¡Hola! Quisiera compartir con ustedes esta historia. Esta es la primera vez que publico en FF, pero no es mi primera historia. Máquina del tiempo también está publicada en Wattpad bajo el nombre de usuario silbermond_ por lo tanto, no es un plagio, por si alguien se topa con la historia allí, es totalmente de mi autoría.

Es importante antes de que comiencen a leer el poner en contexto esto. Esta historia tiene clasificación M, por lo cual recomiendo que menores de 18 años se abstengan de leer, pero como sé que igual leerán, dejo a su criterio, pero advertidos que los temas que se tratarán en algunos momentos serán sensibles.

Segundo a recalcar, como bien se habrán dado cuenta por los personajes mencionados en la descripción de la historia, afuera, sólo salen dos personajes, y eso es porque esta historia es chicoxchico. Aún no tengo muy claro si hacerla con una temática yaoi simplemente o decantarme de lleno por una relación entre hermanos, pero por el momento, lo más probable, es que siga solo como yaoi.

Debido a esto último, si estos temas no son de su agrado, le invito a que pase de largo y lea contenido que le apetezca y acomode, y ruego que se abstenga de malos comentarios e insultos.

Esta historia es meramente con fines de entretención, yo no gano nada con ello. Además, recalcar, que no me pertenece ningún personaje de Naruto, ellos son propiedad de Masashi Kishimoto.

Con todo esto dicho, sólo me resta desearles una feliz lectura, y no los entretendré más. ¡Nos vemos abajo!

MÁQUINA DEL TIEMPO

PRÓLOGO

Su vida era una mierda.

Una mierda total y completamente, desde principio a fin.

Y esa era la razón principal de porqué estaba sentado en el suelo de la sala de implementos en el hospital en que trabajaba, con una jeringa en la mano repleta de aire, en una dosis mortal.

Ya no había nada más para él, nada bueno, por lo menos. Nadie lo esperaba en casa, no tenía familia, mucho menos amigos, con suerte uno que otro conocido que lo saludaba muy de vez en cuando, nadie que lo extrañaría nunca. Lo más probable es que a su funeral sólo asistieran por compromiso, porque era uno más del hospital, pero nadie tendría una anécdota divertida que contar de él, a no ser, claro, que relataran alguna de sus tantas veces en que le jugaron alguna broma pesada.

Esa fue la razón principal por la que ni siquiera se molestó en dejar una carta de despedida, no era necesario. En la sala en que se encontraba no había cámaras, pero si en el pasillo, así que se vería claramente que entró solo y que no fue un asesinato. Que su vida fuera miserable no era razón para cagarle la vida a alguien más.

No le temía a la muerte, el hecho de pasar a otra vida lo encontraba menos que aburrido, sólo esperaba que luego de clavarse la aguja no hubiera nada, ni un sonido, ni un olor, ni nada que lo molestara, ojalá estuviera sumido en una profunda oscuridad durante toda la eternidad y perdiera totalmente la consciencia. No quería existir más de ninguna manera. Sin embargo, el problema no era la muerte en sí. De los pocos miedos que tenía, uno de ellos, si es que no el más consumado, era la forma en que se produciría su muerte, el dolor que este conllevaría. Por eso, la mejor forma de morir, era con una jeringa llena de aire, directo a la yugular y adiós Uchiha Sasuke.

Miró por algunos segundos la jeringa que sostenía entre sus dedos. Inhaló una gran cantidad de aire y luego lentamente lo exhaló. Su respiración era errática y sentía el corazón latirle en los oídos. A pesar de que se sentía cien por ciento seguro de la decisión que estaba tomando, no podía evitar que los nervios lo invadieran poco a poco. Antes de que la determinación que sentía por lo que haría se extinguiera como una antorcha bajo el agua, le quitó la tapa a la aguja, tiró con fuerza el émbolo hacia atrás, hasta que estuvo llena de oxígeno. Cien centímetros cúbicos del gas esencial sería lo que lo llevaría a la nada, su pasaje sin retorno a donde quiera que va la gente cuando deja este mundo, pero no era importante, el dónde nunca lo fue, mientras no fuera tan malo como su actual vida. La soledad, el dolor recurrente y el autodesprecio, esperaba que no lo persiguieran al más allá, pero estaba más que dispuesto a arriesgarse.

