Notas:
Honestamente no pensé que podría terminar este capítulo jamás xD pero me alegro de que la inspiración hubiese regresado para continuar escribiendo este fic, porque me divierto mucho escribiendo a Inosuke todo despistado en el amor jaja
Capítulo 2.
.
.
.
Un mes, tres semanas, dos días y seis horas.
Eso era exactamente cuanto tiempo Inosuke ha tenido estas extrañas sensaciones cuando Aoi estaba cerca de él y exactamente el tiempo en el que su cuerpo ha experimentado esas extrañas reacciones con la misma chica en cuestión.
Por supuesto, no había forma de que él, el rey de la montaña, tuviera la fecha marcada en el calendario de su teléfono para mirarla en medio de la noche, cuando no podía dormir, preguntándose qué demonios le pasaba, y tampoco podía enviar mensajes de texto a Zenitsu o Tanjiro—incluso Genya—, porque ya ellos estaban en la cama durmiendo como lo haría cualquier persona cuerda. Algo así sería completamente tonto, y en absoluto algo que haría Inosuke, en realidad.
Aunque, si él de hecho tuviera esa fecha marcada, nadie nunca lo sabría porque nadie nunca se atrevería a enfrentarse a él y robarse su teléfono, entonces, ¿a quién le importa?
Por lo tanto, en el último mes, tres semanas, dos días y seis horas, aparte de las reacciones raras que ha experimentado, sus interacciones con Aoi no habían cambiado mucho de lo que había sido antes de ese mes, tres semanas, dos días y seis horas. Todavía se sentaban juntos durante el almuerzo con todos los demás—el hombro de Aoi rozando el suyo con cada movimiento, sus muslos presionados juntos—, Inosuke todavía tenía la horrible costumbre—según Zenitsu—de tomar las cajas de jugo de Aoi sin permiso, sin importar cuánto le gustaba a ella quejarse por eso y todavía discutían por cada cosa en la que alguno se llevaba la contraria.
Algunas cosas, sin embargo, hacían notar el cambio.
Específicamente, las malditas cajas de jugo.
Por alguna razón, a Aoi le encantaban las bebidas en caja. Leche, jugo, lo que fuera. Inosuke recordaba vagamente que la primera vez que vio a Aoi cuando se conocieron ella estaba bebiendo una de esas cajas de jugo cómicamente pequeñas mientras miraba el camión de la mudanza y al que sería su nuevo vecino. Un hábito de años que era ridículo, sin duda. Aun así, ese hábito pasó de ser absolutamente ridículo a un poquito lindo de alguna manera; especialmente cuando Aoi estaba de mal humor, entonces Inosuke se encontró esperando con ansias a Aoi y sus estúpidas cajas de jugo.
Sin embargo, en algún punto de la línea—después del incidente del baño—, ese "poquito lindo" se convirtió en algo molesto y atractivo. Realmente no debería prestar tanta atención a cómo ella bebía leche o jugo o lo que sea que haya elegido ese día, pero era difícil cuando la chica tocaba la pajita cuando estaba pensando, o la forma en que sus dedos se alineaban bien contra el exterior de la caja, como lo estaba haciendo justo ahora, mientras hablaba con Kanao sobre alguna cosa poco importante, probablemente.
Inosuke se encontró entonces deseando una bebida en caja, preguntándose cómo sabía mientras miraba a Aoi, tratando de no pensar en cómo sabría la lengua de ella… no, definitivamente no; no debería dejarse llevar allí. Sacudió la cabeza con furia, restándole importancia a las miradas confusas en su dirección, incluyendo a Aoi, mientras sorbía esa estúpida y diminuta pajita. Honestamente, ella era la persona más ridícula del mundo, ¿por qué seguía bebiendo esos?
—¿Por qué mierda bebes eso? —si la pregunta la tomó por sorpresa o no, lo disimuló muy bien.
—No lo sé, ¿porque me gustan? ¿Tienes algún problema con eso, idiota? —su frente se arrugó y la pajita se encontró entre sus dientes e Inosuke podría matarla por lo mucho que se dio cuenta que está atrapado en esta estúpida cosa que lo hace sentirse extraño y cálido por dentro.
