¡Un golpe de amor!
- Prólogo -
Lumine no vino a este mundo sola. Con tan solo 3 minutos de diferencia, nació luego de su hermano mayor Aether. Ambos tuvieron una buena infancia, tal vez peleaban mucho cuando niños pero, ¿no eran así todos los hermanos? Sus padres, al ver que sus mellizos tenían tanta energía, decidieron involucrarlos en el inmenso mundo del deporte. Se sorprendieron mucho cuando, de hecho, ¡ambos mostraban ser muy buenos! No tenían solo la energía y las ganas de practicar todo en lo que los involucraban, sino también la disciplina necesaria y el amor. Amor que Lumine conoció por primera vez cuando se colocó un traje de judo para principiantes a sus 10 años.
La fuerza era algo que tanto hombres como mujeres podían tener, y este descubrimiento llevó su mente a otro nivel. Era feliz con todos los deportes, pero oh, el judo tenía un lugar especial en su corazón. Probó con futbol, tenis y también con arquería, pero siempre terminaba volviendo al judo para desquitar las pequeñas frustraciones que en ese momento, una chica de secundaria, pudiera sentir.
¿Cuándo todo cambió? Haciendo memoria, puede concluir que cambió en preparatoria, cuando iba camino a una competencia con otros compañeros. Iban directo al autobús escolar junto a sus demás compañeros, ella era la única en la categoría de mujeres. Un grupo de chicas, que estaban ahí para despedir a los otros muchachos, la señaló y dijo que era feo que una señorita practicara algo así. ¿Por qué? Aunque su hermano también estuvo ahí y dijo que las ignorara, su mente no pudo hacerlo.
¿Acaso tenían razón? Ese día, a sus 17 años, pasó horas frente al espejo viendo lo que el deporte le había hecho a su cuerpo. Era delgada, sí, pero sus hombros y sus piernas se veían diferentes a las de las otras chicas. Lucía más… fuerte. No tenia ese cuerpo delicado que otras chicas de su edad, no se veía femenina.
Lumine ganó su última competencia antes de decir formalmente que ya no competiría para judo, ni karate y tampoco kickbox. Aunque Aether se extrañó mucho, pues tenía sus propios pensamientos al respecto, decidió no ir contra la decisión de su hermana. El guardarropa completo de Lumine cambió a los pocos días, usaba más faldas y estaba siempre pendiente de lo último en moda para conseguirlo. Aun así, ella nunca pudo deshacerse de sus trofeos. Todavía estaban en su habitación, acomodados todos en tres repisas en su pared. Las memorias no hacían daño, ¿no? Tampoco podía decirse que dejó de practicarlo pues aunque fuera con menos frecuencia todavía practicaban juntos de vez en cuando. Y los resultados no habían cambiado entre ambos. Lumine seguía ganando.
Y así pasaron los años, los pequeños adolescentes fueron creciendo más y más hasta llegar a éste momento. No podían separarse, su conexión como mellizos era tal que incluso compartían muchos gustos y entraron a la misma universidad con exactamente la misma calificación. Ambos fueron el lugar número 1 para el examen de admisión con un perfecto 796 de 800 puntos posibles. Al pasar su primer semestre de universidad dejaron atrás la casa de sus padres para buscar un departamento para ellos dos solamente. La beca que ambos consiguieron, ella por calificaciones y él por deportes, fue una gran ayuda para independizarse juntos.
Aether nunca abandonó el deporte, y ese camino lo trajo justo a donde estaban ahora. Lumine esperaba recargada contra la pared cuando su hermano salió del vestidor con la chaqueta y el pants deportivo de la universidad. Tenia la cinta negra sobre una mano.
— ¿Estás listo?
— ¡Como nunca! Ese tipo ruso no sabrá ni qué lo va a golpear. —Aether se ríe con ánimos, aceptando la botella de agua que su hermana Lumine le ofrece. — En serio es una lástima que ya no compitas, tenerte aquí animaría mucho más las cosas.
Lumine curvea sus cejas y solo le sonríe. ¿Qué decir? No puede negar que extrañaba competir, pero no era propio de una señorita…
— No hables de mí. Este día es tuyo. Llegaste aquí por tu propia fuerza, Aether. ¡Ah, estoy tan orgullosa de mi hermanito mayor! —Lumine se acerca para abrazarlo y cuando su hermano corresponde el acto, su mano derecha se vuelve puño y lo restriega rápidamente en los cabellos rubios de su hermano, riéndose cuando él se queja y se hace para atrás por la incómoda sensación. — ¡Ahora ve!
Aether le dedica una nueva sonrisa, más pequeña que la primera. La confianza de Lumine en él no era más que un motivante grande para salir y darlo todo. Besa la mano izquierda de Lumine, un conjuro para la buena suerte que ellos inventaron en su tierna infancia, y caminan juntos por el corto pasillo hasta el gimnasio. Las ovaciones no se hicieron esperar para Aether, quien agradeció cada muestra de admiración con una encantadora sonrisa y saludando a todos los que estaban cerca. El gran escenario se abre frente a él, sus compañeros estaban sentados en las gradas también aplaudiendo por él. La competencia de judo se llevaba a cabo entre dos universidades como un torneo amistoso. Aquel estudiante, apodado como Childe, lo esperaba dentro del cuadrado amarillo en el suelo que era la colchoneta de protección.
El presentador dijo su nombre por fin, Aether sequita el suéter y el pants y se los lanza a Lumine quien los atrapa en el aire y le grita unas cuantas palabras de apoyo. Con el uniforme blanco descubierto tan solo quedaba un detalle.
Con orgullo, Aether ató en su cintura la cinta negra y se acercó por fin al centro del cuadro amarillo.
