Y si tuviera el poder de retroceder en el tiempo solo parar verte desde lejos,
Créeme que lo haría.
Y si supieras cuántas lágrimas he brotado desde tu partida,
Te reirías porque creerías que es mentira.
Y si supieras que prefiero vivir una mentira que ahogarme en mi propia miseria,
¿me perdonarías? Tal vez tú sí entenderías.
Me cegaste, me pusiste una venda a la que me aferro en cuerpo y alma.
A la que le ruego a mis manos para no desenredarla.
.
.
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(...)
Roto. Con el alma destrozada y la conciencia maldita. Con el cuerpo caído y tumbado en el suelo, aunque esté parado. Sin piernas, sin brazos, sin ojos, no tenía nada, aunque ninguna extremidad ni órgano le faltaba. No tenía esperanza, no tenía razón, no había futuro, no había amor.
Este era él. Vegeta…el príncipe saiyajin que lo perdió todo, al que le quitaron todo. Le arrebataron lo que era todo para él.
Sintió el aire golpear su rostro.
Estaba solo, en su maldito castillo sintiendo y siendo testigo de cómo la soledad lo golpeaba sin cesar, de cómo venía la marea y lo quería ahogar. Y que, por más que quería ahogarse, no podía. No lo dejaban.
Miró sus manos llenas de sangre. Su cabello en forma de flama se movía bruscamente por la brisa del aire. La oscuridad era testigo de su sufrimiento, de su soledad…
Aquí estaba él. Tumbado en el balcón de su habitación real, sosteniendo a la única mujer que llegó a amar en cuerpo y alma, con desespero y tranquilidad, con sacrificio y bondad…A la que le enseñó qué es el amar, el cariño, el aprecio, y la que ahora le estaba enseñando que era un duelo, qué era la verdadera soledad…
Su cuerpo se aferraba a ella mientras sus brazos la atraían con desesperación. La guerra había acabado, ellos habían ganado. Pero…¿a qué costo? ¡¿A cuántas muertes?! ¿A qué muerte?
A la de ella. A la de su amada.
Amarga.
La victoria había sido amarga.
Todo el pueblo estaba celebrando, estaban felices de haber ganado. Pero él…
Él estaba destrozado. Ganó, pero perdió a la vez.
Le quitaron a su esposa, a su mujer, a la futura madre de su hijo. Le habían quitado a su compañera, ¡se la arrebataron de sus brazos y la mataron en su cara! ¡Sin piedad! ¡Sin remordimiento! Con salvajismo. Mientras que ella pedía piedad, ellos disfrutaban…disfrutaban haberla hecho trizas en vida.
Vengó la muerte de su compañera, y se siguió quedando sin compañera.
El reino ahora estaba solo, sin gritos ni chivateo. Sin risas encantadoras, ni ojos azules para admirar en la noche.
Su compañera había muerto. Y este ni siquiera era su cuerpo…
No lo era…
Solo era su vestido de la cual podía tener su recuerdo.
Su mente la imaginaba a ella para ya no seguir ahogándose en su propia miseria. Su cuerpo rogaba por ella para poder tener algo más para respirar.
Pero no estaba…Ella no estaba.
Cerró los ojos con fuerza. Recuerdos empezaron a gobernar en su memoria mientras que severas lágrimas salían por primera vez de sus ojos negros. Lágrimas de pérdida, lágrimas de amor.
Sus labios se abrieron solo para pronunciar su nombre, pero mientras lo intentaba, estos temblaban. Temblaban mientras eran machados por las saladas lágrimas que corría por todo su rostro. La voz no salía, las cuerdas vocales no respondían.
Aspiró con melancolía el olor de su compañera.
Hasta su olor ya se estaba yendo.
Pegó su rostro en el vestido. Sus labios por fin pudieron articular la palabra que significaba la perfección para él.
-Bulma…-Susurró con agonía- Bulma…-Repetía mientras más lágrimas salían. No quería abrir los ojos, no quería…
Porque maldita era la vida que estaba llena de injusticias.
(...)
-Vegeta…-Escuchó una voz cálida susurrarle. Tenía sueño, ¿quién le hablaba? Era muy temprano para despertarse- Vegeta, despierta…-Volvió a escuchar. Esa voz…Esa voz se le hacía totalmente conocida, totalmente familiar. ¿Quién era? ¿Quién le hablaba? ¿Por qué su cuerpo se endurecía y estremecía al sentir cómo el susurro tocaba la piel de su cuello…? Sentía que esa voz le pertenecía, que solo hablaba para él como debió haber sido siempre- Vegeta… soy yo, Bulma. Despierta.
Sintió cómo unas cálidas manos empezaron a acariciar lentamente su cabello. Sus mechones negros eran tocados por ella, por Bulma…
Tanto tiempo había pasado sin su caricia. Tanto tiempo que había pasado sin sentirla, sin tocarla, sin olerla ni besarla. Los segundos habían sido una tortura para él. Un escalofrío recorrió su cuerpo. Las manos de Bulma tocaban su cabello desde la punta de su raíz hasta el final de su flama. Hacía pequeños enredos en sus dedos para luego soltarlos sutilmente.
-Vegeta…- Volvió a susurrar ella- Sé que estás cansando por la mudanza, pero tienes que levantarte- Sintió cómo unos labios se posaron en su frente, mientras que él estaba acurrucado en la cama aferrándose a la almohada.
A la almohada que olía a ella.
Tenía miedo de abrir los ojos. Tenía miedo de que esto sea solo un sueño, una mentira, una alucinación. El temor empezó a recorrer cada parte de su cuerpo mientras él se tensaba y sus ojos se cerraban con fuerza.
Sus labios empezar a abrirse nerviosamente al sentir cómo Bulma apoyaba su rostro en sus hombros. Acomodándose a su costado para calmarlo. Sintió cómo sus manos sobaban sus brazos.
