Pasaron 4 meses desde que terminó la misión en el Neighborhood, fue un completo éxito para Border. Consiguieron mapear las zonas más cercanas a la Tierra, pudieron conseguir dos nuevos aliados, totalizando la lista en 3 países más, y lo más importante, rescataron a la gran mayoría de los secuestrados de la primera gran invasión hace cuatro años atrás.

Lo más inesperado fue Hyuse, no es que no tenía sospechas sobre él, solo que no pensé que fuera así de importante. El momento que llegamos a Aftokrator, anunciaron que el planeta ya tenía a un nuevo Dios, convirtieron al padre adoptivo de Hyuse en ese Dios.

Él en retaliación formo una alianza con algunos señores importantes y empezaron una guerra civil, de la que Border ahora forma parte para derrocar al gobierno actual. Constantemente estamos teniendo que enviar agentes de apoyo, aun así, la guerra esta difícil y sacrificios tienen que ser hechos.

La chica se preparaba para salir, se peinó, se puso los zapatos y la ropa de colegio. Salió de casa y fue hasta la casa vecina, toco el timbre y espero. El día estaba completamente despejado, había un poco de viento, pero le gustaba así, un equilibrio entre el frío y el calor era su clima favorito.

Su amiga Hana le abrió la puerta —Dame un segundo, creo que me olvidó de algo —dijo mientras corría hasta su pieza.

Observo la casa de su amiga, en estos últimos meses le comenzaba a molestar que no tenga más color, algún día traería un balde de pintura y tiraría por toda la casa, arte abstracto no quedaría mal.

—Y estamos, vámonos —llego Hana guardando un cuaderno en la mochila y después cerró la puerta para salir.

—Debes hacer algo con tu casa, hasta un garabato es mejor que lo de ahora —señalo Katori.

—Hablamos ya de esto, no me molesta que no tenga pintura —respondió Hana, ya era normal que quite a conversación lo de su casa, cuando algo le molestaba a Katori no dudaba en contarlo. Le gusta ese lado de ella, pero puede ser cansador de vez en cuando —. Y si haces lo del balde, yo te tiro uno también.

Se rieron un rato para después quedarse en silencio, solo el sonido de los autos se escuchaba. Tanto tiempo juntas, Hana podía saber lo que pensaba su amiga solo con mirarla.

—Quieres ir? —pregunto Hana.

Hicieron contacto visual, Katori entendió a que se refería y bajo la mirada al suelo —Si... —no podía parar de pensar en eso, por más que cambie la conversación, siempre estaba oculto en el fondo de su mente, esperándola cual mayordomo.

—Vamos, te acompaño —le reaseguro a Yoko con una sonrisa, el colegio es importante para ella, pero su terca amiga aún más.

Levantó la mirada hacia Hana, le devolvió una sonrisa y asintió con la cabeza, siempre podía contar con ella para todo.

Los primeros días ignoraba cuando Hana le sugería la idea, una y otra vez encontraba algo con que distraerse para no tener que responderle, pero después la presión fue creciendo hasta aplastarla, entonces su amiga la encaro. Le dolía verle así a ella, le dijo que no tiene caso huir, que solo se hundiría más si seguía ignorándolo. Así que, agarrándole de la mano, la llevo hasta donde estaba su desdicha, desde ahí empezaron a frecuentar el lugar, cada vez más y más seguido.

Cruzaron la calle, al otro lado se encontraba un enorme edificio blanco, el Hospital de Mikado.

En la entrada del hospital estaba saliendo un grupo de agentes de Border, conformado por Kitora, Kikuchihara y Yoneya.

—Hey —saludo Yoneya alzando la mano—. Felicidades por su ascenso al grupo A, sí que se pusieron los pantalones esta vez.

—Gracias Yoneya-senpai —respondió Hana. En el torneo de clasificación que hubo hace cuestión de un mes, su equipo se preparó como nunca antes. Todos los días se reunían a crear tácticas y estrategias para las peleas. Fue principalmente impulsado por Katori, vino cambiada de la expedición y eso la reconfortaba.

