- Sí, entiendo Sakura-chan - dijo Tomoyo por el teléfono aquel sábado por la mañana - No, no te preocupes, podemos salir la próxima semana, descuida.
Tomoyo se quedó escuchando las disculpas que su amiga le decía en esos momentos por teléfono, sin querer hablar más de la cuenta para que Sakura no notase su desilusión. Hace unos días habían quedado en encontrarse el sábado para ir al centro comercial, y Tomoyo esperaba mucho aquella salida, donde estaba dispuesta a dar un paso más, quizás confesarle lo que sentía por ella hace mucho tiempo. Tomoyo había estado pensando mucho en esos días, pensando y pensando sobre lo que debería hacer antes de que terminaran la escuela, al final llegó a la conclusión que Sakura debía saber lo que ella sentía, la intención de Tomoyo solo era confesarle que la amaba, pero, no esperaba nada a cambio. Respetaba la relación de su amiga con el joven Shaoran y nunca la forzaría a nada, solo quería que ella lo supiera y luego, poder seguir con su amistad sin secretos. La joven se sentía nerviosa, estaba decidida a confesarse, pero, si Sakura deseaba salir con Shaoran aquel sábado, no podía decir ni hacer nada, Tomoyo era muy amable en realidad y adoraba a su amiga, por ello, con el dolor de su corazón, la liberó fácilmente de sus planes de ir al centro comercial para que pudiese hacer lo que en verdad quería.
Pero, al terminar la llamada, la joven se quedó mirando el teléfono por largo rato seriamente. Tomoyo amaba a Sakura, y en verdad, le encantaría que ella le correspondiera cuando supiera sus sentimientos, pero, aquello solo era un hermoso sueño que nunca se haría realidad. Tomoyo respiró profundo, aquel sábado su madre no se encontraba en casa y no tenía deberes pendientes que hacer, había terminado todo para dedicarle el día a Sakura, pero, ahora que se habían cancelado sus planes, no sabía qué hacer. Tomoyo trató de distraerse leyendo un libro, pero después de una larga y aburrida hora, se puso de pie, fue a su habitación y se hizo una cola en el cabello, tomó su bolso y decidió ir al centro comercial a pasear. No tenía por qué quedarse aburrida en casa, además sus guardaespaldas siempre la acompañaban y nunca se sentía sola por ello. No tardó en informarles y las mujeres se prepararon para ir con ella al centro comercial.
Una hora después, Tomoyo se encontraba contemplando las tiendas y comprando algunas cosas, mientras las mujeres que formaban parte de su seguridad la seguían de cerca. Al principio, la joven había pensado que era una muy buena idea salir a pasear sola, pero, al transcurrir el tiempo, y a pesar de su seguridad que la cuidaba, empezó a sentirse algo sola por no tener con quien charlar. Las mujeres de su custodia nunca hablaban con ella, salvo para cosas puntuales, por lo que, aquel paseo empezaba a parecerle triste y más, al imaginar a Sakura sonriendo a su lado. Tomoyo estaba divagando entre sus pensamientos, pensando en lo que diría su amiga si viera tal o cual cosa en las tiendas, o los helados que comerían juntas al terminar las compras, estaba tan distraída que al bajar por las escaleras mecánicas, pisó mal y hubiera terminado golpeada, si alguien no la hubiera sujetado de la cintura en esos momentos.
Tomoyo pensó que se trataba de alguien de su guardia, pero, al voltear se sorprendió al ver a una jovencita de su misma altura, con largos cabellos color ébano y una mirada de preocupación, mirada que conocía bien.
- ¡Oh! ¿Meiling Lee? - dijo Tomoyo sorprendida, la joven había cambiado mucho, si bien conservaba su larga cabellera, su ropa era totalmente diferente. Ahora usaba blusas que mostraban sus hombros y llevaba una falda negra que tenía algunas cadenas plateadas como decoración. Meiling lucía más grande, madura, rebelde y más hermosa que nunca.
- Tienes que tener cuidado Daidouji-san, no me hubiera gustado que nuestro primer encuentro después de tiempo, hubiera sido con un accidente. ¿Estás bien?
- Sí, muchas gracias por ayudarme.
- ¿Y Kinomoto-san? De seguro debe estar en una tienda cercana ¿no?
- Bueno, ella no vino conmigo… está con Shaoran ahora.
- Ya entiendo, con razón cuando bajé a desayunar él ya no estaba. He llegado ayer, pero, no quise quedarme en casa, es aburrido estar sola y hace tiempo quería conocer este nuevo centro comercial, ¡es enorme! Estoy dando vueltas y vueltas y no sé exactamente a dónde ir - dijo Meiling acomodándose el cabello.
- Si gustas podemos ir juntas, he venido un par de veces y creo poder ser una buena guía - dijo Tomoyo sonriéndole.
- ¡Eso sería genial! ¡Y podemos ir a almorzar después! ¿Qué te parece?
