Durante la noche
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By Diphy
En medio de la oscura y silenciosa noche un muchacho observa hebras de cabellos ébanos desparramados en infinitas cascadas sobre una pulcra almohada blanca.
Una imagen tan etérea e inocente, tal así que se siente indigno de ella. Ha ido y vuelto del mismo infierno tantas veces que aún no puede creer que es capaz de poder apreciar aquello.
Eren permanece en silencio de costado sobre la cama. Todo el peso de su cuerpo está apoyado en unos de sus codos y aunque se le ha adormecido el brazo por aquella posición, no quiere moverse. Siente que el mínimo movimiento brusco arruinaría la armonía que flotaba en el aire de la habitación.
Tanta paz, tanta parsimonia.
Un pequeño suspiro se escapa de la pequeña figura grácil recostada junto a él.
Pares de ojos esmeralda se posan sobre esos sonrosados labios de color melocotón, la dueña de aquellos pétalos yace dormida sin inmutarse del insomnio del muchacho.
Inconscientemente Eren levanta sus dedos serenamente para trazarlos y acariciarlos. Tan pequeños, tan carnosos y sabrosos, a pesar de todo aún se mantienen firmes y tan suaves. Piensa que cada vez que posa sus propios labios sobre los de la chica, una pequeña fracción del mundo se detiene. Y le agrada, le agrada mucho aquel sentimiento.
Una infortunada imagen de un joven terco golpea su mente. Palabras descuidadas, acciones inatentas y palabras apáticas de su yo más joven a veces lo atormentan y se lamenta un poco por ello. Sin embargo, decide mejor trazar aquella fina y reluciente piel de porcelana, que seguir lloriqueando por lo que ya no puede cambiar.
Tonto.
Sus manos tiemblan inseguro, no es que no lo haya hecho antes, simplemente a veces tiene miedo de que esa imagen tan angelical se desvanezca con su toque. Las heridas del pasado a veces siguen frescas y cree que una fuerza mística o el destino se harían presentes y tratarían de alejarlos.
Rechaza nuevamente sus pensamientos negativos y mientras la noche sigue avanzando sus mimos y cuidados también lo hacen.
Finos dedos bronceados bajan llegando hasta los huesos de la femenina clavícula y se dedican a trazar círculos invisibles. Disfruta ver el contraste que forman los tonos de sus propios dedillos con el cuello blanquecino de Mikasa. Como si una pequeña mancha de canela se hubiera desparramado en leche tibia, creando pequeñas discrepancias en la superficie de la bebida. Una pequeña obra de arte
Suspira con cansancio. No puede dormir. Hay noches, como aquellas, en la que cerrar los ojos le cuesta demasiado y piensa, piensa demasiado hasta el punto de ahogarlo.
Intenta tantas cosas para pasar la noche; desde contar espumosas ovejas blancas saltando imaginarias vallas, hasta crear falsos escenarios con historias fantásticas. Nada ha funcionado, simplemente no puede unirse a la misma tranquilidad con la que reposa su amada. Aun así, hace mucho tiempo ha decidió que, en vez de intentar esa patética y perezosa rutina, prefiere memorizar cada pequeño detalle de la adormecida mujer que permanece a su costado.
Tan serena, tan tranquila.
Sigue trazando dibujos en la nívea dermis en silencio muy cuidadosamente. Por alguna razón estos últimos días ha estado exhausta y su instinto protector, aquel que siempre estuvo allí, le dicen que la deje descansar. No le importa si tiene que hacer todos los quehaceres del día por su cuenta, tampoco le importa tener que renunciar a enredarse entre sus brazos y desordenar las sabanas de la cama con ella, como venían haciendo seguidamente, simplemente quiere que cierre sus ojos y él promete sin decirlo en voz alta que estará allí para velar sus sueños.
Ambos han pasado tantas cosas desde batallas, guerras, redadas y escapes. Estar finalmente solamente los dos solos en medio de las montañas, sin nadie más alrededor, es tan extraño aún. Aun así, una parte de él, admite que le gusta. Le gusta saber que finalmente la chica que estuvo desde los nueve años a su lado tenga ojos solo para él, aunque entiende que siempre ha sido así, solamente que él no lograba verlo.
Todavía hay tiempo, todavía tenemos mucho tiempo.
Mientras las estrellas titilan en la oscura noche, reflexiona una vez más. Esta vez sus pensamientos se tornan más sombríos y deprimentes. No puede evitar que un velo de melancolía cubra sus orbes haciendo que el verde del bosque se ve nublado y triste.
No saben con exactitud si la maldición existe. Han preguntado, han buscado en viejos archivos y no hay nada allí. La herencia y cambio de portador siempre se llevaba a cabo antes de que los trece inviernos se cumplieran.
Quiere creer que tal vez algo está mal, como ella dijo una vez en esa inhóspita y gris celda, algo allí no cuadraba, algo faltaba. Sin embargo, no quiere ser demasiado optimista. Aunque no puede evitar ese nudo en el pecho cuando piensa en el hecho de que alguna vez la dejara sola.
