Cuando nos perdimos y el mundo no se detuvo.

Capítulo 1. Frío.

Fuera, la noche ya estaba cayendo.

Los últimos vestigios de luz iluminando precariamente la calle llena de magos que transitaban de vuelta a su casa. Eso significaba que ya eran tres horas desde que estaba parada en los pasillos de San Mungo sin información alguna de su esposo.

Era como un borrón en su mente desde que el patronus de George apareció en su oficina con la voz temblorosa hasta que apareció en la sala de espera de San Mungo. Sólo escuchó, "accidente" "Fred" y "Hospital" antes de que su mano tomara voluntad propia y la apareciera en San Mungo sin tiempo ni siquiera de tomar su capa para protegerse del frío que se comenzaba a sentir. Sus instintos tomaron el control de ella con el miedo burbujeante en el fondo de su estómago. Habían puesto a Fred en el piso de accidentes mágicos, y desde que estaba ahí, la puerta permaneció cerrada a cal y canto. Eso no ayudó a Hermione con sus nervios; si fuera un accidente menor ni siquiera lo estuvieran alojando en una habitación…solo urgencias.

El tiempo pasaba agónico para ella. Se mordió las uñas hasta quedar en carne viva y recorrió todo el pasillo hasta que se aprendió dónde estaba cada grieta del piso. Su mente corría con todos los escenarios posibles; cada uno peor que el anterior que no ayudaban a aminorar el yonque se había alojado en su pecho.

El sonido de la puerta abriéndose alertó a Hermione; se tambaleó sobre sus tacones al marco donde George salió, luciendo más desaliñado de lo que Hermione lo había visto desde la guerra con un sanador pisándole los talones y las facciones cuidadosamente ecuánimes que los sanadores siempre utilizan para dar noticias. No le extendió positivismo.

Los tres eran los únicos en el pasillo silencioso y solitario; con el final del día próximo las horas de visita se reducían a quienes se quedarían al cuidado de los pacientes por la noche. El Sanador los alejó de la puerta y comenzó a explicar que la situación de Fred en ese momento: la poción que estaba intentando realizar antes de la explosión era la causante de su estado de inconciencia con el que había llegado; habían intentado determinar que ingredientes utilizó analizando los patógenos extraños en su sangre para realizar una estimación sobre posibles efectos secundarios de una poción experimental, pero tendrían que esperar hasta que los resultados de sangre estuvieran listos para hacer un dictamen final. Hermione se desconectó, deseando más que nada entrar a la habitación y ver con sus propios ojos que Fred estuviera bien. La voz del doctor se convirtió en un zumbido lejano en sus oídos; quien seguía explicando la situación de Fred activamente frente a ellos, sin percatarse que Hermione ya no lo escuchaba. Sin embargo, sí alcanzó a reconocer sus últimas palabras, "Esperaremos a que el Sr. Weasley recuerde los ingredientes que estuvo mezclando para tener más certeza. Debería de volver a la normalidad pronto, su estado de amnesia no está fuera de lo común en las lesiones cerebrales…" Lo Interrumpió sin ceremonias, cortando de tajo sus palabras. Su corazón se apretó con ilusión de haber malinterpretado las palabras, porque… seguramente no había dicho "Lesión cerebral" ni "amnesia"¿cierto? Eran sus nervios jugando con ella.

"Espere, sólo... aguarde un segundo. ¿Qué quiere decir con que Fred «regrese» a la normalidad en este momento?" - Inquirió dejando de lado su estado pasivo; clavó su oscura mirada en la figura del sanador que tenía enfrente y esperó. Cruzó los brazos por arriba de su pecho intentando no temblar ante el escalofrío que recorrió su espina dorsal. George estaba parado a su lado e intercambiaba su mirada de ella al sanador y viceversa de manera preocupada. Que el personal de San Mungo luciera tan nervioso no era buen augurio para ella y su corazón, que parecía latir en un ritmo dolorosamente lento en son de su angustia. Puso su mejor cara en blanco y alzó una ceja al sanador que se removió incómodo ante su escrutinio

"Cómo le estaba diciendo, Sra. Weasley"- dijo, acomodándose los anteojos sobre el puente de la nariz- "no podemos precisar todavía el alcance de la lesión de su marido hasta que pasen los días. El cerebro es un enigma que ni siquiera la magia ha resuelto en su totalidad…Cuando despertó la primera vez no pareció reconocer la apariencia actual de su gemelo, pero claro, eso puede ser una desorientación normal, aunque no podemos descartar otras consecuencias."

