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IMPORTANTE: Universo Alterno & Mikasa's POV

Disculpen el OoC y cualquier falta ortográfica/gramatical que puedan encontrar.


Salió inusualmente tarde del trabajo.

Recordó mentalmente la nueva ruta de tren que había empezado a tomar hace dos meses. Todo con la intención de no cruzarse con él.

Se castigó mentalmente, no había algo que no hiciera por él.

Intentó pensar en cosas más positivas, como la ventaja de salir más tarde del trabajo: evadir tumultos de gente en la estación de trenes. Otra cosa: adelantó trabajo y podría pasar un fin de semana más tranquilo.

(En su departamento, solitaria.)

Ahí iba otra vez, se le escapaba un pensamiento negativo.

De acuerdo, intentémoslo de nuevo: hoy fue un día soleado. Después de cuatro días seguidos de lluvia, hoy por fin los cubría el calor del sol. No hubo cabellos esponjados, ni peligros de resbalones, tampoco calles inundadas.

El día le sonrió y ella sonrío de vuelta.

Si, muy bien. Esto de ser positiva estaba funcionando. Quizás si se mantenía así podría encontrar al tren despejado.

Caminó con prisa a través de la estación porque los tacones le comenzaban a molestar. Todavía se estaba adaptando a usarlos, y sin quererlo pasó más horas con ellos de lo que realmente podría soportar. Por lo que su día mejoraría significativamente si encontrará vacío algún asiento en el tren. Así podría descansar sus pies por unos momentos.

Sus esperanzas estaban a tope debido a la inusual soledad que se presentaba en la estación, y no pudo evitar soltar un suspiro de alivio una vez que el tren arribó y notar que se encontraba prácticamente vacío.

Por fin, una victoria para Mikasa.

Una vez sentada, relajó su cuerpo por completo. En el tren solo iban ella y una señora hasta la otra punta. Por unos momentos pensó en dejarse arrullar y dormitar durante el trayecto, pero no era muy buena idea, le urgía llegar a su hogar y perder la parada donde tenía que bajarse no era una buena alternativa. No le quedaba más que resistir.

De pronto reparó en como gracias a su nueva ruta le tomaba más tiempo llegar al departamento. Pero valía la pena, Eren ahora vivía con Armin y eso no quedaba muy lejos de con ella. No le era conveniente compartir itinerarios de tren y quería evitar a toda costa un encuentro casual, aun cuando internamente quería llamarlo o volver a verlo con todas sus fuerzas, ella sabía que no estaba lista para mirarlo a sus ojos otra vez.

Después de todo, de eso se trataba el "darse un respiro". El darse un tiempo para cada uno, en dejarse soltar por un rato, el tener un espacio para cada uno.

Aunque eso la estaba carcomiendo.

Claro, quería, con todas sus fuerzas (que vaya que son desmesuradas) volver a estar con él. Pero, de nuevo, no hay nada que no hiciera por él. Así como él lo pidió. Le daría su espacio.

Lo estaba dejando volver ser, (aunque ella nunca sintió que él no fuera) y esperaría a que este tiempo, este perenne tiempo, le sirviera a Eren para darse cuenta de que ella también era un símbolo de su tan anhelada libertad. Ella siempre ha sido sus alas. Ella volaría por él. De verdad no hay nada que no hiciera por él.

Porque al final del día un tiempo es solo un tiempo, solo es el transcurso de los minutos (eternos, por cierto). Todo llegaría a su fin y ellos volverían a verse, a estar juntos, para bien o para mal… para bien o para mal… para bien… o mal…

Joder, otra vez los pensamientos negativos están aquí.

Sasha ya le había mencionado que la negatividad llama a más negatividad. Que es por eso que siempre se siente tan apesadumbrada, por sus malas vibras y su energía cero positiva, y cosas de esas en las que Mikasa realmente no creía pero que últimamente decidió poner en práctica para mejorar su estado de animo o su suerte, o lo que viene siendo el karma y esas palabrerías que tanto menciona Sasha Blouse.

Inclusive compró incienso, y admite que se siente más limpia, tanto física como mentalmente.

