Intenciones ocultas.

Por: Vampisan86.


Disclaimer: Ningún personaje me pertenece. Todo es obra del mangaka Akira Toriyama y compañía. Solamente la trama es de mi autoría.


Capítulo I.

El legado del Barón.


A las afueras de Londres. Siglo XIX.

Lady Bulma Brief, con diecisiete años cumplidos recientemente, había concluido con éxito sus estudios en el internado de doncellas por lo que, según las normas sociales y el protocolo a seguir, ya estaba preparada para formar parte del mercado matrimonial y, de esa manera, encontrar un buen esposo. Es decir, convertirse en una debutante. Así que lo primero y primordial a realizar, para cumplir con lo que se esperaba de ella, era hacer su debida presentación en sociedad y así darse a conocer entre la nobleza. No obstante, Lady Bulma Brief no era tonta. Sabía que su padre murió con varias deudas pendientes para cubrir y ningún caballero, con la suficiente inteligencia, se casaría con una Brief hija del Barón HoiPoi si no existía una cuantiosa dote de por medio. Tenía a su única hermana Tights para corroborar su funesta teoría: Sin una dote de la cual aferrarse quedaría soltera por el resto de sus días.

—Lady Bulma —la ama de llaves llamó desde el pasillo.

La muchacha apenas terminaba de recoger sus últimas y escasas pertenencias ya que no volvería a la mansión HoiPoi en un tiempo indeterminado. Quizá jamás volvería a poner un pie en la mansión, pensó abatida. No tenía la más mínima idea de lo que su destino le tendría preparado, sin embargo, por lo que le mencionó el abogado del Barón tras su deceso, la mansión sería arrendada para saldar las deudas al igual que las ganancias de la hacienda HoiPoi.

—Estoy en mi alcoba —contestó Bulma mirándose en el gran espejo de su tocador al que jamás le había dado un uso puesto que toda su vida estuvo recluida en internados para señoritas de sociedad.

Siempre se comparaba con su hermana Tights, de quince años de diferencia, que se había casado con un caballero sin título; aunque no era un secreto para nadie que la dote había sido el gran incentivo. Sin embargo, a diferencia de su hermana, Bulma no tenía nada que ofrecer a ningún potencial pretendiente. Ni siquiera el título de su padre puesto que pasaría a su sobrino. Las niñas en el internado conocían mucho mejor cómo funcionaba la sociedad ya que sus madres y hermanas les contaban lo que debían esperar una vez fueran debutantes, Bulma, en cambio, no tenía esa fortuna. Su madre había fallecido durante su parto, nunca mantuvo correspondencia con su hermana y su padre era un hombre reservado que la evitaba. No sabía el motivo por el cual su padre había ofrecido una dote descabellada para poder casar a su hermana, lo que le había empobrecido, sumándole que la colegiatura del internado y las propiedades para mantener fueron disminuyendo su fortuna. Además, el Barón se había recluido en sus propiedades a las afueras de Londres y, por ende, dejó de recibir propuestas de negocios a los cuales participar. Su fortuna había desaparecido por esa razón.

Las pocas fotos que había visto de su hermana le dejaban en claro que no se parecían. Tights era físicamente una copia de su padre, el mismo tipo de cuerpo, los ojos, la estatura. Era un doble femenino de él. En cambio, Bulma era más esbelta, un poco alta y más risueña. Muchos le decían que se parecía a la Baronesa fallecida, sin embargo, al nunca haber visto una pintura de su madre, Bulma lo dudaba. Ella se sentía igual a su padre, con su mismo carácter reservado. E incluso llegó a creer que su padre le odiaba por ser el motivo de la muerte de la Baronesa.

—Finalmente la encontré, Lady Bulma —siseó la anciana ingresando a la habitación—. Mira lo que le traigo.

