—No me caen demasiado bien los dioses —dijo Percy, una vez que le explicaron que ese mundo estaba regido por Arcontes, seres considerados dioses.

—¿Has conocido otros dioses? —preguntó entonces Venti.

—Sí, no me sorprendería que fuera su culpa por la que estoy aquí en primer lugar —siguió hablando ella, mientras le pasaba su copa a Diluc para que le sirviera más sidra de manzana, el pelirrojo suspiró y le sirvió—. Solo respeto a unos pocos, como mi pa... preferido, el dios del mar —Percy bebió rápidamente de su sidra de manzana, ellos no necesitaban saber que era la hija de un dios.

—¿Dios del mar? ¿Sería como el dios del agua? —preguntó ahora Paimon.

Percy negó.

—Puede controlar todas las fuentes de agua, pero no es el dios del agua como tal. Es conocido también como el padre de los caballos, portador de tormentas y sacudidor de tierras.

Venti era el que parecía más interesado en todo aquello que el resto, que únicamente escuchaba hablar.

—¿Por qué crees que es culpa de los dioses que conoces el hecho de que hayas terminado aquí? —le preguntó Jean, mirándola con preocupación.

—No sería la primera vez que me meto en problemas por su culpa, el rey de los dioses y yo no nos llevamos muy bien que digamos —dijo ella, esperando un trueno afuera, pero no hubo ninguno, cosa que le perturbó aún más, ¿de verdad estaba tan lejos de su tierra? Sacudió la cabeza, tomó lo que quedaba de la sidra de manzana y se levantó de su asiento—. Bueno, chicos, ha sido un placer pero es hora de que me vaya, Diluc dale mi cuenta a Kaeya.

—¿A dónde irás? No conoces este mundo... —dijo Aether, adelantándose un paso hacia ella, parecía verdaderamente preocupado, algo lindo después de tener en cuenta que su primer interacción fue el golpe de sus espadas.

—Conseguiré un mapa —dijo ella, encogiéndose de hombros—. Tengo que encontrar a mi mejor amiga y entonces ella podrá pensar en una manera de sacarnos de aquí, ya que ella es la inteligente.

Kaeya se acercó a Diluc y le pagó por lo que ella había tomado para entonces voltear a verla.

—¿Por qué no te quedas un tiempo? Podemos ayudarte a buscar a tu amiga, no es la única persona que estamos buscando de cualquier forma —le dijo Kaeya, mirándola desde arriba pues era más alto que ella.

—Si ella estuviera aquí, ya lo sabría. Cuando me presentaste con Jean dijiste que los únicos viajeros que habían llegado aquí éramos yo y Aether, si Annabeth hubiera estado por aquí, se habrían enterado, no es una chica que pase desapercibida.

—Si viste como tú, sin duda alguna no puede pasar desapercibida —le apoyó Diluc.

—¿Cómo es tu amiga? Paimon y el Viajero salimos mucho a aventuras, tal vez... —le dijo Paimon, aunque ni ella estaba segura de haberse encontrado con alguien como ella.

—Rubia, de ojos grises, de mi estatura, casi siempre tiene una mirada intimidadora, o si no, parece perdida en sus pensamientos —les describió ella pero ninguno pareció reconocerla—. Me lo esperaba. Nos vemos.

Rodeó a Kaeya y caminó a la puerta de la taberna.

A sus espaldas, Venti le daba un pequeño empujón a Aether.

El rubio por fin salió de sus pensamientos y se acercó a Percy otra vez, deteniendo los movimientos de la chica al ponerle una mano en su hombro.

—¡Espera! Como Paimon dijo, ella y yo estamos en un viaje, yo también estoy buscando a alguien, ¿por qué no te unes a nosotros? Estamos a unos cuantos días de partir a Liyue, la tierra del Arconte Geo.

Paimon se acercó rápidamente hacia ellos, y asintió.

—¡Es cierto! Paimon es la guía de viaje de Aether, ¡Paimon también podría ser tu guía!