Aspiró al recordar la dulce esencia, y se propuso a prender uno cuando llegue a casa. Recordó que su amiga también le recomendó esos difusores de aromas que suelen ser acompañados de aceites con diversas propiedades, y estos no solo sirven para el humor sino para preparar tés, y si eres más creyente, también para curar enfermedades leves como dolores de cabeza o anginas.

Y si ya andaba en lo de los inciensos, quizás no sería tan mala idea hacerse de un difusor.

Sacó su teléfono, y empezó a vagar por Amazon en busca de alguno decente, no muy caro pero tampoco barato, algo que se viera duradero y elegante a la vista.

El tren hizo una parada y escuchó como las puertas se abrían, pero no se inmutó. Ella ya estaba conociendo bien la ruta y aun no estaba cerca del punto de donde descendería. Además, ya estaba ocupando un asiento, se subiera el mar de gente que se subiera no le era interesante en estos momentos.

Hasta que escuchó una risa que hizo que su cuerpo se congelará y que una onda eléctrica le recorriera la espina dorsal. Quedando fría, ¡no!, congelada. Su pulgar se detuvo. Ya no andaba curioseando en Amazon. La mirada que tenía fija en su pantalla se desenfocó. Si no hubiera sido porque el corazón le empezó a latir fuertemente se hubiera jurado muerta.

Subió su mirada lentamente temiendo encontrar lo que su mente le pintaba. Y no se había equivocado (jamás podría confundir esa risa) era Eren.

Eren, tomado de la mano de una chica rubia, mientras se sentaban en los asientos frente a ella.

Eren quien también se dio cuenta de la presencia de ella y quien posó sus ojos verdes en sus orbes oscuros y no los despegó ni siquiera para tomar asiento.

Eren.

Tengamos un respiro.

Soltó con voz ronca. Como si la oración llevará años aprisionadas en su garganta y esas palabras le hubieran estado quemando la faringe, y al fin, resolutoriamente las había dejado ir.

Así como si por fin el pudiera descansar.

Eren… ¿estás seguro?

Hemos estado juntos… por mucho tiempo… desde muy jóvenes. Ya no sé quien soy individualmente. No me recuerdo y no me reconozco… Mikasa… anhelo libertad.

Y ahora era ella quien tenía las palabras atoradas en la garganta, pero no le hacía falta expresar sus pensamientos. Sus ojos la delataban, le revelaban el dolor, las palabras nunca le fueron necesarias a Mikasa. Su voz era solo otra extensión de su cuerpo cuando sus ojos eran las ventanas de su alma.

Mikasa… es por el bien de los dos.

Mikasa… piensa en nuestra relación. No, mejor piensa en ti.

Ella intentaba reaccionar, intentando regular su respiración y concentrándose en el asunto, y con todas sus fuerzas volvió a retomar el habla:

Entonces… ¿un tiempo, no?

Sí.

Un respiro.

Sólo necesitamos tiempo.

Era increíble.

Escuchar los sonidos de su corazón encogiéndose, rompiéndose, haciéndose pedazos. Era toda una sinfonía de no creer.

¿Era real? ¿Ese era Eren sosteniendo la mano de otra mujer? ¿Justo frente a ella?

No le despegó la mirada, ¿a caso se autocastigaba? ¿o quería convencerse de que la situación era real? (quizás más lo primero que lo segundo).

Eren había continuado observándola hasta que la rubia llamó su atención señalándole algo en su celular. Eren le sonreía. A ella.

«Te ves feliz.»

¿Cuánto había pasado? ¿2 meses? ¡no perdió el tiempo!

Mikasa suspiró y se reacomodó en el asiento, recargando su espalda y tomando una posición más cómoda. No lo había planeado, ni siquiera estaba consciente de esto, pero, no apartaría la mirada de Eren.

«Ella también es guapa, muy guapa. Te ayuda a resaltar tu belleza.»

Eren volvió a dirigir su vista hacia Mikasa, quien mantenía un rostro sereno. Casi inalterable. Pero por dentro ella sentía como el oxigeno le dañaba, en realidad le costaba respirar, tenía la sensación de mil y una espadas atravesándole. Pero no, se negaba a dejar de mirarlo.

Porque ahí estaba, la persona que consideraba el amor de su vida. La persona que pensaba que a ella le pertenecía, y que ella le pertenecía a él. Su destino, o la persona a la que consideraba estar destinada.

