EL FINAL

Aún no tenía completamente claro porque había querido ser un ninja. Su madre siempre se opuso por el peligro que ese trabajo le iba a traer mientras que su padre siempre la apoyo en cada una de las decisiones que ella tomo.

Jamás había entendido como es que su "yo bebé" (como solía llamar a su versión más chica) había tomado aquella drástica decisión de volverse kunoichi.

Había pasado por mucho, pero jamás, JAMÁS, creyó que iba a irse de misión a la Luna. ¿Quién en su sano juicio y razonamiento creería algo así?

Pero ellos, en ese momento, eran la representación gráfica de que algo como eso podía pasar, y es que después de que el Kyubi había sido lo suficientemente amable de escribir sobre aquel satélite rocoso que habían logrado su misión por fin iban llegando a su querida aldea, después de tanto caos y tanto revoltijo.

—¡Kakashi-sensei! - Grito emocionado el rubio quien fue el primero en salir disparado hacia el Hokage.

Ella por su parte solo atino a suspirar levemente y estirar sus brazos sobre su cabeza para liberar la tensión de su cuerpo.

Poco después corrió un poco para así alcanzar a su ruidoso compañero y a su antiguo profesor. —Buen trabajo en impedir que nos volarán en pedazos, sensei. - Se burló antes de dedicarle una radiante sonrisa.

—Esto de ser Hokage es agotador. - El peliplata dejo ver su cansancio y parsimonia reflejada en sus pocas expresiones fáciles y en su cuerpo.

—Más problemático será lo que vendrá después. - Ahora fue Shikamaru el que se unió, poco después llegó Sai quien cargaba sobre su espalda a Hanabi.

—Hinata. - Naruto sonrió de oreja antes de tomar a su novia y pasar su brazo por detrás de la joven, ignorando el furioso sonrojo que cubrió el rostro de esta.

—El reporte de misión. - Shikamaru le tendió un gran bonche de hojas en una carpeta a líder de la aldea.

El alma del Hokage salió casi de su cuerpo al ver todo lo que tendría que leer. —Odio mi empleo. - Gruño con cansancio y es que ¿Cómo no iba a estar agotado? Tener a sus dos alumnos peleando en la luna, a varios shinobis jóvenes y exitosos con ellos, y por si fuera poco soportar la impaciencia de los demás Kages, sobre todo del Raikage, ese hombre era tan explosivo y temperamental que caía en lo ridículo.

—¡Para usted todo es agotador! - Replicó Naruto. —¡Debe llevar el título en alto, con emoción y sabiduría, dattebayo!

—Al parecer se te ha pegado el patético optimismo de Lee. - Aquella voz fuerte, tersa y gruesa se escuchó tras de ellos, haciendo que los dos estudiantes restantes del equipo siete dieran un respingo ante la sorpresa.

—¡Teme! - Gritó con entusiasmo el rubio, quien soltó a la heredera del clan Hyuga para ir y abrazar a su amigo aunque esté no quisiera. —¡¿Qué haces aquí, dattebayo?! ¿Por fin vas a volver a la aldea?

El Uchiha bufó, y de un empujón se quitó al Uzumaki de encima. —Dobe. - Lo saludó con voz plana una vez que recupero su espacio personal. —Asteroides venían en dirección a la aldea, solo estoy de paso. - Explicó.

—¡Deberías quedarte! ¡No es justo que te vayas tan pronto, dattebayo!

—Se quedará un par de días, tiene que darme los veintemil reportes atrasados que me debe desde que se marchó. - Aseguro el Hokage con seriedad, al tiempo en que fulmina a su ex estudiante por todo el trabajo extra que le daba.

—¡Genial!

—Tks.

—Sai, Hinata, es hora de ir al hospital para poder atender a Hanabi-san. - La dulce voz de la pelirrosa llamo la atención de los tres varones.

—¡Pero estoy bien! - Replicó la menor. —Ya me han implantado mis ojos de nuevo y...