Tragó saliva antes de preguntar- ¿Eres…Eres real?
Escuchó una risita.
-Por supuesto, Vegeta. Qué preguntas son esas- Respondió ella.
Él empezó a abrir sus ojos lentamente. Arrugó la frente al sentir cómo la iluminación fastidió su vista. Pasaron unos segundos para asimilar lo que estaba pasando. Su mirada empezó a estudiar la habitación en donde estaba. Era una moderna, con una ventana totalmente grande que dejaba ver el panorama de la ciudad en donde estaban. Las paredes eran amarillas, y en los estantes había fotos de su casamiento con Bulma. Ella estaba con su vestido de bodas y él con su terno. Pudo notar cómo las cajas de mudanza estaban a un costado del tocador de su compañera. Estaban vacías. Podía deducir que ya habían puesto en su lugar a cada una de sus cosas.
Su vista se fijó en Bulma. En su compañera, mujer y esposa.
Ella le regaló una hermosa sonrisa.
Sus ojos negros brillaron de emoción. Su corazón empezó a palpitar con vehemencia al verla sentada en la cama junto a él. Tan real…tan viva. Su cabello azul resplandecía a pesar de llegarle solo a los hombros. Tenía una vestimenta muy sencilla: un pantalón blanco con un camisón rojo y chaleco naranja.
La incredulidad lo gobernó. Ella estaba con él. Ella se quedó con él. Ella estaba viva…
Se habían mudado de ciudad y habían formado una nueva vida... Una donde no haya tormentos, guerras, ni enemigos. Solo ellos dos. Solos los dos.
Como debió haber sido siempre.
Alzó su mano para tocar su mejilla. Su mano temblaba de miedo mientras iba para tocar el rostro de su compañera. Sintió un profundo alivio al confirmar que ella era real, que ella estaba con él en cuerpo, y alma.
Tocó su otra mejilla con su mano. Sus pulgares empezaron a delinear cada facción de su mujer.
Bulma lo miró- En una hora tendremos una reunión con unos empresarios, Vegeta. Debes cambiarte.
Vegeta frunció el ceño. ¿Reunión? ¿Empresarios?
-¿En una hora?- Preguntó mientras sentía cómo Bulma se alejaba de él para ir a su tocador. Miró cada parte de ella.
-Claro- Contestó mientras miraba el espejo de su tocador para ponerse su labial rojo- ¿Si no quién se encargara del sustento de la casa?
Vegeta la miró. Atento a movimiento de sus dedos- No es necesario que trabajes, mujer. Yo puedo mantenerte.
Ella soltó una pequeña risita.
-No es necesario, Vegeta- Dejó su labial en su tocador, volteando para mirarlo- Sé que tienes superpoderes, pero no para controlar el tiempo ni la realidad, ¿no?- Se rio.
Él la miró serio por unos minutos. La preocupación se gobernó en él. Pensar cómo era tratada Bulma en la empresa lo puso nervioso ¿La estarían discriminando por ser mujer? ¿La harían sentir mal? ¿La menospreciarían? ¿Sus ideas serían tomadas…? Más le valía a los idiotas que así fuera. De lo contrario, él mismo los mataría por su insolencia. Necesitaba cerciorarse de que así sea.
-¿Cómo te tratan en el trabajo? ¿No te tratan mal o sí?- Preguntó con suspicacia y cierto recelo en él.
Ella lo miró con ternura mientras caminaba hacia él, quedando frente a frente. Empezó a acariciar su cabello- No es necesario que te preocupes por mi, Vegeta. Después de todo soy la jefa de mi propia empresa: Corporación Cápsula.
-¿Corporación Cápsula?- Entrecerró los ojos.
-Sí. De hecho, al mudarnos de ciudad tú mismo te encargaste de hacerle saber a los vecinos que era la dueña de una de las empresas más famosas del mundo- Contestó.
Él miró sus ojos azules. Sí, lo había hecho. Todos merecían saber lo maravillosa, inteligente y brillante que era su compañera. Porque ella lo era.
Apreció sus luceros.
Cuánto la había extrañado...
Cerrando los ojos, se dejó hechizar por el aroma de su mujer. Sí…eso también lo había extrañado. Apoyó su rostro en los pechos de ella. Sintió cómo sus manos acariciaban sus cabellos desde su cuello. Sutilmente su miembro empezó a excitarse. Ella lo prendía demasiado.
Sus manos abrazaron su cintura mientras se acurrucaba en sus pechos como una cría. La tenía ahora para él, no la iba a dejar ir. Sobre su cadáver. Porque todo aquel que se atreva a tan solo hacer llorar a su Bulma, a lastimarla, o a hacerla sentir mal, él mismo se encargaría de matarlo con sus propias manos.
Y peor si querían separarla de él. Nadie la separaría de él, nadie lo separaría de su compañera. Nadie…¡nadie! Mataría si lo harían, lo torturaría. Sacaría cada extremidad de aquel insecto si se atreverían. Él tenía el poder…y podía matarlo con ese poder que había obtenido.
-¿Vegeta?- Ella susurró.
-Dime…, Bulma- Contestó. Una electricidad recorrió en todo su cuerpo mientras sentía cómo su masculinidad se endurecía como una roca.
-Tu cola no quiere alejarse mi…
Él sonrió ladinamente- Pues yo tampoco, mujer- Alzó su rostro para mirarla. Sintió cómo ella ponía sus manos en su cintura. Él las agarró para unirlas entre sí- No me alejaría de ti, mujer. Incluso me condenen a muerte, no lo haría nunca.
La peliazul correspondió su mirada con amor- Vegeta…nunca dejarás esa posesividad tuya, ¿verdad?
