Siempre tuve tantas ganas de leer algo con la temática de vaqueros, ya que es algo que es muy escaso en comparación de otras temáticas y, para esta actividad elegí seguir con esta idea que tenía en mente. Creo que, después de estar tantos años en el fandom de Naruto (SasuSaku), he descubierto hermosas obras de autoras talentosas, pero entiendes que, si tú quieres leer algo en específico y no lo encuentras, entonces tendrá que darte a ti mismo la oportunidad y escribirlo.
Definitivamente, el SasuSaku me ha dado tantas oportunidades y, esta es una de ellas.
Agradezco a mi querida Beta, por apoyarme hoy y siempre con cualquier cosa que se me ocurre. ¡Te quiero!
Este fic participa en el reto semanal #Fortunamusical de la página Sasusaku Eternice Moi (Día 6).
EL PÉNDULO
" Después de todo, las palabras son solo palabras y no pueden expresar ni la mitad de lo que siente el corazón."
—
Prólogo
Tsunade, la directora del orfanato en el cual permanecí hasta mis quince años de edad, mencionaba que mi cabello me traería suerte. En ese entonces no sabía lo que eso significaba, pero aquellos destellos provenientes de sus ojos mientras me miraban con alegría, me hacían creer que se trataba de algo bueno, algo que posiblemente cambiaría mi vida por completo. Deseaba una familia, como cualquier niño, deseaba sentirme amada y protegida en un hogar que fuese especialmente para mí. Tuve que esperar mucho tiempo para algo que nunca pasó, porque salí de aquel orfanato sin ser adoptada.
Lo que ahora entiendo es que no existen las casualidades. Haber conocido a Tsunade no fue simple coincidencia, como tampoco el haberme dicho que mi cabello me traería suerte. Me trajo más que suerte, me llevó a lo que se conoce como "mi alma gemela".
Oye Sasuke… ¿No te has puesto a pensar que tú eres mi otra mitad?
Fort Benton - Montana | Estados Unidos
El ruido de los caballos y las carretas provenientes del exterior me ayudaban a mantenerme de forma activa, el olor a tabaco y alcohol ya no me causaba mareos, ahora formaban parte de lo que era y de mi estilo de vida. Los gritos de los hombres mientras jugaban cartas, bebían y se golpeaban los unos con los otros era incluso, algo que disfrutaba. La vida en Fort Benton es tranquila a comparación de otros pueblos, lo único malo que tiene es el poco apoyo que brinda a las personas con ideas en intereses nuevos, llevándonos a tener que seguir luchando entre ganar un poco de dinero o resignarnos y morir.
—¡Iruka! —Grité— ¡Dos cervezas más, por favor! —Iruka, mi jefe, se asomó desde el otro extremo de la barra. Sonriendo alegremente respondió: —Ya salen, Saku. Gracias.
Mi vida no es agitada a comparación con otros. Este trabajo me permite tener un techo donde dormir, me permite conocer a gente nueva en el proceso y, sobre todo, me ayuda a tener la mente ocupada la mayor parte del día. Mi jefe hizo una señal con su mano derecha y posicionó las dos cervezas en la barra frente a él.
—Servidas —dijo y asentí, tomándolas para llevarlas a la mesa ubicada al extremo del bar. —Aquí están sus cervezas —respondí. Los dos hombres ubicados frente a mi tenían la pinta de ser vaqueros, portaban armas, grandes sombreros y tenían ese aire de sentirse dueños y señores de cada lugar al que visitaban. Coloqué las cervezas frente a ellos y me di la vuelta. Uno de los hombres tomó mi muñeca. Ladeé la cabeza para encararlo. Digamos que estaba acostumbrada a esa clase de cosas, los hombres son hombres aquí y en China. —¿Por qué no te sientas con nosotros? —El hombre de cabello un poco largo y marrón, amarrado en una coleta me miraba mientras sonreía de lado a lado. —No, gracias —exclamé de forma dura. Solté mi muñeca de su agarre y me encaminé a la barra. Volteé nuevamente mi rostro y descubrí que seguía mirándome.
—¿Todo bien? —Preguntó Iruka.
—Sí, todo bien —sonreí y seguí trabajando luego de eso. Las personas iban y venían. El sol se ocultó luego de un par de horas y las estrellas comenzaron a inundar el cielo de manera hermosa y relajante. Mi turno había acabado. Suspiré.