No terminó de hablar cuando sobre la cama dejó uno que otro vestido, Bulma los contempló con asombro. Debido a las deudas del Barón jamás pudo comprarse atuendos nuevos, todos eran los que había utilizado Tights. La joven pasaba horas modificando sus vestidos pasados de moda pero era lo único que tenía para vestir y no podía darse el lujo de ser quisquillosa. Su padre tampoco se preocupó por proporcionarle un guardarropas adecuado y ella tampoco se lo había pedido pues era muy consciente de las deudas que existían.

—Eran de la Baronesa —dijo la anciana mirándolos con melancolía—. Recuerdo cuando estrenó el de color azul en su pedida de mano porque combinaban con sus ojos. Estaba tan hermosa. La Baronesa era muy hermosa, Lady Bulma. Usted es su viva imagen solo que con otro color de cabello, eso sí.

—Debió estar preciosa con él —contestó incómoda mientras tocaba la suave tela de terciopelo azul cerúleo. Por obra de Kamisama el terciopelo volvía a ser tendencia y, aunque el vestido era anticuado, ella podía modificarlo sin problemas—. Aunque no creo que sea correcto quedarmelo.

Jamás había tenido en su posesión algún objeto de su madre porque su padre lo tenía expresamente prohibido. El Barón nunca le permitió tomar algo de su madre a pesar de que a Tights si. Recordar aquello le sembró la duda sobre si sería correcto tomar aquellos elegantes vestidos, aún si Tights había arrasado con casi todas las joyas de la Baronesa dejándole solamente un pequeño collar de zafiro.

— ¡Tonterías Lady Bulma! —exclamó el ama de llaves agitando su mano para espantar el pensamiento—. Su padre ya no está aquí para prohibirle nada y la señora Tights necesitará metros de tela para poder meterse en un vestido de la Baronesa. Por fortuna, usted es idéntica a ella. Es el vivo retrato de Lady Bunny Brief.

Lady Bulma no pudo argumentar algo sobre lo expresado porque la mujer metió los vestidos en el baúl con una rapidez abrumadora para su edad. La muchacha simplemente decidió encogerse de hombros pensando que la anciana tenía algo de razón además que no iba a sacar los atuendos y verse grosera ya que, después de todo, el ama de llaves no tenía intenciones ocultas.

— ¿Es todo lo que llevará a la casa de la señora Tights, Lady Bulma? —preguntó la anciana cerrando el baúl y observando los pocos baúles a su alrededor. Se notaba que el Barón había descuidado a su pequeña hija porque no tenía mucho de lo que aferrarse.

—Sí, es todo.

Antes de marcharse miró una última vez a su alrededor con tristeza. Su habitación tenía cierto aspecto inocente ya que aún se veían las muñecas con las que había jugado de pequeña junto con la decoración infantil. Se notaba que no pasó mucho tiempo en aquel lugar. Aquella habitación parecía una vitrina. Lady Bulma estaba segura de una cosa y era que cuando saliera de aquella mansión dejaría de ser una niña para convertirse en una mujer, y por lo que el abogado le había dicho, sería una carga para el marido de su hermana. Por ese motivo pondría todo su esfuerzo por ser amable y servicial, aunque dudaba en casarse, al menos trataría de no comer demasiado para no generar gastos extras con la familia de su hermana. Debía evitarles malos ratos.

—Arriba los ánimos Lady Bulma, seguro que lo que le espera fuera de estas paredes es toda una fantástica aventura —dijo el ama de llaves intuyendo los pensamientos desoladores de la jovencita—. Se irá a Londres y en la ciudad la vida no es aburrida como aquí, debería estar rebosante de alegría. Conocerá a la sociedad londinense y a apuestos caballeros que se morirán por cortejarla.

Lady Bulma suspiró entristecida. —Lo sé perfectamente, sin embargo, temo convertirme en una carga para el marido de mi hermana —confesó mientras bajaban las escaleras—. No poseo dote, ni siquiera un guardarropa adecuado para asistir a un baile. Seré un derroche de dinero para Tights.

