" ¿Qué es la vida? Muchos la definen como el simple hecho de estar vivo, tener alma y capacidad de sentir, pero cuál es su sentido ¿Acaso todo termina con la muerte? ¿O será este un nuevo comienzo? La única certeza que tenemos es que la vida es corta y hay que apreciarla especialmente de los seres que nos rodean porque en el momento menos esperado nos encontramos sin ellos"


Una noche terrible, una habitación fría, y el corazón más duro iban a ser testigos de aquel acontecimiento.

Es muy pronto, la señora aún no ha cumplido todos los meses para alumbrar. Decía la voz de preocupación de una mujer mayor mientras limpiaba el sudor de la frente de la mujer convaleciente en la cama.

Los rayos y la lluvia fuera del gran castillo no apoyaban la situación.

La mujer daba sollozos de dolor, su vientre bajo dolía y su cuerpo estaba muy débil.

¡Ánimo Majestad, la partera acaba de llegar! Decía otra de las criadas.

Una mujer con el rostro serio ingresaba, al parecer la situación no la sorprendía. Había traído a cientos de niños al mundo y la reina era igual que cualquier otra cliente.

Sin embargo al verla su rostro se desencajó.

Esta criatura aún no está lista para nacer. Dijo tocando el vientre de la mujer.

Lo sabemos, pero la reina ha estado muy enferma durante estos días. Su fiebre solo ha ido aumentando y tememos lo peor.

¿Saben que en este estado lo más probable es que muera la madre como el niño?

No… Con la voz temblando y casi susurrando habló la reina. Una mujer joven de belleza angelical, cabello castaño , ojos azules. Sin embargo su belleza se había apagado así como su vida conforme habían pasado los días. - Se lo pido como… madre. Salve a mi bebé.

Majestad.

La débil mujer tomó las manos de Pony y con los ojos vidriosos le imploro. - Pony, necesitaré tu ayuda. Tal vez durante los primeros días… no pueda hacerme cargo de mi bebé así que… ¡Ah! Así que necesitaré tu apoyo.

La criada asintió rápidamente.

¡Ah! Ya no puedo más.

Haga algo, se lo pido. Pony estaba a tal punto de desesperación que su pulso parecía que estallaría en cualquier momento.

Daré lo que tenga en mis manos.

Por cada grito de dolor que daba caía un rayo, la lluvia había terminado inundando la siembra de los campesinos. Muchos sufrieron la furia de la naturaleza, casas que terminaron colapsando y ganado perdido.

Ya casi mujer, siga así. No se rinda su hijo la necesita.

Uh… uh… ¡Ah! El cansancio le estaba ganando, su cuerpo débil ya no podía más. Alzando la vista sólo imploro para que su sufrimiento acabará.

¡Oh mi Dios! Grito Pony.

Siga asi, lo está haciendo bien. La partera comenzaba a ver la pequeña cabeza del bebé. Un último esfuerzo, no se rinda.

La reina reunió toda su fuerza para traer a un nuevo ser al mundo

Entonces como si el cielo se hubiera apiadado de ella, todo se tornó tranquilo. Ningún ruido irrumpió hasta que…

(¡Wua… wua!) La habitación entera se llenó de ruido del llanto del bebé.

Al tenerla en los brazos la partera la envolvió en unas mantas muy finas.

¿Y..? La criada mayor hizo un gesto de impaciencia.

Pasando su mirada del bebé a la criada la partera pronunció unas palabras que sentenciaron para siempre la vida del nuevo ser. - Es una niña.

Los rayos volvieron a irrumpir la tranquilidad.

Niña… Dijo con una sonrisa en los labios la madre.

Sin embargo, la expresión de Pony era todo lo contrario. La preocupación pero sobre todo el miedo inundó su ser.

Esto no puede ser verdad… Susurró.

Lo es. Respondió la partera.

El Rey se pondrá furioso cuando se entere, su mayor deseo era tener un varón que continuará su descendencia. ¡Pobre de mi señora! Se lamentó.

Lamentablemente las mujeres siempre seremos condenadas solo por nuestra condición pero debemos seguir adelante. Al menos esta criaturita tendrá privilegios que otras niñas no.