Las manos del príncipe bajaron hasta el trasero de Bulma para luego sentarla en su regazo y hacerla sentir cuán dura estaba su masculinidad. Sintió cómo se estremecía al sentirlo- Y tú nunca dejarás de excitarme, ¿verdad, mujer?- Susurró.
Bulma sintió cómo el aliento de Vegeta chocó contra sus labios, generando que el calor se apoderara de su cuerpo. El aliento de ese hombre era exquisito, olía delicioso…
Él la miró. Sonrió seductoramente al reconocer su sensación. Sus manos subieron lentamente por todo su cuerpo, desde su trasero hasta su cintura y de su cintura hasta sus pechos. Sus dedos lo recorrían con lentitud, generando que sus pezones se erizaran y traspasen la tela roja que ocultaba sus pechos.
Aquellos pechos que volvían locos a Vegeta.
Él empezó a frotarla lentamente contra su miembro. Su feminidad se friccionaba contra su fuerte erección.
Podía oler los flujos vaginales que salían de ella.
Exquisita como la recordaba.
-Vegeta….-Susurró Bulma mientras cerraba los ojos con fuerzas. Las manos de Vegeta se metieron bajo su crop top rojo para empezar a amasar sus pechos. Con las dos manos…
Él pegó su boca en su mentón. Sus manos empezaban a amasar sus pechos, mientras que, con ayuda de su cola, continuaba moviéndola con frenesí contra su miembro. Sus dos manos tocaban sus pechos como si no hubiera mañana, los amasaba al compás de sus movidas, los amasaba al compás de sus falsas embestidas.
Su lengua empezó a chupar la piel de su mentón para luego bajar por todo su cuello. Su saliva marcaba la piel de su compañera como propiedad suya, sus manos marcaban los pechos de su compañera como propiedad suya, su miembro reclamaba a su compañera como propiedad suya.
Ella era suya.
-¡Ah!- Gimió Bulma al sentir cómo los dedos de Vegeta piñizcaban sus pezones con fuerza. Una…dos…tres veces sin piedad. La electricidad y la excitación que le generaba la estaba desquiciando por completo, la estaba aturdiendo- Vegeta…-Intentó hablar. Sintió cómo Vegeta levantaba su crop para dejar libre sus pechos. Libres, explícitos, erectos ante él…
Sus manos empezaron a amasarlos con frenesí. Ella cerró los ojos dejándose llevar del placer, del deseo…
La lengua de Vegeta bajó hasta sus pechos, marcando y chupando sus pezones como propiedad suya. Sus dientes mordían sutilmente sus pezones mientras que su lengua daba movimientos circulares en su aureola rosada. Los pechos de la peliazul cabían en las gruesas manos del saiyajin.
-¡Ah, Vegeta!- Gimió ella al sentir cómo su miembro se endurecía más y más. Solo era cuestión de deshacerse de la ropa para poder sentirlo por completo. Apretó sus manos en su cabello en forma de flama. Su cadera se movía de atrás para delante. Sentía la cola de su pareja deshacerse de su correa en su pantalón blanco- ¡Ah!- Gimió al sentir cómo Vegeta mordió su otro pezón.
Su chaleco naranja cayó al suelo, mientras que su polo rojo fue roto con vehemencia por Vegeta.
Ella frunció el ceño.
-No te preocupes, mujer. Te ves mejor desnuda- Susurró.
Y sin esperar más, la besó mientras se paraba y hacía que ella enredara sus piernas en su cadera.
Sus labios se unieron entre sí, se movían con frenesí mientras sus lenguas jugaban sin cesar. Sus salivas se mezclaban y esencias se unían. Los labios de Vegeta intentaban tomar toda la cavidad de su compañera. Quería sentir sus labios, tenerlos sobre él por siempre, besarla por siempre, no quería alejarla de él.
Se quedaría así por siempre con él.
Lentamente, la echó en la cama, sin dejar de besarla. Sus manos rodearon su espalda mientras que su esculpido pectoral chocaba contra los pechos de su compañera.
Su cola desabrochó el botón de sus pantalones blancos.
-Vegeta…-Susurró Bulma sintiendo cómo la cordura se le iba. Vegeta se alejó de ella para bajar sus pantalones y dejarla solo en bragas.
Su cuerpo tembló al estar semidesnuda ante él.
Él la miró a los ojos azules. Sus manos amasaron sus pechos lentamente para luego bajar por todo su cuerpo, desde su cintura…hasta su feminidad…
Sintió cómo tembló cuando sus dedos se posaron en su feminidad, él soltó una pequeña risita.
-Bulma…-Susurró mientras acercaba su rostro a la parte íntima de su compañera. Sus manos bajaron lentamente sus bragas, por todas sus piernas…dejándola completamente…desnuda para él.
-Ah, ah…- La escuchó gemir. Él la miró, su mano derecha alzó su cabeza mientras la sentaba en la cama para ver cómo su rostro se retorcía de placer para masturbarla. La haría venir para él, haría que sus fluidos salgan solo para él.
Su palma se posó en su intimidad, empezó a sobarla suavemente mientras sentía cuán lubricada estaba.
Ella se mordió los labios de placer.
Vegeta sonrió. Pegando su frente a la de ella, susurró- Te haré venir tantas veces, que no tendrás voz para gritar ni hablar.
Bulma lo miró, sus ojos estaban entrecerrados de tanto deseo que sentía. Su cuerpo temblaba bajo las manos de su pareja. Tan gruesas…tan grandes…
-¡Ah!- Ella echó su cabeza hacia atrás mientras sentía cómo los dedos de Vegeta entraban en ella. Su feminidad se vio invadida por los dos dedos gruesas y largas del saiyajin. Se mordió los labios con fuerza al sentir cómo él empezaba a moverlos con vehemencia. Los sacaba y metía…
Su cola jugaba contra su clítoris mientras que la boca de Vegeta mordía sus pezones. Sus ojos negros no apartaban su vista de ella. Era testigo de cómo se perdía de placer por él…
-¡Ah! ¡Ah! ¡Vegetaaa!-Gritaba Bulma sin cesar. Los dedos de Vegeta empezaron a moverse con rapidez, más rápido, más salvaje…
-Sigue gritando, Bulma…-Susurró él mientras dejaba unos cuantos besos en su rostro- Grita…no sabes cuánto extrañé tu voz- Y sin esperar más, metió otro dedo en su feminidad.