—Hanabi, hazle caso a Sakura-san, ella es un excelente médico.

—Pero onee-sama...

—Tengo que revisar lo más pronto posible tu sistema ocular, no podemos perder el tiempo ya que no voy a permitir que haya algún margen de error que ponga en riesgo tu vista. - Explicó de manera profesional pero al mismo tiempo con un deje de dulzura. —Sai, ¿Podrías...?

—Sí. - El ex anbu solo necesito escuchar eso antes de llevar a la menor hacia el hospital.

Fue entonces cuando los ojos verdes de la joven de piel de porcelana se posaron sobre aquellos ojos heterocromáticos a causa del nuevo poder ocular que despertó el azabache años atrás.

Sakura sonrió con sinceridad al tiempo en que lo miraba con un amplio cariño. —Bienvenido a casa, Sasuke. - Musitó de manera amble y tranquila. —Vamos, Hinata.

—Te veo más tarde, Naruto-kun.

—Sí, Hinata... - El ninja de cabellos tan rubios como el oro, frunció levemente el entrecejo y rasco su mejilla con confusión. —¿Soy el único que sintió algo raro?

Kakashi estaba viendo la espalda de su alumna marcharse entre los techos de los edificios. —Yo también. - Apuntó para después posar sus ojos sobre el azabache. —No me esperaba ese recibimiento tan... ¿Cómo podría decirlo? Sakura es muy expresiva y esta vez fue bastante desinteresada. - El peliplata se echó un poco de aire con las hojas que Shikamaru le había entregado como reporte. —¿No lo crees, Sasuke?

El Uchiha se abstuvo de rodar sus ojos al ver los ojos de su antiguo maestro cerrarse a causa de aquella falsa sonrisa que se encontraba tras su máscara. —Hmp.


Agotada, esa era la palabra que describía su situación actual. Habían llegado entrada la madrugada, y ella tuvo que ir de inmediato al hospital para poder revisar a Hanabi.

Posteriormente tuvo que revisar el estado de varios pacientes más, y ver algunos papeles y acomodar los archivos junto con los expedientes en su sistema.

Por ese motivo estaba llegando a casa entrado el amanecer

—Estoy en casa. - Se anuncio la joven al tiempo en que con pereza se quitaba sus botas y dejaba de lado su abrigo.

—¡Sakuraaaaaaaaaaaa! - Su efusivo padre bajó corriendo las escaleras corriendo como si fuera un rayo para después saltar a los brazos de su hija.

La pelirrosa suspiro y prácticamente cargo a su padre para poder abrazarlo también.

—¡Esas misiones cada vez son más drásticas! - Exclamó con preocupación. —¡Mi pequeña flor es todo un ninja elite! ¡A la Lunas has llegado!

—Varios estuvimos ahí papá... pero muchas gracias por tu preocupación. - Aunque cansada, la pelirrosa tenía una sonrisa plasmada en su rostro.

—Kizashi, déjala en paz, debe de estar cansada. - Le amonestó a su marido. —Bienvenida de vuelta, la próxima vez que te vayas a un planeta diferente, ten la consideración de avisarnos.

—La Luna es un satélite, mujer. - Le corrigió su esposo.

—¡Es lo mismo! - Chillo antes de quitar de un empujón al pelirrosa y abrazar a su hija. —Bienvenida a casa.

—Gracias mamá. - La chica se dejó querer un momento antes de soltarla. —Estoy muerta. - Admitió. —Iré a dormir.

—¿Cómo que te vas a ir a dormir? - Le recriminó con las manos en jarras. —Debes de desayunar jovencita, desde que eres la directora del hospital te mal pasas día y noche, mírate ¡Estás en los huesos!

—Mamá... estoy cansada.

—Desayunaras, te bañaras y luego te irás a dormir. - Le ordenó sin darle derecho a replica.

La joven hizo un puchero pero aún así asintió, no tenía fuerzas para discutir con su mamá y menos cuando se estaba preocupando por ella.