—Lady Bulma no se mortifique. Confíe en mis palabras cuando le digo que usted no necesita una dote para contraer matrimonio —expresó sabiamente la anciana con una ligera sonrisa.

Lady Bulma quiso creer las palabras de la anciana puesto que la experiencia de la mujer era demasiada, no obstante, prefirió ser realista. Ningún caballero con el suficiente sentido común se casaba con una dama sin dote. Al menos ningún caballero que se moviera en los círculos respetables de la sociedad inglesa. Su última y más desesperada opción era el de casarse con un hombre de oficio, sin embargo, lo dudaba demasiado puesto que no podría poner el nombre de su familia a tan bajo nivel. No se vería bien de una Lady formar una vida a lado de un don nadie. Tristemente así eran las cosas en la sociedad y debía acatarlas tal cual. Mientras más rápido aceptara la idea de ser la solterona de la familia, mejor.

Lady Bulma echó una última mirada a la mansión antes de subir al carruaje en compañía de unos mozos y del abogado, que la cuidarían todo el trayecto hasta la casa de su hermana. A partir de ese momento comenzaría su nueva vida.


Sir Lapis se hallaba, tranquilamente en su despacho, revisando minuciosamente el estado financiero de su empresa familiar. Aquella pequeña empresa que había puesto en marcha su padre en sus últimos años de vida y que él como heredero debía sacar adelante.

Doce años atrás había decidido casarse con Lady Tights Brief, y gracias a la dote que le proporcionó pudo salvar su empresa que estaba a punto de declararse en quiebra. Aquella pequeña empresa que se dedicaba a la producción de alimentos. Un molinero. Sin embargo, con el auge de otros negocios el suyo se estaba viendo afectado y de seguir así iba a tener que pedir un préstamo al banco si la situación no mejoraba. Además, había hecho cuantiosas inversiones con otros caballeros y las ganancias aún tardarían en dar frutos. Aún con todo el triste panorama no dejaba de creer que pronto vería sus esfuerzos ser recompensados. Por ello, había trabado amistad con algunas personalidades que podían ayudarlo a sobreponerse de la situación.

Una de las cosas que a Sir Lapis le enfadaba era que lo interrumpieran cuando estaba en su despacho. Siempre daba la orden expresa de no ser molestado, no obstante, los toques en la puerta le hicieron perder la concentración del libro de contabilidad. Se llevó una mano a su rostro tratando de tranquilizarse.

—Adelante.

La puerta se abrió y por la misma ingresó el mayordomo con su expresión impávida—. Señor, un caballero solicita verle. Dice ser abogado y tiene que tratar un asunto de suma importancia con usted.

Sir Lapis se sintió de repente nervioso. Aunque le extrañaba aquella visita porque de momento su empresa no estaba en una situación delicada como para que tuviera la visita de abogados. Sin embargo, cualquier cosa podía suceder en el mundo de los negocios y por más que intentaba pensar qué podía estar sucediendo para tener a un abogado en su humilde casa, no lograba hallar una razón.

—Haga pasar al caballero.

El mayordomo asintió y rápidamente guió al abogado al despacho de Sir Lapis. El caballero aparentaba ser un hombre un poco mayor y algo encorvado. Por la vestimenta que portaba no parecía trabajar para la clase noble londinense. Por lo que cuál era el tema que tenía que tratar con él lo mantenía sumamente intrigado.

—Buenas tardes Sir Lapis —saludó educadamente una vez que ambos habían estrechado las manos y tomado asiento en el lugar indicado—. Antes de continuar, quisiera ofrecerle una disculpa por presentarme de esta forma sin antes solicitar una audiencia. Sin embargo, el asunto que debo tratar con usted es muy delicado y de carácter urgente.