Se acercó Kitora —Me gusta la forma en que usas Spider, te queda bien.

Cuando Katori iba a agradecerle por su comentario, le interrumpió su compañero encorvado.

—Es idéntico de como vos usas los cables Kitora, habrá sido por suerte que subieron ahora que Tamakoma-2 se encuentra ausente —comento Kikuchihara ignorando la mirada mortal que le lanzó Katori. Odiaba encontrar a alguien que fuera igual de directo que ella, si ni ella misma se podía aguantar bien, menos lo haría con otra persona.

—La próxima puede que sean ustedes quienes bajen —dijo desafiante a Kikuchihara, no podía quedarse con las manos vacías.

—Estamos en 2do lugar, buena suerte intentando —respondió el chico, como si supiera que eso la provocaría.

Antes de que Katori responda, inflamando más la conversación, Kitora los interrumpió —¿Ustedes vienen a verle también a Mikumo? —corto el tenso ambiente con la misma efectividad con la que utilizaba su Scorpion, la chica de pelo corto agradecía tanto su intervención casi divina.

—Si, estábamos de paso y queríamos ver qué tal se encontraba —contesto Hana, para su amiga le sería difícil responder, apenas y le contaba lo que sucedió en el tiempo que se perdieron.

Kitora en vez de mirarle a la que le hablaba, cruzo los brazos y se fijó directamente en Katori, sin tragarse que eso era todo. Yoneya y Kikuchihara se miraron y dieron un paso atrás, como si de campo minado se tratara.

Katori estaba sudando frío y no sabía porque, pero se sentía atrapada, aunque no tenía nada que esconder, ¿verdad?

Kitora siguió mirándole para cerrar los ojos y asentir con la cabeza —Esta bien —se apartó de la puerta corrediza del hospital, dándoles paso—. Nosotros ya nos íbamos, tenemos trabajo que hacer.

—Cuiden del cuatro ojos por nosotros —dijo Yoneya alzando la mano a la vez que se iba.

Kikuchihara no dijo nada, solo alzó la mano en señal de despido y se fue. Mejor así, pueda que diga algo y ella, como auto se tratara, tenga que poner en reversa y pisar el acelerador para ir a confrontarlo, tenía que aprender a controlar un poco más el volcán que era su temperamento.

Quería tanto dedicarle un dedo "especial" ahora que estaba de espaldas, pero la mirada de Hana se le clavaba en su espalda como si fueran dardos.

—Ni lo pienses, casi te peleaste con Kikuchihara —advirtió Hana manteniendo su mirada de reproche.

—El me busco, no me iba a quedar ahí sin hacer nada —respondió la pelo morado excusándose—. Sabes cómo soy.

—Si, lo sé por eso digo, vinimos a ver un paciente, no darle otro más al hospital —termino Hana entrando al edificio, detrás suyo le siguió Katori.

Mientras caminaban por los pasillos, Hana saludaba a algunos miembros del personal médico, de tanto que frecuentaban ya empezaron a relacionarse con algunos trabajadores del hospital.

En la entrada a la sala de Mikumo, se encontraban saliendo Yuma y Jin. "Genial" pensó Katori, a ella tampoco le agradaban ellos dos, pero por razones diferentes, se comportaban como si supieran algo más que ella y eso la molestaba.

—Yo —dijo Jin saludándolas con la mano—. Tan hermosa como siempre Hana.

—Jin-san —hizo una reverencia la chica de pelo corto—. Tan coqueto como siempre, diría que demasiado.

—Nunca es demasiado contigo Hana-chan —respondió para fijarse en Katori y sonreír.

Ahí estaba, devuelta restregándole algo en la cara —Jin, me imagino que ya te ibas —soltó Katori.

—Aww, no seas así, ahora que llegaron ustedes ya quiero quedarme —dijo con un tono dolido, su cara no daba esa impresión.

