Irreal 2
Narra Anna:
Me despierto sola en la cama, sin Elsa al lado. Últimamente hemos tenido algunos problemas con sus alucinaciones, pero desde que le contamos a mis amigos sobre su enfermedad hace unas semanas, nos han apoyado y ayudado en todo lo que han podido.
Bajo al comedor y veo a mi novia sin camiseta cocinando. La abrazo por detrás y veo que está terminando de adornar un bol de frutas.
- Buenos días cariño. Te iba a llevar el desayuno a la cama ya que no te despertabas. - Se gira y me da un pequeño beso.
- Mmmmh. Me he despertado cuando me he dado cuenta de que estaba sola. -
- ¿Desayunamos? - Con un asentimiento de mi parte, lleva el bol a la mesa y desayunamos entre charlas y risas.
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Me pongo a trabajar en un proyecto nuevo mientras Elsa está viendo la televisión, y cuando me doy cuenta es cerca de la una del mediodía. Oigo un fuerte ruido proveniente del salón, como si algo se hubiera roto, y sin pensarlo voy corriendo.
La televisión está a un volumen bastante alto, hay un par de marcos de fotos en el suelo con cristales rotos alrededor y Elsa está en el centro del comedor de rodillas, con los oídos tapados y los ojos fuertemente cerrados. Voy rápidamente al baño y cojo una jeringa, y cuando vuelvo ella sigue en la misma posición. Oigo cómo gruñe mientras está ahí, en posición fetal, y no sé si debería acercarme o mantener las distancias.
Opto por acercarme con cautela para no asustarla, y al oír que me muevo, levanta la vista furtivamente. Está levemente sonrojada, con los ojos rojos y llorosos, y tiene un semblante furioso y aterrado. Me intento acercar más a ella, pero lo único que consigo es que se levante rápidamente y se aleje lo máximo posible. Es como si no pudiera reconocerme...
- Aléjate de mi. - Un susurro casi inaudible sale de sus labios. Después grita. - ¡No te acerques! -
Me quedo estática ante su reacción. Sus ojos oscilan entre mi cuerpo y el resto del salón, como si hubiera algo más allí. Pareciera que está viendo múltiples ilusiones, y lo que más me preocupa es que la mayoría de miradas furtivas terminan en una pared que hay detrás mío, donde la cortina de la ventana provoca que la luz apenas llegue. Y me aterra porque creo que sé exactamente lo que está viendo allí.
- No te preocupes cariño, soy yo, Anna. - Digo con voz suave. Me acerco un poco más y ella no se mueve,así que doy otro paso.
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Narra Elsa:
Están por todas partes; gritos, susurros en mis oídos, figuras, sombras, gente a quien he herido. Toda la sala está llena. No puedo reaccionar, no puedo hacer más que intentar hacer que se vayan, pero ni siquiera sé cómo. Quiero ir a por las pastillas, pero la sombra me observa desde la pared haciendo que sienta mi cuerpo como si fuera gelatina.
Veo a Mike por el pasillo mientras me saluda alegre; veo una montaña de pájaros, perros, gatos y pequeños reptiles muertos al lado de la escalera; veo al chico de la secundaria lleno de vendas y yesos que apenas se puede mover en el sofá; veo montones de pilas de papeles, cajas y demás papeles y cartones quemados por toda la casa.
Oigo los gritos de mis padres muriendo; mis tutores lamentándose por todo lo que he hecho a lo largo de mi vida; oigo a los niños y profesores rogando que deje de pegar a aquel niño; oigo la voz de Anna aterrada, queriendo huir de mi.
Anna.
Ella es mi puente entre la locura y la cordura. Ese hilo que me mantiene entre ambos, evitando que caiga a un vacío del que no podría salir jamás. Ella mantiene mis pies en el suelo. No es mi norte, es mi brújula entera.
Intento centrarme en ella para disipar las voces e imágenes de mi cabeza, pero me cuesta mucho trabajo el simple hecho de no gritar desesperada para que alguien me ayude.
Veo una figura acercarse a mi, y aunque no distingo bien qué es, parece una silueta humana. Intenta tocarme pero lo evito, y me apoyo en una pared. Se aproxima a mi lentamente y no me muevo, esperando el momento exacto. A medida que se acerca poco a poco, voy distinguiendo facciones, hasta que le veo la boca. Una sonrisa de oreja a oreja, con la boca abierta mostrando una hilera de dientes afilados bañados en sangre que se escurre entre las comisuras. Empujo violentamente a la figura de delante mío, que cae al suelo dejándome el camino libre, e intento subir las escaleras, pero se repone rápidamente, me estira del brazo y siento un pinchazo.
Después de eso todo es negro.
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Narra Anna:
Después de inyectarle el medicamento intravenoso, ella se desmaya y cae al suelo. Cuando voy a coger mi móvil, me doy cuenta de que estoy temblando, y como puedo, llamo.