Lágrimas de placer salían de los ojos de Bulma. Los tres dedos de Vegeta invadían su intimidad sin cesar, su peluda cola jugaba contra su clítoris mientras que ella sin pudor alguno dejaba que sus fluidos vaginales salieran de toda su feminidad.
Vegeta se estaba desquiciando al escuchar cómo su compañera se retorcía de placer en sus brazos. Veía cómo el sudor bajaba por su delicado cuerpo. Su olor de excitación se apoderaba de sus fosas nasales y endurecían completamente su miembro que ya estaba empezando a dolerle por no sentirla. Sus pechos rebotaban mientras que sus dedos se movían dentro de ella, dando balsas embestidas.
Sus fluidos vaginales…
Lo estaban volviendo loco de placer.
Quería saborearla, lamerla, sentirla. Volver a disfrutar de ese manjar que se le fue quitado alguna vez en su vida. Cerciorarse de mantenerla a su lado, cuidarla hasta más no poder, y no dejarla como lo había hecho antes…
Ya no la apartaría de su lado como lo había hecho la otra vez.
Sus tres dedos salieron de su feminidad. Los tres totalmente mojados, lubricados, totalmente mezclados con los fluidos de su mujer.
Vio cómo ella lo miró, sus pechos subían y bajaban del placer.
Él sonrió ladinamente.
Abriendo las piernas de su mujer, se chupó los tres dedos en su boca mientras se acomodaba en la cama para pegar su miembro contra su feminidad. Soltó un fuerte suspiró cuando retiró sus dedos de su boca- Exquisita…-Susurró.
Bulma se sonrojó completamente- Vegeta….- Soltó en un hilo de voz.
-Shhh- La calló mientras ponía sus dedos en sus labios- Me sentirás dentro. Pero primero déjame sentirte a ti…- Susurró mientras liberaba su miembro para frotarlo contra ella.
-¡Ah!- Gimió Bulma.
Vegeta, con ayuda de su mano, frotaba su miembro mientras que, con la otra libre, sostenía a Bulma. Lo metía y sacaba lentamente, la torturaba sin piedad mientras dejaba besos por todo su cuello. Besos suaves y tiernos solo para ella.
Solo de él para ella.
Para su amada compañera.
Bulma jaló su cabello con desesperación. Lo quería ahora, lo deseaba ahora, lo ansiaba ahora. Ella acercó su rostro hacia él mientras ahogaba sus gemidos- Te..quiero…Vegeta…
Vegeta la miró , no pudo evitar perderse en el azul de sus ojos- Bulma…Haré todo lo que me pidas, todo…-Susurró. Tocando su mano, la llevó hasta su miembro, para que notase lo duro que estaba- Así me tienes. Así me pones siempre…
Bulma lo miró. Sus dedos acariciaron sutilmente su miembro mientras empezaba a masturbarlo. Tal como lo había hecho con ella. Vegeta cerró los ojos con fuerza. Se dejaba mimar por las caricias de su compañera. Su delicada mano cogía su miembro mientras lo movía de arriba abajo sin cesar. El deliete que sentía cuando ella lo tocaba era inexplicable. Un manjar que nunca quería dejar.
Su cuerpo era una delicia.
Sus labios eran exquisitos.
Su belleza era encantadora.
Y su amor por su compañera era incondicional.
-¡Ah!- Gruñó al sentir cómo Bulma aumentaba su velocidad. No quería venirse…aún no. Quería venirse sí, pero entro de su compañera, dentro de Bulma.
Separando su mano de su miembro, agarró a Bulma de la cintura para atraerla a él, paa alistarla ante su primera embestida. Bulma lo miró, sus miradas chocaron entre sí.
El cuerpo de su compañera estaba tan erizado, tan excitado…que podía deducir cuáles eran sus pensamientos en este momento.
Que esté dentro de ella.
Sonrió de lado. Metiendo lentamente su miembro en su feminidad, la penetró sutilmente.
-¡Ah!- Ambos gimieron al sentirse unidos. Vegeta enterró sus dedos en el cabello azulado de Bulma.
Azul…era su color favorito.
Las piernas de Bulma se enredaron en las caderas de Vegeta mientras éste empezaba con las embestidas con sutileza. Se movía lento, suave y despacio. Quería disfrutar de su compañera, ser delicado, demostrarle todo el amor que sentía por ella.
Bulma cerró los ojos mientras enterraba su rostro en su cuello. Una ola de calor la gobernó mientras sentía el miembro de su esposo entrar y salir de ella. Todo…muy…lentamente…
-¡Ah!- Gimió. La pelvis de Vegeta se movía al compás de sus gemidos. Sus manos agarraban la espalda de su amado mientras sentía cómo las penetraciones la deleitaban sin cesar.
La aturdían como una maldita droga.
-¡Ah! ¡Ah! ¡Ah!- Gruñía Vegeta como una bestia mientras se hundía en ella. Sentir cómo su feminidad comprimía su miembro le hacía perder la cordura totalmente.
Su cola se enredaba a la cintura de su compañera mientras que sus manos no se alejaban de ella. La tendría así, todo el tiempo que quisiera. Ella era suya, suya y de nadie más.
Siguieron así por bastante tiempo hasta que ambos sintieron cómo el clímax empezaba a llegar a ellos. Vegeta, empezó a moverse con sin frenesí. Con vehemencia y control a la vez.
