El cielo azul, las nubes blancas, un sol brillante. Risas y charlas animadas. Aire puro.
En sus recuerdos, se esforzaba por retratar la cara gentil de la humanidad... Ese rostro que siempre le dio la espalda. Ese lado brillante que jamas apuntaría su dirección a ellos.
Pero no tenia otra opción, ¿Verdad? Porque, incluso sin sentir nada, temblaba de miedo. La ansiedad lo entumecia. Algo le decía, gritaba que corriera, se escondiera de lo que sea que estuviera a su alrededor. Si tan solo su unica fuente de luz estuviera allí para consolarlo y darle animos, coraje para huir.
Y estaba solo. Solo en un lugar desconocido, rodeado de cosas.
Recordar las llamas, el fuego devorando todo lo hizo sentir aun peor. Los gritos de la mujer que amaba. Las palabras que se transformaban en murmullos incoherentes ya no humanos. Las lagrimas evaporandose en la hoguera.
Fue impotencia, dolor, tristeza. Saber que no pudo hacer nada para proteger a su madre, quién se esforzó tanto para sacarlos adelante, para protegerlo. Era la ira, verguenza y humillación de ser tan debil, incapaz de devolver una pequeña parte de lo dado.
Si su cuerpo respondiera estaba seguro de que soltaria una risa amarga carente de humor. Dejaría que las lágrimas empañaran por completo sus mejillas. Dejar escapar el grito que trabado en su garganta estaba.
Tenía un cuerpo inútil, incapaz de responder. Unos sentimientos que explotaban por dentro. Un dolor de cabeza inolvidable, recordandole una y otra vez que corriera.
¡Huye, rápido!
Pero no podía. E inlcuso si tuviera el control no sabia si podría. Todo era demasiado para soportar. Solo quería silencio pero está presión que salia de muchos lugares al mismo tiempo lo presionaba hacia abajo.
Ya no importaba nada. ¿Por qué hacerlo cuando no había un objetivo que seguir? ¿Por qué cuando continuar causaba tanto dolor? No había nada. Absolutamente nada.
Estaba solo.
Apreto sus párpados, abriendo los ojos lentamente.
Y si muero al menos quiero saber que—
Un cielo completamente nublado color gris con una luna grande y blanca rodeandola como si la protegieran; brillando como peaueños diamantes.
Una lágrima escapo del solitario niño, rodando hacia el suelo rojo. Sus ojos brillaron y humedecieron, dejando caer más.
Al menos moriría con una vista bella.
Olvidando que antes fue incapaz de moverse, atrajo las rodillas hacia si mismo y apoyo su cabeza en ellas. Lloró con fuerza en silencio con un gran nudo en la garganta.
Su madre. Ella que siempre le sonrío pese a las dificultades. Ella, que pese a ese trato tan horrible siguio consolando y abrazando, ocultando su dolor propio.¿Por qué?
¿Por qué siempre sufrían ellos?
¿Qué razón había? Ninguna.
¡Ninguna y sin embargo—! Sin embargo...
Ellos la condenaron
.La sacaron de la casa a plena mañana, llevandola como si un criminal fuera. Ni siquiera hubo un juicio. Ella fue directo a la hoguera que ya hecha estaba.
Y para romperlo por completo, lo esposaron y sostuvieron fuertemente para ver.
Tuvo que ver como el fuego se prendía, como se expandia lentamente. Observar los ojos marrones de su madre, empañados de lágrimas que pedian disculpas.
¿Por qué te disculpás?
Los gritos que ella solto luego de no poder contenerlo más.
Las exclamaciones de los aldeanos en coro: ¡Muerte a la bruja!
¿Cómo pueden hacer esto?
El cielo azul transformado en un negro humeante. La humanidad en su pleno apogeo.
¿Qué?¿QUÉ LES HIZO ELLA?
¿¡Por qué deberia morir de una manera tan cruel..!?
Solo...
"¿Por qué?"Él dijo en voz baja.
(Los pasos fueron mas fuertes, acercándose)
La vida siempre fue injusta con ellos, lo sabia pero... Pero penso que en algun momento todo mejoraría. Que los insultos y burlas desaparecerían dando lugar a la amabilidad, a las disculpas sinceras. Él pensó.
Él deseo.
Y sus esperanzas fueron quemadas, como si de papel se tratase.
Lo último que recordaria de su madre serian sus gritos, su cuerpo derritiendose cruelmente. Sus ojos pidiendo perdón.
Son ellos quiénes deben arrepentirse.No ella.
No ella.
La vida que siempre les tiro lo que encontraba. La suerte que jamas miro a su dirección.
Bien.
Si la vida lo odiaba, él la odiaria a ella.
(Fue tarde cuando miro hacia arriba. Los sonidos que no pudo oír finalmente lo alcanzaron.)
Hubo gritos. Sangre por todas partes. Sonidos de gruñidos y comida siendo masticada fuertemente.
¿Qué... es todo ésto?
Tsunayoshi fue mas que consciente, por primera vez, que de verdad estaba rodeado de demonios.
Y en un parpadeo, su brazo derecho se habia ido, siendo roto y masticado por una forma humanoide de dos metros de altura, sin ojos visibles y cuatro brazos.
Él sonrió.
Al final solo fue a un infierno diferente.Al final, todo fue en vano.Al final... Su madre estaba muerta.
Muerta.
Y ahora él la acompañaría.
¿Pero y ellos?¿Que paso con aquellos que la condenaron? ¿Donde estaban?
Si él moriria de esta manera ¿no era natural que esoa humanos sufrieran igual?
La vida lo odiaba.
Pero eso estaba bien.
Estaba bien.
Porque él tambien la odia. Con todo su cuerpo y alma, maldecía a la vida.
Porque con sus ultimos alientos él la maldecía. Una y otra, otra vez.
Incluso si salian murmurllos bañados en sangre. Incluso si eran sus últimos pensamientos.
...Te odio, vida.