En realidad, no era esta única cosa estúpida que lograba que Inosuke se sintiera de esa forma. Había un montón de cosas estúpidas más, como la forma en que Aoi cocinaba y tarareaba canciones mientras lo hacía, o la forma en que se encorvaba cuando nadie estaba mirando, o la forma curiosa en la que le fruncía el ceño cuando la hacía enojar en serio. Pero el cerebro de Inosuke había decidido hacer frente a este extraño sentimiento centrándose en una cosa a la vez, y eso fue sus bebidas. No sus piernas, no su trasero, no su cara, sino la forma en la que bebía cosas.
No podía ser más extraño.
—¿Y tienes que beberlo así? —Inosuke preguntó entre dientes cuando la atención que estaba recibiendo de los demás se disipó por completo, observando cómo Aoi movía la pajita con su lengua, que era muy rosada, húmeda y molesta.
Ella lo miró, alzando una ceja. —Deja de verme beber —dijo, luego tomó otro sorbo más fuerte y desagradable.
Inosuke perdió la paciencia y con un gruñido, extendió la mano y apretó la caja para que salpicara la cara de Aoi, quien se levantó de inmediato de su lugar.
—¡Inosuke! —por supuesto, Tanjiro no tardó en reprenderlo, pero la satisfacción no se la quitaron —. ¿Por qué le hiciste eso?
Ahora, era cierto que eso fue muy satisfactorio, pero la forma en que la leche goteó por los rasgos irritados de Aoi que prometía asesinarlo, definitivamente no lo fue. Eso sólo hizo que el estómago de Inosuke se retorciera incómodo, mientras la veía limpiarse con una servilleta que Kanao le había pasado. Por lo tanto, para quitarse esa sensación molesta, levantó la mano y tiró de la caja de los dedos repentinamente flácidos de la chica, llevándosela a la boca, bebiendo y mirando la expresión aturdida en los ojos abiertos de Aoi.
—Oh Dios, ¿él tiene una nuez por cerebro? —ni siquiera el tonto de Zenitsu logró que él perdiera el contacto visual con la chica de ojos azules, que parecía tener el rostro en todos los tonos de rojo posibles, pero tampoco había bajado la mirada.
—Ese era mi jugo —ella dijo, cuando encontró su voz, pero Inosuke simplemente se encogió de hombros.
—Es mío ahora —respondió, aunque sintió de regreso la picazón extraña en su cuello mientras chupaba la pajita que Aoi acababa de tener muy intensamente en la boca. Esto era inexplicablemente diferente de cuando simplemente él le robaba la caja de jugo, aunque técnicamente era lo mismo.
Aoi sólo respiró hondo y—sorprendentemente—no gritó ni pidió que le devolviera la caja de jugo. Sólo se concentró en limpiarse y después, con el ceño fruncido, salió de la azotea, negándose a mirar a Inosuke.
Extrañamente, él deseó que lo hubiera hecho.
—Cuando decidimos hacer esto cada fin de semana, pensé que siempre jugaríamos al póquer —Inosuke hizo una mueca, mirando las cartas que tenía en sus manos.
—Hiciste trampa, Inosuke. ¿Tienes tres, Tanjiro? —Zenitsu miró al pelirrojo.
—No.
Inosuke frunció el ceño, mirando como Tanjiro sacaba cartas de la pila para colocarla en su mano. Él ni siquiera estaba seguro de cómo comenzó esta pequeña tradición. Algo sobre fortalecer los lazos y el buen espíritu de la amistad o lo que sea. Todo lo que sabía Inosuke era que él, Tanjiro y Zenitsu estaban pasando el rato en el parque un día y se encontraron con Genya, y luego de repente se convirtió en un tipo de reunión semanal. Por lo general eran solo ellos cuatro, tal vez Nezuko y los gemelos Tokito pidiendo pasar el rato y aliviar el estrés de vez en cuando o Kanao y Aoi simplemente apareciendo sin ser invitadas cada Equinoccio de otoño.
Él esperó a que Tanjiro tomara las tres cartas que le pidió y las colocó antes de hablar de nuevo. —Yo no hago trampa, tú solo apestas, Monitsu.
—¿Con qué jugaríamos al póquer, de todas formas? Inosuke se quedó con todo nuestro dinero el mes pasado —dijo Genya.
—Esa fue una época diferente. Y no hice trampa. ¿Tienes dos?
Genya entregó a regañadientes dos cartas e Inosuke las colocó frente a él para hacer su cuarto juego. Bien, él era irrazonablemente bueno con las cartas. No era su culpa que haya nacido con una cara destinada a jugar al póquer y salir triunfador siempre. Por algo era el jefe, ¿no?