—¿No te apetece una cerveza antes de irte? —Aquella voz llevó una señal de alerta por todo mi cuerpo. El mismo hombre de hace unas horas permanecía detrás de mí, muy cerca para mi gusto. —No —contesté con fuerza.
—Soy Fū —continuó— ¿Cuál es tu nombre? —Hice una mueca de disgusto. A Fū no pareció importarle, entonces dije: —La verdad es que mi turno ha terminado y debo irme ya a casa. —No había dado ni el primer paso cuando la voz del hombre sonó de nuevo: —¿Todas las mujeres de esta zona son igual de mojigatas que tú? —La razón por la que los hombres son iguales aquí y en China es porque sin importar el lugar de donde hayan nacido, todos tienen la certeza de que una debe aceptar obligatoriamente alguna de sus muestras de coqueteo o faltas de respeto. Para mí, ambas son iguales.
—Si te refieres a que si alguna de ellas aceptaría tomar una cerveza contigo —lo miré—, la respuesta es "No". —Lo siguiente que sucedió fue algo que ni en un millón de años me hubiese esperado. Fū me tomó de forma brusca entre sus brazos queriéndome besar en el proceso. Mi corazón se aceleró ante la acción. Estaba asustada. Hasta este día, decir "No" a los hombres que me coqueteaban había funcionado satisfactoriamente. Debí deducir que algún día me tocaría uno que no se conformaría con esa respuesta. —¡Suéltame! —Grité. El aliento del hombre me golpeó causándome náuseas. La ira que sentí fue totalmente bienvenida, el vaso de cristal en la mesa de al lado fue lo único que necesité para estamparlo contra la cabeza de Fū, quien luego del golpe cayó al suelo. Las personas, quien hasta hace unos segundos se mantenían cada uno en sus asuntos, voltearon a ver al hombre en el suelo. Otro hombre, el de las gafas extrañas, quien había entrado junto a Fū me miró de forma amenazante. «Ya está, van a matarme», pero una mano junto a mi hombro en señal de apoyo, y una voz conocida me hizo sentir aliviada.
—Es hora de que se vayan —habló Iruka. Mientras, dejó a la vista de todos un rifle sostenido en su mano izquierda. Los hombres frente a nosotros divisaron la tensión en el ambiente, entonces vimos al compañero de Fū ayudándolo a levantarse.
—Quise ayudarte, Sakura. —La mención de mi nombre me hizo sentir incomoda. «¿Él me conocía?» —Ahora solo atente a las consecuencias. —Se fue junto a su acompañante, y yo me quedé ahí, sin saber qué decir.
—¿Lo conoces?
—Yo… —susurré—, ahora no tengo idea.
Esa misma noche, estando en cama me mentalicé sobre lo ocurrido el día de hoy. Era casi imposible que Fū me conociera. Es más, yo estaba cien por ciento seguro de no conocerlo.
Pero me equivoqué, solo no recordé lo suficiente para deducir quien lo había mandado.
Por la mañana, me desperté con mucha energía, aun así, un bostezo me ganó, mientras estiraba mis brazos. Después me vestí. Siempre optaba por usar ropa sencilla y práctica para la vida en el Oeste, como un vestido holgado y no uno vaporoso que va con la actividad ajetreada de la ciudad. Me apresuré a desayunar y salí del lugar.
El día se encontraba en calma, normalmente era de esa manera. Llevaba un canasto y uno de mis libros en el, lo continuaría leyendo después de subirme a la carreta que me dejaría en el trabajo. No quedaba lejos, por lo que había días en donde caminaba, y había otros como hoy en donde no me apetecía hacerlo, pero ese pensamiento se vio obstruido por una extraña sensación, un par de ruidos, como un metal golpeando el piso, que se acercaba a mí con sigilo. Volteé mi rostro esperando ver qué era aquello que escuchaba, queriendo satisfacer mi curiosidad en el proceso, pero mi cara fue cubierta en su totalidad antes de poder comprobarlo.
—
Supe que ya era de noche por el aullido de los coyotes, ya que mi rostro seguía cubierto, mis manos y pies atadas, y mi cuerpo entero se encontraba en una carreta. Llevaba horas en esa posición, no sabía dónde estaba, pero sí tenía una leve idea de quien estaba detrás de todo esto.