—Te ayudo con el desayuno entonces.

—¡Nada de eso! Yo ayudo a tu madre, tú siéntate y ponte cómoda, nos tienes que contar todo lo que pasó en esa misión. - Añadió con entusiasmo el pelirrosa. —Necesito saber si realmente hay un conejo dentro de la Luna.

—Gracias papás.


Aunque hubiera dado todas sus quincenas por poder dormir el resto del día, tuvo que obligarse a ponerse de pie, arreglarse y salir de su casa nuevamente.

Tuvo que armarse de valor, tomar su abrigo y salir a enfrentarse a la nieve que se negaba a desaparecer. Poco después llegó al hospital, en su oficina comenzó a registrar los expedientes, revisar cada uno de los casos extraordinarios, y ver los ingresos junto con los salarios del personal médico.

Comenzaba a odiar a Kakashi con toda su alma, aunque había sido muy lindo de su parte tomarla en consideración para ser la directora del hospital, ella estaba segura de que la puso en ese puesto para que sintiera un poco de lo que él siente al ser un Hokage lleno de tanto papeleo.

¿Dónde estaba Tsunade en ese momento? Se supone que ella debería de estar ahí, ayudándola, pero la muy desgraciada de su maestra, se tomó unas vacaciones que ya llevaban dos años.

—Freeeeeeeeeeente. - La pelirrosa grupo por lo bajo al escuchar a su escandalosa amiga entrar. Una de las cosas por las cuál odiaba un poco su trabajo era por tener que convivir más de la cuenta con Ino.

—Cerda. - Le saludó sin despegar la mirada del contrato de capacitación médica que tenía con Suna, para la aldea de la arena era esencial ir avanzando en el campo médico ya que desde la muerte de Chiyo-baasama todo se había venido en declive. —Tendrás que irte dos meses a Suna, ármate un equipo con los mejores doctores para que vayan a entrenar a los residentes de la arena.

—Sí, supuse que sería de esa manera desde que llegaron al acuerdo con la arena. - La rubia suspiro resignada, odiaba completamente esa aldea, tan seca y calurosa. —Pero no es de eso de lo que venía a hablarte. ¡Sasuke-kun! - Exclamó con emoción. —¡Ha vuelto a la aldea! ¡Debes de salir de tu oficina e ir a verlo y...!

—Esta de paso. - Le interrumpió al tiempo en que firmaba unos documentos. —Lo vi en la madrugada, cuando llegamos, al parecer Kakashi-sensei lo va a detener por unos días.

Ino miraba a Sakura como si le hubieran crecido dos cabezas.

—¿Estás bien, frentona?

—Sí. -La pelirrosa realizó unos cuantos sellos antes de morder su dedo y poner una gota de su sangre sobre las tinturas de su escritorio, entonces apareció una pequeña babosa.

—Sakura-sama. - Saludó Katsuyo en su versión pequeña.

—Katsuyu-san, necesito que me hagas un favor. - La pelirrosa paso un mechón de su cabello por detrás de su oreja para retenerlo. —Busca a Tsunade-shisou y dile lo siguente: "Tiene tres días para que ella y Shizune-san vuelvan a la aldea a tomar sus respectivos puestos laborales. De lo contrario, yo misma me encargaré de liquidarlas, cerrarles el trabajo dentro de la aldea y decirle a sus deudores donde encontrarlas."

—Eh... ¿Esta segura de que quiere que le diga eso, Sakura-sama?

—Sí.

—Entendido, ¿Eso es todo o necesita algo más?

—Es todo Katsuyo-san, gracias. -La pelirrosa se despidió de su invocación antes de ponerse a leer otro par de hojas más.

—¡Sakura frente de marquesina Haruno! - Grito la rubia quien golpeó el escritorio de su amiga con ambas manos. —¡Te estoy hablando por un carajo!

—¡Y yo te estoy escuchando! - Chilló enfadada ante lo ruidosa que era su amiga.