—Por cierto, no podré venir la semana que viene —habló Tanjiro, pidiéndole a Zenitsu y teniendo que sacar de la pila una vez más. Inosuke frunció el ceño.
—¿Por qué no?
—Tengo una cita —hubo un colectivo "¿Ah?" de Genya, Zenitsu e Inosuke, los tres mirando expectantes a Tanjiro para que ofreciera explicaciones —. ¿Por qué siempre que menciono las citas o a Kanao, ustedes siempre quieren saberlo?
—Porque eres el único que las experimenta, Tanjiro —Zenitsu respondió con una mueca y Tanjiro frunció el ceño, desviando los ojos mientras barajaba sus cartas en sus manos.
—Además, te pones rojo y eso es gracioso —agregó Inosuke.
—Como sea. Solo vamos a ir al cine y comprar una hamburguesa o algo. No es nada por lo que ponerse nervioso —explicó Tanjiro, nervioso.
—Supongo que entonces solo somos tres. ¿Quieren ir al parque temático? Hay descuento en las entradas si van más de dos personas —Genya propuso, a lo que Inosuke asintió de inmediato, entusiasmado porque quería subirse a esos trampolines y ver que tan alto llegaba.
Zenitsu se rascó la nuca. —En realidad, el abuelo me pidió tener la próxima semana libre. Vamos al zoológico, hay una nueva exhibición sobre el bubo virginanus. Así es como la gente inteligente llama al búho cornudo —explicó a sus amigos menos conocedores.
Inosuke frunció el ceño y suspiró. —¿O sea que me quedo sólo con Yenga?
—Hey, tampoco me anima mucho la idea.
—Bueno, Kanao mencionó que Aoi-san está libre este fin de semana, así que podrían ir al parque temático los tres, ¿no? —el chico pelirrojo ofreció con una sonrisa amable, como si hubiese salvado el día.
—¡NO! —Inosuke se levantó de la mesa y golpeó su pila de cartas con las manos. Los tres adolescentes restantes lo miraron como si le hubiese crecido otra cabeza, asombrados por la repentina y enérgica negativa —. No creo que Aiko quiera salir con nosotros, de todas formas. ¡Y ella es molesta!
—Ella sólo es molesta cuando tú la haces enojar —Genya se encogió de hombros —. Por lo demás, es una persona agradable.
No supo realmente por qué, pero escuchar eso le enojó, e Inosuke nunca fue conocido como alguien que reprimía sus emociones. Por lo tanto, le gruñó a Genya directamente. —Yo sé que ella puede ser agradable, no me lo tienes que decir —sin decir nada más, la habitación fue sumida en un silencio sepulcral.
Genya tuvo que preguntarse si Inosuke se estaba escuchando a sí mismo hablar y podría darse cuenta por sí sólo de lo mucho que sonaba enamorado de Aoi en ese momento.
—Entonces, ¡lo que va a pasar es esto! —Inosuke gritó de repente, llamando la atención de todos —. El fin de semana que viene invitaremos a la molesta de Aoko al parque temático porque quiero subirme al trampolín y pagar mitad de precio para entrar, ¡y todos felices! Es simple estrategia. ¡Aplaudan porque Inosuke-sama es muy inteligente!
Genya supuso que no.
—Bien, pero, chicos, no hemos terminado el juego —Zenitsu señaló la mesa llena de cartas.
—Monitsu, es obvio que perdiste.
—¡P-porque hiciste trampa! —el rubio miró las cartas que Inosuke había colocado en la mesa —. ¡Te pregunté si tenías alguna reina y me dijiste que no!
—¡Ugh, ahora tengo hambre! —Inosuke respondió con una mueca y un completo rechazo de la difícil situación de Zenitsu, dirigiéndose hacia la cocina de su casa para preparar algo de comida.
Zenitsu lo miró fijamente, luego miró su propia mano de cartas antes de arrojarlas sobre la mesa. Se reclinó en su silla y miró al techo. —La próxima vez que nos veamos, jugaremos a las damas.
—Por cierto, ¿pasó algo entre Inosuke y Aoi-san? Porque olía bastante enojado hace un momento —Tanjiro preguntó, curioso.
—No que yo sepa —Zenitsu se encogió de hombros —. Pero su corazón estaba acelerado. Y Tanjiro, deja de oler a las personas, eso es raro.