Sir Lapis asintió mientras un sudor frío le recorría la sien debido a la gravedad de las palabras de aquel hombrecillo. Rezaba internamente para que no tuviera que ver con asuntos económicos porque no sabría qué decisión tomar al respecto.

— ¿Le puedo ofrecer algo de beber? —preguntó amablemente. Esperaba que dijera que sí porque a él le urgía un whisky.

—Muchas gracias por su hospitalidad pero no será necesario —contestó el abogado para desgracia de Sir Lapis. El hombrecito puso su maletín sobre el escritorio para proceder a abrirlo—. Sir Lapis —dijo mientras le entregaba diversos documentos que rápidamente tomó muy preocupado. Las manos le temblaban. Sentía su presión comenzar a subir—. Vine para comunicarle que el Barón HoiPoi falleció hace unos días. Debido a que no concibió un heredero varón, el título de Barón HoiPoi pasará al familiar más próximo por descendencia, que en este caso será el de su nieto Jaco —el abogado pausó sus palabras para ver la reacción de Sir Lapis.

—Comprendo —expresó muy sorprendido por la noticia mientras leía lo plasmado en los documentos un poco más relajado. No se alegraba que su suegro hubiera fallecido pero al menos no se trataba de asuntos económicos porque el dinero era lo que le faltaba.

—El título de Barón va ligado a las tierras y a otras propiedades que no se pueden vender o traspasar al estar vinculadas al título —prosiguió el abogado tratando de explicar lo mejor que podía de la situación del fallecido Barón—. No obstante, el anterior Barón amasó una deuda que asciende a una cantidad exorbitante, deuda que deberá saldar el actual Barón.

Sir Lapis miró al abogado muy conmocionado al escuchar las últimas palabras: —¡Pero si es solo un niño!

Era muy difícil de creer que el Barón hubiera fallecido sumamente endeudado. Aunque si lo pensaba mejor, tenía cierto sentido ya que la dote de su esposa había sido demasiado generosa y lo último que supo del Barón HoiPoi era que se recluyó en sus propiedades a las afueras de la ciudad, además que había roto toda relación con los negocios en los que formaba parte.

—No se preocupe Sir Lapis. La deuda se pagará en los próximos años con los ingresos que generen las propiedades —tranquilizó el abogado con una sonrisa—. El único detalle es que no verán los frutos de las propiedades hasta que las deudas sean saldadas.

El corazón de Sir Lapis volvió a latir a su ritmo habitual. Ya no estaba en edad de llevarse inesperadas sorpresas. Además, ya tenía preocupaciones con su empresa como para tener que acumular deudas ajenas. Al menos aquello estaba solucionado y su hijo era el futuro Barón HoiPoi. Aunque desde que se casó con Lady Tights Brief lo sabía, su primogénito estaba destinado a portar el título de Barón.

—Una vez aclarada la situación sobre el título debemos tratar otro asunto delicado, Sir Lapis.

Sir Lapis miró con extrañeza al abogado preguntándose si sus preocupaciones aún no habían terminado ya que no veía qué otro tema debían tratar. La herencia recaía en su hijo y él fungirá como albacea hasta su mayoría de edad ¿Qué otra situación debía de tratarse? ¿Una condición en el testamento?

—Lady Bulma Brief es la hija pequeña del Barón HoiPoi y, tanto por su edad así como por lo que dictan las leyes, su tutela queda bajo su cuidado a partir de estos momentos, Sir Lapis —expuso tranquilamente el abogado cerrando de una vez el maletín.

—Lady Bulma Brief —pronunció Sir Lapis con un deje de amargura tras escuchar lo último—. Sin dote por lo que veo.