La rubia de nuevo le dirigió unas palabras a Eren, volviendo a captar su atención. La chica se reclinó sobre Eren para poder posar para una selfie. Y él volvía a sonreír. De seguro la foto tendría algún filtro divertido, pues Eren hasta le sonreía con los ojos.

«Ah… recuerdo cuando me mirabas así.»

Volvió a sentir su pecho hacerse añicos. Y bajó la mirada por dos segundos para regular su respiración. Al volver a encarar a Eren se encontró con sus orbes jade volviéndose a posar sobre ella.

Y ella sonrío.

Pero no fue una de esas dulces sonrisas que antes solo estaban reservadas para él. Fue una sonrisa forzada, completamente involuntaria.

Era como si el cuerpo Mikasa hiciera lo posible por ayudarla a verse entera, es decir, a no quebrarse ni verse patética. Mucho más ayuda que lo que pasaba por su mente.

Pronto se percató de que Eren se notó extrañado ante la sonrisa.

¿Qué es lo que le extrañaba? Si él ya había seguido adelante. La sorprendida aquí era ella. Él no tenía ningún derecho a jugar a la victima.

«Odio verte feliz. »

Todo este tiempo ella fue la tonta. Estaba dispuesta a esperarlo, a dejarlo respirar, porque el sacrificio no solo fue de Eren, fue también de ella.

Fue un sacrificio cuando sus padres le dejaron de hablar por meses por mudarse junto a él sin casarse primero.

Fue un sacrificio cuando rechazó la oportunidad de trabajo que se le presentó en una ciudad extranjera, pero que desistió cuando Eren no se pudo trasladar junto a ella.

Fue un sacrificio cuando dejó de lado sus "lujos" para poder rentar un departamento junto con él.

Fue un sacrificio cuando mandó a volar a muchos hombres que se le declararon: guapos, jóvenes y adinerados, aún antes de tener una relación oficial con él. Entre ellos Jean, uno de sus amigos cercanos pero que Eren no podía tolerar.

Y ella no dudo en enviar a Jean por un tubo, en perder su amistad, solo si eso significaba que Eren estaría tranquilo.

¿A quién engañaba? Ninguna de las situaciones anteriores le fueron difíciles. Ella jamás dudó en hacer algo por él. Nunca se arrepintió de alguna decisión que le haya ayudado a fortalecer su relación con Eren.

Y a lo mejor ahí estaba la verdadera problemática: el que hacía los sacrificios era Eren, no Mikasa.

Porque si de verdad amas a nadie, nada parece un sacrificio.

Y no, no podía estar feliz por él. Ya no quería permitirse ninguna emoción hacia alguien que no le interesa el sentir de ella. Ella lo conocía, juzgándolo por su lenguaje corporal, él ya se había olvidado de ella.

¿Cómo pudo hacer eso? ¿Cómo puede estar con alguien más? ¿Cómo puede actuar como si nada pasara?

Esa chica guapa con la que estaba… ¿Era mejor que ella? ¿Lo comprendía más? ¿Acaso Eren por fin había dejado atrás los sacrificios? ¿Encontró la libertad… en ella?

La rubia recargó su cabeza en el hombro de Eren mientras seguía vagando en su celular. Eren desvió la mirada por unos momentos como si le tomara por sorpresa la acción de la chica. Pero en menos de un segundo volvió a tornar su mirada sobre Mikasa.

«Felicidades, haz vuelto a ganar.»

Mikasa.

Eren sostuvo su rostro entre sus manos. Ella aun tenía sus mejillas encendidas y desde su frente se deslizaban pequeñas perlas de sudor que se perdían entre los cabellos que se mantenían pegados en su piel nívea.

Mikasa intentaba recuperar su respiración. Hacía menos de un minuto que ambos habían alcanzado el orgasmo, pero su cabeza se mantenía en las nubes, y no había prestado mucha atención a Eren hasta que la tomó entre sus manos e hizo que sus ojos se fijaran en sus orbes verdes.

Mikasa. —La volvía a llamar.

¿Huh?

Me gusta verte a los ojos cuando hacemos el amor.

Y las mejillas de la azabache se volvieron a prender intensamente. Eren la había tomado desprevenida.