Se acerco el muchacho de pelo negro —Hola –saludo levantando la mano a la vez que ponía los labios como un pez—. Jin recuerda que tenemos que irnos a la agencia.

—Cierto —chasqueo los dedos—. Bueno chicas, es triste, pero nos tenemos que ir, Border necesita de su agente de elite —coloco un brazo sobre el cuello de Yuma—. Y su asistente de elite.

Yuma había crecido bastante desde que recupero su cuerpo original, ya tenía casi la altura de Mikumo. Desde que volvieron de la misión, no paro de trabajar en la pelea contra Aftokrator, ya sea en el campo de batalla o fuera de él, fungía como diplomático entre las naciones del Neighborhood y Border, haciendo lo posible para ganar adeptos a la lucha.

Katori lo consideraba alguien muy leal y su "nuevo" cuerpo no le venía nada mal, después de recuperarlo su número de fans femeninos aumento masivamente, pero el precio a pagar fue alto, bastante alto. También se le notaba muy sacrificado, aunque sus razones eran amplias, ella presentía que el mayor motivo era la culpa, lo comprendía muy bien en eso.

—Nos vemos, sé que le harán una mejor compañía —se despidió Jin.

—Cuídenlo —sonrió burlonamente Yuma para irse detrás del pelirrojo.

No los aguantaba, el único defecto del muchacho era que se parecía a Jin, un gran defecto.

—¿Entramos? —pregunto Hana poniendo la mano en la manija de la puerta.

—Si —asintió Katori con la cabeza y antes de entrar se arregló un poco el pelo, estaba lista.

Entro primero Hana pidiendo permiso, después paso Katori. Se detuvo en el momento que lo vio, el sol se filtraba entre las cortinas alumbrando sus ojos color esmeralda, había despertado del coma.

La imagen de Mikumo aumento bastante desde la vez que se perdieron, al punto que Katori ya lo consideraba, ante la imposibilidad del hecho, un amigo. Constantemente se imaginaba como iba a ser cuando despierte, que lo felicitaría, hablarían un rato y seguiría con su vida como si nada, pero eso solo era su imaginación, la realidad la supero completamente petrificándola como estatua.

No estaba lista, no estaba nada lista.

Cuando iba a dar un paso hacia atrás, su amiga la sujeto del brazo a la vez que sonreía levemente, traición, su mirada indicaba que ya sabía que despertó Mikumo. Se empezó a retractar de confiar en ella a la vez que Hana le estiraba del brazo para que entre.

—Hana, Katori, pasen —dijo con una voz suave la mujer sentada en el sofá al lado de Mikumo, su mama.

Katori cedió ante el estirón de su amiga, al entrar se quedó muda, pero no era porque no podía hablar sino más bien porque no sabía que decir.

—Mikumo-kun, que alegría que despertaste —se acercó Hana a la cama del muchacho captando su atención. Es cierto que ella lo apreciaba, sospechaba que él fue la causa principal del cambio de Yoko, aunque también intercedió para salvar a su inerte amiga, pobre chica.

Con un gran esfuerzo, logro quebrar su estado petrificado —Mi-Mikumo, ya era hora que te despertaras dormilón —consiguió decir Katori.

Esta vez la atención del muchacho se fue hacia la pelo morado, viéndola por un momento como si buscara algo —Somei, Katori, que bueno que están bien… —comento mirando al suelo, las imágenes de la cruenta pelea se le venían a la mente.

—Claro que sí, nosotras si sabemos usar nuestros triggers —exclamo la chica tratando de desviar su atención, en el tiempo que pasaron juntos pudo lograr saber cuándo algo lo preocupaba o molestaba, aunque no era tampoco tan difícil captarlo.

—Osamu, ellas venían muy a menudo a velar por vos, dales las gracias —dijo la señora. No podía entender como hacía que su voz suene tan autoritaria y ligera a la vez.