"¿Qué es lo que quiere decir con eso?"- insistió

"Sra. Weasley..."

"Hermione..."- ambas voces se intercalaron. El tono condescendiente la enojó.

"¿Qué, George?" - se volteó a verlo, molesta.

"Me preguntó sobre el resultado de la guerra."

Hermione sintió como la sangre huía de su rostro, dejándola con nada más que hielo circulándole por la sangre. La guerra. La guerra que había sido hace exactamente siete años.

"No bromees con algo así George"- demandó a través del nudo de su garganta. El gemelo de una sola oreja agachó la mirada, con pesar. Tomó una respiración temblorosa antes de regresar la mirada al sanador que parecía querer estar en cualquier otro lado menos ahí.

"Sí yo entro por esa puerta, ¿me recordará?" - se dirigió al hombre con la túnica de color chillante. El sanador guardó silencio- "¿Lo hará?" - insistió

"Sra. Weasley, creemos que su esposo está sufriendo un lapsus de amnesia que cubre los últimos siete años. Según las pruebas que le realizamos, está absolutamente seguro de que tiene siete años menos de edad, y el ministro no es Kingsley. Puede que sí la ve, la parte de su lóbulo temporal que parece ser la más afectada se reactive, o no pasar nada en absoluto".

Hermione respiró hondo nuevamente, tratando de hacer funcionar a sus pulmones que parecían haber olvidado que debían hacerla meter oxígeno a su sistema. Brevemente en sus pensamientos recordó que era la misma manera en la que los muggles detectaban la amnesia. Maldijo los datos en su mente cuando recordó también que las lesiones involucradas con el hipocampo y la amígdala provocaban en los pacientes una disociación entre los sentimientos que sus recuerdos tenían la primera vez que los crearon.

-"¿Entonces? ¿Me está diciendo que no puedo entrar a esa habitación y besarlo porque no me recuerda?" – espetó con frialdad. Sintiendo como el miedo, la adrenalina y una furia se calentaban dentro de ella.

"Sería conveniente mantener las noticias impactantes lentamente, si"- recomendó con la voz neutra. – "Ya es un shock para él saber que es 2005. No queremos sobrecargar su cerebro, podrías ser contraproducente de la mejora que esperamos se presente con el transcurso de los días"- Hermione parpadeó furiosamente intentando alejar las lágrimas de sus ojos, asintiendo en dirección al medimago. La parte de ella que estaba enojada cedió el lugar al dolor, cuando la palabra se introdujo en su cerebro. Amnesia. La resonó eco como si alguien hubiera puesto un sonorus en ella en una cueva sin fin.

"Gracias, Sanador Lancaster. Nos adaptaremos a sus indicaciones"- George se encargó de despedir al Sanador y se acercó para envolver sus brazos en sus hombros con firmeza. El gesto en si quebró todas sus defensas. Hermione rodeó la cintura de su cuñado con sus brazos, sintiéndose pequeña y rota. Comenzó a llorar quedamente contra su pecho, con la pesada mano del otro gemelo acariciando su cabello. Sentía que había una mano alrededor de su corazón estrujándolo sin piedad quebrando sus costillas, impidiéndole llevar la sangre a su sistema nervioso. Su Fred. Su esposo. Su compañero. Había olvidado todo sobre ellos. Su mente borrada de cualquier recuerdo que tuviera desde el final de la guerra hasta ese día. Todo el camino que habían recorrido juntos; su viaje por el caribe, las sonrisas robadas bajo las narices de los otros Weasley en la Madriguera, y los besos compartidos en sortilegios Weasley, con ella sentada en el mostrador y él entre sus piernas después de una larga jornada de trabajo. En ese momento, no eran nada. Ella no significaba nada. Sólo era la mejor amiga de Harry y Ron para él. No la bruja a la cuál había jurado amor ante un altar.