—¡Pues parece que no! Te estoy diciendo que Sasuke-kun volvió a la aldea ¡Y a ti ni parece importarte!

Sakura suspiro, despegó sus ojos verdes de todo su trabajo para después mirar directamente a su amiga quien la estaba fulminando.

—Ya te dije que se va a quedar unos cuantos días en la aldea, lo más seguro es que como mucho este aquí una semana. - Explicó de manera calmada. —Eso es todo lo que sé.

—¡¿Y que haces aquí?! ¡Deberías estar aprovechando cada minuto que él esté en la aldea!

La directora del hospital suspiro y volvió su mirada a sus papeles para terminar de revisar el último documento que le faltaba para terminar su jornada laboral.

—Tengo muchas cosas que hacer, cerda, no tengo tiempo para estar detrás de Sasuke. - Apuntó con seriedad.

—Frente... - Susurró con sorpresa. —¿A caso ya no te gusta Sasuke-kun?

La mirada color jade dejo de leer aquellas líneas que estaban en el documento del nuevo hospital, se detuvo por un momento, y pensó claramente en lo que su amiga le había cuestionado.

—No lo sé. - Admitió de manera honesta. —Pero no puedo detener mi vida cada que vuelva, porque sé que se marchará después. - La joven de rosados cabellos suspiro. —Lo aprecio y lo quiero mucho, pero en este tiempo me he puesto tantas metas y objetivos, que no pienso detenerlos solo por él.

—Sakura... - Musitó la rubia.

Pero lo que fuera a decir se vio interrumpido por una de las enfermeras que abrió la puerta de un golpe, anunciando que habían llegado varios shinobis heridos a causa de una misión.

Ino quien era la encargada de urgencias del hospital tuvo que salir a hacerse cargo, mientras que Sakura se quedó sola en su oficina.

Aquellos ojos verdes se posaron sobre la foto del equipo siete que reposaba sobre su escritorio, para poder ver al azabache en su versión de doce años.

—Sasuke-kun...


Sakura se puso su abrigo de un color rosa pastel antes de comenzar a salir del hospital. A veces realmente odiaba el título que tenía en ese momento, necesitaba ocupar ropa formal y eso implicaba traer unos tacones semi altos sustituyendo sus botas ninja.

La pelirrosa metió rápidamente sus manos en los bolsillos de su abrigo para guardar el calor que su cuerpo necesitaba.

—Haruno-san. - La joven se giró al llamado tras de ella.

Saliendo del hospital, aún con el uniforme quirúrgico, iba saliendo uno de sus mejores doctores, quien se encargaba de hacer largas y difíciles cirugías debido a su gran talento y control de chakra.

La joven bien podía apostar, que después de Tsunade y ella, él era el mejor ninja médico con el que podía contar la aldea.

—Akagawa-san. - Le saludó amablemente mientras le sonreía. —¿Cirugía difícil?

—Para nada, solo tuvimos un ligero problema con la coagulación de sangre, pero nada más. - Apunto de forma tranquila el castaño. —¿Día difícil?

La joven no pudo evitar suspirar. —Odio el papeleo. - Explicó. —Extraño entrar a cirugías, me conformaría incluso con poner inyecciones.

—Al contrario de usted, yo la prefiero como directora, de esa forma yo me quedo con toda la acción.

—Nada más deja que libere un poco de mis archivos, y no volverás a tocar un quirófano en semanas.

—Auch, esa amenaza es cruel Haruno-san, no me gusta quedarme sentado en la banca.

Una risa fresca escapó de los labios de la joven antes de negar. —No se preocupe Akagawa-san, no estará en la banca, al contrario.

—Déjeme adivinar, me toca ir a Suna ¿Cierto?

—Al contrario, usted se hará cargo del hospital por dos semanas, ya que yo me iré a Suna. - Explicó. —Suerte con el papeleo Yuudai-san.

El médico de ojos claros hizo un ligero puchero ante la idea, poco después suspiro y llevó sus brazos detrás de su nuca. —Creo que no debí burlarme de la dirección del hospital, Sakura-san.