—No hace falta señora Mikumo —se alarmo Katori levantando las manos buscando una excusa—. Nosotras nada más veníamos por tr- —no pudo terminar debido al puntapié de Hana.

—Valoramos mucho a Mikumo-kun señora, es alguien importante tanto para Border como para nosotras —termino Hana a la vez que le dedicaba una corta mirada a su amiga diciéndole "No lo estropees Yoko".

Primero me traicionas y ahora me agredes, ¿Qué más sigue? ¿Encerrarme con Mikumo? Pensaba mientras peleaba el dolor.

Osamu se empezó a enrojecer, no era muy común para él recibir halagos, trato de mirar fuera de la ventana para disimular. Con Somei no llego a hablar tanto como con Katori, de lo que pudo rescatar es que era alguien muy pragmática y que son amigas desde la infancia, talvez ella lo decía porque cuido de su amiga esa vez.

Su mama se empezó a levantar del asiento —Voy a traerles algo para comer del restaurante.

—Señora permítame ayudarla —se ofreció Hana, su amiga iba a protestar a eso, pero recibió otro puntapié y en el mismo lugar que el anterior.

—Te agradecería Hana, ¿Algo que quieran chicos? —pregunto amablemente la señora.

—Yo —iba a decirles que las acompañaba, pero sintió como se aproximaba el pie de Hana—. Con un sándwich estoy bien, gracias —termino para salvarse del ataque, no iba a poder caminar bien después si recibía uno más.

—Yo estoy bien, no tengo hambre —dijo Osamu, realmente no quería molestar.

Katori tuvo un dejavu, se acordó de aquella noche —Mentiroso, a Mikumo también tráigale un sándwich señora —dijo la chica mirando a su sorprendido compañero.

—Veo que te conocen Osamu-kun, está bien, espérennos aquí —se despidió a la vez que ella y Hana salían de la habitación para después cerrar la puerta.

Y ahí está, si bien no la encerró con él, igual se sentía así. No podía pedir una mejor amiga.

El silencio imperaba en la habitación, cada segundo que pasaba duraba una eternidad. De a poco los nervios volvían a ella, drenando su confianza y tirándola devuelta en un estado petrificado. Katori rápidamente buscaba algo para quitarle conversación, pero fue él quien hablo primero.

—Katori… yo… Kuga me conto lo que paso después de que quede inconsciente… —dijo Osamu, pauso un momento para buscar las palabras para seguir mientras miraba las cicatrices en su mano—. De cómo me defendiste… aun no puedo creer que siga vivo y no estaría aquí si no fuera por vos… yo no sé cómo agradecerte.

Katori, quien estaba ubicada hacia la derecha del muchacho y con la mirada al piso, levanto la cabeza y clavo sus ojos directamente en los de él. Los recuerdos de la batalla tomaron vida, el horror de ver como al cuerpo de Mikumo se le escapaba la vida a pasos agigantados y la desesperación de sentir como lo perdía sin poder hacer nada.

Lo que la poseyó en aquel instante fue una mezcla de nerviosismo, rabia y tristeza.

—¿¡Porque eres así?! —Le grito con una voz casi quebradiza. Katori no podía creer que le esté gritando cuando debería estar festejando de que despertó, de que está bien, podía haberle dicho tantas otras cosas menos esto—. ¡Siempre arriesgándote por los demás, algún día vas a acabar muerto si sigues así! ¡¿Acaso eres imbécil?!

No podía aguantarlo más, se dio la vuelta mientras caían sus lágrimas a la vez que sujetaba sus codos, no quería que la viera llorar. Todo lo que cargaba salió a flote para irse en contra de Mikumo, el causante de su aflicción.


El ataque combinando entre Border, Galapoula, Chion y los rebeldes, consiguió tirar a las fuerzas militares de Aftokrator de cabeza, dando una oportunidad al grupo de ir directamente al corazón de la nación. Si conseguían hacerse con el corazón, podían controlar los portales de su rival, que por el momento estaba causando estragos en sus filas y evitarían cualquier incursión a zonas desprevenidas.

