OJOS BIEN GATADOS

II

En el sueño Cammy White veía al individuo identificado como Cammy White, y sentía por primera vez algunas incómodas sensaciones. Estaba por ejemplo aquella relacionada al enajenamiento, cuando aquella Cammy White se inclinaba servilmente ante las siniestras figuras tras purpureas cortinas. También venía la impotencia, al ver a su doble torcerles el pescuezo a pobres gallinas que, si bien era conocida y respetada su posición en la cadena trófica, sufrían innecesariamente. Incluso podía identificar un poco de ese proverbial asco moral al reconocer una sombra de satisfacción en aquel rostro tan parecido al que aparece cuando Cammy White se asoma por los espejos y los charcos abandonados. Luego, aquella Cammy White, indigna pero entera, se plantaba ante ella y extendía su palma y se sentía de pronto impulsada (por un razonamiento que los tiempos oníricos ha suprimido) a alcanzarla, solo para descubrir la gélida laminilla metálica que las separaba y las fundía.

El sueño, en el imperio de sus facultades sobre una consciencia poco entrenada, prosiguió con Cammy White sentada en un banquillo de madera negra con tres patas y siendo testigo de un desfile peculiar. Una zorra plateada iba orgullosa delante, meneando el hocico y la cola; le seguía una víbora carmesí, que zigzagueaba su endémica figura y siseaba algún secreto vacuo; detrás venía una exótica araña púrpura que con sus finas patas atraía a los curiosos y con sus colmillos callosos los mataba; y hasta el final quedaba un lastimero insecto con su ala rota. Cammy se inclinó, y sosteniéndolo en sus dos manos, lo reconoció: era una abeja asesina cuyo aguijón ya había picado. Entonces Cammy White se encontró de golpe con la soledad de su habitación.

Aquel primer sueño la había dejado inexplicablemente fatigada. En cierto momento pensó que le haría bien destaparse un poco para bañarse en la luz plateada de la luna, y solo entonces reparó, sin verla aun, en aquella presencia que esperaba en el marco de su ventana, posada como un animal y observándola inmóvil, perturbadoramente. Y Cammy se sintió indefensa, como hace mucho tiempo no se había sentido. ¿Cómo no había sentido aquel instinto asesino que ahora no le dejaba ni respirar?

—Me parece haber visto una linda gatita... —dijo la figura femenina de espalda a la luz de la luna, con cierto tono burlón. Cammy se había dejado impactar por la intrusión inesperada, cosa que usualmente no le pasaría, pero menos de un segundo después de terminar aquella frase, ya estaba lista para atacar a su visitante nocturna, pero ella también pudo notar su instinto asesino— Si te mueves un centímetro, te asesinaré de inmediato.

Nuevamente la inmovilidad. La figura esbozó una retorcida sonrisa.

—No te confundas. Igual morirás esta noche, pero antes me dirás, muñeca de Shadaloo, ¿Dónde están las otras como tú?

Cammy no entendió la pregunta ni el acento de aquella mujer, pero si algo entendió, no solo de aquella situación sino de todo lo que había vivido, incluso sin ser consciente de ello, era que no sería rehén bajo ninguna circunstancias y si la amenazaban con la muerte ella no tenía nada que temer. Haciendo nulo caso de las advertencias, Cammy se destapó de su sabana, obstruyendo momentáneamente la vista de su visitante, quién alcanzó a ver el enorme rifle rosa que la muchacha en pijama apuntó contra ella. "¡Donde tenía eso escondido!" No hubo pausa alguna y el disparo fue ensordecedor. La chica de la ventana logró apartarse del marco y esquivar un disparo mortal, pero no sin salir herida profusamente en el hombro derecho.

—¡Maldita! ¡¿Cómo te atreves?! —le gritó ahora desde la esquina superior de la habitación, de la cual se había colgado como si fuese una araña hogareña. Hizo con sus manos el gesto de halar de una cuerda, y Cammy, que ubicó nuevamente a su atacante, sintió la respiración cortarse en el acto y su cuello tirado hacia adelante. "¿Una soga en mi cuello? ¿En qué momento?"—. Ahora baja eso a no ser que quieras que te arranque la cabeza.

