Pikujean week 2021 day 2 *Protective boyfriend x calm girlfriend- pro gamer noob gamer
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disfruten.
¿Más le vale que se fije? Oh, por supuesto que lo hará. Pieck va a ver qué tan buen novio puede ser. En público, claro, porque en casa va a ver qué tan insoportable puede ser. Creció con Eren Jeager, así que eso es mucho.
Tienen una rutina bastante dispareja, principalmente porque Pieck se levanta a las ocho y Jean se acuesta a las ocho. Un punto a favor para su convivencia. Una vez a la semana, hacen compras generales juntos, por desgracia. Mayormente para mantener alimentados a los reporteros.
Este día les tocan las compras.
—¿Podrías evitar vestirte como vagabundo? —cuestiona Jean cuando están junto a la puerta, antes de salir del departamento.
Pieck frunce el ceño y mira su ropa.
—No me visto como vagabundo —responde. Tiene un pantalón largo de algodón negro y un buzo de la misma tela rojo, que le queda grande.
—Al menos, quítate la capucha.
Ella suspira y lo hace. Jean hace una mueca.
—Mejor, póntela de vuelta.
Salen en silencio. Cuando bajan del ascensor, ya notan que hay personas afuera, de seguro esperándolos para emboscarlos. Jean sujeta la mano de ella, que está inesperadamente helada, y emprenden camino a enfrentar a los insoportables reporteros.
Todos les gritan preguntas, algo estúpidas si quieren su opinión. ¿Están yendo a hacer las compras? ¿Qué van a comprar? ¿Quién carga más bolsas? ¡Qué mierda les importa! Ah, pero no pueden responder eso, por más tentador que sea. Solo sonríen y saludan, apresurándose al auto.
El supermercado no está lejos, en realidad, está cerca, pero como compran bastante, es mejor ir en vehículo. Además de que caminar por la calle no suena agradable.
Llegan, estacionan y toman un carrito.
—¿Trajiste la lista? —pregunta Pieck, mirando su celular.
—Tengo todo aquí —hace un gesto a su cabeza, sonriendo confiado.
Pieck lo mira entornando los ojos y suspira.
—La olvidaste, ¿verdad?
Compran las cosas que suponen que son necesarias. Pieck evita que Jean lleve salchichas para la semana, porque si llega a olerlas una vez más a las tres de la mañana, va a tener que matarlo.
—Um, disculpa —un hombre se acerca. Es rubio, tiene barba y anteojos. Parece un pervertido para Jean—, eres Pieck Finger.
Y descarado, porque no lo pregunta, sino que lo afirma.
Jean está a algunos pasos de ellos, pero los mira fijo y escucha con atención. Pieck sonríe y asiente.
—¿Puedo sacarme una foto contigo? Soy un gran fan.
—Claro —ella sonríe. El hombre saca su celular para tomar una selfie. Se acerca a ella y pasa su mano por su espalda baja, demasiado baja.
—Oye —Jean se acerca. Tiene los ojos entrecerrados y sonríe—, ¿no te parece que estás tocando de más?
Pieck eleva una ceja.
—Ah —responde él, como un idiota. Sube un poco la mano y lo mira—. ¿Mejor?
Jean lo mira molesto.
—Sácanos la foto, ¿quieres? —interviene ella. Jean lo hace a regañadientes y después los otros dos se despiden. Pieck no da dos pasos, que Jean envuelve sus hombros con un brazo—. ¿Qué haces?
La presiona más contra él.
—¿No dijiste que tenía que hacer bien mi papel? —murmura, mirando a otro lado.
Ella hace una mueca, pero no se separa.
Sabe lo que está haciendo, no es estúpida. Lo que más le molesta de todo es la actitud infantil que él toma, porque todo lo hace para molestarla.
Pero también sabe que, como niño que es, lo que más le molesta es que ella no demuestre que eso le molesta.
Todo comienza en el supermercado, pero continúa cuando salen de ahí, cuando él increpa a unos muchachos que, según Jean, le estaban mirando el culo a ella. Sigue en la noche, cuando Pieck sale a correr y él se arrastra detrás de ella porque Jean Kirschstein no corre, solo camina rápido. Alguien le grita algo en el parque y esta vez sí está por darle una paliza al tipo.
Lo peor de todo es que Pieck solo ríe, como si todo lo que él estuviera haciendo para hostigarla solo fuera un halago. Tal vez debería esforzarse más.
Son invitados a una pequeña entrevista. Es un programa contemporáneo, enfocado en entretenimiento, redes sociales, YouTube… más del estilo de Jean que del de ella.
Están en una pausa, antes de que comiencen. Jean está hablando con algunos del equipo técnico, seguro de videojuegos o algo por el estilo. Ella está sentada en un sofá con un café, más para calentarse las manos que por beberlo.
