Al llegar a su piso lentamente nuestros oídos comenzaron a volver a la normalidad, el imposible bullicio de la música a todo volumen tras escuchar dios sabe cuántas bandas de Rock realmente te destroza la cabeza.
En esa ocasión ninguna de nosotros tomó demasiado, más bien para cuando llegamos al apartamento la mayoría de la borrachera ya había pasado y solo quedaba una creciente jaqueca que había que ocupar con algo. Discutimos todo el camino, como es la costumbre, como siempre lo ha sido desde que nos conocimos en la secundaria, ya sea de sus amigos o los míos, de su cabello o mi ropa, de lo feo que se ve su apartamento, incluso si el clima es ligeramente nublado o solo parcialmente. La odio, de eso no hay duda, estoy muy seguro que ella piensa lo mismo de mi pero el destino tiene una graciosa manera de burlarse de nosotros, dejándonos siempre solos, poniéndonos en equipo juntos para trabajos o haciendo que compartamos amigos, así es como siempre terminamos a los gritos mientras otros preguntan cuándo es que no hemos casado.
"Vamos" me dijo con el ceño fruncido una vez todo terminó, no iba a reusarme, hubiese sido muy gracioso verla llevándose a un extraño a casa simplemente porque la persona que más detesta le rechazó. Pude sentir la tensión en sus músculos sin siquiera tocarla, el olor fuerte de su aliento indica que ha intentado ahogarse en alcohol sin poder conseguirlo, podría haber cerrado los ojos durante varios minutos solo para abrirlos y encontrarla con la misma mueca, labios hacia un lado, cejas arrugadas, sus manos casi aplastando mis delicadas muñecas pálidas y fundiendo las pulseras de metal en mi piel.
Así es como terminé en su piso, pequeño y oscuro, en parte decorado con sus pertenencias y en parte hecho un desastre porque… ella siempre fue un desastre.
- ¿Acaso estás frustrada, Matsumoto? – Su apellido es largo y evoca una imagen de alguien más tradicional, por eso lo uso.
Crucé mis brazos mientras camino en dirección a la habitación, al pasar junto a ella sentí su mirada de odio tratando de agujerear mi cuello.
- Sabes que no te quiero para contarte mis problemas, Luppi –
- Claro que no, por eso tienes a tu novio, aunque… - Hice una pequeña pausa, esbozando una sonrisa que la envía en mi dirección con expresión molesta – Escuché que te dejó porque no sabes bien como trabajar con tu boca –
Usualmente toma mucho más castigo pero esta vez no es así, debía estar por demás de enfadada para que, tras solo un insulto, pinte el contorno de su mano sobre mi mejilla con una audible bofetada, ladeando mi cuerpo completamente hacia mi derecha.
Me contuve de darle una respuesta, metafóricamente poniendo mi otra mejilla.
Ya me desquitaría luego.
Paulatinamente las ropas fueron volando, su blusa negra adornó la pared al igual una mancha de tinta golpeándola con toda sus fuerzas, su minifalda cae al suelo prosiguiendo a ser pisada por ambos mientras damos vueltas pensando sobre qué hacer al respecto con mi camisa, finalmente ella decide arrancarla con fuerza y sacar la mayoría de los botones, lástima que me gustaba esa jodida camisa. Odio su fuerza bruta digna de un gorila, tiró de mis pantalones como si fuerza a partirlos en dos y luego como me empujó a la cama sin siquiera dejarme salir de mi ropa interior, sus fuertes brazos de marimacho me tienen contra el acolchado de patrones que se imprimen en mi espalda, soy una pequeña varita pálida comparado a la complexión que ella muestra y, sin embargo, siempre he tenido más fuerza física que ella, solo que mostrarlo me resulta muy bruto y sin clase.
Odio su rostro, sus cabellos rubios despeinados tras tanto moverse y bailar durante la noche que me hacían cosquillas colgando sobre mi cuello, sus asquerosos ojos celestes me miraban inspeccionando la más mínima reacción mientras su lengua se asomaba entre esos carnosos labios para presionarse contra mi pecho, una trampa a la que le siguió una fuerte mordida sobre mi pecho.
Me quejé, obviamente, no por ser un hombre significa que mis pezones están sedados, ella sonrió disfrutando mi pequeño y, he de admitir, femenino quejido.
Claro, aprovechó para molestarme.
- Gritas como niña – Dijo moviéndose para repetir la acción.
- Estoy seguro que la tomo con más gracia que tú –
Continuamos con los insultos un rato, fue difícil mantener la última palabra mientras ella continuaba el asalto incansable a mi pecho al punto que la parte derecha del mismo terminó siendo un borrón de saliva y marcas de dientes para el momento en que ella finalmente decide ponerse en posición para comenzar el plato fuerte de la noche, por lo que me había arrastrado a esta horrible pocilga.