Llenó sus pulmones por última vez en su vida, llevó dos de sus dedos hasta el lateral de su cuello y palpó la arteria. El pulso se sentía fuerte, rápido, firme y lleno de vida bajo su piel, cerró los ojos un poco, mirando bajo sus pestañas y botó el aire temblorosamente que había acumulado inconscientemente. En un rápido movimiento, evitando titubear, se clavó la aguja. Siseó de dolor, el cuello era una de las zonas más sensibles, y dolía como la mierda, pero luego de unos segundos de intentar calmar su corazón, el dolor remitió y la determinación volvió a él. Con lentitud fue empujando el émbolo hacia dentro a medida que exhalaba poco a poco.

El cansancio se fue haciendo presente mientras empujaba más y más el aire en su cuerpo. El corazón se le aceleró aún más y un escalofrío recorrió su espina dorsal. La bilis le subió hasta la garganta, quemando su esófago y tráquea con los ácidos estomacales, el mareo lo golpeó fuertemente y comenzó a temblar cada vez más violentamente, y ahí, en ese momento, con una aguja clavada en el cuello, sentado en una fría habitación de almacenamiento quirúrgico, en un hospital en medio de la noche, sintió pánico. Se congeló por algunos segundos y su mente se llenó de pensamientos. De un tirón, sacó la aguja y la lanzó con fuerza hacia el otro extremo de la habitación, haciéndose añicos debido al golpe. Se miró las manos que temblaban cada vez más fuerte, pero supo que era un simple ataque de pánico, debía calmarse, intentar relajarse y respirar para que pasara. Sabía lo que tenía que hacer, su cerebro le enviaba las órdenes que debía acatar, pero su cuerpo no le respondía completamente. Arrastró las rodillas hasta el pecho y las rodeó con sus brazos apoyando la frente sobre ellas. Su cuerpo se mecía suavemente, mientras tarareaba a un ritmo lento, la única canción de cuna que recordaba. Llenó sus pulmones cada ve más lento, y a medida que pasaban los minutos su respiración fue saliendo con más mesura. Su corazón se relentizó.

Era un cobarde. Un maldito y asqueroso cobarde. Ni siquiera había sido capaz de acabar el trabajo.

Sus ojos se humedecieron y la nariz comenzó a picarle, su garganta se apretó, y a pesar de que trató de contenerlas, segundos después sintió sus mejillas húmedas. Su cuerpo tembló, pero esta vez no era por su presión, esta vez era de miedo, de pánico y de desolación. No comprendía el porqué de sus acciones, porqué se acobardó, porqué le entró el pánico. Él quería morir, llevaba semanas planificando su movimiento. Aun quería morir. Pero tal vez, su cuerpo de alguna manera demasiado sórdida, se estaba aferrando a la vida, quizás aún no era su tiempo. ¿Puede ser que, a pesar de todo, aún hubiese una misión que debía cumplir? Pero no entendía, porqué toda su vida había sido un desastre, ¿acaso su misión era ser miserable? ¿había un número máximo de personas que pueden ser felices y el resto debe sufrir para equilibrar la balanza? Pero si la cosa era así, si su misión era estar en completa soledad y dolor, entonces lo mejor que podía hacer por sí mismo era desaparecer de la faz de la tierra. Después de todo, aún tenía sentido de autoconservación, y en este momento era totalmente aplicable a su mente, no perder la razón por no tener un día de dicha desde que recordaba. Debía ser recomendable que inclusive nadie nunca se acordara de él y desapareciera de las memorias de todo mundo.

