Hogwarts online
Sumario: Durante el verano, Harry conoció a un chico lindo en un juego llamado "Hogwarts online". Adolescentes comunes, enamorándose sin darse cuenta, y un Draco con una crisis fácil de resolver para Harry.
Género: Romance/Humor.
Claves: Drarry AU no mágico-actualidad.
Disclaimer: Si HP fuese mío, esto sería canon. Ya que no lo es, saben lo que significa.
Hogwarts online
—…alto, necesito un momento.
SilverDragon ha puesto pausa al juego.
Harry respiró profundo y refunfuñó por lo bajo, frente a su pantalla estática. Le llegó el sonido de una risita, a través de los audífonos.
—¿La acosadora anda por ahí de nuevo…?
—Te digo que Pansy no es una acosadora. Sólo…entro a mi cuarto por la ventana un día en que tenía el volumen de los audífonos muy alto para oír el timbre.
—Suena a acoso para mí.
—Ella dice que es su derecho de mejor amiga, qué sé yo.
Alguien se acercaba, y dado que su habitación era la única del pasillo, Harry resopló y colocó el control sobre su regazo. Adiós a la diversión.
Scarlet_Lion ha abandonado la partida.
Escuchó un débil quejido de su compañero.
—No seas necio, Scar…
—Te pedí que no me llamaras así —Harry habló entre dientes, fingiendo no darse cuenta de que el rostro se le ponía rojo.
—…ya casi sigo con la partida, vuelve al punto de-
—No, es que- —La puerta se abrió y él suspiró—. Alguien acaba de llegar.
Hubo un instante de silencio, mientras Ron se acercaba a su silla y llevaba a cabo gestos hacia sus propios oídos, preguntándole si lo escuchaba. Asintió y le pidió un momento para despedirse.
—Que yo sepa —siguió el chico al otro lado de los audífonos—, estábamos por matar a la serpiente malvada, no viendo porno. Eso sí haría que abandone apenas alguien entre.
Harry le chisteó, conteniendo la risa, y le avisó de sus visitas, apenas divisó a Hermione, asomándose por un costado de Ron, para saludarlo.
—¿Mañana de nuevo?
—Claro. Pero conéctate más temprano para terminar la misión del castillo en ruinas; tengo que ir por la tarde a comprar un vestido —informó, solemne. Harry comenzó a carcajearse antes de que él pudiese carraspear y seguir—. Es para Pansy, imbécil.
Qué linda forma de despedirse.
—Lo que digas, Silver…
SilverDragon se ha desconectado.
Scarlet_Lion se ha desconectado.
Harry giró en el asiento y se estiró, dándole una mirada inquisitiva a sus amigos.
—Pensamos que podríamos salir hoy —Hermione sonrió—, juntos los tres, hay una nueva película en cartelera que parece bastante buena. ¿Cierto, Ron? —Codeó a su novio para que dejase de comerse las galletas con chispas de chocolate que Harry tenía como aperitivos, en la mesa junto a su silla.
Ron saltó y boqueó por un instante, desorientado.
—Ah- ¡ah, sí! ¡La película! Una buena película —Asintió repetidas veces—. No es que yo la haya visto ya, claro. Es que los gemelos la vieron, ya sabes, en esa cita doble que tuvieron…no les fue muy bien. Gemelos saliendo con gemelas, uhm, no. No va bien. Y Hermione pensó que te hacía falta respirar aire, llevar sol y recordar cómo es el mundo fuera de tu cuar- ¡ay! —Se giró hacia su novia, con una expresión indignada, para reclamarle por el codazo que volvió a darle—. ¿Ahora qué hice? Hablamos de esto ya. Acordamos que nos preocupa que Harry se meta en la pantalla o se crea un dra- ¡ay! ¡Mione!
Harry rodó los ojos y sonrió a sus amigos.
—Chicos, en serio, estoy bien. Vayan a una cita, si quieren.
—Pero queremos ver una película contigo —Hermione decidió insistir, en vista de que Ron parecía dispuesto a aceptar el trato. Le dio leves empujones a su novio en la espalda para sacarlo de ahí, y centró su atención en Harry, mostrándole tres boletos sacados de su bolso—. Ya los compré, no nos plantes…—Le enseñó su mejor expresión inocente. Él sólo suspiró.
—Está bien, si ya los compraste…
—0—
En realidad, Harry no pasaría la mayor parte de su verano encerrado en su habitación, sino fuese por sus mejores amigos y esa repentina resolución a ser pareja, que se dio a finales del año escolar. A él le pareció muy bien y estaba feliz de que sus disputas tontas por celos se hubiesen acabado.
No se le pasó por la cabeza que sería la tercera rueda, hasta que empezaron las vacaciones. Aunque, en su defensa, ni siquiera era la tercera rueda, porque eso significaría estar presente, y esos dos estaban tan pegajosos con su recién iniciada relación, que sólo los había visto una o dos veces en lo que iba del verano.
Tampoco los culpaba, lucían contentos y eso estaba bien. El asunto era que, ya que no salía con ellos, había recurrido a otros miembros de su círculo cercano. Y no salió como esperaba.
Ginny había sido la primera opción, ya que se llevaban mejor desde que decidieron quedar como amigos en lugar de novios porque, bueno, resultó que Harry estaba más interesado en los chicos. Jugaban en el mismo equipo en el colegio y se le ocurrió que sería divertido reunirse con ella. Lo fue cuando se dedicaban a practicar, pero entonces, un día, ella quedó con su grupo de amigas, y Harry descubrió por qué era una terrible idea poner a siete chicas y un muchacho en la mesa de un café muy rosa con juegos de té.
Fue una experiencia ligeramente traumatizante. Al principio, fue un intruso demasiado incómodo para irse siquiera. Luego vinieron las preguntas. Según ellas, buscaban una "opinión masculina" sobre algunos temas; como él lo veía, su "opinión" no era distinta de la de cualquiera en ciertos aspectos, y en otros, en verdad no comprendió por qué se preocupaban tanto.
Al final, optó por evitar a Ginny, a menos que sólo fuesen ellos dos.
Después vino Luna. A Harry le agradaba muchísimo Luna; era tranquila, amable, y hacía las mejores galletas del mundo. Pero a ella le gustaba leer y pintar, y a Harry no tanto. Sólo para no decirse que no lo intentó, se tomó toda una tarde para pintar con ella, cada uno en su propio lienzo.
El retrato de Luna era precioso. Lo suyo, bueno, uno podría decir que era una obra de arte conceptual abstracto vanguardista, si inclinaba la cabeza, entrecerraba los ojos, y tenía miopía.
Le siguió Neville. Ya sabía que Neville tenía una fascinación por las plantas, y aunque no tenía tantas quejas por haberse pasado una tarde trasplantado flores de macetas al jardín de su abuela, como por el día en el salón de té con Ginny y sus amigas, no era su modo ideal de pasar el verano. Las flores estaban bien, era el humor de la señora Longbottom lo escalofriante. Neville, por supuesto, lo entendió.
Podía visitar a su padrino, pero no quería continuar haciendo de mal tercio. Por mucho que él le dijese que le encantaba tenerlo en su casa, Harry sabía que apreciaba el tiempo a solas con su novio Remus.
Cuando cayó en cuenta de esto, y de que sin importar qué tan geniales intentasen ser sus padres, no podía salir con ellos lo que quedaba de verano, se pasó un par de horas en su cama, mirando el techo, y preguntándose por qué tenía tan pocos amigos.
Moriría de aburrimiento si soportaba un día más así. En vista de su situación, decidió buscar en internet algo con lo que distraerse para pasar el tiempo más rápido.
Y encontró Hogwarts online, un juego de rol ambientado en un mundo mágico, con magos que usaban varitas, un castillo, pueblos antiguos, y un villano gris sin nariz con una serpiente que hipnotizaba personas. Era más divertido de lo que sonaba, y muy adictivo. En una sola noche, su personaje tenía el nivel diez y estaba listo para pasar al siguiente pueblo.
Luego se apareció SilverDragon y casi lo mató. Terminaron discutiendo por el chat. A Harry le pareció un completo idiota, hasta que comenzó a oír que regañaba a una chica que decía ser su mejor amiga, por entrar al cuarto por la ventana. Se escuchaba tan histérico y horrorizado que sólo pudo echarse a reír.
Se encontraron algunas veces más en diferentes puntos. Después uno de ellos dijo "nos iría mejor si hacemos esta misión juntos, el enemigo es muy fuerte". Al día siguiente, el otro le informó que un boss era demasiado rápido para él solo. Y se acostumbraron a jugar juntos.
Ron, a quien le importaba más que hubiese dejado de lado pretensiones con su hermanita que el hecho de que fuese o no gay, lo molestaba con su nuevo compañero de videojuegos siempre que se daba la ocasión.
Como ese día.
—¡Ron! —Harry suspiró, reclinándose en el respaldar del asiento—. ¿No deberías estar viendo cuánto tiempo puedes besar a Hermione hasta quedarte sin aire, o algo como eso…?
Ron le respondió con un almohazado en la cabeza que casi lo derribó.
Él sólo rodó los ojos.
—Parejitas…
—Son lo peor —SilverDragon lo escuchaba desde los audífonos. Resopló cuando Harry lo hizo—. Pansy ahora decidió salir con mi mejor amigo y parece que se olvidó de mi existencia. Luego volverá llorando y tendré que ir a golpearlo a él, porque sea lo que sea que pase, seguro lo hace él.
—¿Extrañas que ella te acose?
En la pantalla, dos magos intentaban capturar a un dragón con cadenas encantadas. Era un poco complicado, porque tenían que volar, hechizar y evitar ser comidos al mismo tiempo.
Junto a él, Ron le dirigió una mirada confundida.
—Es que no tengo con quién salir, es todo. Qué importa, habrán terminado antes de que acabe el verano…
—No seas tan optimista, Silver- oye, ¡vas a hacer que me mate!
—¡Aprende a volar, Scar! Ahí está, casi lo tengo- agh. Bueno, ya sabes, los amores de verano sólo duran eso: el verano.