"Shh. Todo va a estar bien. Freddie va a volver". -murmuró George contra su cabello, tratando de consolarla. Hermione sacudió su cabeza. Maldita sea, ese no era el momento de recordar todas las películas muggle donde el protagonista nunca se recuperaba. Se sentía que en un momento a otro caería sobre un precipicio sin fin. Sólo quería dormir hasta que la despertaran para decirle que todo había sido una pesadilla y la sonrisa de Fred brillando desde el otro lado de la cama.

"¿Y si no? ¿Y si se han ido para siempre?"

"Entonces crearemos nuevos." - George la tomó por los hombros, haciendo que Hermione lo observara hacia arriba, donde sus ojos azules la veían absolutamente convencidos- Créeme, si ese idiota no recuerda, cuando lo conquistes nuevamente no sabrá quién lo golpeó.

Hermione dejó salir una risa suave a través de sus lágrimas. Quería aferrarse al optimismo de George y creer en la capacidad de la magia y en ellos. Después de todo, conocía a una persona que había sobrevivido a la maldición asesina a base de la fuerza más poderosa de todas: el amor.

Sólo tenía que confiar en que Fred se encontrara a mitad de camino con ella.

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"Entonces… ¿2005?" -

La voz de Fred rompió la armonía del lugar, algo extraño considerando que los bromistas, bandoleros y temibles gemelos Weasley estaban en la habitación. Se había despertado de su segunda estancia inconciente con la compañía de su gemelo, después de que el Sanador Lancaster lo apuntara con su varita a la cabeza por horas que parecía que no acabaría nunca para determinar que, él, Fred Weasley, tenía amnesia.

En un principio, se había destornillado de risa, ante las atónitas miradas de su gemelo y el sanador, que parecía dispuesto a darle un pase directo al ala donde mantenían a las personas con problemas mentales. Aplaudió y elogió la elaborada broma de George, que incluso logró que el personal de san mungo se uniera a él. Esperó con los segundos a que su hermano coreara sus risas, diciéndole que lo había tenido por unos segundos, pero la mirada preocupada de George no varió, aunada a la severa mirada del Sanador, borraron lentamente la diversión de su sistema.

"¿Es una broma, cierto Georgie?"

"Lo siento, Freddie. No esta vez"

Fred había bufado. No se sentía cómo alguien que había perdido siete años de su vida. Estrujando su cerebro, todos sus recuerdos terminaban en Hogwarts. Ni siquiera la nueva apariencia de George era una prueba irrefutable de que tuviera amnesia en su mente. Cansado, confundido y un poco paniqueado, se había dejado caer en sus almohadas, dispuesto a dormir, y que con suerte, el mundo volviera a tener sentido para él.

No había sucedido.

Ahora estaba acribillando a George con preguntas al azar sobre la vida en general. Todo se sentía tan bizarro y patas arriba que no sabía cómo actuar en consecuencia ¿Cómo te integras a una vida que ya viviste pero que no la sientes tuya porque no la recuerdas?

-Oh, sí. - confirmó George- Espera a que veas a Ginny embarazada, es increíble- murmuró abriendo cómicamente sus ojos. -Y oh. - arrulló- Nuestros sobrinos son adorables, te digo. Nadie como los Weasley para hacer familia.

Fred se rascó la parte posterior de la cabeza, incrédulo. Entendía que todos habían avanzado en sus vidas, casi una década de sucesos, pero...tantas cosas cambiadas lo estaban abrumando. Nada era exactamente igual en su vida, y para él sólo había pasado un segundo desde que estaban en el castillo a punto de comenzar con la batalla que definiría el futuro del mundo mágico.

- ¿Yo...? tengo a alguien? - se atrevió a preguntar- ¡¿Tú tienes a alguien?!- dijo alarmado, buscando cualquier indicio en sus manos de un anillo, o cualquier cosa que lo atara a una persona.

George se burló ante su búsqueda.

-No estoy casado-respondió- Aún.

- ¿Qué? ¿Con quién estas? ¿La conozco? - lo bombardeó de preguntas.

-Merlín, Gred, que cotilla- lo fulminó con la mirada falsamente.

-Si, sí- desestimó con la mano, incitándolo a contarle más.