—Entonces… —dijo alguien—, solo se la entregaremos al señor Danzou, ¿y ya?
—No —respondió otro—, antes quiero hacer algo con ella. —Comencé a rezar de forma inconsciente, porque así no es como debería terminar mi vida, aún tenía muchos sueños por delante, metas por cumplir e hijos por tener. Está bien, hijos no. Descarté esa idea de inmediato. «Vale, estoy atada, pero aún puedo gritar. No, gritar no es una buena opción, antes me golpearían, además, ¡ni siquiera sé dónde rayos estoy!» Mi frente sudaba, realmente me estaba asfixiando, por lo que me armé de valor y pronuncié: —Estoy asfixiándome con esta cosa en mi cabeza. Prometo no hacer nada estúpido, ¿podrían quitármela? —El andar de la carreta se detuvo. Los latidos de mi corazón se dispararon y los pensamientos negativos comenzaron a rondar en mi mente: «¡Oh, dios mío !, Que no sea lo que estoy pensando»
—¡Oye! —Parecía la voz de Fū —Más te vale que quites tu estúpido trasero o te volaré la cabeza.
—Ustedes no parecen comerciantes —dijo una voz— ¿Qué es lo que llevan atrás? - «Parece que ahí está tú salvación», apreté mis puños con fuerza y respiré. «¡Grita ahora, Sakura!» -¡Por favor! ¡Ayúdenme! —Mi boca estaba seca, por falta de agua o por los nervios, no lo sabía, pero si esta iba ser mi única esperanza, no la desperdiciaría. Lo intentaría o moriría.
—No son comerciantes —aseguró la voz desconocida. Entonces una bala sonó, después le siguió otra y otra y otra más, y el ruido de las balas no paró. Se había convertido en una batalla, podía oír a mis secuestradores maldecir, y al tipo desconocido llamándolos idiotas. No sabía qué hacer, si me quedaba ahí, estaba muerta. Así que, haciendo caso a mis sentidos inexistentes de supervivencia, comencé a rodar sin saber exactamente hacía dónde. Caí de la carreta; el dolor me atravesó en la parte baja de la espalda. «Genial, ¿y ahora qué, Sakura?», Cerré los ojos en señal de derrota. No podía correr. El ruido de las balas había parado. Deduje que el señor desconocido había fallado, él solo era uno, mientras que mis secuestradores dos. En cualquier momento Fū y su acompañante me subirían de nuevo a la carreta. Mis brazos me dolían, y probablemente me había raspado también la espalda. Así que solo esperé a que llegara el momento.
Mis ojos seguían cerrados, abusar de la adrenalina no es bueno para la salud, aunque realmente de pequeña nunca me importó. Sonreí con melancolía, solía ser el desastre andante en el orfanato. Como un pequeño torbellino que arrasaba con todo a su paso. Llegué a pensar que incluso mi hiperactividad había sido la razón de que nunca me adoptaran. Mi actitud había cambiado un poco luego de eso, siempre tratando de frenar mis emociones.
Cuando decidí abrir los ojos, me encontré mirando la noche estrellada.
—¿Te vas a quedar ahí o vas a dejar que te quite esas sogas de encima? —Un hombre me miraba, su rostro y su expresión parecían sacados de alguna pintura, era tan irrealista, en cierto modo, pero su mirada fija en mí era la prueba más grande de que no estaba loca y de que él era real. Estaba en cuclillas. Levanté mi cabeza con mucho esfuerzo y vi que Fū y su acompañante, el señor con anteojos raros, estaban amarrados hasta la coronilla. El hombre desconocido me ayudó a sentarme y con un cuchillo desató las cuerdas que cubrían mis manos y pies. —¿Estás bien? —Me preguntó. No supe qué decir con exactitud.
—Estoy viva… —dije con ironía.
—¿Cuál es tu nombre? —Su voz me produjo cierto cosquilleo. «Que agradable suena» — ¿Por qué esos hombres te mantenían retenida?
—Soy Sakura, y no tengo idea. —El hombre misterioso me miró de forma seria, al parecer mi historia no parecía del todo cierta. «Un tipo de cuidado, supongo» —Sé lo que estás pensando, pero estoy diciendo la verdad. No sé la razón. Esta mañana iba camino a mi trabajo y ahora —señalé el lugar—, estoy aquí.