Otro pequeño suspiro proveniente de la presencia a su costado lo vuelve a la realidad, disipando los demonios que lo atormentan. Aunque está dormida, Mikasa siempre sabe cuándo intervenir salvándolo de caer en lo fondo del pozo que suele ser su cabeza.
El chico se recuesta finalmente sobre la cama y la abraza acercándola hacia a él. El pequeño cuerpo femenino se mueve devolviéndole toque haciendo que, en el proceso, ese pequeño contacto lo reconforte y lo relaje.
- ¿Eren? - pregunta una aguda voz adormilada.
La muchacha se remueve un poco presionándose sobre el torso masculino.
Él tararea dándole a entender que la escucha mientras recuesta su cabeza sobre la almohada y la atrae hacia él lo más que puede envolviéndola más y más entre sus brazos. No quiere dejarla ir.
- ¿no puedes dormir otra vez? – cuestiona inaudiblemente Mikasa aun con sus ojos plateados cerrados.
Los pequeños suspiros emanados por la presencia femenina golpean en el pecho de Eren, enviándole pequeñas vibraciones que lo tranquilizan.
- Estaré bien. – responde con sencillez cerrando sus ojos y acariciando los hombros de la chica.
Mikasa no responde y permanece en su sitio sintiendo las suaves caricias de su compañero, esta tan quieta que Eren cree que se ha dormido de nuevo.
Para alguien que siempre ha estado activa, es tan extraño verla agotada.
- No dejes que duerma sola, duerme conmigo. – susurra ella en la oscuridad.
Eren detiene levemente sus caricias y lanza una pequeña risita entre sus labios.
- ¿de qué hablas? Estoy aquí. – Responde el simplemente mientras vuelve a su tarea impuesta de llenarla de caricias.
Mikasa resopla un poco y mueve su cabeza nuevamente haciéndole cosquillas.
-Sabes a que me refiero. - Dice ella simplemente y calla al instante.
Los dos se quedan en silencio.
Los ruidos de pequeños insectos nocturnos se cuelan junto con las brisas nocturnas por la ventana de la habitación. El muchacho cierra finalmente los ojos y se decide finalmente por dormir.
- ¿Te arrepientes? – pregunta ella de repente provocando que las esmeraldas brillen nuevamente en la oscuridad.
La voz de Mikasa suena reluctante, no quiere dormir sin obtener una respuesta. Así ha sido siempre ella, tan obstinada y determinada.
Él mientras tanto busca las palabras para intentar explicar lo que siente, pero nada salen de sus labios. Sin embargo, cuando intenta hablar ella se le adelanta nuevamente.
- Sabes que cualquier cosa que te preocupe puedes decírmela ¿sí? – murmura la chica de ojos como el universo.
Su pequeña mano se aferra al pecho de Eren y él le devuelve el gesto dándole un pequeño apretón, como queriéndole transmitir que él está ahí, que la escucha.
- Simplemente me pierdo en pensamientos. Pero no pienses que no quiero estar aquí. - Habla él finalmente bajando su rostro para darle un beso en la frente.
A pesar de que Mikasa lo ha elegido sobre todas las cosas, su miedo e inseguridad no han disminuido. Considera que es estúpido sentirse así, ella le ha demostrado de una y mil maneras que siempre estará para él y que siempre elegirá curarlo. Pero sus demonios a veces suelen ser más grandes y se apoderan de su cuerpo. Lucha, lucha todas las noches con ello. Una parte de él le dice que saldrá victorioso, porque él siempre ha seguido hacia adelante y jamás se ha dado por vencido.
- Duerme, Eren. – murmura ella despacito y la siente sonreír sobre su pecho.
Nuevamente se siente confortado. Ese es el poder que tiene Mikasa, el poder de liberarlo de los terrores nocturnos sin que él se lo pida, con ese altruismo tan característico de ella.
No sabe nada acerca de la maldición, no sabe lo que es verdad o que es mentira. Incluso no sabe en qué creer. Pero sabe que hay una pequeña luz por algún lado en la penumbra que ha empezado a brillar más y más y él ha empezado a verla en ella, en Mikasa.
Aunque nadie lo crea así, todavía hay una esperanza para nosotros.
Se acurruca junto a su amada con una sutil sonrisa plantada en su rostro. Se ríe en silencio sobre todo lo que puede llegar a pensar durante la noche, le parece hilarante, pero piensa que de una forma u otra él será libre.
Seremos libres.
Quiero agradecer de todo corazon a Manda y Coco por ser las primeras personas que han leido esto (en ingles y español respectivamente) y apoyarme tanto para que lo publique al fin. Ustedes chicas y mi delulu gang son lo mejor que tengo en twitter.
Tengo mas proyectos pensados, aunque el manga se este acabando, no quiere decir que no escribire mas para Eren & Mikasa. Ellos son lo más hermoso que tengo en este mundo y merecen mi amor.
Pueden enontrarme en twitter como ackercoffe, hago encuestas, post y avisare por alli de los nuevos proyectos ¡Gracias por leer!
Se despide, Diphy.~