Usted no conoce realmente al Rey. El culpará a la señora.

¿Pony..?

Dígame mi señora.

Podrías enseñarme a mi bebé. Dijo con voz débil.

Las dos mujeres se miraron y entonces tomando a la bebé en sus manos se la acercó.

Mirela Majestad.

Es una… (El llanto del bebé continuó)

Niña. Terminó de decir Pony.

Es muy linda… Estirando su mano logró que la bebé sujetara su dedo.- Candy. Pronunció. - Se parece tanto a su padre.

Así es, será una hermosa princesa. Compasiva y amable como la reina.

Me alegro que esté sana. A pesar de todo lo que le tuve que hacer pasar.

Lo hizo bien señora, mirela ella crecerá para convertirse en alguien como usted. Necesitará sus cuidados y consejos.

Sonriendo con dificultad la mujer sentía su cuerpo cada vez más pesado. - Pony… por favor… lo que te pedí… Cuídala mucho.

Pero ¿qué dice mi señora? La cuidaremos. Pony abrió los ojos grandes sintiendo lo peor.

Prometelo Pony…

Señora… Los ojos de la criada se llenaron de lágrimas.

Por favor…

En silencio ella asintió. Limpiando sus lágrimas con la mano libre que tenía.

Gracias… Pony, cuidala mucho. T-tengo sueño…

Entonces el dedo que sostenía la bebé se resbaló de su pequeña mano.

(¡Wua! ¡Wua!) La bebé lloraba en los brazos de Pony que la cobijaba en su brazo.

¿Señora? Asustada la criada empezó a mover el cuerpo de la reina. - ¡Majestad! ¡Despierte! ¡Mire aquí está su hija! No puede dejarla así… ¿Quién la defenderá de su padre? ¿Majestad? ¡Señora Alicia!

"El destino algunas veces suele ser cruel pero ¿Que podemos hacer nosotros? Solo somos simples mortales que estamos de paso por esta aventura llamada vida".

El cuerpo de la reina se encontraba cubierto por una tela blanca.

La mujer que había sostenido al bebé lloraba sin consuelo.

Debo retirarme, de verdad lamento lo que pasó con la reina. Dijo la partera llevando su mano al hombro de la criada para poco después desaparecer en medio de la noche.

La criada más joven se acercó a Pony en medio del desconcierto. Tras unos segundos de silencio hablo.

El Rey debe saberlo.

Pony asintió. - Iré yo, quédate con la princesa. Decía al tiempo que secaba sus lágrimas.

En el reino del Oeste se conocía muy bien del llamado "Señor de hielo" Un hombre ambicioso, lleno de poder. Su único objetivo era poseer aún más territorio y por supuesto que su linaje gobernara siempre.

La noticia del futuro nacimiento de su heredero era el orgullo del Rey Williams.

Todos en el pueblo se preguntaban cómo sería el nuevo príncipe. ¿Sería como su padre "El señor de hielo" o como su madre? Quien jamás había sido vista en público.

Su mirada color verde eran fríos y sus manos que reposaban sobre su trono estaban a punto de perder el control. Llevaba esperando más de una hora y aún no tenía noticias de su heredero.

Majestad. Con una reverencia Pony se presentó ante el Rey quien era custodiado por dos caballeros.

Dejenla pasar. Habló en tono frío.

Los dos hombres abrieron paso a la mujer mayor.

¿Y bien? Habla.

Majestad, La reina… Con la voz temblando Pony era incapaz de pronunciar esas difíciles palabras.

¡HABLA MALDITA SEA!

Con las manos temblando y pasando saliva Pony procedió a contar lo ocurrido. - Majestad, la reina no soportó el parto y… murió.

Murió, Mm. Bueno ¿Y mi hijo?

Pony miraba incrédula al Rey Williams ¿Acaso no le importaba su esposa?

BIEN Y ¿VAS A HABLAR O NO?

Sobre eso…

Estoy harto de tu silencio, iré yo mismo. Apartando a Pony de su camino se dirigió a los aposentos de su esposa.

¡Majestad espere! Corriendo tras él Pony intentaba detener lo inevitable.