—Vete, ya estás libre. —Comenzó a andar. Mi presencia dejó de tener importancia ante sus ojos, de forma impulsiva me acerqué rápidamente a él. —No me puedes dejar aquí. No sé ni siquiera dónde estoy —exclamé exaltada.
—Hace un momento te he preguntado algo y me has mentido. —Aquel revoltijo de emociones me seguían causando un nivel de incomodidad. Bajé mi rostro indignada y después lo miré.
—Te mentí, pero no del todo. —Al parecer, esta clase de juego de vernos el uno al otro por cualquier cosa se estaba convirtiendo en una costumbre. —Escucha, le debo dinero a una persona y no he podido pagarlo. —No dije nada más, él logró entenderlo entonces. —¿Cuál es tu nombre?
—Sasuke —agregó—, tenemos que irnos de aquí, esos hombres no durarán mucho tiempo atados. —No me había percatado hasta este momento que la presencia de Sasuke me hacía sentir segura. Tal vez la razón era porque había salvado mi vida o porque por el momento, era la única persona en la que podía confiar. Sasuke desató a los caballos que se encontraban en la carreta.
—¿Sabes montar? —Un leve sonrojo cubrió mis mejillas. No entendía lo que ocurría. «¡Concéntrate, con un demonio!»
—Si. —Sasuke dejó la soga en mis manos y monto a su caballo. Su presencia se volvió más fuerte, como si hubiese nacido para esto. Decir que estaba nerviosa era poco, era la primera vez que me ocurría, y la verdad, me estaba comenzando a dar miedo.
—
Sasuke y yo emprendimos un largo viaje en medio de la noche. Él se encontraba al frente, mientras que, por mí parte, solo me límite a seguirlo. La imagen de Iruka se visualizó frente a mí. Comenzaba a extrañarlo y comenzaba a extrañar mi vida en Fort Benton, pero ahora sabía que, si el objetivo de Danzou era vengarse, tenía que alejarme de ahí. Al parecer, ahora Fort Benton formaría parte de los recuerdos.
El caballo de Sasuke disminuyó su andar, y su mirada me capturó.
—Estamos lo suficientemente lejos ahora. Dormiremos aquí. —Bajó del caballo e imité su acción, pero un dolor en la espalda me hizo perder el equilibrio. Los brazos de Sasuke me detuvieron. Pude haberme puesto nerviosa con la cercanía, pero el dolor era más fuerte…
—¿Te duele?
—Un poco...
—Déjame ver. —Lo miré sorprendida. —Déjame ver, Sakura. —El murmullo de su voz era embelesador. No era una orden, su voz denotaba preocupación. Era algo loco, una parte quería negarse, pero otra parte de mi decía que solo quería ayudarme, quizás él podría, de alguna manera, aliviar el dolor. Respiré y comencé a bajar los bordes del vestido. Había tratado con demasiados hombres para darme cuenta que la mirada de Sasuke no dictaba lujuria o morbosidad. Sostuve mi pecho y lo cubrí con mis brazos. Me di vuelta mostrándole mi espalda. —Tienes varios moretones. Debió ser cuando caíste. Justo aquí. —Su dedo tocó levemente la zona donde se encontraba la herida. Di un leve brinco debido a la temperatura de su piel. —Otro acá, y acá. No traigo medicinas o algo parecido conmigo, pero tengo un poco de ungüento —asentí. Sasuke sacó algo de sus bolsillos, lo escuché. Lo abrió y divisé el ungüento. Tomó un poco entre sus dedos y su acción se detuvo, quería mi aprobación. Me sorprendí ante ese gesto. Asentí de nuevo. Los dedos de Sasuke frotaron con suavidad las zonas. Repitió la acción un par de veces más hasta finalizar.
—Gracias —murmuré y él asintió sin decir una palabra—. Sasuke… —pronuncié con suavidad—, gracias por salvar mi vida. —Una leve sonrisa se asomó en el extremo de su rostro y asintió, dejándome ver de forma más detallada la expresión de su mirada.
—Duerme, Sakura.
Recuerdo que esa noche, mientras miraba el cielo nocturno ante mis ojos, hice algo que me impresionó. Esa noche, después de mucho tiempo, di gracias por estar con vida.