Pero Cammy ignoró tanto esta advertencia como había ignorado la primera. Sacó otro proyectil de algún lugar de la cama y cargó su rifle nuevamente.

— ¿Qué demonios estás haciendo? ¡Te voy a matar! —gritaba tirando con más fuerza de la soga invisible. Cammy ni siquiera pensó en una respuesta ingeniosa. Volvió a disparar y aunque la chica intentó esquivar el tiro le atravesó la pierna izquierda, cayendo pesadamente al suelo.— ¡Maldita, hija de perra, lunática! —La presión en el cuello de Cammy disminuyó. Cargó el arma nuevamente— No, espera ¡Espera, maldición! —suplicó tratando de ponerse de pie y sujetarse ambas heridas. —¡Espera!— levantó ambas manos en dirección a la chica rubia, quien entonces notó que su atacante de cabello negro llevaba un parche en el ojo izquierdo.

—Ahora me dirás —dijo Cammy poniéndola en la mira— ¿Por qué estás aquí y a quién te refieres con "otras como yo"?

Entonces la chica del parche lo entendió. "¿Acaso... falló los tiros a propósito? Su intención era dejarme con vida para interrogarme... Subestimé a esta muñeca. No es como las otras."

—Está bien, te lo diré, pero baja esa cosa.

—Ni hablar. Espero que hayas quitado ya esa cuerda de mi cuello. Primero, ¿Quién eres tú?

—Supongo... que puedo decírtelo, a fin de cuentas. Mi nombre es Juri... Te contaré de qué va todo, pero primero, debes detener el sangrado. No creo que resista mucho tiempo más consciente. —Decía mientras mostraba signos de agotamiento. Bajó las manos y la cabeza

—Si te desmayas, te asesinaré.

—¡Vale! ¡Estoy bien! Demonios, solo era una broma. Mira, ya ni siquiera está sangrando. —señaló la herida de su hombro, y efectivamente el sangrado se había detenido. Cammy no entendió como eso era posible, y temió que se tratase de alguna clase de mutante. Esa fracción de segundo de duda fue todo lo que necesitó Juri para poner en marcha su plan. Tiró de la cuerda invisible y el arma de Cammy se le fue arrebata de las manos —¡Te tengo, muñeca de Shadaloo! —Pero apenas tocó el arma esta simplemente se esfumó, y cuando Juri buscó una explicación la vio reaparecer otra vez en las manos de Cammy.

—Cometiste tu último error. —Cammy la iba a matar, pero Juri tiró de otra cuerda invisible en dirección de la ventana y se impulsó con un salto para salir de la habitación por donde había llegado.

Cammy se apresuró en tratar de alcanzarla, pero aunque tenía muchas preguntas desistió de tal empresa, considerando la posibilidad de que se tratase de una trampa. Juri... ¿Quién era esa chica y por qué intentó matarla esta noche? "Colocó esas cuerdas invisibles en mi rifle cuando levantó las manos pidiéndome que esperara. Y al tirar de mi arma se aseguró una vía de escape arrojando otra contra el marco de la ventana. Esas cuerdas funcionan como una especie de pegamento. Quizás así es como se pegó a la pared. Mi cuello se siente aun adolorido y la marca se siente cálida, pero no hay rastro de ninguna sustancia. ¿Quién eres, Juri? ¿Muñeca de Shadaloo? ¿Soy una muñeca? ¿Hay... otras como yo?

Por primera vez Cammy se sentó en la oscuridad, abrazando sus piernas. Más allá de la ventana no se veía más que una ciudad ensombrecida. Así que ella, acompañada de algunos gatos silentes, simplemente pensó, y pensó hasta que la mañana la descubrió liviana y expectante. Fue con esos primeros y penetrantes rayos de Sol que cayó en la cuenta: ¿Qué había pasado?