Disclaimer: Los personajes le pertenecen a Stephenie Meyer, la historia es de Ayşe Üner Kutlu. Yo solo adapte y mezcle los personajes.


Capitulo Beteado por: Annie Cullen Swan-Tudor Boleyn. ¡Nunca dejaré de estar agradecida contigo por salvarme de ultimo momento!


Capítulo 1

Edward Cullen, es uno de los mejores arquitectos de todo Estambul. Su vida se encontraba organizada entre reuniones, viajes por todo el país, y trabajo, trabajo y más trabajo. Mientras bajaba de su avión, con un aire imponente, su traje sin arruga alguna, sus gafas oscuras y reloj caro, al otro lado de la ciudad se encontraba su asistente personal, Bree, que temblaba como una hoja ante la llamada entrante de su jefe.

—¿Dígame, Señor Edward?

—Bree, tengo una reunión hoy y te pedí que me avisaras con un día de anticipación.

—Discúlpeme, Sr. Edward.

—Si no recuerdas cosas tan básicas, ¿por qué estás viva, Bree? —preguntó Edward, mientras subía a su coche—. Bueno, me cambiaré de ropa e iré.

—Disculpe nuevamente, Sr. Edward –exclamó Bree.

—Bree, o sientes que estás pidiendo perdón o no pidas perdón.

—Está bien, Sr. Edward.

El viaje duró no más que unos quince minutos a su oficina, finalmente regresaba a Estambul después de tantos meses fuera, sin duda había disfrutado de Londres, pero aquí en Estambul se encontraba el corazón de su empresa.

—Buenos días, bienvenido. —Jasper observó a Edward con una sonrisa nerviosa, detrás de él, Bree y Diego se miraban el uno a otro, sin duda la presencia del Sr. Edward en la oficina después de tantos meses en su ausencia, tenía un peso fuerte en sus empleados.

—Veo que no me extrañaste en lo absoluto —murmuró Edward con una pequeña sonrisa torcida, mirando todo a su alrededor.

—Hombre, pero si hemos tenido siete conferencias al día. –dijo Jasper con los ojos casi saliendo de su órbita—. ¿Es realmente posible extrañarte?

—¡¿Edward?! —la pequeña mujer entró como torbellino estresado mirándolo directamente.

—Alice —asintió Edward mientras esperando su ataque verbal.

—Necesitas prepararte para el miércoles —sus palabras salieron tan atropelladas unas tras otras, Edward levantó una ceja en respuesta.

—Yo también me alegro de verte, Alice.

—¡Y yo también! —exclamó Alice, haciendo que su cabello negro saltara a su alrededor—, ¡Pero tienes que prepararte para la junta del miércoles!

Edward se dio la vuelta y se marchó y detrás de él lo siguió una Alice desesperada.

—¿Debería darle la invitación? —le preguntó Bree a Jasper, quien por poco se la arrebata de la mano.

—¡No! ¿Qué haces? ¡Guárdala! Ni siquiera menciones el tema. Cuando te lo diga, se la das.

—Pero me da miedo hablar con el Sr. Edward —murmuró Bree con sus ojos agonizantes detrás de sus gafas ovaladas. Jasper le dio una última mirada y se fue.

X – X – X – X – X

Hoy era la graduación, así que Angela, Rosalie y Leah no podían hacer otra cosa más que mirarse entre ellas, notablemente nerviosas, no dejaban de mirar de reojo a Bella. Después de la llamada de una de sus profesoras, se puso una linda falda azul con pequeñas flores, una blusa sin mangas blancas junto con un par de botines blancos, y decidió irse con sus amigas a la universidad.

—¿Bella? ¿Estás segura que estarás bien viniendo con nosotras? —Rosalie no hacía más que soltar pequeñas risas nerviosas.

—Claro que sí —Bella sonrió dulcemente—, estoy bien, además estoy orgullosa de ti, Ange. Entonces, voy por mi bolso y nos vamos.

—¡No! —gritaron Rosalie y Angela al mismo tiempo. Sus rostros crispados con sorpresa. Mientras que Leah solo las miraba con una ceja levantada.