Un pelotón de 30 personas ingresaba a una amplia caverna, el grupo estaba conformado por el escuadrón de Ninomiya, el escuadrón de Arashiyama, Hyuse, Kuga, Chika, por último, Osamu y Katori, que se les unieron después de salir de la jungla, el resto eran soldados al servicio de Hyuse, venían a vengar a su señor.

El lugar estaba ubicado a 300 metros debajo de la capital, muchas partes de las paredes estaban cubiertas por largas estalagmitas de diferentes colores, en el centro de todo se ubicaba un monumento formado por ellas, era rectangular como el trion y en el centro del mismo estaba la figura de una persona fusionada a la estructura, el padre adoptivo de Hyuse.

Enfrente al corazón, lo rodeaban 12 personas con uniformes en rojo y blanco, sus protectores. Antes de llegar, Hyuse les conto que el país tenía una facción neutral llamada Los Defensores, donde solo ingresaban los mejores peleadores en todo Aftokrator, cada uno era tan letal como un usuario de Black Trigger y algunos hasta poseían dichos triggers, heredados de generación en generación.

Se encargaban de defender al Dios del país de cualquier amenaza, no tomaban asunto en la política del país siempre que este no los involucre directamente y también no permitían que nadie se acerque al momento que un nuevo Dios es elegido.

Cuando se escoge a un nuevo Dios, este puede conceder un "deseo" a un ser querido, el más cercano al corazón de la persona, antes de que su conciencia se mezcle con el núcleo. Esto ha causado muchos problemas al país, haciendo una vez que casi sea destruido, desde aquel entonces se creó la facción para evitarlo a toda costa.

Las proporciones del enfrentamiento fueron masivas, ambos bandos sufriendo bajas hasta que el equipo aliado salió victorioso, a duras penas consiguieron que ninguno de sus compañeros caiga, pero no se podía decir lo mismo por los subordinados de Hyuse.

Asegurando el núcleo, dieron un tiempo a solas a Hyuse para hablar con su padre. Desde la posición de Katori, ella pudo ver como el chico se arrodillaba ante él, pero este hizo un gesto con la mano para que se levante, en ese momento pudo ver las lágrimas del muchacho, su mirada cargada de ira por lo que hicieron sus compatriotas. Los labios del señor apenas se movían, con sus manos indico a Hyuse que se acerque, así lo hizo para terminar en un abrazo cargado de afecto.

Continuaron así hasta que la forma del hombre se empezó a disolver en pequeñas esferas de luz que venían directamente hacia su grupo, para finalmente rodear a Yuma Kuga. Lo levantaron en el aire para revelar su cuerpo original, mostrando el daño que recibió hace años atrás, las esferas se empezaron a juntar ahí donde estaban las heridas, cerrándolas por completo y dejándolas como antes, su pelo comenzó a cambiar a su color original, se volvió tan negro como la noche.

Al terminar lo bajo en el suelo, su estatura seguía siendo la misma. El chico se estaba revisando su cuerpo mientras los demás también se acercaban a ver, en eso Katori noto un punto negro formándose al lado de Mikumo, con todos sus sentidos gritándole, corrió hasta él solo para que los dos sean succionados por un agujero.

Los llevo a otra parte de la cueva, tirándolos en lugares diferentes. Katori se levantó para constatar que Mikumo se encontraba en la otra punta del lugar, salto hacia el solo para ser interceptada por dos soldados de trion, eran los modelos conejo modificados.

Aun en el piso, Mikumo miro al frente para encontrase con dos personas, las que atacaron Mikado en la segunda gran invasión, Mira y Hairein.

Soldado de Miden —dijo el hombre saliendo del portal, su postura señalizaba su estatus de noble—. Ignorarte fue una de las peores cosas que pude hacer —paro enfrente a Mikumo para mirarlo desde arriba, su mirada denotaba irritación.