Para nadie era un secreto que el linaje Brief se caracterizaba por la escasez de la estética en sus miembros. Hace doce años se casó con la solterona Tights precisamente por la cuantiosa dote que ofrecía el Barón. Él estaba profundamente desesperado por salvar de la ruina a su empresa por lo que no tuvo más remedio que casarse con aquella mujer. El Barón también sabía que Sir Lapis aceptaba el matrimonio para que su legado familiar no quedara relegado al olvido pero era más su preocupación por el futuro de su hija soltera que no le importó. Hace doce años ningún caballero siquiera invitaba a Tights a bailar, ni por cortesía, y era de conocimiento público que si Lady Tights Brief se casaba no era por amor sino por la jugosa cantidad que ofrecía. Sir Lapis aún recordaba cómo había sido la burla de entre los nobles por desposar a Tights y, además de no poseer un título por ser un simple caballero con algo de fortuna, sabía que aquel hecho lo había puesto en el ojo de la sociedad londinense y abierto muchas puertas en el mundo de los negocios por convertirse en un pariente del Barón HoiPoi. Intuía que parte de las deudas del Barón se debieron a los gastos de la boda y por la ayuda que le ofreció para presentarlo a sus contactos.

Ahora, él debía ofrecer una dote similar por Lady Bulma Brief que tristemente no poseía en ese momentos ¿Por qué el Barón no previó aquella situación antes de fallecer? Ahora todo el problema debía resolverlo él. Casar a la pequeña hermana de su esposa sería una terrible odisea. Y más si tenía en cuenta que no recordaba si era agraciada aunque por lógica no debía ser así.

— ¿Supongo que ya se efectuó el funeral del Barón HoiPoi o me equivoco?

El abogado asintió acomodándose sus gafas—. Con respecto a Lady Bulma Brief, está justamente en la edad para ser debutante. Viendo las fechas estamos próximos al inicio de la temporada por lo que deberán de proveerla con lo necesario para ser presentada en sociedad.

Sir Lapis suspiró con cansancio. Con mucho trabajo y esfuerzo trataba de volver a colocar a la cima a su empresa y había hecho recortes a su presupuesto familiar para lograrlo. Por ello, precisamente en aquel momento no estaba en las mejores condiciones para sumergirse en gastos que toda señorita debía representar para su temporada como debutante y, teniendo como precedente a su esposa, intuía que Lady Bulma Brief terminaría siendo la solterona en la familia porque no tenía una dote que ofrecer para tentar a algún hombre. Repentinamente sintió tristeza por su cuñada por su lúgubre futuro, trataría de proporcionarle lo necesario para que al menos su existencia no fuera tan amarga.

—Lo entiendo perfectamente —dijo Sir Lapis con resignación—. Me gustaría que Lady Bulma pueda venir lo más pronto posible con nosotros. Debe ser muy triste estar sin su familia en estos momentos.

—No se preocupe Sir Lapis, debido a las circunstancias me tomé el atrevimiento de traerla conmigo. Justo ahora debe estar esperando en la sala.


En cuanto el abogado del Barón se retiró, Sir Lapis llamó a su mayordomo para indicarle que condujera a Lady Bulma a una habitación, además de hacerle saber a su esposa que la necesitaba urgentemente en su despacho. Debía informarle a Tights sobre el deceso de su padre, y aunque sabía que no le lloraría tanto por los distanciados que estaban, sabía que al final de cuentas la noticia no le sentaría bien. Puede que se hubiera casado por interés pero con los largos años de convivencia le había tomado un considerable cariño, y a pesar de no ser libertino como otros hombres, a ella siempre le dio su lugar correspondiente como esposa. Y por esa misma situación le debía respeto.

—Vine en cuanto me informaron que necesitabas hablar urgentemente conmigo —anunció rápidamente Tights con una mano en el pecho. A veces la mujer exageraba en tomar reacciones dramáticas.

Sir Lapis le indicó silenciosamente que tomara asiento—. Es muy importante y nos afecta a todos. Especialmente a nuestro hijo y a ti, querida —aclaró observando como Tights adquiría una expresión confusa.