-¡Ah! ¡Ah! ¡B-Bulma!- Gritaba como un desquiciado al sentir cómo sus embestidas subían su volumen.
-¡V-Vegeta!- Gritó ella.
No deshaciéndose del agarre de su cabello azul, Vegeta la miró. Viendo cómo su cabello totalmente desordenado se movía con vehemencia ante sus desenfrenados movimientos. Él le sonrió con amor y ternura.
Dejó un suave beso en su frente.
La dulzura que sintió Bulma al tener los labios de Vegeta tocar su frente hizo que su corazón se derritiera. Su cuerpo se puso frenético y su corazón empezó a palpitar con emoción. Sonrió cuando volvió a ver sus ojos negros.
Lo amaba.
Y mucho.
(...)
Todo su cuerpo se aferraba al cuerpo desnudo de Bulma. Las sábanas tapaban a partir de su cadera mientras que él, solo se abrazaba a su compañera. Sentía el aroma de ella desbordar de su exótico cabello. Sus fosas nasales lo aspiraron de nuevo.
Nunca se cansaría de eso.
Sus brazos rodearon su cintura. Ella estaba de costado, y él, detrás de ella. Protegiéndola de cualquier peligro, protegiéndole de cualquier maldito enemigo que pudiera darle un golpe por la espalda.
Él estaría para cuidarla. Él mataría a cualquier idiota que tenga la osadía de dañarla, de lastimarla. Si tan solo escuchaba una solo palabra malintencionada hacia su pareja, él los mataba. Si tan solo alguien se burlaba de su compañera, él los mataba. Si alguien osaba hacer sufrir a su compañera, él haría que sienta su alma desgarrarse hasta el propio infierno.
Él mataría hasta el propio dios con tan solo de proteger a su compañera.
A su Bulma.
Sintió cómo ella se removía de sus brazos, la miró expectante ante sus movimientos...
-¿Vegeta?- Preguntó ella somnolienta mientras se separaba un poco de sus brazos. Él frunció el ceño un poco.
-¿Sí…?- Ronroneó sobre su oreja mientras volvió a abrazarla por detrás. Sintió cómo ella sonreía y acariciaba sus manos. Su cola se movía de alegría ante la caricia de su compañera.
Bulma se dejó acariciar por las manos de su esposo. Ambos acurrucados en la cama, desnudos y con la sábana tapando cierta parte de su desnudez, era algo que le encantaba tener con él.
Sin embargo, sus ojos se abrieron de sorpresa al recordarse la razón de su vestidura tan formal.
¡La reunión!
Se sentó rápidamente en la cama. Vegeta se preocupó a sentir cómo su cuerpo se aceleraba y preocupaba.
-¿Bulma? ¿Pasa algo?- Preguntó con preocupación. ¿Qué le tenía así a su compañera? ¿Qué le había asustado? ¿Acaso tuvo un mal recuerdo? No. Imposible. Ella no podía tenerlo. No- ¿Bulma?- Volvió a preguntar ya con cierto temor.
Ella volteó su rostro hacia él- ¿Te acuerdas de la reunión que te dije? En unos minutos estarán viniendo los empresarios con los que había quedado para cenar- Respondió mientras se paraba con la sábana en sus manos tapando su cuerpo para buscar algo para ponerse.
Vegeta entrecerró sus ojos con suspicacia y frunció el ceño- ¿Por qué te asustas de que vengan esos idiotas? ¿Acaso te hicieron algo? ¿Por qué demonios van venir a cenar en nuestra casa? Recién nos acabamos de mudar.
-Ay, Vegeta. Tranquilo- Lo calmó mientras buscaba que vestido ponerse en su armario. Vegeta veía cada uno de sus movimientos- Es importante causar una buena impresión para que acepten el contrato.
-No es necesario que converse contigo para aceptar un simple contrato. Eres una mujer inteligente, ¿acaso eso no les basta? - Respondió mientras la miraba sentado la cama.
-No es tan fácil, Vegeta….- No pudo continuar porque escuchó cómo el timbre de la casa retumbó por todo el lugar. Ella se asustó- Oh, no. Ya llegaron. Ni siquiera preparé la cena, ni ordené el lugar.
Vegeta cerraba los ojos mientras fruncía fuertemente sus cejas. Su mujer estaba desesperada por atender a unos idiotas que solo querían hablar con ella para la empresa, ¿Acaso ellos tenían más poder que ella para ponerle de ese estado? ¿La estaban intimidando? No. No lo permitiría, sobre su cadáver.
Parándose rápidamente, agarro sus cosas y se cambió con velocidad, terminando más rápido que Bulma- No te preocupes. Yo los atenderé- Respondió mientras se dirigía a la puerta de su habitación.
Bulma lo miró- ¿Seguro?- Se sorprendió al verla sentir- Bueno, pero no los asustes. En unos segundos te alcanzo.
Vegeta salió de la habitación. Se había puesto un pantalón negro y una camiseta blanca. Era lo que había encontrado en su armario. Terminando de bajar las escaleras con sus brazos cruzados, abrió la puerta a los idiotas quienes osaban interrumpir su momento con su compañera.
Los miró de arriba abajo. Era una pareja de saiyajines al igual que él, con su respectiva cola al igual que él.
Los miró con desprecio.
-¿Qué quieren?- Preguntó.
El hombre le sonrió con amabilidad- Supongo que usted debe ser el señor Vegeta. Buenas noches, señor- Al igual que su pareja, ambos le sonrieron con amabilidad.
Él los miró con suspicacia- ¿Para qué demonios han venido aquí? ¿Qué quieren hacer con Bulma?- Preguntó con rudeza.
-Oh. Nosotros no queremos hacer nada. Solo queremos darle la bienvenida a la dueña de corporación cápsula- Respondió el mismo hombre sin inmutarse al tono grave de Vegeta.
Él alzó la ceja.