—Vale, me van a decir ahora mismo lo que me están ocultando —Bella, ahora visiblemente molesta, las miró fijamente, en especial a Angela quien era la más susceptible a decir la verdad… Solo era cuestión de presionar un poquito más.

—Entonces… Vámonos, vámonos ya, porque… se nos hace tarde —Rosalie intervino rápidamente para intentar salvar a Angela, que se había quedado pasmada sin poder decir palabra alguna ante la atenta mirada de Bella.

Leah, cansada de sus juegos y fastidiada de ocultarle la verdad, sostuvo su chaqueta de cuero negro en una mano, mientras la miraba fijamente.

—Bella, un invitado muy especial va a dar el discurso de graduación.

—¿Si? ¿Y quién es?

—Es Edward Cullen, Bella.

Ahora Bella, quien parecía que sus ojos color café chocolate arderían en cualquier momento, apretó con fuerza los dientes y miró con determinación a sus amigas.

—¿Edward Cullen? —murmuró suave y venenosamente. Sus rizos cafés se agitaban con el aire, pero nada se comparaba con la agitación que sentía en ese momento, la sangre hirviendo lentamente dentro de ella.

—Edward Cullen…

X – X – X – X – X

—Bree —la voz de Edward se alzó fuerte y claro en la oficina—, ¿hay algo que quieras decirme?

Jasper, parado detrás de Edward, le hacía mil gestos en negación a Bree, quien no podía apartar los ojos de la intensa mirada de su jefe. Tragó pesadamente y sin contenerse más habló.

—La señora Lauren se comprometió.

Jasper cerró con fuerza los ojos y soltó un chasquido, mientras Edward solo la miró y sacudió la cabeza en negación.

—¿Escuché bien? —le preguntó a Jasper—. ¿Dijo que Lauren se comprometió?

El rubio, sin armas para ocultarlo más, se encogió de hombros.

—Sí, Edward. ¿Sabes? Olvídalo, deja que haga lo que quiera.

—¿Olvidarlo? —no hacía falta levantar la voz, pues su mandíbula apretada y sus ojos lo decían todo—. No puedo olvidarlo, Jasper. ¿Sabes lo que significa comprometerse? ¡Acabamos de romper, Jasper!

Todos en la oficina se quedaron congelados, Bree que se encontraba a su lado se escabulló rápidamente dejándolos solos.

—¿Qué significa eso? —Continuo—. ¿Cuál es la prisa por casarse?

—Mira, tú lo dijiste, hermano. Ya rompieron. Deja que haga lo que quiera. ¿Qué más quieres?

Edward, que por poco echaba chispas por los ojos, negó una, dos veces antes de responder. No podía creer aquello, que Lauren tomase esa decisión tan tonta y apresurada.

—Ella no puede comprometerse, Jasper. No puede, porque sabes perfectamente con quien trabaja su prometido: Riley Biers.

—Lauren esperó hasta que regresaras de Londres para hablar

—Ah. Ella quería hablar conmigo, ¿verdad? —preguntó sarcásticamente Edward. Bufó, y salió de la oficina mientras Jasper lo seguía.

–Edward, Edward. Te lo ruego, no vayas con Lauren.

—Jasper, dije que voy a ir al discurso de graduación. Luego, tengo una reunión con el Sr. Vladimir.

Jasper no hizo más que tragar el nudo de nervios que se encontraba atorado en su garganta y lo vio marcharse. Edward antes de irse, arrebató de las manos de Bree la invitación de Lauren.

Salió disparado en su coche, mirando con desprecio la invitación que tan amablemente le había hecho llegar.

Lauren & Emmett

Qué conmovedor, rodó los ojos al encontrar dentro un par de esposas, tiró con disgusto la invitación en el asiento del pasajero, no podía darle crédito a lo que sus ojos estaban viendo.