Percy se quedó callada bajo la atenta mirada de todos los presentes, no sabía absolutamente nada de ese mundo y aunque no quisiera admitirlo, se sentía indefensa. Había conocido a estas personas que parecían buenas, pero ¿realmente lo eran?
Miró a los ojos de Aether, y pudo reconocer la misma mirada perdida que ahora debía tener ella en sus ojos.

Recordó que él preguntó si había visto a alguien parecido a él, ¿estaba buscando a un familiar?

Desvió su mirada a la "guía de viaje".

Ni siquiera sabía qué, era Paimon, y eso también le asustaba un poco, pues al resto de personas no parecía perturbarle ni un poco que una figura humana tan pequeña estuviera volando alrededor. Se preguntaba qué otras criaturas encontraría en ese mundo, criaturas desconocidas para ella.

Al final, tronó la boca y regresó su mirada a Aether.

—Está bien, podemos viajar juntos —dijo ella finalmente.

Venti se acercó hasta ellos de un salto, pasando un brazo por los hombros de Percy y Aether en un tipo de abrazo de tres.

—¡Yay! El nacimiento de esta bonita amistad merece un brindis, ¿no lo cree, señor Diluc? —dijo Venti, mirando de reojo al pelirrojo.

—¡Tú solo quieres un pretexto para seguir tomando! —le regañó Paimon, a lo que el bardo únicamente rio inocentemente.


—Lo primero sería registrarte ante el Gremio de Aventureros, te darán tareas diarias y entonces podrás comenzar a hacer algo de dinero —le decía Aether mientras caminaban por las calles de Mondstadt—. A veces los ciudadanos también necesitan ayuda, por lo que tal vez se acerquen a ti pidiendo favores, no siempre dan dinero como recompensa, a veces es comida o algunas otras cosas. ¡Hola, Katheryne!

Habían llegado a su parada. Una mujer de cabello oscuro y con rostro amable les dió la bienvenida.

—¡Ad Astra Abyssosque! —fue su saludo, Percy abrió la boca al reconocer el latín, pero rápidamente recompuso su gesto—. ¿En qué te puedo ayudar hoy, Viajero?

—Tengo una amiga que quisiera unirse al Gremio, ¿crees que podrías ayudarla? —le dijo Aether, poniendo una mano en el hombro de Percy.

Katheryne entonces posó su mirada en ella, como midiéndola, sus ojos se posaron más tiempo sobre su Visión y entonces asintió.

—¿Cuál es tu nombre? —le preguntó Katheryne, sin deshacerse de su sonrisa.

—Percy Jackson —respondió ella.

—Percy, ya que tienes una Visión, comenzarás unos rangos más adelante de lo usual, lo que quiere decir que te serán concedidas algunas misiones peligrosas que los aventureros novatos no pueden llevar a cabo, como deshacerte de campamentos de Hilichurls, encargarte de algunos ladrones de tesoros, y demás. Aunque esto no quiere decir que en algunos casos tengas misiones más sencillas, como ayudar a alguien a encontrar algo que perdió, o llevar paquetes de un lado a otro, ¿estás de acuerdo con esto?

Percy no tenía ni idea de que eran los Hilichurls, pero de cualquier manera asintió.

Después de algunas aclaraciones más, Katheryne le pasó una hoja con cuatro puntos escritos.

—¡Estos serían tus encargos de hoy! ¡Buena suerte! —le dijo ella finalmente.

Aether y ella caminaron apenas unos pasos lejos de Katheryne y comenzaron a analizar sus tareas del día.

—¿Por dónde quieres comenzar?

—Por destruir las torres de los Hilichurls, porque para empezar, quiero saber que son esas cosas —le respondió Percy.

Aether sonrió y asintió, recordando como era él cuando recién despertó en ese mundo.

—¡Vamos! Yo te guío, y te ayudaré si veo que es necesario —Aunque no creo que lo sea, pensó el rubio, recordando cuando sus espadas habían chocado, la fuerza física de Percy era increíble y tal vez superaba la suya, sin mencionar que portaba una Visión, aunque ni ella misma sabía lo que eso era hasta hace unas horas.

Percy llevaba un mapa en sus manos, tratando de orientarse mientras Aether señalaba cosas que podrían servirle para recordar el camino. No vió muchos animales, algunas lagartijas, aves y ardillas, pero nada muy diferente de su mundo.