¿Cuánto tiempo estuvo en la misma posición? Su cuerpo se sentía entumecido cuando levantó la cabeza. Tenía el cuello rígido. Cerró los ojos con fuerza mientras se estiraba un poco y luego dejó caer nuevamente su frente en sus rodillas. De pronto se puso rígido. Una mano se posó en su hombro y no pudo evitar tensarse, levantó la cabeza rápidamente y sintió un latigazo en la parte posterior, pero lo ignoró. Frente a él había un hombre. Lo había visto un par de veces cuando bajó a dejar muestras al laboratorio y su asistente no se encontraba visible. No había ocurrido más de tres veces.

No pudo evitar la repulsión que sintió cuando su rostro se acercó demasiado al suyo. No tenía nada en contra del hombre, pero no lo conocía, y le causaba cierto miedo. a pesar de no saber nada de él, desde el primer momento que se cruzó en su camino lo había tratado con una confianza casi espeluznante y con aquellas maneras demasiado cariñosas, que le provocaron temblores en todo el cuerpo.

Se apartó rápidamente y se irguió en toda su altura, me miró a los ojos un par de segundos, y luego volteó su cabeza hasta los cristales que estaban en el suelo al otro lado de la habitación. Ninguna palabra salió de su boca, tampoco de la mía, pero la manera en que me miró nuevamente bastó para hacerme saber que era consciente de lo que había sucedido.

Un suspiro salió de sus labios y se dejó caer lentamente a mi lado, a una distancia mucho más prudente. Nadie habló por lo que se sintió como una eternidad, lo cual yo sinceramente le agradecí. Luego comenzó a pararse y sin dirigirme una sola mirada caminó hacia la puerta. Su mano se posó en el pomo y antes de girarlo, habló: 'mañana a medianoche ven a verme al laboratorio. Si aún estás decidido a continuar con tu plan, te ayudaré'. Luego de eso, abrió la puerta y se fue, cerrándola suavemente tras él. Sus pasos resonaron tranquilos por algunos segundos perdiéndose en la distancia.

Al día siguiente despertó tarde. Aún sentía el cuerpo extraño, débil y sin ganas de nada. Se sintió tentado a quedarse en la cama y dormir por el resto de día que quedaba, pero aún tenía que ir al trabajo. No le importaba realmente el faltar a un día laboral, no después de lo que casi hizo el día anterior, pero las palabras del Doctor Orochimaru lo intrigaban. No perdía nada con ver lo que le mostraría, además prometió ayudarlo con su plan, agradecía eso. Después de todo, era mucho más gratificante morir acompañado, y de alguna forma, sentía que le importaba a alguien, aunque no fuera realmente así.

Se duchó con pereza y se vistió con lo primero que encontró, no era importante cómo lucía, tampoco quiso comer nada.

Eran las siete de la tarde cuando salió de casa montado en su bicicleta. Comenzaba su turno en el hospital a las ocho, y era la única forma en que tendría un pase libre a media noche hasta el laboratorio, él cual se encontraba en el sótano. A medida que se fue acercando al edificio se sintió más ansioso. Para cuando llegó a la recepción, sus manos estaban sudando.

Tomó la tarjeta de llegada y la insertó en la máquina que registraba el inicio de su turno y con paso cansino se acercó hasta los camarines donde se puso su uniforme clínico. Tomó un poco de agua y comenzó con las rondas.

La noche pasó lentamente, no había mucho movimiento, salvó una que otra emergencia, pero que rápidamente pasaron a otro equipo más experto. Para cuando eran las once cuarenta y cinco, estaba caminando hacia el laboratorio, había coincidido con su horario de descanso.

Cuando se asomó al largo pasillo donde estaba el laboratorio, vio que la puerta se encontraba abierta. Pasó por el lado de la recepción que a esas horas se encontraba a oscuras. Tomó la puerta con una mano, mirando hacia el interior. Allí se encontraba de espaldas a él, en una silla alta. Estaba hojeando unos papeles, sin detener lo que estaba haciendo habló con una voz baja, casi un susurro, pero que pudo oír claramente: "pensé que no vendrías".