X – X – X – X – X

Bella, Angela, Rosalie y Leah, todas juntas eran una combinación de personalidades y estilos. Ange, era una persona soñadora, amorosa, carismática y ocurrente. Rosalie, la encarnación de la moda y el estilo, abogada y adinerada, pero sin duda, alguien que te iba a escuchar y nunca juzgar. Leah, cual botas y cuero negro, sombras oscuras, trenzas y gafas, por supuesto negras; Leah siempre sabia como ayudar a resolver tus problemas, aunque nunca preguntes como. Y Bella, tan apasionada por la vida, adoraba las flores y la naturaleza además de su pasión por su carrera como paisajista, era una persona alegre y feliz pese a todo lo que había y continuaba viviendo.

—¿Estás tranquila, eh Bella? —preguntó Leah mientras la veía conducir.

—Claro, iré a mi antigua universidad, hablaré con la profesora. Escucharé un aburrido discurso de graduación lleno de mentiras de Edward Cullen. Y luego iré al aeropuerto a recoger a Jake.

—Ups —a Leah se le borró la sonrisa en cuanto escuchó el nombre de Jake.

—¿Qué? —preguntó Bella con una sonrisa tensa y sus cejas fruncidas.

—Puede que Jake no venga Bella… —murmuró Rose, mirando casualmente por la ventana. Bella sabía lo que ellas opinaban, que desde que Jake se había ido a Italia a estudiar, todo había sido diferente en su relación, la indiferencia de Jake molestaba mucho a sus amigas.

—¿Por qué no vendría? —Bella bufó y rodó los ojos.

—Porque durante muchos meses el dice que vendrá a verte y nunca viene. Te está engañando. —Rosalie suspiró y la miró con una sonrisita de disculpa. Bella no dejaba de apretar con fuerza el volante en sus manos.

Sin embargo, Leah añadió:

—No entiendo qué encuentras en ese idiota.

El coche se quedó en silencio, todas observando a Bella.

—¿Qué le encuentras? —insistió Leah, mientras la miraba confundida.

Bella no supo que decir por un segundo, antes de murmurar.

—Es bueno, confiable, normal.

—Nuestro vendedor de verduras también es así, vende verduras al precio de compra. —añadió Angela desde la parte de atrás donde estaba sentada junto a Rose—. Es una persona bastante confiable y normal. Entonces elígelo a él.

Ninguna pudo aguantar la risa ante lo que dijo Angela. Incluso Bella se encontraba riendo.

—Además, el lugar es conocido. Está al doblar la esquina.

—Ange, ¿qué tiene que ver eso ahorita? —dijo Bella entre risas.

Entre más risas, llegaron a la universidad, Bella dejó a las chicas en la entrada mientras buscaba donde estacionar, finalmente encontró un lugar muy cercano.

—¡Oiga! ¡No se puede estacionar ahí!

—¿Qué? ¿Por qué? —exclamó Bella, con una mirada de desconcierto.

—Por medidas de seguridad, tiene que seguir derecho y estacionarse más adelante.

—Pero estacionaron ahí mismo. ¿De quién es ese coche? —preguntó furibunda, mientras señalaba el pequeño coche negro de lujo.

—Es del Sr. Edward Cullen, su espacio es VIP.

Todo dentro de Bella empezó a hervir lentamente, mientras la mirada se le oscurecía. Respiró profundamente antes de seguir adelante y estacionar su camioneta lejos de la basura Cullen.

Bella entró a la universidad, sintiendo una pequeña opresión en el pecho y en su corazón, la única cosa que la podía salvar y que haría sentir a sus padres orgullosos donde quiera que estuviesen, se encontraba ahora tan lejos de ella. Mientras miraba a los estudiantes con sus togas y birretes, no pudo más que sentir nostalgia y anhelo.

—¡Bella! —La saludó con gusto la maestra Kate—. ¡Un gusto volverte a ver! ¿Hablamos durante 5 minutos? Tengo algo importante que decirte.

—Maestra, claro que sí, la he extrañado —Bella sonrió mientras le devolvía el abrazo.

—Yo también, querida. Vamos a sentarnos ahí —señaló unas bancas—. ¿Sigues con la floristería?

—Sí, sigo ahí. ¿Cómo has estado?