¿Conocerla? ¿Para qué demonios querrían conocerla?
Abriendo sus labios, estuvo a punto de pronunciar una palabra hasta que sintió cómo su voz fue remplazada por el de Bulma.
-Oh, ya llegaron. Perdonen por la demora- Se disculpó ella mientras se acercaba a Vegeta y le abría la puerta. Vegeta la miró de arriba abajo. Tenía puesto un vestido más formal color morado- Supongo que ya conocieron a mi esposo, es Vegeta.
-Ah, el señor Vegeta- Respondió la otra mujer. Tenía el cabello negro y un vestido color amarillo. Al igual que Bulma, le llegaba hasta las rodillas- Nos dio una visita muy encantadora a mí y a mi esposo- Sonrió
Vegeta entrecerró los ojos con suspicacia. Sintió cómo Bulma se movía a un lado para permitirles la entrada. Él puso una mano en la cintura de ella. Marcando su territorio.
-Pasen, pasen. La cena ya está servida- Los invitó ella mientras les indicaba donde quedaba la mesa y la sala de visita. Cerró la puerta al verlos ir al lugar.
Vegeta se acercó a ella- ¿Cómo demonios hiciste la comida si me dijiste que no la habías preparado, mujer?
Bulma lo vio mientras su mano tocaba su rostro. Le dio un rápido beso-Al parecer ya estaba lista. Vamos, Vegeta. Hay que hacerle sentir que somos la pareja perfecta.
-Somos la pareja perfecta, mujer. Tú eres mi mujer perfecta- Dijo mientras la miraba directamente.
Ella sonrió.
- Vamos, ¿sí?- Lo guio hasta la sala de visitas. Él bufó para luego seguirla.
El hombre saiyajin se quedó mirando parado la comida que estaba servida en la mesa. Bulma y Vegeta llegaron justo a tiempo.
El hombre los miró con disgusto- ¿Acaso vamos a cenar desayuno para la mesa?
La ojiazul se preocupó- ¿No les gusta lo que cociné? - Miró al empresario con el que firmaría su contrato.
Vegeta lo miró con desprecio, ¿quién se creía ese imbécil para cuestionar la comida de su Bulma? Él no era nadie para juzgarla. Más le valía que lo coma y acepte su comida. Se enfadó por completo- ¿Qué? ¿Qué tiene? ¿Algo de malo? Mi mujer lo hizo por su visita.
El otro saiyajin solo siguió mirando la comida- Es muy…
-Es muy terrícola- Se adelantó la otra saiyajin. Golpeando sutilmente a su pareja mientras sonreía con amabilidad- No le hagan caso. La comida se ve deliciosa.
Bulma soltó una pequeña risa mientras miraba cómo Vegeta fruncía totalmente su ceño con los brazos cruzados. Sabía que aquel comentario lo había incomodado.
Tenía que calmar el momento.
-Bueno…, empecemos con la comida- Sonrió mientras les indicaba para sentarse. Todos lo hicieron. Vegeta fue hacia ella para jalar el asiento y hacer que se sienta con tranquilidad. Ella lo miró- Gracias, Vegeta.
Él solo asintió, volviendo a sentarse a su costado y cuidándola de cualquier posible intención de estos insectos.
La mujer de vestido amarillo, tomó los cubiertos para cortar su carne. Miró a Bulma para hacerle una pregunta- Bueno, cuéntennos. Dónde vivían antes, cuánto tiempo de casados tienen y porqué no tienen hijos todavía.
Vegeta la miró con profunda molestia, ¿por qué demonios hacía aquellas preguntas?- Eso no es de su incumbencia- Respondió.
-Bueno…-Bulma decidió responder. La otra pareja empezó a comer mientras esperaban su respuesta- Nosotros nos mudamos de….-No pudo terminar su oración porque no recordaba de qué lugar se había mudado- Nos mudamos de…-Volvió a fruncir sus delgadas azuladas cejas al no recordar el nombre de la ciudad. ¿Por qué no lo recordaba? ¿Por qué no… no sabía de donde se habían mudado? ¿Qué pasaba?
Miró con preocupación a Vegeta. Él entendió la mirada de su compañera.
-Lo que mi mujer quiere decir es que nosotros vivimos un tiempo en…-También frunció el ceño. Él tampoco recordaba de qué lugar se habían mudado, ¿de dónde había venido? ¿para qué se habían ido? ¿Por qué se mudaron?
Bulma continuó con la misma interrogación- …Nosotros nos casamos en….en…
Nada. Tampoco podía recordar en qué fecha se había casado con Vegeta, ¿por qué? ¿Cuándo se habían casado? ¿Desde cuando eran marido y mujer…?
Sintió cómo su corazón empezó a palpitar con vehemencia. De pronto, el ambiente se puso tenso. Alzó su mirada para ver a Vegeta. Tal vez él podía saber cuándo se habían casado.
Él la miró. Haciéndole entender que tampoco podía recordar.
El empresario los miró con impaciencia mientras masticaba con vehemencia su carne- ¿Casados desde cuándo? ¿Desde donde se mudaron? ¿Acaso no pueden responder aquellas simples preguntas?- Alzó la voz con fuerza.
Vegeta lo miro con profundo enfado. Notó cómo Bulma empezaba a sentirse nerviosa por tantos cuestionamientos. Podía sentirla. Lo más probable es que ahora esté confundía. Encima ese insecto osaba alzarle la voz con total impunidad. Ese idiota estaba angustiando a su Bulma. Sus puños se apretaron con fuerza.
-¿Y bien?- Insistió el hombre- ¿Lo dirán?- Los miró a cada uno.
-Ten paciencia, Toteppo- Lo calmó su pareja mientras comía con normalidad- Recién se acaban de mudar, están formando su historia.
