Capítulo 1

Noche.

Llevaba en brazos a Loyd, el pequeño bebé que había recogido de la basura, mientras caminaba y caminaba como si nada, algo desesperado en busca de algo de leche para el niño puesto que, al no tener a su madre para ser amamantado, debía buscar esa fórmula específica para bebés de apenas semanas de vida.

No había resultado y llevaba horas y horas, sintiendo que el niño pronto estaría desesperado por algo de comida, una pequeña encomienda que su madre le había solicitado para el niño.

De más está decir que no iba a dejarle el niño a su madre y padre, personas que parecían extremadamente desesperadas por tener un nieto luego de años y años. Sería lindo dejarles al niño pero lo que menos quiere es, ahora mismo, dejarle con ellos. Seguro sofocarían al niño y como tal, no quería jugar con eso.

Ahora que lo pensaba, mientras iba con él en brazos, tal vez sería buena idea dejarles con ellos mientras él se las ingeniaba para encontrar la leche especial para su pequeño hijo.

—Veamos… —en esas horas que ha estado buscando, había recibido direcciones múltiples veces de gente que le indicaba qué lugar, abierto incluso, donde podría comprar tal leche—. Tenía que girar en esta esquina y entonces… —al caminar, dobló la esquina y encontró una tienda abierta, luego de tanto caminar—. Oh, por fin algo abierto… —decía realmente aliviado.

Ese alivio pronto se iría cuando sintió que el pequeño en sus brazos ahora mismo no solo abría sus ojos sino que también empezaba a incordiarse y a llorar.

Lincoln no esperaba esto para nada y se detuvo para mirar al pequeño, teniendo sus dos manos debajo de sus pequeños brazitos mientras lo miraba muy preocupado.

—Loyd, pequeño, ya, ya, por favor —decía con un estrés acumulado en su cara y con preocupación al notar esto—. Pronto voy a conseguirte algo de leche, ¿sí? —no sabía qué hacer por lo que lo estaba mesiendo un poco en sus brazos, estando cada vez más preocupado conforme los segundos pasaba y él no dejaba de llorar—. Pronto te conseguiré algo de leche, te lo aseguro.

Caminó nervioso hasta la tienda, un pequeño local que parecía estar abierto a estas horas.

—¿Hola? —dijo.

—Oh, hola —la persona detrás del mostrador reaccionó al ver un cliente—. ¿Cómo puedo…? —se detuvo. Notó que tenía un niño en brazos. Aparte, la apariencia del peliblanco no parecía brindarle confianza para nada. Veía un joven adulto con una camisa color vino tinto y arremangada la misma, aparte de llevar un color blanco en su pantalón de vestir con zapatos del mismo color, más tirando a plata. Entrecerró sus ojos, creyendo que podría ser alguien peligroso—. …¿qué necesita?

Su cautela fue mostrada.

Ya estaba preparado en cualquier caso de usar el arma que tenía.

Además, usar a un bebé para poder efectuar un robo… sí que la gente ha caído muy bajo.

—¿Tiene de casualidad… leche para niños de dos semanas de vida? —preguntaba mientras se rascaba la cabeza.

—¿Para él?

—Sí —respondía al notar que señalaba a su hijo—. …me quedé sin esa leche… y ha estado llorando desde entonces por eso…

—¿En serio? —quería dudar, enormemente. Le daba ese beneficio al peliblanco que se mostraba muy preocupado, haciendo lo posible para que su hijo dejara de llorar, tratando de jugar con él, levantarlo un poco en el aire, besar su frente y acariciar su barriga. A duras penas pudo hacerlo. Él suspiraba muy aliviado al conseguir que el niño se calme de momento más no cerrar sus ojos para lo que él buscaba: que se durmiera—. Mm… en ese caso… —ya no creía que fuera necesario usar lo que estaba detrás del mostrador—. Solamente tengo leche común —esto hizo que el albino bajara su cabeza—. Pero —vio que el albino levantaba su cabeza, esperanzado—, si camina por unos… ¿5 minutos? Habrá un lugar que pueda venderle la leche que está buscando —señalando a su derecha.

—Gracias, de verdad —contestaba cortésmente mientras asentía y miraba a su hijo—. ¿Has oído? Pronto tendrás algo para comer…

Salió de la tienda, agradeciendo de nuevo al hombre detrás del mostrador por esa ayuda que le dio.

Caminó por 5 minutos, como dijo él, para encontrar entonces otro lugar donde parecía ser una tienda, teniendo el defecto de que estaba cerrado y estando abajo aquello que protegía a la tienda para evitar robos, teniendo una enorme muralla de lámina.