—Exactamente.

—Bueno, tendré qué...

—¡Sakura-chan! - El diálogo del cirujano quedó interrumpido por aquel fuerte grito que solo podría venir de una peculiar y escandalosa voz.

—¡Naruto! Te he dicho que no grites cuando estás llegando. - Le amonestó la chica a la par en negaba con resignación.

—Pero Sakura-chan, es por un buen motivo. - El rubio jalo del brazo al Uchiha para que hiciera acto de presencia. —¡Vamos a comer ramen a Ichiraku! ¡Cómo en los viejos tiempos, dattebayo!

Sakura suspiro.

—La dejo, Haruno-san. - Se despidió amablemente el médico al darse cuenta que estaba de más.

—Hasta mañana Akagawa-san. - Se despidió de manera cordial la joven, pero incluso antes de que pudiera decir algo más, Naruto la tomo del brazo y sin previo aviso la arrastro junto con el moreno, lejos del hospital y de doctores excesivamente caballerosos y guapos.

—¡Naruto!

—Vamos, Kakashi-sensei nos está esperando.

—Conociéndolo va a ser el último en llegar.

—Cómo siempre.

Cuando menos se dieron cuenta, caminaron un gran recorrido entre la densa nieve para así poder llegar hasta aquel peculiar local de fideos que el rubio tanto amaba.

Y para sorpresa de los tres, el Hokage ya se encontraba ahí, tranquilamente sentado, leyendo la carta para ver qué pedir.

—Tardaron mucho. - Se quejó.

—¡Nada comparado con lo que usted nos ha hecho esperar, dattebayo! - Ladró indignado el rubio. —Y no se haga, llegó temprano para liberarse de sus obligaciones como Kage.

—Me descubriste.

—Kakashi-sensei. - Le saludó Sakura antes de sentarse a un lado de él.

—Sakura, cada vez te ves más cansada.

—¿Por qué será? - La joven le acuso con la mirada.

—Kakashi. - Saludó Sasuke quien se sentó al otro lado de la pelirrosa.

—Aún me debes veinte informes.

—Lo sé, los tendrás en el transcurso de la semana. - Gruño ante la idea de ser presionado.

Poco después ordenaron, Naruto sus tres tazones extra grandes de miso ramen, Kakashi un shio ramen, Sasuke un shoyu ramen y por último Sakura pidió un grande tazón de ramen con caldo de cerdo.

—¿Y qué has hecho en todo este tiempo, Sasuke? - Le pregunto la pelirrosa. —¿A qué lugares has ido?

El Uchiha se quedó callado por un momento, al ver la atención de los tres sobre él, no tuvo las opción que responder. —Me he dedicado a viajar por aldeas y naciones pequeñas, la mayoría son aledañas de las cinco naciones, pero hay otras que estan muy ocultas, con un difícil acceso, pero con una calidad de vida mucho mejor que la de las naciones ninja.

Cuando menos se dieron cuenta salió un extraño lado platicador por parte de Sasuke, comenzó a relatar cada uno de los pequeños países que visito, la aldea de la nube, aldea del algodón, aldea escondida detrás de él arcoiris, país de la nación de flores, república entre los tulipanes.

Explicó cada uno de los accesos, desde los más problemáticos hasta los más curiosos, los ojos de los tres restantes lo miraban con completo interés.

—Has conocido muchos lugares. - Apunto Kakashi.

—Si leyeras los reportes de mis misiones sabrías en cuántos lugares he estado. - Le recriminó.

—Los leeré, cuando Shikamaru me encuentre y me obligue a volver.

Sakura no pudo evitar reír, el pobre del Nara era el que más sufría con el puesto de Hokage de Kakashi.

—Te veo muy divertida, aún te falta enviarme todo el papeleo que me debes. - El peliplata sonrió con malicia. —Con lo del nuevo hospital, la excursión a Suna y tu nuevo equipo... Yo no estaría tan tranquilo si fuera tú.

