「 Ginga Nakajima ✿ ギンガ・ナカジマ 」
— Entonces, ¿Fate-chan no tiene alguna pareja? -pregunté totalmente curiosa mientras revisaba la sección de trabajos del periódico.
— Hm –puso su dedo índice sobre su labio intentando pensar, para luego negar- no, realmente no, pero la única persona que escucho de ella es Signum aunque ella está casada.
Abrí mis ojos al escuchar aquello.
— Oh -sonrió al ver mi asombro- es la jefa de Fate-chan, se casó hace unos dos años en Alemania con una doctora muy reconocida en el hospital de la ciudad. Desde que conoció a Fate-chan por sus trabajos siempre le da las mejores propuestas del cual trabajar. Se conocen desde la universidad, pero sí es cierto que también tiene gusto por las chicas, muchas veces la he visto trayendo chicas, aunque distintas –se quedó callada con el ceño un poco fruncido, ¿será que recién se da cuenta de su hija? Reí nerviosa, quizá no era buena idea que hiciera esa pregunta.
Así que Fate-chan no tiene ninguna novia. Aun así, debería cuidarse. Pensé con pequeña preocupación.
Acostarse con mucha gente, sin saber de dónde vienen, qué hacen en otros lados, normalmente trae enfermedades y espero ella lo tenga en cuenta, que no siempre les haga caso a sus hormonas. Fuera de esto, recién sé de Signum, una amiga de Fate-chan.
— Nanoha-chan, ¿encontraste algún trabajo que te interese? -preguntó Lindy-san. Negué.
Mi madre se fue a una entrevista de trabajo para una cafetería, tenía experiencia en ello por lo que fue a lo mismo mientras que yo aún no sé en qué trabajar. No conozco a nadie aquí, si Fate-chan no estuviera ocupada o algo, quizá me enseñara un poco la ciudad.
— Hoy quisiera ir a hacer una pequeña compra, ¿me quieres acompañar? Quiero unas blusas, así conoces el centro comercial de la ciudad y pues sales de aquí -me invitó, con una amplia sonrisa asentí aceptando aquello.
Cuando papá aún vivía, mi madre nos comentaba mucho de dos amigas suya, Precia Testarossa y Lindy Harlaown. Sí, exactamente, aunque mi madre me dijo que no le gustaría que hablara con Fate-chan del tema sé que su mamá biológica falleció junto a su hermana gemela, en el parto, mientras que Fate-chan pudo salvarse débil, lo logró; la más cercana a Precia era Lindy-san, por lo que decidió tomar en adopción a Fate-chan y desde ese momento se volvieron en madre e hija, también sé que Lindy-san tiene a su hijo biológico pero él para viajando por su mismo trabajo por lo tanto no se lo ve casi o para nada en casa.
Por mi parte, tengo dos hermanos mayores: Miyuki y Kyoya, ambos residen en el extranjero, cuando papá falleció estuvieron aquí acompañándonos. Miyuki quiso nos fuéramos con ella, pero mamá se negó, por eso estamos aquí hoy en día.
Es un alivio, supongo.
…
Estábamos paseando por el centro comercial, Lindy-san se emocionaba por cualquier cosa, me parecía graciosa y la estábamos pasando bien.
Habían pasado cinco días desde que hemos llegado a su hogar, no logré ver mucho a Fate-chan, para decir verdad no llegó a dormir dos días seguidos, quizá estaba muy atareada con su trabajo que por fin entregó.
— ¡Fate-san! -exclamó una chica. ¿Fate? Ese nombre lo conocía y no, no era común.
Lindy-san y yo giramos a ver de dónde provenía aquella voz. Nos quedamos heladas, una chica de cabello morado se estaba besando con Fate-chan en pleno centro comercial, la gente miraba, pero no decían nada, seguían su rumbo.
Fate-chan le correspondía, no era como aquella chica con la que vi en casa.
Un beso distinto.