—Yo estoy bien, gracias. Escucha, para aquellos que dejaron la universidad, salió una prorroga.

Bella se levantó de la banca de un brinco, con la mano en la boca y un grito de felicidad atorado en la garganta, miró a la maestra Kate quien le sonreía ilusionada.

—Hablé con el rector acerca de ti —continuo con una sonrisa Kate.

—¿En serio? —preguntó Bella, aun si poder creerlo.

—Claro que sí, puedes empezar otra vez en septiembre. Pude resolver esa parte, sin embargo, no pude hacer nada respecto a tu beca. Debes pagar la colegiatura del último año.

El ánimo de Bella bajó el doble de lo que había subido, se sentó nuevamente y miró con una sonrisa triste adornando sus labios a su maestra. Obviamente, sabía que no podía ser tan bueno, debido a que en mucho tiempo nada había sido tan bueno en su vida.

—Entonces, podría no haber prorroga. ¿Cómo consigo esa cantidad de dinero? Sabe que estudié cien por ciento con una beca.

—Bella… ¿No tienes nadie que pueda apoyarte?

—Tengo a mi tía Maggie. Sacó un préstamo para aumentar la producción de las flores, pero tiene sus propios pagos. Y no tengo a nadie más.

—Lo entiendo —Kate la miró con tristeza—, aun así, necesitaba decírtelo. No lo sé, tal vez encuentres alguna salida.

Bella solo le sonrió, sin saber que más decir. Toda ella se encontraba entumecida.

—Eres una alumna especial para mí, Bella —le dijo Kate—, no rompas conexión con la escuela. Ven a visitarnos. Veremos qué pasa.

—Gracias —murmuró Bella, con una pequeña sonrisa mientras miraba como sus alumnos le llamaban a la maestra para comenzar con la graduación, la graduación de los alumnos de Arquitectura. Su corazón se oprimió y tensó dentro de ella, casi conteniendo las lágrimas, fue a buscar a sus amigas, ella deseaba estar ahí presente.

Y es así como se encontró, sentada en esa aula de conferencia, con las luces apagadas y su fuego encendido, esperando la llegada de Edward Cullen

—Nuestro venerado invitado, Edward Cullen, estará pronto con nosotros —habló la presentadora con una gran sonrisa, mientras que Bella no podía si no verla con aburrimiento y desprecio ante sus palabras.

—Edward Cullen, tiene muchos premios en arquitectura —continuo la carismática presentadora—. También estudio en las universidades más populares de la facultad de Arquitectura, astronomía y espacio exterior.

Bella no dejaba de bufar ante cada palabra y Angela, no podía dejar de sonreír con emoción por conocer ya al enigmático Edward Cullen, al que solo conocía de rostro y se encontraba pegado en la pared del cuarto de Bella con la cara llena de dardos.

—Además, al mismo tiempo realizó un estudio de posgrado en emprendimiento en la misma universidad

—Gracias al dinero de su padre —escupió Bella rodando los ojos—. Todos conocen el dinero de su padre.

—Bella, se graduó de dos universidades —murmuró Ange mientras los aplausos se empezaban a escuchar por toda la habitación—, nosotras apenas podemos terminar una.

—Ante ustedes, les presento a Edward Cullen.

El hombre, el hombre que le había destruido sus sueños entró cual fuerza de la naturaleza acompañado de aplausos y elogios, vestido con un traje oscuro a su medida, con su cabello cobrizo bien peinado, y una sonrisa torcida y confiada. Bella lo observó detenidamente, parte de su rabia furibunda se había ido, y había dado paso a una completa sensación de admiración ante semejante belleza y confianza, los ojos cafés de Bella no hacían nada más que seguirlo mientras tomaba asiento frente a la presentadora y el público.

—Bienvenido, Sr. Edward.

—Gracias —asintió con su voz fuerte y llena de autoridad contenida.

—Es más bonito de lo que parece en las portadas de revista —dijo Bella, casi en estado de trance.

—¿Qué dijiste? —murmuró a su lado Angela, con una sonrisa enorme mientras aplaudía con entusiasmo para Edward.