Sasuke cuadró los hombros e inspiró profundamente antes de responder, se sentía inquieto e increíblemente ansioso. "No tengo nada que perder". Orochimaru se giró con lentitud y sonrió con una sonrisa demasiado amplia, casi falsa. Un poco más seguro de sus palabras, continuó, "además, me propuso ayudarme a morir". La voz de Sasuke murió en un susurro, a medida que Orochimaru se fue acercando a él. Cuando estuvo frente a él, se inclinó hasta que sus mejillas estuvieron prácticamente tocándose y le habló al oído en un tono que sonó demasiado íntimo. "No deberías apresurar las cosas, Sasuke-kun" Su aliento chocó contra su oído y se sintió estremecer, pero se mantuvo lo más calmado posible, intentando no mostrar sus emociones más de la cuenta.

Caminó rápidamente hasta su escritorio y sin siquiera sentarse en su silla giratoria, comenzó a teclear rápidamente en el teclado del computador. Pasaron algunos segundos, en que movió el cursor y siguió tecleando y cambiando entre algunas ventanas, y luego se giró y me miró de soslayo, el fantasma de una sonrisa se había manifestado en su rostro.

"¿Qué pasaría si te dijera que puedo aliviar tu miseria sin necesidad de que mueras?"

Alzó una ceja interrogante. Lo pilló completamente por sorpresa y no pudo evitar la decepción que se plasmó en su rostro. Quería morir, así sin más, además, ¿qué podría existir que aliviara su miseria? Si hubiera algo que hubiese podido hacer, habría sido un camino que habría recorrido ya hace un tiempo.

"No te creería" Respondió sin pensar, sin embargo, las siguientes palabras que salieron de sus labios lo descolocaron completamente.

"¿Volverías en el tiempo?" Para este punto, el científico loco, completamente loco, según su razonamiento, se encontraba girado completamente hacia él, y a medida que pasaban los segundos, la rabia comenzó a embargar a Sasuke. ¿Acaso esto era una puta broma de mal gusto? ¿Lo había citado al laboratorio de noche para qué, para burlarse de él, de su fragilidad y de lo mierda que era su vida? ¿Acaso lo estaba grabando y cobrarían luego algún premio por su reacción? Después de todo, no es como si no hubiera pasado ya, había sido más de una vez el centro de las burlas del personal del hospital.

Su ceño se frunció profundamente, sus ojos se endurecieron y sus ojos oscuros como el ónix se clavaron profundamente en sus orbes citrinos. Sasuke se sintió enrojecer mientras oleadas de rabia lo rodeaban, si estas fueran visibles, estaría seguro que se vería como una nube oscura que lo rodeara completamente. Se acercó un par de pasos hacia el hombre, y a pesar de no ser una persona violenta por naturaleza, sintió la necesidad de hacerle daño, ¿cuánto dolor podría ejercer sólo con sus manos?

Orochimaru se dio cuenta del aura peligrosa que rodeaba al muchacho, y antes de que se acercara demasiado a él y le hiciera daño, que intuía que podría ejercer sin ningún problema, soltó una risa suave y gutural. El avance de Sasuke se detuvo, sin embargo, no disminuyó su cabreo, al contrario, lo aumentó. Una pequeña sonrisa de disculpa se posó en sus labios antes de que su expresión se tornara completamente seria. Carraspeó en un intento de aclararse la garganta. "Vuelvo a repetir la pregunta, ¿volverías en el tiempo? Si o no" La expresión de Sasuke se endureció un poco más, "no estoy burlándome de ti, lo que estoy diciendo es completamente en serio, pero necesito que seas honesto conmigo y me digas sí o no".