¡Hairein! —Se puso de pie y esprinto hacia el hombre, en la pelea contra los guardianes lograron destruir su cuerpo de trion dejándolo indefenso, lo único que podía hacer era conseguir interceptar el trigger de Hairein para desestabilizarlo.

Pero el noble con un leve movimiento de su brazo derecho golpeo las manos del agente, fracturándolas, como si fuera que espanto una mosca.

El muchacho grito del dolor por la increíble fuerza que azoto contra sus manos, no sabía cómo seguían ahí, con tal fuerza parecía que se las hubiera arrancado.

A cada paso te interpusiste en mi camino, tan insignificante como un insecto y tan efectivo como un ejército —comento Hairein, mirándolo directamente a los ojos—. Un rey no utiliza su espada para matar insectos, sus súbditos lo hacen por él, has demostrado ser un digno oponente contra mí y valoro eso —cerro los ojos y al abrirlos, el que hablo fue diferente, un verdugo—. Yo te reconozco soldado de Miden, Osamu Mikumo.

Dicho esto, desvaino la espada que colgaba de su cintura, el arma tenía un aura fantasmal, con runas grabadas en la hoja de la espada, del filo brillaba una ligera luz purpura, irradiaba muerte.

Katori se desenfreno por el escenario, termino con uno de los conejos solo para enfrentarse después a la acompañante del noble, impidiéndole ir en rescate de Mikumo. Sus portales no eran letales, pero si consumían bastante del tiempo que no tenía. Al ver como el hombre sujetaba la espada para apuñalarlo, Katori corrió hacia él, uno de los portales le cerceno la mano izquierda pero no le importaba, solo quería llegar a tiempo.

Noto como un portal se empezó a abrir hacia su izquierda, preparo un cable y disparo adentro del portal, consiguió atinarle a la chica y jalo de la cuerda para que caiga, siguió corriendo como no hubiera mañana, pero era demasiado tarde.

Solo a nobles y grandes guerreros se les permitió morir al filo de Fantasma, muere con honor, soldado de Miden —sentencio el verdugo. Osamu trato de moverse, pero no había caso, estaba demasiado cansado para oponer resistencia. La hoja se introdujo en su pecho, directamente en donde se ubica su órgano trion, inmediatamente su cuerpo entro en shock y se apagó.

El noble quito ceremonialmente su arma del cuerpo del soldado, dejando que se derrumbe al suelo, la hoja no dejo ninguna herida física, pero si espiritual. Con su órgano trion destruido, el muchacho moriría rápidamente por la pérdida, una muerte limpia.

NOOO! —grito Katori, se abalanzo contra Hairein con su Scorpion, pudiendo asestarle un tajo en el hombro y siguiendo con otro corte, pero se interpuso la espada del hombre evitando el mortal ataque, este se retiró hacia el portal que lo transporto al lado de Mira, quien estaba quitándose el cable del cuerpo.

Acabemos aquí Mira y sigamos —ordeno Hairein, la chica empezó a abrir portales por todo el lugar.

Rápidamente inspeccionó a Mikumo, no tenía ninguna herida del arma, pero no despertaba, claramente le había hecho algo, posiblemente fatal, con lágrimas en los ojos se puso en posición defensiva mientras Mira teletransportaba más conejos a su ubicación.

Entre llanto, Katori juro que lo defendería, no lo dejaría morir, encontró así una razón para luchar, para sacrificarse.

La pelea contra los conejos y los dos usuarios de Black Triggers fue devastadora, ya destruyeron su cuerpo de trion a la vez que la respiración de Mikumo se apagaba. El noble preparo su golpe final, pero ella no se rendiría, se paró colocándose en medio de su compañero y el ataque, sintió como su cuerpo aullaba del dolor, seguramente algunos de sus huesos ya estaban rotos, pero su determinación no.

Moriría antes de dejar que se acerquen a él.