—¿A caso estás ojeras dicen que estoy tranquila?

—¡¿Cómo que nuevo equipo, dattebayo?! - Naruto fue el primero en poner el grito en el cielo tras escuchar a su maestro.

—Oh, no se lo habías dicho.

La pelirrosa rodó los ojos en un claro "evidentemente no".

—Sakura-chan va a ser maestra genin. - Explicó el Hatake. —Comenzando el verano tendrá a tres alumnos bajo su cargo.

—¡¿Qué?! ¡¿Y por qué yo no seré maestro, dettebayo?!

—Porque eres un retrasado.

—Porque aún eres genin.

—¡Cállate Teme! ¡Y no es cierto, Sakura-chan! Me gradué como chunin el año pasado.

La pelirrosa no pudo evitar reír por lo bajo.

—Sakura es jounin desde hace dos años, también es directora del hospital de la aldea, y próximamente tendrá su propio hospital, nadie mejor que ella para hacerse cargo de tres niños. - Presumió el peliplata.

—¿Tendrás un hospital? - El Uchiha no pudo evitar hacer aquella pregunta, su ex compañera de equipo había cambiado y avanzado mucho en tan solo un par de años.

—Sí... - Las mejillas de la pelirrosa adquirieron un tono rosado, comenzaba a sentirse como Hinata al tener toda la atención sobre ella.

—Recuerdo que me platicaste sobre eso, pero tú me dijiste que solo era una idea.

—Una idea que se ha hecho realidad gracias al trabajo duro de su compañera. - Soltó con orgullo el peliplata. —En tan solo un par de semanas comenzaremos con la construcción.

—Entonces habrá dos hospitales en la aldea.

—Uh... no. - La pelirrosa suspiró. —Mi hospital será especial para el área de pediatría, para ayudar a niños en cuestión de vulnerabilidad, tendrá ayuda especializada en psicología para poder darles un tratamiento digno y seguro. - Explicó. —Aledaño al hospital también habrá una casa hogar, para todos aquellos niños que pierdan a sus papás a una edad temprana, tendrán atención médica constante y ayuda profesional para poder atender los problemas mentales que lleguen a tener, como estrés postraumático, síndrome de abandono y cosas por el estilo...

Tanto Sasuke como Naruto dejaron de lado sus palillos, ambos tenían toda su atención puesta en la joven, mientras trataban de procesar por completo sus palabras.

—Gracias a Sakura, también en la academia ninja llevaremos a profesionales en el área de psicología, para poder saber si los niños son aptos mentalmente para volverse ninjas. - Explicó Kakashi. —Y desde hace unos cuantos meses, la mayoría de los ninjas que participaron en la 4ta guerra, recibieron atención psicológica, esto es algo que queremos implementar a gran escala con todos los shinobis cuando lleguen de una misión traumática.

Un tenso silencio inundó el lugar, el hambre que Sakura tenía se disipó y su rico ramen quedó en el olvido al ver esas fuertes miradas sobre ella.

—¿Cómo se te ocurrió la idea del hospital y la casa hogar? - Le pregunto el rubio, tratando de controlar su voz ahogada.

—Yo... - Los ojos tristes y nostálgicos de la joven decían todo lo que no se atrevía a decir.

Ella tuvo una infancia feliz, con padres amorosos, con problemas superficiales de niños de ocho años. En cambio sus amigos... la soledad del corazón de Naruto y el odio en el corazón de Sasuke, al ver a sus compañeros, al saber sus historias... Ellos dos eran la principal razón por la cual quería hacer todo por los niños y futuras generaciones, hacer lo que no pudo hacer por ellos.

Alejarlos del odio y soledad.

—Solo... se me ocurrió.

Los tres sabían lo que Sakura no quería decir, aquel era un gesto grande y conmovedor que logro robarles las palabras y confundir sus sentimientos.