—Señorita Finger —una chica de producción se acerca. Se ve nerviosa y feliz—, estoy tan contenta de que esté en el programa, ¿le molestaría que le haga unas preguntas, uh, informales?
—¿Informales?
—A parte de la entrevista.
—Oh, claro —palmea el lugar a su lado—, no sé cuánto tiempo tengamos…
—No se preocupe, señorita Finger.
—Pieck está bien —sonríe, restándole importancia.
Comienza a hacerle varias preguntas, mayormente de su carrera, cosa que la mayoría de la gente parece estar olvidando últimamente. Lo aprecia mucho.
Por otro lado, a los ojos de Jean, eso no parece una entrevista. Parece Pieck, coqueteando descaradamente con alguien más.
Bueno, no, ¿pero qué daño hay en intervenir?
Se acerca y se sienta con fuerza junto a Pieck, casi encima.
—¿Qué estás haciendo, mi amor? —pregunta, pasando un brazo por sus hombros y tirando de ella para que se recline en él.
Ella se quita el cabello que quedó atrapado contra el pecho de él algo brusca.
—Cariño —lo dice con ira latente, pero sonriendo—, me está haciendo una mini entrevista.
—Aw, ¿sin mí? Me rompes el corazón —bromea él, poniendo una mano en su pecho.
Pieck está a punto de darle un codazo para que le duele el corazón con razón, pero la otra chica ríe apenas.
—Disculpen, pero son adorables.
Jean ríe apenas, como si estuviera avergonzado.
La entrevista termina ahí porque la real comienza poco después. Lo que Pieck no esperaba es que la entrevista fuera inexistente y, cuando quiere darse cuenta, está sentada en una computadora junto a Jean. Tiene una cámara delante de su cara y si bien no está segura de qué está pasando, presiente que no le agradará.
—Recuérdame qué es esto —susurra acercándose a Jean. Mira su pantalla y él ya está iniciando el juego.
—Nos invitaron a probar este juego —dice. Da una mirada a su pantalla—, tienes que abrir…
—¿Este?
—El otro —ella clickea en el Chrome—, déjame.
Jean se estira desde su silla y pone su mano en el mouse de ella para abrir el juego.
—¿Listos? —preguntan desde producción.
—Más o menos —ríe él.
—Haremos una partida de práctica, para agregar a las escenas extras.
—¿Será muy largo? —pregunta Pieck, sufriendo de antemano.
—Nah, ¿una hora, tal vez?
—Eso es largo.
—Vamos, de seguro que terminas divirtiéndote.
Lo duda, pero bueno.
—Vamos a jugar a algo parecido al Counter, así que las teclas son–
—¿Counter? —pregunta Pieck.
Jean la mira, procesando su pregunta.
—Counter Strike —dice—, ya sabes, terroristas y antiterroristas —ella lo mira como si no conociera el juego—, ¿el de tiros?
—Jean, soy deportista olímpica —ella ríe—, lo menos que he hecho en mi vida es jugar videojuegos.
—Oh —¿Cómo no lo conoce?—, bueno, uh, será una experiencia interesante para ti.
Comienzan a jugar y de seis partidas, Pieck logra la marca de permanecer viva por casi dos minutos.
—¡Qué juego de mierda! —dice frustrada. Jean suelta una risa y ella mira a la cámara, avergonzada—. ¡No, quiero decir–!
Su propia risa la interrumpe.
—¡Ay, Dios, estás roja! —señala él, riendo y a punto de llorar.
—¡Cierra la boca! —responde entre risas y se vuelve a la cámara—. Perdón, personas que hiciero–
—Desarrolladores.
—Desarrolladores del juego, no es una mierda, mala mía.
Jean se burla más de ella y Pieck vuelve a disculparse con los desarrolladores y producción.
Comienzan la partida oficial. Ella sigue siendo igual de mala, pero de a poco mejora. Como cuando aprende a agacharse.
—La puta madre, ¿por qué es tan difícil apuntar? —la matan y se acerca a la pantalla de Jean—. ¿¡Cómo haces para apuntar tan fácil!?
—Soy pro-gamer —responde con una sonrisa presumida. Ella lo mira fijo hasta que él voltea—. ¿Qué?
—Nunca escuché algo tan…
—¡Sigues en cámara! —señala él, riendo y sabiendo lo que ella iba a decir. En su descuido, lo matan—, ah, pucha.
Pieck suelta una risa.
—¿Qué fue eso? —lo mira riendo—, ¿pucha?
Jean ríe también y se rasca la nuca.
—No puedo maldecir en los videos —se explica, de repente avergonzado.
—¿Por el público?
—Uh, sí, supongamos —ríe—, me desmonetizan el video.
Ella ríe.
—Vamos, ese departamento no se paga solo.
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