Capítulo 2


La fría habitación no le daba a Sarada la calidez que ella hubiera esperado de un hospital. Miró el cuerpo tendido de su padre, el azabache aún reposaba inconsciente después del irremediable susto que le había provocado ver su vivienda caer en escombros. Sentada en aquel sofá color ocre dispuesto para las visitas recargó ambos brazos sobre sus rodillas en una especie de posición fetal improvisada, apretando con fuerza la fotografía que sostenía en su mano derecha.

—Ya veo… esa cosa preciada que buscabas era la fotografía de tu madre. —Sarada se sonsacó al escuchar aquella afirmación, sin saber que contestarle sólo la miró aturdida.

—Realmente esta fotografía es de hace mucho tiempo. —Respondió finalmente.

—No es como si lo creyera extraño, pero… —La ninja médico azabache no pudo terminar lo que se encontraba diciendo, la pequeña Uchiha tenía intención de cuestionarle algo.

—Me preguntó… ¿Cómo será mi madre ahora? —Su mirada vacía solo reflejaba la inmutable tristeza que la atormentaba desde que había tenido la conciencia suficiente para darse cuenta de que quizás a su madre no le importara regresar.

Shizune pudo percibir este estado de ánimo, y decidió que ella necesitaba alguien que la escuchara y comprendiera. —No has visto a Sakura ni una sola vez…

—Hay algo que me gustaría preguntarte Shizune-san, pero por favor, no se lo diga a mi padre. —Caminó hasta situarse de lado a la camilla donde reposaba Uchiha Sasuke, con una toalla que buscaba bajarle la fiebre.

—Por supuesto que no. —Era como si pudiera percibir exactamente lo que Sarada deseaba saber, ella no era muy cercana a Sasuke, pero sabía que tenía sus motivos para ocultarle la muerte de la pelirrosa a su hija. Ella no tenía el derecho de inmiscuirse en una situación tan delicada que no la involucraba directamente.

—¡Entonces, cuentéame que pasó cuando nací! ¿Quién estuvo allí para ayudar en mi nacimiento? —Se tornó más insistente, para ella era inminente conocer la verdad de su pasado.

—Eso es…. —La ninja médico libraba una lucha interna buscando las palabras adecuadas para explicarle que ella no podía responderle esa incógnita, sencillamente era algo que no sabía. Un día Sasuke y Sakura simplemente se habían marchado juntos, dejando la aldea para realizar un viaje del cual no contaba con muchos detalles, para cuando finalmente regresaron, Sarada ya tenía unos dos meses de vida, naturalmente, a todos sus conocidos les había impactado, haciendo la menor cantidad de preguntas posibles para que la nueva pareja no sintiera incomodidad alguna.

—¡Todos los ninjas son iguales! Incluso los médicos como usted, Shizune-san. —Comenzaba a desesperarse por la tendencia de todos a ocultarle las cosas. —He hecho investigaciones por mi cuenta, ninguno de los Hospitales de Konoha se encuentra mi registro de nacimiento.

—Sarada, ¿Qué te ha llevado a empezar todo esto?

—Está mujer de aquí. —Señaló a la pelirroja que aparecía en la fotografía junto a Sasuke y Sakura. —No se parece a mí, pero lleva unos lentes idénticos a los míos y aparece junto a mis padres. ¡Ella debe de saber la verdad!

Salió del hospital y comenzó a vagar alrededor de las calles cercanas al lugar, era una tarde algo nublada y no le apetecía regresar pronto a casa de los Uzumaki. Shizune le había dicho que su padre necesitaba descansar hasta que recuperara el conocimiento así que sería mejor que ella fuera a descansar a casa de algún amigo.

¡Buscaré a mi madre o a la mujer de la foto, haré que me cuenten todo!

—Veo que has progresado mucho, ya eres un poco más abierta. —Observó a la joven pelirrosa colocar una pila de expedientes en su mesa de trabajo.

—Nana-san, han pasado ya dos años desde aquel día que desperté del coma. Gracias a ti es que he logrado superarlo, no sé como agradecerte por toda tu generosidad.

—No es necesario que me agradezcas en absoluto, como médico es mi deber velar por la seguridad de aquellos que me necesiten. Además, durante este tiempo has estado ayudándome con la consultoría, pareces tener un talento nato para las hierbas medicinales.

—La verdad es como si sintiera que es algo que ya conozco, sin embargo, por más que trate no logro recordar nada, mi memoria parece no querer regresar.