—¡Hola! —aun sin importar que fuera de noche, golpeó como si fuera la puerta de su casa de toda la vida, generando bastante ruido debido a sus golpes desesperados. Con eso, hizo que de nuevo Loyd empezara a llorar por ese ruido—. Loyd, perdona, perdona por esto que hice…

—¿Qué diablos pasa?

Salió una anciana que terminó levantando aquella cortina de lámina plateada, teniendo una muy mala expresión porque había cerrado hace 5 minutos y ahora, un idiota, tenía una persona frente a ella.

—¿Qué quieres? —dijo con muy mal tono, no importando para nada que este hombre tuviera a un niño en sus brazos—. Tiene que ser algo muy importante para venir a molestarme y golpear de esa manera…

—Leche para niños de dos semanas de vida —no iba a decir nada más que eso. Ver a esta mujer mayor actuar así, era entendible. Entendió que ha golpeado con suma violencia y más a estas horas—. El hombre de la tienda de allá —señalando de donde había venido—, me dijo que usted tendría…

—¿Ah? —no entendía pero luego comprendió todo—. ¿Ese idiota te mandó aquí? Pff, perdona joven pero no tengo lo que buscas —le dijo fríamente—. Ahora, si me disculpas…

—¿Puede decirme dónde puedo conseguir esa leche?

Aun a sabiendas de que ella usó un tono de voz muy agresivo, Lincoln no mostró signos de molestia alguna. Se comportó como una persona normal haría… o eso cree que es ahora luego de cierto tiempo. La misma le miró por un rato para cruzarse de brazos.

—Hay una peluquería a unas calles de aquí. La maneja una mujer que no puede amamantar a su recién nacido y tiene la leche que buscas. Ve y pídele a ella.

—En serio, me ha hecho un gran favor

—Sí, sí, como usted diga —decía con enorme desinterés—. Ahora, vete con tu hijo, despertará a todos con sus llantos.

Retrocedió y luego bajó esa lámina de metal con tanta fuerza que levantó polvo, escuchando cómo insultaba la anciana por este momento que había pasado, un hecho que hizo suspirar al albino por completo.

Había un hombre que le dijo dónde estaba tal lugar y que ha sido muy amable.

Loyd había llorado dos veces en el trayecto a la peluquería pero de alguna manera, se había acostumbrado a esto y ahora sí puede decir que puede calmar de una buena manera al niño.

—¿Hola?

Tocó la puerta, no esperando que haya resultado alguno porque estaba cerrado y un mismo cartel pegado a la puerta decía eso.

—¿Alguien? —preguntaba de todas formas—. Necesito ayuda, por favor…

No hubo respuesta.

Estaba por rendirse por completo.

Iba a desmoronarse.

No sabía qué hacer.

Si esperaba toda la noche y hasta el día siguiente, seguro su hijo la pasaría demasiado mal y lo que menos quiere es justamente eso.

Cerró sus ojos y se imaginó al pequeño tener que pasar hambre.

Ya suficiente ha pasado con casi morir al estar en un cubo de basura… ¿y ahora esto?

¿Dónde queda su honor como hombre al decir que sería un buen padre para el pequeño y cumpliría ese rol a diferencia de su madre?

—¿Señor?

Levantó su cabeza al escuchar que le llamaban.

Una mujer se paró frente a él con una cara preocupada.

Él se la quedó mirando.

—¿Usted fue quien ha tocado… la puerta?

—Eh… —se paró, tratando de esconder su repentina emoción. Se tranquilizó como pudo y miró con esperanzas a la mujer—. He sido yo, sí, sí, yo he sido…

—… ¿qué pasó? —preguntaba muy curiosa.

—… necesito leche para el niño —y le mostraba al mismo—. …él…

—Oh, pero mira qué linda monada —soltaba en un meloso tono, acercando su rostro con una gran sonrisa y viendo que el pequeño había reaccionado y sonreía—. Realmente es un lindo niño, señor. Tiene su cara…

—… ¿en serio?

No sabía cómo sentirse con esto.

No era su hijo.

No espera que su hijo se parezca a él para nada.

Aun así, esta señora le dijo que tiene su cara… lo miró unos segundos sonreír y no encontraba para nada una similitud a la suya.

Pero una sensación rara le recorrió por completo en su cuerpo.

¿Era bueno o era malo?

—¿Has dicho leche? —salió de sus pensamientos y con calma, respondió con un simple si—. Mm… ¿leche para un niño recién nacido?

—Sí. Se ha terminado la que tenía… y no quiero que pase hambre… de nuevo…

—¿La madre?