—¡Silver, dejaste que quemara la parte de atrás de mi escoba!
—¡No sabía que tenía que cuidar del pequeño Scar cada segundo de juego! No seas llorón, usa magia.
—Pero mi energía-
—El dragón te va a quemar.
—¡Silver!
—¡Ya voy!
—No, ¡que te va a quemar a ti!
—…mierda. ¡Debiste avisar antes!
—¡No seas llorón! —Harry le replicó, satisfecho por devolverle sus palabras—. Te atrapé, ¿no? Escoba reparada y los dos andan volando…¿y ahora qué hacemos con el dragón?
—A ver, acércate un poco más…
—Eh- ¿Harry? —murmuró Ron. Harry le chisteó. Al darse cuenta de que pudo ser un poco grosero, le pidió un momento con un gesto; no podía distraerse con un dragón al frente, era cuestión de lógica.
Saltó cuando el dragón quedó bajo las cadenas y descendió, ambos personajes ocupándose de sujetarlo bien y sin dañarlo. Se suponía que luego lo regresarían con el resto de los dragones.
Misión completada. Recompensas: …
Harry se sacó uno de los audífonos y se relajó en el asiento al ver que la lista de recompensas de los dos personajes aparecía en pantalla, con el menú del inventario y lo que se iba sumando a cada uno. Sólo restaba una lucha, la peor de todas.
La pelea por el mejor armamento.
—Mío, mío —SilverDragon elegía deprisa, aprovechándose de su despiste—, mío. Tuyo. Mío…
—¡Déjame una de las garras!
—Hay dos, agarra la otra. ¿Sabes qué se hace con esas escamas?
—No, ¿tú sí?
—No, pero las voy a guardar por si- ah. Inventario lleno. Estúpido límite —Un suspiro—. Bueno, las voy a poner en tu inventario. No las tires.
—No llenes mi inventario de basura.
—¡Te digo que no las tires! Conseguiré una armadura o algo, voy a revisar el foro después…
—Sí, sí…
—Harry —Ron se inclinó por uno de los costados de su silla, con una expresión concentrada—, ¿sus personajes están casados?
Cuando Harry dejó escapar un "¿qué?", él señaló al estatus en el medio de la pantalla, sobre un inventario aparte que compartían. Asintió, distraído, y siguió dividiendo la recompensa.
—Había una misión complicada —Rodó los ojos y le aclaró, al percatarse de que Ron no dejaría de mirarlo como si hubiese enloquecido— y teníamos que reunir cierta cantidad de dinero, a los personajes que comparten inventario les cobraban una sola vez y se dividían un botín más grande. Hay unos eventos muy interesantes los fines de semana para los personajes con ese estatus, mucha gente lo hace. No es para nada raro, deja de mirarme así, Ron.
—No creo que sea raro —Le contestó él, con una cara y tono que decían justo lo contrario.
—No entiendes de estas cosas…
—Scar, Scar, Scaaaaaar —llamó la voz de su compañero del juego. Harry se rio cuando lo escuchó alargar el tonto apodo—, me tengo que ir. Lecciones de piano, bla, bla, bla. ¿Mañana a la misma hora?
—Por la noche mejor, mamá quiere que visite a mis tíos —Harry ahogó un quejido y lo oyó soltar un resoplido de risa.
—Suena a noche de desvelo, bien. ¡No tires las escamas de dragón!
SilverDragon se ha desconectado.
Harry se aseguró de pasar las dichosas escamas al inventario compartido.
Scarlet_Lion se ha desconectado.
Abandonó el control sobre su mesa y se estiró en el asiento, echando un vistazo a Ron, que se había acomodado sobre el reposabrazos. Parecía pensativo.
—¿Y…—comenzó, dubitativo, y lo codeó— cuándo nos vas a presentar a tu novio?
—¿Qué novio? —masculló Harry. Su mejor amigo apuntó a la pantalla que mostraba el menú de inicio de Hogwarts online. Él bufó—. Silver no es mi novio, Ron, no exageres. Ni siquiera lo conozco.
—Acaban de pelear como un matrimonio. Siento que oía a mis padres hablando del garaje. Tú serías mamá, por cierto.
No veía cómo aquello podía mejorar esa perspectiva.
—Silver es- no sé, un amigo para jugar eso y ya. A veces me cuenta cosas, como lo de su amiga que entra por la ventana, o su tía loca que rompió unas copas cuando estaba de visita…—Se encogió de hombros frente a su mirada inquisitiva—. Yo también le cuento cosas a veces, no es para tanto. Ni sé su nombre, Ron, sólo jugamos.
—¿Lo has visto? —Ron señaló la cámara encima de su televisor, que podía conectarse a la consola. Él negó.
—Solemos estar muy ocupados para activarlas…
De pronto, Ron se empezó a reír.
—¡A lo mejor tiene como cuarenta años y está calvo!
—No creo que-
—¿Cómo lo sabes, si no lo has visto?
—Tiene linda voz.
Ron arqueó las cejas. Harry apretó los labios y apartó la mirada; bien, no era su mejor argumento. Pero sí tenía linda voz, y a él no le importaba cómo fuese, porque sólo jugaban, nada más.
—Bueno…—Ron se puso de pie, con ánimo renovado—. En realidad, venía a invitarte a…
—0—
Harry contuvo un bostezo. Faltaban dos peleas para alcanzar al boss de las mazmorras, una especie de trol con el cabello grasoso y túnica negra, que lanzaba líquido hirviente de sus calderos. Qué cosas tan raras se imaginaban los creadores de juegos.
—¿Tienes hora? No sé a dónde puse mi teléfono…
No creía que lo hubiese cargado siquiera. En cuanto llegó a casa, cenó con sus padres como un buen chico, y apenas lo perdieron de vista, corrió hacia su cuarto. Le dejó dos mensajes a SilverDragon y se puso a vagar en lo que él llegaba; su familia comía más o menos a la misma hora, según los cálculos de ambos, pero alargaban más la sobremesa, y su compañero tenía que quedarse a oír parte de la plática de sus padres.
—Casi las cinco —Le respondió una voz un poco cansada, aunque el personaje en la pantalla seguía moviéndose como si fuese mediodía.
—Vaya.
Le escuchó soltar un vago sonido afirmativo.
—Creo que vamos a llegar al amanecer si buscamos al jefe. Dime si aguantas; si te vuelves a dormir a mitad de una misión, me divorcio.
Harry se rio y se reacomodó en la silla, más alerta. Tenía que admitir que sería un poco fastidioso perder a un compañero tan bueno, cuando ya estaba acostumbrado a ese modo de juego.
—Sí aguanto, lo juro- sólo tenemos que hacer una pausa y deja que vaya por otro refresco. O un red bull. Debí pedirle a mi padrino unas latas de red bull antes de hacer esto…
—Tu madre no te deja beber red bull desde lo de la otra vez, ¿no?
Harry formó pucheros, pese a que no podía verlo, y se lamentó de no haber conectado las estúpidas cámaras por primera vez. Sí, en una ocasión, se bebió algunas latas para pasar la noche, y luego estaba tan hiperactivo que nadie lo pudo contener; Sirius tuvo que salir a correr con él para que gastase energía, y de repente, se desplomó.
Se lo había contado porque la razón del desvelo, de nuevo, era el juego y su compañero. SilverDragon se rio durante un rato de su anécdota.
—¡Uno más, Scar! ¡Despiértate!
—¡Te digo que estoy despierto!
—No te duermas ahí, no, no, espera-
—¡Te estoy diciendo que…!
—¡No es contigo! —replicó Silver, haciéndolo fruncir el ceño y preguntarse con quién más hablaría. Resopló—. Michael acaba de dormirse sobre una de mis piernas, perfecto, hablando de comodidad…
Harry se rio. Michael era su mascota y siempre se quejaba de que se atravesaba, se recostaba en sus piernas, u ocupaba su asiento para jugar cuando él estaba por comenzar.
—¡Viene el jefe!
—¡Haz la pausa ahora!
SilverDragon ha puesto pausa al juego.
Ambos suspiraron.
—Voy por un refresco.
—Intentaré quitarme a Michael de encima.
Harry se levantó y salió del cuarto de puntillas, mirando alrededor. Se sentía como un agente secreto en medio de una misión al acercarse a la cocina. Abrió el refrigerador, sacó un refresco, rebuscó en la alacena hasta dar con el tarro de galletas, se llevó un par, y regresó tan rápido y sigiloso como podía a su habitación, cargado de provisiones. A mitad de camino, se golpeó el dedo meñique con la esquina de un mueble, y soltó en silencio maldiciones que habrían preocupado a su madre.
Aún seguía resentido cuando volvió a sentarse frente a la consola y se colocó los audífonos. SilverDragon continuaba peleando con Michael, al parecer.
—¿No se mueve?
—Jamás se mueve, ni se despierta.
—¿No puedes colocarlo a un lado, con cuidado?
—Claro, pero es que cuando se ve así, da lástima moverlo…
Rodó los ojos.
—Debe ser un lindo perro.
—No es un perro —Él se rio.
—¿Gato? —preguntó Harry, mientras devoraba unas galletas que no sabía si considerar desayuno, cena, o bocadillo.
—No, no.
Harry adoptó una expresión pensativa.
—Me rindo. ¿Qué se supone que es Michael?
—La criatura más linda de este mundo.
Lo sopesó un momento.
—No, no tengo idea.
—Te lo muestro cuando hayamos terminado, si quieres —decidió su compañero, resignado—. ¿Listo para el jefe?
—Sí, vamos a acabar para que pueda dormir un rato y fingir que no me desvelé frente a mi mamá.
SilverDragon ha reanudado la partida.
Alrededor de diez minutos más tarde, los dos suspiraban, agotados de mover los pulgares tan deprisa sobre los controles, y victoriosos. Dejó que echase todo al inventario compartido; ninguno tenía ganas de enfrentarse por el botín hasta después de unas horas de descanso merecido.
—Espera, voy a poner- activar esta cosa- si no amas a Michael, no sé por qué hablo contigo.