En realidad me gusta mirarte a los ojos todo el tiempo, Mikasa.

Eres hermosa, Mikasa.

Te amo.

Y amo pronunciar tu nombre, Mikasa. Y amo cuando pronuncias el mío, pero más cuando lo dices entre jadeos. Te amo, Mikasa.

Yo también te amo, Eren.

Mikasa reprimió las ganas de llevarse los dedos al tabique de la nariz. Sí, estos instantes la estaban torturando, pero no se iba a permitir mostrarse débil.

Si el destino lo quiso así, era para demostrarle que este es el momento de olvidarse de Eren Jaeger.

Este era el momento para darse cuenta de que él no le pertenecía a ella y viceversa. En cambio, ella se pertenecía a sí misma.

Y debía de quererse, y de auto cuidarse, y de tenerse mucho respeto.

Había llegado la hora de dejar de esperarlo y de desechar los recuerdos que tanto los había atesorado pero que ahora era un peso muerto sobre sus hombros.

Era un hecho: se había terminado.

Es su turno de avanzar. Es su turno de ser como Eren y encontrar a alguien que le haga feliz. Alguien nuevo.

«Espero que el hecho de que sepas que puedo encontrar a alguien te quite el sueño.»

Pero todo fue suficiente. La tortura llegaba a su fin. La estación donde Mikasa se bajaría se estaba aproximando.

Mikasa se levantó con delicadeza, sin desviar su mirada de con Eren, por supuesto. Los ojos verdes de Eren también le veían de vuelta.

Probablemente, esta sería la última vez que ambos se volverían a ver. No tenía caso volverse a encontrar, las cosas habían quedado claras, las palabras sobraban cuando las acciones hablaban por si mismas.

Si, era verdad, este sería su último encuentro con Eren, y en contra de su voluntad observó cada aspecto que tanto había amado de el.

Sus manos, que eran mucho mas grandes que las suyas, pero que siempre estuvieron ahí para sostenerla cuando las cosas iban mal.

Su tono de piel oliva que siempre tenía un brillo especial cuando el sol le abrazaba.

Los labios que tantas veces bailaron contra los suyos, que muchas veces exploraron cada parte de su cuerpo y los que pronunciaban dulcemente su nombre.

Su pecho, donde le gustaba recostarse para escuchar los latidos de su corazón y trazar dibujos imaginarios con las yemas de sus dedos.

Su cabello, que siempre parecía tener un olor natural al verano y que el viento siempre lo movía grácilmente.

Los ojos que ahora la miraban de vuelta.

Eren, la persona que más ha amado en el mundo.

El tren se detuvo lentamente y Mikasa caminó decidida a la salida. Ya no había más que hacer. Ahora Eren solo era un extraño.

La puerta del tren se abrió y ella sabía que este era el momento. No se iba a molestar en mirar atrás.

De camino a casa ya no sentía el dolor que le causaron los tacones, pero la molestia al respirar había permanecido. Se sentía como si todos los sentimientos que afloraron dentro de ese vagón de tren se los hubiera llevado consigo misma.

De pronto sentía su respiración agitada y caminó con más prisa. En cuanto divisó su departamento comenzó a correr sin siquiera notarlo y con suma desesperación buscó sus llaves y abrió la puerta, cerrándola inmediatamente tras de si y recargándose sobre ella, a la vez que intentaba regular su respiración.

Pero no podía. La falta de aire le impedía reincorporarse, sin mencionar que de pronto sintió unas las lagrimas involuntarias humedecer su rostro. Intentó inhalar y exhalar para poder calmarse, viéndose interrumpida por un ataque de tos que inesperadamente la atacó.

Ya llegué.

Bienvenida a casa. —Eren salió a recibirla con el delantal de cocina puesto y un pañuelo que le cubría el cabello.

Se acercó a ayudarla tomando sus pertenencias para que ella se quitará los tacones fácilmente. La vio retirarse los dichosos zapatos con delicadeza mientras su rostro reflejaba pequeños gestos de dolor. Sus pies estaban rojos y parecía que le costaba estirar los dedos y regresarlos a su forma natural. Mikasa soltó un respiro de alivio una vez que se deshizo de su martirio.