Sus pasos eran firmes y rápidos. Abriendo la puerta de un golpe se encontró con la criada joven quien cargaba a la bebé.

Ni siquiera dio una mirada a la mujer que había sido su esposa. Solo camino a su objetivo, el bebé.

Entregamelo. Dijo como si de un objeto se tratara.

La joven temerosa obedeció sin siquiera dudar.

Sosteniendo al bebé apartó la manta.

¡Majestad espere!

¡Silencio! Y sin prestar atención a las súplicas de Pony observó al bebé.

Mi señor…

¿Qué significa esto? ¡¿Es una broma?! (¡Wua! ¡Wua!) Grito furioso con los ojos inyectados de rabia.

Majestad permítame explicarle.

¡UNA NIÑA! ¡¿Esto no puede ser mio?!

Pero lo es… Es su hija Majestad.

¡¿MI HIJA?! ESCÚCHAME BIEN. Con pasos largos se acercó a Pony. - ¡YO JAMÁS TENDRÉ UNA HIJA!

Cerrando los ojos de miedo apenas pudo hablar. - Majestad, entonces qué haremos con la niña.

Desaste de ella.

¿Que?

Ya oíste. Entregando el bebé a Pony sentenció. - No quiero a esta niña en mi reino.

Majestad tenga piedad, es solo una bebé. Hágalo por la difunta reina.

Entonces el rey solo por un momento volteo a mirar el cuerpo cubierto de su esposa. Dándole la espalda habló - Solo alejala del castillo, si deseas conservarla es problema tuyo. Y diciendo esto último se marchó.

Esa misma noche Pony se llevó a la bebé envuelta en mantas. Saliendo del castillo no pudo evitar mirar por un segundo atrás. - Cumpliré mi promesa Señora Alicia. Dijo continuando su camino.

Así fue como la recién nacida princesa fue privada de todos los derechos que tenía al ser hija del Rey.

Sin madre y repudiada por su padre eran los primeros problemas que enfrentaba en su corta vida.

Al amanecer el castillo del Rey fue irrumpido por una presencia que traería más de una sorpresa a Williams.

Frente a él se encontraba una mujer sosteniendo a un bebé de aproximadamente 4 meses. El pequeño tenía el mismo color de cabello que el Rey, su parecido era asombroso salvo por sus ojos azules.

¿Qué haces aquí, Esther? Dijo con seriedad al reconocer a su antigua amante. Una mujer alta elegante de cabellera castaña, ojos azules, su parecido con Alicia era a veces sorprendente.

He venido a tomar lo que me correspondía hace mucho.

¿De qué hablas?

Se que Alicia, su esposa ha muerto.

¿Quién te di…? Eso no te concierne.

Se equivoca Majestad. Me concierne y mucho porque este niño es su hijo.

¿Se puede saber de dónde sacas esas estupideces?

Williams, ¿recuerdas nuestra última noche? ¿Sabes cuánto tiempo ha pasado? Y no puedes negarme del parecido que hay entre ustedes.

El niño era como una gota de agua a excepción de los ojos que los había sacado de su madre.

Se quedó en silencio, no podía negar lo evidente. Ese niño era su viva imagen, su hijo, su primogénito.

Caminó frente a la mujer y tomó al niño en brazos. - No cabe duda que Dios está de mi lado pues este día me ha entregado al único ser que heredará y seguirá con mi legado. - Anthony mi primogénito. Sentenció.

Algunos días después el Rey contrajo matrimonio con quien había sido una vez su amante. Sin embargo todo se había realizado en secreto, Williams tenía una imagen que proteger y debido a que su difunta esposa jamás fue presentada en público no levantaría ninguna sospecha.

Al cumplir el primer año de vida el príncipe Anthony fue presentado en sociedad, su llegada había sido motivo de celebración del pueblo, los reyes de otras naciones habían llegado a presentar regalos para el futuro Soberano. Así como sus saludos a la madre del primogénito, la esposa de Williams, La reina de las tierras del Oeste.

6 años después

Mirenlo es un digno hijo del Rey Williams. Tendrá gran porte y con buen entrenamiento será un excelente Soberano que llevará a las tierras del Oeste a la victoria en las batallas.