Harry negó con una pequeña sonrisa y esperó a que el cuadro negro recién aparecido en su pantalla tomase una verdadera imagen. No se esperaba un par de manos que sostenían a un animalito blanco, dormido, ajeno a todo.
—¿Eso es un…un hurón?
—Ni se te ocurra decir algo feo de Michael.
—Supongo que está bien, es tan extraño como tú…
Se estiró para beber de su refresco, justo cuando la imagen cambió. Su compañero bajó al animalito de regreso a su regazo y apareció, frunciéndole el ceño. Harry se atragantó y empezó a toser.
Que sonriese, burlón, no ayudó.
—¿Te acaba de deslumbrar tanta belleza?
—Eres más lindo de lo que esperaba —Después de admitirlo, Harry se dio cuenta de cómo sonó y comenzó a enrojecer—. Digo-
—Sí, sí, ya lo sé. Gracias igual, supongo. Eres el único extraño que nunca he visto del que aceptaré un cumplido. Ahora que viste a mi pequeño, deja que apague esto…
Harry lo observó, embelesado hasta el último segundo. Lamentó no haber inventado una excusa para que tuviese la cámara encendida un momento más.
—¿Por qué tienes un hurón mascota? —Se le ocurrió preguntar. Lo escuchó reírse y pudo imaginarse a ese chico que acababa de ver a la perfección.
Era terrible, para Harry, que no sólo tuviese linda voz.
—¿En serio quieres hablar de por qué tengo un hurón mascota, a esta hora?
—¿Por qué no?
Ya estaba resignado a que no dormiría demasiado.
—0—
Harry estaba tendido en su cama, mirando el techo y sufriendo de conflictos existenciales.
Ginny, que andaba de visita y era ignorada con maestría, se inclinó por uno de sus costados. Su cabello suelto le cayó en la cara y lo hizo quejarse por las cosquillas.
—¿Qué te pasa?
SilverDragon no se iba a conectar ese día, porque era arrastrado por Pansy a una "tarde de compras". Pero ese no era su problema, sino el hecho de que la cámara hubiese estado encendida dos veces más, una en que decidió mostrarle a Michael despierto y actuando como un mimado, y otra para enseñarle un truco que el hurón había aprendido. Lucía muy feliz al compartirlo con él y Harry se olvidaba hasta de respirar con normalidad.
Suspiró.
—Hay un chico lindo que me parece que es lindo, es mucho más lindo de lo que esperaba, y ahora cada vez que hablo con él, no puedo dejar de pensar en lo lindo que es…
Ella adoptó una expresión pensativa.
—De eso, puedo concluir que es lindo.
—Muy lindo —Harry asintió, sin comprender su punto. Luego se lo pensó mejor—. No debería hablar de esto contigo, ¿cierto?
Ginny se encogió de hombros.
—Que a mi ex le guste que se lo metan más que meterlo, es un tema superado para mí, cariño.
—A mí no- nunca me han- ¡no me refería a eso!
Ella se echó a reír, frente a un horrorizado Harry, que tomó su almohada y hundió el rostro en esta. Cuando continuó, su voz sonó amortiguada por la tela.
—A veces no sé por qué salí contigo.
—Porque soy muy linda, inteligente y agradable, y si te gustasen las chicas en verdad, todavía me querrías —Ginny volvió a encogerse de hombros cuando él se destapó el rostro y la observó de reojo—. Tranquilo —Le palmeó el brazo—, puedes decirme, estoy aquí para escuchar, para eso somos amigos, tonto. ¿Qué piensas hacer?
Él boqueó, con una expresión de absoluta incomprensión.
—¡Con el chico lindo, Harry! ¿Qué piensas hacer con él?
—¿Se supone que debería hacer algo?
—Eres adorable. Pero tan torpe —Ella le sujetó las mejillas y tiró de ambas, arrancándole un quejido. Después se puso de pie, confiada, y señaló la puerta—. Nos vamos.
Harry meneó la cabeza, ella asintió. Llevaron a cabo una discusión en base a gestos, que terminó cuando Ginny sujetó su brazo y lo sacó de la cama entre jalones.
—¿A dónde vamos?
—Toda conquista debería comenzar por conseguir algo que haga que la atención del chico se fije en ti…
—¿Quién dijo algo sobre conquistar? —Harry se sacudió para zafarse de su agarre, a medio camino de la puerta.
—¡Conquistar, seducir, comenzar una relación, follar! No sé qué quieres, luego me puedes dar los detalles si son necesarios para elegir lo que-
—¡Ginny, ya suenas como tu hermano! Les digo que ni siquiera lo conozco. Lo he visto un par de veces, y sí, es lindo, y me gusta hablar con él, y quisiera que siguiéramos hablando fuera del juego, pero…
—Harry —Ella le colocó ambas manos sobre los hombros—, confía en mí. Tendrás todo eso si haces lo que te digo.
Negó.
—No voy a ningún lado contigo, Ginny, no es- no es que me guste ni nada, sólo me agrada y ya…
—0—
Harry estaba seguro de haberse negado, no de cómo llegó allí. Puede que el agarre de Ginny en su brazo tuviese mucho que ver con ese último punto; suponía que una chica no sobrevivía en una casa con tantos hermanos mayores sin un tipo de fuerza sobrehumana para arrastrar a alguien a donde ella quería ir.
Él no consideraba que tuviese fobia social, ni nada semejante, pero no le gustaban los centros comerciales. El cine, los restaurantes, eran aceptables. Los centros comerciales la parecían un caos de pasillos y tiendas, con cosas que se podían comprar en otro lugar, y montones de personas hipócritas con sus mejores ropas y los teléfonos en las manos. Hasta un concierto le resultaba más cómodo que un centro comercial, y lo decía por experiencia; había ido a varios con sus amigos, incluida Ginny.
—No entiendo qué hacemos aquí —musitó Harry. No valía la pena pelear con alguien que lo llevaba como si no tuviese peso alguno.
Ginny ni siquiera le echó un vistazo por encima del hombro, atenta sólo a su trayecto y el destino que los aguardaba.
—Siendo realistas, eres muy lindo, pero lo serías más si te arreglaras un poco. Algo de ropa nueva, bien elegida, no le hace daño a nadie.
—¿Con qué piensas pagar?
Ella le mostró la tarjeta en su otra mano.
—Tu mamá dijo que tu papá te dio una cantidad de dinero al comienzo de las vacaciones y no has gastado ni una cuarta parte.
Bueno, no había salido mucho.
—Lo reservaba para emergencias.
—Esta es una emergencia —contestó Ginny, en tono de obviedad. Harry se resignó a que no saldría de ahí sin un par de prendas.
Ginny lo ayudó a recordar por qué odiaba comprar ropa. Ver las prendas, probarlas, pararse frente al espejo, luego pararse frente a Ginny, ser girado por Ginny, ser observado por todo el público femenino presente en la tienda. No era un ciclo agradable. En determinado punto, una señora mayor opinó sobre lo lindos que se veían. Ella le dijo que no se metiera en sus asuntos y Harry tuvo que disculparse en su lugar.
—Fuiste grosera —reprendió, a la salida de la tienda. Ginny acababa de comprar helados con su tarjeta y le pasó uno.
—Me molesta que las personas asuman que si un chico y una chica andan por ahí, son pareja —Cuando Harry arqueó las cejas, ella se encogió de hombros—. No te lo tomes a mal, no me importa que piensen que soy tu novia o algo así, pero tú me dijiste que te gustan los chicos, y es injusto para ti que no seas tomado en cuenta en esos casos, como lo es para todos los demás que…tú entiendes. Me refiero a que es irritante. Y muy tonto. No tiene por qué asumir nada.
Estaba por contestar, indeciso entre si sentirse defendido de algún modo o regañarla, cuando otra voz lo interrumpió.
—…Pansy, me has hablado de temas que no me interesaban para nada, pero darme una descripción detallada de lo que puede hacer Blas con la lengua, no es algo que necesite dentro de mi cabeza. Podrás ser mi mejor amiga, pero vamos a trazar un límite en cuanto a lo que puedes o no contarme. Yo no te hablo de ciertas cosas, así que, por favor, no me hables de eso, en serio…
—Yo oiría cualquier cosa que quieras contarme, Draco. Para eso son los amigos…
—Iugh, no. No pienso hablarte de lo que-
Harry giró el rostro y lo miró, boquiabierto. No reaccionó para evitar que chocasen.
Cuando se dio cuenta de lo que pasaba, la bola de helado de su barquilla se había caído sobre los zapatos blancos del chico rubio frente a él. Silver le dirigió tal mirada que podría haber huido, si Ginny no lo tuviese agarrado del brazo.
—Perfecto, ahí quedaron mis zapatos nuevos. ¿Qué piensas hacer al respecto?
—A la cuenta de tres, huimos —ordenó Ginny, en un susurro. Al instante, saltándose dos números, grito:—. ¡Tres! —Y ambos salieron corriendo de ahí.
—¡Oye! ¡Tienes que pagar por esto!
Cinco minutos más tarde, en un baño de hombres, Ginny cerraba la puerta y Harry se deslizaba por la pared, hasta sentarse en el suelo. La observó de reojo.
—Creo que no deberías estar aquí.
—A veces entro cuando hay mucha fila en el otro —Ginny le restó importancia con un gesto, murmurando algo sobre que ellos se ponían nerviosos cuando se colaba dentro—. ¿Viste a ese idiota? Se notaba que estaba furioso- bueno, tú tuviste la culpa en realidad, pero por un momento, pensé que iba a-
—Ginny —Harry suspiró. Ella calló y lo miró con cautela—, era él.
—Oh.
—Sí. Oh.
Ginny adoptó una expresión pensativa durante varios segundos.
—Te gustan los tipos difíciles, ¿no?
Harry no creía que fuese particularmente difícil, sólo lo había hecho enojar. Supuso que tendría que disculparse.
Seguro lo entendería.
—0—
Misión completada. Recompensa: …
—Estoy cansadísimo —confesó SilverDragon—, Pansy me tuvo de un lado a otro…
Harry se enderezó en el asiento al captar su oportunidad y carraspeó. Frente a él, los menús de personajes e inventarios se desplegaban; le dejó repartir el botín.