Lo que le gustó fue ver toda la naturaleza que los rodeaba, sabía que para empezar no parecía haber mucha tecnología en ese lugar, lo que por ella estaba bien, no es como que pudiera usar un celular o algo.

Sus pensamientos se detuvieron entonces.

¡Ella no usaba celular por los monstruos! Y no creía que en ese mundo existieran tales cosas.

Encontró una nueva felicidad en estar ahí, aquello quería decir que podía dejar de estar corriendo de un lado a otro por miedo a terminar siendo la cena de algún monstruo griego o romano.

Sonrió, y comenzó a andar con más energía.

Después de caminar por un rato, Aether le hizo señas para que no hiciera tanto ruido, unos metros más allá podía ver un campamento bastante extraño.

Percy no sabía como describirlo, pero podías saber con solo verlo que aquello no estaba hecho por un humano.

Aether se detuvo delante de ella y le hizo señas para señalar las dos torres que debía de destruir, y después señaló a un Hilichurl cercano.
Percy se le quedó mirando a la criatura por un buen rato, tenía forma humanoide, dos piernas, dos brazos y una cabeza pero hasta ahí acababan las similitudes, desde donde estaba podía escucharlos hablar, y claramente, no pudo decir que estaban diciendo.

En un camino medio entre las dos torres, se encontraba algo que ella describiría como un Hilichurl pero más grande y a lado de él había un hacha enorme.

Percy se replanteó su alegría de hace un rato cuando por fin reflexionó que allí no habían monstruos que quisieran matarla.

—Voy a ir primero —le susurró Aether, y Percy asintió, entendiendo que el rubio quería que viera como peleaban primero antes de lanzarla directamente al frente de batalla.

Percy contó, veía tres Hilichurls a nivel del suelo, y otros dos encima de unas torres diferentes a las que tenía que destruir, estos llevaban ballestas. Y por último, el grandote que tenía el hacha.

Vió a Aether escalar una de las torres donde estaba un Hilichurl ballestero, con gran agilidad cabe agregar. El Hilichurl notó la presencia del rubio hasta que ya estuvo detrás de él por lo que no tuvo tiempo de preparar un disparo antes de que su compañero ya estuviera atacando con su espada en mano, haciendo que el Hilichurl cayera de su torre y entonces llamara la atención del resto.

Bueno, Percy no había aprendido mucho, pero cuando vió a los Hilichurls hacerse con garrotes decidió unirse a la batalla, la mejor manera de aprender era experimentándolo por si misma.

Cuando avanzó hasta estar frente a ellos, fue que se dió cuenta de algo:
Llevó su mano a su "bolsillo" donde "sabía" que tenía a Anaklusmos.

Pero oh, sorpresa.
¡No tenía bolsillos!

Parte de su mente entró en pánico, y otra parte de su mente se concentró en la batalla.

Tres Hilichurls se acercaban a ella con garrotes en mano y todas las intenciones de hacerla papilla.

Aether ya se estaba acercando a ayudar cuando vió la manera en la que Percy esquivaba sus ataques, como si no fueran nada.
No tenía una espada en mano, no sabía porque, pero en cuanto tuvo la oportunidad, le dió un puñetazo a un Hilichurl, aunque no resultó tan efectivo, solo para detenerlo un momento.

Mientras tanto, Percy seguía en un estado de pánico, recordaba que había tenido su espada en manos antes, ¿pero de dónde demonios la había sacado?

Su mente recordó el momento en el que Aether había atacado al Hilichurl ballestero, su espada se había materializado en sus manos de la nada, ¿era algo que ella también había hecho cuando se conocieron?

Pensó en su espada, en el peso que tenía en su mano, en su forma, su brillo, el material del que estaba hecho y se la imagino en su mano.

El próximo golpe que dió no fue un puñetazo, fue un tajo de Anaklusmos.

Al ver que Percy tenía aquello controlado, Aether decidió ir tras el otro Hilichurl ballestero y también distrayendo al Mitachurl de camino.