— Mou... Ginga... nos pueden ver los del trabajo -comentó la rubia, ella alzó sus hombros en forma de no importarle. Traía una sonrisa, tomó de la mano a aquella rubia y nos chocamos.
— Fate-chan -habló su mamá, yo sonreí.
— Hola Fate-chan –sonriente la observé, ella se sorprendió, soltando la mano de su acompañante. ¿No le gustaba que las vieran?
— Ho...hola ¿qué hacen aquí? -preguntó algo nerviosa. Incliné la cabeza un poco mirando a la rubia, pero sentí una mirada, por lo que mis ojos se dirigieron a la más baja que Fate-chan, quizá éramos de la misma estatura.
— Pues tu madre viene a comprar, pero encuentra a su hija besándose, ¿no te dije que fueras a un... -la rubia avergonzada.
— Shhh, eso lo sé, pero esto no es eso –dijo toda roja, reí al verla así, se veía tierna. ¡Oh! Ahora que lo recuerdo, también se puso algo así cuando le dije sobre su visita.
— ¿Quién eres señorita? -Lindy-san es directa.
— Me llamo Ginga Nakajima, mucho gusto Lindy-san, por fin tengo la oportunidad de conocerla -comentó totalmente alegre. Lindy-san se sorprendió un poco pero seguido sonrió- escuché mucho de usted por medio de Fate-san.
— Espero haya dicho cosas lindas de su madre -comentó, reí, me pregunto si es así. Supongo que si no lo hace su madre puede comerla viva.
— Ma...mamá, mou –dijo la rubia apenada, puso su mano en el hombro de la chica- vamos Ginga.
Fate-chan no parecía tan cómoda con este encuentro, a decir verdad, estaba de espectadora ante toda la situación. Fate-chan nerviosa, una chica que se llama Ginga besándola como si fueran pareja, espera, ¿pareja?
¿Fate-chan sale con esta chica? Me comenté, parece que ni Lindy-san sabía de su existencia.
Me quedé mirando a Fate-chan por un momento, en silencio mientras que Lindy-san y Nakajima compartían palabras; Fate-chan se percató de mi mirada y nuestros ojos chocaron, le sonreí, ella se sonrojó levemente pues se pudo notar, giró a mirar a otro lado.
¿Era tímida? Se veía linda.
Quisiera que nos podamos acercar más como amigas.
Pasaron al menos unos diez minutos hasta que Fate-chan pudo convencer a su madre para que se despidieran, como última excusa ''Tenemos que ir a recoger unos documentos en la oficina'' después de esto me doy cuenta que aquella rubia guarda algunos secretos. Por su parte, Lindy-san comentaba que aquella chica era linda, que se veían bien juntas, quizá invitarla algún día a casa para conocerla más si es que iba a terminar siendo su nuera, ¿no creía que iba muy rápido para llamarla de ''nuera''?
No pude dejar de pensar en eso, tampoco sé por qué.
…
Domingo y Fate-chan estaba en casa, estaba en el patio viendo algo en su celular. Me acerqué suspirando, tomé asiento en la mesa de jardín.
— No encuentro trabajo, ¿será que me puedes ayudar? -comenté intentando hablar de algo.
Ella giró a mirarme con rareza.
— ¿Qué estudiaste? -preguntó cerrando la pantalla de su celular para dejarlo en la mesa. ¿Me iba a prestar atención? Que alegría.
— Un curso de enfermería -respondí con total sinceridad. Ella se sorprendió- así que, si me toca colocarte una inyección en tu nalga, no huirás nyahaha.
Hubo un silencio, la miré, ella tenía los ojos entrecerrados.
— No creo que llegue ese día -comentó para mirar a otro lado- puede ser que hable con mi jefa, su esposa trabaja en el hospital de la ciudad, uno de los mejores, quizá te ayude a ingresar.
Me quedé pensando en esa oportunidad, sonreí ampliamente y tomé una mano de aquella rubia.
— ¿Serías capaz? -dije observando sus ojos, eran únicos y muy lindos, ¿he visto a alguien más con ese color de ojos? No lo creo.