La ira que sentía fue menguando poco a poco, y a pesar de que aún se sentía profundamente cabreado y de cierta manera un poco timado con la situación, también se sentía intensamente confundido. "Eso no es posible" La parte más lógica de su cerebro atacó sin su consentimiento mientras soltaba esas cuatro palabras de golpe. Una sonrisa divertida surcó los labios de Orochimaru, tan sólo duró unos segundos y se marchó, fugazmente, tal como había llegado.

"Que no comprendas el mecanismo de algo, no quiere decir que no sea posible"

"Estas bromeando" Atacó, aún sin creer ninguna de las palabras que salían de los labios del hombre.

"Yo no bromeo, Sasuke-kun, nunca, y mucho menos con algo como esto"

Sasuke sinceramente, no supo que decir. La verdad es que no creía una sola palabra que salía de los labios del hombre. Era totalmente irreal, pero decidió fingir que le creía, después de todo, a estas alturas ya nada más importaba, él prometió ayudarlo a morir, y eso sería a lo único que se aferraría, que estuviera demente y quisiera hablar de los viajes en el tiempo, como preludio a su muerte, estaba bien para él.

"Bien, continúa entonces. Explícame y convénceme de tu…"

"Máquina del tiempo, es una máquina del tiempo en toda regla, chico" Asintió poco convencido.

"Bien, ¿es un Delorean o tendré que viajar en un tren?" Una pequeña sonrisa cruzó los labios de Sasuke.

"No te hagas el listo. Lo que te estoy hablando es completamente serio, ya te dije que yo no bromeo" Lo miró un poco disgustado antes de continuar, "sin embargo, no. No habrá ni un auto ni un tren, esto no es volver al futuro, Sasuke-kun, esto es ciencia real. Ven, acércate para que te muestre"

La curiosidad había vuelto a hacer acto de presencia. Lentamente, casi arrastrando los pies caminó los cinco metros que lo separaban del hombre, siempre manteniéndose a una distancia respetable.

"¿Ves esta pastilla?" Una píldora azul brillante reposaba sobre la palma de su mano, "con este bebé se hace casi toda la magia, más algunos electrodos y una maquinita que impulsa todo, y ¡bum! Vuelves al momento de tu vida que necesitas. No te voy a explicar como funciona porque sería una perdida de tiempo, así que, si querías saber, ¡te jodes!" Sasuke asintió poco convencido y con aún más interrogantes. "No obstante, ahora necesito saber algo mucho más importante. ¿Estás dispuesto a volver a algún punto de tu pasado para arreglar tu mierda? Debes estar consciente de que es un viaje sin retorno. Esto no sirve para arreglar algún error y luego volver a una vida de mariposas y unicornios vomitando arcoíris, no. Deberás reescribir completamente tu historia. Todas las decisiones que tomes van a tener una consecuencia muy real, y el mundo tal cual es ahora, a pesar de que se mantendrá de esta manera, ya no tendrá evidencia de tu existencia. Nadie recordará que exististe, porque en esta futura línea de tiempo aún no has crecido. Claro, que siempre hay excepciones pero eso no es algo de lo que debes preocuparte" Una pequeña sonrisa de medio lado surcó los labios del científico mientras lo miraba expectante.

"Está bien" asintió el muchacho. Estiró la mano para sacar la píldora de la palma del doctor Orochimaru. Antes de que las yemas de sus dedos la alcanzaran cerró la mano y lo miró fijamente, mucho más serio.

"Antes que hagas nada, debo advertirte algo más" Sasuke tenía el rostro pétreo, mientras asentía suavemente. Algo le decía que esto no era completamente una broma. "No te enviaré más de doce años al pasado, con esta pastilla no puedo y la que puede mover más años hacia atrás no ha sido completamente desarrollada, así que deberás hacerte cargo de lo que suceda antes de ello. Si es irreparable, pues deberás la manera de lidiar con ello"

La palma de su mano se abrió con lentitud, Sasuke miró la pastilla. ¿Sería prudente tomarla, poniéndose en el caso de que todo esto fuera real? Si tomara la pastilla en ese momento, estaría retrocediendo doce años al pasado, es decir, a cuando tenía dieciséis años, casi diecisiete, en el último año de la escuela.