—Sí, sobre eso…quería preguntarte algo.
—Me faltan escamas para la armadura que te dije que haría, pero si se te ocurrió tirarlas-
—Están en el inventario compartido —Harry rodó los ojos, sin darse cuenta de que se le dibujaba una sonrisita—, y no tiene nada que ver con el juego. O sí. Un poco. Más bien, tiene mucho que ver contigo.
Hubo un instante de silencio.
—¿Qué cosa?
Ambos regresaban al menú principal. Harry se demoró en hacerse una idea de cómo preguntarlo; decidió ser directo.
—¿Te llamas Draco?
Más silencio.
—No sé de qué hablas. ¿Qué clase de nombre es "Draco"? —soltó un bufido de risa.
—¿No fuiste a un centro comercial de Londres hoy?
Otro par de segundos de silencio.
—Así que el acosador resultaste ser tú entonces…
—¡No, no! ¡No es eso! —juró Harry, soltando el control para acercarse a la consola. Acomodó la cámara sobre el televisor y la encendió, rogando porque se pusiese en funcionamiento antes de que él se desconectara—. De verdad no es que- lo que pasó fue que yo te-
Su propia imagen apareció en una esquina de la pantalla, mientras se ajustaba. Harry boqueó al sentirse expuesto y agradeció que la cámara no captase rubores. Esperaba que no lo hiciese, al menos.
—Ah —Le escuchó decir, tras un instante—, eres el idiota del helado en mis zapatos nuevos.
Aquello, por muy absurdo que fuese, lo ayudó a reaccionar.
—De verdad lo siento, Silver, no estaba pendiente del camino y- y cuando te reconocí, fue como un poco- ya sabes, shockeante.
Cuando oyó un débil "hm", casi podía imaginarlo pasándose una mano por el cabello, mientras lo sopesaba.
—Oh, está bien —Lo aceptó, sacándole una sonrisa a Harry—. Esa cara de tonto no se puede fingir. Por un momento, creí que acababas de tener un flechazo conmigo y esa amiga tuya te intentaba evitar el pánico —Se rio. Harry intentó seguirle la corriente, sin éxito.
—Sí, bueno- uhm. En serio lo siento. Si quieres que…
—Scar, no importa —murmuró. Harry vaciló cuando suavizó su tono de voz. Le gustaba que lo hiciese, que comenzase a hablarle así; por la manera en que lo oyó dirigirse a su mejor amiga en el centro comercial, quería creer que era algo que lo hacía un poco especial—. Me iba a quejar contigo precisamente sobre ese imbécil, pero bueno. Ya mis zapatos están como antes, y al menos así sé a quién cobrarle.
Harry resopló.
—Te pagaré por-
—Sí, sí. ¿Sabes qué me gustaría como disculpa por mis zapatos? Que hiciéramos aquella misión que te negaste a…
Después de todo, si ignoraba el hecho de que sabía que esa persona linda lo veía, encender la cámara no era tan alarmante.
—0—
SilverDragon ha puesto en pausa el juego.
—Michael, por favor, no ahora- Michael- Mic- oh. No lo puedo evitar, simplemente no puedo. ¿Qué hago con esta cosita linda que se vuelve a dormir encima de mí?
Harry aprovechó la oportunidad para estirarse y beber algo de agua. El menú de pausa ocupaba el centro de la pantalla. En una de las esquinas, Draco acariciaba la cabeza de su hurón mascota, mientras buscaba dónde reacomodarlo para continuar con su misión en el laberinto de rosas en que se suponía que hallarían a una gata sabia con lentes que los pasaría al siguiente nivel.
—¿Ya lo moviste?
—Casi. Quiero que esté cómodo. A veces se duerme en unas posiciones tan raras, y cuando lo cambio de sitio, se queda ahí y no quiero que le duela algo después…
Él rodó los ojos, pese a la pequeña sonrisa que se le dibujó. Draco cuidaba más del hurón que a cualquiera de sus amigos, por lo visto; sólo el día anterior, Pansy había entrado por la ventana de nuevo, quejándose del chico que se encontraba a mitad de una partida, y al darse cuenta de que jugaban con las cámaras encendidas por alguna razón que ninguno podía recordar, se pegó a la cámara de Draco y se puso a saludar a Harry.
En cambio, al hurón lo cargaba como a un bebé para colocarlo sobre una almohadilla, antes de acomodarse de nuevo en el sillón.
—Bueno, ya está.
SilverDragon ha reanudado el juego.
Diez minutos más tarde, Harry presionaba el botón de aceptar para acelerar el monólogo del NPC, y Draco se quejaba de que no leyese nada mientras él sí lo hacía.
—Por eso es que después tengo que explicarte las cosas. Es como esa misión del círculo de Merlín en que me preguntabas qué era el Walpurgis y no sabías cómo resolver el puzzle, y me quitaron una vida por tu culpa…
Draco tenía buena memoria, lamentablemente. Él ya no recordaba ese evento.
—Es que tú eres el cerebro del equipo…
De vuelta en el pueblo, el personaje de SilverDragon hizo ademán de hechizar al suyo. Por suerte, a un programador inteligente se le ocurrió añadir el detalle de que no fuese posible atacar a tu propio equipo, y Harry contuvo la risa.
—Estoy muy feliz de que no tengas una varita real. Ya te imagino intentando matarme o algo así.
—Le encontraría un mejor uso que ese, créeme —Draco resopló y se echó hacia un lado, desapareciendo de la pantalla por un instante. Revisaba su teléfono con el ceño fruncido cuando estuvo de vuelta.
—¿Silver?
Meneó la cabeza y arrojó el teléfono lejos.
—Me acaban de cancelar. Idiota. No tú —Le aclaró, antes de que Harry pudiese protestar, rodando los ojos—. Hablo del otro idiota, con el que iba a salir hoy.
Habló sin pensar, mientras Draco estaba concentrado en revisar las misiones pendientes. El menú se desplegaba y movía frente a él también, con el otro manejándolo.
—¿Era una cita o algo así?
No estaba seguro de si el sonido con que le respondió era afirmativo o negativo. Tampoco de qué expresión puso, que consiguió que Draco se fijase en él.
—Algo sí, supongo. No realmente. Él debió pensar que sí y se asustó, qué importa.
—Es un idiota.
Draco se encogió de hombros.
—Es mi ex.
—¿Por qué ibas a salir con tu ex?
—Porque, aparentemente, también soy idiota en el fondo —Se reclinó en su asiento y negó—. Mi padre es amigo de los suyos, quienes no tienen ni idea de nada, y hace unos días me dio esta charla de "han estado muy distanciados, sabes que su amistad hace bien al negocio familiar, bla, bla, bla, invítalo a alguna parte" y tonterías como esa. Ya me imaginaba que se iba a escapar y me diría que le contase a mis padres que sí salí con él, pero me sobra uno de los boletos que Pansy me obligó a comprar y…uhm, debería decirle a su padre que está mintiendo sobre haber pasado la tarde conmigo y que lo castiguen…
—No suenas para nada rencoroso, eh.
Harry estaba aún más convencido ahora de que el sujeto era un imbécil.
—Nunca dije que no lo fuese. Se lo merece igual.
—Seguro, ¿pero no te van a regañar a ti por no haber salido con él cuando dijiste que lo harías?
—Bueno, quizás mi padre me pregunte, mi madre se preocupe cuando evada darle una respuesta, me fastidie y termine diciéndoles que no me hagan invitar al cine a mi ex, porque qué asco, uno no debería ir a ningún lado con su ex. Será una excelente cena familiar —Draco asintió un par de veces, con falsa solemnidad.
—¿Y si vas solo, en lugar de malgastar el dinero del boleto? —propuso Harry. Draco echó un vistazo a su teléfono—. ¿Se te hizo tarde?
—Quedan unos cuarenta minutos y tardo un rato llegando…—Frunció la nariz y meneó la cabeza—. Si Pansy estuviese libre, pasaría a buscarla y la llevaría, pero ella sí anda en una cita. Mejor me quedo. Te fastidiaré otra hora, más o menos…
No fastidias, pensó.
—¿Y si llevas a alguien más?
Draco observó hacia la esquina de su pantalla, donde debía verlo a él. Se demoró unos segundos en reaccionar.
—¿Te acabas de ofrecer a ir al cine conmigo?
—Tal vez.
—No —Draco se rio y negó—. No te conozco, ¿y si eres un asesino en serie?
—¿Te parece que tengo edad para serlo?
—No sé, ¿no has visto La huérfana? No se supone que ella tuviese edad para serlo tampoco.
Harry miró hacia su escritorio y recordó la existencia de la tarjeta que su padre le había dejado. Ginny no se gastó más que los helados y unos jeans.
—Yo invito las palomitas —Se encogió de hombros—. Y si hago algo raro, sales corriendo.
—No corro muy rápido…
—¿Le tienes que poner un "pero" a todo?
Para su sorpresa, Draco sonrió.
—Lo intento, pero me estoy quedando sin excusas.
—¿Entonces…?
—Tengo un guardaespaldas para eventos importantes —recordó Draco, pensativo—, pero no voy a llevarlo al cine. Bien, como sea. Quiero muchas palomitas, un refresco, y me quejaré si no me compras un chocolate también —Elevó la barbilla, desafiándolo. Harry se rio. Seguro que le alcanzaba para eso.
—Mimado.
—Posible asesino en serie adolescente, ¿vas a ir vestido así?
Harry bajó la mirada a su ropa. No le veía nada de malo.
—Eh…
—No, no —Draco sacudió una mano—. Era una pregunta retórica. Te diré dónde es y te vas a cambiar, pareces vagabundo.
En cuanto le dio la información y se desconectó, Harry entró en pánico. Se percató de lo que había hecho, se puso a caminar por el cuarto, luego se paró frente a su armario sin tener idea de qué se suponía que debía hacer.
Llamó a Ginny.
—¿Harry? ¿Qué pa…?
—¡Ayúdame!
—¿Por qué e…?