-Es Angelina.

- ¡¿ANGELINA?!- A su mente acudieron los recuerdos de Hogwarts de la capitana del equipo de Quidditch de Gryffindor; colgada de su brazo en el baile de navidad solo para guiarla a los brazos de su hermano porque estaba demasiado asustado de cortejarla por su cuenta. Silbó por lo bajo. -Vaya, viejo zorro suertudo.

-Sí- confirmó su hermano con los ojos brillantes. Fred no pudo evitar que su corazón se calentara por su gemelo. Cualquier cosa que hiciera a George lucir así automáticamente estaba bien para él. - Es fantástica.

-Estás tan enamorado- se metió con él. La oreja y el cuello de George se tiñeron de rojo. Fred se carcajeó y de pronto, no estaban sentados en una habitación de hospital. Sólo eran ellos dos, compartiendo sonrisas juntos, como siempre lo habían estado y estarían.

Las risas cesaron lentamente, dejando el eco de la felicidad presente entre ambos. La realidad asentándose nuevamente en su cerebro. No necesitaba otra prueba para saber que realmente había despertado en una vida que no recordaba haber vivido. Esperaba no estar decepcionado con ella….

-George.

- ¿Hmm?

-Nunca me dijiste si tenía una novia

La sonrisa de George se congeló un poco, cuando se volvió para verlo. Fred lo miró con curiosidad dispuesto a acribillarlo con preguntas, pero en ese momento una enfermera decidió que era hora de administrarle las pociones entrando en la habitación levitando los frascos detrás de ella.

Con una mirada severa, le acercó los viales al gemelo para que los bebiera.

Comenzó con el que tenía peor aspecto, haciendo una mueca cuando el líquido raspó su garganta de manera asquerosa. George lo veía divertido mientras él hacía arcadas sentado en el sofá.

- Enfermera, esa copia barata mía luce muy cómodo sentado ahí, ¿será que podemos deslizarle una poción por su garganta?

- ¡Oye! No es culpa mía que tu hayas decidido explotarte a ti mismo. -

Los labios de la enfermera se crisparon un poco, pero negó con la cabeza y se retiró, indicándole que cualquier síntoma extraño sacudiera su varita para llamar al personal en turno.

-Gracias enfermera…. Daisy- la despidió giñándole un ojo. Las mejillas de la joven se incendiaron y salió por la puerta sin una segunda mirada. - ¿Qué? - preguntó a George que lo observaba de una manera extrañamente mortal.

-No, nada. Sólo pensé que para alguien que no sabe si tiene una novia esperándolo, coquetear con el personal no es lo más viable.

-Bueno, esperaría que la Sra. de Fred Weasley estuviera aquí, sin separarse de mi lado, mimándome, porque la mitad de su corazón está tirado en una cama, desfallecido, desahuciado y sin esperanza- exclamó dramáticamente- ¡Solamente esperando, que su beso de amor…lo salve, de su cruel y fatídico destino! - George se carcajeó

-Y en cambio…estás tú aquí. El gemelo menos guapo, es cierto, y menos carismático, pero eso no es lo importante, estás aquí y no veo a ninguna de mis novias llorando por los pasillos.

-Lo deseas, Freddie, lo deseas. Para que lo sepas, antes de Angie, las brujas se lanzaban a mis brazos por ser valiente en batalla y todo eso. La oreja le da el toque, sabes a lo que me refiero.

Fred estaba a punto de replicar, pero un largo bostezo lo interrumpió.

-Creo, que puedo refutarte eso hermano. -

-Sí, ¡pero no lo recuerdas!

El gemelo mayor sólo se río, acomodándose entre las mullidas almohadas. Vio a George transfigurar el sillón en una cama más cómoda y atenuar las luces.

-Buenas noches, Georgie.

-Buenas noches, Freddie.

- ¿Estarás aquí? ¿Cuándo despierte?

-Por supuesto, Gred. Por supuesto.

Satisfecho con la respuesta, cerró sus ojos dejándose llevar por la inconciencia. Su última imagen el rostro de George relajado antes de dormir, y se dijo a sí mismo que podrían quitar lo que quisieran de él mientras no se llevaran a su persona favorita en el mundo.