—¿Y si mañana vamos a entrenar? - Preguntó el Hokage con el fin de quitar aquella atmósfera de tristeza. —Ya saben, cómo en los viejos tiempos.

—Destruiremos la aldea. - Dijeron a la misma voz los tres alumnos.

—Tienen razón... pero sé de un lugar donde no le causará daño a nadie.


Eran las cinco de la mañana, estaba nevando y el Sol estaba lejos de salir, como ninjas, estaban entrenados para poder soportar cualquier situación, sin embargo, estar cerca de un lugar con tanto hielo y agua helada, no les ayudaba mucho.

Maldito se Kakashi cuando los cito en el Valle del Fin.

—¡Temeeeeeeee!

—Jamás entenderé tus ganas de gritar cuando estoy a tu lado.

—¡Es que no puedo creerlo! - Se quejó. —Tenías que acompañar a Sakura-chan a su casa, ¡No puedo creer que Kakashi-sensei se te haya adelantado!

—Ellos viven por el mismo lugar, yo me estoy quedando en el otro extremo.

—¡Ese no es el punto! ¿Qué no lo entiendes? ¡Sakura-chan no te está haciendo caso como debería de hacerlo! - Refunfuño. —Debes hacer algo al respecto o el doctor de quinta te la va a ganar.

—Dobe, ella no es un trofeo que se pueda ganar en una competencia. - El tono serio y lúgubre del moreno casi hicieron estremecer al chico de cabellos dorados.

—Lo sé, no quise sonar de esa manera. Solo digo, que si no haces algo pronto, puedes perderla. - Explicó.

—Han pasado dos años. - Razonó el Uchiha, es normal que ella haya dejado de esperarme, es hora de que continúe con su vida.

—Tal vez tu deberías dejar de hacerla esperar. Sakura-chan nos está dejando atrás, muy atrás, ella ha madurado el doble que nosotros juntos, va a ser maestra, dueña y directora de dos hospitales, en unos cuantos meses se comprará su propia casa... Ella... Ha avanzado mucho, dattebayo. - El rubio suspiro. —¿No sería mejor para ti avanzar junto a ella?

—Mis pecados...

—¡Eso nunca nos ha importado, y lo sabes!

—Ustedes son demasiado para alguien como yo. - Suspiró al tiempo en que negaba. —Y deja de darme consejos de amor, solo llevas dos días noviando con una chica que siempre estuvo enamorada de ti y tú ni en cuenta, así que no eres quien para decirme algo.

—¡Temeeeeeeee!

—Tan temprano y ya están peleando. - La dulce voz de Sakura resonó tras ellos, la joven iba abrazándose así misma mientras caminaba tranquilamente por el lugar, hasta llegar a pocisionarse en la punta de la cabeza de la estatua gigante de Madara.

—Naruto siempre tan exasperante. - Añadió Sasuke.

—Ni como negarlo.

—¡No sean crueles conmigo, dettebayo!

—Como siempre tan llenos de energía.

—¡Y usted tarde! - Ladraron a la misma voz tanto la pelirrosa como el rubio.

—Hmp.

—Entonces... - El sonido de unos cascabeles llamo la atención de los tres jóvenes. —Ya saben, tienen una hora para quitarmelos.

Tras decir aquello el peliplata desapareció.

Había sido muy acertado de parte de todos, entrenar fuera de la aldea, y es que prácticamente todo el Valle del Fin había quedado echo pedazos, quedó peor que incluso cuando Naruto y Sasuke pelearon años atrás.

Las estatuas derrumbadas, grandes cráteres y socavones, impactos, árboles caídos, había hasta un hoyo en el río, agua y picos de tierra por todos lados, peces, muchos peses fritos.

Una hora basto y sobró para que todo terminara hecho un desastre. ¿Quién creería que el equipo siete llegaría a tener esa magnitud de poder?

—Sensei... ¿Esta seguro que volverán a reconstruir esas estatuas?