- Claro.
Tomoyo pensó que tener compañía no estaría mal, lo que jamás imaginó fue lo bien que terminaría pasándola junto a Meiling. La joven era muy alegre y tenía muchas energías, ambas entraron a muchas tiendas y en poco tiempo, cargaba varias bolsas de distintos lugares. Tomoyo no pudo evitar sonreír al verla tan entusiasmada por haber encontrado unos aretes que tanto había buscado en Internet. Realmente, salir con Meiling era toda una aventura, y el haberla encontrado en aquel centro comercial había sido lo mejor que le había pasado en el día. Después de hacer unas compras más, se dirigieron a un restaurante, ambas jóvenes estaban exhaustas, pero se sintieron reconfortadas cuando les trajeron las bebidas de frutas.
- ¡Esto está delicioso! - exclamó con una cara de alegría Meiling.
- Me alegra que hayas encontrado todo lo que querías comprar.
- Eso fue gracias a ti, por eso, el almuerzo va por mi cuenta.
- Pero, tú me salvaste de una caída segura.
- Y tú me alegraste el día con tu compañía - dijo Meiling guiñándole un ojo, gesto que hizo que la joven se sonrojara sin saber por qué - Suelo ir de compras sola, pero, es más divertido tener a alguien con quién charlar.
Las jóvenes disfrutaron de una deliciosa comida mientras charlaban de cosas de la escuela, Meiling ya había terminado sus clases y solo esperaba el próximo año para ingresar a la Universidad. Tomoyo iba a preguntarle en qué facultad estaría, pero, Meiling cambió de expresión en esos momentos, se puso muy seria y cruzó los brazos mientras veía fijamente a Tomoyo.
- Ustedes van a terminar la escuela pronto, ¿ya le has dicho a Kinomoto-san lo que sientes por ella?
- ¿Qué?
- Sé que está saliendo con Shaoran, pero, tiene que saber tus sentimientos.
- ¿De qué estás hablando? No, Sakura-chan y yo solo somos amigas – dijo Tomoyo sintiendo como la garganta se le cerraba y no podía respirar muy bien de los nervios. No tenía la menor idea de cómo Meiling se había dado cuenta, todo era cierto, pero, no podía afirmar nada, todo para proteger a su amiga.
- No tienes por qué avergonzarte, eres demasiado obvia Daidouji-san. Desde que estábamos en la escuela supe que te gustaba Kinomoto-san de "esa" manera. No tengo nada en contra de tus sentimientos, es más, los apoyo y espero te animes a confesar tu amor por ella.
- No, de verdad, estás equivocada - dijo Tomoyo tratando de sonar como siempre, pero, su voz sonaba muy nerviosa mientras jugueteaba con sus manos.
- ¡No seas cobarde Daidouji-san! ¡Si fuera tú iría esta misma noche a confesar lo que siento!
- ¿En verdad? ¿De verdad crees que pueda hacerlo?
- ¡Claro que sí!, y cualquier cosa me puedes llamar. Una vez tú me escuchaste y dejaste que me quedase en tu casa, ahora me toca animarte para que te declares. Sé bien que Sakura está saliendo con Shaoran, pero, ella tiene derecho a saber lo que sientes.
Tomoyo frunció el ceño y apretó las manos alrededor del asa de su bolso, eso era lo que había querido escuchar hace mucho tiempo, palabras que le dieran el valor para confesarse. Y después de que terminasen de almorzar, ambas salieron del restaurante y Tomoyo llevó a Meiling a su casa, ahí se enteró que los jóvenes aún no habían regresado de su cita. Meiling le volvió a dar ánimos antes de bajar del auto, Tomoyo se sentía mejor después de haber sido honesta con la joven, en el camino a casa le confirmó que amaba a Sakura, y Meiling había sido muy amable y comprensiva con ella. Tanto que, le había dado el valor de confesarse aquella misma noche.
Tomoyo planeaba hablar con Sakura a solas, tranquilamente, sin palabras que la presionaran a darle una respuesta, lo había planeado tanto que sabía bien que hacer. Sin embargo, cuando Tomoyo llegó aquella noche a casa de su amiga y ambas subieron a su habitación, todo el discurso bonito que tenía preparado se fue al tacho. Todo empezó con un "tengo algo que confesarte" y terminó besando en un impulso a Sakura, quién se quedó totalmente sorprendida ante eso. Cuando Tomoyo se dio cuenta de lo que había hecho, no pudo decir nada, la expresión de Sakura hizo que se le partiera el corazón, en esos instantes, solo salió corriendo de la habitación, bajó las escaleras y sin despedirse salió al exterior para meterse rápidamente en el auto que esperaba por ella.
- ¿Qué fue lo que hice? - era lo único que repetía Tomoyo en todo el camino de regreso a casa, mientras ocultaba el rostro entre las manos, manos que estaban mojadas con las lágrimas que derramaba en esos instantes.
Continuará…