—… muerta.

—Oh… siento mucho preguntar…

—No importa.

—Al menos tiene un padre —dijo tratando de salvar la situación incómoda. Lincoln no dijo nada y solo asintió ante esto. Ella, entonces, viendo que salvó un poco la situación, volvía al tema—. Tengo un poco para prestar, no puedo amamantar a mi bebé por temas de salud. Iré enseguida y te daré un poco.

Fue en unos segundos que entró y salió con un pequeño envase de leche para recién nacidos, siendo tomada por Lincoln que al ver tal contenido, sonreía, feliz de tener esto en sus manos.

Iba a darle las gracias y que pronto pagaría este enorme favor que le ha hecho pero se detuvo porque frente a ellos, sin reparo alguno y sin vergüenza alguna también, un hombre como si nada se bajó el cierre de su pantalón para orinar allí, como si nada, como si fuera dueño de tal lugar.

—Señor… —dijo la mujer, viendo que orinaba justamente frente a ellos, a un costado, tirando justamente a las plantas que tenía para embellecer el lugar y que tanto amor había hecho—. …

—¿Eh? —respondió con mala gana—. ¿Qué mierda quieres? ¿Eh? —decía—. ¿No ves que estoy orinando?

—Hay una mujer presente —Lincoln habló y su tono cambió por completo—. Le ruego que se retire, por favor.

—¿Y si no quiero? —terminando de orinar, miró con la poca paciencia a Lincoln, estando a nada de estar frente a él—. ¿Qué vas a hacer si no quiero? —al ponerse frente a él, notó que había una clara diferencia de altura. Era más bajo. Pero eso, no lo detenía para nada. Si contara las veces que ha derrotado a gente más alta que él—. ¿Qué mierda un anciano como tú? ¿Contarme mierdas del pasado hasta matarme? ¡Ha! ¡Quisiera ver eso!

Lincoln hizo que sostuviera la señora a Loyd, algo que ella no esperaba.

Miró con odio al hombre frente a él, juzgando que era un anciano por su cabello y su expresión que debe de admitir que no ha sido muy buena en estos meses, teniendo una expresión desagradable y que asustaba un poco a la gente. Ahora, ahora hacía lo que podía para ocultar tal mirada y se manifestaba en estos momentos.

Además, de ver que orinaba a unos pasos de él, ya tenía ganas de romperle la cara.

Un rato después

—Estoy en casa

—¿Qué pasó para que tardaras tanto?

—… muchos lugares cerrados —contestaba—. Es normal, salí algo tarde…

—¿Eso es sangre?

—¿Esto? —se tocó la cara, la mejilla. Sentía algo seco y que estaba pegado. Lo sacó y sí, era sangre algo seca. Suspiraba algo cansado—. Creo que sí, no lo sé.

—¿Cómo que no sabes eso Lincoln? —le cuestionaba su madre. Al ver que su hijo no ponía buena expresión, decidió dejar el tema de lado—. ¿Tienes entonces la leche?

—Lo hago —respondía mientras daba a su madre su hijo que estaba todavía despierto—. Iré a la cocina, voy a calentar esta leche y luego alimentar a mi hijo.

—¿No quieres ayuda?

—… —cerró sus ojos para pensar. Luego los abrió—. No hace falta… solamente, mira al niño.

Fue a la cocina mientras su madre y su padre parecían ver al niño y jugar con él.

Buscó una jarra, prendió una de las hornallas de la cocina para poner la jarra encima y vaciar ese envase de leche que trajo, esperando por unos minutos hasta que se calentara, buscando el biberón del niño en el proceso, para luego cargarlo dentro.

Esto es algo que recordaba al menos de hacer.

—Ya tengo el…

—Wow, wow, wow, alto hijo —le dijo su padre. Lincoln no comprendía a qué venía eso de ponerle una mano encima para detenerle—. ¿Qué haces?

—Voy a alimentar a mi hijo

—¿Comprobaste si la leche tiene la temperatura perfecta? ¿Has probado la misma si es la correcta? ¿Has puesto una cantidad razonable para tu hijo?

Parecía que signos de preguntas salían encima de Lincoln, no entendiendo nada de nada.

Lynn padre notó esto y se tomó la cara.

—Dame eso —le quitó el biberón y se salpicó un poco la misma en su muñeca. Sintió que quemaba un poco y mostró una reacción negativa—. Está caliente

—Pronto se enfriará

—El chiste es hacer que esté tibia para que pueda beberla al instante y no tener que esperar para que se enfríe un poco, Lincoln —le enseñaba un poco. Lincoln anotó esto mentalmente—. Ahora, es ver si es la correcta —giró la tapa del biberón. Puso un dedo dentro para ser mojado. Lo sacó y luego lo probó—. Mm… sí, es leche para un niño recién nacido. Además, parece que es de una muy buena marca, esa que vale 60 dólares…

—¿60 dólares? —preguntaba asombrado—. ¿Cómo sabes eso?