—¿Tiene que ver con los negocios acaso, Lapis? —preguntó preocupada sin conocer alguna otra situación de carácter urgente—. Sé que estamos pasando una situación crítica en cuanto a lo económico y por lo mismo he recortado gastos de todo en lo que he podido. Incluso sacamos a Jaco de Eton porque no podíamos costear los estudios...

—Por el momento estamos bien. Incluso había pensado en volver a enviar a Jaco a Eton. Sin embargo, dadas las circunstancias, no creo que se pueda —aclaró solemnemente—. Seré directo porque no me gustan los enredos y además es algo de lo que te enterarás tarde o temprano.

Tights asintió comenzando a preocuparse de verdad.

—Tu padre, el Barón HoiPoi ha muerto —confesó a una muy sorprendida Tights. Sir Lapis le explicó todo lo que el abogado le había informado con respecto al título, la situación financiera en la que se encontraba y sobre la tutela de la pequeña Lady Bulma.

— ¡Santo Kami! ¡Bulma! —Tights se levantó abruptamente de la silla con genuina preocupación por el paradero de su hermana menor. Llevaba demasiados años sin verla, solo la recordaba como la pequeña niña de cinco años que le tiraba los pétalos de rosa en su boda.

—Tranquilizate Tights. Por fortuna el abogado la trajo consigo. Ahora debe estar instalándose en una habitación.

Tights se relajó visiblemente, se llevó una mano a su pecho y soltó un sonoro suspiro.

—La situación por la que estoy preocupado es porque Lady Bulma no nos viene en el mejor momento debido a que debemos presentarla en sociedad así como proveerle un guardarropa adecuado. Espero que puedas hablar con ella y hacerla consciente de la situación —informó Sir Lapis con seriedad. Si podían darse el lujo de comprar uno que otro atuendo pero siempre manteniéndose en los límites de su situación, y no conocía a su cuñada como para darse una idea de a lo que estaba acostumbrada.

Unos golpes en la puerta interrumpieron la conversación del matrimonio. Parecía que aquel día había sido el de interrumpir su tranquilidad.

—Disculpe Sir Lapis —se anunció el mayordomo—. El Duque de Vegetasei ha llegado a la reunión que habían previsto el día de hoy ¿Le hago saber que debe esperar...?

—Hágalo pasar de inmediato —contestó rápidamente con un poco de nerviosismo. Kami, con todo el problema familiar de la última hora se había olvidado que tenía una cita con el Duque y era bien sabido como odiaba que lo hicieran esperar sin un buen motivo.

Tights le hizo un gesto de cabeza a su esposo antes de salir del despacho, solamente para encontrarse con su excelencia el Duque de Vegetasei. Le saludó cordialmente antes de seguir su camino para buscar a su pequeña hermana. El Duque y su esposo eran viejos conocidos gracias a que Goku los presentó, aunque su excelencia era demasiado reservado por no decir amargado, parecía ser bastante selectivo con sus amistades, afortunadamente Lapis logró formar parte de su círculo cuidadosamente cultivado.

—¡Vegeta! ¡Hace cuánto que no te veo! —Lapis estrechó la mano del Duque de Vegetasei. Llevaban un par de meses sin verse porque Vegeta había estado ausente de la ciudad por negocios como era de esperar de una persona como él.

—Lapis —correspondió con menos efusividad.

Si algo caracterizaba a Vegeta era precisamente su seriedad puesto que había forjado un carácter que enmascaraba a la perfección sus emociones. El tiempo le había hecho conocer las intenciones que las personas trataban de esconder. Él conocía las intenciones ocultas de todos. No existía alguien que no las tuviera. Especialmente su padre. Por ello no se relacionaba con cualquiera, ya sea hombre o mujer. Todos eran iguales para él. Lapis era uno de los pocos que podía considerar su amigo aunque no era uno al que le confesara sus pensamientos, pero era sincero y leal, algo de lo que la sociedad londinense carecía con creces.

—Casi me he olvidado que teníamos una reunión programada —comenzó a decir Lapis mientras servía unos tragos.