Se sorprendió ante mi acción, pasó saliva y asintió.
— No prometo nada, pero lo intentaré -susurró.
Solté su mano.
¿Estaría bien hablar de Nakajima? ¿se molestará?
— Ella no es mi pareja –dijo sin una pregunta, ¿mi cara decía lo que pensaba? Qué pena.
— ¿Hm? -intenté hacerme un poco tonta.
— Supongo que me lo quieres preguntar de alguna u otra manera, ¿no? -respondió, suspiró- no es mi pareja, es una amiga del trabajo, bueno, ella... -se quedó en silencio unos segundos para continuar- ella quiere que seamos una relación, que deje mis aventuras, ahora no puede hacer nada porque no somos nada, pero eso es lo que sucede -sobó su nuca para acción siguiente suspirar.
¿Estará preocupada por algo?
— Pero se veían bien, supongo, ¿la quieres? -pregunté curiosa.
Ella no dijo nada ante mi pregunta.
¿No la quiere? Pero...
Flashback:
Fate-chan correspondía el beso de Ginga Nakajima.
Fin Flashback
— No soy quien, pero, si no la quieres no juegues con su corazón. Quizá no sea la indicada, pero pienso que también deberías dejar tus aventuras, no llegaste dos días a casa y...
— Estaba con ella.
Era como si el tiempo se detuvo, dolió un poco, me sorprendió, pero ¿por qué? Hm... quizá era porque eran muy cercanas y tenían relaciones sexuales.
Rasqué mi cabeza con mi dedo índice, no sabía que decir hasta que escuché una pequeña risa proveniente de la rubia.
— No tienes por qué pensar tanto, quizá se te vaya a explotar la cabeza -¿qué intentaba decirme con que iba a explotar mi cabeza? Fruncí mi ceño, miré a otro lado.
— Nanoha... -susurró- ¿tienes novio, o lo has tenido?
¿A qué viene esto? ¿por curiosa me tocó esa pregunta?
Negué.
— No he tenido novio, ni sé si lo tendré, quizá me quede soltera toda mi vida -reí sobre mis palabras para luego mirar el cielo. Era primavera, era cálido clima.
Hubo un silencio, por al menos dos minutos, no sabíamos de qué más hablar.
Giré a mirarla, ella estaba observando el cielo junto a mí, pero en silencio.
Se notaba calmada, quizá no de la clase de persona que gusta estar de fiesta aun que realmente le gusta tener sexo con muchas chicas. Hice un pequeño puchero del cuál no entendí de dónde salía, puede que no me agradaba la idea que se acueste con cualquiera por motivos de salud.
— Bueno, creo que me iré a mi habitación -dijo para tomar su celular y colocarse de pie.
— ¿Quieres ir a comer helado? -pregunté. Ella se volteó a mirarme y nuestras miradas se cruzaron, ella sonrió leve y asintió.
— Pero pagas tú -bromeó para caminar dirección a la casa, de ahí a la salida.
— Mou Fate-chan, tú trabajas y tienes dinero -bromeé también colocándome de pie yendo tras ella.
— ¿Eh? Pero si tú me estás invitando a comer -respondió, hice un puchero de niña pequeña.
Cerca de la casa había una heladería, ella escogió de vainilla mientras que yo de fresa con vainilla. Era delicioso, no es que hacía mucho calor, pero era totalmente delicioso para poder refrescar la garganta.
Pasamos el rato hasta terminar el helado hablando de su trabajo, de algunas cosas sobre su mamá y Chrono-kun, sinceramente, me agradó poder acercarme un poco más a ella pues su agenda a veces es un poco pesada. No sé cómo le gustó esa carrera, pero cada quién con sus gustos; íbamos a cruzar la calle hasta que un Porsche 911 color rosado se detuvo frente a nosotros, de Fate-chan un suspiro.
— Hm, hola Fate-san -saludó para luego mirarme- ¿estás en una salida con una chica más que llevarás a tu cama? -aquello último lo dijo en tono molesto, ¿llevarme a su cama?