Las manos de Bulma temblaron un poquito-Nuestra historia…- Dijo intentando recordar cómo se había conocido con Vegeta. Tampoco lo recordaba. No recordaba cómo se había conocido con Vegeta…
Vegeta miró su comportamiento. Frunció el ceño con profundidad mientras miraba con profundo odio a Toteppo.
-¿Y bien, su historia?- Insistió Toteppo mientras los miraba a cada uno.
Selypar intentó calmarlo mientras sonreía con amabilidad- Tranquilo, Toteppo. No insistas.
-No es una pregunta difícil de responder, Selypar- Contestó mientras miraba con suspicacia a Bulma. Ella lo miró sin encontrar la respuesta aún- ¿De dónde son? ¿Cuándo se casaron? ¿Para que vinieron aquí?- Vegeta miró expectante el comportamiento de su compañera. Pudo oler el temor y nerviosismo que salía de ella- ¿Por qué vinieron aquí?- Insistió Toteppo alzando la voz- ¡¿Por qué?!- Golpeó la mesa con sus manos.
Bulma se asustó ante su fuerza. Vegeta se enojó por su osadía. Sus puños se apretaron con profunda ira mientras veía al idiota de Toteppo.
Maldito insecto…
-¡Respóndanme!- Insistió con la voz alta- ¿Por qué están…..? ¡…..! ¡…..!- No pudo completar su oración porque sintió cómo una fuerza se apoderaba de su garganta. Sentía cómo el aire le faltaba. Sentía cómo se ahogaba delante de todos.
Los ojos de Vegeta brillaron de malicia mientras veía cómo el saiyajin se atoraba. Iba a morir de una asfixia.
Bulma veía toda la escena con preocupación.
-Toteppo para- Sugirió su esposa mientras sonreía con fuerza. Su esposo seguía tosiendo mientras se ahogaba- Te dije que pares- Volvió a sugerir mientras se reía con nerviosismo- Para.
Bulma miró todo con preocupación y sin entender cómo su socio se estaba ahogando. Los platos y utensilios de la mesa temblaban y resonaban por el movimiento brusco que hacía Toteppo. Se estaba ahogando.
-Basta- Siguió diciendo Selypar con una sonrisa amable. Bulma la miró- Por favor, basta- Toteppo se estaba poniendo rojo de asfixia, movía su silla con vehemencia mientras una mano suya agarraba su garganta para evitar su ahogo.
Vegeta lo miraba impasible ante la situación.
-Basta- La voz de Selypar resonó en la cena mientras la peliazul miraba cómo Toteppo se ahoga y la silla se retorcía- Basta, para, por favor- Su vista no se despegó ningún momento del saiyajin. Vio cómo su cola se movía desenfrenadamente. La peliazul se asustó. Alzó su mirada para ver a Selypar. Ella seguía sonriendo, pero con un claro sufrimiento- Basta…Dile que pare de hacerlo, por favor…- Toteppo cayó al suelo.
Bulma miró a Vegeta. Él le correspondió. No podía entender que estaba pasando, tal vez Vegeta podría saberlo.
-Dile que pare- Selypar siguió pidiendo.
Los ojos de Bulma detonaron suplica. Algo le decía que Vegeta podía parar con todo esto- Vegeta…sálvalo-
Él no contestó. Solo atinó a mirarla.
Los gemidos de dolor de Toteppo se hacían más fuertes, más vehementes.
-Vegeta, por favor. Sálvalo- Le rogó.
El peliflama la miró. Bulma estaba asustándose por la situación con Toteppo. Ella no debía asustarse. Ella no debía porqué ver una muerte. Ella era pura y nadie mancharía su pureza.
Levantándose de su silla, se acercó a Toteppo que se retorcía en el suelo, puso una mano en su pecho y lanzó una ráfaga de ki en él.
Toteppo escupió la carne con la que se había atragantado.
Bulma soltó un suspiro al ver que Vegeta lo había salvado. Él era un héroe.
Vegeta se alejó rápidamente de él para ponerse delante de Bulma. Si algo sucedía él la protegería.
Selypar se paró de su asiento con emoción- ¡Qué bueno que ya estás bien, Toteppo! Creo que ya es hora de irnos. La cena estuvo deliciosa.
Toteppo se paró como si nada hubiese pasado. Le dio una sonrisa amable a Bulma y a Vegeta. La peliazul se correspondió un poco confundida- Señor Vegeta, usted tiene una esposa encantadora. Creo que es necesario que tenga este convenio con su empresa, jaja- Dijo mientras tocaba la mano de Vegeta. Este lo miró lascivamente mientras veía cómo se despedía de la misma forma con Bulma.
-¿Seguro que está bien, señor Toteppo?- Ella preguntó con preocupación mientras lo veía dirigirse a la salida. Se asustó efímeramente a sentir cómo unas delicadas manos tapaban sus ojos.
-Nada mejor que una despedida terrícola- Dijo Selypar mientras bajaba sus manos de sus ojos azules para luego darle un abrazo de despedida.
Bulma rio ante su juego- Nos vemos la próxima- Se despidió mientras veía cómo Vegeta esperaba con la puerta en su mano para que se vayan. Fue cuestión de segundos para que salieran. Él cerró la puerta con rudeza.
-No soporto a esos insectos- Espetó con molestia mientras caminaba hacia su compañera. Era verdad. No los soportaba. Lo único que hicieron fue arruinar el descanso que estaba teniendo con Bulma para luego asustarla por el repentino ahogo de ese idiota. Si venían más visitas a asustarla, el se encargaría de supervisar quienes podrían entrar a la casa y quiénes no.
Tan solo recordar cuan nerviosa y asustada estaba Bulma lo había puesto nervioso a él. Lo asustó con tan solo pensar que pudieran haber espantado su pureza angelical. Ella era un ser puro que no conocía nada de la maldad ni la muerte. Si no fuera por eso, hubiera dejado que el insecto que muriera como el idiota que era. Hubiera dejado que se muriera por asustar a su compañera.