Percy asestó golpe tras golpe y entonces se preguntó, ¿siempre había sido tan buena?
Se refería a que, ella sabía que era una de las mejores guerreras en su mundo y en su época, pero creía que había algo diferente en tanto a su fuerza y resistencia.

Cuando el primero Hilichurl se desvaneció, demostrando que ella lo había vencido, casi deja que otro de ellos le aseste un golpe, aquello le recordó bastante a los monstruos contra los que estaba acostumbrada a luchar pues aquellos también se volvían polvo.

Se deshizo de los otros dos restantes en un parpadeo y entonces volteó a donde estaba Aether, lidiando con el Mitachurl con hacha.
Estaba acercándose para ayudar, cuando vió a Aether atacar.
El rubio saltó en el aire, dando una vuelta sobre su eje y creando un tornado en el proceso, que fue dirigido a su contrincante. La técnica aplicó daño pero no tanto como para llevárselo volando.

Percy por fin fue testigo del poder elemental que en ese mundo existía, y no pudo evitar pensar en el mundo del que ella venía.

Entonces se preguntó que podía hacer ella, si tenía una Visión.
Ella ya podía controlar el agua, ¿así que qué más podría hacer con eso?

Decidió que lo intentaría en otro momento, y únicamente atacó físicamente al enemigo, hasta que se desintegro.

Después de destruir las dos torres, ella y Aether se encontraron, pero antes de que alguno pudiera decir algo, Paimon apareció de la nada.

—¡Eso fue increíble, Percy! Paimon no se imaginaba que fueras tan buena —le dijo.

Percy dió un salto en su lugar.

—¡¿De dónde Hades saliste?! —preguntó entonces ella, mirando a Aether en busca de ayuda y después de vuelta a Paimon—. Creí que te habías quedado en la taberna pues ya no te vi cuando salimos.

Aether se encogió de hombros.

—Te acostumbras después de un tiempo —le dijo el rubio.

—Si tu lo dices —dijo Percy, mirando a Paimon con algo de extrañeza—. ¿Ahora qué?

Aether le mostró lo siguiente en la lista de encargos.

—Hay alguien que pide ayuda a transportar algo cerca del Viñedo del Amanecer —dijo Aether, señalando en el mapa de Percy el punto exacto.

Comenzaron a dirigirse hacia allí pero en el camino se encontraron con un Caballero de Favonius que se acercó corriendo hasta ellos.

—¡Viajero! Mjm, quiero decir. ¡Caballero Honorario! —decía él, Percy no lo conocía de nada, pero había reconocido su uniforme como tal—. ¡Hay una emergencia! Unos slimes aparecieron a las afueras del Bosque Susurrante y se están acercando rápidamente a Mondstadt, sabes que los slimes normalmente no son un problema pero son demasiados y necesitamos toda la ayuda posible.

Aether miró a Percy con preocupación pero la de ojos verdes hizo un gesto con su mano, desestimando el asunto.

—Estaré bien, podemos encontrarnos después en —Percy miró su mapa—. ¿Levantamiento? Hmm, no. Levantaviento.

Su dislexia no se había ido a ningún lado.

Aether y ella se despidieron con un gesto y la azabache continuó su camino.

Cuando llegó al Viñedo del Amanecer, la nostalgia la invadió, el olor a uvas era diferente al olor de las fresas del Campamento Mestizo, pero igual encontró similitud en aquello, en especial las vistas.

—¿Connor? —le preguntó al primer hombre que cruzó su camino, esperaba que aquello no se alargara tanto como para tener que buscar a la persona de encargo dentro de la mansión.

El hombre con bigote volteó a verla, la miró de arriba a abajo, probablemente juzgando sus ropas y entonces asintió.

—¿Vienes del Gremio? —Percy asintió y no pudo evitar notar que la voz del hombre temblaba un poco—. Bien, mira. El problema es que uno de los globos que traían cargamento hacia aquí se quedó atorado en el camino, supongo que viste el espacio entre los dos precipicios mientras venías para acá, ¿no? —ella volvió asentir, había visto incluso puestos que se veían abandonados pero no le había preguntado a Aether nada de eso—. Se encuentra ahí, iría yo mismo por los paquetes pero no soy tan fuerte ni tan rápido como los aventureros, ¿crees que podrás hacerte cargo?