—¡Ayúdame, ayúdame, ayúdame…!
—Claro, ¿pero en qué te…?
—Ayuda, ayuda, ayuda, ayuda, ayuda, ayu-
—¡Harry! —exclamó. Harry se calló y notó que ella no sólo le hablaba, sino que había aceptado—. ¿En qué te ayudo?
—0—
Harry se repetía que no era una cita. No podía ser una cita, porque ellos ni siquiera se conocían. Hablar por internet con alguien sobre su familia, sus intereses y su vida, en general, no contaba como "conocer" según el método tradicional. Tirar helado en sus zapatos en la única ocasión en que estuvieron frente a frente tampoco.
Además, no era como si lo hubiese invitado. Casi le pidió ser invitado. Se sentía completamente avergonzado y aún no lo veía. Quizás debería irse. A lo mejor ni aparecía. Draco tenía razón en que no era muy seguro encontrarse con alguien así. Y era Draco. Si ese ex suyo tenía una pizca de cerebro, seguro que se retractaba y decidía salir con él a último momento. Harry debería regresar a casa.
La verdad era que también le daba pena la idea de volver tan rápido. Había corrido por la habitación y hecho tanto ruido, que su madre tocó la puerta para asomarse y preguntarle si estaba bien; cuando le contó que saldría con alguien, en ese estado de agitación, con la ropa por todo el suelo, las puertas del armario abiertas, y el teléfono aún junto a la oreja, debió pensar que tendría una cita. Sólo eso explicaría el por qué de su sonrisa al despedirlo y que su padre no dejase de palmearle la espalda y decirle que si necesitaba más dinero, le mandase un mensaje, que él se ocuparía.
Tal vez podría ir a casa de Ron. Incluso si él estaba con Hermione, podría quedarse con Ginny. O con los gemelos. Volvería a casa en unas horas, sus padres harían preguntas, fingiría estar cansado, y nada ocurriría. Estaba convencido de que Draco le explicaría que se le presentó algo por lo que no pudo ir, la siguiente vez que se conectase, o que sí fue con el idiota al final. Eso último seguramente. ¿Quién no querría salir a cualquier parte con él?
Harry no se había dado cuenta de que miraba sus zapatos y el suelo desde que llegó. Un carraspeo lo hizo levantar la cabeza.
Se le olvidó que poseía una interesante capacidad para articular palabras.
—Después de desconectarme, me di cuenta de que no te pedí tu número de teléfono, y sería un poco difícil encontrarte. Pero tu cabello lo hizo bastante fácil.
Harry boqueó. Draco arqueó una ceja.
Él no llevaba esa ropa cuando estaban jugando, ¿o sí? ¿No se habría dado cuenta?
¿Por qué esos malditos pantalones le quedaban tan bien? ¿Eso era posible?
Debió escuchar a Ginny cuando le hablaba sobre comprar más ropa. ¿Por qué nunca la escuchaba?
—¿Scar? —Draco ladeó la cabeza, mirándolo con cautela.
Reaccionó.
—No me llames así —Harry se quejó en voz baja, ignorando el ardor en su propio rostro. Draco sonrió.
—No es mi culpa que alguien se haya puesto un usuario de mujer…
—¡No fue de mujer y ya hemos hablado de esto mil veces!
Harry seguía protestando cuando se dirigieron hacia el cine y Draco apuntó la fila para las palomitas.
—¿En serio tengo que hacer esa fila?
—Tú te ofreciste, ¿no?
De cierto modo, era un alivio que Draco fuese el mismo idiota dentro y fuera del juego, por muy lindo que resultase. Aquello lo ayudaba a concentrarse en algo diferente a la forma en que la luz de los carteles se reflejaba en su cabello, o ese jodido pantalón. No tendría que mirar hacia abajo. No debería mirar hacia abajo. ¡Harry, no!
Quizás tendría que haberle mencionado en alguna ocasión que muy posiblemente fuese gay. Aunque eso no era una cita. Pero podría haber sido diferente si se lo hubiese comentado.
—Espero que no estés pensando tanto en qué comprar —Draco se inclinó para hablarle sin llamar la atención—. Aunque si te pones así con cada decisión, ya sé por qué casi nos matan varias veces…
Harry se indignó. Sus conflictos de preferencias eran una cosa, sus habilidades de juego otra muy diferente.
—¡Pero si eres tú el que arma planes que tardan mil años para unas simples brujas!
Era probable que alguien los observase, pero Draco sólo le ponía atención a él, tenía una mirada divertida, y no le importaban lo demás.
—Eran más de veinte brujas y nosotros sólo dos.
—Teníamos mejor armamento.
—Pero no mejores habilidades.
—Yo sí.
—Claro, por eso fue que…
Cuando alcanzaron el mostrador, Harry se detuvo para pedir lo que querían. Draco se recargó en el borde y se inclinó sobre el cristal, con ojos brillantes, a seleccionar el chocolate que quería.
—Quiero ese. Y ese —Apuntó uno, luego al otro, y observó a Harry, con una expresión suplicante. Sino fuese porque sabía que le recordaría que él dijo que invitaría, le diría que se los comprase a sí mismo.
—No puedes tener dos, Draco.
—¿Por qué no?
Buen punto, ¿por qué no? Harry pidió los dos y se encogió de hombros bajo la mirada divertida de la vendedora.
—Dime que no eres de los que se pone hiperactivo con el dulce…
—Un poco, creo. Pero poco —Le juró Draco, atrapando ambas barras y alejándolas de su alcance en cuanto le fueron entregadas.
Cuando recogió las palomitas, la chica detrás del mostrador le sonrió.
—¿Están aquí por una cita?
Lo primero que pensó fue que no era muy discreta, lo segundo que Draco podría oír. Se rio.
—Sí —contestó Harry, porque en verdad daba igual lo que pudiese pensar una desconocida, y no lo consideró lo suficiente. Ella buscó debajo del mostrador y puso otra barra en su bandeja.
—Yo invito, se ven lindos juntos. Suerte, creo que le gustas mucho —Le guiñó y avisó al siguiente cliente que pidiese.
Cuando regresó con Draco, él estaba frente a la cartelera de una película que se estrenaría esa misma semana. Se balanceaba sobre los pies, pero frenó en cuanto lo vio.
—¿Otra? —Sonrió cuando Harry lo dejó tomar la tercera barra—. No era necesario, ¿sabes?
—¿Quién dice que no es para mí?
Draco frunció el ceño, infló un poco las mejillas, y se limitó a observarlo, hasta que la actuación de seriedad de Harry falló.
—Al parecer, la chica que atiende pensó…
Se dirigieron a su sala, y caminaron a tientas en el lugar a media luz, en busca de sus puestos. Cuando se sentaron, Draco tomó una palomita y se la lanzó.
—¿Qué…?
Harry parpadeó cuando el flash de una cámara lo cegó. Draco se había puesto de lado, con la espalda pegada al reposabrazos del asiento, y sostenía el teléfono contra el pecho, entre ambas manos.
—¿Me acabas de tomar una foto?
Draco se rio y se puso a teclear.
—Pansy está preocupada por mí y quería estar segura de que estoy contigo y en dónde estamos.
—¿No estaba en una cita?
—¿Crees que una chica no puede estar en una cita y querer que le cuenten detalles de algo que le interese?
—¿Le interesa que salgas conmigo? —indagó Harry. Draco asintió—. ¿Por qué?
—Qué sé yo, es Pansy. Hace años que dejé de intentar entenderla.
Harry no recordaba haber estado nervioso cuando se empezaron a atenuar las luces. Draco cambió de posición para tener acceso a las palomitas y se inclinó hacia él para hacerle un comentario sobre uno de los comerciales. Él le respondió en el mismo tono bajo. Al poco tiempo, alguien tuvo que decirles que parasen de reír y se dedicaron a robar sorbos de refresco del otro, porque eligieron sabores distintos, y tirarse palomitas que luego buscaban en la oscuridad cuando caían en su ropa, debido a la introducción aburrida.
Cuando la película comenzó a ponerse interesante, Draco jalaba de su brazo en los momentos en que Harry también saltaba, y terminaba por pasarle un puñado de palomitas para que soltase su pobre extremidad tironeada.
No dejaban de hablar cuando salieron.
—La parte del pasillo fue demasiado tensa, daban ganas de gritarle que saliese corriendo de ahí…
—Todos los protagonistas siempre van a lugares donde uno no iría.
—Así funcionan las películas. Pero si yo hiciera una, haría que fuese a donde yo iría, y que ahí le pase lo que sea que vaya a pasar.
—No causaría el mismo efecto, Draco.
—Con la música correcta, todas las escenas causan un efecto. Si te fijas, en realidad no es como si…
En cuanto estuvieron de regreso en el cine, Draco sacó el teléfono y le mostró una notificación de treinta mensajes de un contacto que sólo ponía "Víbora". Más de la mitad eran stickers y los últimos diez sólo eran puntos para hacer relleno en las notificaciones.
—¿Pansy?
Él asintió.
—Quiere asegurarse de que sigo vivo y en una pieza —Alzó un poco el teléfono, se tomó una foto con una expresión de medida exasperación, y la mandó. Observó a Harry de reojo y le hizo un gesto—. Ven.
—No me voy a tomar otra foto para ella, Draco.
—Sí lo vas a hacer.
—No, no lo creo.
—Estoy seguro de que sí.
Harry no tenía idea de cómo terminó haciéndolo, si se había negado. Draco envió la dichosa foto, seguida de una nota de voz diciéndole que se calmase, o la fastidiaría cuando estuviese con su novio la siguiente vez.
Se le ocurrió que, al menos en la imagen, no se veían mal juntos.
—¿Qué quieres hacer ahora?
Apenas Draco guardó el teléfono, refunfuñando acerca de necesitar una nueva mejor amiga, Harry se paró frente a él. Titubeó en cuanto lo dijo. Estaba a punto de arrepentirse, en el momento en que Draco pareció recordar algo y buscó en su billetera una tarjeta colorida, que le mostró.
—¿Qué es…? Oh.
—Sí.
—No-
—Sí.
—¿De dónde la sacaste?