—¡No dije nada! —exclamó por lo bajo Bella, saliendo de su ensoñación—. Así que ese es Edward Cullen.

—¿No es guapísimo? —preguntó Ange, con los ojos brillantes y grandes. Bella rodó los ojos, y miró a sus amigas que se encontraban al igual que todo el mundo, entusiasmadas aplaudiendo.

—¿Y ustedes que hacen aplaudiendo? —preguntó Bella, mirándolas con recriminación.

—¡Es lindo! Le aplaudo eso —dijo Rosalie, con su hermoso cabello rubio enmarcando sus facciones delicadas.

—Yo definitivamente no le aplaudo —murmuró Leah, rodando los ojos y mirando al frente.

—No puedo contenerme cuando veo a un hombre hermoso —dijo Angela, con sus ojos soñadores.

—… ¿Qué te gustaría decirles hoy a nuestros estudiantes? —preguntó la dulce vocera.

—Primero que nada, quiero decir que como empresa que somos, para Art Life Architecture, es muy importante que las universidades obtengan valor agregado —empezó Edward, mirando a su público.

—Sí, es muy importante para él —exclamó en voz alta Bella, sin poder contenerse—. Así que entonces expulsas a los estudiantes de la universidad.

Edward, sorprendido ante aquella voz altanera, intentó localizar a la dueña de ella, pero la luz de los reflectores le impedía ver más allá de los primeros asientos.

—¡Shhh! ¡Bella! —murmuró Rosalie, mirándola sorprendida.

Edward suspiró, pero decidió continuar, ignorando el incomodo momento.

—La biblioteca a realizar, no solo será para estudiantes universitarios. Se convertirá en una fuente donde pueden recurrir todos los arquitectos. Desafortunadamente, ya graduados, el mejor y más maravilloso periodo de la vida ha terminado.

Bella sonrió y rodó a los ojos.

—Gracias. Gracias a ti —habló nuevamente, fuerte y claro.

—¡Bella! —Angela le pagó una palmada en su pierna—. Vas a hacer un gran escándalo.

Edward volvió a buscar el rastro de su voz, con el ceño fruncido y los ojos fríos. Apartó la vista de las siluetas que lograba distinguir, y siguió hablando.

—El mundo del trabajo es muy cruel y competitivo. Por lo tanto, lo mejor que está en sus manos no es dinero, ni familia.

—Dijo todo correcto —alzó la voz Bella—, esta vez dijo todo correcto. Por supuesto es fácil para ti hablar.

Sus labios rosados y llenos, se apretaron en una fina línea tan pronto como las palabras abandonaron sus labios, estaba tan furiosa. ¡Tan furiosa!

—¡Bella, ya es suficiente! —susurró Angela, quien junto con sus amigas no sabían si esconderse o esconder a Bella.

Edward se aclaró la garganta, y les otorgó una pequeña sonrisa con labios apretados.

—Lo mejor que tienes eres tú mismo —Bella suspiró y lo miró fijamente, deseando perforarlo con la mirada—. Así que olvida todo lo que sabes y aprende de nuevo. Trabaja duro, deshazte de los estereotipos y no escuches a nadie —terminó.

Todos empezaron a aplaudir nuevamente.

—No me gusta en lo absoluto, así que sigue hablando —bufó Bella, apretando los dientes mientras Leah soltó un fuerte chiflido—. Leah ¿tú también?

—Él dijo que no escucháramos a nadie, creo que tiene razón. Me gustó eso —asintió mientras lo señalaba.

—Además, como Art Life Architecture, hemos proporcionado muchos empleos, así como becas a los mejores estudiantes y continuamos brindando… —Bella comenzó a negar con la cabeza, no podía creer tales mentiras, con qué facilidad las decía.

—¡Espera un minuto… Espera! Esto ha sido demasiado —esta vez, no se pudo contener y levantó aun más la voz, casi gritando.

Todos en el auditorio empezaron a murmurar con disgusto. Mientras sus amigas trataban de calmarla.