El Duque prefirió no contestar sabiendo de sobra que si no hablaba entonces Lapis acabaría por decirle todo sin necesidad de preguntar. Era tan predecible que no tardó en narrarle lo que había sucedido horas antes de su aparición.

—Es una noticia sorprendente e inesperada —confesó Lapis visiblemente cansado con la copa en mano—. Ahora debo preocuparme por buscarle un buen marido a mi cuñada que no tiene dote alguna para ofrecer. Me será difícil hacerla parecer decente frente a las demás señoritas. A este paso deberé pedir un préstamo cuantioso para que no se quede solterona.

Lapis suspiró como si de pronto escucharse a sí mismo contar aquello le hiciera ver que realmente esa situación era real. Por Kami, debía casar a su cuñada. Tomó un trago antes de mirar a Vegeta detenidamente, que parecía muy ajeno a su martirio, mientras una idea de pronto le llegaba a la cabeza. Esbozó una calculadora sonrisa.

— ¿De casualidad, y en nombre de nuestra amistad, podrías hacerme un préstamo Vegeta? —preguntó con cierta reticencia sin quitar la mirada del hombre sentado frente a él—. No demasiado, simplemente lo suficiente para que Lady Bulma pueda ofrecer mínimo algo a algún caballero.

Vegeta lo miró como quien ve a un mendigo: —Lapis, como el hombre de negocios que soy bien conoces que no me gusta tirar el dinero a la basura, y por desgracia, invertir en una Brief es una causa perdida —contestó como si hablaran de una carga de animales en lugar de una inocente dama—. Te puedo prestar lo que me pidas por la amistad que nos une y porque sé que tu segunda opción es Kakarotto, pero no me convenzas de que recuperaré el dinero cuando la joven contraiga matrimonio porque sí es una Brief todos sabemos lo que eso significa. Tú más que nadie. —añadió seriamente bebiendo de su vaso.

Lapis se encogió de hombros sin impresionarse porque después de todo a Vegeta no se le podía engañar.


Los rumores en la sociedad inglesa corrían como la pólvora, se hablaba que las Brief compraban a sus esposos, por lo que el apellido parecía pesar sobre los hombros de Lady Bulma quien era la última Brief en presentarse a la sociedad, una más buscando marido y esta vez sin dote alguna que aportar al matrimonio. Quedaría soltera sin duda alguna.

Hace un par de días se alojaba en la casa de su hermana y Sir Lapis había sido muy amable con ella, hasta el punto de que parecía encantado de tenerla como pupila. Lady Bulma no supo interpretar la expresión de sorpresa de su cuñado al verla la primera vez. Incluso podía jurar que tuvo la sensación de que estuvo a punto de frotarse los ojos para comprobar si ella era real.

Estaba próxima a debutar en sociedad el siguiente sábado puesto que se estrenaría en Almacks ya que Launch, la hija de la amiga de Tights había insistido en que asistiera. Lady Bulma solo encargó para todo el tiempo que duraría la temporada tres vestidos, sin atreverse a gastar más, por la crítica situación económica de su cuñado. No necesitó que se lo dijeran porque a leguas se notaba que estaban esforzándose en recortar gastos. Por ello se había propuesto en limitar a dar excusas para no acudir a tantos eventos ya que al final de todo, no creía que fuese a encajar muy bien en sociedad o a conseguir un esposo.

— ¡Corre Jaco porque cuando te atrape te arrepentirás de tu pequeña bromita! ¡Huye mientras puedas! —exclamó Lady Bulma una mañana mientras bajaba las escaleras detrás de su sobrino que huía rápidamente entre sonoras risas. La muchacha tenía el cabello húmedo, cortesía de Jaco.