Sirius quería una de esas. Eran las tarjetas recargables de un local que simulaba ser un arcade antiguo, con máquinas viejas restauradas y mejoradas, y algunas más modernas. Su padrino había gritado, lloriqueado, amenazado, gritado un poco más, y al final, se había disculpado con él por no poder conseguirle una. Harry tenía la impresión de que estuvo más deprimido por el tema que él.
—¿Quieres ir o no? —preguntó Draco. Harry asintió enseguida, varias veces—. Bien. Yo invito esta.
—0—
Había algo increíblemente divertido en ver a Draco Malfoy, con su ropa costosa, su perfecto cabello y su expresión más seria, sobre una de las máquinas de simulación con forma de motocicletas. Aún más cuando lucía tan complacido de vencer a su rival de la última media hora, un niño de unos diez años que le dijo que era muy viejo para saber jugar con algo así. Se lo tomó bastante personal.
En cuanto el derrotado rival abandonó la máquina, diciéndole que iban a jugar otro día porque su madre lo llamaba, Draco se acomodó de lado, todavía con una sonrisa victoriosa, a la espera de sus cumplidos. Harry sólo se rio.
—Una racha contra un niño es algo admirable, ¿no?
Podría jurar que probaron todas las máquinas existentes. Utilizó controles sencillos, complejos y extraños, desafió mecanismos de la época de sus padres, ganó, perdió, volvió a ganar y volvió a perder. Se consiguió un panda de otra máquina y pensaba regalárselo a su madre. Draco tuvo que intentar tres veces para ganarse un peluche que le daría a Michael. Él decidió no preguntar si los peluches eran juguetes normales para un hurón.
Quedaban unos veinte minutos para cerrar, y debía ser de noche. Draco se bajó de la máquina, resoplando con falsa indignación, y fingió pasarle por un lado sin mirarlo.
—Creo que nos van a echar de aquí si no salimos pronto —comentó, en voz baja—, y…ya me perdí la cena familiar en que iba a quejarme con mis padres.
—Seguro puedes quejarte con tus padres cualquier otro día —Harry se puso de pie y se sacudió el pantalón. Buscó a su panda y lo mantuvo cerca para no perderlo.
—Sí, claro, pero entonces se me acumulan las quejas y el tiempo de mis padres es muy valioso. Tengo que quejarme en el momento…
Draco decía unas cosas tan extrañas a veces.
—Mimado.
Debía ser la novena vez que lo repetía en lo que iba de tarde. Quizás no era algo que uno debiese decir en el tono en que él lo hacía, ni con una sonrisa. Draco se limitaba a encogerse de hombros.
—Vamos —Draco le hizo un gesto para que caminasen hacia la salida—, te acompaño hasta la parada de autobuses.
—¿Tú no te vas?
—Voy a pedir que me vengan a buscar, los buses me estresan.
No le sorprendía en lo más mínimo.
—Sí, "estresan".
—¿Por qué lo dices así? —Le frunció el ceño.
—Draco, es obvio que eres demasiado…tú, para andar en un bus, y no estás acostumbrado.
—¿Y qué se supone que significa eso?
—No estoy queriendo decir nada malo, sólo- bueno, es la verdad. Eres tan- tú.
Así fue cómo Draco Malfoy se subió al mismo autobús que él. Acababa de arrancar, cuando lo escuchó protestar.
—Odio los buses.
—No conozco a alguien a quien le gusten.
Se pasaron una parada. Harry lo acompañó a una calle cercana a su casa. Draco lo hizo prometer avisarle cuando llegase, y él tuvo que regresar por donde venía, porque su casa quedaba en la dirección opuesta.
Sus padres lo invitaron a unirse a la noche de películas con Remus y Sirius, que luego se convirtió en un "preguntemos a Harry dónde estaba y cómo le fue con la persona misteriosa, sin disimular en lo más mínimo nuestro interés y avergonzándolo tanto como sea posible".
No vio el mensaje de Draco de inmediato. Había añadido otro que decía "toma un recuerdo" e iba con la foto que se tomaron, en que estaban tan cerca que alguien más podría haber pensado que se abrazaban.
—0—
Al día siguiente, por la mañana, hablaron por teléfono un rato y Harry le mencionó lo que su padrino le contó la noche anterior sobre un evento de músicos amateurs que se presentaban en una zona de la ciudad. Bromearon al respecto, y a media tarde, tuvo que asomarse en la habitación de sus padres, con su expresión más inocente.
—Sí, Harry, ve —Su madre se rio—. Con cuidado, no vuelvas tarde, lleva tu teléfono.
Descubrió que Draco tenía unos gustos similares a los suyos en ciertos aspectos. Y que eran justamente lo opuesto en otros.
—0—
Draco se quejaba de que Pansy no lo quería acompañar a ver esa película que a él le interesaba en el día del estreno. A Harry se le ocurrió ofrecerse.
Fueron otra vez al cine.
—0—
El penúltimo sábado de las vacaciones, Harry ni siquiera tocó su consola. Tenía planes de todo el día, que incluían a sus amigos, Sirius y Draco. Este último había accedido a ir con él antes de que supiese que Hermione y Ron querían ir, y su padrino se autoinvitase. Sospechaba que sólo esperaban conocer a la persona con que había salido esos días.
No estaba seguro de si se celebraba algo o no, sólo que había montones de juegos y puestos de comida; eso era lo único que le importaba.
A medida que avanzaban, la expresión de Draco pasaba por diferentes grados de horror, cosa que no creyó que fuese posible. Harry había probado dos de cada plato que se encontró. Él aún no terminaba los suyos.
—He visto a mi Michael comer con más…cuidado.
Harry le sacó la lengua y después lo ignoró.
—¿A dónde se supone que llega toda esa comida? —Draco todavía lucía bastante aturdido. Lo miró de pies a cabeza y se fijó en su torso, como si esperase encontrar una respuesta a través de la ropa. Harry tosió un poco cuando se dio cuenta de que lo veía con tanta atención.
Draco había adquirido el pasatiempo de fastidiarlo con las cosas más absurdas, y no podía perder esa oportunidad. Al notar que Harry experimentaba una de sus pequeñas crisis, le pinchó varias veces el costado con el índice, riéndose de sus exagerados quejidos y de que empezase a ruborizarse, porque probablemente su cabeza se llenaba de ideas que no debería tener.
Bien. Le gustaba Draco. No era su culpa. No entendía cómo podría no gustarle Draco. Cuando Ginny y él terminaron, ambos tenían aquella impresión de que Harry prefería a los chicos, pero no había salido con alguno, porque apenas pasaba de un vago interés o algo de atracción. Draco era un poco diferente, pero en vista de que lo conocía de sólo unos meses y había salido aún menos con él, no se lo tomaba en serio.
Debía ser uno de los crush temporales que tienes con alguien que después es tu amigo, ¿cierto? Se pasaría. Harry quería creer que sí.
No estaba seguro de si Draco era consciente de esto. A veces le daba la impresión de que sí, como cuando hizo una pausa y apuntó un puesto de juegos, en el que debían disparar con armas láser a unos objetivos. Ahí, entrechocó sus hombros y le sonrió.
—Si me ganas, te dejaré elegir a dónde iremos la siguiente vez. Pero si yo gano —Pausó, con la intención de llevar a cabo un sonido y gestos dramáticos que acompañasen sus siguientes palabras—, tú vas a venir conmigo al día de las flores.
El "día de las flores" era, de acuerdo a su definición, esa tarde que dedicaba a los rosales de su casa. Pasaba el tiempo con su madre, y aunque la adoraba, solía morir de aburrimiento tras unas horas. Harry no asimiló más que el hecho de que le iba a presentar a su madre, si lo llevaba.
Entró en pánico y perdió. Draco formaba pucheros.
—Sé que lo puedes hacer mejor que eso…
Aun así, aceptó su victoria, tan feliz como de costumbre.
En otras ocasiones, las acciones de Draco le hacían pensar que no lo sabía. Que además de no ser consciente de ese desastre emocional en que se convertía Harry últimamente, tampoco existía posibilidad alguna de que sucediese algo, en caso de actuar. Por ejemplo, cuando estuvieron reunidos más tarde; Ron y Draco perdieron en piedra-papel-tijeras, así que les tocó ir al puesto de comida y llevar los pedidos para el resto. Al volver, Draco también tenía un papel con un número telefónico, y Ron no paraba de fruncir la nariz y fingir arcadas.
—¡Casi se le tira encima, amigo! ¡Y Malfoy lo notaba y no hacía nada! —Le contaba a Harry—. Jamás había visto a alguien tan descarado como ese chico-
—Tuvo que ser muy descarado para que tú lo notaras.
Ron boqueó y miró a su novia con incredulidad. Hermione se encogió de hombros y comenzó a recordarle el esfuerzo que requirió que se fijase en ella. O que se diese cuenta de que se gustaban, más bien.
Harry observaba el dichoso papelito y se preguntaba si estaba mal desear que ardiese y no pudiese recuperar el número. De acuerdo, tal vez estaba siendo un poco inmaduro. Draco le dirigió una mirada inquisitiva al percatarse de que lo veía con tanta insistencia y él sólo giró el rostro para concentrarse en su comida.
Fuese como fuese, en general, se sentía feliz y cómodo con él. Draco discutía con Sirius como si ambos fuesen niños, compraba demasiados chocolates, seguía quejándose de sus modales, y tomaba más fotos para Pansy. En determinado punto, le puso un sombrero a Harry y tomó una fotografía de ambos mientras él aún estaba desorientado y protestando. Pansy chillaba, feliz, en la nota de voz con que les contestó, hasta que se le ocurrió preguntar por qué no fue invitada.
La verdad era que a ninguno de los dos se le ocurrió decirle. Intercambiaron miradas culpables por un instante. De pronto, se echaron a reír.
—0—
Harry tenía la impresión de que bajo las miradas de Narcissa y Draco Malfoy, incluso el más talentoso jardinero sufriría del ligero temblor de manos del que él padecía.