—Estoy pensando seriamente dejar los cimientos en el río y no volvwr a este lugar nunca más. - Apunto el Hokage al darse cuenta en cuanto le iba a salir el chistesito del entrenamiento. —Es muy caro contruir eso.

—Si le sirve de consuelo, al menos no fue en la aldea.

—Hmp. - Concordó Sasuke.

Sakura estaba revisando el estado de su abrigo, había terminado todo empapado debido a la nieve y a los jutsus de agua que había ocupado para defenderse, no había caso que se lo pusiera de nuevo.

Suspiro ligeramente molesta, tendría que pasar frío cuando volviera al hospital, la adrenalina del combate ya había acabado, así que el calor de su cuerpo comenzaba a desaparecer.

O eso creyó, ya que pronto sintió algo pesado que cubrió sus hombros.

—Sasuke. - Susurró con sorpresa al ver cómo este había puesto su capa sobre ella. —No es necesario, puedes...

—Quedatela, hace frío.

La mirada del joven no daba derecho a replica alguno.

Las mejillas de la pelirrosa adquirieron un tono rosado al instante, así que no dudo en ponerse correctamente aquella capa para poder cubrirse un poco con ella el rostro.

—¿Ah? ¿Qué es esto? - La voz del rubio los distrajo.

Y es que Naruto avanzo sobre el agua y camino sobre está para sacar algo de ella. —¿Un cuerno?

—Deja eso en su lugar, Naruto. - Lo regaño Kakashi con un tono aburrido.

—¡Pero es un cuerno, dattebayo!

—Puede ser el de un búfalo. - Musitó la pelirrosa.

—No lo creo. - Soltó con voz más seria el azabache. Segundos después ya se encontraba a un lado de su compañero observando esa cosa que el rubio tenía sobre su mano.

Kakashi y Sakura compartieron una mirada antes de acercarse a los dos restantes.

—Es parecido al de la diosa con cara de conejo, dattebayo.

—¿Será del clan Otsutsuki?

Sasuke tomo el cuerno que Naruto tenía en su mano, el problema vino cuando los dos lo tomaron al mismo tiempo.

Una fuerte vestica de viento se formó en el lugar, un viento tan fuerte que comenzó a arrastrar la nieve, pedazos de escombros, ramas y agua de su alrededor.

Aquel viento se convirtió en un tornado del que ninguno de los cuatro pudo escapar.

Era difícil mantener los ojos abiertos, por lo cual la joven le agradeció internamente a su maestra poder lidiar con el ardor y dolor en su mirada en las batallas.

Por ese motivo los ojos jades de la joven pudieron observar aquella especie de hoyo negro que se formó detrás de sus amigos.

El Uchiha pudo verlo también, ya que gracias a su Rinnegan todo era mucho más claro y detallado, por ese motivo fue capaz de apartar a Naruto de un golpe del lugar, aunque eso significará que ambos soltaran dicho cuerno el cuál fue absorbido por ese hoyo.

Sasuke intento apartarse del agujero que comenzaba a absorber tanto el tornado, cómo los escombros, pero el mismo estaba yendo en dirección a ese lugar, sin poder evitarlo, aquel agujero lo estaba jalando con fuerza.

Le fue imposible utilizar su habilidad de intercambio, ya que no había algo estable unos metros frente a él con lo que pudiera cambiar de lugar.

Fue entonces cuando sintió un fuerte golpe en su costado izquierdo, que sin duda alguna tuvo la fuerza necesaria para quebrarle casi cinco costillas pero al mismo tiempo arrojarlo lejos de la dirección del viento y el hoyo negro.

La que si no tuvo la suerte de moverse o salir del lugar, fue Sakura, quien al quitar al Sasuke comenzó a ser absorbida por aquel agujero negro.

Aunque los tres restantes intentaron llegar a ella fue demasiado tarde, ya que ese hoyo se cerró segundos más tarde de que se tragara a su compañera de equipo.

—¡SAKURA! - Fuel grito de los tres varones, al no entender cómo habían pedido a su compañera.