca, no tengo ese impedimento. Pero ¿esto? –señaló el trozo de papel en blanco, que acababa de materializarse en su mano-: no se parece a nada que haya visto antes. ¿magia elemental? Ustedes mismos lo vieron: la hoja no es resistente a los elementos, apenas resiste el desgaste. ¿magia ritual' Una posibilidad más probable, y es obvio que quien ocultara la información de esta página tuvo que hacer algún ritual poderoso para que ni siquiera yo pueda atravesar sus secretos; sin embargo, no detecto nada remotamente cercano a la magia de sangre ni a la magia negra que Malchior me enseñó.

-¿Qué hay de la magia emocional? –Starfire se animó, mientras todos comenzaban a devorar sus pedazos de pizza elegidos.

-Hmm, es mi última apuesta. Lo probaré mañana.

-¡Suficiente de brujería y hechizos por hoy! ¿Quién quiere ver la última película de Guerra Ninja Total?

Chico Bestia colocó el DVD en el televisor, y todos se permitieron relajarse por la noche.