Las cosas no eran tan complicadas en ese momento. Estaba solo, pero siempre lo estuvo, por lo menos desde que tenía memoria. Su vida era solitaria y un poco triste, pero las cosas en la escuela no eran tan malas, aún. Por lo menos no lo fueron tanto, luego del viaje de vacaciones de verano todo se complicó, el segundo semestre de la escuela fue un calvario. Pero si pensaba bien, y viajaba a doce años en el pasado, tomando como referencia la fecha actual, es decir, cinco de marzo, aún le quedaría alrededor de un mes para comenzar las clases, en abril. Siempre podría cambiar los hechos un poco, o por lo menos no ir al viaje.

"Lo haré" dijo convencido, y cruzando los dedos de que el método de la pastillita fuera completamente en serio. Ya se le habían quitado las ganas de morir y el hecho de reescribir de nuevo su vida era tentador. Decidido tomó la pastilla entre sus dedos y se la llevó rápidamente a la boca, tragó en seco y esperó algunos segundos. Orochimaru lo miraba atento con una sonrisa en los labios.

"Tu yo del pasado" comenzó a hablar nuevamente, mientras lo hacía sentarse en la silla del escritorio. "se eliminará" continuó "tú tomarás el lugar de él, eso quiere decir, que serás un reemplazante de ti mismo, con tus vivencias, experiencias, juicios, gustos y miedos que posees en este momento"

"Lo haré" repitió. Estaba convencido de lo que estaba haciendo y en ese momento nadie lo haría cambiar de opinión.

"¿Sabes a qué punto dentro de los doce años anteriores quieres volver?" A pesar de que las cosas no funcionaban de la misma manera en que se lo había imaginado, aún seguía pensando que era coherente el pensamiento de volver justo a doce años atrás. Asintió suavemente mirándolo ligeramente hacia arriba en su posición sentado, "al cinco de marzo de 2009".

"Muy bien" Asintió. Rápidamente tecleó algunas cosas en su computadora y luego posicionó algunos electrodos sobre sus sienes y frente. Una duda asaltó la mente de Sasuke, y antes de que fuera demasiado tarde la expresó, "¿Cómo sabes que funciona?". Orochimaru sonrió de medio lado, antes de apoyar una mano sobre su hombro y mirarlo directamente a los ojos.

"Porque yo ya la he probado algunas veces" Sasuke abrió la boca asombrado, mientras buscaba palabras, pero antes de que ningún sonido saliera de sus cuerdas vocales, él habló: "¡Buen viaje, Sasuke-kun!".

En un momento Sasuke estaba sentado en la silla giratoria con electrodos conectados a su cráneo, y al siguiente su figura se había ido completamente. Los electrodos cayeron sobre el asiento con un pequeño tintineo. La sonrisa en el rostro de Orochimaru se extendió, mientras giraba levemente la cabeza. En la oscuridad de la habitación una figura se cernía y miraba al hombre de la bata con los ojos duros como la piedra.

"Tranquilo, los planes han ido tal cual los pensaste. Ahora, dime, ¿a qué fecha quieres retornar?". Cuando el hombre abrió la mano, en su palma yacía una pastilla verde. La sonrisa se extendió en su rostro a medida que el hombre salía de las sombras y se acercaba cada vez más a él. Sus dedos se contrajeron por unos segundos antes de tomar la pastilla y tragársela.

Agradezco a quienes leyeron. Son muy bien recibidas las críticas y todo tipo de comentario no ofensivo.

No armaré aún una planificación de publicaciones, porque todavía no sé al ritmo que podré hacerlo, pero intentaré que el tiempo que pase entre actualizaciones sea el menos posible.

¡Hasta la próxima!

Iroasenai.