Narcissa era increíblemente dulce. Le hablaba con suavidad, guiaba sus movimientos con cuidado. Incluso su forma de regañar a Draco por molestarlo era tan tranquila, sin levantar un ápice la voz; por supuesto que la mirada severa que podía darle lo compensaba con creces.
Harry quería agradarle. No creía que pudiese lograrlo pinchándose con las espinas de sus rosas y casi cortando una que no estaba lista por error.
—Está bien, está bien…—decía ella, palmeándole la muñeca—. Draco se ha pinchado miles de veces. Incluso ahora, a veces se pincha —Lo último lo agregó en un tono más confidente, pero él pensó que sólo lo hacía para que no se sintiese mal. Veía a Draco frente a las rosas y dudaba que pudiese cometer cualquier error, al menos en lo que a las flores respectaba.
Draco llevaba ropa un poco más cómoda para pasar la tarde allí, y se había apartado el cabello de la cara. Se aseguraba de que las plantas tuviesen humedad suficiente y retiraba las espinas de las seleccionadas para formar parte del arreglo que su madre pidió. Todo lo realizaba con movimientos lentos, medidos. Harry estaba hipnotizado mirándolo.
Junto a ellos, Narcissa sonrió y carraspeó.
—Voy a traerles un poco de limonada —decidió. Recogió sus artículos, les indicó que terminasen de armar su arreglo de rosas, y se marchó, sin dejar de sonreír.
En cuanto se quedaron solos, Draco continuó eligiendo flores con el máximo cuidado, en silencio. Harry abrió la boca, la cerró, y echó un vistazo alrededor. No estaba seguro de qué hacer.
Se limitó a observarlo. No parecía que a Draco le molestase, aunque debía estar siendo muy obvio. Él siguió trabajando con calma y sin equivocarse. Colocaba rosas en una cesta, que luego acomodaría en un florero de su madre, en el comedor, pero tras un rato, comenzó a armar otro arreglo.
Harry no se esperaba que se lo ofreciese al terminar. Draco se limpió la escasa tierra en sus manos, recogió también, y comprobó de nuevo que a ninguna parte de los rosales le hiciese falta agua. Cuando estuvo claro que acabaron allí, Harry hizo ademán de regresarle el arreglo de rosas, y él sólo meneó la cabeza.
—Esas son tuyas.
Nunca le regalaron rosas. Hasta ese día, aparentemente. Harry estaba tan feliz y tan avergonzado que no sabía qué predominaba dentro de él.
Boqueó por unos segundos. Aunque Draco no le sonrió, lo veía con una expresión casi tierna. Aquello no ayudaba a que se calmase.
—¿Por- por qué?
Draco se encogió de hombros.
—¿Por qué no? Ya estás aquí y nos ayudaste —Frente a su mirada incrédula, resopló—. Nos intentaste ayudar, al menos.
—Me pinché y no pude cortar ninguna.
—No esperaba demasiado de un principiante, las rosas son muy delicadas.
—¿Entonces por qué quisiste que viniera, si no iba a ayudar? —Alcanzó a murmurar, casi escondido detrás de su bonito arreglo floral. No pensaba soltarlo tan pronto. Cuando llegase a su casa, lo pondría en un jarrón, y se lo presumiría a Sirius, Remus, Peter. Le tomaría una foto sólo para que sus amigos lo viesen también. Agregaría un "Draco me lo dio" y seguro tendría una sonrisa tonta entonces, pero no importaba.
Lo escuchó soltar un bufido.
—Tú mismo lo dijiste —Draco le restó importancia con un gesto—. Quise que vinieras.
Draco aguardó un momento, como si supiese que Harry se moría de ganas por decirle algo, lo que fuese. Tal vez una advertencia sobre que comenzaba a gustarle más de lo que debería, y aunque no era nada malo, debía parar aquello, si no iban a ir más lejos. O que se ilusionaba fácil y no siempre entendía las reacciones de otras personas. Sobre todo, que se le daban tan mal las relaciones como cuidar rosas.
No pudo hacerlo. Draco estaba ahí, con su expresión tranquila, con su atención por completo fija en él, con lo lindo que era y en medio de las rosas que le recordaban que le había dado un ramo, provocando que su corazón ignorase que tenía que llevar un ritmo más o menos regular, y se saliese de control.
Al no encontrar las palabras, miró sus labios por un instante, como si pudiese hallar lo que buscaba ahí. Draco no se movió. Se le ocurrió que, con lo atento que era, tendría que haberse dado cuenta; es que le resultaba imposible que no notase que Harry estaba sonrojado, casi abrazado a su arreglo de rosas, observando su boca y muriéndose por besarlo, ya que explicarse no le salía bien.
Entonces, como las palabras continuaban sin llegar, Harry se inclinó y lo besó.
Fue un contacto breve, tentativo. Apenas tocó sus labios, lo probó, y se apartó dos pasos en cuestión de un parpadeo. Era un caos de emociones que avanzaban con la fuerza de una avalancha y un ligero miedo que le decía que no podía salir corriendo de ese sitio, porque ni siquiera encontraba la salida del patio. Luego Draco se relamió los labios y Harry pensó que quería otro beso. Así que lo besó, de nuevo.
No obtuvo ninguna oposición. Ese duró un poco más y Draco reaccionó. Al apartarse, llevó una mano a su cabeza, enredó los dedos en su cabello, y tiró de Harry de vuelta, atrapándolo en un tercer beso más largo.
Se les olvidó que deberían estar haciendo otras cosas. Por suerte, Narcissa optó por esperarlos dentro y no mencionar su demora.
Oh. Puede que él también le gustase a Draco. Sólo un poco.
—0—
Si la tarde en los rosales le dio esta idea de que él podía gustarle a Draco, la última semana de las vacaciones bastó para reafirmarlo. Fue una muy linda semana, en su opinión. Jugaban a horas inusuales y se desvelaban hablando, hasta que alguno se durmiese con el teléfono todavía pegado a la oreja. Draco preparó galletas con Lily y él, demostrándole que la experiencia que tenía con la jardinería le faltaba en la cocina; no importó, porque Harry lo encontró adorable cuando quedó cubierto de harina y formaba pucheros.
Visitó su casa otra vez. Draco tocó varias piezas del órgano de su familia para él, le enseñó la sala de pinturas, y su habitación. La última fue una parada un poco larga. Cuando se topó con Lucius Malfoy, tuvo que esforzarse por adoptar una expresión que no dijese "estuve los últimos diez minutos besando a su hijo en su cuarto, señor, no empeore mis nervios". Tal vez no funcionó. O tal vez fuese que él simplemente no le agradaba al señor Malfoy y punto.
Salieron con Hermione y Ron en una ocasión, a un local de comida rápida donde cada uno dibujaba algo en los papeles que colocaban en la mesa, mientras aguardaban. Se pelearon por los creyones que querían. Hermione, la única que no intentó robarle un creyón a nadie, los observaba con una sonrisita de afectuosa resignación.
También salieron con Pansy. Para ser más precisos, Harry iba a la presentación de una banda con Draco, pero Pansy apareció en su puerta junto a él, sonriendo, como si hubiese sido invitada. Al finalizar la noche, tenía la impresión de haber sido sometido a un examen de su parte. De cualquier modo, pensó que lo había aprobado, porque ella se ofreció a tomarles una foto a la salida del local, y se echó a reír cuando Harry, en un arrebato de impulsividad, sujetó el rostro de Draco y lo besó en el momento justo en que la imagen era capturada.
El último día de las vacaciones no pudieron verse porque ambos estaban ocupados. Draco más que él. Asistía a una de esas instituciones que Sirius habría calificado de "elitistas asquerosas". Por la noche, cuando Harry se tendió sobre su cama, rendido, mantuvo el teléfono junto a la oreja y se rio al comprobar que tenía algo de razón, por lo que Draco le contaba.
—¿Cómo es posible que tengas cuatro uniformes diferentes para cada estación?
—Bueno, es que hay uno para los días normales y uno para los días que tengo educación física. Está el de gala-
—¿El de gala?
—Es que a veces hay eventos —Draco carraspeó—. Está el de gala para eventos dentro del colegio y el de gala para eventos fuera del colegio.
—¿Son muy diferentes?
—Sí, los colores son diferentes en cada estación, y también cambian las prendas de acuerdo al clima.
Como muestra, decidió enviarle fotografías suyas, enseñándole los uniformes, uno a uno. No, a Harry no le parecieron diferentes los de gala.
Eran alrededor de las once cuando su madre se asomó por la puerta y le deseó buenas noches. Harry le respondió con una sonrisa tonta y volvió a su teléfono. Draco se quejaba de que Michael se había dormido sobre su almohada, de nuevo, y le preguntaba a qué hora tenía que despertarse. Harry pensó que no importaría si andaba con un poco de sueño el primer día.
Apenas durmió esa noche. Lo último que recordaba era la voz adormilada de Draco, a través del teléfono, diciéndole que se fuese a dormir. Por una cuestión de orgullo, no lo haría él primero, y ya que Harry no quería ser quien lo hiciese, resultó en que no estaban seguros de en qué momento se rindieron.
—0—
El primer día de clases, se pasaron un rato en la tarde hablando sobre cómo les fue. Harry creyó que todo iba bien.
Luego ya no.
Una semana más tarde, Sirius se lo encontró tendido en su cama, mirando el techo con una expresión de profunda concentración, y sin ninguna respuesta. Entendía que tuviesen más cosas que hacer, pero Draco sencillamente se comportaba raro, más allá de eso.
Además, Pansy le había pedido un favor. Un favor bastante extraño.
Su padrino se sentó a su lado y le acarició la cabeza, igual que a un perro. Harry estaba acostumbrado y solía contentarlo, pero aquel era un tema demasiado serio para dejarse distraer por unos mimos.
—¿Qué haces cuando moony se porta raro, padfoot? —Se le ocurrió preguntarle. Él pareció considerarlo.