—
Al día siguiente, descubrimos que uno de los caballos, el de Sasuke para ser más exactos, había encontrado la forma de desatar la soga que lo mantenía atado a algo y huyó. Ahora solo quedaba uno. Sasuke subió en el y me tendió la mano, la sostuve con fuerza y subí situándome detrás suyo.
—Sostente —Le escuche decir. Puse ambas manos sobre su abdomen, envolviéndome como alguien abrazando a una almohada. El caballo salió disparado bajo la guía de Sasuke.
Anoche, después de lo sucedido, algo había cambiado entre nosotros. Era como si luego de aquel gesto íntimo, la capa protectora de Sasuke, esa que le ayuda a velar por su seguridad y no confiar demasiado en las personas, se hubiese evaporado, y la mía, aquella que evita contraer mis emociones, hubiese desaparecido sin dejar rastro.
Estaba exhausta, tenía hambre y sed. Sasuke también lucía cansado.
—¿Hacía dónde nos dirigimos?
—Falta poco.
Un puñado de árboles se visualizaron frente a nuestros ojos, el suelo seco fue remplazado por el verde pasto.
Abrí los ojos con asombro, y susurré: —¡Es hermoso! —Quedé deslumbrada por lo que estaba frente a mí, nunca antes había visto algo parecido. Una casa se encontraba ubicada cerca de una pequeña montaña. De lado derecho se hallaba un establo con varios caballos y animales dentro, era un lugar muy lindo. El caballo se detuvo, relinchó un poco y Sasuke lo calmó. Otro hombre salió de la casa.
—¿Dónde rayos has estado? —El hombre rubio llevaba un delantal y una espátula de cocina en su mano izquierda. Sus ojos azules me miraron y su boca se curveó en una gran sonrisa. —Dios, hombre. No me dijiste que tenías novia, hubieras empezado por ahí. Me preocupé mucho cuando no volviste.
—No soy su novia —exclamé— Sasuke salvó mi vida. —El hombre, mi salvador, ignoró nuestros comentarios y bajó del caballo. Me tendió la mano, como de costumbre y me ayudó a bajar. —El chico rubio miraba curioso las acciones de Sasuke.
—¿Segura que no eres su novia?, porque si es así, créeme que no tienes de que preocuparte. Si lo que quieren es espacio, puedo irme —sonrió.
—¡Cállate, Naruto!
—Vamos, vamos, no te esponjes. Yo solo bromeo. —Palmeó su espalda y se dirigió de nuevo a mí. —Soy Naruto, ¿Cómo te llamas?
—Sakura.
—Dijiste que Sasuke te salvó —asentí—. ¿De qué ?, ¿necesitas ayuda? —Ahora que lo pensaba, había dejado mi hogar, un hombre al que le debía dinero quería matarme o algo parecido y ahora no tenía a dónde ir.
—Unos hombres me secuestraron. —Naruto puso cara de horror. —Y Sasuke me salvó.
—¿Eso hiciste ?, vaya que buen tipo eres, Sasuke. —El chico recibió un golpe en la cabeza por parte de su amigo. Sin pensarlo mucho me reí ante la acción. Ambos eran tan opuestos. Sasuke tan callado y reservado. Naruto tan alegre y expresivo. Un nuevo sentimiento se apoderó de mí, era el anhelo. Me encontré envidiando el lugar y a los hombres frente a mí. Recordé a Tsunade, recordé a Iruka. Dos personas que ahora solo formaban parte de mis memorias. Eso me hizo sentir triste.
—Bueno, no quiero importunar. Yo —miré a Sasuke—, agradezco mucho lo que hiciste. Desde el fondo de mi corazón. —Me di la vuelta sintiendo un hueco. Pero una voz me detuvo:
—Puedes agradecérmelo justo ahora. —Mencionó— Quédate a cenar con nosotros. —Naruto miro impresionado a Sasuke después de aquel comentario. No sabía la razón, y francamente no me importaba. Aquellas palabras aliviaron mi amargura. Quise llorar, pero me impedí hacerlo. En su lugar sonreí y asentí.
—
Las semanas transcurrieron luego de eso. Sasuke y Naruto me permitieron quedarme, y con el tiempo aprendí a entender lo que eran. Sasuke había sufrido la mala fortuna de ver a sus padres y a varios de sus amigos morir a causa de la escases y de la pobreza. Así que, junto a Naruto, vivían tomando el dinero de los ricos para dárselo a los pobres.