El pequeño Anthony iba creciendo lleno de lujos, atenciones y comodidad. Una vida digna de un príncipe.

Por otro lado, lejos en lo más profundo del bosque una niña de cabellos rizados dorados y ojos verdes corría llena de alegría con su canasta llena de manzanas. Su felicidad era inmensa pues su nana le había prometido hacerle un pastel de cumpleaños si conseguía las sabrosas manzanas.

Estaba cerca de casa, pero algo la distrajo.

Mmm. Decía frotándose el abdomen. La manzana más jugosa y roja que había visto en su vida.

Dejando la canasta por unos minutos, se trepó al árbol. Su mente estaba concentrada en esa exquisitez.

Ya casi… estoy cerca. ¡Bum! Resbaló del árbol cayendo sobre la hierba. - ¡Auch! Se quejó pero su dolor pasó a segundo plano al descubrir que su objetivo estaba en sus manos. La manzana roja y jugosa estaba con ella. - ¡Si!

¿Pero que tenemos aqui? Decía una voz a sus espaldas. - La huérfana nos consiguió comida. Levantándose con rapidez vio a un niño en compañía de otros.

¡Oigan eso es mío! Dijo Candy defendiendo su canasta.

¿Así, y quien lo dice?

Ya se los dije eso es mío. Decía temerosa al tiempo que los niños la rodeaban.

Oye mugrosa, ¿quién crees que eres? Recuerda eres nuestra esclava y tu deber es conseguir toda la comida que queramos.

Pero esas manzanas son para mi pastel de cumpleaños.

¡Oh es su cumpleaños! Pues aquí está nuestro obsequio. ¡Sobre ella! Ordenó el mayor de los niños.

Los empujones propinados hasta hacerla caer al piso le dejaron moretones en su frágil cuerpecito. Las burlas y los maltratos eran algo ya cotidiano pero jamás terminaría de acostumbrarse.

Recuerdalo bien huérfana, eres nuestra esclava no vuelvas a desobedecerme. ¡Llevate tu porquería! Decía el niño mayor tirando la canasta vacía.

Levantándose del piso con la cabeza en alto sin derramar una sola lágrima tomó la canasta y corrió donde su nana. Odiaba a esos niños, odiaba el dolor que sentía al moverse pero más odiaba llorar.

Se había hecho tarde, en su mente se decía una y otra vez que no debía haber permitido que fuera sola pero la mirada de la niña, tan dulce, risueña, llena de ilusiones la terminaron convenciendo.

El sonido de la puerta le devolvió la tranquilidad. Se levantó de la silla dejando un vestido que preparaba como regalo para Candy sin embargo su expresión se llenó de horror cuando vio a la pequeña.

Su carita estaba toda sucia, tenía un golpe en la mejilla, su vestido estaba roto en algunas partes, sus rodillas estaban sangrando y no tenía uno de sus zapatitos.

Mi niña ¿Qué te han hecho? Corrió donde ella, arrodillándose y así quedar a su altura.

No es nada, Nana Pony… La expresión que mostraba era una sonrisa intentando restarle importancia a su aspecto. - Solo me caí. Respondió.

La mirada de Pony se llenó de tristeza y en silencio abrazó a la pequeña.

Candy sintió las lágrimas de Pony en su hombro.

Nana, no es importante. Te juro que casi no duele.

Mi niña…

Nanita, no llores a mi no me duele.

Candy… mi niña perdóname por hacerte pasar por todo esto…

Nana… Vencida por sus emociones, Candy derramó sus lágrimas. - ¿Por qué Nana por qué? Sus ojitos se cerraron intentando contener el llanto pero su resistencia se había roto. - Nana… lloró aferrándose a Pony. - Quiero a mi mamá y a mi papá… Decía al tiempo que escondía su rostro bañado en lágrimas.

Pony lloró mientras abrazaba a Candy. Que cruel destino había corrido la pequeña. Mientras uno disfrutaba de lujos y comodidades la otra debía aguantar burlas y golpes.

Te prometo mi niña que esto cambiará. Ya no puedo seguir viéndote sufrir ¡Ya no! Tú también tienes derecho y me encargaré de que él te recinozca. Es hora que se haga responsable.

Continuará