—Moony es raro —Se rio. Ya que Harry sólo le dirigió una mirada lastimera, lo sopesó mejor—. Bueno…mira, Remus es un tipo muy maduro y comunicativo, y me dice cuando algo pasa apenas empieza a ocurrir, porque sino, yo no noto nada. Pero no siempre fue así —Le dio una palmadita en el brazo para animarlo—. Cuando tenía más o menos tu edad, Remus a veces entraba en pánico y huía de mí.
Harry tomó asiento, despacio, interesado por esa historia.
—¿Y qué hacías entonces?
Sirius le mostró una sonrisa enorme y empezó a enumerar con los dedos de una mano.
—A ver…un día, fui a su casa y lo llamé desde la ventana cerca de una hora para que me escuchara. Otro día, también fui, pero me llevé a James, y entre los dos, gritamos más fuerte…una vez, hicimos el ridículo con una pancarta; James y Peter la sostenían mientras yo intentaba que Remus no huyese otra vez. Otro día, lo acompañé todo el camino del colegio a su casa, con cara de perrito herido…
Harry no creía que nada de eso le fuese a funcionar. Sin embargo, lo que Pansy le mencionó, quizás sí.
Decidió comentárselo a su padrino, con una breve explicación del contexto. El hombre asintió, más serio de lo que se esperaba.
—Creo que eso demostraría que te interesa, al menos. Y si a él no le importa, es cosa suya.
—0—
Draco lucía estupefacto. Pansy también se veía un poco sorprendida. El mismo Harry estaba impresionado de su valor para continuar ahí.
Era su hora de salida. El flujo de estudiantes en la entrada era constante y Harry no sólo desentonaba por el uniforme diferente, sino que se encogía bajo las miradas que recibió, y aquello no ayudaba en lo más mínimo a su confianza.
En su mensaje, Pansy le había pedido que hablase con Draco. En sus propias palabras, sabía que se comportaba diferente y creía que sólo necesitaba aclarar algunas cosas. Harry confiaba en su intuición de mejor amiga.
—¿Podemos hablar? —Atinó a balbucear.
Draco abrió la boca, la cerró, parpadeó hacia él, y observó a Pansy, como si fuese consciente de que era culpa suya. Luego, de pronto, asintió, aunque la expresión aturdida no lo abandonó.
Dejaron a Pansy atrás, y al colegio, en general, para tener privacidad. Deambularon por ahí largo rato, en silencio. No tenían más clases ese día, había pasado la hora del almuerzo, y era probable que, de todos modos, ninguno supiese qué hacía ahí.
Se detuvieron en un punto cualquiera, donde ya no se sentía observado. Aprovechó la oportunidad para acercarse a Draco y sujetarle el rostro. Debió pesar que lo besaría, porque cerró los ojos. Harry, en cambio, sólo juntó sus frentes y le rozó la nariz con la suya. Draco parpadeó, encontrándose con sus ojos, debido a la cercanía.
—¿Hay algo que quieras decirme?
Se notaba que no esperaba la pregunta. Harry supuso que era la correcta, porque se demoró en considerarlo. Draco le sostuvo las manos y las apartó de sus mejillas, aunque no se alejó demasiado.
—En serio, en serio, disfruté mucho las vacaciones y conocerte, Harry. Pero te dije una vez que esos amores de verano duran sólo el verano. Es una cuestión de lógica, ¿sabes? Me refiero a que- luego estamos ocupados, las interacciones cambian, y seguramente lo mejor es finalizarlo cuando todavía es muy, muy lindo, que…
Bajó el volumen hasta silenciarse a sí mismo. Bien, eso sonaba a que huía de él. Harry ya no se sentía tan sorprendido; al menos estaba preparado para ese tema. Más o menos.
—¿Ahora yo puedo decirte algo? —preguntó Harry. Draco volvió a fijarse en él, claramente sorprendido por su manera de lidiar con eso. Asintió—. Creo que estás poniendo muchos "pero" otra vez dentro de tu cabeza. La última vez que lo hiciste, terminó bien cuando saliste conmigo.
Casi le sonrió. Sacudió la cabeza.
—Sí, pero- —Se mordió el labio inferior cuando Harry le dirigió una mirada divertida. Se rio—. Hay muchos "pero", tienes que reconocerlo.
—Yo también tengo un "pero" —Harry asintió, tomándolo por sorpresa. Draco esperó y él sonrió—. Es un "puede ser un desastre, pero quisiera intentarlo".
Draco luchaba por contener la sonrisa. Asumió que era una señal a su favor.
—Ese es un buen argumento —Fue su turno de asentir, despacio.
Harry tiró de una de sus manos para acercarlo la escasa distancia que se había alejado y lo rodeó con un brazo. Se aseguró de que sus movimientos fuesen lo bastante lentos y cuidadosos para no incomodarlo, y que pudiese alejarse si quería.
—Oh, tengo otros —Sonrió más—. Si sales conmigo, te compraré más chocolates cuando vayamos a algún sitio. Y dejaré que pongas lo que quieras en el inventario de mi personaje. Además, sé hacer galletas y tú no —Se enderezó, como si se tratase de un gran mérito—, y puedo hacerlas cuando estés triste.
—¿Qué tendría que hacer yo a cambio? —Draco le envolvió el cuello con los brazos.
—Lo que haces justo ahora me gusta mucho…—Harry siguió sonriendo tras un ligero beso que le dio—. Eso me gusta más —Le "confesó", en voz baja.
A pesar de que también parecía contento con esa idea, vaciló por un instante.
—No soy bueno para salir con alguien, Harry.
—Yo tampoco —Se encogió de hombros.
Finalmente, Draco se rindió, lo jaló y lo besó como era debido.
—0—
El día viernes, Narcissa Malfoy lo invitó a comer en su casa. Harry intentaba no reírse de la expresión cautelosa de Draco, parado en la salida de su colegio, mirando alrededor, como si esperase contagiarse de algo extraño. Llevaba lo que él decía que era el "uniforme de gala de otoño para eventos dentro de la institución" y más de un estudiante lo observó y murmuró al pasarle por un lado. Aquello sólo causaba que él les frunciese el ceño y los ahuyentase.
Harry sonreía al pararse frente a él. No utilizaba el término "novio", sólo "salían". Se suponía que era similar a un período de prueba.
Le sujetó el rostro para darle un beso y Draco se relajó visiblemente.
—Mi Michael tiene mejores modales que la mitad de los chicos que acabo de ver aquí —Por supuesto que no podía ahorrarse sus quejas. El muy mimado. Antes de que Harry pudiese contestarle, fue él quien se inclinó y capturó sus labios. Le sacó otra sonrisa.
—No todos pueden usar cuatro uniformes en cada estación y ser tú, Draco —Harry entrelazó sus dedos y realizó un gesto amplio con el brazo libre, despidiéndose de sus amigos, que apenas alcanzaban la entrada principal.
—Esa no es excusa —siguió refunfuñando al empezar a caminar. Balanceaba sus manos unidas en el aire; Harry dudaba que fuese consciente de ello—. Y no —decidió agregar, consciente de la pregunta que le haría en unos minutos—, no voy a tomar un autobús, Harry James Potter.
Harry sólo se echó a reír e insistió en llamarlo "mimado". Estaba bien. Le gustaba mucho ese chico mimado.
—0—
SilverDragon ha puesto pausa al juego.
—Se va llamar Michael.
—Draco —Harry respiró profundo. Draco aparecía en una de las esquinas de la pantalla, formando pucheros bastante convincentes. El menú les mostraba a los dos la razón de su nueva disputa—, no se va a llamar Michael.
—Yo me enteré de la misión.
—Yo te dije cómo entrar al mundo de los monstruos.
—Yo te advertí sobre la serpiente.
—Yo maté al guardián.
—Pues yo evité que el guardián te matara a ti.
Tenía un buen punto. Harry observó al hipogrifo recién adquirido. Los gráficos eran increíbles; parecía real.
—No se va a llamar Michael —siguió negando.
Draco soltó un largo sonido de frustración.
—Lo voy a enlazar a mi personaje y se va a llamar Michael.
—No puedes enlazarlo a tu personaje, porque no es un familiar y queda en el inventario compartido.
—No lo pondré en el inventario compartido.
—No entra en el tuyo-
—¡Pero es mío!
—Es nuestro porque estamos casados —recordó Harry, muy serio. Draco estrechó los ojos.
—Entonces quiero el divorcio. Separación de bienes. Yo me quedo con Michael.
—Un hipogrifo no vale un divorcio…
—Es que estás siendo un necio. Se va a llamar Michael —insistió Draco. Harry sacudió la cabeza, conteniendo la risa—. ¡Scar!
El rostro comenzó a arderle enseguida.
—¡Que no me digas así!
—¡Si dejo que le elijas nombre, le vas a poner uno de niña también! —Hizo una pausa, en la que adoptó una expresión pensativa—. Es varón, ¿cierto? ¿Le puedo poner Michael a una niña? —Y se dedicó a examinar las características—. Tal vez Michelle…
—Ni Michael, ni Michelle. Se va a llamar —Harry lo pensó un momento— Buckbeak.
Draco frunció la nariz.
—¿Qué clase de nombre horrendo y sin clase es ese?
—¿Por qué un hipogrifo se llamaría Michael?
—Tal vez porque su dueño —Se apuntó a sí mismo con el control— tiene buen gusto, a pesar de que su esposo —señaló a la pantalla en que veía a Harry— no. Y como es mío, le pongo Michael.
—Draco, no le vamos a poner…
Cinco minutos más tarde, el hipogrifo se llamaba "Mebeak". Draco dijo que era horrible y se rio hasta que su piel empezó a ponerse roja por la falta de aire. Harry sólo sacudía la cabeza.
—Bien. El hipogrifo de nombre horrendo continuará ahí cuando haga falta.
Harry suspiró y se reclinó en el respaldar de su asiento. Echó un rápido vistazo a la hora.
—¿Quieres venir un rato? Haré galletas. Con chispas de chocolate.
Draco se mordió el labio inferior por un instante, luego asintió.
—Supongo que no tienes tan malos gustos. Te gustan las galletas y te gusto yo —Arrojó un beso a la pantalla—. Llego en unos minutos…
SilverDragon se ha desconectado.
Scarlet_Lion se ha desconectado.