Lumine ya había escuchado antes de ese estudiante, parecía un as en los deportes físicos, en el hockey y también era un maestro con los lanzamientos, de troncos y lanzas. La forma en que veía a su hermano no le gustaba para nada. Lucía tan confiado, pero también muy agresivo. El árbitro se pone frente a ellos y los hace saludarse como las normas dictaban.
El judo era delicado, pero fuerte y noble al mismo tiempo. Se trataba de derribar a tu oponente usando su propia fuerza contra él, y si el oponente era fuerte entonces caería más fuerte todavía. El coro de gritos tras ella animaban al competidor local: su hermano; pero al otro lado de las gradas estaban los estudiantes de la universidad a la que pertenecía ese extranjero de cabellos pelirrojos gritando su nombre a coro. Ésta sensación de ardiente pasión no era nueva para ella, sin darse cuenta Lumine relame sus labios y se inclina un poco al frente, apretando con fuerza la ropa de su hermano en sus manos.
Tú puedes.
Aquellos hombres, que se encargaban de ver de cerca el combate para asegurarse que ninguna regla fuese rota, se acercaron también junto al árbitro, quien se llevó el silbato a los labios y lo mantuvo apretado por unos segundos. El pecho del árbitro se infla, y cuando el silbatazo sonó Lumine sintió la misma adrenalina que Aether en el momento en que se lanzó hacia Childe.
Pasa tu pierna por detrás y tíralo. ¡Tíralo!
Estaban en la misma categoría, pero Childe era un poco más alto que su hermano. Mantuvo el equilibrio al resistirse perfectamente y abrazó la cintura de su hermano, dispuesto a tumbarlo por medio de su punto de apoyo. Lumine gritó en ese momento el nombre de su hermano en señal de apoyo, y aunque Aether tenia la cara roja por el esfuerzo consiguió zafarse y ganar una oportunidad en la que casi se colgó de Childe hasta lograr tirarlo junto a él, precisamente debajo de él.
¡Uno! ¡Dos! ¡Sí!
El primer encuentro se lo llevaba su hermano. El árbitro da una indicación corta con el sonido del silbato y ambos se ponen de pie de nuevo, tomando una distancia de comienzo. Aether sonreía, parece que hablaba con Childe. No podía escucharlos, solamente la voz emocionada del narrador con este encuentro final. Había palabras de aliento y de apoyo, pero también de odio hacia el ganador del primer encuentro.
El segundo encuentro comenzó, Childe parecía más serio y menos confiado. El control sobre sí mismo era importante, dejarse llevar solo haría más fácil que lo derribaran. Es listo por enfriar su cabeza, o eso pensó Lumine, ¿pero sería suficiente?
Abrazó la cabeza de Aether con un brazo y empujó con su cuerpo, su hermano cayó. Apenas un segundo, luego rodó y se puso de pie. ¡Bien! Estuvo cerca pero logró zafarse, y aprovechar la nueva distancia para volver a intentarlo. Eran dos hombres muy corteses, podía verlo en la forma en que se respetaban sobre el tatami. Era tan fluido, tan perfecto. El tiempo seguía corriendo, el segundo asalto fue ganado por su hermano, pero el tercero y cuarto por Childe. El quinto, a apenas 20 segundos de que terminara el encuentro, fue ganado por Aether. El último silbatazo sonó y el gimnasio estalló en gritos por ambos lados, gritos y aplausos. Aether había ganado en la categoría de varones, un premio que decoraría los pasillos de la universidad gracias a él. Lumine se acercó corriendo y lo abrazó, riéndose con felicidad. Aether estaba cansado pero la abrazó de vuelta, dando vueltas con ella hasta caer de espaldas en el tatami. Childe, quien había aceptado la derrota con honor, los veía todavía sentado mientras trataba de regular su respiración.
En este momento Lumine no lo sabía, pero esta era la derrota que comenzaría su nueva y animada vida.
Aether pasa el pañuelo húmedo por su frente, recogiendo las pocas perlas de sudor que todavía bajaban por su rostro. Se echa el paño sobre el hombro y recoge su bolso deportivo del suelo, estaba dispuesto a salir y encontrarse con su hermana pero cierto pelirrojo entró de repente a los vestidores de su universidad y lo sorprendió.
¿¡Acaso viene a intimidarme!?
Pero lo que pasó no fue para nada lo que pensó en un inicio. Childe era, de hecho, un sujeto bastante carismático y agradable. Admitió que la derrota fue justa y que no pasaba muy seguido que encontrara a personas tan buenas o mejores que él. Le pidió su número para quedar como amigos, y Aether aceptó el celular que le ofrecía para escribir su contacto.
— Pero no soy el más fuerte. —Dijo, guardando su contacto como simplemente Aether. Le ofrece el celular de nuevo. Childe, quien se había quedado sorprendido por la frase, lo acepta casi sin darse cuenta.
— ¿No lo eres?
— No. —se ríe suavemente, de buen humor nuevamente. — Mi hermana es mejor que yo. Se llama Lumine, ahora mismo me está esperando. ¿Podemos hablar mas tarde? Envíame un mensaje con toda confianza. —Aether se acerca y le da una amistosa palmada en el hombro, parecía alegre. No todos los días se hacia amigo de un extranjero como Ajax. — ¡Nos vemos!
¿Su hermana? Sí la recuerda, la chica rubia que lo abrazó cuando ganó el encuentro. Pero se veía tan… tan débil, frágil y pequeña. ¿Le tomaba el pelo? Childe se quedó en silencio dentro de los vestidores por un rato hasta que espabiló y se retiró de ahí con prisa. Tenia que estar jugando con él, seguro. Pero ahora que tiene su número es su oportunidad para hacer un nuevo amigo.