—Después de tener tu madre a las gemelas, incluso teniendo a ellas, ya no pudo darles el pecho. Buscamos la mejor marca, siendo esta justamente. Reconozco el sabor, yo he sido quien mayormente les daba el biberón… aparte que antes valía 10 dólares… pero eso son otros tiempos… y agradece que no vale 200 como hace unos años…

—… —abrió sus ojos asombrados al escuchar esto—. …wow

Lynn padre fue a dejar el biberón en la mesa y fue a buscar su nieto.

Rita no quería cederlo para nada pero no había otra cosa qué hacer ante la insistencia de su esposo. Ambos querían nietos y ella, en estos días, lo había acaparado demasiado.

Lynn tomó a su nieto Loyd.

Era igual a su madre… y pensar que ella hizo esa acción tan atroz de tirarlo al cesto de basura. Seguía pensando en aquello. Interesado, preguntó a Lincoln unas cosas más sobre esto, teniendo a Rita como testigo, queriendo saber qué más le dijeron los doctores sobre el pequeño.

No se dieron cuenta por el amor que tenían con saber que era su nieto.

Vieron ahora, tras escuchar lo que dijo Lincoln, que el pequeño en serio ha tenido las mejores de las suertes en seguir vivo, sabiendo que era un niño que nació a los 6 meses de vida y que era, y será, más frágil que el bebé promedio. Era normal eso puesto que un bebé, en caso de nacer prematuramente, sería "lo mejor" que nazca al séptimo mes, ya habiendo desarrollado todo bien pero, al nacer al sexto mes, era más pequeño de lo habitual, huesos débiles, problemas con los órganos, ese tipo de cosas.

Los padres de Lincoln miraron sin creer esto que dijo él pero su mirada, la mirada que el albino daba, realmente no era una mentira. Se sentó un poco alejado de ellos mientras sacaba de uno de sus bolsillos una pequeña caja con cigarros, todo para prender uno y fumar, pensando esto con sumo dolor.

—No me importa qué miles de razones tenga Lori, ninguna podrá justificar esto que ha hecho… y por más que sea mi hermana, espero que nunca se cruce en mi camino… porque dejaré de tener otra hermana…

Apagó el cigarro al instante con su propia mano, mirando a la mesa abatido por completo.

No quiere recordar esto para nada.

En la vida, siempre habrá gente de mierda.

Él debe admitir que en estos años de su vida, ha hecho cosas no muy buenas, desde extorsionar hasta prestar dinero para luego ir a cobrarlo en el trabajo que tenía y que mejor se le daba, todo para hacer destrozos, golpear, incluso matar… pero tenía límites y un código moral.

¿Hacer esto a un niño?

Ni la persona más violenta que ha conocido haría este tipo de cosas.

Fue en ese momento que apenas se percató de que Loyd se había dormido por completo, haciendo que se pare y mire asombrado a su padre por haber hecho esto.

—¿No es mejor que coma antes de que se duerma? —preguntó.

—Solo tenía sueño —decía Lynn padre con una sonrisa—. Tal parece que estaba algo molesto porque necesitaba dormir —Lincoln seguía anonadado y él se reía—. Si ha dormido en lo que lo llevabas contigo, tal vez ha intentado dormir pero ese largo viaje de ser llevado a todos lados, le hizo dormir muy mal… Te dije que se debía quedar en casa —hizo una pausa para levantarse del sofá y darle el bebé a su mujer para que lo lleve a dormir en ese cuarto improvisado que habían hecho para el niño y para Lincoln. Caminó hasta él y con una sonrisa, apoyó una mano en su hombro—. Tienes que aprender mucho al ser un padre… y esa experiencia, la conseguirás en todo momento con tu hijo…

—… aprender…

—Serás un buen padre, Lincoln… —hizo una pausa y se reía un poco de la cara de su hijo—. Tan solo… debes empezar a darte cuenta que tienes una vida de la cual preocuparte…

Seguía impresionado por esto que vio.

Aun así y de nuevo, se prometió que trataría de mejorar.

Más aún, tenía frente a él a la mejor persona que podía enseñarle a ser un excelente padre… o uno que al menos haga que un hijo se sienta feliz de tener.

Era su padre quien le enseñaría a ser padre.