Hairein descargo su ataque contra ella, presintió como se acercaba el cruel final, en ese momento las paredes al lado de Katori se derrumbaron, se interpuso una persona de corta estatura entre ella y el ataque, Yuma Kuga.

Lo que la mantenía de pie la abandono en ese momento, cayendo al suelo al lado de Mikumo. Antes de perder la consciencia pudo ver sus ojos, la furia en ellos clamaban venganza por su amigo, sabía que lo haría.

Despertó en una de las instalaciones de Border en Aftokrator, habían pasado tres días desde la pelea. Yuma obtuvo la victoria contra los Black Triggers en la cueva y se hicieron con el arma más poderosa de su rival, se podría considerar que la misión fue un éxito y así es, pero el aire de sus compañeros emanaba a derrota.

Consiguieron abrir un portal a Mikado para transportar a Mikumo, mientras que Chika lo alimentaba con trion, el problema fue que hasta para ella, la cantidad requerida era colosal haciendo que los demás agentes de Border tengan que darle de su trion para mantenerlo con vida.

En la base lograron estabilizarlo, pero el shock causado a su cuerpo fue tal, que entro directamente en coma, sin señales de cuando volvería a abrir los ojos.


Osamu observo en silencio como su compañera lloraba enfrente suyo, la batalla tal vez no le dejo cicatrices físicas, pero si emocionales.

—Katori… —no sabía que decir para poder consolarla, o más bien, si sabía solo que no podía hacer nada al respecto, él no cambiaría.

—Sabes lo que tuve que pasar para ponerte a salvo?! Lo difícil que fue verte así y no tener tiempo ni de decir adiós… Sabes el miedo que tuve… —Se dio la vuelta para encararlo y le siguió a gritando, pero su voz se fue apagando hasta que las últimas palabras sonaron como un susurro.

Estaba hecha un mar de lágrimas, las emociones la desbordaban mientras las heridas de esa pelea se abrían, pareciera como si fuera ella quien recibió el ataque con la mortal arma.

—Deja de hacer eso Mikumo, por favor —le pidió en voz baja, se sentía tan débil. Rememoro la vez que se usó como carnada para que ella pueda acabar contra sus perseguidores en la jungla, o la vez que impidió que secuestren a Chika cerca de una ciudad, solo para terminar cortado por la mitad en su cuerpo trion, siempre salvando el día.

Osamu guardo silencio y tomo aire, sabía que le haría daño a su compañera con sus siguientes palabras —Katori, yo… yo no puedo cambiar —aguardo algún movimiento de Katori, que dejo de llorar, entonces prosiguió—. Si dejo de hacer lo correcto, siento que dudare en el momento más necesario y ahí será el día que moriré, de algo más letal y lento, arrepentimiento.

Derrotada, se sentía derrotada, ella de antemano ya sabía cómo acabaría si le pidiese que no se sacrifique más, que tome un descanso, que deje a alguien más fuerte hacerse cargo. Siempre lo formulo en su cabeza y su imaginación no podía ni siquiera recrearlo diciendo otra cosa que no fuera lo de ahora.

Siempre poniéndose el traje de superhéroe y salvando a los demás a pesar de su debilidad, enfrentándose a oponentes mucho más fuertes que él en busca de hacer lo correcto, y aunque él no lo quiera admitir, era un idiota perdido con sueños de ser héroe, y lo lograba.

Mikumo tenía lo que mucha gente más fuerte que él no, valor.

En ese momento Katori lo comprendió, se había enamorado, pero no del héroe, sino del que estaba tras la máscara, aquella persona que todos los días salía a luchar por algo mejor, que defendía a los débiles y fuertes por igual, y que no pararía hasta el día de su muerte.

Sin poder hacerle más frente a su derrumbada realidad, Katori salió corriendo de la sala sin prestar atención a su alrededor.

No podía lidiar con la imagen de su héroe en la tumba, y menos con un corazón roto.