El niño cruzó los pasillos de la casa hasta llegar a la cocina para buscar un escondite adecuado. Lady Bulma perseguía los pasos de Jaco sin mirar otra cosa que no fuera él, por lo que no se percató del invitado frente a ella. Solamente lo percibió cuando se dio de bruces con un hombre fuerte y con unos inmensos ojos negros como la noche que parecían estudiarla fijamente en un silencio sepulcral.

— ¡Oh Kami santo! ¡Lo siento mucho! —se disculpó con la vergüenza creciendo en cada momento. Por Kami ¿Cuánto tiempo llevaría ese caballero ahí siendo espectador del lamentable espectáculo?

Para el colmo estaba vestida con su camisón y con el cabello empapado ¡Qué horror! Lady Bulma no esperó respuesta del hombre porque salió huyendo del lugar como si hubiera visto al mismísimo demonio frente a ella. Ay no, ni siquiera era presentada en sociedad y ya había hecho un numerito para el caballero que muy probablemente se trataría de algún socio de su cuñado ¡A ese paso haría quedar en vergüenza a su familia!

Al Duque de Vegetasei Vegeta Cuarto pocas cosas le sorprendían en la vida. Aquella peculiar mañana mientras esperaba en el hall de la entrada de la casa de su socio escuchó el alboroto de su hijo. Se dio media vuelta para ver bajar al pequeño Jaco por las escaleras siendo seguido por una extraña joven. Tanta fue la sorpresa que se quedó inmóvil al observar con detalle a la muchacha frente a él, quedó conmocionado que ni siquiera fue capaz de hacerse a un lado para evitar que tropezara con su cuerpo. Cuando Lady Bulma le miró, en ese instante el Duque de Vegetasei creyó estar muerto y en algún lugar en el paraíso porque aquella singular femenina era la mujer más hermosa que había visto en toda su mísera existencia. Por primera vez se sintió poca cosa a lado de una persona. Ella debía ser una Diosa.

Su largo y ondulado cabello de un color azul caía de forma agraciada entre su ovalado rostro, con unos ojos enormes del mismo tono que invitaban a perderse en ellos ¿Se estaba volviendo loco? ¿Era ella real? ¿El fin de los tiempos ya estaba llevándose a cabo y los ángeles venían en búsqueda de las almas puras? Registró en cámara lenta como la joven le decía algo pero no pudo comprender el sentido de sus palabras porque incluso su voz lo mantenía hipnotizado. Vegeta permaneció en la misma posición, con el rostro imperturbable mientras veía como la muchacha se perdía por donde se había ido el hijo de Lapis ¿Quizá fuera aquella joven una niñera? ¿O una invitada? ¿Quién sería?

—Vegeta, te estaba esperando —habló Sir Lapis.

La voz de su amigo le hizo reaccionar y apartar la vista de la puerta de la cocina. Vegeta nunca había experimentado semejante sensación por lo que seguía confuso. Como en un estado onírico por semejante belleza andante.


N/A: Holaaaaaa. Les he traído esta historia y espero que les guste. En los últimos días leí historias del género histórico de Vegeta y Bulma por lo que no quise quedarme atrás y por ello les traigo mi versión. Ojalá sea bien aceptada.

Bueno, ya vimos que Vegeta y Bulma se han conocido pero ninguno sabe quién es quién. Eso no va a durar. Y la pobre de Bulma cree que se quedará solterona porque no tiene dote pero no será así. La verdad tuve que modificar el aspecto de Tights para que encajara con mi argumento.

Ya sé que el carácter de Bulma no es de esas que se mueren por encontrar esposo pero tenga en cuenta el contexto. Es aquella época esa era la única misión en la vida de las mujeres y pobre de la que no lo conseguía.

Almack's: Fue uno de los primeros clubes en Londres que daba la bienvenida a hombres y mujeres a la vez. Éste era uno de los limitados lugares sociales que admitían a ambos sexos de la capital británica, en una época donde la frenética temporada tenía lugar.

Sin más que decir me despido.

Publicado: 30/03/21