—Parece que hay alguien en las filas de atrás que realmente quiere hablar —comentó Edward, mirando fijamente al lugar de donde provenía la voz. Con las manos cruzadas sobre su regazo, Edward continuó—. Si tienes el coraje de mostrar tu cara, entonces te escucharé.

Bella se sorprendió gratamente, asintiendo y más prendida que una chispa se preparó para ponerse de pié.

—Es un placer —dijo, mirando con desafío a Edward. Bella se puso de pie, alisando su falda y levantando con orgullo su cabeza—. Puedes contarle cuentos de hadas a cualquiera que esté sentado aquí, pero no a mí. Porque no le estás dando becas a nadie.

Edward suspiró, tomó una carpeta de la mesa frente a él, mirando a la sombra para detrás de los reflectores, sacudió la cabeza y empezó a leer.

—Hmm, verás… Hasta la fecha de hoy hemos otorgado una beca a 27 estudiantes para estudiar en 6 universidades en el extranjero.

—No provisto, más precisamente proporcionaron y luego cancelaron —contestó Bella, enfadada con la situación.

—Disculpa —dijo Edward, dejando la carpeta en la mesa y ajustando su traje—. ¿Puede acercarse un poco más? No veo su cara.

Bella apretó la mandíbula, y empezó a bajar los escalones, mientras que Edward observaba detenidamente como la sombra iba desapareciendo dando paso a una mujer alta y esbelta, con cabello largo color café, unos ojos grandes y expresivos enmarcado por unas largas pestañas en aquel rostro en forma de corazón. Ambos se quedaron mirando por unos segundos, antes de que Edward sacudiera ligeramente la cabeza.

—Esto es probablemente un error sobre la beca. ¿Puedo saber tu nombre?

—No —Bella negó con la cabeza, aun mirándolo desafiante—. No puedes saber mi nombre, porque no mereces saber mi nombre.

Edward no hizo más que soltar una risa un poco nerviosa e incómoda, mientras que la gente empezaba a murmurar más. Bella sacudió la cabeza y se dio la vuelta, saliendo rápidamente del aula.

—Lo siento, Sr. Edward, continuemos por favor.

Pero Edward no podía apartar la vista del lugar donde antes había estado parada aquella altanera y enfadada mujer. Sin duda, pocas cosas lo habían dejado deslumbrado y esa había una de ellas.

X – X – X – X – X

Bella quería poder volar y salir rápidamente de aquel lugar. Bajó lo más rápido posible las escaleras, mientras que sus amigas seguían corriendo detrás de ella.

—¡Bella!

—¡Espera, Bella!

—Vuelvan chicas, quiero quedarme sola, en serio —dijo Bella, sacudiendo la cabeza mientras llegaba al primer piso. Las chicas no hicieron más que detenerse y mirarla.

El teléfono de Bella empezó a sonar insistente en su bolsa, bufando cogió la llamada rápidamente.

—¡Hola, Jake! —Suspiró aliviada—. ¿Ya llegaste? Iré al aeropuerto ahora mismo. Eh… —miró confundida la hora—. ¿Has llegado temprano?

—Sí —murmuró Jake al otro lado de la línea, su voz contenida sin embargo pasó inadvertido para Bella.

—Entonces hay que vernos —los ojos de Bella finalmente brillaron y una sonrisa brotó de sus labios.

—No puedo, tengo algunas cosas que hacer antes, lo siento Bella, es mi familia…

—… ¿Y entonces cuando nos vamos a…?

—Mañana —dijo rápidamente Jake.

—¿Mañana? Bueno —sintió la familiar decepción apoderándose otra vez de su cuerpo—, está bien Jake, te veo mañana.

Parecía que nada podía salir bien en la vida de Bella, ni siquiera poder ver a su novio en un día claramente difícil para ella, caminó apresuradamente hacia su camioneta, pero como cual ángel caído del cielo, en su camino se atravesó cierta basura Cullen, una basura lujosa y costosa.

Bella observó el coche de Edward por un momento, antes de siquiera pensarlo, se encontraba sacando con determinación una llave de su bolsa y sujetándola firmemente en la mano, se acercó lenta y sigilosamente a la carrocería brillosa.