—Cuando él y yo éramos muy jóvenes, su idea me pareció en un principio absurda —comentó Naruto. Ambos nos encontrábamos tomando una taza de café mientras esperábamos a Sasuke—, pero después mi opinión cambió —sonrió al verme—, tal vez te parezca incorrecto lo que hacemos, pero solo de esa manera hemos podido otorgarles a las demás personas una nueva oportunidad. Yo… —sostuvo la taza entre sus manos—, estuve a punto de perder a mi madre por una enfermedad. Nadie quiso ayudarla y yo no tenía dinero en ese entonces. Sasuke me ayudó, me dio el dinero que necesitaba y mi mamá se recuperó. Como mi madre, hay miles de historias más. Gente que no tiene la oportunidad y que espera una mano que los ayude.
—¿Por qué me estás contando todo esto?
—Porque sé cuánto aprecias a Sasuke —dijo—, y porque sé que él siente lo mismo. Pero es tan reservado en ocasiones que no se atrevería a decírtelo de frente. Sé que en parte es porque teme que tú no lo aceptes por la historia que trae consigo. Sasuke te quiere, Sakura. —Naruto me dio una última mirada y se fue. Yo me quede ahí, reflexionando cada una de sus palabras. ¿Me importaba Sasuke ?, muchísimo. Nos habíamos vuelto muy cercanos. Era impresionante lo bien que nos complementamos, y parte de las palabras de Naruto lograron hacer un "clic" dentro de mí. Muchas veces Sasuke no necesitaba hablar para que yo lo entendiera, y saber lo que le ocurría. Algo parecido sucedía cuando me veía. Él sabía lo que me ocurría o lo que necesitaba. Eso creí hasta este momento. Lo que ahora sabía era que lo necesitaba a él. Porque ahora, no imaginaba mi vida sin Sasuke. Me preguntaba, si a él le ocurría lo mismo…
—
Esa misma tarde me encaminé hacía lo profundo del bosque, al lugar donde Sasuke acostumbraba a entrenar con sus armas. Lo vi, mi corazón comenzó a palpitar. Me acerqué, él sudaba, llevaba consigo solo sus jens, sus botas y se encontraba sumamente concentrado.
—¿Me enseñarías?
—Sakura… —La mirada de Sasuke me observó por un momento, después la desvió hacía su objetivo, y apuntó con el arma dándole en el blanco. —No.
—¿Por qué? —Cuestioné. Él no respondió. Me acerqué más hasta quedar frente a él. Sasuke dejó su arma y me miró.
—Porque… —susurró—, no eres igual que yo. —Se dio la vuelta. «Mentiroso»
—¿Eso qué significa?
—Que no te enseñaré a usar un arma. —«No me mientas»
—Mírame, Sasuke… —insistí—, mírame… —Sasuke lo hizo—, no me mientas. —La boca de Sasuke emitió un suspiro. Cerró los ojos y los abrió casi al mismo tiempo.
—Tú no eres como yo, Sakura. Tú —confesó—… eres buena. Cuando jalas del gatillo —señaló el arma—, no hay marcha atrás. Sé de lo que hablaron tú y Naruto, pero aún si crees que puedes entenderlo, te diré que no estoy contento con muchas de las cosas que hice. No quiero eso para ti…
—No es solo por el arma, Sasuke. —Tomé su mano y la uní junto a la mía— Te quiero —sonreí—, me he dado cuenta que te quiero como nunca he querido a alguien. Te quiero porque me he dado cuenta que eres una buena persona. Ese día, cuando me salvaste, pudiste hacer conmigo muchas cosas, cosas que otra gente habría hecho sin tener alguna clase de corazón. Pero tú… —acaricié su mejilla—, no lo hiciste. Me protegiste y lo sigues haciendo hasta este momento. —Nos quedamos en silencio un par de segundos, solo nos veíamos sin apartar la vista. —Sasuke, déjame hacer lo mismo. Déjame protegerte. —El rostro de Sasuke se acercó al mío a paso lento. El toque de sus labios junto a los míos me hizo sentir que estaba en otro lugar. Nada ni nadie existió en ese momento, solo éramos Sasuke y yo. El beso se hizo más profundo, más íntimo. Como si por medio de él expresáramos todo. Sasuke me hizo saber por medio de ese beso cuanto le importaba. Sus manos tomando delicadamente mi rostro, y mis brazos envolviéndolo a él, hicieron que el beso durará más.