Percy frunció el ceño levemente, todo el discurso de Connor sonaba demasiado falso, como si se hubiera aprendido un guion rápidamente y ahora estuviera esculpiéndosela a ella tan pronto como podía.

—Claro, yo me hago cargo —le dijo Percy, dando media vuelta y comenzando a andar.

Algo bueno que podía decir sobre ser una mestiza es que después de tantas misiones y excursiones en el mundo, es que había adquirido un buen sentido de la orientación, si no lo tuviera, probablemente se hubiera perdido.

Llegó aquella abertura entre los dos precipicios y avanzó, sin detenerse a pensar ni un segundo. A mitad de camino, pudo ver el globo con el cargamento, pero no parecía que se hubiera atorado con nada. Cuando estuvo a unos diez metros de distancia, un color rojo llamó su atención.

Se detuvo y suspiró.

—¿Por qué me temía que esto pasara? —preguntó ella.

Diluc salió a la vista, no parecía amenazador pero tampoco muy amigable.

—Lamento tener que tomar este tipo de medidas, solo quiero estar seguro de que Mondstadt está seguro contigo alrededor —le dijo Diluc acercándose a ella para que pudieran hablar con normalidad.

—Por lo que entendí, ni siquiera eres parte de los Caballeros de Favonius, ¿trabajas desde las sombras entonces?

Diluc asintió.

—Si vas a responder mis preguntas, lo más válido es que yo también responda las tuyas, ¿te parece un buen trato?

Percy pensó que no había absolutamente nada que le gustaría saber sobre él, pero igual asintió, mostrando que estaba de acuerdo.

—Todo lo que dijiste en la taberna sobre venir de otro mundo y no recodar como habías parado aquí, ¿es cierto? —preguntó Diluc.

—Totalmente cierto —dijo Percy, asintiendo energéticamente.

—¿Entonces por qué parecía que estabas ocultando cosas?

Percy frunció el ceño levemente y miró directamente a los ojos rojos del hombre frente a ella.

—Que no quiera compartir algunos aspectos de mi vida no significa que todo lo que dije haya sido una mentira —fue su respuesta—. Hay información que no creo que necesiten saber, eso es todo.

El semblante siempre serio de Diluc se transformó por un momento a uno de sorpresa.
Percy parecía ser algo tosca, sarcástica y a veces algo irrespetuosa, pero ahora estaba completamente seria y sus palabras habían logrado impactarlo pues había hablado con una madurez que no esperaba venir de ella.

Diluc asintió, saliendo de su sorpresa y tomando su respuesta como válida.

—Es tu turno, ¿qué quieres saber?

Percy miraba por encima de su hombro, con el ceño fruncido en un gesto de confusión.

—¿Qué son esas cosas?

Diluc volteó y dirigió sus ojos a donde Percy estaba señalando, para encontrarse con dos slimes cryo gigantes.
Suspiró, recordando que ella era nueva en ese mundo, por lo que era obvio que no sabía que aquellas cosas no eran del todo amistosas.

—Slimes Cryo, no dejes que sus ataques te alcancen mientras estés mojada, pueden congelarte.

Diluc hizo aparecer su mandoble, dejando a Percy con la boca abierta.

—¡Espera! Ya sé cuál es mi pregunta —le dijo ella antes de que Diluc atacara—. Quiero saber como usar mi Visión, ¿qué tal una demostración?

Diluc asintió y se lanzó a la carga.

Los slimes no duraron ni dos minutos, por lo que se volvió a reunir con Percy, quien tenía una mirada de profunda concentración, pero en cuanto vió al pelirrojo frente a ella, soltó un quejido de frustración.

—Lo que me temía, no entendí nada —dijo ella, y Diluc casi sonríe.

—No es tan complicado, solo tienes que concentrarte en el poder elemental, ¿no puedes sentirlo? Está por todos lados, tienes que reconocer el tuyo y usarlo.

Cuando Percy lo siguió mirando confundida, Diluc hizo una mueca y supuso que aquello tomaría su tiempo.