- Mérida, ven a casa por favor. - Mérida es la mejor amiga de Elsa, y cuando hay algún problema suelo avisarla a ella porque está más familiarizada con estas reacciones.
- ¿Anna? ¿Qué pasa? -
- No estoy segura. -Empiezo a llorar levemente. - Estaba trabajando en algo cuando he oído un ruido. Al venir al comedor... creo que le estaba dando un ataque. -
- Voy para allí y ahora me lo explicas mejor. -
Seguido de eso cuelga.
Pienso en que quizá no se haya tomado la medicación, y al ir a comprobar cuantas pastillas hay, no encuentro el bote por ningún lado, lo que indica que seguramente no le quedan.
Cuando tocan al timbre me sobresalto, ya que aún estoy tensa por la situación, y al abrir veo a Mérida con una bolsa en la mano.
- Hola Anna. - Me da un corto abrazo. - ¿Qué ha pasado? -
- Ven al comedor y te lo explico. ¿Qué traes en la bolsa? -
- Medicamentos de Elsa. Si ha tenido esta reacción es porque no se ha tomado su medicina, así que he pensado que no le quedaría. -
Nos sentamos en el comedor y le explico lo que he visto sin saltarme ningún detalle, incluyendo mis suposiciones sobre la sombra.
Cuando llevamos unos minutos hablando, noto algo removerse en el suelo. Me levanto velozmente, haciendo que la silla casi caiga al suelo, y me arrodillo para ver cómo se encuentra mi novia.
Frunze el ceño a la vez que suelta un quejido, se incorpora levemente y suelta una arcada. Nunca utilizamos esas jeringas porque le sientan muy mal y luego está días enteros vomitando, así que son para casos extremos (como este).
- Anna. - Se agarra la cabeza con una mano. - ¿Me he ido de fiesta o qué? Vaya jaqueca, parece que tenga resaca. - Me río levemente mientras le ayudo a levantarse.
- Casi pero no. - Dice Mérida seria antes que yo. - Has tenido una alucinación brutal, y entre otras cosas has tirado a Anna al suelo. -
Elsa me mira sorprendida y con los ojos muy abiertos.
- La única manera de calmarte que ha tenido ha sido con una inyección, así que prepárate para las náuseas porque esto es sólo el principio. ¿Me puedes explicar qué ha pasado? Lo que hayas visto. -
- Será más fácil si me preguntas qué no ha visto. En el salón estaba viendo todo lo malo que ha hecho durante toda mi vida, y al encargado de supervisarlo, - Esto último lo dice con un desprecio notable. - desde los fuegos hasta el niño.
- ¿Y has oído algo? -
- Gritos y lamentos que me hacen sentirme como una mierda, nada que no haya pasado ya. - Se deja caer cansada sobre una silla y le doy un vaso con agua. Me mira decepcionada, pero no conmigo, sino con ella misma. Le cojo la mano haciéndole ver que está bien y que no la culpo de nada de lo ocurrido.
- ¿Cómo ha pasado esto Elsa? ¿Cómo ha podido llegar a ese nivel? - Mérida intenta comprender la situación, y de momento parece que no le está saliendo muy bien.
- La mente es como una presa. Las pastillas serían las paredes y la enfermedad el agua. Si no pongo una pared y el agua sigue empujando, conforme aumenta la fuerza del agua y disminuye la resistencia de la presa, ésta se acaba derrumbando. Esta mañana no me quedaban pastillas, y he pensado en que luego iría a la farmacia a comprar. No pensaba que fuera tan urgente. -
Mérida se levanta y yo también.
- Bien, pues me voy. Tendréis vuestras cosas de las que hablar y no quiero estar en medio. Te dejo un par de botes de medicinas aquí, y cualquier cosa que necesitéis, llamadme. -
Se despide y se marcha antes de que podamos decir algo.
Elsa me mira con esa mirada decepcionada otra vez, y antes de que pueda decir nada la cojo de las mejillas y la beso intensamente. Enrollo mis piernas alrededor de su cintura para asegurarme de que no se separa, y cuando nos falta aire me separo.
- Sé lo que estás pensando y ni se te ocurra decirlo. - Le digo acusatoriamente.
- Dijimos que si en algún momento te hacía daño lo dejaríamos. Y herirte es lo último que quiero. -
- No me has hecho daño Elsa, estoy perfectamente. Créeme, si mi integridad física peligra, seré la primera en separarme. Pero ahora mismo sólo me harías daño si te alejas de mi. -
- Te quiero muchísimo Anna. Eres lo más importante para mi. - Me besa mientras me sigue aguantando para que no caiga al suelo.
- Yo también te quiero cariño, y por eso voy a estar contigo pase lo que pase, apoyándote y ayudándote. - Nos besamos una vez más, mientras me lleva al sofá para dejarme suavemente.