Su cara de falsa santa siempre me ha dado nauseas, el momento en que puso la vista en otro lado que no sea mi rostro es cuando finalmente puedo relajarme y admirar lo único que vale la pena sobre Matsumoto, su cuerpo. Hermosas caderas, piernas y abdomen bien mantenido por el ejercicio, trasero firme y suave, espalda marcada por la sutileza de sus huesos al arquear su cuerpo una vez estamos completamente unidos, y finalmente están sus más grandes orgullos, sus senos, irónicamente la parte de su cuerpo que menos me agrada, dos bolsas sobrecrecidas colgando de manera sosa, impidiendo el movimiento y agitándose torpemente cuando comienza a moverse arriba y abajo sobre mi pequeño cuerpo esa misma noche.
Las largas uñas pintadas se apretaban contra mi piel, mas marcas que firman su sentencia.
En ese momento recuerdo sentir lastima por sus novios, semejante belleza que al momento del sexo se desmorona para terminar en la verdadera Matsumoto, un deshecho sudoroso y descoordinado que ni tuvo la decencia de sacarse el sujetador antes de comenzar a rebotar sobre su hombre de turno, ninguna habilidad, ningún sentido por lo dramático, para ella basta con chocar genitales las veces suficientes para acaba y ya. Pensar en el pobre y aterrado hombre, atrapado bajo el peso de sus enormes ubres, sufriendo por la hermosa ilusión que se parte de manera bochornosa… es algo gracioso de hecho, aunque contuve mi carcajada.
La cuestión es que es mala follando.
En algún punto, entre gemidos exagerados, le digo que casi estoy en mi límite y ella asegura que todo estará bien, prácticamente la empujo fuera del lugar y le demando que busque un 'puto condón', aunque realmente no estaba cerca siquiera pensar de la posibilidad de concebir un crio con alguien como ella me revuelve el estómago. Alcanzó hacia su mesa de luz donde, sin duda, una pequeña cantidad de preservativos juntaban polvo desde hace semanas, puedo ver en su rostro que está desesperada al punto de olvidarse con quien es que comparte la cama esta noche, si me importara aunque sea un poco le diría que busque ayuda profesional.
Volvemos a lo nuestro, tras gritarle sobre que es muy mala en esto tomo las riendas, la posición del perrito nunca falla en mejorar mi punto de vista, ya no tenía que mirar ni su cara ni sus enormes tetas, podía concentrarme en aferrarme a su trasero con fuerza para dejarlo marcado y mirar sobre su suave espalda torneada. Se apoyó con sus manos hasta que la picazón pudo ganarle y presionó su cabeza contra la almohada mientras jugaba con ella misma con sus, ahora libres, dedos. Verla disfrutar me disgusta, todavía puedo sentirla intentando olvidar mi rostro, dejé de presionar su cuerpo y tomé una buena cantidad de sus rubios cabellos dándole un buen tirón para levantar su cuerpo, la escucho gemir con fuerza, esa voz gruesa y pesada que zumbó en mis oídos molestándome como la bocina de un tren de madrugada, lo repite con cada embestida sabiendo que es para joder mi momento, así que aceleré mi paso.
Desde allí todo se desenfrenó en un juego de ida y vuelta, recuerdo empujarla contra la pared mientras todavía tenía su cabello enredado entre mis dedos, aplastando su cuerpo contra la misma mientras tuve mi climax, mordiendo su cuello, susurrándole sobre que 'así se hacen las cosas' agregando algún despectivo como 'vaca rubia' o 'cabeza vacía', claro que eso me lo cobró en una inexperta pero dolorosa mamada apenas había terminado con lo mío, no puedo decir que no he hecho lo mismo al sentirme enojado.
Lo hicimos muchas veces hasta desmayar en una piscina de sudor e insultos, al final estaba tan cansado que hasta empecé a considerar decirle algún cumplido.
Finalmente la vi otra vez casi un año después de ese encuentro, y algunos otros más, encontrándome sentado en un bar de mala muerte hablando con un amigo que casualmente trabajaba allí en el turno de la media tarde. Levantó su celular mostrándome una foto de ese mismo rostro, su cabellera rubia más corta y una bonita bufanda rosa adornando su largo cuello de jirafa, la felicidad que muestra mientras abraza a mi amigo es horripilante, pero al menos va en sintonía con él y su propia aterradora mueca gustosa. Tomo un largo sorbo de mi Martini mientras mantengo mi mejor cara neutral, aparto el celular con mi mano libre como si de un insecto asqueroso se tratara.
- Rangiku Matsumoto no es más que problemas – Le digo suspirando – No te recomiendo eso –
- Solo ha pasado un mes, no le veo el problema, Luppi – El zorro de cara engañosa esboza su aterradora sonrisa, el flequillo plateado escondiendo sus brillantes ojos celestes que me inspeccionan de cerca – Es que tu odias a todo el mundo –
- Puede ser, pero todo el mundo ama odiarme –
Se ríe, yo también.
En mi vida, el odio y el amor van de la mano.
Ambas emociones fuertes que empujan a hacer locuras… ¿Acaso son tan diferentes?
The Devil is beautiful, that's why he's the Devil. Some say music will stupify you, make you ripe for the Devil. They've got a point.