La percepción de mi vida cambió. Tal y como Sasuke dijo, soy una buena persona, pero serlo no iba a hacer que nada cambiara. Al igual que ellos, yo también quería darle a quien lo necesitara, una nueva oportunidad. No dejaría que otra Sakura vagara como yo lo hice, no le dejaría perder la esperanza como yo la llegué a perder. Al igual que esta Sakura del presente, le daría a otra la oportunidad de ser feliz.
—
(Tres años después)
—Kakashi dijo que los vio a unas cuantas horas de aquí —mencionó a Naruto.
—Entonces andando. —Ambos hombres salieron del lugar con rapidez.
—Ah —suspiró—, que hermosa historia.
—¿Eso crees? —Reí.
—¡Por supuesto!, fue un alivio saber que alguien pudo auxiliarla. —La niña frente a mi sonrió. Las otras asintieron. —Entonces, así fue como usted y el joven Sasuke se conocieron.
—Así fue. Sasuke no solo salvó mi vida. Sasuke me encontró, encontró esa parte de mí que creí ya no existía: me dio esperanza. Y gracias a él, a Naruto ya Kakashi es que este centro existe. Porque esperamos y tenemos la esperanza de que todas ustedes encuentren el lugar al que pertenecen. —Amy y las demás me abrazaron con fuerza.
—¡Joven Sasuke! —Un remolino de niñas saltaron a sus brazos.
—Así que aquí estabas… —Sasuke cargaba entre sus brazos a dos niñas, las otras solo lo siguieron.
—Dónde más podría estar —le guiñé el ojo como respuesta.
—Kakashi los contactó —dijo con entusiasmo—. Debemos partir ahora.
—¡No!, ¿ya se van? —Amy hizo un leve puchero. La abracé. —Prometemos volver pronto. Y traeremos muchos juguetes para todas ustedes.
—¡Siiii! —Se escuchó al unísono.
—Joven Sasuke, si usted y la señorita Sakura son pareja… —Sasuke y yo le miramos—, ¿significa que se dan muchos besitos? —La boca de la niña imitó la acción. Sasuke río ante ello. Me vio y rodeé los ojos. Me acerqué a él y lo besé. La mano de Sasuke se mantuvo en mi cintura.
—¿Contentas? —Les dije—. Bien, ahora a dentro todas.
—¡Adiós, Sasuke! ¡Adiós, Sakura!
El viento me relajaba, iba sostenida junto al cuerpo de Sasuke. Él iba al frente guiando al caballo. Pronto vimos a Naruto y a Kakashi unirse a nosotros, cada uno por un extremo del lugar.
—Dentro de poco los encontraremos. No bajen la guardia —exclamó Kakashi—. Saku, mantén tu arma cargada.
—Lo tengo —respondí.
—Naruto, tú me protegerás a mí, Sasuke y yo tomaremos todo lo que podamos.
—Entendido, Kakashi. ¡Vamos por ello! —Todos sonreímos.
Tsunade, la directora del orfanato en el cual permanecí hasta mis quince años de edad, mencionaba que mi cabello me traería suerte. Y así fue, me trajo esperanza, felicidad y fuerza. Las mismas que me permitieron convertirme en la mujer que hoy soy.
—Oye, Sasuke… ¿no te has puesto a pensar que yo soy tu otra mitad? —La mirada de Sasuke me contemplo con alegría. Cerro lo ojos y murmuró cerca de mí:
—Eres más que eso. Eres el amor de mi vida. —Nuestros labios se conectaron con suavidad en un beso que parecía durar para toda la eternidad.
—
"A decir verdad tú eres el primero
Y no te podre olvidar, o a otra persona amar
Porque mi amor, es solo para ti
Y mi razón para seguir, es darte todo, de mí."
FIN
Espero de todo corazón que te haya gustado. ¡Muchas gracias por leer! Si tienes algo que decir, sin miedo ni duda házmelo saber. También espero podamos leernos muy pronto en más obras que tengo en mente para desarrollar.
Ciaoooo.