Mi cara se puso como tomate, eso no era así.
No fui la única.
— ¿Qué cosas dices Ginga? -preguntó Fate-chan.
— No sé qué pensar -soltó aquella chica para observar al frente. Se estacionó unos pequeños metros más adelante para luego bajarse y acercarse a nosotras, estaba con un vestido blanco, zapatos blancos de taco bajo y bueno, su cabello recogido. Era linda, pero, ¿Fate-chan quiere algo con ella?
— ¿Qué haces aquí? -preguntó mi rubia acompañante.
— Estaba yendo a tu casa, quisiera hablar más con tu mamá -dijo, me sorprendí. ¿Será que Lindy-san la invitó? - de paso me aseguro que no te la llevarás a la cama –me señaló de manera descarada, fruncí mi ceño.
— Oh Ginga, si vienes a eso...
— ¿Y qué si me acuesto con ella? -respondí molesta, esa chica estaba siendo odiosa, le daré de su propia medicina. Se sorprendió al igual que Fate-chan- la otra vez Fate-chan me lo estaba haciendo disfrutar, igual que yo a ella - ¿qué estaba haciendo, ¿qué andaba diciendo? Estás loca Nanoha, te quieres meter en problemas, pero es que es muy odiosa.
Ella parecía muy fastidiada. Miró a Fate-chan como tratando que le diera una explicación, ella se encogió de hombros sin dar respuesta.
— No sé de dónde vienes –dijo acercándose a mí de manera retante- pero Fate-chan y yo estamos saliendo, queremos formalizar correctamente una relación, no quiero que te metas más en esto si eso llega a suceder -comentó en advertencia. Miré a otro lado, cruzándome de brazos, realmente no quiero problemas, pero ella merece su propio dulce.
— Chicas –dijo Fate-chan, ella me tomó del brazo, con delicadeza, pero firme intentando decirme ''Déjalo ahí'', la miré y nos miramos fijamente, no estaba molesta pero tampoco quería que el tema siguiera por lo que suspiré para asentir. Giró a mirar a una pelimorado que estaba furiosa, sorprendida, se dio la vuelta y caminó a su auto por lo que solo dijo ''Seguiré mi rumbo a tu casa, nos vemos allá. ´´ , realmente no sé qué es lo que hice, pero el sermón de la rubia no será agradable.
Cuando aquel coche se retiró, Fate-chan soltó una carcajada.
— ¿Estás loca? -preguntó mirándome.
¿Hm?
— Ella ahora no estará tranquila contigo, mucho menos conmigo, cuando se entere que vives conmigo quizá se vaya a morir –dijo burlonamente para continuar nuestro camino, ¿será cierto? ¿no se molestó? - pero...
La miré en silencio.
— No tuviste que decir que eres una aventura mía, porque sabes la verdad, no lo eres -continuó para detenerse. Me detuve en silencio, nos miramos, ella sonrió- pero creo que me hiciste pasar bien el rato para burlarme de ella un poco, quién la aguantará en casa.
Sin más después de unos minutos a pie, llegamos a casa, estaba ahí Lindy-san, Nakajima y mi madre charlando en la sala… ¿mi madre? Parece que llegó y quizá ella llegó al mismo tiempo que mi madre, la saludé con un beso en la frente, seguido a Lindy-san y por último opté por ir a mi habitación.
Lastimosamente Fate-chan si tuvo que quedarse, era Nakajima ¿no?
Pasaron las horas hasta que ya no se escuchó más ruido, me había quedado dormida, al pararme suspiré recordando toda la estupidez que dije frente a Nakajima.
¿Qué fue mi actuar de esa manera? ¿me molestó que intentara tildarme de ''cualquiera''? De esas que Fate-chan deja entrar a su cuarto. Estar en su cama. Desnuda.
Me sonrojé levemente imaginarlo, sacudí mi cabeza para despejar ciertas ideas. Me puse de pie e iría a tomar un baño, realmente lo necesitaba.
Deja de ser tan tonta Fate-chan.