—Para ser honesto, su reacción me sorprendió —Genya dijo, mirando confundido a su alrededor —. ¿Entonces, qué hacemos ahora?
Zenitsu levantó la mano. —1000 yenes a que no se da cuenta que está enamorado de ella hasta fin de mes.
—¡Zenitsu! —el chico pelirrojo lo reprendió de inmediato. Ese no era un asunto de ellos, y estaba mal visto apostar a costillas de su amigo.
—Hecho.
—¡Genya!
—Oigan, subordinados ineptos, ¿van a venir a comer o qué? —el grito proveniente de la cocina los hizo parar a los tres de un salto y marcharon como soldados hacia el campo de batalla, que de cierta forma lo era, pues la cocina estaba hecha un desastre.
Tanjiro miró fijamente el plato, con los ojos entrecerrados levemente con sospecha. —... ¿Qué es?
Inosuke se encogió de hombros. —Es una especialidad de mi mamá. La única cosa comestible que puedo hacer.
El adolescente rubio tocó la masa rojiza en el plato con cautela. —¿Cómo dijiste que lo llamó tu mamá?
—Creo que murmuró algo sobre el cuscús —el chico de cabello negro azulado se tocó la barbilla, pensativo.
—Nunca había visto un cuscús que se veía así antes —murmuró entonces Zenitsu.
Genya asintió. —¿Tú... seguiste la receta?
—Bueno, sí, ¿por qué no están comiendo? ¡El rey de la montaña acaba de cocinar para ustedes! —él exigió, mirándolos con determinación. Al ver las expresiones cautelosas en sus rostros, gruñó exasperado —. Saben, si no fuera por mí, nunca experimentarían con nada.
Él los miró hasta que, como uno solo, levantaron los tenedores y le dieron un mordisco al inusual cuscús. La reacción que tuvo lugar ante los ojos—extremadamente—divertidos de Inosuke fue variada. Tanjiro se atragantó, con sus ojos llorosos y su rostro se puso rojo mientras luchaba por conseguir un vaso de agua. Zenitsu maldijo en voz baja, fluido y con sentimiento y también fue por su vaso de agua. Genya dio otro mordisco, tan silenciosamente como lo había hecho nunca.
—¡Cerdo bruto! —el chico rubio farfulló, abandonando su vaso ahora vacío y yendo directamente a la jarra de agua en el medio de la mesa —. ¡Estás tratando de matarnos!
Por otro lado, Genya extendió su plato. —¿Puedo tener un poco más, por favor? —en una idea tardía, agregó: — ¿Y puedes darme la receta también?
Zenitsu maldijo, tirándose del cabello, y luego se rió con incredulidad. —No puedo creer que haya pedido más —le comentó a Tanjiro, dándole un codazo al pelirrojo en el estómago.
El chico, que se había perdido momentáneamente por el ardor en su lengua, pateó a Zenitsu en la pantorrilla y jadeó —. ¡¿Genya dijo qué?!
Sin embargo, antes de que Inosuke les gritara y los golpeara por ser tan dramáticos y poco agradecidos—excepto a Genya—, el grito proveniente de la entrada de la cocina cortó cualquier intención que hubiese tenido.
—¡Inosuke, ¿qué pasó aquí?! —su madre parecía estar contemplando una escena en vivo del apocalipsis.
La madre de Inosuke era una de esas personas demasiado entusiastas y un poco despistadas que olvidaría qué día es y comenzaría a celebrar su cumpleaños dos semanas antes de que este llegase. La mayoría ni siquiera creería que él era su hijo, si no fuera por las notables similitudes en sus apariencias porque, para la consternación de muchos, Inosuke era una imagen dividida de su madre; un clon exacto en versión varón que la mayor parte del tiempo solo gritaba y refunfuñaba mientras que su madre era todo sonrisas, abrazos, arcoíris y cosas felices. Sin embargo, cuando se enojaba, esa sí era una imagen realmente aterradora.
Como ahora.
Ni siquiera recordaba que había sido lo que la había puesto tan rabiosa—probablemente el desastre en la cocina y la casi aniquilación de la mitad de sus amigos por comer algo extra picante—, pero mientras recibía el regaño sentado en el sofá, no pudo evitar notar lo mucho que su mamá en ese estado le recordaba a Aoi.