¿Aún no te acostumbras?

Mikasa se encogió de hombros: —Temo que nunca lo haré.

¿Y de qué sirve que las mujeres los usan? Pueden dañarles algún musculo, o inclusive la columna vertebral, provocar problemas de tendones o esguinces, sin mencion-

Vaya, estas muy bien informado.

¡Pues claro! Te he notado más cansada desde que empezaste a usarlos. Por supuesto que googleé al respecto.

Eres un exagerado. —Le contestó mientras le dedicaba una sonrisa entre tímida y burlona.

Eren dejó por un lado las pertenencias de Mikasa, y se inclinó hacia ella para cargarla entre sus brazos. La azabache casi lo hace perder el equilibrio pues la tomó por sorpresa y sin intención ella se había movido bruscamente.

No permitiré que mi novia ande soportando ningún dolor. —Dijo justificando sus acciones— Así que te prepararé la tina, te ayudaré a darte un baño, te daré un masaje en los pies y después podemos cenar, el pan de plátano que hice no tarda de salir del horno y-

Eren. —Lo llamó con la clara intención de interrumpirlo.

Él la miró confundido. Ella tomo su rostro entre sus manos mientras apretaba sus cachetes. Sus orbes jades demostraban la confusión que Eren sentía por dentro. Ella sonrió divertida.

Nada, que te amo.

Y las mejillas de Eren se tornaron rosas. Ese tono de rosa era el color favorito de Mikasa.

Ahí estaba, en el piso de la entrada de su casa, entre viva y desecha, sufriendo de todo tipo de dolores a la vez que no podía parar de llorar, abrió la boca, pero solo pudo emitir un grito ahogado, y terminó por acostarse contra la madera fría mientras sentía pena por si misma.

Nunca había llorado así en su vida, nunca había derramado tantas lágrimas, nunca pensó que sufriría así por Eren.

La tos regresó y se apoyó sobre sus rodillas, pero la sensación de vomito le recorrió el cuerpo y arrancó hacia el baño, recargándose rápidamente en el inodoro a la vez que comenzaba a expulsar su almuerzo. Vomitó tan fuerte que sintió que le dolió la cabeza del esfuerzo.

Ahora su rostro era una mezcla de lágrimas, mocos y vomito.

Limpió su inodoro y sus alrededores con torpeza. Su vista estaba desenfocada a causa de las lagrimas. Se sentía muy sucia y decidió tomar un baño. Abrió la llave de agua caliente de la tina y mientras se llenaba se desnudó con lentitud.

Un pensamiento macabro le cruzó por la cabeza, ¿y se ahogaba en la tina? ¿o se ahogaba en su vomito?

Sacudió la cabeza en tono de negación. Comenzaba a perder la cordura. Se apresuró a adentrarse a la tina y arqueó su espalda al sentir como el calor le abrazaba. Recostó su nuca en el extremo de la bañera y fijó su mirada en el techo.

Las lagrimas volvían a brotar de sus ojos, su visión se volvió a distorsionar, apretó los ojos y comenzó a jadear. Los recuerdos de toda una vida junto a Eren le estaban golpeando la cabeza.

No quería pensar, ya no quería sentir, deseó estar dormida e inconsciente de sus alrededores.

El agua le comenzó a llegar a la barbilla y supo que era momento de terminar su baño. Claro, no sin antes lavarse apropiadamente.

Mientras se colocaba su pijama recordó algo que su abuela le había dicho cuando era puberta.

"Se tarda 8 meses en olvidar a una persona."

Se arrojó a la cama, ¿viviría así por el resto de 8 meses? ¿así, con ganas de morir?

Parecía que estaba a punto de averiguarlo.


Pregunta: ¿Alguna vez han estado tan tristes que han tenido que vomitar sus sentimientos?

Espero que el formato de la historia haya sido entendible, y por supuesto, ¡qué hayan gustado de la lectura!

Inspirada en la canción de DAY6 "Congratulations" (versión en inglés). Este fanfic tiene una continuación llamada "You were beautiful". Los invito a pasar a mi perfil a leerla.

No sé si es mucho pedir, pero les agradecería mucho si me comentarán que les pareció (siento que no se me da mucho el angst) ;_;

¡Nos leemos pronto!