—No te esfuerces demasiado, Aiko-chan —La pelirrosa escuchó ese nombre, se había acostumbrado un poco a ser llamada así, pero dentro de ella había algo que le gritaba que ese jamás sería su nombre, existía un pasado que no conocía y le frustraba de sobremanera no poder saber ni siquiera como se llamaba en realidad.

—¿Crees que sea posible que algún día recupere mis recuerdos?

—Podría ser posible…. Pero también es posible que no los recuperes nunca, o que sólo los recuperes parcialmente. Sólo el tiempo lo dirá… pero no te desanimes, ni te preocupes.

—No puedo evitar sentirme rara, no me malinterpretes, me gusta este lugar y la gente de aquí. Pero siento que no pertenezco aquí, quiero saber quién soy realmente…

—Cualquier cosa que decidas, házmelo saber. Estaré encantado de ayudarte, sabes que siempre contaras conmigo.

Sintió sus ojos llenársele de lágrimas, Nanako era muy comprensiva siempre con ella y la apoyaba incluso como si fuera su propia hija. De pronto una duda brillo en su cabeza, quizás esta si tuviera respuesta concreta.

—Usted me ha estado tratando todo este tiempo como médico. ¿Qué edad estima que puedo tener?

—Mmmm, no deberías rondar más allá de los treinta años, es un aproximado claro está.

—¿Treinta años? —Susurró más para sí misma que para que Nana-san la escuchara. Sólo de escuchar esa cantidad, le pareció abismal. Cada año contaba con doce meses, si hacía cuentas de todo el tiempo que no recordaba, se volvería una suma estratosférica. ¿Tendría familia? ¿Amigos? ¿Por qué hasta ahora no había aparecido nadie buscándola? ¿Sería una huérfana? ¿O simplemente no había nadie a quien le interesase?

—Tal vez unos pocos menos, o unos pocos más.

—Es una edad considerable. — Mencionó con algo de pesadez.

—Bueno, aún te puedes jactar de ser joven, no como yo. A mi edad las mujeres prefieren olvidar sus cumpleaños.

—Tampoco puedo olvidar algo que no recuerdo…

—No era mi intención esa, podemos celebras tu cumpleaños la fecha del día que despertaste, de hecho, no falta más que una semana.

—Aprecio mucho tu preocupación, pero la verdad lo he pensado mucho y quiero comenzar a buscar mi pasado, ni siquiera sé por donde empezar. Quizás haga viajes a varias aldeas para recolectar información —Comenzó a explicarle, ya no podía seguir con aquella incertidumbre. —Lo único que he recordado tiempo es la palabra "Sarada" suena como un nombre ¿No crees? Quizás sea el mío, claro que no puedo asegurarlo, pero no parece ser muy común. Si pregunto por él en las aldeas puede que encuentre algo…

—¿Estás segura de que eso es lo que quieres hacer?

—La verdad el miedo a no encontrar nada me ronda bastante seguido, pero al menos quiero intentarlo.

Miró los ojos jade de aquella mujer que había encontrado malherida hace ya siete años. —Déjame acompañarte Aiko-chan

—No pretendo causarte mas molestias, tengo algunos ahorros que he reunido cuando desde que me contrataste como ayudante, no te preocupes por eso.

—No es eso querida, me preocupa que necesites apoyo emocional y protección durante tu travesía. Nosotros, La aldea de las Flores, estamos muy alejados del mundo de los ninjas, por lo tanto, somos muy pacíficos. Pero a medida que te acerques a las cinco grandes naciones shinobi me temo que podrías encontrar problemas, me sentiré más tranquila si te acompaño, no es seguro para una mujer civil viajar sola.

—Gracias. —Sabía que todo lo que le decía era bastante cierto, por lo que no pudo negarse.

—Le pediré a mi sobrino mayor que nos escolte, nos sentiremos más seguras si un hombre viaja de nuestro lado.

La ojijade asintió, conocía a Yamada Naoki con anterioridad, era un joven agradable que también ejercía como médico en la clínica de la acogedora Aldea. —¿No será un problema que abandonen sus empleos para acompañarme?

—Para nada, nuestro periodo vacacional comienza en tres días.

Sonrió abiertamente, tenía un buen presentimiento alojándosele en el corazón. Un ligero presentimiento que le decía que era la decisión correcta, que pronto encontraría palabras que llenaran su vacío, aquellas incógnitas que no le permitían pegar ojo durante noches completas.


Este capítulo fue un poco más cortito que el anterior, espero que les haya gustado!