—Ya verás ahora mismo, Cullen —murmuró con amargura.

Mirando a todos lados, se dio cuenta con triunfo que no había nadie cerca, y entonces, recorrió con presión y enojo, la llave a lo largo del lindo coche, disfrutando de la sensación de liberación al destruir la reluciente pintura.

Dentro del coche, Edward frunció el ceño al ver tan solo aquella pequeña cintura pasar delante de las ventanas y aquel sonido desgarrador que se introducía de manera tortuosa por sus oídos, colgando la llamada a Bree, se preguntó qué diablos estaba pasando.

Bella, al llegar a la puerta delantera del coche, sonrió triunfante. Sin embargo, aun no se sentía conforme, todavía sentía esa presión en su pecho. Así que sacando un pintalabios rosa de su bolsa, procedió con gusto y determinación a escribirle un lindo mensaje.

Edward que seguía mas confundido que al principio, la observó escribir sobre su carro, cuando llegó a la ventanilla del copiloto, decidió bajar el vidrio, disfrutando por un momento la cara de confusión de la señorita. Bella se quedó con la mano levantada y con el pintalabios en mano, no, no, no, no podía creer que aquello le estuviera pasando.

—Hola —susurró Edward, sin embargo, tan confundido como ella misma. Lo cual duró tan solo un segundo antes de bajar rápidamente de su coche cerrando la puerta con fuerza—. ¿Qué estás haciendo?

Bella rápidamente se alejó del coche, su falda ondeando con el aire al igual que su cabello y el corazón latiendo a mil por hora. Tonta, tonta y tonta. Se repetía así misma.

—¿Qué crees que estás haciendo? —Edward levantó la voz al ver con horror lo que la chica le había hecho a su carro—. ¿Quién eres tú?

Bella se sintió acorralada, y la única parte de su cuerpo que reaccionó fueron sus piernas, quienes intentaron huir de la escena del crimen, intentando pasar rápidamente a lado de Edward, que la agarró del brazo y la jaló hacía sí.

—¡Espera un momento!

—¡Déjame ir! —gimoteo Bella, tratando de zafarse.

—¿Quién. Eres. Tú? —preguntó nuevamente Edward, manteniendo en su lugar a la chica a pesar de que ella no hacía más que intentar alejarse.

—Déjame ir —repitió.

—¿Por qué estás mintiendo? —preguntó Edward—. ¡La beca no ha sido cancelada! —la jaló más cerca cuanto más intentaba ella alejarse, si algo le admiraba Edward, es que su esbelto cuerpo tuviera tal fuerza—. ¿Quién eres tú? ¿Cuál es tu nombre? —preguntó nuevamente, sus ojos verdes taladrando aquellos orbes cafés.

—¿Qué quieres? —preguntó Bella, intentando no intimidarse ante su presencia y belleza.

—Te mandó Biers, ¿no es así? —Edward bufó, no podía creer lo que Riley era capaz de hacer.

—¿Quién es Biers? —exclamó Bella frunciendo el ceño e intentando soltar aquella mano fuerte de su brazo—. ¡Suélteme!

—¡Dime tu nombre! —dijo Edward entre dientes, y al ver la mirada determinada de Bella, supo que en definitiva no iba a hablar—. Está bien, no hables. Entonces le hablarás a la policía, quizá.

Bella abrió de par en par los ojos. —¡¿La policía?! ¡No digas estupideces, no seas tonto! Déjame ir o…

—¿O qué? ¿O qué? —la retó Edward, mirándola retorcerse en sus manos—. ¡Me avergonzaste allá dentro, me arrastraste de un lado a otro! ¿Qué ha pasado ahora?

Bella fingió sorpresa y de un tirón soltó su brazo lejos del agarre de Edward.

—¿Vergüenza? ¿Te deshonré? —gritó Bella, mirándolo fijamente.

—Escucha niña. La gente como tu —la señaló casi despectivamente— intenta meterse en mi vida todos los días. ¿De acuerdo? Pero no pueden entrar. Por lo tanto, las tonterías que has dicho allá dentro no sirven de nada.

