Lisbon abre los ojos lentamente, intentando ponerse a la luz. Se siente plena y feliz, había pasado una noche soñada. Se coloca de y mira su, ahora, esposo. Mi esposo. Sonríe al pensar que ahora su apellido será Jane. Jane. Tantas veces dije ese apellido, que ahora me pertenece.
Se incorpora apenas para apoyar su codo en la cama, su cabeza en su mano, de modo que está semi acostada mirando al rubio de ojos azules. No sabe cuánto tiempo estuvo así, mirándolo, examinando cada facción de su rostro al dormir. Su mente viaja más de diez años atrás, cuando lo vio por primera vez dormir en el sillón olvidado del CBI. Con la misma ternura de entonces, mira a su esposo dormir tan tierna y tranquilamente, lleno de paz. No tienes idea de lo que te amo, Patrick.
-Buen día, amor. -La voz ronca de Jane le pareció demasiado sexy.
-¿Cómo sabes que estoy despierta si no haz abierto los ojos? -Le pregunta riendo.
-No te olvides que soy como Daredevil, mis sentidos se agudizan. Puedo ver aún con los ojos cerrados. -Ambos ríen.
-¿Te acuerdas cuándo me dijiste eso? Estabas ciego y casi te matan. -La risa aumenta.
-Ahora es gracioso pero temí por mi y Van Pelt.
Jane estira su mano tanteando hasta encontrar el rostro de Lisbon, pues todavía tenía los ojos cerrados.
-¿Qué haces?
-Quiero saber cómo se siente tu rostro cuando sonríes.
Lisbon no puede evitar sonreír mientras Jane siente bajo su mano esa sonrisa tan hermosa que lo tiene enamorado.
-Algunas cosas nunca cambian, ¿verdad? -Dice Lisbon mientras acaricia su cabello rubio. -Abre los ojos Jane.
-Nope.
-Ya, ábrelos.
-Estamos casados.
-¿Y qué tiene?
-Debes dejar de llamarme Jane y yo Lisbon.
-Okey, Patrick. -Dice ella poniendo énfasis en el nombre.
-Ahora sí, Teresa.
Jane abre los ojos y se encuentra con una hermosa y tierna mirada de ojos verdes.
-Eres hermosa despeinada.
-Cállate y dame un beso. -Lisbon lo atrae hacia ella y se dan un beso lleno de ternura.
-Oh, espera. -Jane baja un poco su cabeza para colocarla en el vientre de Lisbon. -Hola, bebé precioso. ¿Cómo te encuentras? Te amamos ¿sabes? Estaremos siempre para ti, tu madre siempre tendrá una nueve milímetros preparada para defenderte. -Ambos ríen a carcajadas. -Estamos ansiosos por tenerte en nuestros brazos. Estarás a salvo, serás amado y sabio. -Él le da un beso al vientre para luego subir hacia los labios de la mujer. -Voy a preparar el desayuno.
Jane se levanta y camina hacia el baño. Lava su cara y sus dientes, y se detiene un momento. Mira su reflejo en el espejo del baño. Tantas veces se miró con desprecio, con dolor, con culpa... ahora se ve y sonríe, ya no es más el mismo. Nada es lo mismo, en su corazón ya no hay odio, ni rencor, ni mentiras, ni desconfianza. En su corazón hay amor y felicidad. Mientras se dirige hacia la pequeña cocina de su casa rodante, le da una mirada fugaz a la cama, donde se encuentra su mujer. Lisbon... Mi querida Teresa Lisbon, te amo tanto.
FIN.