Así que, una hora después, encerrado en su habitación, se sintió frustrado por eso, porque esta rara situación ya se le estaba yendo de las manos, así que, muy a su pesar, Inosuke tuvo que pensar.
Aoi y él era una especie de amigos. Inosuke estaba dispuesto a admitir eso; después de todo, pasaban una cantidad de tiempo considerable juntos y eran vecinos de muchos años. Entonces, si alguien consideraba que su relación era así, no lo desafiaría a retractarse. Pero se suponía que los amigos no debían hacer que su corazón se acelerara en latidos frenéticos cada vez que estaban a su alrededor y no se suponía que hicieran que cada roce accidental de sus manos enviara ondas de choque resonantes a través de su cuerpo.
Al principio, había tratado de lidiar con eso, actuando lo más normal que pudo. Trató de calmar los latidos de su corazón acelerado, trató de evitar temblar cada vez que Aoi lo tocaba, trató de ocultar el sarpullido que había aparecido en su cuello de un momento a otro—y que le picaba como el infierno cada que pensaba en ella—, pero pronto cada cosa se había vuelto tan insoportable que decidió entonces, por su bien, ignorar a Aoi por completo mientras averiguaba qué le pasaba.
Y es por eso que se sentó furioso pero decidido frente a su computadora que apenas usaba—un regalo de su padrino, a quien solo ha conocido una vez—, sin saber realmente qué escribir en la barra de búsqueda. ¿Podía siquiera escribir? Había pasado tanto tiempo desde que usó Internet que ni siquiera sabía si podía hacer algo más que escribir con un solo dedo. Casi tomó su teléfono para llamar a Tanjiro en busca de ayuda, pero luego se abofeteó mentalmente por ser tan poco práctico. De verdad, llamar al pelirrojo solo empeoraría las cosas, y ¿qué diría de todos modos? Hola, Tontaro. Te llamo para preguntarte cómo usar la computadora para averiguar qué me está haciendo Aoi.
Él haría preguntas, y es definitivo que Inosuke no quería que nadie hiciera preguntas para las cuales él no tenía respuestas. Por lo tanto, puso su cerebro a carburar ideas y pronto se encontró navegando por la infinita sabiduría de internet.
Dos horas y numerosos arrebatos frustrados de ira destructiva más tarde, logró llegar a la conclusión de que tenía una cepa poco común de una enfermedad aún más rara y moriría en dos meses.
Excelente.
Contemplando el techo de su habitación, no podía creer que así terminaría la desafortunada historia de Hashibira Inosuke, dieciséis años y muerto en dos meses, sin amigos a quienes darle la noticia. Bueno, sí tenía amigos, pero no les diría que tendría una muerte tan poco digna. Que desperdicio de vida. ¿Qué diría su mamá? ¿Ese sería el final para alguien tan genial como él? Muerto por culpa de una niña de colitas.
Realmente no podía decir que eso estaba afectando su rendimiento. Bueno, si estaba afectando su rendimiento diario escolar—que ni bueno era—, aunque ese podría ser solo uno de los síntomas de cualquier enfermedad que tuviese: incapacidad para desempeñarse bien como el jefe de todos los estudiantes. Pero entonces, era solo Aoi quien lo mareaba, solo ella quien hacía que sus músculos se tensasen y su estómago se revolviera. ¿Quizás la enfermedad era selectiva?
Pero no importaba cómo, qué o cuándo, era culpa de ella. Así que Inosuke no dudó en trasmitirle su grito de guerra, llamándola a la casi media noche.
—Inosuke-san, ¿estás bien? —casi se sintió mal porque sonaba algo adormilada y preocupada, pero era su momento de declarar su lucha.
—Escucha bien, Aio, si quieres matar al rey de la montaña, te será muy difícil lograrlo, ¿entiendes? No importa que sucias tácticas tengas, te venceré —y eso fue todo. Inosuke colgó antes de escuchar la respuesta de la chica.
Un mes, tres semanas, tres días y una hora.
Tal vez llevar la contabilidad del tiempo era otro síntoma de la enfermedad.
Maldita sea.
Más notas:
Ya sé que me demoré mucho para dar la continuación, pero prometo que no estoy abandonando el fic. Al menos no ningún fic que tenga InoAoi, porque amo la ship y quiero terminar lo que ya he empezado a escribir sobre ellos, por más tiempo que me tome hacerlo. Espero que hayan disfrutado de este capítulo y gracias por comentar :D
Kiry se despide, paz~