Pero la atención de Bella ya no se encontraba en el parloteo enfadado de Edward, sino en el asiento del copiloto de su coche, observó con curiosidad unas esposas doradas.

—¡Esa estupidez que dijiste, no significa nada! —Edward seguía elevando cada vez más la voz, sin percatarse que, dentro del cerebro de Bella, una idea se estaba cociendo a fuego alto—. ¡No me puedes deshonrar, porque al hacer eso, solo te deshonras a ti misma!

—¿Sabes lo que significa ser deshonrado? —preguntó Bella, ahora con una voz y unos ojos vulnerables y desconsolados. Se cubrió la cara con las manos fingiendo llorar, y caminó más cerca del asiento del copiloto, mientras Edward sentía la culpa recorrer todo su cuerpo al gritarle de tal manera a esa pobre mujer.

Suspiró suavemente, tratando de calmarse, se dio la vuelta e intentó entablar una conversación civilizada.

—Escucha… de verdad…

Pero Bella ya se encontraba con una esposa ajustada en su propia muñeca, y la otra ajustándola rápidamente a la de Edward.

—Ahora verás qué es ser deshonrado —murmuró Bella, con sus ojos desafiantes puestos en Edward.

—¿Qué crees que estás haciendo? —preguntó Edward, mirando de un lado a otro, no sabía si mirar su muñeca esposada, la cara de triunfo de Bella, o ver con desgracia como la esposa lo unía a la muñeca de ella.

—¡Vamos! ¡Vayamos a la policía! Vamos a resolver esto.

—¿Qué estás haciendo? —preguntó Edward, siguiéndola tras el tirón en la muñeca cuando ella empezó a caminar más decidida que antes.

—Y hasta les contaré como arruinaste mi vida —Bella continúo hablando—. ¿De acuerdo, te parece bien?

—¿Qué estás haciendo ahora? —exclamó Edward, enfadado.

—¿Qué? —preguntó Bella con una sonrisa torcida y siniestra—. Ya no puedes asustarme con tus amenazas, ¿verdad? ¿Me estás tomando el pelo? ¡Las personas como tú no van a la policía para no dañar su imagen! ¿Estás bromeado?

Edward solo se encontraba parado inmóvil, con una mirada llena de confusión en su rostro mientras la veía parpalotear y agitar su cabello con la fuerza de cada palabra.

—Estás loca —murmuró, frunciendo las cejas, ahora temiendo un poco por su vida. Su teléfono comenzó a sonar, y rápidamente contestó la llamada alejándose y olvidándose por un momento de aquella chica hasta que la sintió trastabillar detrás de él.

—Te escucho, Bree —contestó.

—Sr. Edward, lo siento mucho —habló Bree apresuradamente—. Usted preguntó si las becas habían sido canceladas. Y yo le dije que no se cancelaron. Luego dijo: "¿Estás segura?" y yo dije "Segura" pero no estaba tan segura.

—Bree —dijo Edward con fuerza, su corazón latiendo fuertemente en su pecho

—Sr. Edward, las becas han sido canceladas. Todas.


¡TADAAAA!

Primero que nada, quiero agradecerles de todo corazón el gran apoyo que tan solo el prologo recibió, espero realmente no decepcionarlas, cualquier duda que tengan y/o sugerencia estoy atenta, pueden mandarme mensaje privado.

Por otro lado los martes (sí, lo siento, un día antes de la publicación del próximo capitulo) estarán recibiendo un adelanto en dos grupos de Facebook, probablemente cree uno exclusivo porque me encantaría poder subir fotos de las locaciones, que se van a enamorar, y ciertas canciones para que escuchen. Todo depende de como me vaya con este capitulo.

Nuevamente, gracias a cada una por su review, no saben lo mucho que significa para mí.

Dios, siento que tengo mucho que decirles, así que la pregunta del día es:

¿Qué opinan de los personajes introducidos en este capitulo, quien fue tu favorito y quien tu menos fav? ¡Por favor, dime!

Y hey, lo bueno apenas empieza, nos vemos pronto ;)

Con cariño, América.