Alzó sus ojos para verla. Ese vestido morado con ciertos encajes en su cintura la hacía ver hermosa. Muy hermosa. Sonrió con ternura hasta llegar a ella.
-A mí me parecieron buenas personas- Respondió la peliazul mientras veía cómo Vegeta la llevaba a sentar en el sillón de la sala, aquel que quedaba al frente de la televisión. Sintió cómo tomaba su cintura cuando se sentaron. Ella se quedó pensativa por unos minutos, miró a Vegeta- Vegeta…
Él la miró. No pudo evitar preocuparse al ver su semblante pensativo, ¿habrá pasado algo? ¿Se sentía mal? Tocó su rostro suavemente para que le dijera- ¿Qué pasa, Bulma?- Soltó con dulzura. Vio cómo ella bajaba la mirada para ver su cola. Su preocupación se profundizó al ver cómo ella aún no respondía- ¿Bulma?- Volvió a preguntar.
-Vegeta- Alzo su mirada de su cola marrón- ¿Por qué los demás tienen cola y yo no?- Preguntó- ¿Acaso no soy normal?
Vegeta sintió cómo su corazón palpitó fuertemente ante esa pregunta, ¿por qué Bulma estaba preguntando eso? ¿Acaso se había sentido mal por no tener cola? ¿Los idiotas la ofendieron o la intimidaron por no tener cola?
Sus pulgares dieron suaves caricias en sus mejillas rosadas- Tú eres perfecta con o sin cola- Respondió- Te elegí como mi compañera porque amo cada parte de tu ser. Dime, compañera mía, ¿acaso esos insectos te hicieron sentir mal u ofendieron? Si lo hicieron, pagaran por su osadía.
Ella tocó sus manos mientras sonreía ante su preocupación- No, Vegeta. No me ofendieron ni me hicieron sentir mal. Solo que…los demás vecinos también tienen cola y yo no.
-Eso no tiene importancia- Contestó- No tener cola te hace especial. Tu cabello, tu piel, tus ojos, tu sonrisa…es un orgullo para mi tenerte como compañera, Bulma.
Bulma sonrió con emoción. Sus ojos azules miraron sus dedos con cierta intriga- ¿…Qué es un terrícola?- Preguntó mientras volvió a mirar sus ojos negros. Notó cómo él se sorprendía- Selypar dijo esa palabra al darme el ab…-No pudo terminar su oración ya que sintió cómo Vegeta la besó. Se sorprendió.
Lo vio con cierta duda cuando se separó de ella.
-La marca que tienes en tu cuello indica que estás unida a mí, Bulma- Susurró a escasos centímetros de ella- Conmigo estarás a salvo siempre. No tienes porqué preocuparte- Él agarró sus manos para luego mirar cómo los de ella eran pequeñas a comparación de las suyas. Sonrió de lado- ¿Sabes que son los anillos de boda?
-No- Respondió atenta a sus palabras.
-Es un símbolo que representa que una persona está unida a otra- Explicó mientras estiraba las manos de ambos hacia al frente. Ambos miraron sus manos- Puedo hacer que aparezcan unos anillos si así lo deseo. Ambos tendríamos que hacer un juramento.
-¿Cuál es?- Preguntó ella mirándolo con un brillo azulino.
-Unión…-Respondió perdiéndose en su mirada- Bulma Briefs…, ¿aceptas… casarte conmigo?- Preguntó con nerviosismo.
Ella sonrió.
-Sí, Vegeta. Sí acepto casarme contigo- Respondió con alegría. Sentía cómo su corazón palpitaba de emoción y felicidad. Su sonrisa se ensanchó mostrando lo blanco que estaban sus dientes.
Vegeta sintió cómo Bulma iluminaba su vista. Mirandola por unos segundos, ambos se besaron con puro sentimiento. No había deseo, lujuria ni excitación, solo amor. Amor puro. Amor terrícola y amor saiyajin.
El corazón de Vegeta volvía a palpitar de alegría al saber que podía ser feliz con su mujer, esposa y compañera. Por fin tendría la paz que tanto había deseado.
Sonrió con ternura al separar sus labios de ella. Bulma le correspondió de la misma manera.
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Si pudiera retroceder en el tiempo solo para verte sonreír otra vez
Lo haría sin pensarlo.
Si tuviera que entregar mi alma al mismísimo diablo con tal solo verte a salvo
Créeme que lo haría sin pensarlo.
Y si se me diera la oportunidad de vivir una mentira para ser feliz contigo
Lo haría sin pensarlo aun así sabiendo que todo lo que tengo nunca es, ni será real.
Si tengo que sufrir para volver a morir
Lo haría sin pensarlo.
Porque al menos ya no volvería a sufrir si estoy contigo.
Notas de la autora: Holi! Sí, otra historia nueva jaja. Perdón essta idea estaba en mi cabeza desde hace uff, comienzos de año y no me dejaba en paz. He leído versiones con la misma temática, pero esta vez quería hacer la mí. Estaré combinando unas escenas con una serie favorita, creo que algunos ya pudieron deducir que sería es jaja.
Espero que le guste :3
Por cierto, si les gustó tal vez puedan gustarles mis demás historias. Eso sí, esta historia las hará sufrir porque es como el proceso del que es obvio que Bulma está muerta en este fic...o tal vez no. So será Vegeta lidiando con a muerte de Bulma. Hya muchas cosas que he dejado en incógnitas y tal vez puedan parecer raras, pero prometo que con el paso de los capítulo se pondrá potente 7w7.
Espero que les haya gustado el fic. No se olviden de seguirme en mi página de fb (link en bio) para saber las novedades de mis historias jeje.
Me gustaría saber que piensan de este capítulo.
Besitos y nos vemos en la próxima.
